APOSENTO ALTO

jueves, 10 de mayo de 2018

LECTURA BÍBLICA 10 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    12:28-34

Mar 12:28 Uno de los maestros de la ley religiosa estaba allí escuchando el debate. Se dio cuenta de que Jesús había contestado bien, entonces le preguntó: —De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?
Mar 12:29 Jesús contestó: —El mandamiento más importante es: “¡Escucha, oh Israel! El SEÑOR nuestro Dios es el único SEÑOR.
Mar 12:30 Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”*.
Mar 12:31 El segundo es igualmente importante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”*. Ningún otro mandamiento es más importante que éstos.
Mar 12:32 El maestro de la ley religiosa respondió: —Bien dicho, Maestro. Has hablado la verdad al decir que hay sólo un Dios y ningún otro.
Mar 12:33 Además yo sé que es importante amarlo con todo mi corazón y todo mi entendimiento y todas mis fuerzas, y amar a mi prójimo como a mí mismo. Esto es más importante que presentar todas las ofrendas quemadas y sacrificios exigidos en la ley.
Mar 12:34 Al ver cuánto entendía el hombre, Jesús le dijo: —No estás lejos del reino de Dios. Y, a partir de entonces, nadie se atrevió a hacerle más preguntas.


2 CORINTIOS 9

2Co 9:1 En realidad, no necesito escribirles acerca del ministerio de ofrendar para los creyentes de Jerusalén.*
2Co 9:2 Pues sé lo deseosos que están de ayudar, y me estuve jactando en las iglesias de Macedonia de que ustedes, los de Grecia,* hace un año estuvieron dispuestos a enviar una ofrenda. De hecho, fue su entusiasmo lo que fomentó que muchos de los creyentes macedonios comenzaran a dar.
2Co 9:3 Pero les envío a estos hermanos para estar seguro de que ustedes realmente están listos —como les he estado diciendo a ellos —y que ya tienen todo el dinero reunido. No quiero estar equivocado al jactarme de ustedes.
2Co 9:4 Sería vergonzoso para nosotros —ni hablar de la vergüenza que significaría para ustedes —si algunos creyentes macedonios llegaran conmigo, ¡y encontraran que ustedes no están preparados después de todo lo que les hablé de ustedes!
2Co 9:5 Así que pensé que debería enviarles a estos hermanos primero, a fin de estar seguro de que tienen lista la ofrenda que prometieron. Pero quiero que sea una ofrenda voluntaria, no una ofrenda dada de mala gana.
2Co 9:6 Recuerden lo siguiente: un agricultor que siembra sólo unas cuantas semillas obtendrá una cosecha pequeña. Pero el que siembra abundantemente obtendrá una cosecha abundante.
2Co 9:7 Cada uno debe decidir en su corazón cuánto dar. Y no den de mala gana ni bajo presión, «porque Dios ama a la persona que da con alegría»*.
2Co 9:8 Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante de sobra que compartir con otros.
2Co 9:9 Como dicen las Escrituras: «Ellos comparten con libertad y dan generosamente a los pobres. Sus buenas acciones serán recordadas para siempre»*.
2Co 9:10 Pues es Dios quien provee la semilla al agricultor y luego el pan para comer. De la misma manera, él proveerá y aumentará los recursos de ustedes y luego producirá una gran cosecha de generosidad* en ustedes.
2Co 9:11 Efectivamente, serán enriquecidos en todo sentido para que siempre puedan ser generosos. Y, cuando llevemos sus ofrendas a los que las necesitan, ellos darán gracias a Dios.
2Co 9:12 Entonces dos cosas buenas resultarán del ministerio de dar: se satisfarán las necesidades de los creyentes de Jerusalén* y ellos expresarán con alegría su agradecimiento a Dios.
2Co 9:13 Como resultado del ministerio de ustedes, ellos darán la gloria a Dios. Pues la generosidad de ustedes tanto hacia ellos como a todos los creyentes demostrará que son obedientes a la Buena Noticia de Cristo.
2Co 9:14 Y ellos orarán por ustedes con un profundo cariño debido a la desbordante gracia que Dios les ha dado a ustedes.
2Co 9:15 ¡Gracias a Dios por este don* que es tan maravilloso que no puede describirse con palabras!

SALMO 104

Sal 104:1 Que todo lo que soy, alabe al SEÑOR. ¡Oh SEÑOR mi Dios, eres grandioso! Te has vestido de honor y majestad.
Sal 104:2 Te has envuelto en un manto de luz. Despliegas la cortina de estrellas de los cielos;
Sal 104:3 colocas las vigas de tu hogar en las nubes de lluvia. Haces de las nubes tu carro de guerra; cabalgas sobre las alas del viento.
Sal 104:4 Los vientos son tus mensajeros, las llamas de fuego, tus sirvientes.*
Sal 104:5 Colocaste el mundo sobre sus cimientos, así jamás se removerá.
Sal 104:6 Vestiste a la tierra con torrentes de agua, agua que cubrió aun a las montañas.
Sal 104:7 A tu orden, el agua huyó; al sonido de tu trueno, salió corriendo.
Sal 104:8 Las montañas se elevaron y los valles se hundieron hasta el nivel que tú decretaste.
Sal 104:9 Después, fijaste un límite para los mares, para que nunca más cubrieran la tierra.
Sal 104:10 Tú haces que los manantiales viertan agua en los barrancos, para que los arroyos broten con fuerza y desciendan desde las montañas.
Sal 104:11 Proveen agua a todos los animales, y los burros salvajes sacian su sed.
Sal 104:12 Las aves hacen sus nidos junto a los arroyos y cantan entre las ramas de los árboles.
Sal 104:13 Desde tu hogar celestial, envías lluvia sobre las montañas y colmas la tierra con el fruto de tus obras.
Sal 104:14 Haces crecer el pasto para los animales y las plantas para el uso de la gente. Les permites producir alimento con el fruto de la tierra:
Sal 104:15 vino para que se alegren, aceite de oliva para aliviarles la piel, y pan para que se fortalezcan.
Sal 104:16 Los árboles del SEÑOR están bien cuidados, los cedros del Líbano que plantó.
Sal 104:17 Allí hacen sus nidos las aves, y en los cipreses las cigüeñas hacen su hogar.
Sal 104:18 En lo alto de las montañas viven las cabras salvajes, y las rocas forman un refugio para los damanes.*
Sal 104:19 Creaste la luna para que marcara las estaciones, y el sol sabe cuándo ponerse.
Sal 104:20 Envías la oscuridad, y se hace de noche, la hora en que merodean los animales del bosque.
Sal 104:21 Los leones jóvenes rugen por su presa, acechan en busca del alimento que Dios les provee.
Sal 104:22 Al amanecer, se escabullen y se meten en sus guaridas para descansar.
Sal 104:23 Entonces la gente sale a trabajar y realiza sus labores hasta el anochecer.
Sal 104:24 Oh SEÑOR, ¡cuánta variedad de cosas has creado! Las hiciste todas con tu sabiduría; la tierra está repleta de tus criaturas.
Sal 104:25 Allí está el océano, ancho e inmenso, rebosando de toda clase de vida, especies tanto grandes como pequeñas.
Sal 104:26 Miren los barcos que pasan navegando, y a Leviatán,* al cual hiciste para que juegue en el mar.
Sal 104:27 Todos dependen de ti para recibir el alimento según su necesidad.
Sal 104:28 Cuando tú lo provees, ellos lo recogen. Abres tu mano para alimentarlos, y quedan sumamente satisfechos.
Sal 104:29 Pero si te alejas de ellos, se llenan de pánico. Cuando les quitas el aliento, mueren y vuelven otra vez al polvo.
Sal 104:30 Cuando les das tu aliento,* se genera la vida y renuevas la faz de la tierra.
Sal 104:31 ¡Que la gloria del SEÑOR continúe para siempre! ¡El SEÑOR se deleita en todo lo que ha creado!
Sal 104:32 La tierra tiembla ante su mirada; las montañas humean cuando él las toca.
Sal 104:33 Cantaré al SEÑOR mientras viva. ¡Alabaré a mi Dios hasta mi último suspiro!
Sal 104:34 Que todos mis pensamientos le agraden, porque me alegro en el SEÑOR.
Sal 104:35 Que todos los pecadores desaparezcan de la faz de la tierra; que dejen de existir para siempre los perversos. Que todo lo que soy alabe al SEÑOR. ¡Alabado sea el SEÑOR!



