APOSENTO ALTO

martes, 16 de enero de 2018

LECTURA BÍBLICA 16 DE ENERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    6:25-34

Mat 6:25 »Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?
Mat 6:26 Miren los pájaros. No plantan ni cosechan ni guardan comida en graneros, porque el Padre celestial los alimenta. ¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellos?
Mat 6:27 ¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida?
Mat 6:28 »¿Y por qué preocuparse por la ropa? Miren cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni cosen su ropa;
Mat 6:29 sin embargo, ni Salomón con toda su gloria se vistió tan hermoso como ellos.
Mat 6:30 Y, si Dios cuida de manera tan maravillosa a las flores silvestres que hoy están y mañana se echan al fuego, tengan por seguro que cuidará de ustedes. ¿Por qué tienen tan poca fe?
Mat 6:31 »Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?”.
Mat 6:32 Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades.
Mat 6:33 Busquen el reino de Dios* por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten.
Mat 6:34 »Así que no se preocupen por el mañana, porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Los problemas del día de hoy son suficientes por hoy.


HECHOS 9:20-43

Hch 9:20 Y enseguida comenzó a predicar acerca de Jesús en las sinagogas, diciendo: «¡Él es verdaderamente el Hijo de Dios!».
Hch 9:21 Todos los que lo oían quedaban asombrados. «¿No es éste el mismo hombre que causó tantos estragos entre los seguidores de Jesús en Jerusalén? —se preguntaban —. ¿Y no llegó aquí para arrestarlos y llevarlos encadenados ante los sacerdotes principales?».
Hch 9:22 La predicación de Saulo se hacía cada vez más poderosa, y los judíos de Damasco no podían refutar las pruebas de que Jesús de verdad era el Mesías.
Hch 9:23 Poco tiempo después, unos judíos conspiraron para matarlo.
Hch 9:24 Día y noche vigilaban la puerta de la ciudad para poder asesinarlo, pero a Saulo se le informó acerca del complot.
Hch 9:25 De modo que, durante la noche, algunos de los creyentes* lo bajaron en un canasto grande por una abertura que había en la muralla de la ciudad.
Hch 9:26 Cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de reunirse con los creyentes, pero todos le tenían miedo. ¡No creían que de verdad se había convertido en un creyente!
Hch 9:27 Entonces Bernabé se lo llevó a los apóstoles y les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino a Damasco y cómo el Señor le había hablado a Saulo. También les dijo que, en Damasco, Saulo había predicado con valentía en el nombre de Jesús.
Hch 9:28 Así que Saulo se quedó con los apóstoles y los acompañó por toda Jerusalén, predicando con valor en el nombre del Señor.
Hch 9:29 Debatió con algunos judíos que hablaban griego, pero ellos trataron de matarlo.
Hch 9:30 Cuando los creyentes* se enteraron, lo llevaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso, su ciudad natal.
Hch 9:31 La iglesia, entonces, tuvo paz por toda Judea, Galilea y Samaria; se fortalecía y los creyentes vivían en el temor del Señor. Y, con la ayuda del Espíritu Santo, también creció en número.
Hch 9:32 Mientras tanto, Pedro viajaba de un lugar a otro, y descendió a visitar a los creyentes de la ciudad de Lida.
Hch 9:33 Allí conoció a un hombre llamado Eneas, quien estaba paralizado y postrado en cama hacía ocho años.
Hch 9:34 Pedro le dijo: «Eneas, ¡Jesucristo te sana! ¡Levántate y enrolla tu camilla!». Al instante, fue sanado.
Hch 9:35 Entonces todos los habitantes de Lida y Sarón vieron a Eneas caminando, y se convirtieron al Señor.
Hch 9:36 Había una creyente en Jope que se llamaba Tabita (que en griego significa Dorcas*). Ella siempre hacía buenas acciones a los demás y ayudaba a los pobres.
Hch 9:37 En esos días, se enfermó y murió. Lavaron el cuerpo para el entierro y lo pusieron en un cuarto de la planta alta.
Hch 9:38 Pero los creyentes habían oído que Pedro estaba cerca, en Lida, entonces mandaron a dos hombres a suplicarle: «Por favor, ¡ven tan pronto como puedas!».
Hch 9:39 Así que Pedro regresó con ellos y, tan pronto como llegó, lo llevaron al cuarto de la planta alta. El cuarto estaba lleno de viudas que lloraban y le mostraban a Pedro las túnicas y demás ropa que Dorcas les había hecho.
Hch 9:40 Pero Pedro les pidió a todos que salieran del cuarto; luego se arrodilló y oró. Volviéndose hacia el cuerpo, dijo: «¡Tabita, levántate!». ¡Y ella abrió los ojos! Cuando vio a Pedro, ¡se sentó!
Hch 9:41 Él le dio la mano y la ayudó a levantarse. Después llamó a las viudas y a todos los creyentes, y la presentó viva.
Hch 9:42 Las noticias corrieron por toda la ciudad y muchos creyeron en el Señor.
Hch 9:43 Y Pedro se quedó mucho tiempo en Jope, viviendo con Simón, un curtidor de pieles.



