APOSENTO ALTO

jueves, 25 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 25 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    16

Mar 16:1 El sábado al atardecer, cuando terminó el día de descanso, María Magdalena, Salomé y María, la madre de Santiago, fueron a comprar especias para el entierro, a fin de ungir el cuerpo de Jesús.
Mar 16:2 El domingo por la mañana* muy temprano, justo al amanecer, fueron a la tumba.
Mar 16:3 En el camino, se preguntaban unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada de la tumba?».
Mar 16:4 Pero, cuando llegaron, se fijaron y vieron que la piedra, que era muy grande, ya estaba corrida.
Mar 16:5 Cuando entraron en la tumba, vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado al lado derecho. Las mujeres estaban asustadas,
Mar 16:6 pero el ángel les dijo: «No se alarmen. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret,* el que fue crucificado. ¡No está aquí! ¡Ha resucitado! Miren, aquí es donde pusieron su cuerpo.
Mar 16:7 Ahora vayan y cuéntenles a sus discípulos, incluido Pedro, que Jesús va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal como les dijo antes de morir».
Mar 16:8 Las mujeres, desconcertadas, huyeron temblando de la tumba y no dijeron nada a nadie porque estaban muy asustadas.*
Mar 16:9 *Después de que Jesús resucitó el domingo por la mañana temprano, la primera persona que lo vio fue María Magdalena, la mujer de quien él había expulsado siete demonios.
Mar 16:10 Ella fue a ver a los discípulos, quienes estaban lamentándose y llorando, y les dijo lo que había sucedido.
Mar 16:11 Pero, cuando les dijo que Jesús estaba vivo y que lo había visto, ellos no le creyeron.
Mar 16:12 Tiempo después, Jesús se apareció en otra forma a dos de sus seguidores que iban caminando desde Jerusalén hacia el campo.
Mar 16:13 Ellos regresaron corriendo para contárselo a los demás, pero ninguno les creyó.
Mar 16:14 Incluso más tarde, se apareció a los once discípulos mientras comían juntos. Los reprendió por su obstinada incredulidad, porque se habían negado a creer a los que lo habían visto después de que resucitó.*
Mar 16:15 Y entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos.
Mar 16:16 El que crea y sea bautizado será salvo. Pero el que se niegue a creer, será condenado.
Mar 16:17 Estas señales milagrosas acompañarán a los que creen: expulsarán demonios en mi nombre y hablarán nuevos idiomas.*
Mar 16:18 Podrán tomar serpientes en las manos sin que nada les pase y, si beben algo venenoso, no les hará daño. Pondrán sus manos sobre los enfermos, y ellos sanarán».
Mar 16:19 Cuando el Señor Jesús terminó de hablar con ellos, fue levantado al cielo y se sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios.
Mar 16:20 Y los discípulos fueron por todas partes y predicaron, y el Señor actuaba por medio de ellos confirmando con muchas señales milagrosas lo que decían.



GÁLATAS 6

Gál 6:1 Amados hermanos, si otro creyente* está dominado por algún pecado, ustedes, que son espirituales, deberían ayudarlo a volver al camino recto con ternura y humildad. Y tengan mucho cuidado de no caer ustedes en la misma tentación.
Gál 6:2 Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de esa manera la ley de Cristo.
Gál 6:3 Si te crees demasiado importante para ayudar a alguien, sólo te engañas a ti mismo. No eres tan importante.
Gál 6:4 Presta mucha atención a tu propio trabajo, porque entonces obtendrás la satisfacción de haber hecho bien tu labor y no tendrás que compararte con nadie.
Gál 6:5 Pues cada uno es responsable de su propia conducta.
Gál 6:6 Los que reciben enseñanza de la palabra de Dios deberían proveer a las necesidades de sus maestros, compartiendo todas las cosas buenas con ellos.
Gál 6:7 No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra.
Gál 6:8 Los que viven sólo para satisfacer los deseos de su propia naturaleza pecaminosa cosecharán, de esa naturaleza, destrucción y muerte. Pero los que viven para agradar al Espíritu, del Espíritu, cosecharán vida eterna.
Gál 6:9 Así que no nos cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharemos numerosas bendiciones si no nos damos por vencidos.
Gál 6:10 Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos el bien a todos, en especial a los de la familia de la fe.
Gál 6:11 FÍJENSE QUE USO LETRAS GRANDES PARA ESCRIBIRLES DE MI PROPIO PUÑO Y LETRA ESTAS ÚLTIMAS PALABRAS.
Gál 6:12 Los que tratan de obligarlos a circuncidarse lo hacen para quedar bien con otros. No quieren ser perseguidos por enseñar que sólo la cruz de Cristo salva.
Gál 6:13 Ni siquiera los que luchan a favor de la circuncisión cumplen toda la ley. Sólo quieren que ustedes se circunciden para poder jactarse de ello y decir a todos que ustedes son sus discípulos.
Gál 6:14 En cuanto a mí, que nunca me jacte de otra cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Debido a esa cruz*, mi interés por este mundo fue crucificado y el interés del mundo por mí también ha muerto.
Gál 6:15 No importa si fuimos o no circuncidados. Lo que importa es que hayamos sido transformados en una creación nueva.
Gál 6:16 Que la paz y la misericordia de Dios sean con todos los que viven según ese principio; ellos son el nuevo pueblo de Dios.*
Gál 6:17 De ahora en adelante, que nadie me cause problemas con esas cosas. Pues yo llevo, en mi cuerpo, cicatrices que muestran que pertenezco a Jesús.
Gál 6:18 Amados hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con el espíritu de cada uno de ustedes. Amén.


SALMO 118

Sal 118:1 ¡Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre.
Sal 118:2 Que todo Israel repita: «Su fiel amor perdura para siempre».
Sal 118:3 Que los descendientes de Aarón, los sacerdotes, repitan: «Su fiel amor perdura para siempre».
Sal 118:4 Que todos los que temen al SEÑOR repitan: «Su fiel amor perdura para siempre».
Sal 118:5 En mi angustia oré al SEÑOR, y el SEÑOR me respondió y me liberó.
Sal 118:6 El SEÑOR está de mi parte, por tanto, no temeré; ¿qué me puede hacer un simple mortal?
Sal 118:7 Así es, el SEÑOR está de mi parte; él me ayudará; miraré triunfante a los que me odian.
Sal 118:8 Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en la gente.
Sal 118:9 Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en príncipes.
Sal 118:10 Aunque me rodearon naciones hostiles, las destruí a todas con la autoridad del SEÑOR.
Sal 118:11 Así fue, me rodearon y me atacaron, pero las destruí a todas con la autoridad del SEÑOR.
Sal 118:12 Me rodearon como un enjambre de abejas; se enardecieron contra mí como un fuego crepitante; pero las destruí a todas con la autoridad del SEÑOR.
Sal 118:13 Mis enemigos hicieron todo lo posible para matarme, pero el SEÑOR me rescató.
Sal 118:14 El SEÑOR es mi fuerza y mi canción; me ha dado la victoria.
Sal 118:15 Se entonan canciones de alegría y de victoria en el campamento de los justos. ¡El fuerte brazo derecho del SEÑOR ha hecho proezas gloriosas!
Sal 118:16 El fuerte brazo derecho del SEÑOR se levanta triunfante. ¡El fuerte brazo derecho del SEÑOR ha hecho proezas gloriosas!
Sal 118:17 No moriré; sino que viviré para contar lo que hizo el SEÑOR.
Sal 118:18 El SEÑOR me castigó severamente, pero no me dejó morir.
Sal 118:19 Ábranme las puertas por donde entran los justos, y entraré y daré gracias al SEÑOR.
Sal 118:20 Estas puertas conducen a la presencia del SEÑOR y los justos entran allí.
Sal 118:21 Te doy gracias por contestar mi oración, ¡y por darme la victoria!
Sal 118:22 La piedra que los constructores rechazaron ahora se ha convertido en la piedra principal.
Sal 118:23 Esto es obra del SEÑOR y es maravilloso verlo.
Sal 118:24 Este es el día que hizo el SEÑOR; nos gozaremos y alegraremos en él.
Sal 118:25 Te rogamos, SEÑOR, por favor, sálvanos. Te rogamos por favor, SEÑOR, haznos triunfar.
Sal 118:26 Bendigan al que viene en el nombre del SEÑOR. Desde la casa del SEÑOR, los bendecimos.
Sal 118:27 El SEÑOR es Dios y brilla sobre nosotros. Lleven el sacrificio y átenlo con cuerdas sobre el altar.
Sal 118:28 ¡Tú eres mi Dios y te alabaré! ¡Eres mi Dios y te exaltaré!
Sal 118:29 ¡Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre.

LECTURA PARA LA NOCHE

2 SAMUEL    23-24

2Sa 23:1 Estas son las últimas palabras de David: «David, hijo de Isaí; David, el hombre que fue elevado tan alto; David, el hombre ungido por el Dios de Jacob; David, el dulce salmista de Israel,* declara:
2Sa 23:2 »El Espíritu del SEÑOR habla por medio de mí; sus palabras están en mi lengua.
2Sa 23:3 El Dios de Israel habló, la Roca de Israel me dijo: “El que gobierna con justicia y gobierna en el temor de Dios,
2Sa 23:4 es como la luz de la mañana al amanecer, como una mañana sin nubes, como el brillar del sol sobre la hierba nueva después de la lluvia”.
2Sa 23:5 »¿Acaso no es a mi familia que Dios ha elegido? Sí, ha hecho un pacto eterno conmigo. Su pacto está arreglado y asegurado hasta el último detalle; él garantizará mi seguridad y mi éxito.
2Sa 23:6 Pero los que no conocen a Dios son como espinos que se desechan, porque desgarran la mano que los toca.
2Sa 23:7 Se deben usar herramientas de hierro para cortarlos; serán completamente consumidos por fuego».
2Sa 23:8 Estos son los nombres de los guerreros más valientes de David. El primero era Jasobeam el hacmonita,* quien era el líder de los Tres,* los tres guerreros más valientes entre los hombres de David. Una vez utilizó su lanza para matar a ochocientos guerreros enemigos en una sola batalla.*
2Sa 23:9 El siguiente en rango entre los Tres era Eleazar, hijo de Dodai, un descendiente de Ahoa. Una vez Eleazar y David juntos les hicieron frente a los filisteos cuando todo el ejército israelita había huido.
2Sa 23:10 Siguió matando a filisteos hasta que se le cansó la mano para levantar su espada, y ese día el SEÑOR le dio una gran victoria. ¡El resto del ejército regresó recién a la hora de recoger el botín!
2Sa 23:11 El siguiente en rango era Sama, hijo de Age, de Arar. Cierta vez los filisteos se reunieron en Lehí y atacaron a los israelitas en un campo lleno de lentejas. El ejército israelita huyó,
2Sa 23:12 pero Sama* no cedió terreno en medio del campo e hizo retroceder a los filisteos. Así que el SEÑOR le dio una gran victoria.
2Sa 23:13 Cierta vez durante la cosecha, cuando David estaba en la cueva de Adulam, el ejército filisteo estaba acampado en el valle de Refaím. Los Tres (que formaban parte de los Treinta, un grupo selecto entre los hombres de guerra de David) descendieron a la cueva para encontrarse con él.
2Sa 23:14 En aquel tiempo, David se alojaba en la fortaleza, y un destacamento filisteo había ocupado la ciudad de Belén.
2Sa 23:15 David les comentó a sus hombres un vivo deseo: «¡Ah, cómo me gustaría tomar un poco de esa buena agua del pozo que está junto a la puerta de Belén!».
2Sa 23:16 Entonces los Tres atravesaron las líneas filisteas, sacaron agua del pozo junto a la puerta de Belén y se la llevaron a David. Pero David rehusó tomarla, en cambio la derramó como ofrenda al SEÑOR.
2Sa 23:17 «¡No permita el SEÑOR que la beba! —exclamó—. Esta agua es tan preciosa como la sangre de estos hombres* que arriesgaron la vida para traérmela». De manera que David no la tomó. Estos son ejemplos de las hazañas de los Tres.
2Sa 23:18 Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab, era el líder de los Treinta.* En una ocasión usó su lanza para matar a trescientos guerreros enemigos en una sola batalla. Fue por hazañas como ésta que se hizo tan famoso como los Tres.
2Sa 23:19 Abisai era el comandante y el más famoso de los Treinta* aunque no era uno de los Tres.
2Sa 23:20 Estaba también Benaía, hijo de Joiada, un valiente guerrero* de Cabseel, quien hizo muchas proezas heroicas, entre ellas mató a dos campeones* de Moab. En otra ocasión, en un día de mucha nieve, Benaía persiguió a un león hasta un hoyo y lo mató.
2Sa 23:21 Otra vez, armado solamente con un palo, mató a un gran guerrero egipcio que estaba armado con una lanza. Benaía arrancó la lanza de la mano del egipcio y lo mató con ella.
2Sa 23:22 Hazañas como éstas hicieron a Benaía tan famoso como los Tres, los guerreros más valientes.
2Sa 23:23 Recibió más honores que los demás miembros de los Treinta, aunque no era uno de los Tres. Además David lo nombró capitán de su escolta.
2Sa 23:24 Los demás miembros de los Treinta incluían a: Asael, hermano de Joab; Elhanán, hijo de Dodo, de Belén;
2Sa 23:25 Sama de Harod; Elica, hijo de Harod;
2Sa 23:26 Heles de Pelón;* Ira, hijo de Iques, de Tecoa;
2Sa 23:27 Abiezer de Anatot; Sibecai* de Husa;
2Sa 23:28 Salmón de Ahoh; Maharai de Netofa;
2Sa 23:29 Heled,* hijo de Baana, de Netofa; Itai,* hijo de Ribai, de Guibeá (de la tierra de Benjamín);
2Sa 23:30 Benaía de Piratón; Hurai* de Nahale-gaas;*
2Sa 23:31 Abi-albón de Arabá; Azmavet de Bahurim;
2Sa 23:32 Eliaba de Saalbim; los hijos de Jasén; Jonatán,
2Sa 23:33 hijo de Sage,* de Arar; Ahíam, hijo de Sarar, de Arar;
2Sa 23:34 Elifelet, hijo de Ahasbai, de Maaca; Eliam, hijo de Ahitofel, de Gilo;
2Sa 23:35 Hezro de Carmelo; Paarai de Arba;
2Sa 23:36 Igal, hijo de Natán, de Soba; Bani de Gad;
2Sa 23:37 Selec de Amón; Naharai de Beerot, escudero de Joab;
2Sa 23:38 Ira de Jatir; Gareb de Jatir;
2Sa 23:39 Urías el hitita. En total eran treinta y siete.
2Sa 24:1 Una vez más el enojo del SEÑOR ardió contra Israel, y provocó que David les hiciera daño al levantar un censo. «Ve y cuenta a las personas de Israel y Judá», le dijo el SEÑOR.
2Sa 24:2 Entonces el rey les dijo a Joab y a los comandantes* del ejército: —Hagan un censo de todas las tribus de Israel, desde Dan en el norte hasta Beerseba en el sur, para que yo sepa cuánta gente hay.
2Sa 24:3 Pero Joab le respondió al rey: —¡Que el SEÑOR su Dios le dé vida para ver cien veces más personas de las que hay ahora! ¿Pero por qué, mi señor el rey, quiere usted hacer tal cosa?
2Sa 24:4 Sin embargo, el rey insistió en que levantaran el censo, así que Joab y los comandantes del ejército salieron y contaron al pueblo de Israel.
2Sa 24:5 Primero cruzaron el Jordán y acamparon en Aroer, al sur de la ciudad en el valle, en dirección a Gad. Luego fueron a Jazer,
2Sa 24:6 después a Galaad en la tierra de Tahtim-hodsi* y a Danjaán y hasta Sidón.
2Sa 24:7 Luego llegaron a la fortaleza de Tiro y a todas las ciudades de los heveos y los cananeos. Finalmente, fueron al sur de Judá* aun hasta Beerseba.
2Sa 24:8 Habiendo recorrido toda la tierra durante nueve meses y veinte días, regresaron a Jerusalén.
2Sa 24:9 Joab informó el número de personas al rey. Había en Israel ochocientos mil guerreros competentes que podían manejar una espada, y además quinientos mil en Judá.
2Sa 24:10 Pero después de haber levantado el censo, a David le comenzó a remorder la conciencia, y le dijo al SEÑOR: «He pecado grandemente al haber cometido el censo. SEÑOR, te ruego que perdones mi culpa por haber cometido esta tontería».
2Sa 24:11 A la mañana siguiente, la palabra del SEÑOR vino al profeta Gad, quien era el vidente de David, y le dio este mensaje:
2Sa 24:12 «Ve y dile a David: “Esto dice el SEÑOR: te doy tres opciones; escoge uno de estos castigos, y yo te lo impondré”».
2Sa 24:13 De modo que Gad fue a ver a David y le preguntó: —¿Vas a elegir tres* años de hambre en toda la tierra, o tres meses de huir de tus enemigos, o tres días de una terrible plaga por todo el país? Piénsalo bien y decide qué respuesta debo darle al SEÑOR, quien me envió.
2Sa 24:14 —¡Estoy en una situación desesperada! —le respondió David a Gad—. Mejor que caigamos nosotros en las manos del SEÑOR, porque su misericordia es grande, y que no caiga yo en manos humanas.
2Sa 24:15 Por lo tanto, el SEÑOR mandó una plaga sobre Israel esa mañana que duró tres días.* Un total de setenta mil personas murieron en toda la nación, desde Dan en el norte hasta Beerseba en el sur.
2Sa 24:16 Sin embargo, cuando el ángel se disponía a destruir Jerusalén, el SEÑOR desistió y le dijo al ángel de la muerte: «¡Detente! ¡Ya es suficiente!». En ese momento el ángel del SEÑOR estaba junto al campo de trillar de Arauna el jebuseo.
2Sa 24:17 Cuando David vio al ángel, le dijo al SEÑOR: «¡Soy yo el que pecó e hizo el mal! Pero estas personas son tan inocentes como ovejas, ¿qué han hecho? Que tu enojo caiga sobre mí y mi familia».
2Sa 24:18 Ese día, Gad fue a ver a David y le dijo: «Sube y edifica un altar al SEÑOR en el campo de trillar de Arauna el jebuseo».
2Sa 24:19 Así que David subió para hacer lo que el SEÑOR le había ordenado.
2Sa 24:20 Cuando Arauna vio al rey y a sus hombres acercándose, salió y se inclinó ante el rey rostro en tierra.
2Sa 24:21 —¿Por qué ha venido, mi señor el rey? —preguntó Arauna. David le contestó: —Vine a comprar tu campo de trillar y a edificar allí un altar al SEÑOR, para que él detenga la plaga.
2Sa 24:22 —Tómela, mi señor el rey, y úsela como usted quiera —le respondió Arauna a David—. Aquí hay bueyes para la ofrenda quemada, y puede usar los tablones de trillar y los yugos de los bueyes como leña para hacer un fuego sobre el altar.
2Sa 24:23 Le daré todo a usted, su majestad, y que el SEÑOR su Dios acepte su sacrificio.
2Sa 24:24 Pero el rey le respondió a Arauna: —No, sino que insisto en comprarla, no le presentaré ofrendas quemadas al SEÑOR mi Dios que no me hayan costado nada. De modo que David le pagó cincuenta piezas de plata* por el campo de trillar y por los bueyes.
2Sa 24:25 Allí David edificó un altar al SEÑOR y sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Y el SEÑOR contestó la oración que hizo por la tierra, y se detuvo la plaga que azotaba a Israel.