LECTURA PARA LA NOCHE

1 SAMUEL    21-23

1Sa 21:1 * David fue a la ciudad de Nob para ver al sacerdote Ahimelec. Cuando Ahimelec lo vio, se puso a temblar. —¿Por qué estás solo? —le preguntó—. ¿Por qué nadie te acompaña?
1Sa 21:2 —El rey me envió en un asunto privado —dijo David—. Me pidió que no le contara a nadie por qué estoy aquí. Les dije a mis hombres dónde buscarme después.
1Sa 21:3 Ahora bien, ¿qué hay de comer? Dame cinco panes o cualquier otra cosa que tengas.
1Sa 21:4 —No tenemos nada de pan común —respondió el sacerdote—. Pero aquí está el pan sagrado, el cual pueden comer si tus jóvenes no se han acostado con alguna mujer recientemente.
1Sa 21:5 —No te preocupes —le aseguró David—. Nunca permito que mis hombres estén con mujeres cuando están en plena campaña. Y ya que se mantienen limpios, aun durante misiones normales, ¡cuánto más en ésta!
1Sa 21:6 Como no había otro alimento disponible, el sacerdote le dio el pan sagrado: el pan de la Presencia que se ponía delante del SEÑOR en el tabernáculo. Justo en ese día había sido reemplazado por pan recién horneado.
1Sa 21:7 Aquel día estaba allí Doeg el edomita, jefe de los pastores de Saúl, que había sido detenido delante del SEÑOR.*
1Sa 21:8 David le preguntó a Ahimelec: —¿Tienes una lanza o una espada? El asunto del rey era tan urgente que ¡ni siquiera me dio tiempo de tomar un arma!
1Sa 21:9 —Sólo tengo la espada de Goliat el filisteo, a quien tú mataste en el valle de Ela —le contestó el sacerdote—. Está envuelta en una tela detrás del efod. Tómala si quieres, porque es la única que tengo. —¡Esta espada es sin igual —respondió David—, dámela!
1Sa 21:10 Entonces David escapó de Saúl y fue donde el rey Aquis de Gat.
1Sa 21:11 Pero a los oficiales de Aquis no les agradaba que David estuviera allí. «¿No es éste David, el rey de la tierra? —preguntaron—. ¿No es éste a quien el pueblo honra con danzas, y canta: “Saúl mató a sus miles, y David, a sus diez miles”?».
1Sa 21:12 David oyó esos comentarios y tuvo mucho miedo de lo que el rey Aquis de Gat pudiera hacer con él.
1Sa 21:13 Así que se hizo pasar por loco, arañando las puertas y dejando que la saliva escurriera por su barba.
1Sa 21:14 Finalmente, el rey Aquis le dijo a sus hombres: —¿Tienen que traerme a un loco?
1Sa 21:15 ¡Ya tenemos suficientes de ellos aquí! ¿Por qué habría de permitir que alguien como él sea huésped en mi casa?
1Sa 22:1 Entonces David salió de Gat y escapó a la cueva de Adulam. Al poco tiempo sus hermanos y demás parientes se unieron a él allí.
1Sa 22:2 Luego, otros comenzaron a llegar —hombres que tenían problemas o que estaban endeudados o que simplemente estaban descontentos— y David llegó a ser capitán de unos cuatrocientos hombres.
1Sa 22:3 Después David se dirigió a Mizpa de Moab, donde le pidió al rey: «Por favor, permite que mi padre y mi madre vivan aquí contigo hasta que sepa lo que Dios tiene pensado para mí».
1Sa 22:4 Así que los padres de David se quedaron en Moab con el rey durante todo el tiempo que David vivió en la fortaleza.
1Sa 22:5 Un día el profeta Gad dijo a David: «Deja la fortaleza y vuelve a la tierra de Judá». Entonces David fue al bosque de Haret.
1Sa 22:6 Las noticias de su llegada a Judá pronto alcanzaron a Saúl. En ese momento, el rey estaba sentado debajo de un árbol de tamarisco en la colina de Guibeá, con su lanza en la mano y rodeado de sus oficiales.
1Sa 22:7 —¡Escuchen bien, hombres de Benjamín! —les gritó Saúl a sus oficiales al oír las noticias—. ¿Acaso ese hijo de Isaí les ha prometido a cada uno de ustedes campos y viñedos? ¿Les ha prometido a todos hacerlos generales y capitanes de su ejército?*
1Sa 22:8 ¿Es por eso que han conspirado contra mí? Pues ninguno de ustedes me avisó cuando mi propio hijo hizo un pacto solemne con ese hijo de Isaí. Ni siquiera sienten lástima por mí. ¡Imagínense! ¡Mi propio hijo incita al hijo de Isaí para que me mate, tal como está tratando de hacer hoy mismo!
1Sa 22:9 Entonces Doeg el edomita, que se encontraba entre los hombres de Saúl, habló: —Cuando estaba en Nob, vi al hijo de Isaí hablando con el sacerdote Ahimelec, hijo de Ahitob.
1Sa 22:10 Ahimelec consultó al SEÑOR por él. Luego le dio alimento y la espada de Goliat el filisteo.
1Sa 22:11 Entonces el rey Saúl inmediatamente mandó traer a Ahimelec y a toda su familia, quienes servían como sacerdotes en Nob.
1Sa 22:12 Cuando llegaron, Saúl le gritó: —¡Escúchame, hijo de Ahitob! —¿Qué quiere, mi rey? —le preguntó Ahimelec.
1Sa 22:13 —¿Por qué han conspirado contra mí, tú y ese hijo de Isaí? —le preguntó Saúl—. ¿Por qué le diste alimento y una espada? ¿Por qué consultaste a Dios por él? ¿Por qué lo instigaste a matarme, como está tratando de hacer hoy mismo?
1Sa 22:14 —Pero, señor —respondió Ahimelec—, ¿hay alguien entre todos sus siervos que sea tan fiel como su yerno David? ¡Él es el capitán de su escolta y un miembro altamente honrado de su casa!
1Sa 22:15 Por cierto, ¡esta no fue la primera vez que consulté a Dios por él! Que el rey no me acuse a mí y a mi familia de este asunto, porque yo no sabía nada de un complot en contra de usted.
1Sa 22:16 —¡Ahimelec, ten por seguro que morirás junto con toda tu familia! —gritó el rey.
1Sa 22:17 Y le ordenó a su escolta: —¡Maten a estos sacerdotes del SEÑOR, porque son aliados de David y conspiradores con él! ¡Ellos sabían que él huía de mí, pero no me lo dijeron! Pero los hombres de Saúl se negaron a matar a los sacerdotes del SEÑOR.
1Sa 22:18 Entonces Saúl le dijo a Doeg: —Hazlo tú. Así que ese día Doeg el edomita los atacó y los mató: ochenta y cinco sacerdotes en total que aún llevaban puestas sus vestiduras sacerdotales.
1Sa 22:19 Después se dirigió a Nob, la ciudad de los sacerdotes, y mató a las familias de los sacerdotes —hombres y mujeres, niños y recién nacidos— y a todo el ganado, burros, ovejas y cabras.
1Sa 22:20 Sólo Abiatar, uno de los hijos de Ahimelec, escapó y huyó a donde estaba David.
1Sa 22:21 Cuando le dijo que Saúl había matado a los sacerdotes del SEÑOR,
1Sa 22:22 David exclamó: —¡Lo sabía! Cuando vi a Doeg el edomita allí ese día, estaba seguro de que se lo contaría a Saúl! Ahora soy responsable de la muerte de toda la familia de tu padre.
1Sa 22:23 Quédate aquí conmigo, no tengas miedo; te protegeré con mi propia vida, porque la misma persona quiere matarnos a los dos.
1Sa 23:1 Un día le llegaron noticias a David de que los filisteos estaban en la ciudad de Keila robando el grano de los campos de trillar.
1Sa 23:2 Entonces David le preguntó al SEÑOR: —¿Debo ir y atacarlos? —Sí, ve y salva a Keila —le dijo el SEÑOR.
1Sa 23:3 Pero los hombres de David le dijeron: —Tenemos miedo incluso aquí en Judá. ¡De ninguna manera queremos ir a Keila para luchar contra todo el ejército filisteo!
1Sa 23:4 Así que David consultó de nuevo al SEÑOR, y de nuevo el SEÑOR respondió: «Desciende a Keila, porque yo te ayudaré a conquistar a los filisteos».
1Sa 23:5 Entonces David y sus hombres fueron a Keila. Mataron a los filisteos, tomaron todos sus animales y rescataron a la gente de la ciudad.
1Sa 23:6 Cuando Abiatar, hijo de Ahimelec, huyó a donde estaba David en Keila, se llevó consigo el efod.
1Sa 23:7 Pronto Saúl se enteró de que David estaba en Keila. «¡Excelente! —exclamó—. ¡Ya lo tenemos! Dios me lo entregó en mis manos, porque se ha quedado atrapado en una ciudad amurallada».
1Sa 23:8 Entonces Saúl movilizó a todo su ejército para marchar hacia Keila y sitiar a David y a sus hombres.
1Sa 23:9 Pero David se enteró de los planes de Saúl y le dijo a Abiatar el sacerdote que trajera el efod para consultar con el SEÑOR.
1Sa 23:10 Entonces David oró: —Oh SEÑOR, Dios de Israel, he oído que Saúl piensa venir a Keila y destruirla porque yo estoy aquí.
1Sa 23:11 ¿Me traicionarán los líderes de Keila y me entregarán a él?* ¿Y de verdad vendrá Saúl, como me han informado? Oh SEÑOR, Dios de Israel, te ruego que me digas. Y el SEÑOR le dijo: —Él vendrá.
1Sa 23:12 De nuevo David preguntó: —¿Me traicionarán los líderes de Keila a mí y a mis hombres para entregarnos a Saúl? Y el SEÑOR le contestó: —Sí, ellos los traicionarán.
1Sa 23:13 Entonces David y sus hombres —ahora cerca de seiscientos— salieron de Keila y comenzaron a deambular por toda la región. Pronto llegó la noticia a Saúl de que David había escapado, por lo que decidió no ir a Keila.
1Sa 23:14 David se refugió en unas fortalezas que había en el desierto y en la zona montañosa de Zif. Saúl lo perseguía día tras día, pero Dios no permitió que Saúl lo encontrara.
1Sa 23:15 Un día, cerca de Hores, David recibió la noticia de que Saúl estaba camino a Zif para buscarlo y matarlo.
1Sa 23:16 Jonatán fue a buscar a David y lo animó a que permaneciera firme en su fe en Dios.
1Sa 23:17 «No tengas miedo —le aseguró Jonatán—, ¡mi padre nunca te encontrará! Tú vas a ser el rey de Israel, y yo voy a estar a tu lado, como mi padre bien lo sabe».
1Sa 23:18 Luego los dos renovaron su pacto solemne delante del SEÑOR. Después Jonatán regresó a su casa, mientras que David se quedó en Hores.
1Sa 23:19 Pero los hombres de Zif fueron a Saúl en Guibeá y traicionaron a David. —Sabemos dónde se esconde David —le dijeron—. Está en las fortalezas de Hores en la colina de Haquila, que está en la parte sur de Jesimón.
1Sa 23:20 Descienda cuando esté listo, oh rey, ¡y lo atraparemos y se lo entregaremos!
1Sa 23:21 —¡Que el SEÑOR los bendiga! —les dijo Saúl—. ¡Por fin alguien se preocupa por mí!
1Sa 23:22 Vayan y verifiquen dónde se está quedando y quién lo ha visto allí, porque sé que es muy astuto.
1Sa 23:23 Descubran sus escondites y vuelvan cuando estén seguros. Después yo iré con ustedes. Y si está en la región, lo rastrearé, ¡aunque tenga que buscar en cada escondite de Judá!
1Sa 23:24 Entonces los hombres de Zif regresaron a su casa antes de que se fuera Saúl. Mientras tanto, David y sus hombres se trasladaron al desierto de Maón, en el valle de Arabá, al sur de Jesimón.
1Sa 23:25 Cuando David se enteró de que Saúl y sus hombres lo estaban buscando, se internó aún más en el desierto hasta llegar a la roca grande, y permaneció allí en el desierto de Maón. Pero Saúl andaba tras él en el desierto.
1Sa 23:26 Saúl y David se encontraban en lados opuestos de una montaña. Justo cuando Saúl y sus hombres comenzaban a cercar a David y a sus hombres,
1Sa 23:27 le llegó un mensaje urgente al rey que le informaba que los filisteos nuevamente asaltaban a Israel.
1Sa 23:28 Entonces Saúl dejó de perseguir a David y regresó para luchar contra los filisteos. Desde entonces, el lugar donde David acampó se llama Roca de Escape.*
1Sa 23:29 * Después David fue a vivir a las fortalezas de En-gadi.

miércoles, 9 de mayo de 2018

LECTURA BÍBLICA 9 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    12:13-27

Mar 12:13 Después los ancianos enviaron a algunos fariseos y partidarios de Herodes para hacer que Jesús cayera en la trampa de decir algo por lo cual pudiera ser arrestado.
Mar 12:14 —Maestro —dijeron—, sabemos lo honesto que eres. Eres imparcial y no tienes favoritismos. Enseñas con verdad el camino de Dios. Ahora dinos, ¿es correcto que paguemos impuestos al César o no?
Mar 12:15 ¿Debemos o no pagarlos? Jesús se dio cuenta de su hipocresía y dijo: —¿Por qué intentan atraparme? Muéstrenme una moneda romana,* y les diré.
Mar 12:16 Cuando se la dieron, les preguntó: —¿A quién pertenecen la imagen y el título grabados en la moneda? —Al César —contestaron.
Mar 12:17 —Bien —dijo Jesús—, entonces den al César lo que pertenece al César y den a Dios lo que pertenece a Dios. Su respuesta los dejó totalmente asombrados.
Mar 12:18 Después se acercaron a Jesús algunos saduceos, líderes religiosos que dicen que no hay resurrección después de la muerte. Le plantearon la siguiente pregunta:
Mar 12:19 —Maestro, Moisés nos dio una ley que dice que, si un hombre muere y deja a una esposa sin hijos, su hermano debe casarse con la viuda y darle un hijo para que el nombre del hermano continúe.*
Mar 12:20 Ahora bien, supongamos que había siete hermanos. El mayor se casó y murió sin dejar hijos.
Mar 12:21 Entonces el segundo hermano se casó con la viuda, pero también murió sin dejar hijos. Luego el tercer hermano se casó con ella.
Mar 12:22 Lo mismo sucedió con los siete y aún no había hijos. Por último, la mujer también murió.
Mar 12:23 Entonces dinos, ¿de quién será esposa en la resurrección? Pues los siete estuvieron casados con ella.
Mar 12:24 Jesús contestó: —El error de ustedes es que no conocen las Escrituras y no conocen el poder de Dios.
Mar 12:25 Pues, cuando los muertos resuciten, no se casarán ni se entregarán en matrimonio. En este sentido, serán como los ángeles del cielo.
Mar 12:26 »Ahora bien, en cuanto a si los muertos resucitarán, ¿nunca han leído acerca de esto en los escritos de Moisés, en la historia de la zarza que ardía? Mucho después de que Abraham, Isaac y Jacob murieron, Dios le dijo a Moisés:* “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”*.
Mar 12:27 Por lo tanto, él es Dios de los que están vivos, no de los muertos. Ustedes han cometido un grave error.



2 CORINTIOS 8

2Co 8:1 Ahora quiero que sepan, amados hermanos, lo que Dios, en su bondad, ha hecho por medio de las iglesias de Macedonia.
2Co 8:2 Estas iglesias están siendo probadas con muchas aflicciones y además son muy pobres. Pero a la vez rebosan de abundante alegría, la cual se desbordó en gran generosidad.
2Co 8:3 Pues puedo dar fe de que dieron no sólo lo que podían, sino aún mucho más. Y lo hicieron por voluntad propia.
2Co 8:4 Nos suplicaron una y otra vez poder tener el privilegio de participar en la ofrenda para los creyentes de Jerusalén.*
2Co 8:5 Incluso hicieron más de lo que esperábamos, porque su primer paso fue entregarse ellos mismos al Señor y a nosotros, tal como Dios quería.
2Co 8:6 Así que le hemos pedido a Tito —quien los alentó a que comenzaran a dar —a que regrese a ustedes y los anime a completar este ministerio de ofrendar.
2Co 8:7 Dado que ustedes sobresalen en tantas maneras —en su fe, sus oradores talentosos, su conocimiento, su entusiasmo y el amor que reciben de nosotros* —quiero que también sobresalgan en este acto bondadoso de ofrendar.
2Co 8:8 No estoy ordenándoles que lo hagan, pero pongo a prueba qué tan genuino es su amor al compararlo con el anhelo de las otras iglesias.
2Co 8:9 Ustedes conocen la gracia generosa de nuestro Señor Jesucristo. Aunque era rico, por amor a ustedes se hizo pobre para que mediante su pobreza pudiera hacerlos ricos.
2Co 8:10 Éste es mi consejo: sería bueno que completaran lo que comenzaron hace un año. El año pasado, ustedes fueron los primeros en querer dar y fueron los primeros en comenzar a hacerlo.
2Co 8:11 Ahora deberían terminar lo que comenzaron. Que el anhelo que mostraron al principio corresponda ahora con lo que den. Den en proporción a lo que tienen.
2Co 8:12 Todo lo que den es bien recibido si lo dan con entusiasmo. Y den según lo que tienen, no según lo que no tienen.
2Co 8:13 Claro, con eso no quiero decir que lo que ustedes den deba hacerles fácil la vida a otros y difícil a ustedes. Sólo quiero decir que debería haber cierta igualdad.
2Co 8:14 Ahora mismo ustedes tienen en abundancia y pueden ayudar a los necesitados. Más adelante, ellos tendrán en abundancia y podrán compartir con ustedes cuando pasen necesidad. De esta manera, habrá igualdad.
2Co 8:15 Como dicen las Escrituras: «A los que recogieron mucho, nada les sobró, y, a los que recogieron sólo un poco, nada les faltó»*.
2Co 8:16 Pero, ¡gracias a Dios!, él le ha dado a Tito el mismo entusiasmo que yo tengo por ustedes.
2Co 8:17 Tito recibió con agrado nuestra petición de que él volviera a visitarlos. De hecho, él mismo estaba deseoso por ir a verlos.
2Co 8:18 También les enviamos junto con Tito a otro hermano, a quien todas las iglesias elogian como predicador de la Buena Noticia.
2Co 8:19 Las iglesias lo nombraron para que nos acompañara a llevar la ofrenda a Jerusalén,* un servicio que glorifica al Señor y que demuestra nuestro anhelo de ayudar.
2Co 8:20 Viajamos juntos para evitar cualquier crítica por la manera en que administramos esta generosa ofrenda.
2Co 8:21 Tenemos cuidado de ser honorables ante el Señor, pero también queremos que todos los demás vean que somos honorables.
2Co 8:22 También les enviamos junto con ellos a otro de nuestros hermanos, que muchas veces ha probado lo que es y en varias ocasiones ha manifestado su gran fervor. Ahora está aún más entusiasmado debido a la gran confianza que tiene en ustedes.
2Co 8:23 Si alguien pregunta por Tito, díganle que él es mi colaborador, quien trabaja conmigo para ayudarlos. Y los hermanos que lo acompañan fueron enviados por las iglesias,* y le dan honor a Cristo.
2Co 8:24 Así que demuéstrenles su amor y pruébenles a todas las iglesias que está justificada nuestra jactancia por ustedes.

SALMO 103

Sal 103:1
Salmo de David.
 Que todo lo que soy alabe al SEÑOR; con todo el corazón alabaré su santo nombre.
Sal 103:2 Que todo lo que soy alabe al SEÑOR; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí.
Sal 103:3 Él perdona todos mis pecados y sana todas mis enfermedades.
Sal 103:4 Me redime de la muerte y me corona de amor y tiernas misericordias.
Sal 103:5 Colma mi vida de cosas buenas; ¡mi juventud se renueva como la del águila!
Sal 103:6 El SEÑOR da rectitud y hace justicia a los que son tratados injustamente.
Sal 103:7 Dio a conocer su carácter a Moisés y sus obras al pueblo de Israel.
Sal 103:8 El SEÑOR es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y está lleno de amor inagotable.
Sal 103:9 No nos reprenderá todo el tiempo, ni seguirá enojado para siempre.
Sal 103:10 No nos castiga por todos nuestros pecados; no nos trata con la severidad que merecemos.
Sal 103:11 Pues su amor inagotable hacia los que le temen es tan inmenso como la altura de los cielos sobre la tierra.
Sal 103:12 Llevó nuestros pecados tan lejos de nosotros como está el Oriente del Occidente.
Sal 103:13 El SEÑOR es como un padre con sus hijos, tierno y compasivo con los que le temen.
Sal 103:14 Pues él sabe lo débiles que somos; se acuerda de que somos tan sólo polvo.
Sal 103:15 Nuestros días sobre la tierra son como la hierba; igual que las flores silvestres, florecemos y morimos.
Sal 103:16 El viento sopla, y desaparecemos como si nunca hubiéramos estado aquí.
Sal 103:17 Pero el amor del SEÑOR permanece para siempre con los que le temen. ¡Su salvación se extiende a los hijos de los hijos
Sal 103:18 de los que son fieles a su pacto, de los que obedecen sus mandamientos!
Sal 103:19 El SEÑOR ha hecho de los cielos su trono, desde allí gobierna todo.
Sal 103:20 Alaben al SEÑOR, ustedes los ángeles, ustedes los poderosos que llevan a cabo sus planes, que están atentos a cada uno de sus mandatos.
Sal 103:21 ¡Sí, alaben al SEÑOR, ejércitos de ángeles que le sirven y hacen su voluntad!
Sal 103:22 Alabe al SEÑOR todo lo que él ha creado, todo lo que hay en su reino. Que todo lo que soy, alabe al SEÑOR.



