APOSENTO ALTO

lunes, 25 de diciembre de 2017

LECTURA BÍBLICA 25 DE DICIEMBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

JUAN     21:15-25

Jua 21:15 Después del desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?* —Sí, Señor —contestó Pedro—, tú sabes que te quiero. —Entonces, alimenta a mis corderos —le dijo Jesús.
Jua 21:16 Jesús repitió la pregunta: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas? —Sí, Señor —dijo Pedro—, tú sabes que te quiero. —Entonces, cuida de mis ovejas —dijo Jesús.
Jua 21:17 Le preguntó por tercera vez: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? A Pedro le dolió que Jesús le dijera la tercera vez: «¿Me quieres?». Le contestó: —Señor, tú sabes todo. Tú sabes que yo te quiero. Jesús dijo: —Entonces, alimenta a mis ovejas.
Jua 21:18 »Te digo la verdad, cuando eras joven, podías hacer lo que querías; te vestías tú mismo e ibas adonde querías ir. Pero, cuando seas viejo, extenderás los brazos, y otros te vestirán y te llevarán* adonde no quieras ir.
Jua 21:19 Jesús dijo eso para darle a conocer el tipo de muerte con la que Pedro glorificaría a Dios. Entonces Jesús le dijo: «Sígueme».
Jua 21:20 Pedro se dio vuelta y vio que, detrás de ellos, estaba el discípulo a quien Jesús amaba, el que se había inclinado hacia Jesús durante la cena para preguntarle: «Señor, ¿quién va a traicionarte?».
Jua 21:21 Pedro le preguntó a Jesús: —Señor, ¿qué va a pasar con él?
Jua 21:22 Jesús contestó: —Si quiero que él siga vivo hasta que regrese, ¿qué tiene que ver contigo? En cuanto a ti, sígueme.
Jua 21:23 Así que, entre la comunidad de los creyentes,* corrió el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero eso no fue lo que Jesús dijo en absoluto. Él sólo dijo: «Si quiero que él siga vivo hasta que regrese, ¿qué tiene que ver contigo?».
Jua 21:24 Ese discípulo es el que da testimonio de todos estos sucesos y los ha registrado en este libro. Y sabemos que su relato es fiel.
Jua 21:25 Jesús también hizo muchas otras cosas. Si todas se pusieran por escrito, supongo que el mundo entero no podría contener los libros que se escribirían.




