APOSENTO ALTO

jueves, 4 de enero de 2018

LECTURA BÍBLICA 4 DE ENERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    2:13-23

Mat 2:13 Después de que los sabios se fueron, un ángel del Señor se le apareció a José en un sueño. «¡Levántate! Huye a Egipto con el niño y su madre —dijo el ángel —. Quédate allí hasta que yo te diga que regreses, porque Herodes buscará al niño para matarlo».
Mat 2:14 Esa noche José salió para Egipto con el niño y con María, su madre,
Mat 2:15 y se quedaron allí hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi Hijo»*.
Mat 2:16 Cuando Herodes se dio cuenta de que los sabios se habían burlado de él, se puso furioso. Y, basado en lo que dijeron los sabios sobre la primera aparición de la estrella, Herodes envió soldados para matar a todos los niños que vivieran en Belén y en sus alrededores y que tuvieran dos años o menos.
Mat 2:17 Esta acción brutal cumplió lo que Dios había anunciado por medio del profeta Jeremías:
Mat 2:18 «En Ramá se oyó una voz, llanto y gran lamento. Raquel llora por sus hijos, se niega a que la consuelen, porque están muertos»*.
Mat 2:19 Cuando Herodes murió, un ángel del Señor se le apareció en un sueño a José en Egipto.
Mat 2:20 «¡Levántate! —dijo el ángel —. Lleva al niño y a su madre de regreso a la tierra de Israel, porque ya murieron los que trataban de matar al niño».
Mat 2:21 Entonces José se levantó y regresó a la tierra de Israel con Jesús y su madre.
Mat 2:22 Pero, cuando se enteró de que el nuevo gobernante de Judea era Arquelao, hijo de Herodes, tuvo miedo de ir allí. Entonces, luego de ser advertido en un sueño, se fue a la región de Galilea.
Mat 2:23 Después la familia fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret y así se cumplió lo que los profetas habían dicho: «Lo llamarán nazareno».