LECTURA PARA LA NOCHE

1 SAMUEL    19-20

1Sa 19:1 Saúl les dijo a sus siervos y a su hijo Jonatán que asesinaran a David; pero Jonatán, debido a su profundo cariño por David,
1Sa 19:2 le contó acerca de los planes de su padre. «Mañana por la mañana —lo previno—, deberás encontrar un lugar donde esconderte en el campo.
1Sa 19:3 Yo le pediré a mi padre que vaya allí conmigo y le hablaré de ti. Luego te informaré todo lo que pueda averiguar».
1Sa 19:4 A la mañana siguiente, Jonatán habló con su padre acerca de David, diciéndole muchas cosas buenas de él. —El rey no debe pecar contra su siervo David —le dijo Jonatán—. Él nunca ha hecho nada para dañarte. Siempre te ha ayudado en todo lo que ha podido.
1Sa 19:5 ¿Te has olvidado de aquella vez cuando arriesgó su vida para matar al gigante filisteo y de cómo el SEÑOR le dio, como resultado, una gran victoria a Israel? Ciertamente estabas muy contento en aquel entonces. ¿Por qué habrías de matar a un hombre inocente como David? ¡No hay ningún motivo en absoluto!
1Sa 19:6 Así que Saúl escuchó a Jonatán y juró: —Tan cierto como que el SEÑOR vive, David no será muerto.
1Sa 19:7 Después Jonatán llamó a David y le contó lo que había sucedido. Luego lo llevó ante Saúl, y David sirvió en la corte igual que antes.
1Sa 19:8 Entonces la guerra se desató nuevamente, y David dirigió a sus tropas contra los filisteos. Los atacó con tanta furia que todos huyeron.
1Sa 19:9 Pero cierto día, cuando Saúl estaba sentado en su casa con una lanza en la mano, de repente el espíritu atormentador* de parte del SEÑOR vino sobre él como antes. Mientras David tocaba el arpa,
1Sa 19:10 Saúl le arrojó su lanza, pero David la esquivó y, dejando la lanza clavada en la pared, huyó y escapó en medio de la noche.
1Sa 19:11 Entonces Saúl mandó tropas para que vigilaran la casa de David. Se les dio la orden de que mataran a David cuando saliera a la mañana siguiente, pero Mical, la esposa de David, le advirtió: «Si no te escapas esta noche, te matarán por la mañana».
1Sa 19:12 Así que ella lo ayudó a salir por una ventana, y él huyó y escapó.
1Sa 19:13 Luego ella tomó un ídolo* y lo puso en la cama de su esposo, lo cubrió con mantas y puso un cojín de pelo de cabra sobre la cabeza.
1Sa 19:14 Cuando las tropas llegaron para arrestar a David, ella les dijo que estaba enfermo y que no podía levantarse de la cama.
1Sa 19:15 Pero Saúl envió a las tropas de nuevo para prender a David y les ordenó: «¡Tráiganmelo con cama y todo para que lo mate!».
1Sa 19:16 Pero cuando llegaron para llevarse a David, descubrieron que lo que estaba en la cama era sólo un ídolo con un cojín de pelo de cabra en la cabeza.
1Sa 19:17 —¿Por qué me traicionaste así y dejaste escapar a mi enemigo? —le reprochó Saúl a Mical. —Tuve que hacerlo —contestó ella—. Me amenazó con matarme si no lo ayudaba.
1Sa 19:18 Así que David escapó y fue a Ramá para ver a Samuel, y le contó todo lo que Saúl le había hecho. Entonces Samuel llevó a David a vivir con él en Naiot.
1Sa 19:19 Cuando Saúl se enteró de que David estaba en Naiot de Ramá,
1Sa 19:20 envió tropas para capturarlo. Pero cuando llegaron y vieron que Samuel dirigía a un grupo de profetas que estaban profetizando, el Espíritu de Dios vino sobre los hombres de Saúl y ellos también comenzaron a profetizar.
1Sa 19:21 Cuando Saúl se enteró de lo que había pasado, envió a otras tropas, ¡pero ellos también profetizaron! Lo mismo sucedió por tercera vez.
1Sa 19:22 Finalmente, Saúl mismo fue a Ramá y llegó al gran pozo en Secú. —¿Dónde están Samuel y David? —preguntó. —Están en Naiot de Ramá —le informó alguien.
1Sa 19:23 Pero camino a Naiot de Ramá, el Espíritu de Dios vino incluso sobre Saúl, ¡y él también comenzó a profetizar por todo el camino hasta Naiot!
1Sa 19:24 Se quitó la ropa a tirones y quedó desnudo acostado sobre el suelo todo el día y toda la noche, profetizando en presencia de Samuel. La gente que lo vio exclamó: «¿Qué? ¿Hasta Saúl es profeta?».
1Sa 20:1 En ese momento David huyó de Naiot de Ramá y encontró a Jonatán. —¿Qué he hecho? —exclamó—. ¿Cuál es mi delito? ¿Cómo ofendí a tu padre para que esté tan decidido a matarme?
1Sa 20:2 —¡No es cierto! —contestó Jonatán—. No vas a morir. Mi padre siempre me cuenta todo lo que piensa hacer, aun las cosas más pequeñas. Sé que mi padre no me ocultaría algo como esto. ¡Sencillamente no es cierto!
1Sa 20:3 Entonces David hizo un juramento delante de Jonatán y le dijo: —Tu padre sabe perfectamente bien acerca de nuestra amistad, por lo tanto se dijo a sí mismo: “No le diré nada a Jonatán, ¿para qué lastimarlo?”. ¡Pero te juro que estoy a sólo un paso de la muerte! ¡Te lo juro por el SEÑOR y por tu propia alma!
1Sa 20:4 —Dime cómo puedo ayudarte —exclamó Jonatán.
1Sa 20:5 —Mañana celebraremos el festival de luna nueva —respondió David—. Siempre he comido con el rey en esa ocasión, pero mañana me esconderé en el campo y me quedaré allí hasta la tarde del tercer día.
1Sa 20:6 Si tu padre pregunta dónde estoy, dile que pedí permiso para ir a mi casa en Belén para un sacrificio anual que celebra mi familia.
1Sa 20:7 Si él dice: «¡Está bien!», sabrás que todo realmente está bien; pero si se enoja y pierde los estribos, sabrás que está decidido a matarme.
1Sa 20:8 Muéstrame la lealtad de quien juró ser mi amigo —porque hicimos un pacto solemne delante del SEÑOR— o mátame tú mismo si he pecado contra tu padre. ¡Pero te ruego que no me traiciones entregándome a él!
1Sa 20:9 —¡Jamás! —exclamó Jonatán—. Tú sabes que si tuviera la menor idea de que mi padre pensara matarte, te lo diría de inmediato.
1Sa 20:10 Entonces David le preguntó: —¿Cómo podré saber si tu padre está enojado o no?
1Sa 20:11 —Ven al campo conmigo —le respondió Jonatán. Entonces salieron juntos al campo
1Sa 20:12 y Jonatán le dijo a David: —Te prometo por el SEÑOR, Dios de Israel, que para mañana a esta hora, o a más tardar, pasado mañana, hablaré con mi padre e inmediatamente te haré saber qué piensa acerca de ti. Si él habla bien de ti, te lo haré saber.
1Sa 20:13 Pero si está enojado y quiere matarte, que el SEÑOR me castigue y aun me mate si no te advierto para que puedas escapar y vivir. Que el SEÑOR esté contigo como antes estaba con mi padre.
1Sa 20:14 Y que tú me trates con el fiel amor del SEÑOR mientras que yo viva. Pero si muero,
1Sa 20:15 trata a mi familia con este fiel amor, aun cuando el SEÑOR elimine a todos tus enemigos de la faz de la tierra.
1Sa 20:16 Entonces Jonatán hizo un pacto solemne con David* diciendo: —¡Que el SEÑOR destruya a todos tus enemigos!
1Sa 20:17 Y Jonatán hizo que David reafirmara su voto de amistad, porque amaba a David tanto como a sí mismo.
1Sa 20:18 Después Jonatán dijo: —Mañana celebramos el festival de luna nueva. Te extrañarán cuando vean que tu lugar a la mesa está desocupado.
1Sa 20:19 Pasado mañana, al atardecer, ve al lugar donde antes te escondiste y espera allí junto al montón de piedras.*
1Sa 20:20 Yo saldré y dispararé tres flechas hacia un lado del montón de piedras, como si estuviera disparándole a un blanco.
1Sa 20:21 Enseguida enviaré a un niño para que me traiga las flechas. Si oyes que le digo: “Están de este lado”, entonces sabrás, tan cierto como que el SEÑOR vive, que todo está bien y que no hay ningún problema.
1Sa 20:22 Pero si le digo: “Ve más lejos, las flechas están más adelante”, significará que tendrás que irte de inmediato, porque es el SEÑOR quien desea que te vayas.
1Sa 20:23 Y que el SEÑOR nos haga cumplir las promesas que nos hicimos el uno al otro, porque él fue testigo de ellas.
1Sa 20:24 Entonces David se escondió en el campo. Cuando comenzó el festival de luna nueva, el rey se sentó a comer
1Sa 20:25 en su lugar de siempre, contra la pared, con Jonatán sentado enfrente* y Abner a su lado. Pero el lugar de David estaba desocupado.
1Sa 20:26 Ese día Saúl no dijo nada acerca de ello, pero pensó: «Algo debe haber hecho que David quedara ceremonialmente impuro».
1Sa 20:27 Pero cuando el lugar de David siguió desocupado al día siguiente, Saúl le preguntó a Jonatán: —¿Por qué el hijo de Isaí no vino a comer ni ayer ni hoy?
1Sa 20:28 Jonatán le contestó: —David me rogó que lo dejara ir a Belén.
1Sa 20:29 Me dijo: “Por favor, déjame ir, porque mi familia celebrará un sacrificio. Mi hermano me exigió que estuviera presente. Así que te ruego que me dejes ir a ver a mis hermanos”. Por eso no está a la mesa del rey.
1Sa 20:30 Entonces Saúl se puso muy furioso con Jonatán. —¡Tú, estúpido hijo de prostituta!* —lo maldijo—. ¿Acaso piensas que no sé que tú quieres que él sea rey en lugar de ti, para vergüenza tuya y de tu madre?
1Sa 20:31 Mientras ese hijo de Isaí esté vivo, jamás serás rey. ¡Ahora ve y búscalo para que lo mate!
1Sa 20:32 —¿Pero por qué tiene que morir? —le preguntó Jonatán a su padre—. ¿Qué ha hecho?
1Sa 20:33 Entonces Saúl le arrojó su lanza a Jonatán con la intención de matarlo. Por fin Jonatán se dio cuenta de que su padre realmente había decidido matar a David.
1Sa 20:34 Así que Jonatán dejó la mesa enfurecido y se negó a comer durante ese segundo día del festival, porque estaba destrozado por la vergonzosa conducta de su padre hacia David.
1Sa 20:35 A la mañana siguiente, como habían acordado, Jonatán salió al campo acompañado por un muchachito para que le recogiera las flechas.
1Sa 20:36 «Comienza a correr —le dijo al niño— para que puedas encontrar las flechas mientras las voy disparando». Entonces el niño corrió y Jonatán disparó una flecha más allá de donde estaba el muchacho.
1Sa 20:37 Cuando el niño casi llegaba a donde estaba la flecha, Jonatán gritó: «La flecha está más adelante.
1Sa 20:38 Rápido, apresúrate, no te detengas». Así que con prisa el niño recogió las flechas y regresó corriendo a su amo.
1Sa 20:39 El muchacho, por supuesto, no sospechaba nada; sólo Jonatán y David entendieron la señal.
1Sa 20:40 Después Jonatán le dio su arco y sus flechas al niño y le dijo que los regresara a la ciudad.
1Sa 20:41 En cuanto se fue el niño, David salió de su escondite cerca del montón de piedras* y se inclinó ante Jonatán tres veces, rostro en tierra. Mientras se abrazaban y se despedían, los dos lloraban, especialmente David.
1Sa 20:42 Finalmente, Jonatán le dijo a David: «Ve en paz, porque nos hemos jurado lealtad el uno al otro en el nombre del SEÑOR. Él es testigo del vínculo que hay entre nosotros y nuestros hijos para siempre». Después David se fue, y Jonatán regresó a la ciudad.*

martes, 8 de mayo de 2018

LECTURA BÍBLICA 8 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    12:1-12

Mar 12:1 Después Jesús comenzó a enseñarles con historias: «Un hombre plantó un viñedo. Lo cercó con un muro, cavó un hoyo para extraer el jugo de las uvas y construyó una torre de vigilancia. Luego les alquiló el viñedo a unos agricultores arrendatarios y se mudó a otro país.
Mar 12:2 Llegado el tiempo de la cosecha de la uva, envió a uno de sus siervos para recoger su parte de la cosecha.
Mar 12:3 Pero los agricultores agarraron al siervo, le dieron una paliza y lo mandaron de regreso con las manos vacías.
Mar 12:4 Entonces el dueño envió a otro siervo, pero lo insultaron y le pegaron en la cabeza.
Mar 12:5 Al próximo siervo que envió, lo mataron. Envió a otros, a unos los golpearon y a otros los mataron,
Mar 12:6 hasta que le quedó sólo uno, su hijo, a quien amaba profundamente. Finalmente, el dueño lo envió porque pensó: “Sin duda, respetarán a mi hijo”.
Mar 12:7 »Pero los agricultores se dijeron unos a otros: “Aquí viene el heredero de esta propiedad. ¡Matémoslo y nos quedaremos con la propiedad!”.
Mar 12:8 Así que lo agarraron, lo asesinaron y tiraron su cuerpo fuera del viñedo».
Mar 12:9 «¿Qué creen qué hará el dueño del viñedo? —preguntó Jesús —. Les diré, irá y matará a esos agricultores y alquilará el viñedo a otros.
Mar 12:10 ¿Nunca leyeron en las Escrituras: “La piedra que los constructores rechazaron ahora se ha convertido en la piedra principal.
Mar 12:11 Esto es obra del SEÑOR y es maravilloso verlo”*?».
Mar 12:12 Los líderes religiosos* querían arrestar a Jesús porque se dieron cuenta de que contaba esa historia en contra de ellos, pues ellos eran los agricultores malvados. Pero tenían miedo de la multitud, así que lo dejaron y se marcharon.