 APOCALIPSIS  22

Apo 22:1 Luego el ángel me mostró un río con el agua de la vida, era transparente como el cristal y fluía del trono de Dios y del Cordero.
Apo 22:2 Fluía por el centro de la calle principal. A cada lado del río crecía el árbol de la vida, el cual produce doce cosechas de fruto,* y una cosecha nueva cada mes. Las hojas se usaban como medicina para sanar a las naciones.
Apo 22:3 Ya no habrá más maldición sobre ninguna cosa, porque allí estará el trono de Dios y del Cordero, y sus siervos lo adorarán.
Apo 22:4 Verán su rostro y tendrán su nombre escrito en la frente.
Apo 22:5 Allí no existirá la noche —no habrá necesidad de la luz de lámparas ni del sol —porque el Señor Dios brillará sobre ellos. Y ellos reinarán por siempre y para siempre.
Apo 22:6 Entonces el ángel me dijo: «Todo lo que has oído y visto es verdadero y digno de confianza. El Señor Dios, que inspira a sus profetas,* ha enviado a su ángel para decirle a sus siervos lo que pronto* sucederá».
Apo 22:7 «Miren, ¡yo vengo pronto! Benditos son los que obedecen las palabras de la profecía que están escritas en este libro*».
Apo 22:8 Yo, Juan, soy el que vio y oyó todas estas cosas. Cuando las oí y las vi, me postré para adorar a los pies del ángel que me las mostró.
Apo 22:9 Pero él dijo: «No, no me adores a mí. Yo soy un siervo de Dios tal como tú y tus hermanos los profetas, al igual que todos los que obedecen lo que está escrito en este libro. ¡Adora sólo a Dios!».
Apo 22:10 Entonces me indicó: «No selles las palabras proféticas de este libro porque el tiempo está cerca.
Apo 22:11 Deja que el malo siga haciendo el mal; deja que el vil siga siendo vil; deja que el justo siga llevando una vida justa; deja que el santo permanezca santo».
Apo 22:12 «Miren, yo vengo pronto, y traigo la recompensa conmigo para pagarle a cada uno según lo que haya hecho.
Apo 22:13 Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin».
Apo 22:14 Benditos son los que lavan sus ropas. A ellos se les permitirá entrar por las puertas de la ciudad y comer del fruto del árbol de la vida.
Apo 22:15 Fuera de la ciudad están los perros: los que practican la brujería, los que cometen inmoralidades sexuales, los asesinos, los que rinden culto a ídolos, y a todos los que les encanta vivir una mentira.
Apo 22:16 «Yo, Jesús, he enviado a mi ángel con el fin de darte este mensaje para las iglesias. Yo soy tanto la fuente de David como el heredero de su trono.* Yo soy la estrella brillante de la mañana».
Apo 22:17 El Espíritu y la esposa dicen: «Ven». Que todos los que oyen esto, digan: «Ven». Todos los que tengan sed, vengan. Todo aquel que quiera, beba gratuitamente del agua de la vida.
Apo 22:18 Yo declaro solemnemente a todos los que oyen las palabras de la profecía escritas en este libro: si alguien agrega algo a lo que está escrito aquí, Dios le agregará a esa persona las plagas que se describen en este libro.
Apo 22:19 Y si alguien quita cualquiera de las palabras de este libro de profecía, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa que se describen en este libro.
Apo 22:20 Áquel que es el testigo fiel de todas esas cosas dice: «¡Sí, yo vengo pronto!». ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!
Apo 22:21 Que la gracia del Señor Jesús sea con el pueblo santo de Dios.*

JOB  42

Job 42:1 Entonces Job respondió al SEÑOR:
Job 42:2 «Sé que tú todo lo puedes, y que nadie puede detenerte.
Job 42:3 Tú preguntaste: “¿Quién es este que pone en duda mi sabiduría con tanta ignorancia?”. Soy yo y hablaba de cosas sobre las que no sabía nada, cosas demasiado maravillosas para mí.
Job 42:4 Tú dijiste: “¡Escucha y yo hablaré! Tengo algunas preguntas para ti y tendrás que contestarlas”.
Job 42:5 Hasta ahora sólo había oído de ti, pero ahora te he visto con mis propios ojos.
Job 42:6 Me retracto de todo lo que dije, y me siento en polvo y ceniza en señal de arrepentimiento».
Job 42:7 Después de que el SEÑOR terminó de hablar con Job, dijo a Elifaz el temanita: «Estoy enojado contigo y con tus dos amigos, porque no hablaron con exactitud acerca de mí, como lo hizo mi siervo Job.
Job 42:8 Así que, tomen siete toros y siete carneros, vayan a mi siervo Job y ofrezcan una ofrenda quemada por ustedes mismos. Mi siervo Job orará, y yo aceptaré la oración a favor de ustedes. No los trataré como se merecen, a pesar de no haber hablado de mí con exactitud, como lo hizo mi siervo Job».
Job 42:9 Así que Elifaz el temanita, Bildad el suhita y Zofar el naamatita, hicieron lo que el SEÑOR les mandó, y el SEÑOR aceptó la oración de Job.
Job 42:10 Cuando Job oró por sus amigos, el SEÑOR le restauró su bienestar. Es más, ¡el SEÑOR le dio el doble de lo que antes tenía!
Job 42:11 Entonces todos sus hermanos, hermanas y anteriores amigos vinieron y festejaron con él en su casa. Lo consolaron y lo alentaron por todas las pruebas que el SEÑOR había enviado en su contra; y cada uno de ellos le regaló dinero* y un anillo de oro.
Job 42:12 Así que el SEÑOR bendijo a Job en la segunda mitad de su vida aún más que al principio. Pues ahora tenía catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil burras.
Job 42:13 Además dio a Job otros siete hijos y tres hijas.
Job 42:14 Llamó a su primera hija Jemina, a la segunda Cesia y a la tercera Keren-hapuc.
Job 42:15 En toda la tierra no había mujeres tan bellas como las hijas de Job y su padre les dejó una herencia en su testamento junto con sus hermanos.
Job 42:16 Después de esto, Job vivió ciento cuarenta años y pudo ver a cuatro generaciones de sus hijos y nietos.
Job 42:17 Luego murió siendo muy anciano, después de vivir una vida larga y plena.


