APOSENTO ALTO

lunes, 22 de enero de 2018

LECTURA BÍBLICA 22 DE ENERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    9:1-13

Mat 9:1 Jesús subió a una barca y regresó al otro lado del lago, a su propia ciudad.
Mat 9:2 Unos hombres le llevaron a un paralítico en una camilla. Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo mío! Tus pecados son perdonados».
Mat 9:3 Pero algunos de los maestros de la ley religiosa decían en su interior: «¡Es una blasfemia! ¿Acaso se cree que es Dios?».
Mat 9:4 Jesús sabía* lo que ellos estaban pensando, así que les preguntó: «¿Por qué tienen pensamientos tan malvados en el corazón?
Mat 9:5 ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados son perdonados” o “Ponte de pie y camina”?
Mat 9:6 Así que les demostraré que el Hijo del Hombre* tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados». Entonces Jesús miró al paralítico y dijo: «¡Ponte de pie, toma tu camilla y vete a tu casa!».
Mat 9:7 ¡El hombre se levantó de un salto y se fue a su casa!
Mat 9:8 Al ver esto, el temor se apoderó de la multitud. Y alababan a Dios por enviar a un hombre con tanta autoridad.*
Mat 9:9 Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre llamado Mateo sentado en su cabina de cobrador de impuestos. «Sígueme y sé mi discípulo», le dijo Jesús. Entonces Mateo se levantó y lo siguió.
Mat 9:10 Más tarde, Mateo invitó a Jesús y a sus discípulos a una cena en su casa, junto con muchos cobradores de impuestos y otros pecadores de mala fama.
Mat 9:11 Pero, cuando los fariseos vieron esto, preguntaron a los discípulos: «¿Por qué su maestro come con semejante escoria*?».
Mat 9:12 Cuando Jesús los oyó, les dijo: «La gente sana no necesita médico, los enfermos sí».
Mat 9:13 Luego añadió: «Ahora vayan y aprendan el significado de la siguiente Escritura: “Quiero que tengan compasión, no que ofrezcan sacrificios”*. Pues no he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores».



