APOSENTO ALTO

jueves, 1 de febrero de 2018

LECTURA BÍBLICA 1 DE FEBRERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    10:21-42

Mat 10:21 »Un hermano traicionará a muerte a su hermano, un padre traicionará a su propio hijo, los hijos se rebelarán contra sus padres y harán que los maten.
Mat 10:22 Y todas las naciones los odiarán a ustedes por ser mis seguidores,* pero todo el que se mantenga firme hasta el fin será salvo.
Mat 10:23 Cuando los persigan en una ciudad, huyan a la siguiente. Les digo la verdad, el Hijo del Hombre* regresará antes de que hayan llegado a todas las ciudades de Israel.
Mat 10:24 »Los alumnos* no son superiores a su maestro, y los esclavos no son superiores a su amo.
Mat 10:25 Los alumnos deben parecerse a su maestro, y los esclavos deben parecerse a su amo. Y, si a mí, el amo de la casa, me han llamado príncipe de los demonios,* a los miembros de mi casa los llamarán con nombres todavía peores.
Mat 10:26 »Pero no tengan miedo de aquellos que los amenazan; pues llegará el tiempo en que todo lo que está encubierto será revelado y todo lo secreto se dará a conocer a todos.
Mat 10:27 Lo que ahora les digo en la oscuridad grítenlo por todas partes cuando llegue el amanecer. Lo que les susurro al oído grítenlo desde las azoteas, para que todos lo escuchen.
Mat 10:28 »No teman a los que quieren matarles el cuerpo; no pueden tocar el alma. Teman sólo a Dios, quien puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno.*
Mat 10:29 ¿Cuánto cuestan dos gorriones: una moneda de cobre?* Sin embargo, ni un solo gorrión puede caer a tierra sin que el Padre lo sepa.
Mat 10:30 Y, en cuanto a ustedes, cada cabello de su cabeza está contado.
Mat 10:31 Así que no tengan miedo; para Dios ustedes son más valiosos que toda una bandada de gorriones.
Mat 10:32 »Todo aquel que me reconozca en público aquí en la tierra también lo reconoceré delante de mi Padre en el cielo.
Mat 10:33 Pero al que me niegue aquí en la tierra, también yo lo negaré delante de mi Padre en el cielo.
Mat 10:34 »¡No crean que vine a traer paz a la tierra! No vine a traer paz, sino espada.
Mat 10:35 “He venido a poner a un hombre contra su padre, a una hija contra su madre y a una nuera contra su suegra.
Mat 10:36 ¡Sus enemigos serán los miembros de su propia casa!”*.
Mat 10:37 »Si amas a tu padre o a tu madre más que a mí, no eres digno de ser mío; si amas a tu hijo o a tu hija más que a mí, no eres digno de ser mío.
Mat 10:38 Si te niegas a tomar tu cruz y a seguirme, no eres digno de ser mío.
Mat 10:39 Si te aferras a tu vida, la perderás; pero, si entregas tu vida por mí, la salvarás.
Mat 10:40 »El que los recibe a ustedes me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al Padre, quien me envió.
Mat 10:41 Si reciben a un profeta como a alguien que habla de parte de Dios,* recibirán la misma recompensa que un profeta. Y, si reciben a un justo debido a su justicia, recibirán una recompensa similar a la de él.
Mat 10:42 Y, si le dan siquiera un vaso de agua fresca a uno de mis seguidores más insignificantes, les aseguro que recibirán una recompensa».