LECTURA PARA LA NOCHE

MALAQUÍAS  1-4

Mal 1:1 Este es el mensaje* que el SEÑOR dio a Israel por medio del profeta Malaquías.*
Mal 1:2 «Yo siempre los he amado», dice el SEÑOR. Sin embargo, ustedes replican: «¿De veras? ¿Cómo nos has amado?». Entonces el SEÑOR contesta: «Yo les he demostrado mi amor de la siguiente manera: amé a su antepasado Jacob,
Mal 1:3 pero rechacé a su hermano, Esaú, y devasté su zona montañosa. Convertí la herencia de Esaú en un desierto para chacales».
Mal 1:4 Los descendientes de Esaú en Edom podrán decir: «Hemos sido destrozados, pero reconstruiremos las ruinas». No obstante, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales responde: «Puede ser que intenten reconstruirlas, pero yo las derribaré de nuevo. Su país será conocido como “tierra de perversidad” y su pueblo será llamado “el pueblo con quien el SEÑOR está para siempre enojado”.
Mal 1:5 Cuando vean la destrucción con sus propios ojos, dirán: “¡Verdaderamente la grandeza del SEÑOR se extiende más allá de las fronteras de Israel!”».
Mal 1:6 El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice a los sacerdotes: «Un hijo honra a su padre y un sirviente respeta a su señor. Si yo soy su padre y su señor, ¿dónde están el honor y el respeto que merezco? ¡Ustedes han tratado mi nombre con desprecio! »No obstante, preguntan: “¿De qué manera hemos tratado tu nombre con desprecio?”.
Mal 1:7 »Mostraron su desprecio al ofrecer sacrificios contaminados sobre mi altar. »Entonces preguntan: “¿Cómo hemos contaminado los sacrificios?”.* »Los contaminaron al decir que el altar del SEÑOR no merece respeto.
Mal 1:8 Cuando ofrecen animales ciegos como sacrificio, ¿acaso no está mal? ¿Y no está mal también ofrecer animales lisiados y enfermos? ¡Intenten dar este tipo de regalos al gobernador y vean qué contento se pone!, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Mal 1:9 »¡Adelante, supliquen a Dios que sea misericordioso con ustedes! Pero cuando llevan esa clase de ofrendas a él, ¿por qué debería tratarlos bien?, pregunta el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Mal 1:10 »¡Cómo quisiera que alguno de ustedes cerrara las puertas del templo para que esos sacrificios despreciables no fueran ofrecidos! No estoy nada contento con ustedes —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— y no aceptaré sus ofrendas.
Mal 1:11 Sin embargo, mi nombre es honrado* desde la mañana hasta la noche por gente de otras naciones. En todo el mundo ofrecen* incienso dulce y ofrendas puras en honor de mi nombre. Pues mi nombre es grande entre las naciones, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Mal 1:12 »Ustedes, en cambio, deshonran mi nombre con sus acciones. Al traer alimentos despreciables declaran que no está mal deshonrar la mesa del Señor.
Mal 1:13 Ustedes dicen: “Es demasiado difícil servir al SEÑOR” y consideran un fastidio mis mandamientos —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—. ¡Imagínense! ¡Están presentando animales robados, lisiados y enfermos como ofrendas! ¿Debo aceptar esa clase de ofrenda de ustedes?, pregunta el SEÑOR.
Mal 1:14 »Maldito sea el tramposo que promete dar un carnero selecto de su rebaño, pero después sacrifica uno defectuoso al Señor. ¡Pues yo soy un gran rey —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— y mi nombre es temido entre las naciones!
Mal 2:1 »Escuchen, ustedes sacerdotes, ¡este mandato es para ustedes!
Mal 2:2 Escúchenme y decídan honrar mi nombre —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— o enviaré una maldición terrible contra ustedes. Maldeciré hasta las bendiciones que reciban. En realidad ya las he maldecido, porque ustedes no han tomado a pecho mi advertencia.
Mal 2:3 Castigaré a sus descendientes y a ustedes les salpicaré la cara con el estiércol de los animales que sacrifican en sus festivales y luego los arrojaré sobre el montón de estiércol.