HECHOS 13:1-25

Hch 13:1 Entre los profetas y maestros de la iglesia de Antioquía de Siria se encontraban Bernabé, Simeón (llamado «el Negro»*), Lucio (de Cirene), Manaén (compañero de infancia del rey Herodes Antipas*) y Saulo.
Hch 13:2 Cierto día, mientras estos hombres adoraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: «Consagren a Bernabé y a Saulo para el trabajo especial al cual los he llamado».
Hch 13:3 Así que, después de pasar más tiempo en ayuno y oración, les impusieron las manos y los enviaron.
Hch 13:4 Entonces Bernabé y Saulo fueron enviados por el Espíritu Santo. Descendieron hasta el puerto de Seleucia y después navegaron hacia la isla de Chipre.
Hch 13:5 Allí, en la ciudad de Salamina, fueron a las sinagogas judías y predicaron la palabra de Dios. Juan Marcos fue con ellos como su asistente.
Hch 13:6 Después viajaron de ciudad en ciudad por toda la isla hasta que finalmente llegaron a Pafos, donde conocieron a un hechicero judío, un falso profeta llamado Barjesús.
Hch 13:7 El tal se había apegado al gobernador, Sergio Paulo, quien era un hombre inteligente. El gobernador invitó a Bernabé y a Saulo para que fueran a verlo, porque quería oír la palabra de Dios.
Hch 13:8 Pero Elimas, el hechicero (eso es lo que significa su nombre en griego), se entrometió e instó al gobernador a que no prestara atención a lo que Bernabé y Saulo decían. Trataba de impedir que el gobernador creyera.
Hch 13:9 Saulo, también conocido como Pablo, fue lleno del Espíritu Santo y miró al hechicero a los ojos.
Hch 13:10 Luego dijo: «¡Tú, hijo del diablo, lleno de toda clase de engaño y fraude, y enemigo de todo lo bueno! ¿Nunca dejarás de distorsionar los caminos verdaderos del Señor?
Hch 13:11 Ahora mira, el Señor ha puesto su mano de castigo sobre ti, y quedarás ciego. No verás la luz del sol por un tiempo». Al instante, neblina y oscuridad cubrieron los ojos del hombre, y comenzó a andar a tientas, mientras suplicaba que alguien lo tomara de la mano y lo guiara.
Hch 13:12 Cuando el gobernador vio lo que había sucedido, se convirtió, pues quedó asombrado de la enseñanza acerca del Señor.
Hch 13:13 Luego Pablo y sus compañeros salieron de Pafos en barco rumbo a Panfilia y desembarcaron en la ciudad portuaria de Perge. Allí Juan Marcos los dejó y regresó a Jerusalén.
Hch 13:14 Pero Pablo y Bernabé siguieron su viaje por tierra adentro hasta Antioquía de Pisidia.* El día de descanso fueron a las reuniones de la sinagoga.
Hch 13:15 Después de las lecturas acostumbradas de los libros de Moisés* y de los profetas, los que estaban a cargo del servicio les mandaron el siguiente mensaje: «Hermanos, si tienen alguna palabra de aliento para el pueblo, ¡pasen a decirla!».
Hch 13:16 Entonces Pablo se puso de pie, levantó la mano para hacerlos que se callaran y comenzó a hablar: «Hombres de Israel —dijo —y ustedes, gentiles* temerosos de Dios, escúchenme.
Hch 13:17 »El Dios de esta nación de Israel eligió a nuestros antepasados e hizo que se multiplicaran y se hicieran fuertes durante el tiempo que pasaron en Egipto. Luego, con brazo poderoso los sacó de la esclavitud.
Hch 13:18 Tuvo que soportarlos* durante los cuarenta años que anduvieron vagando por el desierto.
Hch 13:19 Luego destruyó a siete naciones en Canaán y le dio su tierra a Israel como herencia.
Hch 13:20 Todo esto llevó cerca de cuatrocientos cincuenta años. »Después de eso, Dios les dio jueces para que gobernaran hasta los días del profeta Samuel.
Hch 13:21 Luego el pueblo suplicó por un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, un hombre de la tribu de Benjamín que reinó durante cuarenta años.
Hch 13:22 Pero Dios quitó a Saúl y lo reemplazó con David, un hombre de quien Dios dijo: “He encontrado en David, hijo de Isaí, a un hombre conforme a mi propio corazón; él hará todo lo que yo quiero que haga”*.
Hch 13:23 »Y es precisamente uno de los descendientes del rey David, Jesús, ¡el Salvador de Israel prometido por Dios!
Hch 13:24 Antes de que él viniera, Juan el Bautista predicaba que todo el pueblo de Israel tenía que arrepentirse de sus pecados, convertirse a Dios y bautizarse.
Hch 13:25 Cuando estaba en los últimos días de su ministerio, Juan preguntó: “¿Creen ustedes que yo soy el Mesías? No, ¡no lo soy! Pero él pronto viene, y yo ni siquiera soy digno de ser su esclavo ni de desatarle las sandalias de sus pies”.


SALMO 21

Sal 21:1 ¡Cuánto se alegra el rey en tu fuerza, oh SEÑOR! Grita de alegría porque tú le das la victoria.
Sal 21:2 Pues le diste el deseo de su corazón; no le has negado nada de lo que te ha pedido. Interludio
Sal 21:3 Le das la bienvenida con éxito y prosperidad; le colocaste una corona del oro más puro sobre la cabeza.
Sal 21:4 Te pidió que le preservaras la vida, y le concediste su petición; los días de su vida se alargan para siempre.
Sal 21:5 Tu victoria le da mucha honra, y lo has vestido de esplendor y majestad.
Sal 21:6 Lo has dotado de bendiciones eternas y le has dado la alegría de tu presencia.
Sal 21:7 Pues el rey confía en el SEÑOR; el amor inagotable del Altísimo cuidará que no tropiece.
Sal 21:8 Capturarás a todos tus enemigos; con tu poderosa mano derecha atraparás a todos los que te odian.
Sal 21:9 Cuando te manifiestes, los arrojarás a un horno en llamas. En su enojo el SEÑOR los consumirá; el fuego los devorará.
Sal 21:10 Borrarás a sus hijos de la faz de la tierra; nunca tendrán descendientes.
Sal 21:11 Aunque conspiren contra ti, sus maquinaciones malignas jamás prosperarán.
Sal 21:12 Pues se darán vuelta y saldrán corriendo cuando vean que tus flechas apuntan hacia ellos.
Sal 21:13 Levántate, oh SEÑOR, en tu poder; con música y cánticos celebramos tus poderosos actos.

