APOSENTO ALTO

miércoles, 3 de enero de 2018

LECTURA BÍBLICA 3 DE ENERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    2:1-12


Mat 2:1 Jesús nació en Belén de Judea durante el reinado de Herodes. Por ese tiempo, algunos sabios* de países del oriente llegaron a Jerusalén y preguntaron:
Mat 2:2 «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Vimos su estrella mientras salía* y hemos venido a adorarlo».
Mat 2:3 Cuando el rey Herodes oyó eso, se perturbó profundamente igual que todos en Jerusalén.
Mat 2:4 Mandó llamar a los principales sacerdotes y maestros de la ley religiosa y les preguntó: —¿Dónde se supone que nacerá el Mesías?
Mat 2:5 —En Belén de Judea —le dijeron —porque eso es lo que escribió el profeta:
Mat 2:6 “Y tú, Belén, en la tierra de Judá, no eres la menor entre las ciudades reinantes* de Judá, porque de ti saldrá un gobernante que será el pastor de mi pueblo Israel”*.
Mat 2:7 Luego Herodes convocó a los sabios a una reunión privada y, por medio de ellos, se enteró del momento en el que había aparecido la estrella por primera vez.
Mat 2:8 Entonces les dijo: «Vayan a Belén y busquen al niño con esmero. Y, cuando lo encuentren, vuelvan y díganme dónde está, para que yo también vaya y lo adore».
Mat 2:9 Después de esa reunión, los sabios siguieron su camino, y la estrella que habían visto en el oriente los guió hasta Belén. Iba delante de ellos y se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño.
Mat 2:10 Cuando vieron la estrella, ¡se llenaron de alegría!
Mat 2:11 Entraron en la casa y vieron al niño con su madre, María, y se inclinaron y lo adoraron. Luego abrieron sus cofres de tesoro y le dieron regalos de oro, incienso y mirra.
Mat 2:12 Cuando llegó el momento de irse, volvieron a su tierra por otro camino, ya que Dios les advirtió en un sueño que no regresaran a Herodes.


HECHOS 2:1-21


Hch 2:1 El día de Pentecostés,* todos los creyentes estaban reunidos en un mismo lugar.
Hch 2:2 De repente, se oyó un ruido desde el cielo parecido al estruendo de un viento fuerte e impetuoso que llenó la casa donde estaban sentados.
Hch 2:3 Luego, algo parecido a unas llamas o lenguas de fuego aparecieron y se posaron sobre cada uno de ellos.
Hch 2:4 Y todos los presentes fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otros idiomas,* conforme el Espíritu Santo les daba esa capacidad.
Hch 2:5 En esa ocasión, había judíos devotos de todas las naciones, que vivían en Jerusalén.
Hch 2:6 Cuando oyeron el fuerte ruido, todos llegaron corriendo y quedaron desconcertados al escuchar sus propios idiomas hablados por los creyentes.
Hch 2:7 Estaban totalmente asombrados. «¿Cómo puede ser? —exclamaban —. Todas estas personas son de Galilea,
Hch 2:8 ¡y aún así las oímos hablar en nuestra lengua materna!
Hch 2:9 Aquí estamos nosotros: partos, medos, elamitas, gente de Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto, de la provincia de Asia,
Hch 2:10 de Frigia, Panfilia, Egipto y de las áreas de Libia alrededor de Cirene, visitantes de Roma
Hch 2:11 (tanto judíos como convertidos al judaísmo), cretenses y árabes. ¡Y todos oímos a esta gente hablar en nuestro propio idioma acerca de las cosas maravillosas que Dios ha hecho!».
Hch 2:12 Quedaron allí, maravillados y perplejos. «¿Qué querrá decir esto?», se preguntaban unos a otros.
Hch 2:13 Pero otros entre la multitud se burlaban de ellos diciendo: «Sólo están borrachos, eso es todo».
Hch 2:14 Entonces Pedro dio un paso adelante junto con los otros once apóstoles y gritó a la multitud: «¡Escuchen con atención, todos ustedes, compatriotas judíos y residentes de Jerusalén! No se equivoquen.
Hch 2:15 Estas personas no están borrachas, como algunos de ustedes suponen. Las nueve de la mañana es demasiado temprano para emborracharse.
Hch 2:16 No, lo que ustedes ven es lo que el profeta Joel predijo hace mucho tiempo:
Hch 2:17 “En los últimos días —dice Dios—, derramaré mi Espíritu sobre toda la gente. Sus hijos e hijas profetizarán. Sus jóvenes tendrán visiones, y sus ancianos tendrán sueños.
Hch 2:18 En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre mis siervos —hombres y mujeres por igual —y profetizarán.
Hch 2:19 Y haré maravillas arriba en los cielos y señales abajo en la tierra: sangre, fuego y nubes de humo.
Hch 2:20 El sol se oscurecerá, y la luna se pondrá roja como la sangre antes de que llegue el grande y glorioso día del SEÑOR.
Hch 2:21 Pero todo el que invoque el nombre del SEÑOR será salvo”*.