Mal 2:4 Entonces por fin sabrán que fui yo quien les envió esta advertencia, para que mi pacto con los levitas continúe, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Mal 2:5 »El propósito de mi pacto con los levitas era darles vida y paz y eso fue lo que les di. De ellos se requería que me reverenciaran, y lo hicieron en gran manera y temieron mi nombre.
Mal 2:6 Comunicaron al pueblo la verdad de las instrucciones que recibieron de mí. No mintieron ni estafaron; anduvieron conmigo y llevaron vidas buenas y justas e hicieron volver a muchas personas de sus vidas pecaminosas.
Mal 2:7 »Las palabras que salen de la boca de un sacerdote deberían conservar el conocimiento de Dios y la gente debería acudir a él para recibir instrucción, porque el sacerdote es el mensajero del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Mal 2:8 No obstante, ustedes, sacerdotes, han abandonado los caminos de Dios. Sus instrucciones hicieron que muchos cayeran en pecado. Corrompieron el pacto que hice con los levitas —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—.
Mal 2:9 Por lo tanto, yo los he vuelto despreciables y los he humillado ante los ojos de todo el pueblo. Pues no me obedecieron sino que mostraron favoritismo en su forma de llevar a la práctica mis instrucciones».
Mal 2:10 ¿No somos hijos del mismo Padre? ¿No fuimos creados por el mismo Dios? Entonces, ¿por qué nos traicionamos unos a otros, violando el pacto de nuestros antepasados?
Mal 2:11 Judá ha sido infiel y se ha hecho una cosa detestable en Israel y en Jerusalén. Los hombres de Judá han contaminado el amado santuario del SEÑOR, al casarse con mujeres que rinden culto a ídolos.
Mal 2:12 Que el SEÑOR arranque de la nación de Israel* hasta el último de los hombres que haya hecho esto y que aun así lleva una ofrenda al SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Mal 2:13 Esta es otra cosa que hacen: cubren el altar de Dios con lágrimas; lloran y gimen porque él no presta atención a sus ofrendas ni las acepta con agrado.
Mal 2:14 Claman: «¿Por qué el SEÑOR no acepta mi adoración?». ¡Les diré por qué! Porque el SEÑOR fue testigo de los votos que tú y tu esposa hicieron cuando eran jóvenes. Pero tú le has sido infiel, aunque ella siguió siendo tu compañera fiel, la esposa con la que hiciste tus votos matrimoniales.
Mal 2:15 ¿No te hizo uno el SEÑOR con tu esposa? En cuerpo y espíritu ustedes son de él.* ¿Y qué es lo que él quiere? De esa unión quiere hijos que vivan para Dios. Por eso, guarda tu corazón y permanece fiel a la esposa de tu juventud.
Mal 2:16 «¡Pues yo odio el divorcio! —dice el SEÑOR, Dios de Israel—. Divorciarte de tu esposa es abrumarla de crueldad* —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—. Por eso guarda tu corazón; y no le seas infiel a tu esposa».
Mal 2:17 Ustedes han cansado al SEÑOR con sus palabras. «¿Cómo lo hemos cansado?», preguntan. Lo cansaron diciendo que todos los que hacen el mal son buenos a los ojos del SEÑOR y que él se agrada de ellos. Lo han fatigado al preguntar: «¿Dónde está el Dios de justicia?».
Mal 3:1 «¡Miren! Yo envío a mi mensajero y él preparará el camino delante de mí. Entonces el Señor al que ustedes buscan vendrá de repente a su templo. El mensajero del pacto a quien buscan con tanto entusiasmo, sin duda vendrá», dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Mal 3:2 Pero ¿quién será capaz de soportar su venida? ¿Quién podrá mantenerse de pie y estar cara a cara con él cuando aparezca? Pues él será como un fuego abrasador que refina el metal o como un jabón fuerte que blanquea la ropa.
Mal 3:3 Se sentará como un refinador de plata y quemará la escoria. Purificará a los levitas, refinándolos como el oro y la plata, para que vuelvan a ofrecer sacrificios aceptables al SEÑOR.
Mal 3:4 Nuevamente el SEÑOR recibirá las ofrendas que el pueblo de Judá y Jerusalén le lleven, como lo hizo en el pasado.