HECHOS 15:22-41

Hch 15:22 Entonces los apóstoles y los ancianos, junto con toda la iglesia de Jerusalén, escogieron delegados y los enviaron a Antioquía de Siria con Pablo y Bernabé para que informaran acerca de esta decisión. Los delegados escogidos eran dos de los líderes de la iglesia:* Judas (también llamado Barsabás) y Silas.
Hch 15:23 La carta que llevaron decía lo siguiente: «Nosotros, los apóstoles y los ancianos, sus hermanos de Jerusalén, escribimos esta carta a los creyentes gentiles de Antioquía, Siria y Cilicia. ¡Saludos!
Hch 15:24 »Tenemos entendido que unos hombres de aquí los han perturbado e inquietado con su enseñanza, ¡pero nosotros no los enviamos!
Hch 15:25 Así que decidimos, después de llegar a un acuerdo unánime, enviarles representantes oficiales junto con nuestros amados Bernabé y Pablo,
Hch 15:26 quienes han arriesgado la vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Hch 15:27 Les enviamos a Judas y a Silas para confirmar lo que hemos decidido con relación a la pregunta de ustedes.
Hch 15:28 »Pues nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponer sobre ustedes una carga mayor que estos pocos requisitos:
Hch 15:29 deben abstenerse de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de consumir sangre o la carne de animales estrangulados y de inmoralidad sexual. Si hacen esto, harán bien. Adiós».
Hch 15:30 Los mensajeros salieron de inmediato para Antioquía, donde convocaron a una reunión general de los creyentes y entregaron la carta.
Hch 15:31 Y hubo mucha alegría en toda la iglesia ese día cuando leyeron este mensaje alentador.
Hch 15:32 Entonces Judas y Silas, ambos profetas, hablaron largo y tendido con los creyentes para animarlos y fortalecerlos en su fe.
Hch 15:33 Se quedaron allí un tiempo, y luego los creyentes los enviaron de regreso a la iglesia de Jerusalén con una bendición de paz.*
Hch 15:34 -.-
Hch 15:35 Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía. Ellos y muchos otros enseñaban y predicaban la palabra del Señor en esa ciudad.
Hch 15:36 Después de un tiempo Pablo le dijo a Bernabé: «Volvamos a visitar cada una de las ciudades donde ya antes predicamos la palabra del Señor para ver cómo andan los nuevos creyentes.
Hch 15:37 Bernabé estuvo de acuerdo y quería llevar con ellos a Juan Marcos.
Hch 15:38 Pero Pablo se opuso terminantemente ya que Juan Marcos los había abandonado en Panfilia y no había continuado con ellos en el trabajo.
Hch 15:39 Su desacuerdo fue tan intenso que se separaron. Bernabé tomó a Juan Marcos consigo y navegó hacia Chipre.
Hch 15:40 Pablo escogió a Silas y, al salir, los creyentes lo encomendaron al cuidado misericordioso del Señor.
Hch 15:41 Luego viajó por toda Siria y Cilicia, fortaleciendo a las iglesias.

SALMO 24

Sal 24:1 La tierra es del SEÑOR y todo lo que hay en ella; el mundo y todos sus habitantes le pertenecen.
Sal 24:2 Pues él echó los cimientos de la tierra sobre los mares y los estableció sobre las profundidades de los océanos.
Sal 24:3 ¿Quién puede subir al monte del SEÑOR? ¿Quién puede estar en su lugar santo?
Sal 24:4 Sólo los de manos limpias y corazón puro, que no rinden culto a ídolos y nunca dicen mentiras.
Sal 24:5 Ellos recibirán la bendición del SEÑOR y tendrán una relación correcta con Dios su salvador.
Sal 24:6 Gente así puede buscarte y adorar en tu presencia, oh Dios de Jacob. Interludio
Sal 24:7 ¡Ábranse, portones antiguos! Ábranse, puertas antiguas, y dejen que entre el Rey de gloria.
Sal 24:8 ¿Quién es el Rey de gloria? El SEÑOR, fuerte y poderoso; el SEÑOR, invencible en batalla.
Sal 24:9 ¡Ábranse, portones antiguos! Ábranse, puertas antiguas, y dejen que entre el Rey de gloria.
Sal 24:10 ¿Quién es el Rey de gloria? El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, él es el Rey de gloria. Interludio