LECTURA PARA LA NOCHE

GÉNESIS 46-47

Gén 46:1 Entonces Jacob* emprendió el viaje a Egipto con todas sus posesiones. Y cuando llegó a Beerseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.
Gén 46:2 Durante la noche, Dios le habló en una visión. —¡Jacob! ¡Jacob! —lo llamó. —Aquí estoy —respondió Jacob.
Gén 46:3 —Yo soy Dios,* el Dios de tu padre —dijo la voz—. No tengas temor de descender a Egipto, porque allí haré de tu familia una gran nación.
Gén 46:4 Yo descenderé contigo a Egipto y te volveré a traer. Morirás en Egipto, pero José estará contigo para cerrar tus ojos.
Gén 46:5 Entonces Jacob salió de Beerseba, y sus hijos lo llevaron a Egipto. Lo transportaron a él, junto con los pequeños y las esposas en los carros que el faraón les había provisto.
Gén 46:6 También se llevaron todos los animales y los bienes personales que habían adquirido en la tierra de Canaán. Así que Jacob partió hacia Egipto con toda su familia
Gén 46:7 —hijos y nietos, hijas y nietas—; se fue con todos sus descendientes.
Gén 46:8 Estos son los nombres de los descendientes de Israel —los hijos de Jacob— que fueron a Egipto: Rubén fue el hijo mayor de Jacob.
Gén 46:9 Los hijos de Rubén fueron: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi.
Gén 46:10 Los hijos de Simeón fueron: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar y Saúl. (La madre de Saúl fue una mujer cananea).
Gén 46:11 Los hijos de Leví fueron:Gersón, Coat y Merari.
Gén 46:12 Los hijos de Judá fueron: Er, Onán, Sela, Fares y Zara (aunque Er y Onán habían muerto en la tierra de Canaán). Los hijos de Fares fueron: Hezrón y Hamul.
Gén 46:13 Los hijos de Isacar fueron: Tola, Fúa,* Jasub* y Simrón.
Gén 46:14 Los hijos de Zabulón fueron: Sered, Elón y Jahleel.
Gén 46:15 Esos fueron los hijos de Lea y Jacob que nacieron en Padán-aram, además de su hija Dina. Los descendientes de Jacob por medio de Lea (tanto hombres como mujeres) fueron treinta y tres.
Gén 46:16 Los hijos de Gad fueron: Zifón,* Hagui, Suni, Ezbón, Eri, Arodi y Areli.
Gén 46:17 Los hijos de Aser fueron: Imna, Isúa, Isúi y Bería. La hermana de ellos se llamaba Sera. Los hijos de Bería fueron: Heber y Malquiel.
Gén 46:18 Esos fueron los hijos de Zilpa, la sierva que Lea recibió de su padre Labán. Los descendientes de Jacob por medio de Zilpa fueron dieciséis.
Gén 46:19 Los hijos de Raquel, esposa de Jacob, fueron: José y Benjamín.
Gén 46:20 Los hijos de José que nacieron en la tierra de Egipto fueron: Manasés y Efraín. La madre de ellos fue Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On.*
Gén 46:21 Los hijos de Benjamín fueron: Bela, Bequer, Asbel, Gera, Naamán, Ehi, Ros, Mupim, Hupim y Ard.
Gén 46:22 Esos fueron los hijos de Raquel y Jacob. Los descendientes de Jacob por medio de Raquel fueron catorce.
Gén 46:23 El hijo de Dan fue Husim.
Gén 46:24 Los hijos de Neftalí fueron: Jahzeel, Guni, Jezer y Silem.
Gén 46:25 Esos fueron los hijos de Bilha, la sierva que Raquel recibió de su padre Labán. Los descendientes de Jacob por medio de Bilha fueron siete.
Gén 46:26 Todos los descendientes directos de Jacob que partieron con él a Egipto, sin contar a las esposas de sus hijos, fueron sesenta y seis.
Gén 46:27 Además, José tuvo dos hijos* que nacieron en Egipto. Así que, en total, había setenta* miembros de la familia de Jacob en la tierra de Egipto.