Mal 3:5 «En ese día, yo los pondré a juicio. Estoy ansioso por dar testimonio contra todos los hechiceros, los adúlteros y los mentirosos. Declararé en contra de los que estafan a sus empleados con sus sueldos, de los que oprimen a viudas y huérfanos o privan de justicia a los extranjeros que viven entre ustedes, porque gente que hace estas cosas no me teme, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Mal 3:6 »Yo soy el SEÑOR y no cambio. Por eso ustedes, descendientes de Jacob, aún no han sido destruidos.
Mal 3:7 Desde los días de sus antepasados, han despreciado mis decretos y los han desobedecido. Ahora, vuelvan a mí y yo volveré a ustedes, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales. »Pero ustedes preguntan: “¿Cómo podemos volver cuando nunca nos fuimos?”.
Mal 3:8 »¿Debería el pueblo estafar a Dios? ¡Sin embargo, ustedes me han estafado! »Pero ustedes preguntan: “¿Qué quieres decir? ¿Cuándo te hemos estafado?”. »Me han robado los diezmos y ofrendas que me corresponden.
Mal 3:9 Ustedes están bajo maldición porque toda la nación me ha estado estafando.
Mal 3:10 Traigan todos los diezmos al depósito del templo, para que haya suficiente comida en mi casa. Si lo hacen —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— les abriré las ventanas de los cielos. ¡Derramaré una bendición tan grande que no tendrán suficiente espacio para guardarla! ¡Inténtenlo! ¡Pónganme a prueba!
Mal 3:11 »Sus cosechas serán abundantes porque las protegeré de insectos y enfermedades.* Las uvas no caerán de las vides antes de madurar —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—.
Mal 3:12 Entonces todas las naciones los llamarán benditos, porque su tierra será un deleite, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Mal 3:13 »Ustedes han dicho cosas terribles acerca de mí, dice el SEÑOR. »Sin embargo, ustedes preguntan: “¿Qué quieres decir? ¿Qué hemos dicho contra ti?”.
Mal 3:14 »Ustedes han dicho: “¿De qué vale servir a Dios? ¿Qué hemos ganado con obedecer sus mandamientos o demostrarle al SEÑOR de los Ejércitos Celestiales que nos sentimos apenados por nuestros pecados?
Mal 3:15 De ahora en adelante llamaremos bendito al arrogante. Pues los que hacen maldad se enriquecen y los que desafían a Dios a que los castigue no sufren ningún daño”».
Mal 3:16 Entonces los que temían al SEÑOR hablaron entre sí y el SEÑOR escuchó lo que dijeron. En la presencia de él, escribieron un rollo de memorias para registrar los nombres de los que temían al SEÑOR y que siempre pensaban en el honor de su nombre.
Mal 3:17 «Ellos serán mi pueblo —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—. El día en que yo venga para juzgar, serán mi tesoro especial. Les tendré compasión así como un padre le muestra compasión a un hijo obediente.
Mal 4:1 * El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: «El día del juicio se acerca, ardiente como un horno. En aquel día el arrogante y el perverso serán quemados como paja. Serán consumidos, desde las raíces hasta las ramas.
Mal 4:2 »Sin embargo, para ustedes que temen mi nombre, se levantará el Sol de Justicia con sanidad en sus alas.* Saldrán libres, saltando de alegría como becerros sueltos en medio de los pastos.
Mal 4:3 El día en que yo actúe, ustedes pisotearán a los perversos como si fueran polvo debajo de sus pies, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Mal 4:4 »Acuérdense de obedecer la ley de Moisés, mi servidor, todos los decretos y ordenanzas que le entregué en el monte Sinaí* para todo Israel.
Mal 4:5 »Miren, les envío al profeta Elías antes de que llegue el gran y terrible día del SEÑOR.
Mal 4:6 Sus predicaciones harán volver el corazón de los padres* hacia sus hijos y el corazón de los hijos hacia sus padres. De lo contrario vendré y haré caer una maldición sobre la tierra».

