APOSENTO ALTO

jueves, 11 de enero de 2018

LECTURA BÍBLICA 11 DE ENERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    5:13-20

Mat 5:13 »Ustedes son la sal de la tierra. ¿Pero para qué sirve la sal si ha perdido su sabor? ¿Pueden lograr que vuelva a ser salada? La descartarán y la pisotearán como algo que no tiene ningún valor.
Mat 5:14 »Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse.
Mat 5:15 Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa.
Mat 5:16 De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial.
Mat 5:17 »No malinterpreten la razón por la cual he venido. No vine para abolir la ley de Moisés o los escritos de los profetas. Al contrario, vine para cumplir sus propósitos.
Mat 5:18 Les digo la verdad, hasta que desaparezcan el cielo y la tierra, no desaparecerá ni el más mínimo detalle de la ley de Dios hasta que su propósito se cumpla.
Mat 5:19 Entonces, si no hacen caso al más insignificante mandamiento y les enseñan a los demás a hacer lo mismo, serán llamados los más insignificantes en el reino del cielo. Pero el que obedece las leyes de Dios y las enseña será llamado grande en el reino del cielo.
Mat 5:20 »Les advierto: a menos que su justicia supere a la de los maestros de la ley religiosa y a la de los fariseos, nunca entrarán en el reino del cielo.