2 CORINTIOS 7

2Co 7:1 Queridos amigos, dado que tenemos estas promesas, limpiémonos de todo lo que pueda contaminar nuestro cuerpo o espíritu. Y procuremos alcanzar una completa santidad porque tememos a Dios.
2Co 7:2 Por favor, ábrannos su corazón. No le hemos hecho mal a nadie ni hemos llevado a nadie por mal camino ni nos hemos aprovechado de nadie.
2Co 7:3 No les digo esto para condenarlos. Ya les dije antes que ustedes están en nuestro corazón y que vivimos o morimos junto con ustedes.
2Co 7:4 Tienen toda mi confianza, y estoy muy orgulloso de ustedes. Me han alentado en gran manera y me han hecho feliz a pesar de todas nuestras dificultades.
2Co 7:5 Cuando llegamos a Macedonia, no hubo descanso para nosotros. Enfrentamos conflictos de todos lados, con batallas por fuera y temores por dentro.
2Co 7:6 Pero Dios, quien alienta a los desanimados, nos alentó con la llegada de Tito.
2Co 7:7 Su presencia fue una alegría, igual que la noticia que nos trajo del ánimo que él recibió de ustedes. Cuando nos dijo cuánto anhelan verme y cuánto sienten lo que sucedió y lo leales que me son, ¡me llené de alegría!
2Co 7:8 No lamento haberles enviado esa carta tan severa, aunque al principio sí me lamenté porque sé que les causó dolor durante un tiempo.
2Co 7:9 Ahora me alegro de haberla enviado, no porque los haya lastimado, sino porque el dolor hizo que se arrepintieran y cambiaran su conducta. Fue la clase de tristeza que Dios quiere que su pueblo tenga, de modo que no les hicimos daño de ninguna manera.
2Co 7:10 Pues la clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación. No hay que lamentarse por esa clase de tristeza. Pero la tristeza del mundo, al cual le falta arrepentimiento, resulta en muerte espiritual.
2Co 7:11 ¡Tan sólo miren lo que produjo en ustedes esa tristeza que proviene de Dios! Tal fervor, tal ansiedad por limpiar su nombre, tal indignación, tal preocupación, tal deseo de verme, tal celo y tal disposición para castigar lo malo. Ustedes demostraron haber hecho todo lo necesario para corregir la situación.
2Co 7:12 Mi propósito, entonces, no fue escribir acerca de quién causó el daño o quién resultó dañado. Les escribí para que, a los ojos de Dios, pudieran comprobar por sí mismos qué tan leales son a nosotros.
2Co 7:13 Esto nos ha alentado en gran manera. Además de nuestro propio aliento, nos deleitamos particularmente al ver lo feliz que estaba Tito por la manera en que todos ustedes lo recibieron y lo tranquilizaron.*
2Co 7:14 Le dije lo orgulloso que estaba de ustedes, y no me decepcionaron. Siempre les he dicho la verdad, ¡y ahora mi jactancia ante Tito también resultó ser cierta!
2Co 7:15 Ahora él se preocupa por ustedes más que nunca cuando recuerda cómo todos lo obedecieron y cómo lo recibieron con tanto temor y profundo respeto.
2Co 7:16 Ahora estoy muy feliz porque tengo plena confianza en ustedes.

SALMO 102

Sal 102:1
Oración de quien está abrumado de problemas y se desahoga ante el SEÑOR.
SEÑOR, ¡oye mi oración! ¡Escucha mi ruego!
Sal 102:2 No te alejes de mí en el tiempo de mi angustia. Inclínate para escuchar y no tardes en responderme cuando te llamo.
Sal 102:3 Pues mis días desaparecen como el humo, y los huesos me arden como carbones al rojo vivo.
Sal 102:4 Tengo el corazón angustiado, marchito como la hierba, y perdí el apetito.
Sal 102:5 Por mi gemir, quedé reducido a piel y huesos.
Sal 102:6 Soy como un búho en el desierto, como un búho pequeño en un lugar remoto y desolado.
Sal 102:7 Me acuesto y sigo despierto, como un pájaro solitario en el tejado.
Sal 102:8 Mis enemigos se burlan de mí día tras día; se mofan de mí y me maldicen.
Sal 102:9 Me alimento de cenizas; las lágrimas corren por mis mejillas y se mezclan con mi bebida,
Sal 102:10 a causa de tu enojo y de tu ira, pues me levantaste y me echaste.
Sal 102:11 Mi vida pasa tan rápido como las sombras de la tarde; voy marchitándome como hierba.
Sal 102:12 Pero tú, oh SEÑOR, te sentarás en tu trono para siempre; tu fama durará por todas las generaciones.
Sal 102:13 Te levantarás y tendrás misericordia de Jerusalén;* ya es tiempo de tener compasión de ella, ahora es el momento en que prometiste ayudar.
Sal 102:14 Pues tu pueblo ama cada piedra de sus murallas y atesora hasta el polvo de sus calles.
Sal 102:15 Entonces las naciones temblarán ante el SEÑOR; los reyes de la tierra temblarán ante su gloria.
Sal 102:16 Pues el SEÑOR reconstruirá Jerusalén; él aparecerá en su gloria.
Sal 102:17 Escuchará las oraciones de los desposeídos; no rechazará sus ruegos.
Sal 102:18 Que esto quede registrado para las generaciones futuras, para que un pueblo aún no nacido alabe al SEÑOR.
Sal 102:19 Cuéntenles que el SEÑOR miró hacia abajo, desde su santuario celestial. Desde los cielos miró la tierra
Sal 102:20 para escuchar los gemidos de los prisioneros, para poner en libertad a los condenados a muerte.
Sal 102:21 Por eso la fama del SEÑOR se celebrará en Sión, y sus alabanzas en Jerusalén,
Sal 102:22 cuando las multitudes se reúnan y los reinos vengan a adorar al SEÑOR.
Sal 102:23 A la mitad de mi vida, me quebró las fuerzas, y así acortó mis días.
Sal 102:24 Pero clamé a él: «Oh mi Dios, el que vive para siempre, ¡no me quites la vida en la flor de mi juventud!
Sal 102:25 Hace mucho tiempo echaste los cimientos de la tierra y con tus manos formaste los cielos.
Sal 102:26 Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre; se desgastarán como ropa vieja. Tú los cambiarás y los desecharás como si fueran ropa.
Sal 102:27 Pero tú siempre eres el mismo; tú vivirás para siempre.
Sal 102:28 Los hijos de tu pueblo vivirán seguros; los hijos de sus hijos prosperarán en tu presencia».



LECTURA PARA LA NOCHE

1 SAMUEL    17-18

1Sa 17:1 Los filisteos reunieron su ejército para la batalla y acamparon en Efes-damim, que queda entre Soco en Judá y Azeca.
1Sa 17:2 Saúl respondió reuniendo a las tropas israelitas cerca del valle de Ela.
1Sa 17:3 De modo que los filisteos y los israelitas quedaron frente a frente en montes opuestos, separados por el valle.
1Sa 17:4 Luego Goliat, un campeón filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos para enfrentarse a las fuerzas de Israel. ¡Medía casi tres metros* de altura!
1Sa 17:5 Llevaba un casco de bronce y su cota de malla, hecha de bronce, pesaba cincuenta y siete kilos.*
1Sa 17:6 También tenía puestos protectores de bronce en las piernas y llevaba una jabalina de bronce sobre el hombro.
1Sa 17:7 El asta de su lanza era tan pesada y gruesa como un rodillo de telar, con una punta de hierro que pesaba casi siete kilos.* Su escudero iba delante de él.
1Sa 17:8 Entonces Goliat se detuvo y gritó mofándose de los israelitas: «¿Por qué salen todos ustedes a pelear? Yo soy el campeón filisteo, pero ustedes no son más que siervos de Saúl. ¡Elijan a un hombre para que venga aquí a pelear conmigo!
1Sa 17:9 Si me mata, entonces seremos sus esclavos; pero si yo lo mato a él, ¡ustedes serán nuestros esclavos!
1Sa 17:10 ¡Hoy desafío a los ejércitos de Israel! ¡Envíenme a un hombre que me enfrente!».
1Sa 17:11 Cuando Saúl y los israelitas lo escucharon, quedaron aterrados y profundamente perturbados.
1Sa 17:12 Ahora bien, David era hijo de un hombre llamado Isaí, un efrateo de Belén, en la tierra de Judá. En ese tiempo Isaí era anciano y tenía ocho hijos.
1Sa 17:13 Sus tres hijos mayores —Eliab, Abinadab y Simea—* ya se habían unido al ejército de Saúl para pelear contra los filisteos.
1Sa 17:14 David era el menor de los hijos. Sus tres hermanos mayores se quedaron con el ejército de Saúl,
1Sa 17:15 pero David iba y venía para ayudar a su padre con las ovejas en Belén.
1Sa 17:16 Durante cuarenta días, cada mañana y cada tarde, el campeón filisteo se paseaba dándose aires delante del ejército israelita.
1Sa 17:17 Un día, Isaí le dijo a David: «Toma esta canasta* de grano tostado y estos diez panes, y llévaselos de prisa a tus hermanos.
1Sa 17:18 Y dale estos diez pedazos de queso a su capitán. Averigua cómo están tus hermanos y tráeme un informe de cómo les va».*
1Sa 17:19 Los hermanos de David estaban con Saúl y el ejército israelita en el valle de Ela, peleando contra los filisteos.
1Sa 17:20 Así que temprano a la mañana siguiente, David dejó las ovejas al cuidado de otro pastor y salió con los regalos, como Isaí le había indicado. Llegó al campamento justo cuando el ejército de Israel salía al campo de batalla dando gritos de guerra.
1Sa 17:21 Poco tiempo después las fuerzas israelitas y filisteas quedaron frente a frente, ejército contra ejército.
1Sa 17:22 David dejó sus cosas con el hombre que guardaba las provisiones y se apresuró a ir hacia las filas para saludar a sus hermanos.
1Sa 17:23 Mientras hablaba con ellos, Goliat, el campeón filisteo de Gat, salió de entre las tropas filisteas. En ese momento, David lo escuchó gritar sus ya acostumbradas burlas al ejército de Israel.
1Sa 17:24 Tan pronto como las tropas israelitas lo vieron, comenzaron a huir espantadas.
1Sa 17:25 —¿Ya vieron al gigante? —preguntaban los hombres—. Sale cada día a desafiar a Israel. El rey ha ofrecido una enorme recompensa a cualquiera que lo mate. ¡A ese hombre le dará una de sus hijas como esposa y toda su familia quedará exonerada de pagar impuestos!
1Sa 17:26 David les preguntó a los soldados que estaban cerca de él: —¿Qué recibirá el hombre que mate al filisteo y ponga fin a su desafío contra Israel? Y a fin de cuentas, ¿quién es este filisteo pagano, al que se le permite desafiar a los ejércitos del Dios viviente?
1Sa 17:27 Estos hombres le dieron a David la misma respuesta. Le dijeron: —Efectivamente, esa es la recompensa por matarlo.
1Sa 17:28 Pero cuando Eliab, el hermano mayor de David, lo oyó hablar con los hombres, se enojó. —¿Qué estás haciendo aquí? —le reclamó—. ¿Qué pasó con esas pocas ovejas que se supone que deberías estar cuidando? Conozco tu orgullo y tu engaño. ¡Sólo quieres ver la batalla!
1Sa 17:29 —¿Qué hice ahora? —contestó David—. ¡Sólo hacía una pregunta!
1Sa 17:30 Entonces caminó hacia otros y les preguntó lo mismo, y recibió la misma respuesta.
1Sa 17:31 Entonces le contaron a Saúl la pregunta de David, y el rey mandó llamarlo.
1Sa 17:32 —No te preocupes por este filisteo —le dijo David a Saúl—. ¡Yo iré a pelear contra él!
1Sa 17:33 —¡No seas ridículo! —respondió Saúl—. ¡No hay forma de que tú puedas pelear contra ese filisteo y ganarle! Eres tan sólo un muchacho, y él ha sido un hombre de guerra desde su juventud.
1Sa 17:34 Pero David insistió: —He estado cuidando las ovejas y las cabras de mi padre. Cuando un león o un oso vienen para robar un cordero del rebaño,
1Sa 17:35 yo lo persigo con un palo y rescato el cordero de su boca. Si el animal me ataca, lo tomo de la quijada y lo golpeo hasta matarlo.
1Sa 17:36 Lo he hecho con leones y con osos, y lo haré también con este filisteo pagano, ¡porque ha desafiado a los ejércitos del Dios viviente!
1Sa 17:37 ¡El mismo SEÑOR que me rescató de las garras del león y del oso me rescatará de este filisteo! Así que Saúl por fin accedió: —Está bien, adelante. ¡Y que el SEÑOR esté contigo!
1Sa 17:38 Después Saúl le dio a David su propia armadura: un casco de bronce y una cota de malla.
1Sa 17:39 David se los puso, se ciñó la espada y probó dar unos pasos porque nunca antes se había vestido con algo semejante. —No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—. No estoy acostumbrado a usarlo. Así que David se lo quitó.
1Sa 17:40 Tomó cinco piedras lisas de un arroyo y las metió en su bolsa de pastor. Luego, armado únicamente con su vara de pastor y su honda, comenzó a cruzar el valle para luchar contra el filisteo.
1Sa 17:41 Goliat caminaba hacia David con su escudero delante de él,
1Sa 17:42 mirando con desdén al muchacho de mejillas sonrosadas.
1Sa 17:43 —¿Soy acaso un perro —le rugió a David— para que vengas contra mí con un palo? Y maldijo a David en nombre de sus dioses.
1Sa 17:44 —¡Ven aquí, y les daré tu carne a las aves y a los animales salvajes! —gritó Goliat.
1Sa 17:45 David le respondió al filisteo: —Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en nombre del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado.
1Sa 17:46 Hoy el SEÑOR te conquistará, y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Y luego daré los cadáveres de tus hombres a las aves y a los animales salvajes, ¡y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel!
1Sa 17:47 Todos los que están aquí reunidos sabrán que el SEÑOR rescata a su pueblo, pero no con espada ni con lanza. ¡Esta es la batalla del SEÑOR, y los entregará a ustedes en nuestras manos!
1Sa 17:48 Cuando Goliat se acercó para atacarlo, David fue corriendo para enfrentarse con él.
1Sa 17:49 Metió la mano en su bolsa de pastor, sacó una piedra, la lanzó con su honda y golpeó al filisteo en la frente. La piedra se le incrustó allí y Goliat se tambaleó y cayó de cara al suelo.
1Sa 17:50 Así David triunfó sobre el filisteo con sólo una honda y una piedra, porque no tenía espada.
1Sa 17:51 Después David corrió y sacó de su vaina la espada de Goliat y la usó para matarlo y cortarle la cabeza. Cuando los filisteos vieron que su campeón estaba muerto, se dieron la vuelta y huyeron.
1Sa 17:52 Así que los hombres de Israel y Judá dieron un gran grito de triunfo y corrieron tras los filisteos, persiguiéndolos tan lejos como Gat* y hasta las puertas de Ecrón. Los cuerpos de los filisteos muertos y heridos estuvieron esparcidos a lo largo del camino de Saaraim, hasta Gat y Ecrón.
1Sa 17:53 Luego el ejército de Israel regresó y saqueó el campamento abandonado de los filisteos.
1Sa 17:54 (David llevó la cabeza del filisteo a Jerusalén, pero guardó la armadura en su propia carpa).
1Sa 17:55 Al observar a David pelear contra el filisteo, Saúl le preguntó a Abner, el comandante de su ejército: —Abner, ¿quién es el padre de este muchacho? —En realidad no lo sé —declaró Abner.
1Sa 17:56 —Bueno, ¡averigua quién es! —le dijo el rey.
1Sa 17:57 Tan pronto como David regresó de matar a Goliat, Abner lo llevó ante Saúl con la cabeza del filisteo todavía en la mano.
1Sa 17:58 —Dime quién es tu padre, muchacho —le dijo Saúl. —Su nombre es Isaí, y vivimos en Belén —contestó David.
1Sa 18:1 Después de que David terminó de hablar con Saúl, conoció a Jonatán, el hijo del rey. De inmediato se creó un vínculo entre ellos, pues Jonatán amó a David como a sí mismo.
1Sa 18:2 A partir de ese día Saúl mantuvo a David con él y no lo dejaba volver a su casa.
1Sa 18:3 Jonatán hizo un pacto solemne con David, porque lo amaba tanto como a sí mismo.
1Sa 18:4 Para sellar el pacto quitó su manto y se lo dio a David junto con su túnica, su espada, su arco y su cinturón.
1Sa 18:5 Todo lo que Saúl le pedía a David que hiciera, él lo hacía con éxito. Como resultado, Saúl lo hizo comandante sobre los hombres de guerra, un nombramiento que fue bien recibido tanto por el pueblo como por los oficiales de Saúl.
1Sa 18:6 Cuando el ejército de Israel regresaba triunfante después que David mató al filisteo, mujeres de todas las ciudades de Israel salieron para recibir al rey Saúl. Cantaron y danzaron de alegría con panderetas y címbalos.*
1Sa 18:7 Este era su canto: «Saúl mató a sus miles, ¡y David, a sus diez miles!».
1Sa 18:8 Esto hizo que Saúl se enojara mucho. «¿Qué es esto? —dijo—. Le dan crédito a David por diez miles y a mí sólo por miles. ¡Sólo falta que lo hagan su rey!».
1Sa 18:9 Desde ese momento Saúl miró con recelo a David.
1Sa 18:10 Al día siguiente, un espíritu atormentador* de parte de Dios abrumó a Saúl, y comenzó a desvariar como un loco en su casa. David tocaba el arpa, tal como lo hacía cada día. Pero Saúl tenía una lanza en la mano,
1Sa 18:11 y de repente se la arrojó a David, tratando de clavarlo en la pared, pero David lo esquivó dos veces.
1Sa 18:12 Después Saúl tenía miedo de David porque el SEÑOR estaba con David pero se había apartado de él.
1Sa 18:13 Finalmente lo echó de su presencia y lo nombró comandante sobre mil hombres, y David dirigía fielmente a las tropas en batalla.
1Sa 18:14 David siguió teniendo éxito en todo lo que hacía porque el SEÑOR estaba con él.
1Sa 18:15 Cuando Saúl reconoció esto, le tuvo aún más miedo.
1Sa 18:16 Pero todos en Israel y en Judá amaban a David porque tenía tanto éxito al dirigir a sus tropas en batalla.
1Sa 18:17 Cierto día, Saúl le dijo a David: —Estoy listo para darte a mi hija mayor, Merab, por esposa. Pero antes deberás demostrar que eres un guerrero de verdad al pelear las batallas del SEÑOR. Pues Saúl pensó: «Voy a enviar a David contra los filisteos y dejar que ellos lo maten, en vez de hacerlo yo mismo».
1Sa 18:18 —¿Quién soy yo, y quién es mi familia en Israel para que yo sea el yerno del rey? —exclamó David—. ¡La familia de mi padre no es nadie!
1Sa 18:19 Así que,* cuando llegó el momento para que Saúl le diera su hija Merab en matrimonio a David, Saúl se la dio a Adriel, un hombre de Mehola.
1Sa 18:20 Mientras tanto, Mical, otra hija de Saúl, se había enamorado de David, y cuando Saúl se enteró se puso contento.
1Sa 18:21 «¡Me da otra oportunidad para que los filisteos lo maten!», se dijo Saúl a sí mismo; pero a David le dijo: —Hoy tienes una segunda oportunidad para llegar a ser mi yerno.
1Sa 18:22 Después Saúl instruyó a sus siervos para que le dijeran a David: «El rey te aprecia mucho, al igual que nosotros. ¿Por qué no aceptas lo que el rey te ofrece y te conviertes en su yerno?».
1Sa 18:23 Cuando los hombres de Saúl le dijeron estas cosas a David, él respondió: «¿Cómo puede un hombre pobre y de familia humilde reunir la dote por la hija de un rey?».
1Sa 18:24 Cuando los hombres de Saúl le informaron al rey,
1Sa 18:25 él les dijo: «Díganle a David que lo único que quiero por dote son los prepucios de cien filisteos. Vengarme de mis enemigos es todo lo que realmente quiero». Pero lo que Saúl tenía en mente era que mataran a David en la pelea.
1Sa 18:26 David estuvo encantado de aceptar la oferta. Antes de que se cumpliera la fecha límite,
1Sa 18:27 él y sus hombres salieron y mataron a doscientos filisteos. Así que David cumplió con el requisito del rey entregándole los prepucios de ellos. Entonces Saúl le entregó a su hija Mical por esposa.
1Sa 18:28 Cuando Saúl se dio cuenta de que el SEÑOR estaba con David, y cuánto su hija Mical lo amaba,
1Sa 18:29 le tuvo aún más miedo y quedó como enemigo de David por el resto de su vida.
1Sa 18:30 Cada vez que los comandantes filisteos atacaban, David tenía más éxito en contra de ellos que todos los demás oficiales de Saúl; por eso el nombre de David llegó a ser muy famoso.