LECTURA PARA LA NOCHE

ÉXODO 1-3

Éxo 1:1 Estos son los nombres de los hijos de Israel (es decir, Jacob) que se trasladaron a Egipto con su padre, cada uno con su familia:
Éxo 1:2 Rubén, Simeón, Leví, Judá,
Éxo 1:3 Isacar, Zabulón, Benjamín,
Éxo 1:4 Dan, Neftalí, Gad y Aser.
Éxo 1:5 En total, Jacob tuvo setenta* descendientes en Egipto, incluido José, quien ya se encontraba allí.
Éxo 1:6 Con el tiempo, José y sus hermanos murieron y toda esa generación llegó a su fin.
Éxo 1:7 Pero sus descendientes —los israelitas— tuvieron muchos hijos y nietos. De hecho, se multiplicaron tanto que llegaron a ser sumamente poderosos y llenaron todo el territorio.
Éxo 1:8 Tiempo después, subió al poder de Egipto un nuevo rey que no conocía nada de José ni de sus hechos.
Éxo 1:9 El rey le dijo a su pueblo: «Miren, el pueblo de Israel ahora es más numeroso y más fuerte que nosotros.
Éxo 1:10 Tenemos que idear un plan para evitar que los israelitas sigan multiplicándose. Si no hacemos nada, y estalla una guerra, se aliarán con nuestros enemigos, pelearán contra nosotros, y luego se escaparán del reino».*
Éxo 1:11 Por lo tanto, los egipcios esclavizaron a los israelitas y les pusieron capataces despiadados a fin de subyugarlos por medio de trabajos forzados. Los obligaron a construir las ciudades de Pitón y Ramsés como centros de almacenamiento para el rey.
Éxo 1:12 Sin embargo, cuanto más los oprimían, más los israelitas se multiplicaban y se esparcían, y tanto más se alarmaban los egipcios.
Éxo 1:13 Por eso los egipcios los hacían trabajar sin compasión.
Éxo 1:14 Les amargaban la vida forzándolos a hacer mezcla, a fabricar ladrillos y a hacer todo el trabajo del campo. Además, eran crueles en todas sus exigencias.
Éxo 1:15 Después, el faraón, rey de Egipto, dio la siguiente orden a las parteras hebreas Sifra y Puá:
Éxo 1:16 «Cuando ayuden a las mujeres hebreas en el parto, presten mucha atención durante el alumbramiento.* Si el bebé es niño, mátenlo; pero si es niña, déjenla vivir».
Éxo 1:17 Sin embargo, como las parteras temían a Dios, se negaron a obedecer las órdenes del rey, y también dejaron vivir a los varoncitos.
Éxo 1:18 Entonces el rey de Egipto mandó llamar a las parteras: —¿Por qué hicieron esto? —les preguntó—. ¿Por qué dejaron con vida a los varones?
Éxo 1:19 —Las mujeres hebreas no son como las egipcias —contestaron ellas—, son más vigorosas y dan a luz con tanta rapidez que siempre llegamos tarde.
Éxo 1:20 Por eso Dios fue bueno con las parteras, y los israelitas siguieron multiplicándose, y se hicieron cada vez más poderosos.
Éxo 1:21 Además, como las parteras temían a Dios, él les concedió su propia familia.
Éxo 1:22 Entonces el faraón dio la siguiente orden a todo su pueblo: «Tiren al río Nilo a todo niño hebreo recién nacido; pero a las niñas pueden dejarlas con vida».
Éxo 2:1 En esos días, un hombre y una mujer de la tribu de Leví se casaron.
Éxo 2:2 La mujer quedó embarazada y dio a luz un hijo. Al ver que era un niño excepcional, lo escondió durante tres meses.
Éxo 2:3 Cuando ya no pudo ocultarlo más, tomó una canasta de juncos de papiro y la recubrió con brea y resina para hacerla resistente al agua. Después puso al niño en la canasta y la acomodó entre los juncos, a la orilla del río Nilo.
Éxo 2:4 La hermana del bebé se mantuvo a cierta distancia para ver qué le pasaría al niño.
Éxo 2:5 Al poco tiempo, la hija del faraón bajó a bañarse en el río, y sus sirvientas se paseaban por la orilla. Cuando la princesa vio la canasta entre los juncos, mandó a su criada que se la trajera.