miércoles, 24 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 24 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    15:42-47

Mar 15:42 Todo eso sucedió el viernes —el día de preparación* —anterior al día de descanso. Al acercarse la noche,
Mar 15:43 José de Arimatea se arriesgó y fue a ver a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. (José era miembro honorable del Concilio Supremo y esperaba la venida del reino de Dios).
Mar 15:44 Pilato no podía creer que Jesús ya hubiera muerto, así que llamó al oficial romano y le preguntó si ya había muerto.
Mar 15:45 El oficial lo confirmó, así que Pilato le dijo a José que podía llevarse el cuerpo.
Mar 15:46 José compró un largo lienzo de lino. Luego bajó el cuerpo de Jesús de la cruz, lo envolvió en el lienzo y lo colocó en una tumba que había sido tallada en la roca. Después hizo rodar una piedra en la entrada.
Mar 15:47 María Magdalena y María, la madre de José, vieron dónde ponían el cuerpo de Jesús.



GÁLATAS 5:13-26

Gál 5:13 Pues ustedes, mis hermanos, han sido llamados a vivir en libertad. Pero no usen esa libertad para satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa. Al contrario, usen la libertad para servirse unos a otros por amor.
Gál 5:14 Pues toda la ley puede resumirse en un solo mandato: «Ama a tu prójimo como a ti mismo»*.
Gál 5:15 Pero, si están siempre mordiéndose y devorándose unos a otros, ¡tengan cuidado! Corren peligro de destruirse unos a otros.
Gál 5:16 Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa.
Gál 5:17 La naturaleza pecaminosa desea hacer el mal, que es precisamente lo contrario de lo que quiere el Espíritu. Y el Espíritu nos da deseos que se oponen a lo que desea la naturaleza pecaminosa. Estas dos fuerzas luchan constantemente entre sí, entonces ustedes no son libres para llevar a cabo sus buenas intenciones.
Gál 5:18 Pero, cuando los guía el Espíritu, ya no están obligados a cumplir la ley de Moisés.
Gál 5:19 Cuando ustedes siguen los deseos de la naturaleza pecaminosa, los resultados son más que claros: inmoralidad sexual, impureza, pasiones sensuales,
Gál 5:20 idolatría, hechicería, hostilidad, peleas, celos, arrebatos de furia, ambición egoísta, discordias, divisiones,
Gál 5:21 envidia, borracheras, fiestas desenfrenadas y otros pecados parecidos. Permítanme repetirles lo que les dije antes: cualquiera que lleve esa clase de vida no heredará el reino de Dios.
Gál 5:22 Pero la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad,
Gál 5:23 humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!
Gál 5:24 Los que pertenecen a Cristo Jesús han clavado en la cruz las pasiones y los deseos de la naturaleza pecaminosa y los han crucificado allí.
Gál 5:25 Ya que vivimos por el Espíritu, sigamos la guía del Espíritu en cada aspecto de nuestra vida.
Gál 5:26 No nos hagamos vanidosos ni nos provoquemos unos a otros ni tengamos envidia unos de otros.


SALMO 117

Sal 117:1 Alaben al SEÑOR, todas ustedes, las naciones. Todos los pueblos de la tierra, alábenlo.
Sal 117:2 Pues nos ama con amor inagotable; la fidelidad del SEÑOR permanece para siempre. ¡Alabado sea el SEÑOR!

LECTURA PARA LA NOCHE

2 SAMUEL    22

2Sa 22:1 David entonó este cántico al SEÑOR el día que el SEÑOR lo rescató de todos sus enemigos y de Saúl.
2Sa 22:2 Cantó así: «El SEÑOR es mi roca, mi fortaleza y mi salvador;
2Sa 22:3 mi Dios, mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro. Él es mi refugio, mi salvador, el que me libra de la violencia.
2Sa 22:4 Clamé al SEÑOR, quien es digno de alabanza, y me salvó de mis enemigos.
2Sa 22:5 »Las olas de la muerte me envolvieron; me arrasó una inundación devastadora.
2Sa 22:6 La tumba* me envolvió con sus cuerdas; la muerte me tendió una trampa en el camino.
2Sa 22:7 Pero en mi angustia, clamé al SEÑOR; sí, clamé a Dios por ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos.
2Sa 22:8 »Entonces la tierra se estremeció y tembló; se sacudieron los cimientos de los cielos; temblaron a causa de su enojo.
2Sa 22:9 De su nariz salía humo a raudales, de su boca saltaban violentas llamas de fuego; carbones encendidos se disparaban de él.
2Sa 22:10 Abrió los cielos y descendió; había oscuras nubes de tormenta debajo de sus pies.
2Sa 22:11 Voló montado sobre un poderoso ser angelical,* remontándose* sobre las alas del viento.
2Sa 22:12 Se envolvió con un manto de oscuridad y ocultó su llegada con densas nubes de lluvia.
2Sa 22:13 Un gran resplandor brilló alrededor de él, y carbones encendidos* se dispararon.
2Sa 22:14 El SEÑOR retumbó desde el cielo; la voz del Altísimo resonó.
2Sa 22:15 Disparó flechas y dispersó a sus enemigos; destelló su relámpago, y ellos quedaron confundidos.
2Sa 22:16 Luego, a la orden del SEÑOR, a la ráfaga de su aliento, pudo verse el fondo del mar, y los cimientos de la tierra quedaron al descubierto.
2Sa 22:17 »Él extendió la mano desde el cielo y me rescató; me sacó de aguas profundas.
2Sa 22:18 Me rescató de mis enemigos poderosos, de los que me odiaban y eran demasiado fuertes para mí.
2Sa 22:19 Me atacaron en un momento de angustia, pero el SEÑOR me sostuvo.
2Sa 22:20 Me condujo a un lugar seguro; me rescató porque en mí se deleita.
2Sa 22:21 El SEÑOR me recompensó por hacer lo correcto; me restauró debido a mi inocencia.
2Sa 22:22 Pues he permanecido en los caminos del SEÑOR; no me he apartado de mi Dios para seguir el mal.
2Sa 22:23 He seguido todas sus ordenanzas, nunca he abandonado sus decretos.
2Sa 22:24 Soy intachable delante de Dios; me he abstenido del pecado.
2Sa 22:25 El SEÑOR me recompensó por hacer lo correcto; ha visto mi inocencia.
2Sa 22:26 »Con los fieles te muestras fiel; a los íntegros les muestras integridad.
2Sa 22:27 Con los puros te muestras puro, pero te muestras hostil con los perversos.
2Sa 22:28 Rescatas al humilde, pero tus ojos observan al orgulloso y lo humillas.
2Sa 22:29 Oh SEÑOR, tú eres mi lámpara; el SEÑOR ilumina mi oscuridad.
2Sa 22:30 Con tu fuerza puedo aplastar a un ejército; con mi Dios puedo escalar cualquier muro.
2Sa 22:31 »El camino de Dios es perfecto. Todas las promesas del SEÑOR demuestran ser verdaderas. Él es escudo para todos los que buscan su protección.
2Sa 22:32 Pues, ¿quién es Dios aparte del SEÑOR? ¿Quién más que nuestro Dios es una roca sólida?
2Sa 22:33 Dios es mi fortaleza firme, y hace perfecto mi camino.
2Sa 22:34 Me hace andar tan seguro como un ciervo, para que pueda pararme en las alturas de las montañas.
2Sa 22:35 Entrena mis manos para la batalla; fortalece mi brazo para tensar un arco de bronce.
2Sa 22:36 Me has dado tu escudo de victoria; tu ayuda* me ha engrandecido.
2Sa 22:37 Has trazado un camino ancho para mis pies a fin de evitar que resbalen.
2Sa 22:38 »Perseguí a mis enemigos y los destruí; no paré hasta verlos derrotados.
2Sa 22:39 Los consumí; los herí de muerte para que no pudieran levantarse; cayeron debajo de mis pies.
2Sa 22:40 Me has armado de fuerza para la batalla; has sometido a mis enemigos debajo de mis pies.
2Sa 22:41 Pusiste mi pie sobre su cuello; destruí a todos los que me odiaban.
2Sa 22:42 Buscaron ayuda, pero nadie fue a rescatarlos. Hasta clamaron al SEÑOR, pero él se negó a responder.
2Sa 22:43 Los molí tan fino como el polvo de la tierra; los pisoteé* dentro de la zanja como si fueran mugre.
2Sa 22:44 »Me diste la victoria sobre los que me acusaban. Me preservaste como gobernante de naciones; ahora me sirve gente que ni siquiera conozco.
2Sa 22:45 Naciones extranjeras se arrastran ante mí; en cuanto oyen hablar de mí, se rinden.
2Sa 22:46 Todas pierden el valor y salen temblando* desde sus fortalezas.
2Sa 22:47 »¡El SEÑOR vive! ¡Alabanzas a mi Roca! ¡Exaltado sea Dios, la Roca de mi salvación!
2Sa 22:48 Él es el Dios que da su merecido a los que me dañan; él derriba a las naciones y las pone bajo mi control
2Sa 22:49 y me libra de mis enemigos. Tú me mantienes seguro, lejos del alcance de mis enemigos; me salvas de violentos oponentes.
2Sa 22:50 Por eso, oh SEÑOR, te alabaré entre las naciones; cantaré alabanzas a tu nombre.
2Sa 22:51 Le das grandes victorias a tu rey; le muestras inagotable amor a tu ungido, a David y a todos sus descendientes para siempre».

martes, 23 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 23 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    15:33-41

Mar 15:33 Al mediodía, la tierra se llenó de oscuridad hasta las tres de la tarde.
Mar 15:34 Luego, a las tres de la tarde, Jesús clamó con voz fuerte: «Eloi, Eloi, ¿lema sabactani?», que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»*.
Mar 15:35 Algunos que pasaban por allí entendieron mal y pensaron que estaba llamando al profeta Elías.
Mar 15:36 Uno de ellos corrió y empapó una esponja en vino agrio, la puso sobre una caña de junco y la levantó para que él pudiera beber. «¡Esperen! —dijo —. ¡A ver si Elías viene a bajarlo!».
Mar 15:37 Entonces Jesús soltó otro fuerte grito y dio su último suspiro.
Mar 15:38 Y la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
Mar 15:39 El oficial romano* que estaba frente a él,* al ver cómo había muerto, exclamó: «¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios!».
Mar 15:40 Algunas mujeres miraban de lejos, entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor y de José*), y Salomé.
Mar 15:41 Eran seguidoras de Jesús y lo habían cuidado mientras estaba en Galilea. También estaban allí muchas otras mujeres que habían venido con él a Jerusalén.



