APOSENTO ALTO

jueves, 25 de enero de 2018

LECTURA BÍBLICA 25 DE ENERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    10:1-20

Mat 10:1 Jesús reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus malignos* y para sanar toda clase de enfermedades y dolencias.
Mat 10:2 Los nombres de los doce apóstoles son los siguientes: Primero, Simón (también llamado Pedro), luego Andrés (el hermano de Pedro), Santiago (hijo de Zebedeo), Juan (el hermano de Santiago),
Mat 10:3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo (el cobrador de impuestos), Santiago (hijo de Alfeo), Tadeo,*
Mat 10:4 Simón (el zelote),* Judas Iscariote (quien después lo traicionó).
Mat 10:5 Jesús envió a los doce apóstoles con las siguientes instrucciones: «No vayan a los gentiles* ni a los samaritanos,
Mat 10:6 sino sólo al pueblo de Israel, las ovejas perdidas de Dios.
Mat 10:7 Vayan y anúncienles que el reino del cielo está cerca.*
Mat 10:8 Sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, curen a los leprosos y expulsen a los demonios. ¡Den tan gratuitamente como han recibido!
Mat 10:9 »No lleven nada de dinero en el cinturón, ni monedas de oro, ni de plata, ni siquiera de cobre.
Mat 10:10 No lleven bolso de viaje con una muda de ropa ni con sandalias, ni siquiera lleven un bastón. No duden en aceptar la hospitalidad, porque los que trabajan merecen que se les dé alimento.
Mat 10:11 »Cada vez que entren en una ciudad o una aldea, busquen a una persona digna y quédense en su casa hasta que salgan de ese lugar.
Mat 10:12 Cuando entren en el hogar, bendíganlo.
Mat 10:13 Si resulta ser un hogar digno, dejen que su bendición siga allí; si no lo es, retiren la bendición.
Mat 10:14 Si cualquier casa o ciudad se niega a darles la bienvenida o a escuchar su mensaje, sacúdanse el polvo de los pies al salir.
Mat 10:15 Les digo la verdad, el día del juicio les irá mejor a las ciudades perversas de Sodoma y Gomorra que a esa ciudad.
Mat 10:16 »Miren, los envío como ovejas en medio de lobos. Por lo tanto, sean astutos como serpientes e inofensivos como palomas.
Mat 10:17 Pero tengan cuidado, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán con látigos en las sinagogas.
Mat 10:18 Serán sometidos a juicio delante de gobernantes y reyes por ser mis seguidores. Pero ésa será una oportunidad para que les hablen a los gobernantes y a otros incrédulos acerca de mí.*
Mat 10:19 Cuando los arresten, no se preocupen por cómo responder o qué decir. Dios les dará las palabras apropiadas en el momento preciso.
Mat 10:20 Pues no serán ustedes los que hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por medio de ustedes.