SALMO 3

Sal 3:1 Oh SEÑOR, tengo tantos enemigos; son muchos los que están en mi contra.
Sal 3:2 Son tantos los que dicen: «¡Dios no lo rescatará!». Interludio*
Sal 3:3 Pero tú, oh SEÑOR, eres un escudo que me rodea; eres mi gloria, el que sostiene mi cabeza en alto.
Sal 3:4 Clamé al SEÑOR, y él me respondió desde su monte santo. Interludio
Sal 3:5 Me acosté y dormí, pero me desperté a salvo, porque el SEÑOR me cuidaba.
Sal 3:6 No tengo miedo a los diez mil enemigos que me rodean por todas partes.
Sal 3:7 ¡Levántate, oh SEÑOR! ¡Rescátame, Dios mío! ¡Abofetea a todos mis enemigos! ¡Destroza los dientes de los malvados!
Sal 3:8 La victoria proviene de ti, oh SEÑOR; bendice a tu pueblo. Interludio


LECTURA PARA LA NOCHE

GÉNESIS 5-8


Gén 5:1 Este es el relato escrito de los descendientes de Adán. Cuando Dios creó a los seres humanos,* los hizo para que fueran semejantes a él mismo.
Gén 5:2 Los creó hombre y mujer, y los bendijo y los llamó «humanos».
Gén 5:3 Cuando Adán tenía ciento treinta años, fue padre de un hijo que era igual a él, su viva imagen, y lo llamó Set.
Gén 5:4 Después del nacimiento de Set, Adán vivió ochocientos años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 5:5 Adán vivió novecientos treinta años y después murió.
Gén 5:6 Cuando Set tenía ciento cinco años, fue padre de* Enós.
Gén 5:7 Después del nacimiento de* Enós, Set vivió ochocientos siete años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 5:8 Set vivió novecientos doce años y después murió.
Gén 5:9 Cuando Enós tenía noventa años, fue padre de Cainán.
Gén 5:10 Después del nacimiento de Cainán, Enós vivió ochocientos quince años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 5:11 Enós vivió novecientos cinco años y después murió.
Gén 5:12 Cuando Cainán tenía setenta años, fue padre de Mahalaleel.
Gén 5:13 Después del nacimiento de Mahalaleel, Cainán vivió ochocientos cuarenta años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 5:14 Cainán vivió novecientos diez años y después murió.
Gén 5:15 Cuando Mahalaleel tenía sesenta y cinco años, fue padre de Jared.
Gén 5:16 Después del nacimiento de Jared, Mahalaleel vivió ochocientos treinta años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 5:17 Mahalaleel vivió ochocientos noventa y cinco años y después murió.
Gén 5:18 Cuando Jared tenía ciento sesenta y dos años, fue padre de Enoc.
Gén 5:19 Después del nacimiento de Enoc, Jared vivió ochocientos años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 5:20 Jared vivió novecientos sesenta y dos años y después murió.
Gén 5:21 Cuando Enoc tenía sesenta y cinco años, fue padre de Matusalén.
Gén 5:22 Después del nacimiento de Matusalén, Enoc vivió en íntima comunión con Dios trescientos años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 5:23 Enoc vivió trescientos sesenta y cinco años
Gén 5:24 andando en íntima comunión con Dios. Y un día desapareció, porque Dios se lo llevó.
Gén 5:25 Cuando Matusalén tenía ciento ochenta y siete años, fue padre de Lamec.
Gén 5:26 Después del nacimiento de Lamec, Matusalén vivió setecientos ochenta y dos años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 5:27 Matusalén vivió novecientos sesenta y nueve años y después murió.