GÁLATAS 5:1-12

Gál 5:1 Por lo tanto, Cristo en verdad nos ha liberado. Ahora asegúrense de permanecer libres y no se esclavicen de nuevo a la ley.
Gál 5:2 ¡Presten atención! Yo, Pablo, les digo lo siguiente: si dependen de la circuncisión para hacerse justos ante Dios, entonces Cristo no les servirá de nada.
Gál 5:3 Lo repito: si pretenden lograr el favor de Dios mediante la circuncisión, entonces están obligados a obedecer cada una de las ordenanzas de la ley de Moisés.
Gál 5:4 Pues, si ustedes pretenden hacerse justos ante Dios por cumplir la ley, ¡han quedado separados de Cristo! Han caído de la gracia de Dios.
Gál 5:5 Pero los que vivimos por el Espíritu esperamos con anhelo recibir por la fe la justicia que Dios nos ha prometido.
Gál 5:6 Pues, una vez que depositamos nuestra fe en Cristo Jesús, de nada sirve estar o no circuncidado. Lo importante es la fe que se expresa por medio del amor.
Gál 5:7 Ustedes corrían muy bien la carrera. ¿Quién les impidió seguir la verdad?
Gál 5:8 Seguro que no fue Dios, porque él es quien los llamó a ser libres.
Gál 5:9 ¡Esa falsa enseñanza es como un poquito de levadura que impregna toda la masa!
Gál 5:10 Confío en que el Señor los guardará de creer falsas enseñanzas. Dios juzgará a la persona que los está confundiendo, sea quien fuere.
Gál 5:11 Amados hermanos, si yo todavía predicara que ustedes deben circuncidarse —como algunos dicen que hago—, ¿por qué, entonces, aún se me persigue? Si ya no predicara que la salvación es por medio de la cruz de Cristo, nadie se ofendería.
Gál 5:12 Cómo me gustaría que esos perturbadores que quieren mutilarlos a ustedes mediante la circuncisión se mutilaran ellos mismos.*


SALMO 116

Sal 116:1 Amo al SEÑOR porque escucha mi voz y mi oración que pide misericordia.
Sal 116:2 Debido a que él se inclina para escuchar, ¡oraré mientras tenga aliento!
Sal 116:3 La muerte me envolvió en sus cuerdas; los terrores de la tumba* se apoderaron de mí. Lo único que veía era dificultad y dolor.
Sal 116:4 Entonces invoqué el nombre del SEÑOR: «¡SEÑOR, por favor, sálvame!».
Sal 116:5 ¡Qué bondadoso es el SEÑOR! ¡Qué bueno es él! ¡Tan misericordioso, este Dios nuestro!
Sal 116:6 El SEÑOR protege a los que tienen fe como de un niño; estuve frente a la muerte, y él me salvó.
Sal 116:7 Que mi alma descanse nuevamente, porque el SEÑOR ha sido bueno conmigo.
Sal 116:8 Me rescató de la muerte, quitó las lágrimas de mis ojos, y libró a mis pies de tropezar.
Sal 116:9 ¡Así que camino en la presencia del SEÑOR mientras vivo aquí en la tierra!
Sal 116:10 Creí en ti, por tanto dije: «SEÑOR, estoy muy afligido».
Sal 116:11 En mi ansiedad clamé a ti: «¡Estas personas son todas mentirosas!».
Sal 116:12 ¿Qué puedo ofrecerle al SEÑOR por todo lo que ha hecho a mi favor?
Sal 116:13 Levantaré la copa de la salvación y alabaré el nombre del SEÑOR por salvarme.
Sal 116:14 Cumpliré las promesas que le hice al SEÑOR en presencia de todo su pueblo.
Sal 116:15 Al SEÑOR le conmueve profundamente la muerte de sus amados.
Sal 116:16 Oh SEÑOR, soy tu siervo; sí, soy tu siervo, nací en tu casa; me has liberado de mis cadenas.
Sal 116:17 Te ofreceré un sacrificio de agradecimiento e invocaré el nombre del SEÑOR.
Sal 116:18 Cumpliré mis votos al SEÑOR en presencia de todo su pueblo,
Sal 116:19 en la casa del SEÑOR, en el corazón de Jerusalén. ¡Alabado sea el SEÑOR!

LECTURA PARA LA NOCHE

2 SAMUEL    20-21

2Sa 20:1 Sucedió que había un alborotador allí de nombre Seba, hijo de Bicri, un hombre de la tribu de Benjamín. Seba tocó un cuerno de carnero y comenzó a repetir: «¡Abajo la dinastía de David! No nos interesa para nada el hijo de Isaí. Vamos, hombres de Israel, todos a sus casas».
2Sa 20:2 Así que todos los hombres de Israel abandonaron a David y siguieron a Seba, hijo de Bicri. Pero los hombres de Judá se quedaron con su rey y lo escoltaron desde el río Jordán hasta Jerusalén.
2Sa 20:3 Cuando David llegó a su palacio en Jerusalén, tomó a las diez concubinas que había dejado para que cuidaran el palacio y las puso en reclusión. Les proveyó para sus necesidades, pero no volvió a acostarse con ninguna. De modo que cada una de ellas vivió como una viuda hasta que murió.
2Sa 20:4 Luego David le dijo a Amasa: «Moviliza al ejército de Judá dentro de tres días y enseguida preséntate aquí».
2Sa 20:5 Así que Amasa salió a notificar a la tribu de Judá, pero le llevó más tiempo del que le fue dado.
2Sa 20:6 Por eso David le dijo a Abisai: «Seba, hijo de Bicri, nos va a causar más daño que Absalón. Rápido, toma a mis tropas y persíguelo antes de que llegue a alguna ciudad fortificada donde no podamos alcanzarlo».
2Sa 20:7 Entonces Abisai y Joab,* junto con la escolta del rey* y todos sus poderosos guerreros salieron de Jerusalén para perseguir a Seba.
2Sa 20:8 Al llegar a la gran roca de Gabaón, Amasa les salió al encuentro. Joab llevaba puesta su túnica militar con una daga sujeta a su cinturón. Cuando dio un paso al frente para saludar a Amasa, sacó la daga de su vaina.*
2Sa 20:9 «¿Cómo estás, primo mío?», dijo Joab, y con la mano derecha lo tomó por la barba como si fuera a besarlo.
2Sa 20:10 Amasa no se dio cuenta de la daga que tenía en la mano izquierda, y Joab se la clavó en el estómago, de manera que sus entrañas se derramaron por el suelo. Joab no necesitó volver a apuñalarlo, y Amasa pronto murió. Joab y su hermano Abisai lo dejaron tirado allí y siguieron en busca de Seba.
2Sa 20:11 Uno de los jóvenes de Joab les gritó a las tropas de Amasa: «Si están a favor de Joab y David, vengan y sigan a Joab».
2Sa 20:12 Pero como Amasa yacía bañado en su propia sangre en medio del camino, y el hombre de Joab vio que todos se detenían para verlo, lo arrastró fuera del camino hasta el campo y le echó un manto encima.
2Sa 20:13 Con el cuerpo de Amasa quitado de en medio, todos continuaron con Joab a capturar a Seba, hijo de Bicri.
2Sa 20:14 Mientras tanto, Seba recorría todas las tribus de Israel y finalmente llegó a la ciudad de Abel-bet-maaca. Todos los miembros de su propio clan, los bicritas,* se reunieron para la batalla y lo siguieron a la ciudad.
2Sa 20:15 Cuando llegaron las fuerzas de Joab, atacaron Abel-bet-maaca. Construyeron una rampa de asalto contra las fortificaciones de la ciudad y comenzaron a derribar la muralla.
2Sa 20:16 Pero una mujer sabia de la ciudad llamó a Joab y le dijo: —Escúcheme, Joab. Venga aquí para que pueda hablar con usted.
2Sa 20:17 Cuando Joab se acercó, la mujer le preguntó: —¿Es usted Joab? —Sí, soy yo —le respondió. Entonces ella dijo: —Escuche atentamente a su sierva. —Estoy atento —le dijo.
2Sa 20:18 Así que ella continuó: —Había un dicho que decía: “Si quieres resolver una disputa, pide consejo en la ciudad de Abel”.
2Sa 20:19 Soy alguien que ama la paz y que es fiel en Israel, pero usted está por destruir una ciudad importante de Israel.* ¿Por qué quiere devorar lo que le pertenece al SEÑOR?
2Sa 20:20 Joab contestó: —¡Créame, no quiero devorar ni destruir su ciudad!
2Sa 20:21 Ese no es mi propósito. Lo único que quiero es capturar a un hombre llamado Seba, hijo de Bicri, de la zona montañosa de Efraín, quien se rebeló contra el rey David. Si ustedes me entregan a ese hombre, dejaré a la ciudad en paz. —Muy bien —respondió la mujer—, arrojaremos su cabeza sobre la muralla.
2Sa 20:22 Enseguida la mujer se dirigió a todo el pueblo con su sabio consejo, y le cortaron la cabeza a Seba y se la arrojaron a Joab. Así que Joab tocó el cuerno de carnero, llamó a sus tropas y se retiraron del ataque. Todos volvieron a sus casas y Joab regresó a Jerusalén para encontrarse con el rey.
2Sa 20:23 Ahora bien, Joab era el comandante del ejército de Israel; Benaía, hijo de Joiada, era el capitán de la escolta del rey.
2Sa 20:24 Adoniram* estaba a cargo de los trabajadores; Josafat, hijo de Ahilad, era el historiador real.
2Sa 20:25 Seva era el secretario de la corte; Sadoc y Abiatar eran los sacerdotes,
2Sa 20:26 e Ira, un descendiente de Jair, era el sacerdote personal de David.
2Sa 21:1 Durante el reinado de David hubo un hambre que duró tres años. Entonces David consultó al SEÑOR, y el SEÑOR dijo: «El hambre se debe a que Saúl y su familia son culpables de la muerte de los gabaonitas».
2Sa 21:2 Entonces el rey mandó llamar a los gabaonitas. No formaban parte de Israel, pero eran todo lo que quedaba de la nación de los amorreos. El pueblo de Israel había jurado no matarlos, pero Saúl, en su celo por Israel y Judá, trató de exterminarlos.
2Sa 21:3 David les preguntó: —¿Qué puedo hacer por ustedes? ¿Cómo puedo compensarlos para que ustedes vuelvan a bendecir al pueblo del SEÑOR?
2Sa 21:4 —Bueno, el dinero no puede resolver este asunto entre nosotros y la familia de Saúl —le contestaron los gabaonitas—. Tampoco podemos exigir la vida de cualquier persona de Israel. —¿Qué puedo hacer entonces? —preguntó David—. Sólo díganme, y lo haré por ustedes.
2Sa 21:5 Ellos respondieron: —Fue Saúl quien planeó destruirnos, para impedir que tengamos un lugar en el territorio de Israel.
2Sa 21:6 Así que entréguennos siete hijos de Saúl, y los ejecutaremos delante del SEÑOR en Guibeá en el monte del SEÑOR.* —Muy bien —dijo el rey— lo haré.
2Sa 21:7 Debido al juramento que David y Jonatán habían hecho delante del SEÑOR, el rey le perdonó la vida a Mefiboset,* el hijo de Jonatán, nieto de Saúl.
2Sa 21:8 Sin embargo, les entregó a los dos hijos de Saúl, Armoni y Mefiboset, cuya madre fue Rizpa la hija de Aja. También les entregó a los cinco hijos de la hija de Saúl, Merab,* la esposa de Adriel, hijo de Barzilai de Mehola.
2Sa 21:9 Los hombres de Gabaón los ejecutaron en el monte delante del SEÑOR. Los siete murieron juntos al comienzo de la cosecha de la cebada.
2Sa 21:10 Después Rizpa, la hija de Aja y madre de dos de los hombres, extendió una tela áspera sobra una roca y permaneció allí toda la temporada de la cosecha. Ella evitó que las aves carroñeras despedazaran los cuerpos durante el día e impidió que los animales salvajes se los comieran durante la noche.
2Sa 21:11 Cuando David supo lo que había hecho Rizpa, la concubina de Saúl,
2Sa 21:12 fue a ver a la gente de Jabes de Galaad para recuperar los huesos de Saúl y de su hijo Jonatán. (Cuando los filisteos mataron a Saúl y a Jonatán en el monte Gilboa, la gente de Jabes de Galaad robó sus cuerpos de la plaza pública de Bet-sán donde los filisteos los habían colgado).
2Sa 21:13 De esa manera David obtuvo los huesos de Saúl y Jonatán, al igual que los huesos de los hombres que los gabaonitas habían ejecutado.
2Sa 21:14 Luego el rey ordenó que enterraran los huesos en la tumba de Cis, padre de Saúl, en la ciudad de Zela, en la tierra de Benjamín. Después Dios hizo que terminara el hambre en la tierra.
2Sa 21:15 Una vez más los filisteos estaban en guerra con Israel. Y cuando David y sus hombres estaban en lo más reñido de la pelea, a David se le acabaron las fuerzas y quedó exhausto.
2Sa 21:16 Isbi-benob era un descendiente de los gigantes;* la punta de bronce de su lanza pesaba más de tres kilos,* y estaba armado con una espada nueva. Había acorralado a David y estaba a punto de matarlo.
2Sa 21:17 Pero Abisai, hijo de Sarvia, llegó al rescate de David y mató al filisteo. Entonces los hombres de David declararon: «¡No volverás a salir con nosotros a la batalla! ¿Por qué arriesgarnos a que se apague la luz de Israel?».
2Sa 21:18 Después hubo otra batalla contra los filisteos en Gob. Mientras peleaban, Sibecai de Husa, mató a Saf, otro descendiente de los gigantes.
2Sa 21:19 Durante otra batalla en Gob, Elhanán, hijo de Jaare,* de Belén, mató al hermano de Goliat de Gat.* ¡El asta de su lanza era tan gruesa como un rodillo de telar!
2Sa 21:20 En otra batalla contra los filisteos en Gat, se enfrentaron con un hombre enorme que tenía seis dedos en cada mano y seis en cada pie, veinticuatro dedos en total, que era también descendiente de los gigantes.
2Sa 21:21 Pero cuando desafió a los israelitas y se mofó de ellos, lo mató Jonatán, hijo de Simea,* hermano de David.
2Sa 21:22 Estos cuatro filisteos eran descendientes de los gigantes de Gat, pero David y sus guerreros los mataron.