HECHOS 15:1-21

Hch 15:1 Cuando Pablo y Bernabé estaban en Antioquía de Siria, llegaron unos hombres de Judea y comenzaron a enseñarles a los creyentes:* «A menos que se circunciden como exige la ley de Moisés, no podrán ser salvos».
Hch 15:2 Pablo y Bernabé no estaban de acuerdo con ellos y discutieron con vehemencia. Finalmente, la iglesia decidió enviar a Pablo y a Bernabé a Jerusalén, junto con algunos creyentes del lugar, para que hablaran con los apóstoles y con los ancianos sobre esta cuestión.
Hch 15:3 La iglesia envió a los delegados a Jerusalén, quienes de camino se detuvieron en Fenicia y Samaria para visitar a los creyentes. Les contaron —para alegría de todos —que los gentiles* también se convertían.
Hch 15:4 Cuando llegaron a Jerusalén, toda la iglesia —incluidos los apóstoles y los ancianos —dio la bienvenida a Pablo y a Bernabé, quienes les informaron acerca de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos.
Hch 15:5 Pero después algunos creyentes que pertenecían a la secta de los fariseos se pusieron de pie e insistieron: «Los convertidos gentiles deben ser circuncidados y exigirles que sigan la ley de Moisés».
Hch 15:6 Así que los apóstoles y los ancianos se reunieron para resolver este asunto.
Hch 15:7 En la reunión, después de una larga discusión, Pedro se puso de pie y se dirigió a ellos de la siguiente manera: «Hermanos, todos ustedes saben que hace tiempo Dios me eligió de entre ustedes para que predicara a los gentiles a fin de que pudieran oír la Buena Noticia y creer.
Hch 15:8 Dios conoce el corazón humano y él confirmó que acepta a los gentiles al darles el Espíritu Santo, tal como lo hizo con nosotros.
Hch 15:9 Él no hizo ninguna distinción entre nosotros y ellos, pues les limpió el corazón por medio de la fe.
Hch 15:10 Entonces, ¿por qué ahora desafían a Dios al poner cargas sobre los creyentes* gentiles con un yugo que ni nosotros ni nuestros antepasados pudimos llevar?
Hch 15:11 Nosotros creemos que todos somos salvos de la misma manera, por la gracia no merecida que proviene del Señor Jesús».
Hch 15:12 Todos escucharon en silencio mientras Bernabé y Pablo les contaron de las señales milagrosas y maravillas que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles.
Hch 15:13 Cuando terminaron, Santiago se puso de pie y dijo: «Hermanos, escúchenme.
Hch 15:14 Pedro* les ha contado de cuando Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de entre ellos un pueblo para sí mismo.
Hch 15:15 Y la conversión de los gentiles es precisamente lo que los profetas predijeron. Como está escrito:
Hch 15:16 “Después yo volveré y restauraré la casa* caída de David. Reconstruiré sus ruinas y la restauraré,
Hch 15:17 para que el resto de la humanidad busque al SEÑOR, incluidos todos los gentiles, todos los que he llamado para que sean míos. El SEÑOR ha hablado,
Hch 15:18 Aquel que hizo que estas cosas se dieran a conocer desde hace mucho”*.
Hch 15:19 »Y mi opinión entonces es que no debemos ponerles obstáculos a los gentiles que se convierten a Dios.
Hch 15:20 Al contrario, deberíamos escribirles y decirles que se abstengan de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de inmoralidad sexual, de comer carne de animales estrangulados y de consumir sangre.
Hch 15:21 Pues esas leyes de Moisés se han predicado todos los días de descanso en las sinagogas judías de cada ciudad durante muchas generaciones».

SALMO 23

Sal 23:1 El SEÑOR es mi pastor; tengo todo lo que necesito.
Sal 23:2 En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos.
Sal 23:3 Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así da honra a su nombre.
Sal 23:4 Aun cuando yo pase por el valle más oscuro,* no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan.
Sal 23:5 Me preparas un banquete en presencia de mis enemigos. Me honras ungiendo mi cabeza con aceite. Mi copa se desborda de bendiciones.
Sal 23:6 Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del SEÑOR viviré por siempre.