HECHOS 7:1-38

Hch 7:1 Entonces el sumo sacerdote le preguntó a Esteban: —¿Son ciertas estas acusaciones?
Hch 7:2 Y Esteban dio la siguiente respuesta: —Hermanos y padres, escúchenme. Nuestro glorioso Dios se le apareció a nuestro antepasado Abraham en Mesopotamia antes de que él se estableciera en Harán.*
Hch 7:3 Dios le dijo: “Deja tu patria y a tus parientes y entra en la tierra que yo te mostraré”*.
Hch 7:4 Entonces Abraham salió del territorio de los caldeos y vivió en Harán hasta que su padre murió. Después Dios lo trajo hasta aquí, a la tierra donde ustedes viven ahora.
Hch 7:5 »Pero Dios no le dio ninguna herencia aquí, ni siquiera un metro cuadrado de tierra. Pero, Dios sí le prometió que algún día toda la tierra les pertenecería a Abraham y a sus descendientes, aun cuando él todavía no tenía hijos.
Hch 7:6 Dios también le dijo que sus descendientes vivirían en una tierra extranjera, donde serían oprimidos como esclavos durante cuatrocientos años.
Hch 7:7 “Pero yo castigaré a la nación que los esclavice —dijo Dios—, y al final saldrán de allí y me adorarán en este lugar”*.
Hch 7:8 »En aquel entonces, Dios también le dio a Abraham el pacto de la circuncisión. Así que, cuando nació su hijo Isaac, Abraham lo circuncidó al octavo día. Y esa práctica continuó cuando Isaac fue padre de Jacob y cuando Jacob fue padre de los doce patriarcas de la nación israelita.
Hch 7:9 »Estos patriarcas tuvieron envidia de su hermano José y lo vendieron para que fuera esclavo en Egipto. Pero Dios estaba con él
Hch 7:10 y lo rescató de todas sus dificultades. Y Dios le mostró su favor ante el faraón, el rey de Egipto. Dios también le dio a José una sabiduría fuera de lo común, de manera que el faraón lo nombró gobernador de todo Egipto y lo puso a cargo del palacio.
Hch 7:11 »Pero un hambre azotó Egipto y Canaán. Hubo mucho sufrimiento, y nuestros antepasados se quedaron sin alimento.
Hch 7:12 Jacob oyó que aún había grano en Egipto, por lo que envió a sus hijos —nuestros antepasados —a comprar un poco.
Hch 7:13 La segunda vez que fueron, José reveló su identidad a sus hermanos* y se los presentó al faraón.
Hch 7:14 Después José mandó a buscar a su padre, Jacob, y a todos sus parientes para que los llevaran a Egipto, setenta y cinco personas en total.
Hch 7:15 De modo que Jacob fue a Egipto. Murió allí, al igual que nuestros antepasados.
Hch 7:16 Sus cuerpos fueron llevados a Siquem, donde fueron enterrados en la tumba que Abraham les había comprado a los hijos de Hamor en Siquem a un determinado precio.
Hch 7:17 »A medida que se acercaba el tiempo en que Dios cumpliría su promesa a Abraham, el número de nuestro pueblo en Egipto aumentó considerablemente.
Hch 7:18 Pero luego ascendió un nuevo rey al trono de Egipto, quien no sabía nada de José.
Hch 7:19 Este rey explotó a nuestro pueblo y lo oprimió, forzó a los padres a que abandonaran a sus recién nacidos para que murieran.
Hch 7:20 »En esos días nació Moisés, un hermoso niño a los ojos de Dios. Sus padres lo cuidaron en casa durante tres meses.
Hch 7:21 Cuando tuvieron que abandonarlo, la hija del faraón lo adoptó y lo crió como su propio hijo.
Hch 7:22 A Moisés le enseñaron toda la sabiduría de los egipcios, y era poderoso tanto en palabras como en acciones.
Hch 7:23 »Cierto día, cuando Moisés tenía cuarenta años, decidió visitar a sus parientes, el pueblo de Israel.
Hch 7:24 Vio que un egipcio maltrataba a un israelita. Entonces Moisés salió en defensa del hombre y mató al egipcio para vengarlo.
Hch 7:25 Moisés supuso que sus compatriotas israelitas se darían cuenta de que Dios lo había enviado para rescatarlos, pero no fue así.
Hch 7:26 »Al día siguiente, los visitó de nuevo y vio que dos hombres de Israel estaban peleando. Trató de ser un pacificador y les dijo: “Señores, ustedes son hermanos. ¿Por qué se están peleando?”.
Hch 7:27 »Pero el hombre que era culpable empujó a Moisés. “¿Quién te puso como gobernante y juez sobre nosotros?” —le preguntó —.
Hch 7:28 “¿Me vas a matar como mataste ayer al egipcio?”.
Hch 7:29 Cuando Moisés oyó eso, huyó del país y vivió como extranjero en la tierra de Madián. Allí nacieron sus dos hijos.
Hch 7:30 »Cuarenta años después, en el desierto que está cerca del monte Sinaí, un ángel se le apareció a Moisés en la llama de una zarza que ardía.
Hch 7:31 Moisés quedó asombrado al verla. Y, cuando se estaba acercando para ver mejor, la voz del SEÑOR le dijo:
Hch 7:32 “Yo soy el Dios de tus antepasados: el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. Moisés tembló aterrorizado y no se atrevía a mirar.
Hch 7:33 »Entonces el SEÑOR le dijo: “Quítate las sandalias, porque estás parado sobre tierra santa.
Hch 7:34 Ciertamente he visto la opresión de mi pueblo en Egipto. He escuchado sus gemidos y he descendido para rescatarlos. Ahora ve, porque te envío de regreso a Egipto”*.
Hch 7:35 »Así que Dios envió de vuelta al mismo hombre que su pueblo había rechazado anteriormente cuando le preguntaron: “¿Quién te puso como gobernante y juez sobre nosotros?”. Mediante el ángel que se le apareció en la zarza que ardía, Dios envió a Moisés para que fuera gobernante y salvador.
Hch 7:36 Y, por medio de muchas maravillas y señales milagrosas, él los sacó de Egipto, los guió a través del Mar Rojo y por el desierto durante cuarenta años.
Hch 7:37 »Moisés mismo le dijo al pueblo de Israel: “Dios les levantará un Profeta como yo de entre su propio pueblo”*.
Hch 7:38 Moisés estuvo con nuestros antepasados —la asamblea del pueblo de Dios en el desierto —cuando el ángel le habló en el monte Sinaí. Y allí Moisés recibió palabras que dan vida para transmitirlas a nosotros.*