HECHOS 2:22-47

Hch 2:22 »Pueblo de Israel, ¡escucha! Dios públicamente aprobó a Jesús de Nazaret* al hacer milagros poderosos, maravillas y señales por medio de él, como ustedes bien saben.
Hch 2:23 Pero Dios sabía lo que iba a suceder y su plan predeterminado se llevó a cabo cuando Jesús fue traicionado. Con la ayuda de gentiles* sin ley, ustedes lo clavaron en la cruz y lo mataron.
Hch 2:24 Pero Dios lo liberó de los terrores de la muerte y lo volvió a la vida, pues la muerte no pudo retenerlo bajo su dominio.
Hch 2:25 El rey David dijo lo siguiente acerca de él: “Veo que el SEÑOR siempre está conmigo. No seré sacudido, porque él está aquí a mi lado.
Hch 2:26 ¡Con razón mi corazón está contento, y mi lengua grita sus alabanzas! Mi cuerpo descansa en esperanza.
Hch 2:27 Pues tú no dejarás mi alma entre los muertos* ni permitirás que tu Santo se pudra en la tumba.
Hch 2:28 Me has mostrado el camino de la vida y me llenarás con la alegría de tu presencia”*.
Hch 2:29 »Queridos hermanos, ¡piensen en esto! Pueden estar seguros de que el patriarca David no se refería a sí mismo, porque él murió, fue enterrado y su tumba está todavía aquí entre nosotros.
Hch 2:30 Pero él era un profeta y sabía que Dios había prometido mediante un juramento que uno de los propios descendientes de David se sentaría en su trono.
Hch 2:31 David estaba mirando hacia el futuro y hablaba de la resurrección del Mesías. Él decía que Dios no lo dejaría entre los muertos ni permitiría que su cuerpo se pudriera en la tumba.
Hch 2:32 »Dios levantó a Jesús de los muertos y de esto todos nosotros somos testigos.
Hch 2:33 Ahora él ha sido exaltado al lugar de más alto honor en el cielo, a la derecha de Dios. Y el Padre, según lo había prometido, le dio el Espíritu Santo para que lo derramara sobre nosotros, tal como ustedes lo ven y lo oyen hoy.
Hch 2:34 Pues David nunca ascendió al cielo, sin embargo, dijo: “El SEÑOR dijo a mi Señor: ‘Siéntate en el lugar de honor a mi derecha,
Hch 2:35 hasta que humille a tus enemigos y los ponga por debajo de tus pies’ ”*.
Hch 2:36 »Por lo tanto, que todos en Israel sepan sin lugar a dudas, que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, ¡Dios lo ha hecho tanto Señor como Mesías!».
Hch 2:37 Las palabras de Pedro traspasaron el corazón de ellos, quienes le dijeron a él y a los demás apóstoles: —Hermanos, ¿qué debemos hacer?
Hch 2:38 Pedro contestó: —Cada uno de ustedes debe arrepentirse de sus pecados y volver a Dios, y ser bautizado en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados. Entonces recibirán el regalo del Espíritu Santo.
Hch 2:39 Esta promesa es para ustedes, para sus hijos e incluso para los gentiles,* es decir, para todos los que han sido llamados por el Señor nuestro Dios.
Hch 2:40 Entonces Pedro siguió predicando por largo rato, les rogaba con insistencia a todos sus oyentes: «¡Sálvense de esta generación perversa!».
Hch 2:41 Los que creyeron lo que Pedro dijo fueron bautizados y sumados a la iglesia en ese mismo día, como tres mil en total.
Hch 2:42 Todos los creyentes se dedicaban a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión fraternal, a participar juntos en las comidas (entre ellas la Cena del Señor*), y a la oración.
Hch 2:43 Un profundo temor reverente vino sobre todos ellos, y los apóstoles realizaban muchas señales milagrosas y maravillas.
Hch 2:44 Todos los creyentes se reunían en un mismo lugar y compartían todo lo que tenían.
Hch 2:45 Vendían sus propiedades y posesiones y compartían el dinero con aquéllos en necesidad.
Hch 2:46 Adoraban juntos en el templo cada día, se reunían en casas para la Cena del Señor y compartían sus comidas con gran gozo y generosidad,*
Hch 2:47 todo el tiempo alabando a Dios y disfrutando de la buena voluntad de toda la gente. Y cada día el Señor agregaba a esa comunidad cristiana los que iban siendo salvos.



SALMO 4

Sal 4:1
Respóndeme cuando clamo a ti, oh Dios, tú que me declaras inocente. Libérame de mis problemas; ten misericordia de mí y escucha mi oración.
Sal 4:2 ¿Hasta cuándo, señores, arruinarán mi reputación? ¿Hasta cuándo harán acusaciones infundadas contra mí? ¿Hasta cuándo seguirán con sus mentiras?. Interludio
Sal 4:3 De algo pueden estar seguros: el SEÑOR ha separado para sí a los justos; el SEÑOR me responderá cuando lo llame.
Sal 4:4 No pequen al dejar que el enojo los controle; reflexionen durante la noche y quédense en silencio. Interludio
Sal 4:5 Ofrezcan sacrificios con un espíritu correcto y confíen en el SEÑOR.
Sal 4:6 Muchos dicen: «¿Quién nos mostrará tiempos mejores?». Haz que tu rostro nos sonría, oh SEÑOR.
Sal 4:7 Me has dado más alegría que los que tienen cosechas abundantes de grano y de vino nuevo.
Sal 4:8 En paz me acostaré y dormiré, porque sólo tú, oh SEÑOR, me mantendrás a salvo.