SALMO 16

Sal 16:1 Mantenme a salvo, oh Dios, porque a ti he acudido en busca de refugio.
Sal 16:2 Le dije al SEÑOR: «¡Tú eres mi dueño! Todo lo bueno que tengo proviene de ti».
Sal 16:3 ¡Los justos de la tierra son mis verdaderos héroes! ¡Ellos son mi deleite!
Sal 16:4 A quienes andan detrás de otros dioses se les multiplican los problemas. No participaré en sus sacrificios de sangre ni siquiera mencionaré los nombres de sus dioses.
Sal 16:5 SEÑOR, sólo tú eres mi herencia, mi copa de bendición; tú proteges todo lo que me pertenece.
Sal 16:6 La tierra que me has dado es agradable; ¡qué maravillosa herencia!
Sal 16:7 Bendeciré al SEÑOR, quien me guía; aun de noche mi corazón me enseña.
Sal 16:8 Sé que el SEÑOR siempre está conmigo; no seré sacudido, porque él está aquí a mi lado.
Sal 16:9 Con razón mi corazón está contento y yo me alegro;* mi cuerpo descansa seguro,
Sal 16:10 porque tú no dejarás mi alma entre los muertos* ni permitirás que tu santo* se pudra en la tumba.
Sal 16:11 Me mostrarás el camino de la vida, me concederás la alegría de tu presencia y el placer de vivir contigo para siempre.*

