APOSENTO ALTO

martes, 23 de enero de 2018

LECTURA BÍBLICA 23 DE ENERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    9:14-26

Mat 9:14 Un día los discípulos de Juan el Bautista se acercaron a Jesús y le preguntaron: —¿Por qué tus discípulos no ayunan,* como lo hacemos nosotros y los fariseos?
Mat 9:15 Jesús respondió: —¿Acaso los invitados de una boda están de luto mientras festejan con el novio? Por supuesto que no. Pero un día el novio será llevado, y entonces sí ayunarán.
Mat 9:16 »Además, ¿a quién se le ocurriría remendar una prenda vieja con tela nueva? Pues el remiendo nuevo encogería y se desprendería de la tela vieja, lo cual dejaría una rotura aún mayor que la anterior.
Mat 9:17 »Y nadie pone vino nuevo en cueros viejos. Pues los cueros viejos se reventarían por la presión y el vino se derramaría, y los cueros quedarían arruinados. El vino nuevo se guarda en cueros nuevos para preservar a ambos.
Mat 9:18 Mientras Jesús decía esas cosas, el líder de una sinagoga se le acercó y se arrodilló delante de él. «Mi hija acaba de morir —le dijo—, pero tú puedes traerla nuevamente a la vida sólo con venir y poner tu mano sobre ella».
Mat 9:19 Entonces Jesús y sus discípulos se levantaron y fueron con él.
Mat 9:20 Justo en ese momento, una mujer quien hacía doce años que sufría de una hemorragia continua se le acercó por detrás. Tocó el fleco de la túnica de Jesús
Mat 9:21 porque pensó: «Si tan sólo toco su túnica, quedaré sana».
Mat 9:22 Jesús se dio vuelta y, cuando la vio, le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado». Y la mujer quedó sana en ese instante.
Mat 9:23 Cuando Jesús llegó a la casa del oficial, vio a una ruidosa multitud y escuchó la música del funeral.
Mat 9:24 «¡Salgan de aquí! —les dijo —. La niña no está muerta; sólo duerme». Pero la gente se rió de él.
Mat 9:25 Sin embargo, una vez que hicieron salir a todos, Jesús entró y tomó la mano de la niña, ¡y ella se puso de pie!
Mat 9:26 La noticia de este milagro corrió por toda la región.