lunes, 22 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 22 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    15:16-32

Mar 15:16 Los soldados llevaron a Jesús al patio del cuartel general del gobernador (llamado pretorio) y llamaron a todo el regimiento.
Mar 15:17 Lo vistieron con un manto púrpura y armaron una corona con ramas de espinos y se la pusieron en la cabeza.
Mar 15:18 Entonces lo saludaban y se mofaban: «¡Viva el rey de los judíos!».
Mar 15:19 Y lo golpeaban en la cabeza con una caña de junco, le escupían y se ponían de rodillas para adorarlo burlonamente.
Mar 15:20 Cuando al fin se cansaron de hacerle burla, le quitaron el manto púrpura y volvieron a ponerle su propia ropa. Luego lo llevaron para crucificarlo.
Mar 15:21 Un hombre llamado Simón, que pasaba por allí pero era de Cirene,* venía del campo justo en ese momento, y los soldados lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. (Simón era el padre de Alejandro y de Rufo).
Mar 15:22 Y llevaron a Jesús a un lugar llamado Gólgota (que significa «Lugar de la Calavera»).
Mar 15:23 Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él lo rechazó.
Mar 15:24 Después los soldados lo clavaron en la cruz. Dividieron su ropa y tiraron los dados* para ver quién se quedaba con cada prenda.
Mar 15:25 Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron.
Mar 15:26 Un letrero anunciaba el cargo en su contra. Decía: «El Rey de los judíos».
Mar 15:27 Con él crucificaron a dos revolucionarios,* uno a su derecha y otro a su izquierda.*
Mar 15:28 -.-
Mar 15:29 La gente que pasaba por allí gritaba insultos y movía la cabeza en forma burlona. «¡Eh! ¡Pero mírate ahora! —le gritaban —. Dijiste que ibas a destruir el templo y a reconstruirlo en tres días.
Mar 15:30 ¡Muy bien, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz!».
Mar 15:31 Los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa también se burlaban de Jesús. «Salvó a otros —se mofaban—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo!
Mar 15:32 ¡Que este Mesías, este Rey de Israel, baje de la cruz para que podamos verlo y creerle!». Hasta los hombres que estaban crucificados con Jesús se burlaban de él.




GÁLATAS 4:21-31

Gál 4:21 Díganme ustedes, los que quieren vivir bajo la ley, ¿saben lo que en realidad dice la ley?
Gál 4:22 Las Escrituras dicen que Abraham tuvo dos hijos, uno de la mujer esclava y el otro de su esposa, quien había nacido libre.*
Gál 4:23 El nacimiento del hijo de la esclava fue el resultado de un intento humano por lograr que se cumpliera la promesa de Dios; pero el nacimiento del hijo de la libre fue la manera en que Dios cumplió su promesa.
Gál 4:24 Esas dos mujeres son una ilustración de los dos pactos de Dios. La primera mujer, Agar, representa el monte Sinaí, donde el pueblo recibió la ley que los hizo esclavos.
Gál 4:25 Y ahora Jerusalén es igual que el monte Sinaí, en Arabia,* porque la ciudad y sus hijos viven bajo la esclavitud de la ley.
Gál 4:26 Pero la otra mujer, Sara, representa la Jerusalén celestial. Ella es la mujer libre y es nuestra madre.
Gál 4:27 Como dijo Isaías: «¡Alégrate, oh mujer sin hijos, tú que nunca diste a luz! ¡Ponte a gritar de alegría, tú que nunca tuviste dolores de parto! ¡Pues la mujer desolada ahora tiene más hijos que la que vive con su esposo!»*.
Gál 4:28 Y ustedes, amados hermanos, son hijos de la promesa igual que Isaac.
Gál 4:29 Pero ahora son perseguidos por los que quieren que cumplan la ley, tal como Ismael —el hijo que nació del esfuerzo humano —persiguió a Isaac, el hijo que nació por el poder del Espíritu.
Gál 4:30 ¿Pero qué dicen las Escrituras al respecto? «Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque el hijo de la mujer esclava no compartirá la herencia del hijo de la mujer libre»*.
Gál 4:31 Así que, amados hermanos, no somos hijos de la mujer esclava; somos hijos de la mujer libre.




SALMO 115

Sal 115:1 No a nosotros, oh SEÑOR, no a nosotros sino a tu nombre le corresponde toda la gloria, por tu amor inagotable y tu fidelidad.
Sal 115:2 ¿Por qué dejar que las naciones digan: «Dónde está el Dios de Israel»?
Sal 115:3 Nuestro Dios está en los cielos y hace lo que le place.
Sal 115:4 Los ídolos de ellos no son más que objetos de plata y oro, manos humanas les dieron forma.
Sal 115:5 Tienen boca pero no pueden hablar, tienen ojos pero no pueden ver.
Sal 115:6 Tienen oídos pero no pueden oír, y nariz, pero no pueden oler.
Sal 115:7 Tienen manos pero no pueden sentir, tienen pies pero no pueden caminar, y tienen garganta pero no pueden emitir sonidos.
Sal 115:8 Y los que hacen ídolos son iguales a ellos, como también todos los que confían en ellos.
Sal 115:9 ¡Oh Israel, confía en el SEÑOR! Él es tu ayudador y tu escudo.
Sal 115:10 ¡Oh sacerdotes, descendientes de Aarón, confíen en el SEÑOR! Él es su ayudador y su escudo.
Sal 115:11 ¡Todos los que temen al SEÑOR, confíen en el SEÑOR! Él es su ayudador y su escudo.
Sal 115:12 El SEÑOR se acuerda de nosotros y nos bendecirá. Bendecirá al pueblo de Israel y bendecirá a los sacerdotes, los descendientes de Aarón.
Sal 115:13 Bendecirá a los que temen al SEÑOR, tanto a los grandes como a los humildes.
Sal 115:14 Que el SEÑOR los bendiga ricamente, tanto a ustedes como a sus hijos.
Sal 115:15 Que sean bendecidos por el SEÑOR, quien hizo los cielos y la tierra.
Sal 115:16 Los cielos pertenecen al SEÑOR, pero él ha dado la tierra a toda la humanidad.
Sal 115:17 Los muertos no pueden cantar alabanzas al SEÑOR porque han entrado en el silencio de la tumba.
Sal 115:18 ¡Pero nosotros podemos alabar al SEÑOR ahora y para siempre! ¡Alabado sea el SEÑOR!