SALMO 11

Sal 11:1
Para el director del coro: salmo de David.
Confío en la protección del SEÑOR. Entonces por qué me dicen: «¡Vuela como un ave a las montañas para ponerte a salvo!
Sal 11:2 Los malvados ponen las cuerdas a sus arcos y acomodan sus flechas sobre las cuerdas. Disparan desde las sombras contra los de corazón recto.
Sal 11:3 Cuando los fundamentos de la ley y del orden se desmoronan, ¿qué pueden hacer los justos?».
Sal 11:4 Pero el SEÑOR está en su santo templo; el SEÑOR aún gobierna desde el cielo. Observa de cerca a cada uno y examina a cada persona sobre la tierra.
Sal 11:5 El SEÑOR examina tanto a los justos como a los malvados y aborrece a los que aman la violencia.
Sal 11:6 Hará llover carbones encendidos y azufre ardiente sobre los malvados, y los castigará con vientos abrasadores.
Sal 11:7 Pues el SEÑOR es justo y ama la justicia; los íntegros verán su rostro.

LECTURA PARA LA NOCHE

GÉNESIS 27-28

Gén 27:1 Cierto día, cuando Isaac ya era viejo y se estaba quedando ciego, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: —Hijo mío. —¿Sí, padre? —respondió Esaú.
Gén 27:2 —Yo ya soy un hombre viejo —dijo Isaac—, y no sé cuándo moriré.
Gén 27:3 Toma tu arco y una aljaba llena de flechas, y sal a campo abierto a cazar un animal para mí.
Gén 27:4 Prepara mi comida preferida y tráemela aquí para que la coma. Entonces pronunciaré la bendición que te pertenece a ti, mi primer hijo varón, antes de que yo muera.
Gén 27:5 Rebeca oyó lo que Isaac le había dicho a su hijo Esaú. Entonces, cuando Esaú salió a cazar un animal,
Gén 27:6 ella le dijo a su hijo Jacob: —Escucha. Oí a tu padre decirle a Esaú:
Gén 27:7 “Caza un animal y prepárame una comida deliciosa. Entonces te bendeciré en presencia del SEÑOR antes de morir”.
Gén 27:8 Ahora, hijo mío, escúchame. Haz exactamente lo que yo te diga.
Gén 27:9 Vete a los rebaños y tráeme dos de los mejores cabritos. Con ellos prepararé el plato favorito de tu padre.
Gén 27:10 Después lleva la comida a tu padre para que se la coma y te bendiga antes de morir.
Gén 27:11 —Pero mira —respondió Jacob a Rebeca—, mi hermano Esaú es muy velludo; en cambio mi piel es suave.
Gén 27:12 ¿Y si mi padre me toca? Entonces se dará cuenta de que intento engañarlo, y en lugar de bendecirme, me maldecirá.
Gén 27:13 Pero su madre respondió: —¡Entonces que la maldición caiga sobre mí, hijo mío! Tú simplemente haz lo que te digo. ¡Sal y tráeme los cabritos!
Gén 27:14 Así que Jacob salió y consiguió los cabritos para su madre. Rebeca preparó con ellos un plato delicioso, tal como le gustaba a Isaac.
Gén 27:15 Después tomó las ropas favoritas de Esaú, que estaban allí en casa, y se las dio a su hijo menor, Jacob.
Gén 27:16 Con la piel de los cabritos, ella le cubrió los brazos y la parte del cuello donde él no tenía vello.
Gén 27:17 Luego le entregó a Jacob el plato delicioso y el pan recién horneado.
Gén 27:18 Entonces Jacob llevó la comida a su padre. —¿Padre? —dijo. —Sí, hijo mío —respondió Isaac—. ¿Quién eres, Esaú o Jacob?
Gén 27:19 —Soy Esaú, tu hijo mayor —contestó Jacob—. Hice tal como me pediste; aquí está lo que cacé. Ahora levántate y come, para que puedas darme tu bendición.
Gén 27:20 —¿Cómo es que encontraste la presa tan pronto, hijo mío? —¡El SEÑOR tu Dios la puso en mi camino! —contestó Jacob.
Gén 27:21 Entonces Isaac le dijo a Jacob: —Acércate para que pueda tocarte y asegurarme de que de verdad eres Esaú.
Gén 27:22 Entonces Jacob se acercó a su padre, e Isaac lo tocó. —La voz es la de Jacob, pero las manos son las de Esaú —dijo Isaac.