Gén 5:28 Cuando Lamec tenía ciento ochenta y dos años, fue padre de un hijo varón.
Gén 5:29 Lamec le puso por nombre a su hijo Noé, porque dijo: «Que él nos traiga alivio* de nuestro trabajo y de la penosa labor de cultivar esta tierra que el SEÑOR ha maldecido».
Gén 5:30 Después del nacimiento de Noé, Lamec vivió quinientos noventa y cinco años más y tuvo otros hijos e hijas.
Gén 5:31 Lamec vivió setecientos setenta y siete años y después murió.
Gén 5:32 Cuando Noé tenía quinientos años, fue padre de Sem, Cam y Jafet.
Gén 6:1 Luego los seres humanos comenzaron a multiplicarse sobre la tierra, y les nacieron hijas.
Gén 6:2 Los hijos de Dios vieron a las hermosas mujeres* y tomaron como esposas a todas las que quisieron.
Gén 6:3 Entonces el SEÑOR dijo: «Mi Espíritu no tolerará a* los humanos durante mucho tiempo, porque sólo son carne mortal. En el futuro, la duración de la vida no pasará de ciento veinte años».
Gén 6:4 En esos días y durante algún tiempo después, vivían en la tierra gigantes nefilitas, pues siempre que los hijos de Dios tenían relaciones sexuales con las mujeres, ellas daban a luz hijos que luego se convirtieron en los héroes y en los famosos guerreros de la antigüedad.
Gén 6:5 El SEÑOR vio la magnitud de la maldad humana en la tierra y que todo lo que la gente pensaba o imaginaba era siempre y totalmente malo.
Gén 6:6 Entonces el SEÑOR lamentó haber creado al ser humano y haberlo puesto sobre la tierra. Se le partió el corazón.
Gén 6:7 Entonces el SEÑOR dijo: «Borraré de la faz de la tierra a esta raza humana que he creado. Así es, y destruiré a todo ser viviente: a todos los seres humanos, a los animales grandes, a los animales pequeños que corren por el suelo y aun a las aves del cielo. Lamento haberlos creado».
Gén 6:8 Pero Noé encontró favor delante del SEÑOR.
Gén 6:9 Este es el relato de Noé y su familia. Noé era un hombre justo, la única persona intachable que vivía en la tierra en ese tiempo, y anduvo en íntima comunión con Dios.
Gén 6:10 Noé fue padre de tres hijos: Sem, Cam y Jafet.
Gén 6:11 Ahora bien, Dios vio que la tierra se había corrompido y estaba llena de violencia.
Gén 6:12 Dios observó toda la corrupción que había en el mundo, porque todos en la tierra eran corruptos.
Gén 6:13 Entonces Dios dijo a Noé: «He decidido destruir a todas las criaturas vivientes, porque han llenado la tierra de violencia. Así es, ¡los borraré a todos y también destruiré la tierra!
Gén 6:14 »Construye una gran barca* de madera de ciprés* y recúbrela con brea por dentro y por fuera para que no le entre agua. Luego construye pisos y establos por todo su interior.
Gén 6:15 Haz la barca de ciento treinta y ocho metros de longitud, veintitrés metros de anchura y catorce metros de altura.*
Gén 6:16 Deja una abertura de cuarenta y seis centímetros* por debajo del techo, alrededor de toda la barca. Pon la puerta en uno de los costados y construye tres pisos dentro de la barca: inferior, medio y superior.
Gén 6:17 »¡Mira! Estoy a punto de cubrir la tierra con un diluvio que destruirá a todo ser vivo que respira. Todo lo que hay en la tierra morirá,
Gén 6:18 pero confirmaré mi pacto contigo. Así que entren en la barca tú y tu mujer, y tus hijos y sus esposas.
Gén 6:19 Mete en la barca junto contigo a una pareja —macho y hembra— de cada especie animal a fin de mantenerlos vivos durante el diluvio.