LECTURA PARA LA NOCHE

GÉNESIS 50

Gén 50:1 José se abrazó al cuerpo de su padre, y lloró y lo besó.
Gén 50:2 Después ordenó a los médicos que estaban a su servicio que embalsamaran el cuerpo de su padre, y Jacob* fue embalsamado.
Gén 50:3 El proceso para embalsamarlo llevó cuarenta días, que es el tiempo habitual. Y los egipcios guardaron luto por Jacob durante setenta días.
Gén 50:4 Cumplido el periodo del luto, José se acercó a los consejeros del faraón y les dijo: «Les ruego que me hagan el favor de hablar al faraón por mí.
Gén 50:5 Díganle que mi padre me hizo pronunciar un juramento. Me dijo: “Escucha, yo estoy a punto de morir. Lleva mi cuerpo de regreso a la tierra de Canaán y entiérrame en la tumba que preparé para mí mismo”. Por lo tanto, le ruego que me permita ir a enterrar a mi padre. Y después del entierro, regresaré sin demora».
Gén 50:6 El faraón concedió la petición de José y le dijo: «Ve y entierra a tu padre, tal como él te hizo prometer».
Gén 50:7 Entonces José partió para enterrar a su padre. Lo acompañaron todos los funcionarios del faraón, todos los ancianos de la casa del faraón, y todos los oficiales de alto rango de Egipto.
Gén 50:8 José llevó a los de su propia casa y a sus hermanos y a los de sus casas, pero dejó en la tierra de Gosén a los niños pequeños y a los rebaños y a las manadas.
Gén 50:9 Una gran cantidad de carros de guerra con sus conductores acompañaron a José.
Gén 50:10 Cuando llegaron al campo de trillar de Atad, cerca del río Jordán, llevaron a cabo un gran servicio conmemorativo muy solemne, con un período de siete días de luto por el padre de José.
Gén 50:11 Los cananeos que vivían en ese lugar los observaron lamentarse en el campo de trillar de Atad, y luego cambiaron el nombre del lugar (situado cerca del Jordán); lo llamaron Abel-mizraim,* porque dijeron: «Este es un lugar de gran lamento para estos egipcios».
Gén 50:12 Así que los hijos de Jacob hicieron tal como él les había ordenado.
Gén 50:13 Llevaron su cuerpo a la tierra de Canaán y lo enterraron en la cueva que está en el campo de Macpela, cerca de Mamre. Esa es la cueva que Abraham le había comprado a Efrón el hitita como lugar de sepultura permanente.
Gén 50:14 Después de haber enterrado a Jacob, José regresó a Egipto junto con sus hermanos y todos los que lo habían acompañado al entierro de su padre.
Gén 50:15 Pero ahora que su padre había muerto, los hermanos de José tuvieron temor, y se decían: «Ahora José mostrará su enojo y se vengará por todo el mal que le hicimos».
Gén 50:16 Entonces enviaron a José un mensaje que decía: «Antes de morir, tu padre nos mandó que
Gén 50:17 te dijéramos: “Por favor, perdona a tus hermanos por el gran mal que te hicieron, por el pecado de haberte tratado con tanta crueldad”. Por eso nosotros, los siervos del Dios de tu padre, te suplicamos que perdones nuestro pecado». Cuando José recibió el mensaje, perdió el control y se echó a llorar.
Gén 50:18 Entonces sus hermanos llegaron, y se arrojaron al suelo delante de José y dijeron: —Mira, ¡somos tus esclavos!
Gén 50:19 Pero José les respondió: —No me tengan miedo. ¿Acaso soy Dios para castigarlos?
Gén 50:20 Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas.
Gén 50:21 No, no tengan miedo. Yo seguiré cuidando de ustedes y de sus hijos. Así que hablándoles con ternura y bondad, los reconfortó.
Gén 50:22 José y sus hermanos con sus familias siguieron viviendo en Egipto. José vivió hasta los ciento diez años de edad.
Gén 50:23 Alcanzó a ver a tres generaciones de los descendientes de su hijo Efraín, y vivió lo suficiente para ver el nacimiento de los hijos de Maquir, el hijo de Manasés, a quienes recibió como suyos.*
Gén 50:24 José les dijo a sus hermanos: «Yo pronto moriré pero ciertamente Dios los ayudará y los sacará de esta tierra de Egipto. Él los hará volver a la tierra que solemnemente prometió dar a Abraham, a Isaac y a Jacob».
Gén 50:25 Entonces José hizo jurar a los hijos de Israel y les dijo: «Cuando Dios venga a ayudarlos y los lleve de regreso, deben llevarse mis huesos con ustedes».
Gén 50:26 José murió a los ciento diez años de edad y los egipcios lo embalsamaron, y pusieron su cuerpo en un ataúd en Egipto.

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