APOSENTO ALTO

domingo, 14 de enero de 2018

LECTURA BÍBLICA 14 DE ENERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    6:1-15

Mat 6:1 »¡Tengan cuidado! No hagan sus buenas acciones en público para que los demás los admiren, porque perderán la recompensa de su Padre, que está en el cielo.
Mat 6:2 Cuando le des a alguien que pasa necesidad, no hagas lo que hacen los hipócritas que tocan la trompeta en las sinagogas y en las calles para llamar la atención a sus actos de caridad. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que ésa.
Mat 6:3 Pero tú, cuando le des a alguien que pasa necesidad, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.
Mat 6:4 Entrega tu ayuda en privado y tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.
Mat 6:5 »Cuando ores, no hagas como los hipócritas a quienes les encanta orar en público, en las esquinas de las calles y en las sinagogas donde todos pueden verlos. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que ésa.
Mat 6:6 Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.
Mat 6:7 »Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los seguidores de otras religiones. Piensan que sus oraciones recibirán respuesta sólo por repetir las mismas palabras una y otra vez.
Mat 6:8 No seas como ellos, porque tu Padre sabe exactamente lo que necesitas, incluso antes de que se lo pidas.
Mat 6:9 Ora de la siguiente manera: Padre nuestro que estás en el cielo, que sea siempre santo tu nombre.
Mat 6:10 Que tu reino venga pronto. Que se cumpla tu voluntad en la tierra como se cumple en el cielo.
Mat 6:11 Danos hoy el alimento que necesitamos,*
Mat 6:12 y perdona nuestros pecados, así como hemos perdonado a los que pecan contra nosotros.
Mat 6:13 No permitas que cedamos ante la tentación,* sino rescátanos del maligno.*
Mat 6:14 »Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre celestial te perdonará a ti.
Mat 6:15 Pero, si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados.


HECHOS 8:26-40

Hch 8:26 En cuanto a Felipe, un ángel del Señor le dijo: «Ve al sur* por el camino del desierto que va de Jerusalén a Gaza».
Hch 8:27 Entonces él emprendió su viaje y se encontró con el tesorero de Etiopía, un eunuco de mucha autoridad bajo el mando de Candace, la reina de Etiopía. El eunuco había ido a Jerusalén a adorar
Hch 8:28 y ahora venía de regreso. Sentado en su carruaje, leía en voz alta el libro del profeta Isaías.
Hch 8:29 El Espíritu Santo le dijo a Felipe: «Acércate y camina junto al carruaje».
Hch 8:30 Felipe se acercó corriendo y oyó que el hombre leía al profeta Isaías. Felipe le preguntó: —¿Entiendes lo que estás leyendo?
Hch 8:31 El hombre contestó: —¿Y cómo puedo entenderlo, a menos que alguien me explique? Y le rogó a Felipe que subiera al carruaje y se sentara junto a él.
Hch 8:32 El pasaje de la Escritura que leía era el siguiente: «Como oveja fue llevado al matadero. Y, como cordero en silencio ante sus trasquiladores, no abrió su boca.
Hch 8:33 Fue humillado y no le hicieron justicia. ¿Quién puede hablar de sus descendientes? Pues su vida fue quitada de la tierra»*.
Hch 8:34 El eunuco le preguntó a Felipe: «Dime, ¿hablaba el profeta acerca de sí mismo o de alguien más?».
Hch 8:35 Entonces, comenzando con esa misma porción de la Escritura, Felipe le habló de la Buena Noticia acerca de Jesús.
Hch 8:36 Mientras iban juntos, llegaron a un lugar donde había agua, y el eunuco dijo: «¡Mira, allí hay agua! ¿Qué impide que yo sea bautizado?»*.
Hch 8:37 -.-
Hch 8:38 Ordenó que detuvieran el carruaje, descendieron al agua, y Felipe lo bautizó.
Hch 8:39 Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco nunca más volvió a verlo, pero siguió su camino con mucha alegría.
Hch 8:40 Entre tanto, Felipe se encontró más al norte, en la ciudad de Azoto. Predicó la Buena Noticia allí y en cada pueblo a lo largo del camino, hasta que llegó a Cesarea.


SALMO 14

Sal 14:1 Sólo los necios dicen en su corazón: «No hay Dios». Ellos son corruptos y sus acciones son malas; ¡no hay ni uno solo que haga lo bueno!
Sal 14:2 El SEÑOR mira desde los cielos a toda la raza humana; observa para ver si hay alguien realmente sabio, si alguien busca a Dios.
Sal 14:3 Pero no, todos se desviaron; todos se corrompieron.* No hay ni uno que haga lo bueno, ¡ni uno solo!
Sal 14:4 ¿Será posible que nunca aprendan los que hacen el mal? Devoran a mi pueblo como si fuera pan y ni siquiera piensan en orar al SEÑOR.
Sal 14:5 El terror se apoderará de ellos, pues Dios está con los que lo obedecen.
Sal 14:6 Los perversos frustran los planes de los oprimidos, pero el SEÑOR protegerá a su pueblo.
Sal 14:7 ¿Quién vendrá del monte Sión para rescatar a Israel? Cuando el SEÑOR restaure a su pueblo, Jacob gritará de alegría e Israel se gozará.