lunes, 7 de mayo de 2018

LECTURA BÍBLICA 7 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    11:27-33

Mar 11:27 Nuevamente entraron en Jerusalén. Mientras Jesús caminaba por la zona del templo, los principales sacerdotes, los maestros de la ley religiosa y los ancianos se le acercaron.
Mar 11:28 —¿Con qué autoridad haces todas estas cosas? —le reclamaron —. ¿Quién te dio el derecho de hacerlas?
Mar 11:29 —Les diré con qué autoridad hago estas cosas si me contestan una pregunta —respondió Jesús —.
Mar 11:30 La autoridad de Juan para bautizar, ¿provenía del cielo o era meramente humana? ¡Contéstenme!
Mar 11:31 Ellos discutieron el asunto unos con otros. «Si decimos que provenía del cielo, preguntará por qué nosotros no le creímos a Juan.
Mar 11:32 ¿Pero nos atrevemos a decir que era meramente humana?». Pues tenían temor de lo que haría la gente, porque todos creían que Juan era un profeta.
Mar 11:33 Entonces finalmente contestaron: —No sabemos. Y Jesús respondió: —Entonces yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas.




2 CORINTIOS 6

2Co 6:1 Como colaboradores de Dios,* les suplicamos que no reciban ese maravilloso regalo de la bondad de Dios y luego no le den importancia.
2Co 6:2 Pues Dios dice: «En el momento preciso, te oí. En el día de salvación te ayudé»*. Efectivamente, el «momento preciso» es ahora. Hoy es el día de salvación.
2Co 6:3 Vivimos de tal manera que nadie tropezará a causa de nosotros, y nadie encontrará ninguna falta en nuestro ministerio.
2Co 6:4 En todo lo que hacemos, demostramos que somos verdaderos ministros de Dios. Con paciencia soportamos dificultades y privaciones y calamidades de toda índole.
2Co 6:5 Fuimos golpeados, encarcelados, enfrentamos a turbas enfurecidas, trabajamos hasta quedar exhaustos, aguantamos noches sin dormir y pasamos hambre.
2Co 6:6 Probamos lo que somos por nuestra pureza, nuestro entendimiento, nuestra paciencia, nuestra bondad, por el Espíritu Santo que está dentro de nosotros* y por nuestro amor sincero.
2Co 6:7 Con fidelidad predicamos la verdad. El poder de Dios actúa en nosotros. Usamos las armas de la justicia con la mano derecha para atacar y con la izquierda para defender.
2Co 6:8 Servimos a Dios, ya sea que la gente nos honre o nos desprecie, sea que nos calumnie o nos elogie. Somos sinceros, pero nos llaman impostores.
2Co 6:9 Nos ignoran aun cuando somos bien conocidos. Vivimos al borde de la muerte, pero aún seguimos con vida. Nos han golpeado, pero no matado.
2Co 6:10 Hay dolor en nuestro corazón, pero siempre tenemos alegría. Somos pobres, pero damos riquezas espirituales a otros. No poseemos nada y, sin embargo, lo tenemos todo.
2Co 6:11 ¡Oh, queridos amigos corintios!, les hemos hablado con toda sinceridad y nuestro corazón está abierto a ustedes.
2Co 6:12 No hay falta de amor de nuestra parte, pero ustedes nos han negado su amor.
2Co 6:13 Les pido que respondan como si fueran mis propios hijos. ¡Ábrannos su corazón!
2Co 6:14 No se asocien íntimamente con los que son incrédulos. ¿Cómo puede la justicia asociarse con la maldad? ¿Cómo puede la luz vivir con las tinieblas?
2Co 6:15 ¿Qué armonía puede haber entre Cristo y el diablo?* ¿Cómo puede un creyente asociarse con un incrédulo?
2Co 6:16 ¿Y qué clase de unión puede haber entre el templo de Dios y los ídolos? Pues nosotros somos el templo del Dios viviente. Como dijo Dios: «Viviré en ellos y caminaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.*
2Co 6:17 Por lo tanto, salgan de entre los incrédulos y apártense de ellos, dice el SEÑOR. No toquen sus cosas inmundas, y yo los recibiré a ustedes.*
2Co 6:18 Y yo seré su Padre, y ustedes serán mis hijos e hijas, dice el SEÑOR Todopoderoso»*.

SALMO 101

Sal 101:1
Salmo de David.
Cantaré de tu amor y de tu justicia, oh SEÑOR; te alabaré con canciones.
Sal 101:2 Tendré cuidado de llevar una vida intachable, ¿cuándo vendrás a ayudarme? Viviré con integridad en mi propio hogar.
Sal 101:3 Me negaré a mirar cualquier cosa vil o vulgar. Detesto a los que actúan de manera deshonesta; no tendré nada que ver con ellos.
Sal 101:4 Rechazaré las ideas perversas y me mantendré alejado de toda clase de mal.
Sal 101:5 No toleraré a los que calumnian a sus vecinos; no soportaré la presunción ni el orgullo.
Sal 101:6 Buscaré a personas fieles para que sean mis compañeros; sólo a los que sean irreprochables se les permitirá servirme.
Sal 101:7 No permitiré que los engañadores sirvan en mi casa, y los mentirosos no permanecerán en mi presencia.
Sal 101:8 Mi tarea diaria será descubrir a los perversos y liberar de sus garras a la ciudad del SEÑOR.