LECTURA PARA LA NOCHE

2 SAMUEL    18-19

2Sa 18:1 David entonces reunió a los hombres que estaban con él y nombró generales y capitanes* para que los dirigieran.
2Sa 18:2 Envió las tropas en tres grupos: un grupo bajo el mando de Joab; otro bajo el mando del hermano de Joab, Abisai hijo de Sarvia; y el tercero bajo Itai de Gat. Entonces el rey les dijo a sus tropas: —Yo iré con ustedes.
2Sa 18:3 Pero sus hombres se opusieron terminantemente e insistieron: —No debe ir. Si tenemos que salir en retirada y huir, aunque maten a la mitad de nosotros, no cambiaría nada para las tropas de Absalón; es a usted al que buscan. Usted vale por diez mil de nosotros.* Es mejor que se quede aquí en la ciudad y nos envíe ayuda si la necesitamos.
2Sa 18:4 —Si ustedes piensan que ese es el mejor plan, lo seguiré —respondió el rey. De modo que se quedó al lado de la puerta de la ciudad mientras las tropas marchaban en grupos de cientos y de miles.
2Sa 18:5 Entonces el rey les dio esta orden a Joab, a Abisai y a Itai: —Por consideración a mí, traten con bondad al joven Absalón. Y todas las tropas escucharon que el rey daba esta orden a sus comandantes.
2Sa 18:6 Así que comenzó la batalla en el bosque de Efraín,
2Sa 18:7 y los hombres de David rechazaron los ataques de las tropas israelitas. Aquel día hubo una gran matanza, y veinte mil hombres perdieron la vida.
2Sa 18:8 La batalla se extendió con furor por todo el campo, y perecieron en el bosque más hombres que los que murieron a espada.
2Sa 18:9 Durante la batalla, Absalón se cruzó con algunos hombres de David. Trató de escapar en su mula, pero al pasar cabalgando debajo de un gran árbol, su cabello* se enredó en las gruesas ramas. La mula siguió y dejó a Absalón suspendido en el aire.
2Sa 18:10 Entonces uno de los hombres de David vio lo que había pasado y le dijo a Joab: —Vi a Absalón colgando de un gran árbol.
2Sa 18:11 —¿Qué? —preguntó Joab—. ¿Lo viste ahí y no lo mataste? ¡Te hubiera recompensado con diez piezas de plata* y un cinturón de héroe!
2Sa 18:12 —No mataría al hijo del rey ni por mil piezas de plata* —le respondió el hombre a Joab—. Todos escuchamos lo que el rey les dijo a usted, a Abisai y a Itai: “Por consideración a mí, por favor perdonen la vida del joven Absalón”.
2Sa 18:13 Si yo hubiera traicionado al rey y matado a su hijo —y de seguro el rey descubriría quién lo hizo—, usted sería el primero en abandonarme a mi suerte.
2Sa 18:14 —Basta ya de esta tontería —dijo Joab. Enseguida Joab tomó tres dagas y las clavó en el corazón de Absalón mientras estaba colgado, todavía vivo, del gran árbol.
2Sa 18:15 Luego diez jóvenes escuderos de Joab rodearon a Absalón y lo remataron.
2Sa 18:16 Entonces Joab hizo sonar el cuerno de carnero, y sus hombres regresaron de perseguir al ejército de Israel.
2Sa 18:17 Arrojaron el cuerpo de Absalón dentro de un hoyo grande en el bosque y encima apilaron un montón de piedras. Y todo Israel huyó a sus hogares.
2Sa 18:18 Mientras aún vivía, Absalón se había erigido a sí mismo un monumento en el valle del Rey, porque dijo: «No tengo hijo que perpetúe mi nombre». Le puso al monumento su propio nombre, y es conocido como el monumento de Absalón hasta el día de hoy.
2Sa 18:19 Después Ahimaas, hijo de Sadoc, dijo: —Déjeme ir corriendo para darle al rey las buenas noticias: que el SEÑOR lo ha librado de sus enemigos.
2Sa 18:20 —No —le dijo Joab—, no serían buenas noticias para el rey saber que su hijo está muerto. Puedes ser mi mensajero otro día, pero hoy no.
2Sa 18:21 Entonces Joab le dijo a un etíope:* —Ve a decirle al rey lo que has visto. El hombre se inclinó y se fue corriendo.
2Sa 18:22 Pero Ahimaas continuó rogándole a Joab: —Pase lo que pase, por favor, deje también que yo vaya. —¿Para qué quieres ir, hijo mío? —le respondió Joab—. No habrá recompensa por las noticias.
2Sa 18:23 —Estoy de acuerdo, pero igual permítame ir —le suplicó. Joab finalmente le dijo: —Está bien, puedes ir. Entonces Ahimaas tomó el camino más fácil por la llanura y corrió a Mahanaim y llegó antes que el etíope.
2Sa 18:24 Mientras David estaba sentado entre las puertas internas y externas de la ciudad, el centinela subió al techo de la entrada de la muralla. Cuando se asomó, vio a un solo hombre que corría hacia ellos.
2Sa 18:25 Desde arriba le gritó la novedad a David, y el rey respondió: —Si está solo, trae noticias. Al acercarse el mensajero,
2Sa 18:26 el centinela vio que otro hombre corría hacia ellos. Gritó hacia abajo: —¡Allí viene otro! El rey respondió: —También trae noticias.
2Sa 18:27 —El primer hombre corre como Ahimaas, hijo de Sadoc —dijo el centinela. —Él es un buen hombre y trae buenas noticias —respondió el rey.
2Sa 18:28 Ahimaas le gritó al rey: —¡Todo está bien! Se inclinó delante del rey rostro en tierra y dijo: —Alabado sea el SEÑOR su Dios, quien ha entregado a los rebeldes que se atrevieron a hacerle frente a mi señor el rey.
2Sa 18:29 —¿Qué me dices del joven Absalón? —preguntó el rey—. ¿Está bien? —Cuando Joab me dijo que viniera, había una gran conmoción —contestó Ahimaas—, pero no supe lo que pasaba.
2Sa 18:30 —Espera aquí —le dijo el rey. Y Ahimaas se hizo a un lado.
2Sa 18:31 Enseguida el etíope llegó y le dijo: —Tengo buenas noticias para mi señor el rey. Hoy el SEÑOR lo ha librado de todos los que se rebelaron en su contra.
2Sa 18:32 —¿Qué me dices del joven Absalón? —preguntó el rey—. ¿Se encuentra bien? Y el etíope contestó: —¡Que todos sus enemigos, mi señor el rey, ahora y en el futuro, corran con la misma suerte de ese joven!
2Sa 18:33 * Entonces el rey se sintió abrumado por la emoción. Subió a la habitación que estaba sobre la entrada y se echó a llorar. Y mientras subía, clamaba: «¡Oh, mi hijo Absalón! ¡Hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Si tan sólo yo hubiera muerto en tu lugar! ¡Oh Absalón, mi hijo, mi hijo!».
2Sa 19:1 * Pronto le llegó a Joab la noticia de que el rey estaba llorando y haciendo duelo por Absalón.
2Sa 19:2 A medida que el pueblo se enteraba del profundo dolor del rey por su hijo, la alegría por la victoria se tornaba en profunda tristeza.
2Sa 19:3 Ese día todos regresaron sigilosamente a la ciudad, como si estuvieran avergonzados y hubieran desertado de la batalla.
2Sa 19:4 El rey se cubrió el rostro con las manos y seguía llorando: «¡Oh, Absalón, hijo mío! ¡Oh, Absalón, hijo mío, hijo mío!».
2Sa 19:5 Entonces Joab fue a la habitación del rey y le dijo: «Hoy salvamos su vida y la de sus hijos e hijas, sus esposas y concubinas. Sin embargo, al actuar de esa forma hace que nos sintamos avergonzados de nosotros mismos.
2Sa 19:6 Parece que usted ama a los que lo odian y odia a los que lo aman. Hoy nos ha dejado muy en claro que sus comandantes y sus tropas no significan nada para usted. Pareciera que si Absalón hubiera vivido y todos nosotros estuviéramos muertos, estaría contento.
2Sa 19:7 Ahora salga y felicite a sus tropas porque si no lo hace, le juro por el SEÑOR que ni uno solo de ellos permanecerá aquí esta noche. Entonces quedará peor que antes».
2Sa 19:8 Así que el rey salió y tomó su lugar a las puertas de la ciudad y, a medida que se corría la voz por la ciudad de que él estaba allí, todos iban a él. Mientras tanto, los israelitas que habían apoyado a Absalón huyeron a sus casas.
2Sa 19:9 Y por todas las tribus de Israel había mucha discusión y disputa. La gente decía: «El rey nos rescató de nuestros enemigos y nos salvó de los filisteos, pero Absalón lo echó del país.
2Sa 19:10 Ahora Absalón, a quien ungimos para que nos gobernara, está muerto. ¿Por qué no pedirle a David que regrese y sea nuestro rey otra vez?».
2Sa 19:11 Entonces el rey David envió a los sacerdotes Sadoc y Abiatar para que les dijeran a los ancianos de Judá: «¿Por qué son ustedes los últimos en dar la bienvenida al rey en su regreso al palacio? Pues he oído que todo Israel está listo.
2Sa 19:12 ¡Ustedes son mis parientes, mi propia tribu, mi misma sangre! ¿Por qué son los últimos en dar la bienvenida al rey?».
2Sa 19:13 Además David les pidió que le dijeran a Amasa: «Como eres de mi misma sangre, al igual que Joab, que Dios me castigue y aun me mate si no te nombro comandante de mi ejército en su lugar».
2Sa 19:14 Así que Amasa* convenció a todos los hombres de Judá, y ellos respondieron unánimemente. Y le mandaron a decir al rey: «Regrese a nosotros, y traiga de vuelta a todos los que lo acompañan».
2Sa 19:15 Así que el rey emprendió su regreso a Jerusalén. Cuando llegó al río Jordán, la gente de Judá fue hasta Gilgal para encontrarse con él y escoltarlo hasta el otro lado del río.
2Sa 19:16 Simei, hijo de Gera, el hombre de Bahurim de Benjamín, se apresuró a cruzar junto con los hombres de Judá para darle la bienvenida al rey David.
2Sa 19:17 Otros mil hombres de la tribu de Benjamín estaban con él, entre ellos Siba, el sirviente principal de la casa de Saúl, los quince hijos de Siba y sus veinte sirvientes. Bajaron corriendo hasta llegar al Jordán para recibir al rey.
2Sa 19:18 Cruzaron los bajíos del Jordán para llevar a todos los de la casa del rey al otro lado del río, ayudándolo en todo lo que pudieron. Cuando el rey estaba a punto de cruzar el río, Simei cayó de rodillas ante él.
2Sa 19:19 —Mi señor el rey, por favor, perdóneme —le rogó—. Olvide la terrible cosa que su siervo hizo cuando usted dejó Jerusalén. Que el rey lo borre de su mente.
2Sa 19:20 Estoy consciente de cuánto he pecado. Es por eso que he venido aquí este día, siendo el primero en todo Israel* en recibir a mi señor el rey.
2Sa 19:21 Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo: —¡Simei debe morir, porque maldijo al rey ungido por el SEÑOR!
2Sa 19:22 —¿Quién les pidió su opinión a ustedes, hijos de Sarvia? —exclamó David—. ¿Por qué hoy se han convertido en mis adversarios?* ¡Éste no es un día de ejecución, sino de celebración! ¡Hoy he vuelto a ser el rey de Israel!
2Sa 19:23 Entonces, volviéndose a Simei, David juró: —Se te perdonará la vida.
2Sa 19:24 Ahora bien, Mefiboset,* el nieto de Saúl, descendió de Jerusalén para encontrarse con el rey. No había cuidado sus pies, cortado su barba ni lavado su ropa desde el día en que el rey dejó Jerusalén.
2Sa 19:25 —¿Por qué no viniste conmigo, Mefiboset? —le preguntó el rey.
2Sa 19:26 Mefiboset contestó: —Mi señor el rey, mi siervo Siba me engañó. Le dije: “Ensilla mi burro* para que pueda ir con el rey”. Pues como usted sabe, soy lisiado.
2Sa 19:27 Siba me calumnió cuando dijo que me negué a venir. Pero sé que mi señor el rey es como un ángel de Dios, así que haga como mejor le parezca.
2Sa 19:28 Todos mis parientes y yo sólo podíamos esperar la muerte de su parte, mi señor, ¡pero en cambio me honró al permitirme comer a su propia mesa! ¿Qué más puedo pedir?
2Sa 19:29 —Ya dijiste suficiente —respondió David—. He decidido que tú y Siba se dividan tu tierra en partes iguales.
2Sa 19:30 —Désela toda a él —dijo Mefiboset—. ¡Estoy satisfecho con que haya vuelto a salvo, mi señor el rey!
2Sa 19:31 Barzilai de Galaad había descendido de Rogelim para escoltar al rey a cruzar el Jordán.
2Sa 19:32 Él era muy anciano, tenía unos ochenta años, y era muy rico. Él fue quien proveyó el alimento para el rey durante el tiempo que pasó en Mahanaim.
2Sa 19:33 —Cruza el río conmigo y quédate a vivir en Jerusalén —le dijo el rey a Barzilai—. Y allí me haré cargo de ti.
2Sa 19:34 —No —le respondió—, soy demasiado viejo para ir con el rey a Jerusalén.
2Sa 19:35 Ahora tengo ochenta años de edad, y ya no puedo disfrutar de nada. La comida y el vino ya no tienen sabor, tampoco puedo oír las voces de los cantantes. Sería nada más una carga para mi señor el rey.
2Sa 19:36 ¡Tan sólo cruzar el río Jordán con el rey es todo el honor que necesito!
2Sa 19:37 Después déjeme regresar para que muera en mi ciudad, donde están enterrados mi padre y mi madre. Pero aquí está su siervo, mi hijo Quimam; permítale que él vaya con mi señor el rey y que reciba lo que usted quiera darle.
2Sa 19:38 —Muy bien —acordó el rey—. Quimam irá conmigo, y lo ayudaré en cualquier forma que tú quieras; haré por ti cualquier cosa que desees.
2Sa 19:39 Luego toda la gente cruzó el Jordán junto con el rey. Después que David lo hubo bendecido y besado, Barzilai regresó a su propia casa.
2Sa 19:40 El rey cruzó el Jordán hacia Gilgal, y llevó a Quimam con él. Todas las tropas de Judá y la mitad de las de Israel escoltaron al rey en su camino.
2Sa 19:41 Pero todos los hombres de Israel se quejaron con el rey: —Los hombres de Judá se adueñaron del rey y no nos dieron el honor de ayudarlo a usted ni a los de su casa ni a sus hombres a cruzar el Jordán.
2Sa 19:42 Los hombres de Judá respondieron: —El rey es un pariente cercano. ¿Por qué tienen que enojarse por eso? ¡No hemos tocado la comida del rey ni hemos recibido algún favor especial!
2Sa 19:43 —Pero hay diez tribus en Israel —le respondieron los otros—. De modo que tenemos diez veces más derecho sobre el rey que ustedes. ¿Qué derecho tienen de tratarnos con tanto desprecio? ¿Acaso no fuimos nosotros los primeros en hablar de traerlo de regreso para que fuera de nuevo nuestro rey? La discusión continuó entre unos y otros, y los hombres de Judá hablaron con más dureza que los de Israel.

domingo, 21 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 21 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    15:1-15

Mar 15:1 Muy temprano por la mañana, los principales sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley religiosa —todo el Concilio Supremo* —se reunieron para hablar del próximo paso. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato, el gobernador romano.
Mar 15:2 Pilato le preguntó a Jesús: —¿Eres tú el rey de los judíos? —Tú lo has dicho —contestó Jesús.
Mar 15:3 Entonces los principales sacerdotes siguieron acusándolo de muchos delitos,
Mar 15:4 y Pilato le preguntó: «¿No vas a contestarles? ¿Qué me dices de las acusaciones que presentan en tu contra?».
Mar 15:5 Pero, para sorpresa de Pilato, Jesús no dijo nada.
Mar 15:6 Ahora bien, era costumbre del gobernador cada año, durante la celebración de la Pascua, poner en libertad a un preso, el que la gente pidiera.
Mar 15:7 Uno de los presos en ese tiempo era Barrabás, un revolucionario que había cometido un asesinato durante un levantamiento.
Mar 15:8 La multitud acudió a Pilato y le pidió que soltara a un preso como era la costumbre.
Mar 15:9 «¿Quieren que les deje en libertad a este “rey de los judíos”?» —preguntó Pilato.
Mar 15:10 (Pues ya se había dado cuenta de que los principales sacerdotes habían arrestado a Jesús por envidia).
Mar 15:11 Pero, en ese momento, los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que exigiera la libertad de Barrabás en lugar de la de Jesús.
Mar 15:12 Pilato les preguntó: —Entonces, ¿qué hago con este hombre al que ustedes llaman rey de los judíos?
Mar 15:13 —¡Crucifícalo! —le contestaron a gritos.
Mar 15:14 —¿Por qué? —insistió Pilato —. ¿Qué crimen ha cometido? Pero la turba rugió aún más fuerte: —¡Crucifícalo!
Mar 15:15 Entonces Pilato, para calmar a la multitud, dejó a Barrabás en libertad. Y mandó azotar a Jesús con un látigo que tenía puntas de plomo, y después lo entregó a los soldados romanos para que lo crucificaran.



GÁLATAS 4:1-20

Gál 4:1 Piénsenlo de la siguiente manera: si un padre muere y deja una herencia a sus hijos pequeños, esos niños no están en mejor situación que los esclavos hasta que se hagan mayores de edad, a pesar de que en verdad son dueños de todas las posesiones de su padre.
Gál 4:2 Tienen que obedecer a sus tutores hasta que cumplan la edad establecida por su padre.
Gál 4:3 Eso mismo sucedía con nosotros antes de que viniera Cristo. Éramos como niños; éramos esclavos de los principios* espirituales básicos de este mundo.
Gál 4:4 Pero, cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley.
Gál 4:5 Dios lo envió para que comprara la libertad de los que éramos esclavos de la ley, a fin de poder adoptarnos como sus propios hijos.
Gál 4:6 Y, debido a que somos* sus hijos, Dios envió al Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, el cual nos impulsa a exclamar «Abba, Padre»*.
Gál 4:7 Ahora ya no eres un esclavo sino un hijo de Dios. Y, como eres su hijo, Dios te ha hecho su heredero.
Gál 4:8 Antes de conocer a Dios, ustedes, los gentiles,* eran esclavos de los llamados dioses, que ni siquiera existen.
Gál 4:9 Así que, ahora que conocen a Dios (o mejor dicho, ahora que Dios los conoce a ustedes), ¿por qué quieren retroceder y convertirse otra vez en esclavos de los débiles e inútiles principios espirituales de este mundo?
Gál 4:10 Pretenden ganarse el favor de Dios al cumplir con ciertos días o meses, estaciones o años.
Gál 4:11 Temo por ustedes. Quizá todo el arduo trabajo que hice entre ustedes fue en vano.
Gál 4:12 Amados hermanos, les ruego que vivan como yo, libres de esas cosas, pues yo llegué a ser como ustedes, los gentiles, libre de esas leyes. Ustedes no me trataron mal cuando les prediqué por primera vez.
Gál 4:13 Sin duda, recordarán que yo estaba enfermo la primera vez que les llevé la Buena Noticia.
Gál 4:14 Pero, aunque mi condición los tentaba a no aceptarme, ustedes no me despreciaron ni me rechazaron. Todo lo contrario, me recibieron y me cuidaron como si yo fuera un ángel de Dios o incluso el mismo Cristo Jesús.
Gál 4:15 ¿Dónde ha ido a parar el espíritu de alegría y de gratitud que antes tenían? Estoy seguro de que ustedes se hubieran arrancado los propios ojos para dármelos de haber sido posible.
Gál 4:16 ¿Acaso ahora me volví su enemigo porque les digo la verdad?
Gál 4:17 Esos falsos maestros están muy ansiosos de ganarse el favor de ustedes, pero sus intenciones no son nada buenas. Lo que quieren es aislarlos de mí para que ustedes sólo les presten atención a ellos.
Gál 4:18 Si alguien quiere hacer cosas buenas por ustedes, no hay ningún problema; pero que lo haga en todo tiempo, no sólo cuando estoy con ustedes.
Gál 4:19 ¡Oh mis hijos queridos! Siento como si volviera a sufrir dolores de parto por ustedes, y seguirán hasta que Cristo se forme por completo en sus vidas.
Gál 4:20 Desearía estar con ustedes en este momento para poder hablarles en otro tono. Pero, estando tan lejos, no sé qué más puedo hacer para ayudarlos.