Gén 6:20 Una pareja de cada especie de ave, de animal, y de animal pequeño que corre por el suelo vendrán a ti para mantenerse con vida.
Gén 6:21 Y asegúrate de llevar a bordo suficiente alimento para tu familia y para todos los animales».
Gén 6:22 Entonces Noé hizo todo exactamente como Dios se lo había ordenado.
Gén 7:1 Cuando todo estuvo preparado, el SEÑOR le dijo a Noé: «Entra en la barca con toda tu familia, porque puedo ver que, entre todas las personas de la tierra, sólo tú eres justo.
Gén 7:2 Toma contigo siete parejas —macho y hembra— de cada animal que yo he aprobado para comer y para el sacrificio,* y toma una pareja de cada uno de los demás.
Gén 7:3 Toma también siete parejas de cada especie de ave. Tiene que haber un macho y una hembra en cada pareja para asegurar que sobrevivan todas las especies en la tierra después del diluvio.
Gén 7:4 Dentro de siete días, haré que descienda la lluvia sobre la tierra; y lloverá durante cuarenta días y cuarenta noches, hasta que yo haya borrado de la tierra a todos los seres vivos que he creado».
Gén 7:5 Así que Noé hizo todo tal como el SEÑOR le había ordenado.
Gén 7:6 Noé tenía seiscientos años cuando el diluvio cubrió la tierra.
Gén 7:7 Subió a bordo de la barca para escapar del diluvio junto con su esposa, sus hijos y las esposas de ellos.
Gén 7:8 Con ellos estaban todas las diferentes especies de animales —los aprobados para comer y para el sacrificio, y los no aprobados— junto con todas las aves y los animales pequeños que corren por el suelo.
Gén 7:9 Entraron en la barca por parejas —macho y hembra— tal como Dios había ordenado a Noé.
Gén 7:10 Después de siete días, las aguas del diluvio descendieron y cubrieron la tierra.
Gén 7:11 Cuando Noé tenía seiscientos años, el día diecisiete del mes segundo, todas las aguas subterráneas entraron en erupción, y la lluvia cayó en grandes torrentes desde el cielo.
Gén 7:12 La lluvia continuó cayendo durante cuarenta días y cuarenta noches.
Gén 7:13 Ese mismo día Noé había entrado en la barca con su esposa y sus hijos —Sem, Cam y Jafet— y las esposas de ellos.
Gén 7:14 Con ellos en la barca había parejas de cada especie animal —domésticos y salvajes, grandes y pequeños— junto con aves de cada especie.
Gén 7:15 De dos en dos entraron en la barca, en representación de todo ser vivo que respira.
Gén 7:16 Entraron un macho y una hembra de cada especie, tal como Dios había ordenado a Noé. Luego el SEÑOR cerró la puerta detrás de ellos.
Gén 7:17 Durante cuarenta días, las aguas del diluvio crecieron hasta que cubrieron la tierra y elevaron la barca por encima de la tierra.
Gén 7:18 Mientras el nivel del agua subía más y más por encima del suelo, la barca flotaba a salvo sobre la superficie.
Gén 7:19 Finalmente, el agua cubrió hasta las montañas más altas de la tierra
Gén 7:20 elevándose casi siete metros* por encima de las cumbres más altas.
Gén 7:21 Murieron todos los seres vivos que había sobre la tierra: las aves, los animales domésticos, los animales salvajes, los animales pequeños que corren por el suelo y todas las personas.
Gén 7:22 Todo lo que respiraba y vivía sobre tierra firme murió.