LECTURA PARA LA NOCHE

1 SAMUEL    15-16

1Sa 15:1 Cierto día, Samuel le dijo a Saúl: «Fue el SEÑOR quien me dijo que te ungiera como rey de su pueblo, Israel. ¡Ahora escucha este mensaje del SEÑOR!
1Sa 15:2 Esto es lo que el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales ha declarado: “He decidido ajustar cuentas con la nación de Amalec por oponerse a Israel cuando salió de Egipto.
1Sa 15:3 Ve ahora y destruye* por completo a toda la nación amalecita: hombres, mujeres, niños, recién nacidos, ganado, ovejas, cabras, camellos y burros”».
1Sa 15:4 Entonces Saúl movilizó a su ejército en Telaim. Eran doscientos mil soldados de Israel y diez mil hombres de Judá.
1Sa 15:5 Después Saúl y su ejército fueron a una ciudad de los amalecitas y se pusieron al acecho en el valle.
1Sa 15:6 Saúl envió esta advertencia a los ceneos: «Apártense de donde viven los amalecitas o morirán junto con ellos. Pues ustedes fueron bondadosos con el pueblo de Israel cuando salió de Egipto». Así que los ceneos empacaron sus cosas y se fueron.
1Sa 15:7 Luego Saúl mató a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, al oriente de Egipto.
1Sa 15:8 Capturó a Agag, el rey amalecita, pero destruyó por completo a todos los demás.
1Sa 15:9 Saúl y sus hombres le perdonaron la vida a Agag y se quedaron con lo mejor de las ovejas y las cabras, del ganado, de los becerros gordos y de los corderos; de hecho, con todo lo que les atrajo. Sólo destruyeron lo que no tenía valor o que era de mala calidad.
1Sa 15:10 Luego el SEÑOR le dijo a Samuel:
1Sa 15:11 «Lamento haber hecho a Saúl rey, porque no me ha sido leal y se ha negado a obedecer mi mandato». Al oírlo, Samuel se conmovió tanto que clamó al SEÑOR durante toda la noche.
1Sa 15:12 Temprano a la mañana siguiente Samuel fue a buscar a Saúl. Alguien le dijo: «Saúl fue a la ciudad de Carmelo a levantar un monumento en su propio honor y después continuó a Gilgal».
1Sa 15:13 Cuando por fin Samuel lo encontró, Saúl lo saludó con alegría. —Que el SEÑOR te bendiga —le dijo—. Llevé a cabo el mandato del SEÑOR.
1Sa 15:14 —Entonces, ¿qué es todo ese balido de ovejas y cabras, y ese mugido de ganado que oigo? —le preguntó Samuel.
1Sa 15:15 —Es cierto que los soldados dejaron con vida lo mejor de las ovejas, las cabras y el ganado —admitió Saúl—, pero van a sacrificarlos al SEÑOR tu Dios. Hemos destruido todo lo demás.
1Sa 15:16 Entonces Samuel le dijo a Saúl: —¡Basta! ¡Escucha lo que el SEÑOR me dijo anoche! —¿Qué te dijo? —preguntó Saúl.
1Sa 15:17 Y Samuel le dijo: —Aunque te tengas en poca estima, ¿acaso no eres el líder de las tribus de Israel? El SEÑOR te ungió como rey de Israel,
1Sa 15:18 te envió en una misión y te dijo: “Ve y destruye por completo a los pecadores —a los amalecitas— hasta que todos estén muertos”.
1Sa 15:19 ¿Por qué no obedeciste al SEÑOR? ¿Por qué te apuraste a tomar del botín y a hacer lo que es malo a los ojos del SEÑOR?
1Sa 15:20 —¡Pero yo sí obedecí al SEÑOR! —insistió Saúl—. ¡Cumplí la misión que él me encargó! Traje al rey Agag, pero destruí a todos los demás.
1Sa 15:21 Entonces mis tropas llevaron lo mejor de las ovejas, de las cabras, del ganado y del botín para sacrificarlos al SEÑOR tu Dios en Gilgal.
1Sa 15:22 Pero Samuel respondió: —¿Qué es lo que más le agrada al SEÑOR: tus ofrendas quemadas y sacrificios, o que obedezcas a su voz? ¡Escucha! La obediencia es mejor que el sacrificio, y la sumisión es mejor que ofrecer la grasa de carneros.
1Sa 15:23 La rebelión es tan pecaminosa como la hechicería, y la terquedad, tan mala como rendir culto a ídolos. Así que, por cuanto has rechazado el mandato del SEÑOR, él te ha rechazado como rey.
1Sa 15:24 Entonces Saúl le confesó a Samuel: —Es cierto, he pecado. He desobedecido tus instrucciones y el mandato del SEÑOR, porque tuve miedo del pueblo y por eso hice lo que ellos me pidieron.
1Sa 15:25 Pero ahora, por favor, perdona mi pecado y regresa conmigo para que pueda adorar al SEÑOR.
1Sa 15:26 Pero Samuel respondió: —¡No volveré contigo! Ya que tú rechazaste el mandato del SEÑOR, él te ha rechazado como rey de Israel.
1Sa 15:27 Cuando Samuel se dio vuelta para irse, Saúl trató de detenerlo y rasgó el borde de su túnica.
1Sa 15:28 Entonces Samuel le dijo: —Hoy el SEÑOR te ha arrancado el reino de Israel y se lo ha dado a otro: a uno que es mejor que tú.
1Sa 15:29 Y aquél que es la Gloria de Israel, no mentirá ni cambiará de parecer porque no es humano para que cambie de parecer.
1Sa 15:30 Entonces Saúl volvió a implorar: —Sé que he pecado. Pero al menos te ruego que me honres ante los ancianos de mi pueblo y ante Israel al volver conmigo para que adore al SEÑOR tu Dios.
1Sa 15:31 Entonces Samuel por fin accedió y regresó con él, y Saúl adoró al SEÑOR.
1Sa 15:32 Luego Samuel dijo: —Tráiganme al rey Agag. Agag llegó lleno de esperanza, porque pensó: «¡Seguramente ya pasó lo peor, y he sido librado de la muerte!».*
1Sa 15:33 Pero Samuel le dijo: —Como tu espada ha matado a los hijos de muchas madres, ahora tu madre se quedará sin hijos. Y Samuel cortó a Agag en pedazos delante del SEÑOR en Gilgal.
1Sa 15:34 Después Samuel fue a su casa en Ramá, y Saúl regresó a su casa en Guibeá de Saúl.
1Sa 15:35 Samuel nunca más volvió a ver a Saúl, pero lloraba por él constantemente. Y el SEÑOR se lamentó de haber hecho a Saúl rey de Israel.
1Sa 16:1 Ahora bien, el SEÑOR le dijo a Samuel: —Ya has hecho suficiente duelo por Saúl. Lo he rechazado como rey de Israel, así que llena tu frasco con aceite de oliva y ve a Belén. Busca a un hombre llamado Isaí que vive allí, porque he elegido a uno de sus hijos para que sea mi rey.
1Sa 16:2 Pero Samuel le preguntó: —¿Cómo puedo hacerlo? Si Saúl llega a enterarse, me matará. —Lleva contigo una novilla —le contestó el SEÑOR— y di que has venido para ofrecer un sacrificio al SEÑOR.
1Sa 16:3 Invita a Isaí al sacrificio, y te mostraré a cuál de sus hijos ungirás para mí.
1Sa 16:4 Así que Samuel hizo como el SEÑOR le indicó. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo salieron a su encuentro temblando. —¿Qué pasa? —le preguntaron—. ¿Vienes en son de paz?
1Sa 16:5 —Sí —contestó Samuel—, vine para ofrecer un sacrificio al SEÑOR. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio. Luego Samuel realizó el rito de purificación para Isaí y sus hijos y también los invitó al sacrificio.
1Sa 16:6 Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «¡Seguramente éste es el ungido del SEÑOR!».
1Sa 16:7 Pero el SEÑOR le dijo a Samuel: —No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El SEÑOR no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el SEÑOR mira el corazón.
1Sa 16:8 Entonces Isaí le dijo a su hijo Abinadab que caminara delante de Samuel. Pero Samuel dijo: —Este no es el que el SEÑOR ha elegido.
1Sa 16:9 Después Isaí llamó a Simea,* pero Samuel dijo: —Tampoco es este a quien el SEÑOR ha elegido.
1Sa 16:10 De la misma manera, Isaí le presentó sus siete hijos a Samuel. Pero Samuel le dijo: —El SEÑOR no ha elegido a ninguno de ellos.
1Sa 16:11 Después Samuel preguntó: —¿Son éstos todos los hijos que tienes? —Queda todavía el más joven —contestó Isaí—. Pero está en el campo cuidando las ovejas y las cabras. —Manda llamarlo de inmediato —dijo Samuel—. No nos sentaremos a comer hasta que él llegue.
1Sa 16:12 Entonces Isaí mandó a buscarlo. El joven era trigueño y apuesto, y de hermosos ojos. Y el SEÑOR dijo: —Este es, úngelo.
1Sa 16:13 Al estar David de pie entre sus hermanos, Samuel tomó el frasco de aceite de oliva que había traído y ungió a David con el aceite. Y el Espíritu del SEÑOR vino con gran poder sobre David a partir de ese día. Luego Samuel regresó a Ramá.
1Sa 16:14 Ahora bien, el Espíritu del SEÑOR se había apartado de Saúl, y el SEÑOR envió un espíritu atormentador.*
1Sa 16:15 Algunos de los siervos de Saúl le dijeron: —Un espíritu atormentador de parte de Dios te está afligiendo.
1Sa 16:16 Busquemos a un buen músico para que toque el arpa cada vez que el espíritu atormentador te aflija. Tocará música relajante, y dentro de poco estarás bien.
1Sa 16:17 —Me parece bien —dijo Saúl—. Búsquenme a alguien que toque bien y tráiganlo aquí.
1Sa 16:18 Entonces un siervo le dijo a Saúl: —Uno de los hijos de Isaí de Belén tiene mucho talento para tocar el arpa. No sólo eso, es un guerrero valiente, un hombre de guerra y de buen juicio. También es un joven bien parecido y el SEÑOR está con él.
1Sa 16:19 Entonces Saúl mandó mensajeros a Isaí para decirle: «Envíame a tu hijo David, el pastor».
1Sa 16:20 Isaí hizo caso y envió a su hijo David a Saúl, junto con un cabrito, un burro cargado de pan y un cuero lleno de vino.
1Sa 16:21 Así que David llegó a donde estaba Saúl y quedó a su servicio. Saúl llegó a apreciar mucho a David, y el joven se convirtió en su escudero.
1Sa 16:22 Luego Saúl mandó un recado a Isaí con una petición: «Por favor, permite que David quede a mi servicio, porque me simpatiza mucho».
1Sa 16:23 Y cada vez que el espíritu atormentador de parte de Dios afligía a Saúl, David tocaba el arpa. Entonces Saúl se sentía mejor, y el espíritu atormentador se iba.

domingo, 6 de mayo de 2018

LECTURA BÍBLICA 6 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    11:12-26

Mar 11:12 A la mañana siguiente, cuando salían de Betania, Jesús tuvo hambre.
Mar 11:13 Vio que, a cierta distancia, había una higuera frondosa, así que se acercó para ver si encontraba higos. Pero sólo tenía hojas porque aún no había comenzado la temporada de los higos.
Mar 11:14 Entonces Jesús dijo al árbol: «¡Que nadie jamás vuelva a comer tu fruto!». Y los discípulos lo oyeron.
Mar 11:15 Cuando llegaron de nuevo a Jerusalén, Jesús entró en el templo y comenzó a echar a los que compraban y vendían animales para los sacrificios. Volcó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas,
Mar 11:16 y les prohibió a todos que usaran el templo como un mercado.*
Mar 11:17 Les dijo: «Las Escrituras declaran: “Mi templo será llamado casa de oración para todas las naciones”, pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones»*.
Mar 11:18 Cuando los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa oyeron lo que Jesús había hecho, comenzaron a planificar cómo matarlo. Pero tenían miedo de Jesús, porque la gente estaba asombrada de su enseñanza.
Mar 11:19 Esa tarde Jesús y los discípulos salieron* de la ciudad.
Mar 11:20 A la mañana siguiente, al pasar junto a la higuera que él había maldecido, los discípulos notaron que se había marchitado desde la raíz.
Mar 11:21 Pedro recordó lo que Jesús había dicho al árbol el día anterior y exclamó: —¡Mira, Rabí!* ¡La higuera que maldijiste se marchitó y murió!
Mar 11:22 Entonces Jesús dijo a los discípulos: —Tengan fe en Dios.
Mar 11:23 Les digo la verdad, ustedes pueden decir a esta montaña: “Levántate y échate al mar”, y sucederá. Pero deben creer de verdad que ocurrirá y no tener ninguna duda en el corazón.
Mar 11:24 Les digo, ustedes pueden orar por cualquier cosa y, si creen que lo han recibido, será suyo.
Mar 11:25 Pero, cuando estén orando, primero perdonen a todo aquel contra quien guarden rencor, para que su Padre que está en el cielo también les perdone a ustedes sus pecados.*




2 CORINTIOS 5

2Co 5:1 Pues sabemos que, cuando se desarme esta tienda de campaña terrenal en la cual vivimos (es decir, cuando muramos y dejemos este cuerpo terrenal), tendremos una casa en el cielo, un cuerpo eterno hecho para nosotros por Dios mismo y no por manos humanas.
2Co 5:2 Nos fatigamos en nuestro cuerpo actual y anhelamos ponernos nuestro cuerpo celestial como si fuera ropa nueva.
2Co 5:3 Pues nos vestiremos con un cuerpo celestial; no seremos espíritus sin cuerpo.*
2Co 5:4 Mientras vivimos en este cuerpo terrenal, gemimos y suspiramos, pero no es que queramos morir y deshacernos de este cuerpo que nos viste. Más bien, queremos ponernos nuestro cuerpo nuevo para que este cuerpo que muere sea consumido por la vida.
2Co 5:5 Dios mismo nos ha preparado para esto y, como garantía, nos ha dado su Espíritu Santo.
2Co 5:6 Así que siempre vivimos en plena confianza, aunque sabemos que mientras vivamos en este cuerpo no estamos en el hogar celestial con el Señor.
2Co 5:7 Pues vivimos por lo que creemos y no por lo que vemos.
2Co 5:8 Sí, estamos plenamente confiados, y preferiríamos estar fuera de este cuerpo terrenal porque entonces estaríamos en el hogar celestial con el Señor.
2Co 5:9 Así que, ya sea que estemos aquí en este cuerpo o ausentes de este cuerpo, nuestro objetivo es agradarlo a él.
2Co 5:10 Pues todos tendremos que estar delante de Cristo para ser juzgados. Cada uno de nosotros recibirá lo que merezca por lo bueno o lo malo que haya hecho mientras estaba en este cuerpo terrenal.
2Co 5:11 Dado que entendemos nuestra temible responsabilidad ante el Señor, trabajamos con esmero para persuadir a otros. Dios sabe que somos sinceros, y espero que ustedes también lo sepan.
2Co 5:12 ¿Estamos de nuevo recomendándonos a ustedes? No, estamos dándoles un motivo para que estén orgullosos de nosotros,* para que puedan responder a los que se jactan de tener ministerios espectaculares en vez de tener un corazón sincero.
2Co 5:13 Si parecemos estar locos es para darle gloria a Dios. Y, si estamos en nuestro sano juicio, es para beneficio de ustedes.
2Co 5:14 Sea de una forma u otra, el amor de Cristo nos controla.* Ya que creemos que Cristo murió por todos, también creemos que todos hemos muerto a nuestra vida antigua.*
2Co 5:15 Él murió por todos para que los que reciben la nueva vida de Cristo ya no vivan más para sí mismos. Más bien, vivirán para Cristo, quien murió y resucitó por ellos.
2Co 5:16 Así que hemos dejado de evaluar a otros desde el punto de vista humano. En un tiempo, pensábamos de Cristo sólo desde un punto de vista humano. ¡Qué tan diferente lo conocemos ahora!
2Co 5:17 Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado, ¡una nueva vida ha comenzado!
2Co 5:18 Y todo esto es un regalo de Dios, quien nos trajo de vuelta a él mismo por medio de Cristo. Y Dios nos ha dado la tarea de reconciliar a la gente con él.
2Co 5:19 Pues Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando más en cuenta el pecado de la gente. Y nos dio a nosotros este maravilloso mensaje de reconciliación.
2Co 5:20 Así que somos embajadores de Cristo; Dios hace su llamado por medio de nosotros. Hablamos en nombre de Cristo cuando les rogamos: «¡Vuelvan a Dios!».
2Co 5:21 Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado,* para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo.

SALMO 100

Sal 100:1 
Salmo de agradecimiento.
¡Aclamen con alegría al SEÑOR, habitantes de toda la tierra!
Sal 100:2 Adoren al SEÑOR con gozo. Vengan ante él cantando con alegría.
Sal 100:3 ¡Reconozcan que el SEÑOR es Dios! Él nos hizo, y le pertenecemos; somos su pueblo, ovejas de su prado.
Sal 100:4 Entren por sus puertas con acción de gracias; vayan a sus atrios con alabanza. Denle gracias y alaben su nombre.
Sal 100:5 Pues el SEÑOR es bueno. Su amor inagotable permanece para siempre, y su fidelidad continúa de generación en generación.