LECTURA PARA LA NOCHE

GÉNESIS 32-33

Gén 32:1 * Cuando Jacob emprendió nuevamente su viaje, llegaron ángeles de Dios a encontrarse con él.
Gén 32:2 Al verlos, Jacob exclamó: «¡Este es el campamento de Dios!». Por eso llamaron a aquel lugar Mahanaim.*
Gén 32:3 Entonces Jacob envió mensajeros por delante a su hermano Esaú, quien vivía en la región de Seir, en la tierra de Edom.
Gén 32:4 Y les dijo: «Den este mensaje a mi señor Esaú: “Humildes saludos de tu siervo Jacob. Hasta el momento, estuve viviendo con el tío Labán,
Gén 32:5 y ahora soy dueño de ganado, burros, rebaños de ovejas y de cabras, y muchos siervos, tanto varones como mujeres. He enviado a estos mensajeros por delante para informar a mi señor de mi llegada, con la esperanza de que me recibas con bondad”».
Gén 32:6 Después de transmitir el mensaje, los mensajeros regresaron y le informaron a Jacob: «Nos encontramos con su hermano Esaú y ya viene en camino a su encuentro, ¡con un ejército de cuatrocientos hombres!».
Gén 32:7 Jacob quedó aterrado con la noticia. Entonces separó a los miembros de su casa en dos grupos, y también a los rebaños, a las manadas y a los camellos,
Gén 32:8 pues pensó: «Si Esaú encuentra a uno de los grupos y lo ataca, quizá el otro grupo pueda escapar».
Gén 32:9 Entonces Jacob oró: «Oh Dios de mi abuelo Abraham y Dios de mi padre Isaac; oh SEÑOR, tú me dijiste: “Regresa a tu tierra y a tus parientes”. Y me prometiste: “Te trataré con bondad”.
Gén 32:10 No soy digno de todo el amor inagotable y de la fidelidad que has mostrado a mí, tu siervo. Cuando salí de mi hogar y crucé el río Jordán, no poseía más que mi bastón, ¡pero ahora todos los de mi casa ocupan dos grandes campamentos!
Gén 32:11 Oh SEÑOR, te ruego que me rescates de la mano de mi hermano Esaú. Tengo miedo de que venga para atacarme a mí y también a mis esposas y a mis hijos.
Gén 32:12 Pero tú me prometiste: “Ciertamente te trataré con bondad y multiplicaré tus descendientes hasta que lleguen a ser tan numerosos como la arena a la orilla del mar, imposibles de contar”».
Gén 32:13 Así que Jacob pasó la noche en aquel lugar. Luego escogió de sus pertenencias los siguientes regalos para entregar a su hermano Esaú:
Gén 32:14 doscientas cabras, veinte chivos, doscientas ovejas, veinte carneros,
Gén 32:15 trienta camellas con sus crías, cuarenta vacas, diez toros, veinte burras y diez burros.
Gén 32:16 Separó esos animales en manadas y asignó cada manada a un siervo distinto. Luego dijo a estos siervos: «Vayan delante de mí con los animales, pero guarden una buena distancia entre las manadas».
Gén 32:17 A los hombres que dirigían el primer grupo les dio las siguientes instrucciones: «Cuando mi hermano Esaú se encuentre con ustedes, él les preguntará: “¿De quién son siervos? ¿Adónde van? ¿Quién es el dueño de estos animales?”.
Gén 32:18 Entonces deben contestar: “Pertenecen a su servidor Jacob, pero son un regalo para su señor Esaú. Mire, él viene detrás de nosotros”».
Gén 32:19 Jacob dio las mismas instrucciones a los siervos a cargo del segundo y tercer grupo, y a todos los que iban detrás de las manadas: «Cuando se encuentren con Esaú, deben responder lo mismo,
Gén 32:20 y asegúrense de decirle: “Mire, su servidor Jacob viene detrás de nosotros”». Jacob pensó: «Intentaré apaciguarlo enviando regalos antes de mi llegada, y cuando me encuentre con él en persona, quizá me reciba con bondad».
Gén 32:21 Así que los regalos fueron enviados por delante, y Jacob pasó la noche en el campamento.
Gén 32:22 Durante la noche, Jacob se levantó y tomó a sus dos esposas, a sus dos mujeres esclavas y a sus once hijos, y cruzó el río Jaboc con ellos.
Gén 32:23 Después de llevarlos a la otra orilla, hizo pasar todas sus pertenencias.
Gén 32:24 Entonces Jacob se quedó solo en el campamento, y llegó un hombre y luchó con él hasta el amanecer.
Gén 32:25 Cuando el hombre vio que no ganaría el combate, tocó la cadera de Jacob y la dislocó.
Gén 32:26 Luego el hombre le dijo: —¡Déjame ir, pues ya amanece! —No te dejaré ir a menos que me bendigas —le dijo Jacob.