Gén 46:28 Cuando ya estaban cerca de llegar, Jacob mandó que Judá se adelantara a fin de encontrarse con José y averiguar el camino a la región de Gosén. Cuando por fin llegaron,
Gén 46:29 José preparó su carro de guerra y viajó hasta Gosén para recibir a su padre Jacob. Cuando José llegó, corrió a los brazos de su padre y lloró sobre su hombro un largo rato.
Gén 46:30 Finalmente, Jacob le dijo a José: «Ahora estoy listo para morir porque he vuelto a ver tu rostro y sé que aún vives».
Gén 46:31 Entonces José dijo a sus hermanos y a toda la familia de su padre: «Iré al faraón y le diré: “Mis hermanos y toda la familia de mi padre han venido a verme desde la tierra de Canaán.
Gén 46:32 Son pastores y crían animales. Han traído sus rebaños y sus manadas y todo lo que poseen”».
Gén 46:33 Después dijo: «Cuando el faraón los llame y les pregunte a qué se dedican,
Gén 46:34 ustedes deben decirle: “Nosotros, sus siervos, hemos criado ganado toda nuestra vida, igual que nuestros antepasados”. Cuando le digan eso, él los dejará vivir aquí en la región de Gosén, porque los egipcios desprecian a los pastores»..
Gén 47:1 Entonces José fue a ver al faraón y le dijo: «Mi padre y mis hermanos han llegado desde la tierra de Canaán. Vinieron con todos sus rebaños, sus manadas y sus posesiones, y ahora están en la región de Gosén».
Gén 47:2 José llevó con él a cinco de sus hermanos y se los presentó al faraón.
Gén 47:3 El faraón preguntó a los hermanos: —¿A qué se dedican? —Nosotros, sus siervos —contestaron ellos—, somos pastores, al igual que nuestros antepasados.
Gén 47:4 Hemos venido a vivir a Egipto por un tiempo, debido a que en Canaán no hay pastos para nuestros rebaños, porque el hambre es muy intensa allí. Por lo tanto, le rogamos que nos permita vivir en la región de Gosén.
Gén 47:5 Entonces el faraón le dijo a José: «Ahora que tu padre y tus hermanos han venido a estar aquí contigo,
Gén 47:6 escoge el lugar que quieras en toda la tierra de Egipto para que ellos vivan. Dales la mejor tierra de Egipto. Que vivan en la región de Gosén, y si alguno de ellos tiene alguna destreza especial, ponlo a cargo de mis rebaños también».
Gén 47:7 Entonces José hizo entrar a su padre Jacob y se lo presentó al faraón. Entonces Jacob bendijo al faraón.
Gén 47:8 —¿Cuántos años tienes? —le preguntó el faraón.
Gén 47:9 Jacob respondió: —He andado por este mundo ya ciento treinta arduos años; pero mi vida ha sido corta en comparación con la de mis antepasados.
Gén 47:10 Entonces Jacob volvió a bendecir al faraón antes de salir del palacio.
Gén 47:11 Por lo tanto, José asignó la mejor tierra de Egipto —la región de Ramsés— a su padre y a sus hermanos, y los estableció allí, tal como el faraón había ordenado.
Gén 47:12 Y José proveyó alimentos a su padre y a sus hermanos en cantidades proporcionadas al número de familiares, incluidos los niños más pequeños.
Gén 47:13 Mientras tanto, el hambre se hizo tan intensa que se acabó todo el alimento, y la gente por toda la tierra de Egipto y la de Canaán se moría de hambre.
Gén 47:14 José, al vender el grano a la población, con el tiempo, obtuvo todo el dinero que había en Egipto y en Canaán, y lo depositó en la tesorería del faraón.