LECTURA PARA LA NOCHE

GÉNESIS 9-11

Gén 9:1 Después Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra.
Gén 9:2 Todos los animales de la tierra, todas las aves del cielo, todos los animales pequeños que corren por el suelo y todos los peces del mar tendrán temor y terror de ustedes. Yo los he puesto bajo su autoridad.
Gén 9:3 Se los he dado a ustedes como alimento, como les he dado también los granos y las verduras;
Gén 9:4 pero nunca deben comer de ninguna carne con su vida, es decir, que aún tenga sangre.
Gén 9:5 »Yo exigiré la sangre de cualquiera que le quite la vida a otra persona. Si un animal salvaje mata a una persona, ese animal debe morir; y cualquiera que asesine a otro ser humano debe morir.
Gén 9:6 Si alguien quita una vida humana, la vida de esa persona también será quitada por manos humanas. Pues Dios hizo a los seres humanos* a su propia imagen.
Gén 9:7 Ahora sean fructíferos y multiplíquense, y vuelvan a poblar la tierra».
Gén 9:8 Entonces Dios dijo a Noé y a sus hijos:
Gén 9:9 «Ahora mismo, yo confirmo mi pacto con ustedes y con sus descendientes,
Gén 9:10 y con todos los animales que estuvieron en la barca con ustedes —las aves, los animales domésticos y todos los animales salvajes—, con toda criatura viviente sobre la tierra.
Gén 9:11 Sí, yo confirmo mi pacto con ustedes. Nunca más las aguas de un diluvio matarán a todas las criaturas vivientes; nunca más un diluvio destruirá la tierra».
Gén 9:12 Entonces Dios dijo: «Les doy una señal de mi pacto con ustedes y con todas las criaturas vivientes, para todas las generaciones futuras.
Gén 9:13 He puesto mi arco iris en las nubes. Esa es la señal de mi pacto con ustedes y con toda la tierra.
Gén 9:14 Cuando envíe nubes sobre la tierra, el arco iris aparecerá en las nubes
Gén 9:15 y yo me acordaré de mi pacto con ustedes y con todas las criaturas vivientes. Nunca más las aguas de un diluvio volverán a destruir a todos los seres vivos.
Gén 9:16 Cuando yo vea el arco iris en las nubes, me acordaré del pacto eterno entre Dios y toda criatura viviente sobre la tierra».
Gén 9:17 Entonces Dios le dijo a Noé: «Este arco iris es la señal del pacto que yo confirmo con todas las criaturas de la tierra».
Gén 9:18 Los hijos de Noé que salieron de la barca con su padre fueron Sem, Cam y Jafet (Cam es el padre de Canaán).
Gén 9:19 De estos tres hijos de Noé provienen todas las personas que ahora pueblan la tierra.
Gén 9:20 Después del diluvio, Noé comenzó a cultivar la tierra y plantó un viñedo.
Gén 9:21 Cierto día, bebió del vino que había hecho y se emborrachó, y estaba recostado y desnudo dentro de su carpa.
Gén 9:22 Cam, el padre de Canaán, vio que su padre estaba desnudo y salió a contárselo a sus hermanos.
Gén 9:23 Entonces Sem y Jafet tomaron un manto, se lo pusieron sobre los hombros y entraron de espaldas a la carpa para cubrir a su padre. Mientras lo hacían, miraban para otro lado a fin de no ver a su padre desnudo.
Gén 9:24 Cuando Noé despertó de su estupor, se enteró de lo que había hecho Cam, su hijo menor.
Gén 9:25 Entonces maldijo a Canaán, el hijo de Cam: «¡Maldito sea Canaán! ¡Que sea el más inferior de los siervos para con sus familiares!».
Gén 9:26 Entonces dijo Noé: «¡Bendito sea el SEÑOR, Dios de Sem, y sea Canaán su siervo!
Gén 9:27 ¡Que Dios extienda el territorio de Jafet! Que Jafet comparta la prosperidad de Sem,* y sea Canaán su siervo».
Gén 9:28 Noé vivió trescientos cincuenta años más después del gran diluvio.
Gén 9:29 Vivió novecientos cincuenta años y luego murió.
Gén 10:1 Este es el relato de las familias de Sem, Cam y Jafet, los tres hijos de Noé, a quienes les nacieron muchos hijos después del gran diluvio.