Gén 7:23 Dios borró de la tierra a todo ser vivo: las personas, los animales, los animales pequeños que corren por el suelo y las aves del cielo. Todos fueron destruidos. Las únicas personas que sobrevivieron fueron Noé y los que estaban con él en la barca.
Gén 7:24 Y las aguas del diluvio cubrieron la tierra durante ciento cincuenta días.
Gén 8:1 Entonces Dios se acordó de Noé y de todos los animales salvajes y domésticos que estaban con él en la barca. Envió un viento que soplara sobre la tierra, y las aguas del diluvio comenzaron a retirarse.
Gén 8:2 Las aguas subterráneas dejaron de fluir y se detuvieron las lluvias torrenciales que caían del cielo.
Gén 8:3 Entonces las aguas del diluvio se retiraron de la tierra en forma gradual. Después de ciento cincuenta días,
Gén 8:4 exactamente cinco meses después de que comenzó el diluvio,* la barca se detuvo sobre las montañas de Ararat.
Gén 8:5 Dos meses y medio más tarde,* mientras las aguas seguían bajando, otras cumbres se hicieron visibles.
Gén 8:6 Pasados otros cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en la barca
Gén 8:7 y soltó un cuervo. El pájaro voló ida y vuelta hasta que las aguas del diluvio terminaron de secarse sobre la tierra.
Gén 8:8 También soltó una paloma para ver si el agua se había retirado y si la paloma podía encontrar suelo seco;
Gén 8:9 pero la paloma no pudo encontrar ningún lugar donde posarse, porque el agua aún cubría la tierra. Así que volvió a la barca, y Noé extendió su mano y metió la paloma adentro.
Gén 8:10 Después de esperar otros siete días, Noé volvió a soltar la paloma;
Gén 8:11 esta vez la paloma regresó a él por la tarde con una hoja de olivo fresca en su pico. Entonces Noé supo que las aguas del diluvio se habían retirado casi por completo.
Gén 8:12 Esperó otros siete días y volvió a soltar la paloma. Esta vez el ave no regresó.
Gén 8:13 Ahora Noé tenía seiscientos un años de edad. El primer día del nuevo año, diez meses y medio después del comienzo del diluvio,* las aguas del diluvio se habían secado de la tierra casi por completo. Noé levantó la cubierta de la barca y vio que la superficie de la tierra se estaba secando.
Gén 8:14 Pasaron otros dos meses,* ¡y por fin la tierra quedó seca!
Gén 8:15 Entonces Dios dijo a Noé:
Gén 8:16 «Todos ustedes —tú y tu esposa, y tus hijos y sus esposas— salgan de la barca.
Gén 8:17 Suelta a todos los animales —las aves, los animales y los animales pequeños que corren por el suelo— para que puedan ser fructíferos y se multipliquen por toda la tierra».
Gén 8:18 Entonces Noé, su esposa, sus hijos y las esposas de sus hijos salieron de la barca;
Gén 8:19 y todos los animales, grandes y pequeños, y las aves salieron de la barca, pareja por pareja.
Gén 8:20 Luego Noé construyó un altar al SEÑOR y allí sacrificó como ofrendas quemadas los animales y las aves que habían sido aprobados para ese propósito.*
Gén 8:21 Al SEÑOR le agradó el aroma del sacrificio y se dijo a sí mismo: «Nunca más volveré a maldecir la tierra por causa de los seres humanos, aun cuando todo lo que ellos piensen o imaginen se incline al mal desde su niñez. Nunca más volveré a destruir a todos los seres vivos.
Gén 8:22 Mientras la tierra permanezca, habrá cultivos y cosechas, frío y calor, verano e invierno, día y noche».

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