LECTURA PARA LA NOCHE

1 SAMUEL    14

1Sa 14:1 Cierto día, Jonatán le dijo a su escudero: «Ven, vamos a donde está la avanzada de los filisteos». Pero Jonatán no le dijo a su padre lo que pensaba hacer.
1Sa 14:2 Mientras tanto, Saúl y sus seiscientos hombres acamparon en las afueras de Guibeá alrededor del árbol de granadas* de Migrón.
1Sa 14:3 Entre los hombres de Saúl estaba Ahías, el sacerdote, que vestía el efod, el chaleco sacerdotal. Ahías era hijo de Ahitob, hermano de Icabod, hijo de Finees, hijo de Elí, sacerdote del SEÑOR que había servido en Silo. Nadie se dio cuenta de que Jonatán había dejado el campamento israelita.
1Sa 14:4 Para llegar al puesto de avanzada de los filisteos, Jonatán tuvo que descender de entre dos peñascos llamados Boses y Sene.
1Sa 14:5 Un peñasco estaba al norte, frente a Micmas; el otro estaba al sur, delante de Geba.
1Sa 14:6 —Crucemos hasta la avanzada de esos paganos —le dijo Jonatán a su escudero—. Tal vez el SEÑOR nos ayude, porque nada puede detener al SEÑOR. ¡Él puede ganar la batalla ya sea que tenga muchos guerreros o sólo unos cuantos!
1Sa 14:7 —Haz lo que mejor te parezca —respondió el escudero—. Estoy contigo, decidas lo que decidas.
1Sa 14:8 —Muy bien —le dijo Jonatán—. Cruzaremos y dejaremos que nos vean.
1Sa 14:9 Si nos dicen: “Quédense donde están o los mataremos”, entonces nos detendremos y no subiremos hacia ellos.
1Sa 14:10 Pero si nos dicen: “Suban y peleen”, entonces subiremos. Esa será la señal del SEÑOR de que nos ayudará a derrotarlos.
1Sa 14:11 Cuando los filisteos vieron que se acercaban, gritaron: «¡Miren, los hebreos salen de sus escondites!».
1Sa 14:12 Entonces los hombres de la avanzada le gritaron a Jonatán: «¡Suban aquí y les daremos una lección!». «Vamos, sube detrás de mí —le dijo Jonatán a su escudero—, ¡porque el SEÑOR nos ayudará a derrotarlos!».
1Sa 14:13 Así que escalaron usando pies y manos.Entonces los filisteos caían ante Jonatán, y su escudero mataba a los que venían por detrás.
1Sa 14:14 Mataron a unos veinte hombres en total, y sus cuerpos quedaron dispersos en un espacio de media hectárea.*
1Sa 14:15 De repente, el ejército de los filisteos se llenó de pánico, tanto los que estaban en el campamento como los que estaban en el campo, hasta las avanzadas y los destacamentos de asalto. Y en ese preciso momento hubo un terremoto, y todos quedaron aterrorizados.
1Sa 14:16 Entonces los centinelas de Saúl en Guibeá de Benjamín vieron algo muy extraño: el inmenso ejército filisteo comenzó a dispersarse en todas direcciones.
1Sa 14:17 «Pasen lista y averigüen quién falta», ordenó Saúl. Y cuando hicieron el recuento, descubrieron que Jonatán y su escudero no estaban.
1Sa 14:18 Entonces Saúl le gritó a Ahías: «¡Trae el efod aquí!». Pues en ese tiempo Ahías llevaba puesto el efod delante de los israelitas.*
1Sa 14:19 Pero mientras Saúl hablaba con el sacerdote, la confusión en el campamento de los filisteos era cada vez más fuerte. Entonces Saúl le dijo al sacerdote: «No importa, ¡vamos ya!».*
1Sa 14:20 Enseguida Saúl y sus hombres corrieron a la batalla y encontraron que los filisteos estaban matándose unos a otros. Había una terrible confusión en todas partes.
1Sa 14:21 Aun los hebreos, que anteriormente se habían unido al ejército filisteo, se rebelaron y se unieron a Saúl, a Jonatán y al resto de los israelitas.
1Sa 14:22 De igual manera, los hombres de Israel que estaban escondidos en la zona montañosa de Efraín, cuando vieron que los filisteos huían, se unieron a la persecución.
1Sa 14:23 Así que en ese día el SEÑOR salvó a Israel, y la recia batalla se extendió aún más allá de Bet-avén.
1Sa 14:24 Ahora bien, ese día los hombres de Israel quedaron agotados porque Saúl los había puesto bajo juramento diciendo: «Que caiga una maldición sobre cualquiera que coma antes del anochecer, antes de que me vengue por completo de mis enemigos». De manera que nadie comió nada en todo el día,
1Sa 14:25 aun cuando en el suelo del bosque todos habían encontrado panales de miel.
1Sa 14:26 Así que no se atrevieron a tocar la miel por miedo al juramento que habían hecho.
1Sa 14:27 Pero Jonatán no había escuchado la orden de su padre, y metió la punta de su vara en un panal y comió la miel. Después de haberla comido, cobró nuevas fuerzas.*
1Sa 14:28 Pero uno de los hombres lo vio y le dijo: —Tu padre obligó al ejército que hiciera un juramento estricto que cualquiera que comiera algún alimento hoy sería maldito. Por eso todos están cansados y desfallecidos.
1Sa 14:29 —¡Mi padre nos ha creado dificultades a todos! —exclamó Jonatán—. Una orden como esa sólo puede causarnos daño. ¡Miren cómo he cobrado nuevas fuerzas después de haber comido un poco de miel!
1Sa 14:30 Si a los hombres se les hubiera permitido comer libremente del alimento que encontraran entre nuestros enemigos, ¡imagínese a cuántos filisteos más habríamos podido matar!
1Sa 14:31 Así que los israelitas persiguieron y mataron a los filisteos todo el día desde Micmas hasta Ajalón, pero los soldados iban debilitándose.
1Sa 14:32 Esa noche se apresuraron a echar mano del botín y mataron ovejas, cabras, ganado y becerros, pero los comieron sin escurrirles la sangre.
1Sa 14:33 Entonces alguien le informó a Saúl: —Mira, los hombres están pecando contra el SEÑOR al comer carne que todavía tiene sangre. —¡Eso está muy mal! —dijo Saúl—. Busquen una piedra grande y haganla rodar hasta aquí.
1Sa 14:34 Luego vayan entre las tropas y díganles: “Tráiganme el ganado, las ovejas y las cabras. Mátenlos aquí y escúrranles la sangre antes de comérselos. No pequen contra el SEÑOR al comer carne que aún tiene sangre”. Así que esa noche las tropas llevaron sus animales y los mataron allí.
1Sa 14:35 Luego Saúl construyó un altar al SEÑOR; fue el primer altar que él le construyó al SEÑOR.
1Sa 14:36 Después Saúl dijo: —Persigamos a los filisteos toda la noche y saqueemos sus bienes hasta el amanecer. Destruyamos hasta el último hombre. Sus hombres respondieron: —Haremos lo que mejor te parezca. Pero el sacerdote dijo: —Primero consultemos al SEÑOR.
1Sa 14:37 Entonces Saúl le preguntó a Dios: —¿Debemos perseguir a los filisteos? ¿Nos ayudarás a derrotarlos? Pero Dios no respondió ese día.
1Sa 14:38 Entonces Saúl les dijo a los líderes: —¡Algo anda mal! Que vengan aquí todos los comandantes de mi ejército. Debemos descubrir qué pecado se ha cometido hoy.
1Sa 14:39 Juro por el nombre del SEÑOR, quien rescató a Israel, que el pecador morirá, ¡aun si fuera mi propio hijo Jonatán! Pero nadie se atrevía a decirle cuál era el problema.
1Sa 14:40 Entonces Saúl dijo: —Jonatán y yo nos pondremos aquí, y todos ustedes se pondrán allá. Y el pueblo respondió a Saúl: —Lo que mejor te parezca.
1Sa 14:41 Entonces Saúl oró: —Oh, SEÑOR, Dios de Israel, por favor, muéstranos quién es culpable y quién es inocente.* Entonces hicieron un sorteo sagrado, y Jonatán y Saúl fueron señalados como los culpables, y los demás declarados inocentes.
1Sa 14:42 Después dijo Saúl: —Ahora hagan otro sorteo para señalar si es Jonatán o soy yo. Entonces, Jonatán fue indicado como el culpable.
1Sa 14:43 —Dime lo que has hecho —le preguntó Saúl a Jonatán. —Probé un poco de miel —admitió Jonatán—. Fue sólo un poco en la punta de mi vara. ¿Merece eso la muerte?
1Sa 14:44 —Sí, Jonatán —dijo Saúl—, ¡debes morir! Que Dios me castigue e incluso me mate si no mueres por esto.
1Sa 14:45 Pero la gente intervino y le dijo a Saúl: —Jonatán ganó esta gran victoria para Israel. ¿Debe morir? ¡De ningún modo! Tan cierto como que el SEÑOR vive, que ni un solo cabello de su cabeza será tocado, porque hoy Dios lo ayudó a hacer esta gran proeza. De modo que la gente salvó a Jonatán de la muerte.
1Sa 14:46 Entonces Saúl llamó a su ejército y no persiguieron más a los filisteos, y los filisteos volvieron a sus casas.
1Sa 14:47 Cuando Saúl aseguró su posición de rey sobre Israel, peleó contra sus enemigos en todas las direcciones: contra Moab, Amón, Edom, los reyes de Soba y los filisteos. Y dondequiera que iba, obtenía la victoria.*
1Sa 14:48 Realizó grandes proezas y conquistó a los amalecitas y así salvó a Israel de todos aquellos que lo habían saqueado.
1Sa 14:49 Los hijos de Saúl eran Jonatán, Isboset* y Malquisúa. También tuvo dos hijas, Merab, la mayor, y Mical.
1Sa 14:50 La esposa de Saúl era Ahinoam, la hija de Ahimaas. El comandante del ejército de Saúl era Abner, hijo de Ner, tío de Saúl.
1Sa 14:51 Cis, el padre de Saúl, y Ner, el padre de Abner, eran hijos de Abiel.
1Sa 14:52 Los israelitas pelearon constantemente con los filisteos durante toda la vida de Saúl. Así que cada vez que Saúl veía a un joven fuerte y valiente, lo reclutaba en su ejército.

sábado, 5 de mayo de 2018

LECTURA BÍBLICA 5 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    11:1-11

Mar 11:1 Mientras Jesús y los discípulos se acercaban a Jerusalén, llegaron a las ciudades de Betfagé y Betania, en el Monte de los Olivos. Jesús mandó a dos de ellos que se adelantaran.
Mar 11:2 «Vayan a la aldea que está allí —les dijo —. En cuanto entren, verán un burrito atado, que nadie ha montado jamás. Desátenlo y tráiganlo aquí.
Mar 11:3 Si alguien les pregunta: “¿Qué están haciendo?” simplemente digan: “El Señor lo necesita y él lo devolverá pronto”».
Mar 11:4 Los dos discípulos salieron y encontraron el burrito en la calle, atado frente a la puerta principal.
Mar 11:5 Mientras lo desataban, algunos que estaban allí les preguntaron: «¿Qué están haciendo, por qué desatan ese burrito?».
Mar 11:6 Ellos contestaron lo que Jesús había dicho y se les dio permiso para llevarlo.
Mar 11:7 Así que llevaron el burrito a Jesús y pusieron sus prendas encima y él se sentó allí.
Mar 11:8 Muchos de la multitud tendían sus prendas sobre el camino delante de él y otros extendían ramas frondosas que habían cortado en los campos.
Mar 11:9 Jesús estaba en el centro de la procesión, y la gente que lo rodeaba gritaba: «¡Alaben a Dios!* ¡Bendiciones al que viene en el nombre del SEÑOR!
Mar 11:10 ¡Bendiciones al reino que viene, el reino de nuestro antepasado David! ¡Alaben a Dios en el cielo más alto!»*.
Mar 11:11 Así Jesús llegó a Jerusalén y entró en el templo. Después de mirar todo detenidamente a su alrededor, salió porque ya era tarde. Después regresó a Betania con los doce discípulos.



2 CORINTIOS 4

2Co 4:1 Por lo tanto, ya que Dios, en su misericordia, nos ha dado este nuevo camino,* nunca nos damos por vencidos.
2Co 4:2 Rechazamos todas las acciones vergonzosas y los métodos turbios. No tratamos de engañar a nadie ni de distorsionar la palabra de Dios. Decimos la verdad delante de Dios, y todos los que son sinceros lo saben bien.
2Co 4:3 Si la Buena Noticia que predicamos está escondida detrás de un velo, sólo está oculta de la gente que se pierde.
2Co 4:4 Satanás, quien es el dios de este mundo, ha cegado la mente de los que no creen. Son incapaces de ver la gloriosa luz de la Buena Noticia. No entienden este mensaje acerca de la gloria de Cristo, quien es la imagen exacta de Dios.
2Co 4:5 Como ven, no andamos predicando acerca de nosotros mismos. Predicamos que Jesucristo es Señor, y nosotros somos siervos de ustedes por causa de Jesús.
2Co 4:6 Pues Dios, quien dijo: «Que haya luz en la oscuridad», hizo que esta luz brille en nuestro corazón para que podamos conocer la gloria de Dios que se ve en el rostro de Jesucristo.
2Co 4:7 Ahora tenemos esta luz que brilla en nuestro corazón, pero nosotros mismos somos como frágiles vasijas de barro que contienen este gran tesoro.* Esto deja bien claro que nuestro gran poder proviene de Dios, no de nosotros mismos.
2Co 4:8 Por todos lados nos presionan las dificultades, pero no nos aplastan. Estamos perplejos pero no caemos en la desesperación.
2Co 4:9 Somos perseguidos pero nunca abandonados por Dios. Somos derribados, pero no destruidos.
2Co 4:10 Mediante el sufrimiento, nuestro cuerpo sigue participando de la muerte de Jesús, para que la vida de Jesús también pueda verse en nuestro cuerpo.
2Co 4:11 Es cierto, vivimos en constante peligro de muerte porque servimos a Jesús, para que la vida de Jesús sea evidente en nuestro cuerpo que muere.
2Co 4:12 Así que vivimos de cara a la muerte, pero esto ha dado como resultado vida eterna para ustedes.
2Co 4:13 Sin embargo, seguimos predicando porque tenemos la misma clase de fe que tenía el salmista cuando dijo: «Creí en Dios, por tanto hablé»*.
2Co 4:14 Sabemos que Dios, quien resucitó al Señor Jesús,* también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará ante él mismo junto con ustedes.
2Co 4:15 Todo esto es para beneficio de ustedes. Y, a medida que la gracia de Dios alcance a más y más personas, habrá abundante acción de gracias, y Dios recibirá más y más gloria.
2Co 4:16 Es por esto que nunca nos damos por vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu* va renovándose cada día.
2Co 4:17 Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!
2Co 4:18 Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre.