Gén 10:2 Los descendientes de Jafet fueron: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras.
Gén 10:3 Los descendientes de Gomer fueron: Askenaz, Rifat y Togarma.
Gén 10:4 Los descendientes de Javán fueron: Elisa, Tarsis, Quitim y Dodanim.*
Gén 10:5 Los descendientes de ellos llegaron a ser los pueblos marineros que se dispersaron por diversas tierras, cada uno identificado por su propio idioma, clan e identidad nacional.
Gén 10:6 Los descendientes de Cam fueron: Cus, Mizraim, Fut y Canaán.
Gén 10:7 Los descendientes de Cus fueron: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Los descendientes de Raama fueron: Seba y Dedán.
Gén 10:8 Cus también fue antepasado de Nimrod, el primer guerrero heroico de la tierra.
Gén 10:9 Ya que Nimrod fue el mejor cazador del mundo,* su nombre llegó a ser proverbial; la gente decía: «Este hombre es como Nimrod, el mejor cazador del mundo».
Gén 10:10 Él construyó su reino en la tierra de Babilonia,* con las ciudades de Babel, Erec, Acab y Calne.
Gén 10:11 Desde allí extendió su territorio a Asiria* y construyó las ciudades de Nínive, Rehobot Ir, Cala,
Gén 10:12 y Resén (la gran ciudad situada entre Nínive y Cala).
Gén 10:13 Mizraim fue antepasado de los ludeos, los anameos, los leabitas, los naftuitas,
Gén 10:14 los patruseos, los casluhitas y los caftoritas, de los cuales descendieron los filisteos.*
Gén 10:15 El hijo mayor de Canaán fue Sidón, antepasado de los sidonios. Canaán también fue antepasado de los hititas,*
Gén 10:16 los jebuseos, los amorreos, los gergeseos,
Gén 10:17 los heveos, los araceos, los sineos,
Gén 10:18 los arvadeos, los zemareos y los hamateos. Con el tiempo, los clanes cananeos se dispersaron
Gén 10:19 y el territorio de Canaán se extendió desde Sidón, en el norte, hasta Gerar y Gaza, en el sur, y por el oriente tan lejos como Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim, cerca de Lasa.
Gén 10:20 Ellos fueron los descendientes de Cam, identificados por clan, idioma, territorio e identidad nacional.
Gén 10:21 También le nacieron hijos a Sem, el hermano mayor de Jafet.* Sem fue antepasado de todos los descendientes de Heber.
Gén 10:22 Los descendientes de Sem fueron: Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram.
Gén 10:23 Los descendientes de Aram fueron: Uz, Hul, Geter y Mas.
Gén 10:24 Arfaxad fue el padre de Sala,* y Sala fue el padre de Heber.
Gén 10:25 Heber tuvo dos hijos. El primero se llamó Peleg (que significa «división»), porque durante su vida los habitantes del mundo estaban divididos en diferentes grupos según su idioma. Su hermano se llamó Joctán.
Gén 10:26 Joctán fue el antepasado de Almodad, Selef, Hazar-mavet, Jera,
Gén 10:27 Adoram, Uzal, Dicla,
Gén 10:28 Obal, Abimael, Seba,
Gén 10:29 Ofir, Havila y Jobab. Todos ellos fueron descendientes de Joctán.
Gén 10:30 El territorio que ocupaban se extendía desde Mesa hasta Sefar, en las montañas orientales.
Gén 10:31 Ellos fueron los descendientes de Sem, identificados por clan, idioma, territorio e identidad nacional.
Gén 10:32 Esos son los clanes que descendieron de los hijos de Noé, ordenados por nación, de acuerdo con la línea de descendencia correspondiente. Todas las naciones de la tierra descendieron de esos clanes después del gran diluvio.
Gén 11:1 Hubo un tiempo en que todos los habitantes del mundo hablaban el mismo idioma y usaban las mismas palabras.
Gén 11:2 Al emigrar hacia el oriente, encontraron una llanura en la tierra de Babilonia* y se establecieron allí.