Gén 27:23 Sin embargo, no reconoció a Jacob porque, cuando tocó las manos de Jacob, estaban velludas como las de Esaú. Así que Isaac se preparó para bendecir a Jacob.
Gén 27:24 —¿De verdad eres mi hijo Esaú? —preguntó. —Sí, lo soy —contestó Jacob.
Gén 27:25 Entonces Isaac dijo: —Ahora, hijo mío, tráeme lo que cazaste. Primero comeré y después te daré mi bendición. Entonces Jacob llevó la comida a su padre, e Isaac la comió. También bebió el vino que Jacob le sirvió.
Gén 27:26 Luego Isaac le dijo a Jacob: —Acércate un poco más y dame un beso, hijo mío.
Gén 27:27 Así que Jacob se le acercó y le dio un beso. Entonces Isaac, al sentir el olor de la ropa, finalmente se convenció y bendijo a su hijo diciendo: —¡Ah! ¡El olor de mi hijo es como el olor del campo, que el SEÑOR ha bendecido!
Gén 27:28 «Del rocío de los cielos y la riqueza de la tierra, que Dios te conceda siempre abundantes cosechas de grano y vino nuevo en cantidad.
Gén 27:29 Que muchas naciones sean tus servidoras y se inclinen ante ti. Que seas el amo de tus hermanos, y que los hijos de tu madre se inclinen ante ti. Todos los que te maldigan serán malditos, y todos los que te bendigan serán bendecidos».
Gén 27:30 En cuanto Isaac terminó de bendecir a Jacob y casi antes de que Jacob saliera de la presencia de su padre, Esaú regresó de cazar.
Gén 27:31 Preparó una comida deliciosa y se la llevó a su padre. Entonces dijo: —Levántate, padre mío, y come de lo que he cazado, para que puedas darme tu bendición.
Gén 27:32 Pero Isaac le preguntó: —¿Quién eres tú? —Soy tu hijo, tu hijo mayor, Esaú —contestó.
Gén 27:33 Isaac comenzó a temblar de manera incontrolable y dijo: —¿Entonces quién me acaba de servir lo que cazó? Ya he comido, y lo bendije a él poco antes de que llegaras, ¡y esa bendición quedará en pie!
Gén 27:34 Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, lanzó un grito fuerte y lleno de amargura. —Oh padre mío, ¿y yo? ¡Bendíceme también a mí! —le suplicó.
Gén 27:35 Pero Isaac le dijo: —Tu hermano estuvo aquí y me engañó. Él se ha llevado tu bendición.
Gén 27:36 —Con razón su nombre es Jacob —exclamó Esaú—, porque ahora ya me ha engañado dos veces.* Primero tomó mis derechos del hijo mayor, y ahora me robó la bendición. ¿No has guardado ni una bendición para mí?
Gén 27:37 —He puesto a Jacob como tu amo —djio Isaac a Esaú—, y he declarado que todos sus hermanos serán sus siervos. Le he garantizado abundancia de grano y de vino; ¿qué me queda para darte a ti, hijo mío?
Gén 27:38 —¿Pero acaso tienes una sola bendición? Oh padre mío, ¡bendíceme también a mí! —le rogó Esaú. Entonces Esaú perdió el control y se echó a llorar.
Gén 27:39 Finalmente su padre Isaac le dijo: «Tú vivirás lejos de las riquezas de la tierra y lejos del rocío que desciende de los cielos.
Gén 27:40 Vivirás de la espada y servirás a tu hermano. Sin embargo, cuando decidas liberarte, te sacudirás su yugo del cuello».
Gén 27:41 Desde ese momento, Esaú odió a Jacob, porque su padre le había dado la bendición a él. Entonces Esaú comenzó a tramar: «Pronto haré duelo por la muerte de mi padre y después mataré a mi hermano Jacob».
Gén 27:42 Entonces Rebeca se enteró de los planes de Esaú y llamó a Jacob y le dijo: —Escucha, Esaú se consuela haciendo planes para matarte.
Gén 27:43 Así que, hijo mío, presta mucha atención. Prepárate y huye a casa de mi hermano Labán, en Harán.
Gén 27:44 Quédate allí con él hasta que tu hermano se calme.
Gén 27:45 Cuando él se haya calmado y olvide lo que le hiciste, mandaré a buscarte para que regreses. ¿Por qué tendría que perder a los dos hijos en un solo día?