domingo, 24 de diciembre de 2017

LECTURA BÍBLICA 24 DE DICIEMBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

JUAN     21:1-14

Jua 21:1 Más tarde, Jesús se apareció nuevamente a los discípulos junto al mar de Galilea.* Éste es el relato de lo que sucedió.
Jua 21:2 Varios de sus discípulos se encontraban allí: Simón Pedro, Tomás (al que apodaban el Gemelo),* Natanael de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
Jua 21:3 Simón Pedro dijo: —Me voy a pescar. —Nosotros también vamos —dijeron los demás. Así que salieron en la barca, pero no pescaron nada en toda la noche.
Jua 21:4 Al amanecer, Jesús apareció en la playa, pero los discípulos no podían ver quién era.
Jua 21:5 Les preguntó: —Amigos,* ¿pescaron algo? —No —contestaron ellos.
Jua 21:6 Entonces él dijo: —¡Echen la red a la derecha de la barca y tendrán pesca! Ellos lo hicieron y no podían sacar la red por la gran cantidad de peces que contenía.
Jua 21:7 Entonces el discípulo a quien Jesús amaba le dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se puso la túnica (porque se la había quitado para trabajar), se tiró al agua y se dirigió hacia la orilla.
Jua 21:8 Los otros se quedaron en la barca y arrastraron la pesada red llena de pescados hasta la orilla, porque estaban sólo a unos noventa metros* de la playa.
Jua 21:9 Cuando llegaron, encontraron el desayuno preparado para ellos: pescado a la brasa y pan.
Jua 21:10 «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar» —dijo Jesús.
Jua 21:11 Así que Simón Pedro subió a la barca y arrastró la red hasta la orilla. Había 153 pescados grandes, y aun así la red no se había roto.
Jua 21:12 «¡Ahora acérquense y desayunen!» —dijo Jesús. Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle: «¿Quién eres?». Todos sabían que era el Señor.
Jua 21:13 Entonces Jesús les sirvió el pan y el pescado.
Jua 21:14 Ésa fue la tercera vez que se apareció a sus discípulos después de haber resucitado de los muertos.