LECTURA PARA LA NOCHE

GÉNESIS 36

Gén 36:1 Este es el relato de los descendientes de Esaú (también conocido como Edom).
Gén 36:2 Esaú se casó con dos mujeres jóvenes de Canaán: Ada, hija de Elón el hitita, y Aholibama, hija de Aná y nieta de Zibeón el heveo.
Gén 36:3 También se casó con su prima Basemat, que era hija de Ismael y hermana de Nebaiot.
Gén 36:4 Ada dio a luz un hijo, a quien llamaron Elifaz. Basemat dio a luz un hijo llamado Reuel.
Gén 36:5 Aholibama dio a luz varones: Jeús, Jaalam y Coré. Todos esos hijos le nacieron a Esaú en tierra de Canaán.
Gén 36:6 Esaú tomó a sus esposas, a sus hijos y a los de su casa, junto con sus animales y su ganado —toda la riqueza que había adquirido en la tierra de Canaán— y se mudó para alejarse de su hermano Jacob.
Gén 36:7 No había tierra suficiente para sustentar a ambos, debido a la cantidad de animales y posesiones que habían adquirido.
Gén 36:8 Por eso, Esaú (también conocido como Edom) se estableció en la zona montañosa de Seir.
Gén 36:9 Este es el relato de los descendientes de Esaú, los edomitas, que habitaron en la zona montañosa de Seir.
Gén 36:10 Estos son los nombres de los hijos de Esaú: Elifaz, hijo de Ada, esposa de Esaú; y Reuel, hijo de Basemat, esposa de Esaú.
Gén 36:11 Los descendientes de Elifaz fueron: Temán, Omar, Zefo, Gatam y Cenaz.
Gén 36:12 Timna, la concubina de Elifaz, hijo de Esaú, dio a luz un hijo llamado Amalec. Estos fueron los descendientes de Ada, esposa de Esaú.
Gén 36:13 Los descendientes de Reuel fueron: Nahat, Zera, Sama y Miza. Estos fueron los descendientes de Basemat, esposa de Esaú.
Gén 36:14 Esaú también tuvo hijos con Aholibama, hija de Aná y nieta de Zibeón. Sus nombres fueron: Jeús, Jaalam y Coré.
Gén 36:15 Estos son los descendientes de Esaú que llegaron a ser jefes de varios clanes: Los descendientes del hijo mayor de Esaú, Elifaz, llegaron a ser jefes de los clanes de Temán, Omar, Zefo, Cenaz,
Gén 36:16 Coré, Gatam y Amalec. Ellos fueron, en la tierra de Edom, los jefes de clanes que descendieron de Elifaz. Todos fueron descendientes de Ada, esposa de Esaú.
Gén 36:17 Los descendientes de Reuel, hijo de Esaú, se convirtieron en los jefes de los clanes de Nahat, Zera, Sama y Miza. Esos son los jefes de los clanes en la tierra de Edom que descendieron de Reuel. Todos fueron descendientes de Basemat, esposa de Esaú.
Gén 36:18 Los descendientes de Esaú con su esposa Aholibama llegaron a ser jefes de los clanes de Jeús, Jaalam y Coré. Ellos fueron los jefes de los clanes que descendieron de Aholibama, esposa de Esaú e hija de Aná.
Gén 36:19 Esos son los clanes que descendieron de Esaú (también conocido como Edom), cada uno identificado por el nombre del jefe de su clan.
Gén 36:20 Estos son los nombres de las tribus que descendieron de Seir el horeo, las cuales habitaron en la tierra de Edom: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná,
Gén 36:21 Disón, Ezer y Disán. Estos fueron los jefes de los clanes horeos, descendientes de Seir, que habitaron en la tierra de Edom.
Gén 36:22 Los descendientes de Lotán fueron: Hori y Hemam. La hermana de Lotán se llamaba Timna.
Gén 36:23 Los descendientes de Sobal fueron: Alván, Manahat, Ebal, Sefo y Onam.
Gén 36:24 Los descendientes de Zibeón fueron: Aja y Aná (este Aná fue el que descubrió las aguas termales en el desierto mientras cuidaba los burros de su padre).
Gén 36:25 Los descendientes de Aná fueron: su hijo Disón, y su hija Aholibama.
Gén 36:26 Los descendientes de Disón* fueron: Hemdán, Esbán, Itrán y Querán.
Gén 36:27 Los descendientes de Ezer fueron: Bilhán, Zaaván y Acán.
Gén 36:28 Los descendientes de Disán fueron: Uz y Arán.
Gén 36:29 Así que los jefes de los clanes horeos fueron: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná,
Gén 36:30 Disón, Ezer y Disán. Los clanes horeos llevan el nombre de sus jefes de clan, los cuales habitaron en la tierra de Seir.
Gén 36:31 Estos son los reyes que gobernaron en la tierra de Edom antes de que los israelitas tuvieran rey:*
Gén 36:32 Bela, hijo de Beor, quien reinó en Edom desde su ciudad de Dinaba.
Gén 36:33 Cuando Bela murió, reinó en su lugar Jobab, hijo de Zera, quien era de Bosra.
Gén 36:34 Cuando Jobab murió, reinó en su lugar Husam, quien era de la región de Temán.
Gén 36:35 Cuando Husam murió, reinó en su lugar Hadad, hijo de Bedad; y gobernó desde la ciudad de Avit. Él fue quien derrotó a los madianitas en la tierra de Moab.
Gén 36:36 Cuando Hadad murió, reinó en su lugar Samla, quien era de la ciudad de Masreca.
Gén 36:37 Cuando Samla murió, reinó en su lugar Saúl, quien era de la ciudad de Rehobot del Río.
Gén 36:38 Cuando Saúl murió, reinó en su lugar Baal-hanán, hijo de Acbor.
Gén 36:39 Cuando Baal-hanán, hijo de Acbor, murió, reinó en su lugar Hadad* y gobernó desde la ciudad de Pau. Su esposa fue Mehetabel, hija de Matred y nieta de Mezaab.
Gén 36:40 Estos son los nombres de los jefes de los clanes descendientes de Esaú, los cuales habitaron en los lugares que llevan sus mismos nombres: Timna, Alva, Jetet,
Gén 36:41 Aholibama, Ela, Pinón,
Gén 36:42 Cenaz, Temán, Mibzar,
Gén 36:43 Magdiel e Iram. Esos son los jefes de los clanes de Edom, registrados según los asentamientos en la tierra que ocuparon. Todos ellos descendieron de Esaú, el antepasado de los edomitas.

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