Gén 32:27 —¿Cómo te llamas? —preguntó el hombre. —Jacob —contestó él.
Gén 32:28 —Tu nombre ya no será Jacob —le dijo el hombre—. De ahora en adelante, serás llamado Israel,* porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.
Gén 32:29 —Por favor, dime cuál es tu nombre —le dijo Jacob. —¿Por qué quieres saber mi nombre? —respondió el hombre. Entonces bendijo a Jacob allí.
Gén 32:30 Jacob llamó a aquel lugar Peniel (que significa «rostro de Dios»), porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y sin embargo conservo la vida».
Gén 32:31 El sol salía cuando Jacob dejó Peniel* y se fue cojeando debido a su cadera dislocada.
Gén 32:32 (Hasta el día de hoy, el pueblo de Israel no come del tendón que está cerca de la articulación de la cadera, debido a lo que ocurrió aquella noche cuando el hombre torció el tendón de la cadera de Jacob).
Gén 33:1 Entonces Jacob levantó la vista y vio a Esaú, quien se acercaba con sus cuatrocientos hombres. Por eso, repartió a los niños entre Lea, Raquel y sus dos esposas esclavas.
Gén 33:2 Colocó en el frente a sus dos esposas esclavas con sus respectivos hijos, después a Lea con sus hijos, y por último a Raquel y a José.
Gén 33:3 Entonces Jacob se adelantó a todos ellos. Cuando se aproximó a su hermano, se inclinó hasta el suelo siete veces delante de él.
Gén 33:4 Entonces Esaú corrió a su encuentro y lo abrazó, puso los brazos alrededor de su cuello y lo besó. Y ambos lloraron.
Gén 33:5 Después Esaú miró a las mujeres y a los niños, y preguntó: —¿Quiénes son esas personas que vienen contigo? —Son los hijos que Dios, en su misericordia, me ha dado a mí, tu siervo —contestó Jacob.
Gén 33:6 Después las esposas esclavas se presentaron con sus hijos y se inclinaron ante él.
Gén 33:7 Luego se presentó Lea con sus hijos, quienes también se inclinaron ante él. Finalmente se presentaron José y Raquel, y ambos se inclinaron ante él.
Gén 33:8 —¿Y qué eran todos esos rebaños y esas manadas que encontré en el camino? —preguntó Esaú. —Son un regalo, mi señor, para asegurar tu amistad —contestó Jacob.
Gén 33:9 —Hermano mío, yo tengo más que suficiente —dijo Esaú—. Guarda para ti lo que tienes.
Gén 33:10 —No —insistió Jacob—, si he logrado tu favor, te ruego que aceptes este regalo de mi parte. ¡Y qué alivio es ver tu amigable sonrisa! ¡Es como ver el rostro de Dios!
Gén 33:11 Por favor, acepta este regalo que te traje, porque Dios ha sido muy generoso conmigo. Yo tengo más que suficiente. Debido a la insistencia de Jacob, Esaú finalmente aceptó el regalo.
Gén 33:12 —Bien —dijo Esaú—, vamos. Yo iré delante de ti.
Gén 33:13 Pero Jacob respondió: —Tú mismo puedes ver, mi señor, que algunos de los niños son muy pequeños, y los rebaños y las manadas también tienen sus crías. Si se les hace caminar mucho, aunque fuera un solo día, todos los animales podrían morir.
Gén 33:14 Por favor, mi señor, ve tú primero. Nosotros iremos detrás más lento, a un ritmo que sea cómodo para los animales y para los niños. Nos encontraremos en Seir.
Gén 33:15 —De acuerdo —dijo Esaú—, pero déjame al menos asignarte a algunos de mis hombres para que los guíen y los protejan. —No es necesario —respondió Jacob—. ¡Basta que me hayas recibido amigablemente, mi señor!
Gén 33:16 Entonces Esaú se dio la vuelta y emprendió el camino de regreso a Seir ese mismo día.
Gén 33:17 Jacob, en cambio, viajó hasta Sucot. Allí se construyó una casa e hizo cobertizos para su ganado. Por eso aquel lugar se llamó Sucot (que significa «cobertizos»).
Gén 33:18 Después de viajar todo el trayecto desde Padán-aram, Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, en la tierra de Canaán. Una vez allí, estableció su campamento fuera de la ciudad.
Gén 33:19 La parcela donde acampó la compró a la familia de Hamor, el padre de Siquem, por cien monedas de plata.*
Gén 33:20 Y allí edificó un altar y le puso por nombre El-Elohe-Israel.*

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