 APOCALIPSIS  21

Apo 21:1 Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y también el mar.
Apo 21:2 Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo.
Apo 21:3 Oí una fuerte voz que salía del trono y decía: «¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos.*
Apo 21:4 Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no existirán más».
Apo 21:5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: «¡Miren, hago nuevas todas las cosas!». Entonces me dijo: «Escribe esto, porque lo que te digo es verdadero y digno de confianza».
Apo 21:6 También dijo: «¡Todo ha terminado! Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. A todo el que tenga sed, yo le daré a beber gratuitamente de los manantiales del agua de la vida.
Apo 21:7 Los que salgan vencedores heredarán todas esas bendiciones, y yo seré su Dios, y ellos serán mis hijos.
Apo 21:8 »Pero los cobardes, los incrédulos, los corruptos, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican la brujería, los que rinden culto a ídolos y todos los mentirosos, tendrán su destino en el lago de fuego que arde con azufre. Ésta es la segunda muerte».
Apo 21:9 Entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas con las últimas siete plagas se me acercó y me dijo: «¡Ven conmigo! Te mostraré a la novia, la esposa del Cordero».
Apo 21:10 Así que me llevó en el Espíritu* a una montaña grande y alta, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo, desde la presencia de Dios.
Apo 21:11 Resplandecía de la gloria de Dios y brillaba como una piedra preciosa, como un jaspe tan transparente como el cristal.
Apo 21:12 La muralla de la ciudad era alta y ancha, y tenía doce puertas vigiladas por doce ángeles. Los nombres de las doce tribus de Israel estaban escritos en las puertas.
Apo 21:13 Había tres puertas a cada lado: al Este, al Norte, al Sur y al Oeste.
Apo 21:14 La muralla de la ciudad estaba fundada sobre doce piedras, las cuales llevaban escritos los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Apo 21:15 El ángel que hablaba conmigo tenía en la mano una vara de oro para medir la ciudad, sus puertas y su muralla.
Apo 21:16 Cuando la midió se dio cuenta de que era cuadrada, que medía lo mismo de ancho que de largo. En realidad, medía 2220 kilómetros de largo, lo mismo de alto y lo mismo de ancho.*
Apo 21:17 Después midió el grosor de las murallas, que eran de sesenta y cinco metros* (según la medida humana que el ángel usó).
Apo 21:18 La muralla estaba hecha de jaspe, y la ciudad era de oro puro y tan cristalino como el vidrio.
Apo 21:19 La muralla de la ciudad estaba fundada sobre doce piedras, cada una adornada con una piedra preciosa:* la primera con jaspe, la segunda con zafiro, la tercera con ágata, la cuarta con esmeralda,
Apo 21:20 la quinta con ónice, la sexta con cornalina, la séptima con crisólito, la octava con berilo, la novena con topacio, la décima con crisoprasa, la undécima con jacinto y la duodécima con amatista.
Apo 21:21 Las doce puertas estaban hechas de perlas, ¡cada puerta hecha de una sola perla! Y la calle principal era de oro puro y tan cristalino como el vidrio.
Apo 21:22 No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son el templo.
Apo 21:23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna, porque la gloria de Dios ilumina la ciudad, y el Cordero es su luz.
Apo 21:24 Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del mundo entrarán en ella con toda su gloria.
Apo 21:25 Las puertas nunca se cerrarán al terminar el día porque allí no existe la noche.
Apo 21:26 Todas las naciones llevarán su gloria y honor a la ciudad.
Apo 21:27 No se permitirá la entrada a ninguna cosa mala* ni tampoco a nadie que practique la idolatrías y el engaño. Sólo podrán entrar los que tengan su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero.

JOB  41:12-34

Job 41:12 »Quiero hacer hincapié en las extremidades del Leviatán, en su enorme fuerza y en su apariencia tan llena de gracia.
Job 41:13 ¿Quién puede quitarle la piel, y quién puede penetrar su doble capa de armadura?*
Job 41:14 ¿Quién podría abrir sus mandíbulas a la fuerza? ¡Sus dientes dan terror!
Job 41:15 Sus escamas son como hileras de escudos fuertemente selladas.
Job 41:16 Están tan apretadas que el aire no puede pasar entre ellas.
Job 41:17 Cada escama está fuertemente pegada a la siguiente; están entrelazadas y nada puede traspasarlas.
Job 41:18 »Cuando estornuda, ¡lanza destellos de luz! Sus ojos son como el rojo del amanecer.
Job 41:19 De su boca saltan relámpagos; destellan llamas de fuego.
Job 41:20 Humo sale de sus narices como el vapor de una olla calentada al fuego hecho de juncos.
Job 41:21 Su aliento podría encender el carbón, porque de su boca salen llamaradas.
Job 41:22 »La tremenda fuerza del cuello del Leviatán infunde terror dondequiera que va.
Job 41:23 Su carne es dura y firme y no se puede traspasar.
Job 41:24 Su corazón es duro como la roca, duro como piedra de molino.
Job 41:25 Cuando se levanta, los poderosos tienen miedo; el terror se apodera de ellos.
Job 41:26 No hay espada que pueda detenerlo ni lanza, ni dardo, ni jabalina.
Job 41:27 El hierro no es más que paja para esa criatura, y el bronce, madera podrida.
Job 41:28 Las flechas no lo hacen huir; las piedras tiradas con honda son como trocitos de hierba.
Job 41:29 Los garrotes son como una brizna de hierba, y se ríe del silbido de las jabalinas.
Job 41:30 Su vientre está cubierto de escamas tan afiladas como el vidrio; escarba el suelo cuando se arrastra por el barro.
Job 41:31 »El Leviatán hace hervir el agua con su sacudimiento; agita las profundidades como una olla de ungüento.
Job 41:32 Deja en su estela agua reluciente que hace que el mar parezca blanco.
Job 41:33 En la tierra es sin igual, ninguna otra criatura es tan intrépida.
Job 41:34 De todas las criaturas, es la más orgullosa. Es el rey de las bestias».