HECHOS 13:26-52

Hch 13:26 »Hermanos —ustedes, hijos de Abraham, y también ustedes, gentiles temerosos de Dios—, ¡este mensaje de salvación ha sido enviado a nosotros!
Hch 13:27 La gente de Jerusalén y sus líderes no reconocieron a Jesús como la persona de quien hablaron los profetas. En cambio, lo condenaron y, al hacerlo, cumplieron las palabras de los profetas que se leen todos los días de descanso.
Hch 13:28 No encontraron ninguna razón legal para ejecutarlo, pero de cualquier forma le pidieron a Pilato que lo matara.
Hch 13:29 »Una vez que llevaron a cabo todo lo que las profecías decían acerca de él, lo bajaron de la cruz* y lo pusieron en una tumba.
Hch 13:30 ¡Pero Dios lo levantó de los muertos!
Hch 13:31 Y, durante varios días, se apareció a los que habían ido con él de Galilea a Jerusalén. Actualmente ellos son sus testigos al pueblo de Israel.
Hch 13:32 »Y ahora nosotros estamos aquí para traerles la Buena Noticia. La promesa fue dirigida a nuestros antepasados.
Hch 13:33 Y ahora Dios nos la cumplió a nosotros, los descendientes, al resucitar a Jesús. Esto es lo que el segundo salmo dice sobre Jesús: “Tú eres mi Hijo. El día de hoy he llegado a ser tu Padre”*.
Hch 13:34 »Pues Dios había prometido levantarlo de los muertos, no dejarlo que se pudriera en la tumba. Dijo: “Yo te daré las bendiciones sagradas que le prometí a David”*.
Hch 13:35 Otro salmo lo explica con más detalle: “No permitirás que tu Santo se pudra en la tumba”*.
Hch 13:36 Este salmo no hace referencia a David, pues, después de haber hecho la voluntad de Dios en su propia generación, David murió, fue enterrado con sus antepasados y su cuerpo se descompuso.
Hch 13:37 No, el salmo se refería a otra persona, a alguien a quien Dios resucitó y cuyo cuerpo no se descompuso.
Hch 13:38 »Hermanos, ¡escuchen! Estamos aquí para proclamar que, por medio de este hombre Jesús, ustedes tienen el perdón de sus pecados.
Hch 13:39 Todo el que cree en él es declarado justo ante Dios, algo que la ley de Moisés nunca pudo hacer.
Hch 13:40 ¡Tengan cuidado! No dejen que las palabras de los profetas se apliquen a ustedes. Pues ellos dijeron:
Hch 13:41 “Miren, ustedes burlones, ¡asómbrense y mueran! Pues estoy haciendo algo en sus días, algo que no creerían aun si alguien les dijera”»*.
Hch 13:42 Cuando Pablo y Bernabé salieron de la sinagoga ese día, la gente les suplicó que volvieran a hablar sobre esas cosas la semana siguiente.
Hch 13:43 Muchos judíos y devotos convertidos al judaísmo siguieron a Pablo y a Bernabé, y ambos hombres los instaban a que continuaran confiando en la gracia de Dios.
Hch 13:44 A la semana siguiente, casi toda la ciudad fue a oírlos predicar la palabra del Señor.
Hch 13:45 Pero, cuando algunos judíos vieron las multitudes tuvieron envidia; entonces calumniaban a Pablo y debatían contra todo lo que él decía.
Hch 13:46 Entonces Pablo y Bernabé hablaron con valentía y declararon: «Era necesario que primero les predicáramos la palabra de Dios a ustedes, los judíos. Pero, ya que ustedes la han rechazado y se consideran indignos de la vida eterna, se la ofreceremos a los gentiles.
Hch 13:47 Pues el Señor nos dio este mandato cuando dijo: “Yo te he hecho luz para los gentiles, a fin de llevar salvación a los rincones más lejanos de la tierra”»*.
Hch 13:48 Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y le dieron las gracias al Señor por su mensaje, y todos los que fueron elegidos para la vida eterna se convirtieron en creyentes.
Hch 13:49 Así que el mensaje del Señor se extendió por toda esa región.
Hch 13:50 Luego los judíos provocaron a las mujeres religiosas influyentes y a los líderes de la ciudad, e incitaron a una turba contra Pablo y Bernabé, y los echaron de la ciudad.
Hch 13:51 Así que ellos se sacudieron el polvo de sus pies en señal de rechazo y se dirigieron a la ciudad de Iconio.
Hch 13:52 Y los creyentes* se llenaron de alegría y del Espíritu Santo.


SALMO 22:1-11

Sal 22:1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos cuando gimo por ayuda?
Sal 22:2 Cada día clamo a ti, mi Dios, pero no respondes; cada noche oyes mi voz, pero no encuentro alivio.
Sal 22:3 Sin embargo, tú eres santo, estás entronizado en las alabanzas de Israel.
Sal 22:4 Nuestros antepasados confiaron en ti, y los rescataste.
Sal 22:5 Clamaron a ti, y los salvaste; confiaron en ti y nunca fueron avergonzados.
Sal 22:6 Pero yo soy un gusano, no un hombre; ¡todos me desprecian y me tratan con desdén!
Sal 22:7 Todos los que me ven se burlan de mí; sonríen con malicia y menean la cabeza mientras dicen:
Sal 22:8 «¿Éste es el que confía en el SEÑOR? Entonces ¡que el SEÑOR lo salve! Si el SEÑOR lo ama tanto, ¡que lo rescate él!».
Sal 22:9 Sin embargo, me sacaste a salvo del vientre de mi madre y, desde que ella me amamantaba, me hiciste confiar en ti.
Sal 22:10 Me arrojaron en tus brazos al nacer; desde mi nacimiento, tú has sido mi Dios.
Sal 22:11 No te quedes tan lejos de mí, porque se acercan dificultades, y nadie más puede ayudarme.