Gén 47:15 Cuando los habitantes de Egipto y de Canaán se quedaron sin dinero, todos los egipcios acudieron a José. —¡Ya no tenemos dinero! —clamaron—. Por favor, dénos alimentos, ¡o moriremos ante sus propios ojos!
Gén 47:16 José respondió: —Ya que no tienen dinero, tráiganme sus animales. Yo les daré alimentos a cambio de sus animales.
Gén 47:17 Entonces llevaron sus animales a José a cambio de alimentos. A cambio de sus caballos, rebaños de ovejas y cabras, manadas de ganado y burros, José les proveyó alimentos para un año más.
Gén 47:18 Entonces ese año llegó a su fin. Al año siguiente, ellos acudieron nuevamente a José y le dijeron: «No podemos ocultarle la verdad, señor. Se nos acabó el dinero, y todas nuestras manadas de animales son suyas. Ya no nos queda nada para entregarle, excepto nuestro cuerpo y nuestras tierras.
Gén 47:19 ¿Por qué morir delante de sus propios ojos? Cómprenos a nosotros y también a nuestras tierras a cambio de alimentos; ofrecemos nuestras tierras y nos ofrecemos nosotros mismos como esclavos para el faraón. Solamente provéanos de grano para que podamos vivir y no muramos, y para que la tierra no quede vacía y desolada».
Gén 47:20 José, pues, compró toda la tierra de Egipto para el faraón. Todos los egipcios le vendieron sus campos debido a que el hambre era severa. Así que pronto toda la tierra pasó a ser posesión del faraón.
Gén 47:21 Y en cuanto a los habitantes, los hizo esclavos a todos,* desde un extremo de Egipto hasta el otro.
Gén 47:22 Las únicas tierras que no compró fueron las que pertenecían a los sacerdotes. Ellos recibían una ración de alimentos directamente del faraón, por lo cual no tuvieron que vender sus tierras.
Gén 47:23 Entonces José le dijo al pueblo: —Miren, hoy los he comprado a ustedes y a sus tierras para el faraón. Les proporcionaré semillas para que puedan sembrar los campos.
Gén 47:24 Después, cuando llegue el tiempo de la cosecha, una quinta parte de los cultivos será del faraón. Ustedes podrán quedarse con las otras cuatro quintas partes como semilla para sus campos y alimento para ustedes, los de su casa y sus niños.
Gén 47:25 —¡Usted nos ha salvado la vida! —exclamaron ellos—. Permítanos, señor nuestro, ser los esclavos del faraón.
Gén 47:26 Entonces José emitió un decreto, aún vigente en la tierra de Egipto, según el cual el faraón recibiría una quinta parte de todas las cosechas cultivadas en su tierra. Sólo la región perteneciente a los sacerdotes no fue entregada al faraón.
Gén 47:27 Mientras tanto, el pueblo de Israel se estableció en la región de Gosén, en Egipto. Allí adquirieron propiedades, y fueron prósperos y la población creció con rapidez.
Gén 47:28 Jacob vivió diecisiete años después de haber llegado a Egipto, así que en total vivió ciento cuarenta y siete años.
Gén 47:29 Cuando se acercaba el momento de su muerte, Jacob* llamó a su hijo José, y le dijo: —Te ruego que me hagas un favor. Pon tu mano debajo de mi muslo y jura que me tratarás con amor inagotable al hacer honor a esta última petición: no me entierres en Egipto;
Gén 47:30 cuando muera, llévate mi cuerpo de Egipto y entiérrame con mis antepasados. Entonces José prometió: —Haré lo que me pides.
Gén 47:31 —Jura que lo harás —insistió Jacob. Así que José hizo juramento, y Jacob se inclinó con humildad en la cabecera de su cama.*

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