SALMO 114

Sal 114:1 Cuando los israelitas escaparon de Egipto —cuando la familia de Jacob dejó esa tierra extranjera—,
Sal 114:2 la tierra de Judá se convirtió en el santuario de Dios, e Israel llegó a ser su reino.
Sal 114:3 El mar Rojo* los vio venir y se apuró a quitarse del camino; el agua del río Jordán se hizo a un lado.
Sal 114:4 ¡Las montañas saltaron como carneros, las colinas brincaron como corderos!
Sal 114:5 ¿Qué te pasa, mar Rojo, qué te llevó a quitarte del camino? ¿Qué sucedió, río Jordán, que te hiciste a un lado?
Sal 114:6 Montañas, ¿por qué saltaron como carneros? Colinas, ¿por qué brincaron como corderos?
Sal 114:7 Tiembla, oh tierra, ante la presencia del Señor, ante el Dios de Jacob.
Sal 114:8 Él convirtió la roca en una laguna de agua; sí, de la roca sólida fluyó un manantial.

LECTURA PARA LA NOCHE

2 SAMUEL    16-17

2Sa 16:1 Cuando David pasó un poco más allá de la cima del monte de los Olivos, Siba, el siervo de Mefiboset,* lo estaba esperando. Tenía dos burros cargados con doscientos panes, cien racimos de pasas, cien ramas con frutas de verano y un cuero lleno de vino.
2Sa 16:2 —¿Para qué es todo esto? —le preguntó el rey a Siba. —Los burros son para que monten los que acompañen al rey —contestó Siba—, y el pan y la fruta son para que coman los jóvenes. El vino es para los que se agoten en el desierto.
2Sa 16:3 —¿Y dónde está Mefiboset, el nieto de Saúl? —le preguntó el rey. —Se quedó en Jerusalén —contestó Siba—. Dijo: “Hoy recobraré el reino de mi abuelo Saúl”.
2Sa 16:4 —En ese caso —le dijo el rey a Siba—, te doy todo lo que le pertenece a Mefiboset. —Me inclino ante usted —respondió Siba—, que yo siempre pueda complacerlo, mi señor el rey.
2Sa 16:5 Mientras el rey David llegaba a Bahurim, salió un hombre de la aldea maldiciéndolos. Era Simei, hijo de Gera, del mismo clan de la familia de Saúl.
2Sa 16:6 Les arrojó piedras al rey, a los oficiales del rey y a los guerreros valientes que lo rodeaban.
2Sa 16:7 —¡Vete de aquí, asesino y sinvergüenza! —le gritó a David—.
2Sa 16:8 El SEÑOR te está pagando por todo el derramamiento de sangre en el clan de Saúl. Le robaste el trono, y ahora el SEÑOR se lo ha dado a tu hijo Absalón. Al fin te van a pagar con la misma moneda, ¡porque eres un asesino!
2Sa 16:9 —¿Cómo es posible que este perro muerto maldiga a mi señor el rey? —exclamó Abisai, el hijo de Sarvia—. ¡Déjeme ir y cortarle la cabeza!
2Sa 16:10 —¡No! —dijo el rey—. ¿Quién les pidió su opinión a ustedes, los hijos de Sarvia? Si el SEÑOR le dijo que me maldijera, ¿quiénes son ustedes para detenerlo?
2Sa 16:11 Entonces David les dijo a Abisai y a sus sirvientes: —Mi propio hijo quiere matarme, ¿acaso no tiene este pariente de Saúl* todavía más motivos para hacerlo? Déjenlo en paz y permítanle que maldiga, porque el SEÑOR le dijo que lo hiciera.
2Sa 16:12 Y tal vez el SEÑOR vea con cuánta injusticia me han tratado y me bendiga a causa de estas maldiciones que sufrí hoy.
2Sa 16:13 Así que David y sus hombres continuaron por el camino, y Simei les seguía el paso desde un cerro cercano, maldiciendo mientras caminaba, tirándole piedras a David y arrojando polvo al aire.
2Sa 16:14 El rey y todos lo que estaban con él se fatigaron en el camino, así que descansaron cuando llegaron al río Jordán.*
2Sa 16:15 Mientras tanto, Absalón y todo el ejército de Israel llegaron a Jerusalén acompañados por Ahitofel.
2Sa 16:16 Cuando llegó Husai el arquita, el amigo de David, enseguida fue a ver a Absalón. —¡Viva el rey! —exclamó—. ¡Viva el rey!
2Sa 16:17 —¿Es ésta la forma en que tratas a tu amigo David? —le preguntó Absalón—. ¿Por qué no estás con él?
2Sa 16:18 —Estoy aquí porque le pertenezco al hombre que fue escogido por el SEÑOR y por todos los hombres de Israel —le respondió Husai—.
2Sa 16:19 De todos modos, ¿por qué no te serviré? Así como fui el consejero de tu padre, ¡ahora seré tu consejero!
2Sa 16:20 Después Absalón se volvió a Ahitofel y le preguntó: —¿Qué debo hacer ahora?
2Sa 16:21 —Ve y acuéstate con las concubinas de tu padre —contestó Ahitofel—, porque él las dejó aquí para que cuidaran el palacio. Entonces todo Israel sabrá que has insultado a tu padre más allá de toda esperanza de reconciliación, y el pueblo te dará su apoyo.
2Sa 16:22 Entonces levantaron una carpa en la azotea del palacio para que todos pudieran verla, y Absalón entró y tuvo sexo con las concubinas de su padre.
2Sa 16:23 Absalón siguió el consejo de Ahitofel, tal como lo había hecho David, porque cada palabra que decía Ahitofel parecía tan sabia como si hubiera salido directamente de la boca de Dios.
2Sa 17:1 Entonces Ahitofel dijo a Absalón: «Déjame escoger a doce mil hombres que salgan en busca de David esta noche.
2Sa 17:2 Lo alcanzaré cuando esté agotado y desanimado. Él y sus tropas se dejarán llevar por el pánico y todos huirán. Luego mataré sólo al rey
2Sa 17:3 y te traeré de regreso a toda la gente, así como una recién casada vuelve a su marido. Después de todo, es la vida de un solo hombre la que buscas.* Entonces estarás en paz con todo el pueblo».
2Sa 17:4 Este plan les pareció bien a Absalón y a todos los ancianos de Israel.
2Sa 17:5 Pero después Absalón dijo: —Traigan a Husai el arquita. Veamos lo que él piensa acerca de este plan.
2Sa 17:6 Cuando Husai llegó, Absalón le contó lo que Ahitofel había dicho y le preguntó: —¿Qué opinas? ¿Debemos seguir el consejo de Ahitofel? Si no, ¿qué sugieres?
2Sa 17:7 —Bueno —le contestó Husai— esta vez Ahitofel se equivocó.
2Sa 17:8 Tú conoces a tu padre y a sus hombres; son guerreros poderosos. En este momento están tan enfurecidos como una osa a la que le han robado sus cachorros. Y recuerda que tu padre es un hombre de guerra con experiencia. Él no pasará la noche con las tropas.
2Sa 17:9 Seguramente ya está escondido en algún pozo o en alguna cueva. Y cuando salga y ataque, y mueran unos cuantos de tus hombres, entonces habrá pánico entre tus tropas, y se correrá la voz de que están masacrando a los hombres de Absalón.
2Sa 17:10 Así pues hasta los soldados más valientes, aunque tengan el corazón de un león, quedarán paralizados de miedo, porque todo Israel sabe qué poderoso guerrero es tu padre y qué valientes son sus hombres.
2Sa 17:11 »Recomiendo que movilices a todo el ejército de Israel y que llames a los soldados desde tan lejos como Dan al norte y Beerseba al sur. De esa manera tendrás un ejército tan numeroso como la arena a la orilla del mar. Y te aconsejo que tú personalmente dirijas las tropas.
2Sa 17:12 Cuando encontremos a David, caeremos sobre él como el rocío que cae sobre la tierra. De este modo ni él ni ninguno de sus hombres quedarán con vida.
2Sa 17:13 Y si David llegara a escapar a una ciudad, tú tendrás a todo Israel allí a tu mando. Luego podremos tomar sogas y arrastrar las murallas de la ciudad al valle más cercano, hasta que cada piedra haya sido derribada.
2Sa 17:14 Absalón y todos los hombres de Israel dijeron: «El consejo de Husai es mejor que el de Ahitofel». Pues el SEÑOR había decidido frustrar el consejo de Ahitofel, que en realidad era un plan mejor, ¡para poder traer la calamidad sobre Absalón!
2Sa 17:15 Husai les contó a Sadoc y a Abiatar, los sacerdotes, lo que Ahitofel les había dicho a Absalón y a los ancianos de Israel así como lo que él mismo había aconsejado.
2Sa 17:16 «¡Rápido! —les dijo—. Encuentren a David e insístanle que no se quede en los bajíos del río Jordán* esta noche. De inmediato debe cruzar e internarse en el desierto. De lo contrario moriran, él y todo su ejército».
2Sa 17:17 Jonatán y Ahimaas se habían quedado en En-rogel para no ser vistos al entrar ni al salir de la ciudad. Habían acordado que una sirvienta les llevaría el mensaje que ellos debían darle al rey David.
2Sa 17:18 Sin embargo, un muchacho los vio en En-rogel, y se lo contó a Absalón, así que escaparon a toda prisa a Bahurim donde un hombre los escondió dentro de un pozo en su patio.
2Sa 17:19 La esposa del hombre puso una tela sobre la boca del pozo y esparció grano encima para que se secara al sol; por eso nadie sospechó que estaban allí.
2Sa 17:20 Cuando llegaron los hombres de Absalón, le preguntaron a la mujer: —¿Has visto a Ahimaas y a Jonatán? La mujer contestó: —Estuvieron aquí, pero cruzaron el arroyo. Entonces los hombres de Absalón los buscaron sin éxito y regresaron a Jerusalén.
2Sa 17:21 Luego los dos hombres salieron del pozo y se apresuraron a ir donde estaba el rey David. «¡Rápido —le dijeron—, cruce el Jordán esta misma noche!». Y le contaron cómo Ahitofel había aconsejado que lo capturaran y lo mataran.
2Sa 17:22 Entonces David y los que estaban con él cruzaron el río Jordán durante la noche, y todos llegaron a la otra orilla antes del amanecer.
2Sa 17:23 Cuando Ahitofel se dio cuenta de que no se había seguido su consejo, ensilló su burro y se fue a su pueblo natal, donde puso sus asuntos en orden y se ahorcó. Murió allí y lo enterraron en la tumba de la familia.
2Sa 17:24 Pronto David llegó a Mahanaim. A estas alturas, Absalón había movilizado a todo el ejército de Israel y estaba guiando a sus tropas a través del río Jordán.
2Sa 17:25 Absalón había nombrado a Amasa comandante de su ejército para reemplazar a Joab, quien había sido el comandante bajo David. (Amasa era primo de Joab. Su padre era Jeter,* un ismaelita.* Su madre, Abigail, hija de Nahas, era hermana de Sarvia, la madre de Joab).
2Sa 17:26 Absalón y el ejército israelita armaron el campamento en la tierra de Galaad.
2Sa 17:27 Cuando David llegó a Mahanaim, fue recibido calurosamente por Sobi, hijo de Nahas, que venía de Rabá de los amonitas; por Maquir, hijo de Amiel, de Lodebar; y por Barzilai de Galaad, que era de Rogelim.
2Sa 17:28 Ellos trajeron camillas, ollas de cocina, recipientes para servir, trigo y cebada, harina y grano tostado, frijoles, lentejas,
2Sa 17:29 miel, mantequilla, ovejas, cabras y queso para David y los que estaban con él porque dijeron: «Todos ustedes deben estar muy hambrientos, cansados y con sed después de su largo caminar por el desierto».

sábado, 20 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 20 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    14:66-72

Mar 14:66 Mientras tanto, Pedro estaba abajo, en el patio. Una de las sirvientas que trabajaba para el sumo sacerdote pasó
Mar 14:67 y vio que Pedro se calentaba junto a la fogata. Se quedó mirándolo y dijo: —Tú eres uno de los que estaban con Jesús de Nazaret.*
Mar 14:68 Pero Pedro lo negó y dijo: —No sé de qué hablas. Y salió afuera, a la entrada. En ese instante, cantó un gallo.*
Mar 14:69 Cuando la sirvienta vio a Pedro parado allí, comenzó a decirles a los otros: «¡No hay duda de que este hombre es uno de ellos!».
Mar 14:70 Pero Pedro lo negó otra vez. Un poco más tarde, algunos de los otros que estaban allí confrontaron a Pedro y dijeron: —Seguro que tú eres uno de ellos, porque eres galileo.
Mar 14:71 Pedro juró: —¡Que me caiga una maldición si les miento! ¡No conozco a ese hombre del que hablan!
Mar 14:72 Inmediatamente, el gallo cantó por segunda vez. De repente, las palabras de Jesús pasaron rápidamente por la mente de Pedro: «Antes de que cante el gallo dos veces, negarás tres veces que me conoces»; y se echó a llorar.