LECTURA PARA LA NOCHE

GÉNESIS 48

Gén 48:1 Cierto día, no mucho tiempo después, le avisaron a José: «A tu padre ya le queda muy poco tiempo de vida». Entonces José fue a visitarlo, y llevó con él a sus dos hijos, Manasés y Efraín.
Gén 48:2 Cuando José llegó, le dijeron a Jacob que su hijo José había venido a verlo. Entonces Jacob* cobró fuerzas y se incorporó en su cama.
Gén 48:3 Jacob le dijo a José: —El Dios Todopoderoso* se me apareció en la aldea de Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo
Gén 48:4 con estas palabras: “Te haré fructífero y multiplicaré tu descendencia. Haré de ti una multitud de naciones, y daré esta tierra de Canaán a tus descendientes* como posesión perpetua”.
Gén 48:5 »Ahora reclamo como hijos míos a estos dos muchachos tuyos, Efraín y Manasés, quienes nacieron aquí en la tierra de Egipto antes de que yo llegara. Ellos serán mis hijos, como lo son Rubén y Simeón.
Gén 48:6 Pero cualquier otro hijo que te nazca en el futuro será tuyo, y heredará tierra dentro de los límites de los territorios de sus hermanos Efraín y Manasés.
Gén 48:7 »Hace mucho tiempo, cuando yo regresaba de Padán-aram, Raquel murió en la tierra de Canaán. Todavía íbamos en viaje y bastante lejos de Efrata (es decir, Belén). Con mucha tristeza, la enterré allí, junto al camino que va a Efrata.
Gén 48:8 Entonces Jacob miró a los dos muchachos. —¿Son éstos tus hijos? —preguntó.
Gén 48:9 —Sí —le dijo José—, estos son los hijos que Dios me ha dado aquí en Egipto. Y Jacob dijo: —Acércalos más a mí, para que pueda bendecirlos.
Gén 48:10 Jacob casi había perdido la vista debido a su avanzada edad y apenas podía ver. Entonces José le acercó a los muchachos, y Jacob los besó y los abrazó.
Gén 48:11 Entonces Jacob le dijo a José: —Nunca pensé que volvería a ver tu rostro, ¡pero ahora Dios me ha permitido ver también a tus hijos!
Gén 48:12 José retiró a los muchachos de las rodillas de su abuelo, y se inclinó con el rostro hacia el suelo.
Gén 48:13 Después puso a los muchachos delante de Jacob. Con su mano derecha dirigió a Efraín hacia la mano izquierda de Jacob, y con su mano izquierda puso a Manasés a la mano derecha de Jacob.
Gén 48:14 Pero Jacob cruzó sus brazos cuando los extendió para poner sus manos sobre la cabeza de los muchachos: es decir, puso su mano derecha sobre la cabeza de Efraín —aunque él era el menor— y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, que era el hijo mayor.
Gén 48:15 Luego bendijo a José con las siguientes palabras: «Que el Dios delante del cual caminaron mi abuelo Abraham y mi padre Isaac —el Dios que ha sido mi pastor toda mi vida, hasta el día de hoy,
Gén 48:16 el Ángel que me ha salvado de todo mal— bendiga a estos muchachos. Que ellos preserven mi nombre y el nombre de Abraham y de Isaac. Y que su descendencia se multiplique en gran manera por toda la tierra».
Gén 48:17 Pero José se molestó cuando vio que su padre puso la mano derecha sobre la cabeza de Efraín. Entonces José se la levantó para pasarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.
Gén 48:18 —No, padre mío —le dijo—. Este es el hijo mayor; pon tu mano derecha sobre su cabeza.
Gén 48:19 Pero su padre se negó a hacerlo. —Ya lo sé, hijo mío, lo sé —respondió él—. Manasés también llegará a ser un gran pueblo, pero su hermano menor será aún más grande y de su descendencia se formarán una multitud de naciones.
Gén 48:20 Así que, aquel día, Jacob bendijo a los muchachos con esta bendición: «El pueblo de Israel usará el nombre de ustedes cuando impartan una bendición. Dirán: “Que Dios los haga tan prósperos como a Efraín y a Manasés”». De esta manera, Jacob puso a Efraín antes de Manasés.
Gén 48:21 Entonces Jacob le dijo a José: —Mira, yo estoy a punto de morir, pero Dios estará contigo y te llevará de regreso a Canaán, la tierra de tus antepasados.
Gén 48:22 Y además de lo que les he dado a tus hermanos, te doy a ti una porción adicional de la tierra* que tomé de los amorreos con mi espada y con mi arco. 

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