Gén 27:46 Luego Rebeca le dijo a Isaac: —¡Estoy harta de estas mujeres hititas de aquí! Preferiría morir antes que ver a Jacob casado con una de ellas.
Gén 28:1 Entonces Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le ordenó: —No te cases con ninguna de estas mujeres cananeas.
Gén 28:2 En cambio, vete de inmediato a Padán-aram, a la casa de tu abuelo Betuel, y cásate con una de las hijas de tu tío Labán.
Gén 28:3 Que el Dios Todopoderoso* te bendiga y te conceda muchos hijos. ¡Y que tus descendientes se multipliquen y formen numerosas naciones!
Gén 28:4 Que Dios te dé a ti y a tu descendencia* las bendiciones que prometió a Abraham. Que llegues a ser dueño de esta tierra donde ahora vives como extranjero, porque Dios le entregó esta tierra a Abraham.
Gén 28:5 Así que Isaac despidió a Jacob, y él se fue a Padán-aram a quedarse con su tío Labán, hermano de su madre, hijo de Betuel el arameo.
Gén 28:6 Esaú se enteró de que su padre Isaac había bendecido a Jacob y lo había enviado a Padán-aram para que encontrara una esposa, y que le había advertido a Jacob: «No te cases con una mujer cananea».
Gén 28:7 También supo que Jacob había obedecido a sus padres y se había ido a Padán-aram.
Gén 28:8 A Esaú ya no le quedaban dudas de que a su padre no le agradaban las mujeres cananeas del lugar.
Gén 28:9 Por lo tanto, fue a visitar a la familia de su tío Ismael y se casó con una de las hijas de Ismael, además de las esposas que ya tenía. Su nueva esposa se llamaba Mahalat. Era hermana de Nebaiot e hija de Ismael, el hijo de Abraham.
Gén 28:10 Mientras tanto, Jacob salió de Beerseba y viajó hacia Harán.
Gén 28:11 A la caída del sol, llegó a un buen lugar para acampar, y se quedó allí a pasar la noche. Jacob encontró una piedra donde reposar su cabeza y se acostó a dormir.
Gén 28:12 Mientras dormía, soñó con una escalera que se extendía desde la tierra hasta el cielo, y vio a los ángeles de Dios que subían y bajaban por ella.
Gén 28:13 En la parte superior de la escalera estaba el SEÑOR, quien le dijo: «Yo soy el SEÑOR, Dios de tu abuelo Abraham, y Dios de tu padre Isaac. La tierra en la que estás acostado te pertenece. Te la entrego a ti y a tu descendencia.
Gén 28:14 ¡Tus descendientes serán tan numerosos como el polvo de la tierra! Se esparcirán en todas las direcciones: hacia el Oriente y el Occidente, hacia el Norte y el Sur; y todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia.
Gén 28:15 Además, yo estoy contigo y te protegeré dondequiera que vayas. Llegará el día en que te traeré de regreso a esta tierra. No te dejaré hasta que haya terminado de darte todo lo que te he prometido».
Gén 28:16 Entonces Jacob se despertó del sueño y dijo: «¡Ciertamente el SEÑOR está en este lugar, y yo ni me di cuenta!»;
Gén 28:17 pero también tuvo temor y dijo: «¡Qué tan temible es este lugar! No es ni más ni menos que la casa de Dios, ¡la puerta misma del cielo!».
Gén 28:18 A la mañana siguiente, Jacob despertó muy temprano y erigió como columna conmemorativa la piedra en la que había reposado la cabeza y después derramó aceite de oliva sobre ella.
Gén 28:19 Llamó a aquel lugar Betel (que significa «casa de Dios»), aunque antes se llamaba Luz.
Gén 28:20 Luego Jacob hizo el siguiente voto: «Si Dios en verdad está conmigo y me protege en este viaje, y si él me provee de comida y de ropa,
Gén 28:21 y si yo regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el SEÑOR ciertamente será mi Dios.
Gén 28:22 Y esta piedra que levanté como columna conmemorativa será un lugar de adoración a Dios, y yo le daré a Dios una décima parte de todo lo que él me dé».

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