GÁLATAS 3:15-29

Gál 3:15 Amados hermanos, el siguiente es un ejemplo de la vida diaria: así como nadie puede anular ni modificar un acuerdo irrevocable, tampoco en este caso.
Gál 3:16 Dios ha dado las promesas a Abraham y a su hijo.* Y noten que la Escritura no dice «a sus hijos»*, como si significara muchos descendientes. Más bien, dice «a su hijo», y eso sin duda se refiere a Cristo.
Gál 3:17 Lo que trato de decir es lo siguiente: el acuerdo que Dios hizo con Abraham no podía anularse cuatrocientos treinta años más tarde —cuando Dios le dio la ley a Moisés—, porque Dios estaría rompiendo su promesa.
Gál 3:18 Pues, si fuera posible recibir la herencia por cumplir la ley, entonces esa herencia ya no sería el resultado de aceptar la promesa de Dios. Pero Dios, por su gracia, se la concedió a Abraham mediante una promesa.
Gál 3:19 Entonces, ¿para qué se entregó la ley? Fue añadida a la promesa para mostrarle a la gente sus pecados. Pero la intención era que la ley durara sólo hasta la llegada del Hijo prometido. Por medio de ángeles, Dios entregó su ley a Moisés, quien hizo de mediador entre Dios y el pueblo.
Gál 3:20 Ahora bien, un mediador es de ayuda si dos o más partes tienen que llegar a un acuerdo. Pero Dios —quien es uno solo —no usó ningún mediador cuando le dio la promesa a Abraham.
Gál 3:21 ¿Hay algún conflicto, entonces, entre la ley de Dios y las promesas de Dios?* ¡De ninguna manera! Si la ley pudiera darnos vida nueva, nosotros podríamos hacernos justos ante Dios por obedecerla.
Gál 3:22 Pero las Escrituras declaran que todos somos prisioneros del pecado, así que recibimos la promesa de libertad que Dios hizo únicamente por creer en Jesucristo.
Gál 3:23 Antes de que se nos abriera el camino de la fe en Cristo, estábamos vigilados por la ley. Nos mantuvo en custodia protectora, por así decirlo, hasta que fuera revelado el camino de la fe.
Gál 3:24 Dicho de otra manera, la ley fue nuestra tutora hasta que vino Cristo; nos protegió hasta que se nos declarara justos ante Dios por medio de la fe.
Gál 3:25 Y ahora que ha llegado el camino de la fe, ya no necesitamos que la ley sea nuestra tutora.
Gál 3:26 Pues todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Gál 3:27 Y todos los que fueron unidos a Cristo en el bautismo se han puesto a Cristo como si se pusieran ropa nueva.*
Gál 3:28 Ya no hay judío ni gentil,* esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús.
Gál 3:29 Y, ahora que pertenecen a Cristo, son verdaderos hijos* de Abraham. Son sus herederos, y la promesa de Dios a Abraham les pertenece a ustedes.



SALMO 113

Sal 113:1 ¡Alabado sea el SEÑOR! Sí, alábenle, oh siervos del SEÑOR, ¡alaben el nombre del SEÑOR!
Sal 113:2 Bendito sea el nombre del SEÑOR ahora y para siempre.
Sal 113:3 En todas partes —del Oriente al Occidente—, alaben el nombre del SEÑOR.
Sal 113:4 Él está por encima de las naciones; su gloria es más alta que los cielos.
Sal 113:5 ¿Quién puede compararse con el SEÑOR nuestro Dios, quien está entronizado en las alturas?
Sal 113:6 Él se inclina para mirar el cielo y la tierra.
Sal 113:7 Levanta del polvo a los pobres, y a los necesitados, del basurero.
Sal 113:8 Los pone entre príncipes, ¡incluso entre los príncipes de su propio pueblo!
Sal 113:9 A la mujer sin hijos le da una familia y la transforma en una madre feliz. ¡Alabado sea el SEÑOR!

LECTURA PARA LA NOCHE

2 SAMUEL    14-15

2Sa 14:1 Joab se dio cuenta de cuánto el rey deseaba ver a Absalón.
2Sa 14:2 Así que mandó llamar a una mujer de Tecoa que tenía fama de ser muy sabia. Le dijo: «Finge que estás de duelo; ponte ropa de luto y no uses lociones.* Actúa como una mujer que ha estado de duelo por mucho tiempo.
2Sa 14:3 Entonces ve al rey y dile la historia que te voy a contar». Luego Joab le dijo lo que tenía que decir.
2Sa 14:4 Cuando la mujer de Tecoa se acercó al rey, se inclinó rostro en tierra con profundo respeto y exclamó: —¡Oh rey, ayúdeme!
2Sa 14:5 —¿Qué problema tienes? —preguntó el rey. —¡Ay de mí que soy viuda! —contestó ella—. Mi esposo está muerto y
2Sa 14:6 mis dos hijos se pelearon en el campo y, como no había nadie que los separara, uno de ellos resultó muerto.
2Sa 14:7 Ahora el resto de la familia me exige: “Entréganos a tu hijo y lo ejecutaremos por haber matado a su hermano. No merece heredar la propiedad familiar”. Quieren extinguir la única brasa que me queda, y el nombre y la familia de mi esposo desaparecerán de la faz de la tierra.
2Sa 14:8 —Yo me encargo de este asunto —le dijo el rey—. Ve a tu casa, yo me aseguraré de que nadie lo toque.
2Sa 14:9 —¡Oh gracias, mi señor el rey! —le respondió la mujer de Tecoa—. Si lo critican por ayudarme, que la culpa caiga sobre mí y sobre la casa de mi padre, y que el rey y su trono sean inocentes.
2Sa 14:10 —Si alguien se opone —le dijo el rey—, tráemelo. ¡Te aseguro que nunca más volverá a molestarte!
2Sa 14:11 Luego ella dijo: —Por favor, júreme por el SEÑOR su Dios que no dejará que nadie tome venganza contra mi hijo. No quiero más derramamiento de sangre. —Tan cierto como que el SEÑOR vive —le respondió—, ¡no se tocará ni un solo cabello de la cabeza de tu hijo!
2Sa 14:12 —Por favor, permítame preguntar una cosa más a mi señor el rey —dijo ella. —Adelante, habla —respondió él.
2Sa 14:13 Ella contestó: —¿Por qué no hace por el pueblo de Dios lo mismo que prometió hacer por mí? Se ha declarado culpable a sí mismo al tomar esta decisión, porque ha rehusado traer a casa a su propio hijo desterrado.
2Sa 14:14 Todos moriremos algún día. Nuestra vida es como agua derramada en el suelo, la cual no se puede volver a juntar. Pero Dios no arrasa con nuestra vida, sino que idea la manera de traernos de regreso cuando hemos estado separados de él.
2Sa 14:15 »He venido a rogarle a mi señor el rey porque la gente me ha amenazado. Me dije: “Tal vez el rey me escuche
2Sa 14:16 y nos rescate de los que quieren quitarnos la herencia* que Dios nos dio.
2Sa 14:17 Sí, mi señor el rey nos devolverá la tranquilidad de espíritu”. Sé que usted es como un ángel de Dios que puede distinguir entre lo bueno y lo malo. Que el SEÑOR su Dios esté con usted.
2Sa 14:18 —Tengo que saber algo —le dijo el rey—, y dime la verdad. —¿Sí, mi señor el rey? —respondió ella.
2Sa 14:19 —¿Joab te incitó a hacer esto? Y la mujer contestó: —Mi señor el rey, ¿cómo podría negarlo? Nadie puede esconder nada de usted. Sí, Joab me envió y me dijo qué decir.
2Sa 14:20 Lo hizo para que pueda ver el asunto con otros ojos. ¡Pero usted es tan sabio como un ángel de Dios, y comprende todo lo que sucede entre nosotros!
2Sa 14:21 Entonces el rey mandó llamar a Joab y le dijo: —Está bien, ve y trae de regreso al joven Absalón.
2Sa 14:22 Joab se inclinó rostro en tierra con profundo respeto y dijo: —Por fin sé que cuento con su favor, mi señor el rey, porque me ha concedido esta petición.
2Sa 14:23 Enseguida Joab fue a Gesur y trajo a Absalón de regreso a Jerusalén.
2Sa 14:24 Pero el rey dio esta orden: «Absalón puede ir a su propia casa, pero jamás vendrá a mi presencia». De manera que Absalón no vio al rey.
2Sa 14:25 Absalón era elogiado como el hombre más apuesto de todo Israel. De pies a cabeza era perfecto.
2Sa 14:26 Se cortaba el cabello una vez al año, y lo hacía sólo porque era muy pesado. ¡El peso de su cabello era de más de dos kilos!*
2Sa 14:27 Tenía tres hijos y una hija. Su hija se llamaba Tamar, y era muy hermosa.
2Sa 14:28 Absalón vivió dos años en Jerusalén, pero nunca pudo ver al rey.
2Sa 14:29 Así que mandó llamar a Joab para pedirle que intercediera por él, pero Joab se negó a ir. Entonces Absalón volvió a enviar por él una segunda vez, pero de nuevo Joab se negó.
2Sa 14:30 Finalmente Absalón les dijo a sus siervos: «Vayan y préndanle fuego al campo de cebada de Joab, el que está junto al mío». Entonces fueron y le prendieron fuego al campo tal como Absalón les había mandado.
2Sa 14:31 Entonces Joab fue a la casa de Absalón y le reclamó: —¿Por qué tus siervos le prendieron fuego a mi campo?
2Sa 14:32 Absalón contestó: —Porque quería que le preguntaras al rey por qué me trajo de Gesur si no tenía intención de verme. Mejor me hubiera quedado allá. Déjame ver al rey; si me encuentra culpable de algo, entonces que me mate.
2Sa 14:33 De manera que Joab le dijo al rey lo que Absalón había dicho. Por fin el rey mandó llamar a Absalón, quien fue y se inclinó ante el rey, y el rey lo besó.
2Sa 15:1 Después Absalón compró un carruaje y caballos, y contrató a cincuenta guardaespaldas para que corrieran delante de él.
2Sa 15:2 Cada mañana se levantaba temprano e iba a la puerta de la ciudad. Cuando la gente llevaba un caso al rey para que lo juzgara, Absalón le preguntaba de qué parte de Israel era, y la persona le mencionaba a qué tribu pertenecía.
2Sa 15:3 Entonces Absalón le decía: «Usted tiene muy buenos argumentos a su favor. ¡Es una pena que el rey no tenga disponible a nadie para que los escuche!
2Sa 15:4 Qué lástima que no soy el juez; si lo fuera, todos podrían traerme sus casos para que los juzgara, y yo les haría justicia».
2Sa 15:5 Cuando alguien trataba de inclinarse ante él, no lo permitía. En cambio, lo tomaba de la mano y lo besaba.
2Sa 15:6 Absalón hacía esto con todos los que venían al rey por justicia, y de este modo se robaba el corazón de todo el pueblo de Israel.
2Sa 15:7 Después de cuatro años,* Absalón le dijo al rey: —Permítame ir a Hebrón a ofrecer un sacrificio al SEÑOR y cumplir un voto que le hice.
2Sa 15:8 Pues mientras su siervo estaba en Gesur en Aram, prometí que le ofrecería sacrificio al SEÑOR en Hebrón* si me traía de regreso a Jerusalén.
2Sa 15:9 —Está bien —le dijo el rey—. Ve y cumple tu voto. Así que Absalón se fue a Hebrón.
2Sa 15:10 Pero mientras estaba allí, envió mensajeros secretos a todas las tribus de Israel para iniciar una rebelión contra el rey. «Tan pronto como oigan el cuerno de carnero —decía el mensaje— deben decir: “Absalón ha sido coronado rey en Hebrón”».
2Sa 15:11 Absalón llevó consigo a doscientos hombres de Jerusalén como invitados, pero ellos no sabían nada de sus intenciones.
2Sa 15:12 Mientras Absalón ofrecía los sacrificios, mandó a buscar a Ahitofel, uno de los consejeros de David que vivía en Gilo. En poco tiempo muchos más se unieron a Absalón, y la conspiración cobró fuerza.
2Sa 15:13 Pronto llegó un mensajero a Jerusalén para decirle a David: «¡Todo Israel se ha unido a Absalón en una conspiración en su contra!».
2Sa 15:14 —Entonces debemos huir de inmediato, ¡si no será muy tarde! —David dijo a sus hombres—. ¡Apresúrense! Si salimos de Jerusalén antes de que llegue Absalón, tanto nosotros como la ciudad nos salvaremos del desastre.
2Sa 15:15 —Estamos con usted —respondieron sus consejeros—. Haga lo que mejor le parezca.
2Sa 15:16 Entonces el rey salió de inmediato junto con todos los de su casa. No dejó a nadie excepto a diez de sus concubinas para que cuidaran el palacio.
2Sa 15:17 Así que el rey y toda su gente salieron a pie, y se detuvieron en la última casa
2Sa 15:18 a fin de que los hombres del rey pasaran al frente. Había seiscientos hombres de Gat que habían venido con David, junto con los guardaespaldas del rey.*
2Sa 15:19 Después el rey se dio vuelta y le dijo a Itai, un líder de los hombres de Gat: —¿Por qué vienes con nosotros? Vuelve al rey Absalón porque tú eres un huésped en Israel, un extranjero en el exilio.
2Sa 15:20 Llegaste hace poco, ¿debería forzarte a vagar con nosotros? Ni siquiera sé a dónde iremos. Regresa y llévate contigo a tus parientes, y que el SEÑOR te muestre su amor inagotable y su fidelidad.*
2Sa 15:21 Pero Itai le respondió al rey: —Juro por el SEÑOR y por el rey que iré dondequiera que mi señor el rey vaya, sin importar lo que pase, ya sea que signifique la vida o la muerte.
2Sa 15:22 David respondió: —Está bien, ven con nosotros. De modo que Itai y todos sus hombres junto con sus familias lo acompañaron.
2Sa 15:23 Entonces todo el pueblo lloraba a gritos cuando el rey y sus seguidores pasaban. Así que cruzaron el valle de Cedrón y fueron hacia el desierto.
2Sa 15:24 Sadoc y todos los levitas también fueron con él cargando el arca del pacto de Dios. Pusieron el arca de Dios en el suelo, y Abiatar ofreció sacrificios* hasta que todos dejaron la ciudad.
2Sa 15:25 Luego el rey le dio instrucciones a Sadoc para que regresara el arca de Dios a la ciudad: «Si al SEÑOR le parece bien —dijo David—, me traerá de regreso para volver a ver el arca y el tabernáculo;*
2Sa 15:26 pero si él ha terminado conmigo, entonces dejemos que haga lo que mejor le parezca».
2Sa 15:27 El rey también le dijo al sacerdote Sadoc: «Mira,* este es mi plan. Tú y Abiatar* deben regresar a la ciudad sin llamar la atención junto con tu hijo Ahimaas y con Jonatán, el hijo de Abiatar.
2Sa 15:28 Yo me detendré en los bajíos del río Jordán* y allí esperaré tu informe».
2Sa 15:29 De este modo Sadoc y Abiatar devolvieron el arca de Dios a la ciudad y allí se quedaron.
2Sa 15:30 Entonces David subió el camino que lleva al monte de los Olivos, llorando mientras caminaba. Llevaba la cabeza cubierta y los pies descalzos en señal de duelo. Las personas que iban con él también se cubrieron la cabeza y lloraron mientras subían el monte.
2Sa 15:31 Cuando alguien le dijo a David que su consejero Ahitofel ahora respaldaba a Absalón, David oró: «¡Oh SEÑOR, haz que Ahitofel le dé consejos necios a Absalón!».
2Sa 15:32 Al llegar David a la cima del monte de los Olivos, donde la gente adoraba a Dios, Husai el arquita lo estaba esperando. Husai había rasgado sus ropas y había echado polvo sobre su cabeza en señal de duelo.
2Sa 15:33 Pero David le dijo: «Si vienes conmigo sólo serás una carga.
2Sa 15:34 Regresa a Jerusalén y dile a Absalón: “Ahora seré tu consejero, oh rey, así como lo fui de tu padre en el pasado”. Entonces podrás frustrar y contrarrestar los consejos de Ahitofel.
2Sa 15:35 Sadoc y Abiatar, los sacerdotes, estarán allí. Diles todo lo que se está planeando en el palacio del rey,
2Sa 15:36 y ellos enviarán a sus hijos Ahimaas y Jonatán para que me cuenten lo que está sucediendo».
2Sa 15:37 Entonces Husai, el amigo de David, regresó a Jerusalén y arribó justo cuando llegaba Absalón.