SALMO 99

Sal 99:1 ¡El SEÑOR es rey! ¡Qué tiemblen las naciones! Está sentado en su trono, entre los querubines. ¡Qué se estremezca toda la tierra!
Sal 99:2 El SEÑOR se sienta con majestad en Jerusalén,* exaltado sobre todas las naciones.
Sal 99:3 Que ellas alaben tu nombre grande y temible. ¡Tu nombre es santo!
Sal 99:4 Rey poderoso, amante de la justicia, tú has establecido la imparcialidad. Has actuado con justicia y con rectitud en todo Israel.*
Sal 99:5 ¡Exalten al SEÑOR nuestro Dios! ¡Póstrense ante sus pies porque él es santo!
Sal 99:6 Moisés y Aarón estaban entre sus sacerdotes; Samuel también invocó su nombre. Clamaron al SEÑOR por ayuda, y él les respondió.
Sal 99:7 Habló a Israel desde la columna de nube, y los israelitas siguieron las leyes y los decretos que les dio.
Sal 99:8 Oh SEÑOR nuestro Dios, tú les respondiste; para ellos fuiste Dios perdonador, pero los castigaste cuando se desviaron.
Sal 99:9 Exalten al SEÑOR nuestro Dios y adoren en su monte santo, en Jerusalén, ¡porque el SEÑOR nuestro Dios es santo!

LECTURA PARA LA NOCHE

1 SAMUEL    11-13

1Sa 11:1 Como un mes después,* el rey Nahas de Amón dirigió a su ejército contra la ciudad israelita llamada Jabes de Galaad. Pero los habitantes de Jabes pidieron paz. —Haz un tratado con nosotros y seremos tus siervos —rogaron.
1Sa 11:2 —Está bien —dijo Nahas—, pero con una sola condición. ¡Le sacaré el ojo derecho a cada uno de ustedes para deshonrar a todo Israel!
1Sa 11:3 —¡Danos siete días para enviar mensajeros por todo Israel! —respondieron los ancianos de Jabes—. Si nadie viene a salvarnos, aceptaremos tus condiciones.
1Sa 11:4 Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá de Saúl y le contaron al pueblo acerca de su aprieto, todos se echaron a llorar.
1Sa 11:5 Saúl había estado arando un campo con sus bueyes y, cuando regresó a la ciudad, preguntó: «¿Qué les pasa? ¿Por qué están llorando?». Así que le contaron del mensaje de Jabes.
1Sa 11:6 Entonces el Espíritu de Dios vino con poder sobre Saúl y se enojó mucho.
1Sa 11:7 Así que, tomó dos bueyes, los cortó en pedazos y envió mensajeros para que los llevaran por todo Israel con el siguiente mensaje: «¡Esto es lo que le pasará a los bueyes del que se niegue a seguir a Saúl y a Samuel a la batalla!». Entonces el SEÑOR hizo que la gente tuviera miedo del enojo de Saúl, por lo tanto todos salieron a la guerra como un solo hombre.
1Sa 11:8 Cuando Saúl los movilizó en Bezec, se dio cuenta de que había trescientos mil hombres de Israel y treinta mil* de Judá.
1Sa 11:9 Entonces Saúl envió a los mensajeros de regreso a Jabes de Galaad para decir: «¡Los rescataremos mañana antes del mediodía!». Cuando llegó el mensaje, ¡hubo gran alegría en toda la ciudad!
1Sa 11:10 Así que los hombres de Jabes dijeron a sus enemigos: «Mañana iremos a ustedes y podrán hacer con nosotros lo que quieran».
1Sa 11:11 Pero a la mañana siguiente, antes del amanecer, Saúl llegó con su ejército dividido en tres destacamentos. Entonces atacó por sorpresa a los amonitas y los masacró durante toda la mañana. El resto del ejército amonita quedó tan disperso que no había dos de ellos juntos.
1Sa 11:12 Entonces la gente clamó a Samuel: —¿Ahora, dónde están esos hombres que decían: “¿Por qué debe Saúl gobernarnos?”? ¡Tráiganlos aquí y los mataremos!
1Sa 11:13 Pero Saúl respondió: —Nadie será ejecutado hoy, ¡porque este día el SEÑOR rescató a Israel!
1Sa 11:14 Luego Samuel dijo a la gente: —¡Vengan, vamos todos a Gilgal para renovar el reino!
1Sa 11:15 Así que todos fueron a Gilgal y en una ceremonia solemne delante del SEÑOR proclamaron rey a Saúl. Después ofrecieron ofrendas de paz al SEÑOR, y Saúl y todos los israelitas se llenaron de alegría..
1Sa 12:1 Entonces Samuel se dirigió a todo Israel: —He hecho lo que me han pedido y les he dado un rey.
1Sa 12:2 Ahora el rey es su líder. Estoy aquí delante de ustedes —un hombre ya viejo y canoso— y mis hijos les sirven. He sido su líder desde mi niñez hasta el día de hoy.
1Sa 12:3 Ahora testifiquen contra mí en presencia del SEÑOR y ante su ungido. ¿A quién le he robado un buey o un burro? ¿Alguna vez he estafado a alguno de ustedes? ¿Alguna vez los he oprimido? ¿Alguna vez he aceptado soborno o he pervertido la justicia? Díganmelo y corregiré cualquier cosa incorrecta que haya hecho.
1Sa 12:4 —No —le contestaron ellos—, nunca nos has engañado ni oprimido y nunca has aceptado soborno alguno.
1Sa 12:5 —El SEÑOR y su ungido son mis testigos hoy —declaró Samuel— de que mis manos están limpias. —Sí, él es nuestro testigo —respondieron.
1Sa 12:6 —Fue el SEÑOR quien designó a Moisés y a Aarón —continuó Samuel—. Él sacó a sus antepasados de la tierra de Egipto.
1Sa 12:7 Ahora, permanezcan aquí en silencio delante del SEÑOR mientras les recuerdo todas las grandes cosas que el SEÑOR ha hecho por ustedes y por sus antepasados.
1Sa 12:8 »Cuando los israelitas estaban* en Egipto y clamaron al SEÑOR, él envió a Moisés y a Aarón para rescatarlos de Egipto y traerlos a esta tierra.
1Sa 12:9 Sin embargo, los israelitas pronto se olvidaron del SEÑOR su Dios, entonces él los entregó a Sísara, el comandante del ejército de Hazor, y también a los filisteos y al rey de Moab, quienes lucharon contra ellos.
1Sa 12:10 »Entonces clamaron al SEÑOR nuevamente y confesaron: “Hemos pecado al apartarnos del SEÑOR y al rendir culto a las imágenes de Baal y Astarot. Pero te adoraremos a ti y sólo a ti si nos rescatas de nuestros enemigos”.
1Sa 12:11 Luego el SEÑOR envió a Gedeón,* a Bedán,* a Jefté y a Samuel* para salvarlos, y ustedes vivieron a salvo.
1Sa 12:12 »Pero cuando tuvieron miedo de Nahas, rey de Amón, vinieron a mí y dijeron que querían un rey para que gobernara sobre ustedes, aun cuando el SEÑOR su Dios ya era su rey.
1Sa 12:13 Está bien, aquí está el rey que han escogido. Ustedes lo pidieron y el SEÑOR se lo concedió.
1Sa 12:14 »Ahora, si ustedes temen al SEÑOR y lo adoran, si escuchan su voz y no se rebelan contra sus mandatos, entonces tanto ustedes como su rey demostrarán que reconocen al SEÑOR como su Dios.
1Sa 12:15 Pero si se rebelan contra los mandatos del SEÑOR y rehúsan escucharlo, entonces su mano será tan dura con ustedes como ha sido con sus antepasados.
1Sa 12:16 »Ahora quédense aquí y vean la maravilla que el SEÑOR está a punto de hacer.
1Sa 12:17 Ustedes saben que nunca llueve en esta época del año durante la cosecha de trigo. Le pediré al SEÑOR que hoy envíe truenos y lluvia. ¡Entonces se darán cuenta de qué tan perversos han sido al pedirle al SEÑOR un rey!
1Sa 12:18 Entonces Samuel clamó al SEÑOR, y ese mismo día envió truenos y lluvia. Y todo el pueblo quedó aterrado del SEÑOR y de Samuel.
1Sa 12:19 —¡Ora al SEÑOR tu Dios por nosotros o moriremos! —le dijeron a Samuel—. A nuestras faltas hemos agregado el pecado de pedir un rey.
1Sa 12:20 —No teman —los tranquilizó Samuel—, de verdad han hecho mal, pero ahora asegúrense de adorar al SEÑOR con todo el corazón y no le den la espalda.
1Sa 12:21 No vuelvan a rendir culto a ídolos despreciables que no pueden ayudarlos o rescatarlos, ¡son completamente inútiles!
1Sa 12:22 El SEÑOR no abandonará a su pueblo, porque eso traería deshonra a su gran nombre. Pues le agradó al SEÑOR hacerlos su pueblo.
1Sa 12:23 »En cuanto a mí, ciertamente no pecaré contra el SEÑOR al dejar de orar por ustedes. Y seguiré enseñándoles lo que es bueno y correcto.
1Sa 12:24 Por su parte, asegúrense de temer al SEÑOR y de servirlo fielmente. Piensen en todas las cosas maravillosas que él ha hecho por ustedes.
1Sa 12:25 Pero si siguen pecando, ustedes y su rey serán destruidos.
1Sa 13:1 Saúl tenía treinta* años cuando subió al trono, y reinó durante cuarenta y dos años.*
1Sa 13:2 Saúl eligió a tres mil soldados selectos del ejército de Israel y mandó a los demás hombres a casa. Llevó consigo a dos mil de los hombres escogidos a Micmas y a la zona montañosa de Betel. Los otros mil fueron con Jonatán, el hijo de Saúl, a Guibeá en la tierra de Benjamín.
1Sa 13:3 Poco tiempo después, Jonatán atacó y derrotó la guarnición de los filisteos en Geba. La noticia corrió rápidamente entre los filisteos. Entonces Saúl tocó el cuerno de carnero por toda la tierra, y dijo: «¡Hebreos, escuchen esto! ¡Levántense! ¡Sublévense!».
1Sa 13:4 Así que todo Israel oyó la noticia que Saúl había destruido la guarnición filistea en Geba y que ahora los filisteos odiaban a los israelitas más que nunca. Entonces todo el ejército israelita fue llamado para unirse a Saúl en Gilgal.
1Sa 13:5 Los filisteos reunieron un ejército poderoso de tres mil* carros de guerra, seis mil hombres para conducirlos, y ¡tantos guerreros como los granos de arena a la orilla del mar! Acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén.
1Sa 13:6 Los hombres de Israel vieron el gran aprieto en el que estaban y, como estaban fuertemente presionados por el enemigo, trataron de esconderse en cuevas, matorrales, rocas, hoyos y cisternas.
1Sa 13:7 Algunos cruzaron el río Jordán y escaparon a la tierra de Gad y de Galaad. Mientras tanto, Saúl se quedó en Gilgal, y sus hombres temblaban de miedo.
1Sa 13:8 Durante siete días Saúl esperó allí, según las instrucciones de Samuel, pero aun así Samuel no llegaba. Saúl se dio cuenta de que sus tropas habían comenzado a desertar,
1Sa 13:9 de modo que ordenó: «¡Tráiganme la ofrenda quemada y las ofrendas de paz!». Y Saúl mismo sacrificó la ofrenda quemada.
1Sa 13:10 Precisamente cuando Saúl terminaba de sacrificar la ofrenda quemada, llegó Samuel. Saúl salió a recibirlo,
1Sa 13:11 pero Samuel preguntó: —¿Qué has hecho? Saúl le contestó: —Vi que mis hombres me abandonaban, y que tú no llegabas cuando prometiste, y que los filisteos ya están en Micmas, listos para la batalla.
1Sa 13:12 Así que dije: “¡Los filisteos están listos para marchar contra nosotros en Gilgal, y yo ni siquiera he pedido ayuda al SEÑOR!”. De manera que me vi obligado a ofrecer yo mismo la ofrenda quemada antes de que tú llegaras.
1Sa 13:13 —¡Qué tontería! —exclamó Samuel—. No obedeciste al mandato que te dio el SEÑOR tu Dios. Si lo hubieras obedecido, el SEÑOR habría establecido tu reinado sobre Israel para siempre.
1Sa 13:14 Pero ahora tu reino tiene que terminar, porque el SEÑOR ha buscado a un hombre conforme a su propio corazón. El SEÑOR ya lo ha nombrado para ser líder de su pueblo, porque tú no obedeciste el mandato del SEÑOR.
1Sa 13:15 Después Samuel salió de Gilgal y siguió su camino, pero el resto de las tropas fue con Saúl a encontrarse con el ejército. De Gilgal subieron a Guibeá, en la tierra de Benjamín.* Cuando Saúl contó los hombres que todavía estaban con él, ¡descubrió que sólo quedaban seiscientos!
1Sa 13:16 Saúl, Jonatán y las tropas acampaban en Geba, en la tierra de Benjamín; mientras que los filisteos levantaron su campamento en Micmas.
1Sa 13:17 Tres destacamentos de asalto pronto salieron del campamento de los filisteos. Uno fue al norte hacia Ofra, en la tierra de Sual;
1Sa 13:18 otro fue al occidente, a Bet-horón, y el tercero avanzó hacia la frontera sobre el valle de Zeboim, cerca del desierto.
1Sa 13:19 No había herreros en la tierra de Israel en esos días. Los filisteos no los permitían, por miedo a que forjaran espadas y lanzas para los hebreos.
1Sa 13:20 Entonces cada vez que los israelitas necesitaban afilar sus rejas de arado, picos, hachas y hoces,* tenían que llevarlos a un herrero filisteo.
1Sa 13:21 (Lo que cobraban era lo siguiente: ocho gramos* de plata por afilar una reja de arado o un pico, y cuatro gramos* por afilar un hacha, una hoz o una aguijada para bueyes).
1Sa 13:22 Por eso el día de la batalla, nadie del pueblo de Israel tenía espada o lanza, excepto Saúl y Jonatán.
1Sa 13:23 El paso de Micmas, mientras tanto, había sido asegurado por un contingente del ejército filisteo.