Éxo 2:6 Al abrir la canasta la princesa vio al bebé. El niño lloraba, y ella sintió lástima por él. «Seguramente es un niño hebreo», dijo.
Éxo 2:7 Entonces la hermana del bebé se acercó a la princesa. —¿Quiere que vaya a buscar a una mujer hebrea para que le amamante al bebé? —le preguntó.
Éxo 2:8 —¡Sí, consigue a una! —contestó la princesa. Entonces la muchacha fue y llamó a la madre del bebé.
Éxo 2:9 «Toma a este niño y dale el pecho por mí —le dijo la princesa a la madre del niño—. Te pagaré por tu ayuda». Así que la mujer se fue con el bebé a su casa y lo amamantó.
Éxo 2:10 Años más tarde, cuando el niño creció, ella se lo devolvió a la hija del faraón, quien lo adoptó como su propio hijo y lo llamó Moisés,* pues explicó: «Lo saqué del agua».
Éxo 2:11 Muchos años después, cuando ya era adulto, Moisés salió a visitar a los de su propio pueblo, a los hebreos, y vio con cuánta dureza los obligaban a trabajar. Durante su visita, vio que un egipcio golpeaba a uno de sus compatriotas hebreos.
Éxo 2:12 Entonces Moisés miró a todos lados para asegurarse de que nadie lo observaba, y mató al egipcio y escondió el cuerpo en la arena.
Éxo 2:13 Al día siguiente, cuando Moisés salió de nuevo a visitar a los de su pueblo, vio a dos hebreos peleando. —¿Por qué le pegas a tu amigo? —le preguntó Moisés al que había empezado la pelea.
Éxo 2:14 El hombre le contestó: —¿Quién te nombró para ser nuestro príncipe y juez? ¿Vas a matarme como mataste ayer al egipcio? Entonces Moisés se asustó y pensó: «Todos saben lo que hice».
Éxo 2:15 Efectivamente, el faraón se enteró de lo que había ocurrido y trató de matar a Moisés; pero él huyó del faraón y se fue a vivir a la tierra de Madián. Cuando Moisés llegó a Madián, se sentó junto a un pozo.
Éxo 2:16 El sacerdote de Madián tenía siete hijas, quienes fueron al pozo como de costumbre para sacar agua y llenar los bebederos para los rebaños de su padre.
Éxo 2:17 Pero llegaron unos pastores y las echaron de allí. Entonces Moisés se levantó de un salto y las rescató de los pastores. Luego sacó agua para los rebaños de las muchachas.
Éxo 2:18 Cuando las jóvenes regresaron a la casa de Reuel, su padre, él les preguntó: —¿Por qué hoy han regresado tan pronto?
Éxo 2:19 —Un egipcio nos rescató de los pastores —contestaron ellas—; después nos sacó agua y dio de beber a nuestros rebaños.
Éxo 2:20 —¿Y dónde está ese hombre? —les preguntó el padre—. ¿Por qué lo dejaron allí? Invítenlo a comer con nosotros.
Éxo 2:21 Moisés aceptó la invitación y se estableció allí con Reuel. Con el tiempo, Reuel le entregó a su hija Séfora por esposa.
Éxo 2:22 Más tarde, ella dio a luz un hijo, y Moisés lo llamó Gersón,* pues explicó: «He sido un extranjero en tierra extraña».
Éxo 2:23 Con el paso de los años, el rey de Egipto murió; pero los israelitas seguían gimiendo bajo el peso de la esclavitud. Clamaron por ayuda, y su clamor subió hasta Dios,
Éxo 2:24 quien oyó sus gemidos y se acordó del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob.
Éxo 2:25 Miró desde lo alto a los hijos de Israel y supo que ya había llegado el momento de actuar.*
Éxo 3:1 Cierto día Moisés se encontraba apacentando el rebaño de su suegro, Jetro,* quien era sacerdote de Madián. Llevó el rebaño al corazón del desierto y llegó al Sinaí,* el monte de Dios.
Éxo 3:2 Allí el ángel del SEÑOR se le apareció en un fuego ardiente, en medio de una zarza. Moisés se quedo mirando lleno de asombro porque aunque la zarza estaba envuelta en llamas, no se consumía.
Éxo 3:3 «Esto es increíble —se dijo a sí mismo—. ¿Por qué esa zarza no se consume? Tengo que ir a verla de cerca».