viernes, 19 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 19 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    14:53-65

Mar 14:53 Llevaron a Jesús a la casa del sumo sacerdote, donde se habían reunido los principales sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley religiosa.
Mar 14:54 Mientras tanto, Pedro lo siguió de lejos y entró directamente al patio del sumo sacerdote. Allí se sentó con los guardias para calentarse junto a la fogata.
Mar 14:55 Adentro, los principales sacerdotes y todo el Concilio Supremo* intentaban encontrar pruebas contra Jesús para poder ejecutarlo, pero no pudieron encontrar ninguna.
Mar 14:56 Había muchos falsos testigos que hablaban en contra de él, pero todos se contradecían.
Mar 14:57 Finalmente unos hombres se pusieron de pie y dieron el siguiente falso testimonio:
Mar 14:58 «Nosotros lo oímos decir: “Yo destruiré este templo hecho con manos humanas y en tres días construiré otro, no hecho con manos humanas”».
Mar 14:59 ¡Pero aun así sus relatos no coincidían!
Mar 14:60 Entonces el sumo sacerdote se puso de pie ante todos y le preguntó a Jesús: «Bien, ¿no vas a responder a estos cargos? ¿Qué tienes que decir a tu favor?».
Mar 14:61 Pero Jesús se mantuvo callado y no contestó. Entonces el sumo sacerdote le preguntó: —¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Bendito?
Mar 14:62 Jesús dijo: —YO SOY.* Y ustedes verán al Hijo del Hombre sentado en el lugar de poder, a la derecha de Dios,* y viniendo en las nubes del cielo.*
Mar 14:63 Entonces el sumo sacerdote se rasgó las vestiduras en señal de horror y dijo: «¿Para qué necesitamos más testigos?
Mar 14:64 Todos han oído la blasfemia que dijo. ¿Cuál es el veredicto?». «¡Culpable! —gritaron todos —. ¡Merece morir!».
Mar 14:65 Entonces algunos comenzaron a escupirle, y le vendaron los ojos y le daban puñetazos. «¡Profetízanos!» —se burlaban. Y los guardias lo abofeteaban mientras se lo llevaban.





GÁLATAS 3:1-14

Gál 3:1 ¡Ay gálatas tontos! ¿Quién los ha hechizado? Pues el significado de la muerte de Jesucristo se les explicó con tanta claridad como si lo hubieran visto morir en la cruz.
Gál 3:2 Déjenme hacerles una pregunta: ¿recibieron al Espíritu Santo por obedecer la ley de Moisés? ¡Claro que no! Recibieron al Espíritu porque creyeron el mensaje que escucharon acerca de Cristo.
Gál 3:3 ¿Será posible que sean tan tontos? Después de haber comenzado a vivir la vida cristiana en el Espíritu, ¿por qué ahora tratan de ser perfectos mediante sus propios esfuerzos?
Gál 3:4 ¿Acaso han pasado por tantas experiencias* en vano? ¡No puede ser que no les hayan servido para nada!
Gál 3:5 Vuelvo a preguntarles: ¿acaso Dios les da al Espíritu Santo y hace milagros entre ustedes porque obedecen la ley? ¡Por supuesto que no! Es porque creen el mensaje que oyeron acerca de Cristo.
Gál 3:6 Del mismo modo, «Abraham le creyó a Dios, y Dios lo consideró justo debido a su fe»*.
Gál 3:7 Así que los verdaderos hijos de Abraham son los que ponen su fe en Dios.
Gál 3:8 Es más, las Escrituras previeron este tiempo en el que Dios declararía justos a los gentiles* por causa de su fe. Dios anunció esa Buena Noticia a Abraham hace tiempo, cuando le dijo: «Todas las naciones serán bendecidas por medio de ti»*.
Gál 3:9 Así que todos los que ponen su fe en Cristo participan de la misma bendición que recibió Abraham por causa de su fe.
Gál 3:10 Pero los que dependen de la ley para hacerse justos ante Dios están bajo la maldición de Dios, porque las Escrituras dicen: «Maldito es todo el que no cumple ni obedece cada uno de los mandatos que están escritos en el libro de la Ley de Dios»*.
Gál 3:11 Queda claro, entonces, que nadie puede hacerse justo ante Dios por tratar de cumplir la ley, ya que las Escrituras dicen: «Es por medio de la fe que el justo tiene vida»*.
Gál 3:12 El camino de la fe es muy diferente del camino de la ley, que dice: «Es mediante la obediencia a la ley que una persona tiene vida»*.
Gál 3:13 Pero Cristo nos ha rescatado de la maldición dictada en la ley. Cuando fue colgado en la cruz, cargó sobre sí la maldición de nuestras fechorías. Pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado en un madero»*.
Gál 3:14 Mediante Cristo Jesús, Dios bendijo a los gentiles con la misma bendición que le prometió a Abraham, a fin de que los creyentes pudiéramos recibir por medio de la fe al Espíritu Santo prometido.*



SALMO 112

Sal 112:1 *¡Alabado sea el SEÑOR! Qué felices son los que temen al SEÑOR y se deleitan en obedecer sus mandatos.
Sal 112:2 Sus hijos tendrán éxito en todas partes; toda una generación de justos será bendecida.
Sal 112:3 Ellos mismos serán ricos, y sus buenas acciones durarán para siempre.
Sal 112:4 La luz brilla en la oscuridad para los justos; son generosos, compasivos y rectos.
Sal 112:5 Les va bien a los que prestan dinero con generosidad y manejan sus negocios equitativamente.
Sal 112:6 A estas personas no las vencerá el mal; a los rectos se les recordará por mucho tiempo.
Sal 112:7 Ellos no tienen miedo de malas noticias; confían plenamente en que el SEÑOR los cuidará.
Sal 112:8 Tienen confianza y viven sin temor, y pueden enfrentar triunfantes a sus enemigos.
Sal 112:9 Comparten con libertad y dan con generosidad a los necesitados; sus buenas acciones serán recordadas para siempre. Ellos tendrán influencia y recibirán honor.
Sal 112:10 Los perversos lo verán y se pondrán furiosos. Rechinarán los dientes de enojo; se escabullirán avergonzados con sus esperanzas frustradas.

LECTURA PARA LA NOCHE

2 SAMUEL    13

2Sa 13:1 Ahora bien, Absalón, hijo de David, tenía una hermana muy hermosa llamada Tamar; y Amnón, su medio hermano, se enamoró perdidamente de ella.
2Sa 13:2 Amnón se obsesionó tanto con Tamar que se enfermó. Ella era virgen, y Amnón pensó que nunca podría poseerla.
2Sa 13:3 Pero Amnón tenía un amigo muy astuto, su primo Jonadab, quien era hijo de Simea, hermano de David.
2Sa 13:4 Cierto día Jonadab le dijo a Amnón: —¿Cuál es el problema? ¿Por qué debe el hijo de un rey verse tan abatido día tras día? Entonces Amnón le dijo: —Estoy enamorado de Tamar, hermana de mi hermano Absalón.
2Sa 13:5 —Bien —dijo Jonadab—, te diré lo que tienes que hacer. Vuelve a la cama y finge que estás enfermo. Cuando tu padre venga a verte, pídele que le permita a Tamar venir y prepararte algo de comer. Dile que te hará sentir mejor si ella prepara los alimentos en tu presencia y te da de comer con sus propias manos.
2Sa 13:6 Entonces Amnón se acostó y fingió estar enfermo. Cuando el rey fue a verlo, Amnón le pidió: «Por favor deja que mi hermana Tamar venga y me prepare mi comida preferida* mientras yo observo, así podré comer de sus manos».
2Sa 13:7 Entonces David aceptó la propuesta y envió a Tamar a la casa de Amnón para que le preparara algo de comer.
2Sa 13:8 Cuando Tamar llegó a la casa de Amnón, fue a donde él estaba acostado para que pudiera verla mientras preparaba la masa. Luego le horneó su comida preferida,
2Sa 13:9 pero cuando ella le llevó la bandeja, Amnón se negó a comer y les dijo a sus sirvientes: «Salgan todos de aquí». Así que todos salieron.
2Sa 13:10 Entonces él le dijo a Tamar: —Ahora trae la comida a mi dormitorio y dame de comer aquí. Tamar le llevó su comida preferida,
2Sa 13:11 pero cuando ella comenzó a darle de comer, la agarró y le insistió: —Ven, mi amada hermana, acuéstate conmigo.
2Sa 13:12 —¡No, hermano mío! —imploró ella—. ¡No seas insensato! ¡No me hagas esto! En Israel no se hace semejante perversidad.
2Sa 13:13 ¿Adónde podría ir con mi vergüenza? Y a ti te dirán que eres uno de los necios más grandes de Israel. Por favor, sólo habla con el rey, y él te permitirá casarte conmigo.
2Sa 13:14 Pero Amnón no quiso escucharla y, como era más fuerte que ella, la violó.
2Sa 13:15 De pronto, el amor de Amnón se transformó en odio, y la llegó a odiar aún más de lo que la había amado. —¡Vete de aquí! —le gruñó.
2Sa 13:16 —¡No, no! —gritó Tamar—. ¡Echarme de aquí ahora es aun peor de lo que ya me has hecho! Pero Amnón no quiso escucharla.
2Sa 13:17 Entonces llamó a su sirviente y le ordenó: —¡Echa fuera a esta mujer y cierra la puerta detrás de ella!
2Sa 13:18 Así que el sirviente la sacó y cerró la puerta detrás de ella. Tamar llevaba puesta una hermosa túnica larga,* como era costumbre en esos días para las hijas vírgenes del rey.
2Sa 13:19 Pero entonces, ella rasgó su túnica y echó ceniza sobre su cabeza y, cubriéndose la cara con las manos, se fue llorando.
2Sa 13:20 Su hermano Absalón la vio y le preguntó: «¿Es verdad que Amnón ha estado contigo? Bien, hermanita, quédate callada por ahora, ya que él es tu hermano. No te angusties por esto». Así pues, Tamar vivió como una mujer desconsolada en la casa de su hermano Absalón.
2Sa 13:21 Cuando el rey David se enteró de lo que había sucedido, se enojó mucho.*
2Sa 13:22 Absalón nunca habló de esto con Amnón, sin embargo, lo odió profundamente por lo que le había hecho a su hermana.
2Sa 13:23 Dos años después, cuando se esquilaban las ovejas de Absalón en Baal-hazor, cerca de Efraín, Absalón invitó a todos los hijos del rey a una fiesta.
2Sa 13:24 Él fue adonde estaba el rey y le dijo: —Mis esquiladores ya se encuentran trabajando. ¿Podrían el rey y sus siervos venir a celebrar esta ocasión conmigo?
2Sa 13:25 El rey contestó: —No, hijo mío. Si fuéramos todos, seríamos mucha carga para ti. Entonces Absalón insistió, pero aun así el rey dijo que no iría, aunque le dio su bendición.
2Sa 13:26 —Bien —le dijo al rey—, si no puedes ir, ¿por qué no envías a mi hermano Amnón con nosotros? —¿Por qué a Amnón? —preguntó el rey.
2Sa 13:27 Pero Absalón siguió insistiendo hasta que por fin el rey accedió y dejó que todos sus hijos asistieran, entre ellos Amnón. Así que Absalón preparó un banquete digno de un rey.*
2Sa 13:28 Absalón les dijo a sus hombres: —Esperen hasta que Amnón se emborrache; entonces, a mi señal, ¡mátenlo! No tengan miedo. Yo soy quien da la orden. ¡Anímense y háganlo!
2Sa 13:29 Por lo tanto, cuando Absalón dio la señal, mataron a Amnón. Enseguida los otros hijos del rey montaron sus mulas y huyeron.
2Sa 13:30 Mientras iban de regreso a Jerusalén, a David le llegó este informe: «Absalón mató a todos los hijos del rey, ¡ninguno quedó con vida!».
2Sa 13:31 Entonces el rey se levantó, rasgó su túnica y se tiró al suelo. Sus consejeros también rasgaron sus ropas en señal de horror y tristeza.
2Sa 13:32 Pero justo en ese momento, Jonadab el hijo de Simea, hermano de David, llegó y dijo: —No, no crea que todos los hijos del rey están muertos, ¡solamente Amnón! Absalón había estado tramando esto desde que Amnón violó a su hermana Tamar.
2Sa 13:33 No, mi señor el rey, ¡no todos sus hijos están muertos! ¡Sólo murió Amnón!
2Sa 13:34 Mientras tanto, Absalón escapó. En ese momento, el centinela que estaba sobre la muralla de Jerusalén vio a una multitud descendiendo de una colina por el camino desde el occidente. Entonces corrió y le dijo al rey: —Veo a una multitud que viene por el camino de Horonaim por la ladera de la colina.*
2Sa 13:35 —¡Mire! —le dijo Jonadab al rey— ¡allí están! Ya vienen los hijos del rey, tal como dije.
2Sa 13:36 Pronto llegaron, llorando y sollozando. Entonces el rey y todos sus siervos lloraron amargamente con ellos.
2Sa 13:37 Y David hizo duelo por su hijo Amnón por muchos días. Absalón huyó adonde estaba su abuelo Talmai, hijo de Amiud, rey de Gesur.
2Sa 13:38 Se quedó en Gesur por tres años.
2Sa 13:39 Y el rey David,* ya resignado de la muerte de Amnón, anhelaba reencontrarse con su hijo Absalón.*