Gén 11:3 Comenzaron a decirse unos a otros: «Vamos a hacer ladrillos y endurecerlos con fuego». (En esa región, se usaban ladrillos en lugar de piedra y la brea se usaba como mezcla).
Gén 11:4 Entonces dijeron: «Vamos, construyamos una gran ciudad para nosotros con una torre que llegue hasta el cielo. Eso nos hará famosos y evitará que nos dispersemos por todo el mundo».
Gén 11:5 Pero el SEÑOR descendió para ver la ciudad y la torre que estaban construyendo,
Gén 11:6 y dijo: «¡Miren! La gente está unida, y todos hablan el mismo idioma. Después de esto, ¡nada de lo que se propongan hacer les será imposible!
Gén 11:7 Vamos a bajar a confundirlos con diferentes idiomas; así no podrán entenderse unos a otros».
Gén 11:8 De esa manera, el SEÑOR los dispersó por todo el mundo, y ellos dejaron de construir la ciudad.
Gén 11:9 Por eso la ciudad se llamó Babel,* porque fue allí donde el SEÑOR confundió a la gente con distintos idiomas. Así los dispersó por todo el mundo.
Gén 11:10 Este es el relato de la familia de Sem. Dos años después del gran diluvio, cuando Sem tenía cien años de edad, tuvo a su hijo* Arfaxad.
Gén 11:11 Después del nacimiento de* Arfaxad, Sem vivió quinientos años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 11:12 Cuando Arfaxad tenía treinta y cinco años de edad, tuvo a su hijo Sala.*
Gén 11:13 Después del nacimiento de Sala, Arfaxad vivió cuatrocientos tres años más y tuvo otros hijos e hijas.*
Gén 11:14 Cuando Sala tenía treinta años de edad, tuvo a su hijo Heber.
Gén 11:15 Después del nacimiento de Heber, Sala vivió cuatrocientos tres años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 11:16 Cuando Heber tenía treinta y cuatro años de edad, tuvo a su hijo Peleg.
Gén 11:17 Después del nacimiento de Peleg, Heber vivió cuatrocientos treinta años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 11:18 Cuando Peleg tenía treinta años de edad, tuvo a su hijo Reu.
Gén 11:19 Después del nacimiento de Reu, Peleg vivió doscientos nueve años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 11:20 Cuando Reu tenía treinta y dos años de edad, tuvo a su hijo Serug.
Gén 11:21 Después del nacimiento de Serug, Reu vivió doscientos siete años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 11:22 Cuando Serug tenía treinta años de edad, tuvo a su hijo Nacor.
Gén 11:23 Después del nacimiento de Nacor, Serug vivió doscientos años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 11:24 Cuando Nacor tenía veintinueve años de edad, tuvo a su hijo Taré.
Gén 11:25 Después del nacimiento de Taré, Nacor vivió ciento diecinueve años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 11:26 Después de que Taré cumpliera setenta años de edad, tuvo a Abram, a Nacor y a Harán.
Gén 11:27 Este es el relato de la familia de Taré. Taré fue el padre de Abram, Nacor y Harán; y Harán fue el padre de Lot.
Gén 11:28 Pero Harán murió en Ur de los caldeos —su tierra natal— mientras su padre Taré aún vivía.
Gén 11:29 Durante ese tiempo, tanto Abram como Nacor se casaron. El nombre de la esposa de Abram era Sarai, y el nombre de la esposa de Nacor era Milca. (Milca y su hermana Isca eran hijas de Harán, el hermano de Nacor).
Gén 11:30 Pero Sarai no podía quedar embarazada y no tenía hijos.
Gén 11:31 Cierto día, Taré tomó a su hijo Abram, a su nuera Sarai (la esposa de su hijo Abram) y a su nieto Lot (el hijo de su hijo Harán) y salieron de Ur de los caldeos. Taré se dirigía a la tierra de Canaán, pero se detuvieron en Harán y se establecieron allí.
Gén 11:32 Taré vivió doscientos cinco años* y murió mientras aún estaba en Harán.

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