Éxo 3:4 Cuando el SEÑOR vio que Moisés se acercaba para observar mejor, Dios lo llamó desde el medio de la zarza: —¡Moisés! ¡Moisés! —Aquí estoy —respondió él.
Éxo 3:5 —No te acerques más —le advirtió el SEÑOR—. Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa.
Éxo 3:6 Yo soy el Dios de tu padre,* el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Cuando Moisés oyó esto, se cubrió el rostro porque tenía miedo de mirar a Dios.
Éxo 3:7 Luego el SEÑOR le dijo: —Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. He oído sus gritos de angustia a causa de la crueldad de sus capataces. Estoy al tanto de sus sufrimientos.
Éxo 3:8 Por eso he descendido para rescatarlos del poder de los egipcios, sacarlos de Egipto y llevarlos a una tierra fértil y espaciosa. Es una tierra donde fluyen la leche y la miel, la tierra donde actualmente habitan los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos.
Éxo 3:9 ¡Mira! El clamor de los israelitas me ha llegado y he visto con cuánta crueldad abusan de ellos los egipcios.
Éxo 3:10 Ahora ve, porque te envío al faraón. Tú vas a sacar de Egipto a mi pueblo Israel.
Éxo 3:11 Pero Moisés protestó: —¿Quién soy yo para presentarme ante el faraón? ¿Quién soy yo para sacar de Egipto al pueblo de Israel?
Éxo 3:12 Dios contestó: —Yo estaré contigo. Y esta es la señal para ti de que yo soy quien te envía: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, adorarán a Dios en este mismo monte.
Éxo 3:13 Pero Moisés volvió a protestar: —Si voy a los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”, ellos me preguntarán: “¿Y cuál es el nombre de ese Dios?”. Entonces, ¿qué les responderé? Dios le contestó a Moisés:
Éxo 3:14 —YO SOY EL QUE SOY.* Dile esto al pueblo de Israel: “YO SOY me ha enviado a ustedes”.
Éxo 3:15 Dios también le dijo a Moisés: —Así dirás al pueblo de Israel: “Yahveh,* el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes. Este es mi nombre eterno, el nombre que deben recordar por todas las generaciones”.
Éxo 3:16 »Ahora ve y reúne a los ancianos de Israel y diles: “El SEÑOR, el Dios de sus antepasados —el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob— se me apareció y me dijo: ‘He estado observando de cerca y veo el trato que reciben de los egipcios.
Éxo 3:17 Prometí rescatarlos de la opresión que sufren en Egipto. Los llevaré a una tierra donde fluyen la leche y la miel, la tierra donde actualmente habitan los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos’ ”.
Éxo 3:18 »Los ancianos de Israel aceptarán tu mensaje. Entonces tú y los ancianos se presentarán ante el rey de Egipto y le dirán: “El SEÑOR, Dios de los hebreos, vino a nuestro encuentro. Así que permítenos, por favor, hacer un viaje de tres días al desierto para ofrecer sacrificios al SEÑOR, nuestro Dios”.
Éxo 3:19 »Pero yo sé que el rey de Egipto no los dejará ir a menos que sea forzado por una mano poderosa.*
Éxo 3:20 Así que levantaré mi mano y heriré a los egipcios con todo tipo de milagros que realizaré entre ellos. Entonces, al fin, el faraón los dejará ir.
Éxo 3:21 Además haré que los egipcios los miren con agrado. Les darán obsequios cuando salgan, de modo que no se irán con las manos vacías.
Éxo 3:22 Toda mujer israelita pedirá a sus vecinas egipcias y a las mujeres extranjeras que vivan con ellas toda clase de objetos de plata y de oro, y prendas costosas. Con estos vestirán a sus hijos e hijas. Así despojarán a los egipcios de sus riquezas.

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