LECTURA PARA LA NOCHE

ZACARIAS  10-14

Zac 10:1 Pidan al SEÑOR lluvia en la primavera, porque él forma las nubes de tempestad. Y él mandará abundante lluvia de modo que cada campo se convierta en un buen pastizal.
Zac 10:2 Los ídolos caseros dan consejos sin ningún valor, los adivinos predicen sólo mentiras y los que interpretan los sueños dicen falsedades que no dan consuelo. Así que mi pueblo vaga como ovejas perdidas; y las atacan porque no tienen pastor.
Zac 10:3 «Mi ira se enciende contra sus pastores y castigaré a esos líderes.* Pues el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales ha llegado para cuidar a Judá, su rebaño. Él los hará fuertes y magníficos, como un caballo majestuoso en la batalla.
Zac 10:4 De Judá saldrá la piedra principal, la estaca de la carpa, el arco para la batalla y todos los gobernantes.
Zac 10:5 Serán como guerreros poderosos en batalla, que pisotean a sus enemigos en el lodo debajo de sus pies. Puesto que el SEÑOR está con ellos cuando luchan, hasta derribarán a los jinetes de sus enemigos.
Zac 10:6 »Yo fortaleceré a Judá y salvaré a Israel;* los restauraré a causa de mi compasión. Será como si nunca los hubiera rechazado, porque yo soy el SEÑOR su Dios, que escuchará sus lamentos.
Zac 10:7 El pueblo de Israel* será como poderosos guerreros, y sus corazones se alegrarán como si tomaran vino. Sus hijos también verán esto y se alegrarán; sus corazones se gozarán en el SEÑOR.
Zac 10:8 Cuando los llame con un silbido vendrán corriendo, porque los he redimido. De los pocos que queden, volverán a ser tan numerosos como eran antes.
Zac 10:9 Aunque los dispersé como semillas entre las naciones, aun así en tierras lejanas se acordarán de mí. Ellos y sus hijos sobrevivirán y volverán otra vez a Israel.
Zac 10:10 Los traeré de regreso desde Egipto y los recogeré de Asiria. Yo los estableceré otra vez en Galaad y en el Líbano hasta que no haya espacio para todos.
Zac 10:11 Cruzarán a salvo el mar de la angustia,* porque las olas serán contenidas y las aguas del Nilo se secarán. La soberbia de Asiria será aplastada y el dominio de Egipto terminará.
Zac 10:12 Mediante mi poder* haré fuerte a mi pueblo y por mi autoridad irán a donde quieran. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado!».
Zac 11:1 Líbano, abre tus puertas, para que el fuego pueda devorar tus bosques de cedro.
Zac 11:2 Lloren, ustedes cipreses, por todos los cedros arruinados; han caído los más majestuosos. Lloren, ustedes robles de Basán, porque los tupidos bosques han sido talados.
Zac 11:3 Escuchen el gemido de los pastores porque se destruyeron sus abundantes pastizales. Oigan rugir a los leones jóvenes porque se arruinaron sus matorrales en el valle del Jordán.
Zac 11:4 El SEÑOR mi Dios dice: «Ve y cuida del rebaño que está destinado para el matadero.
Zac 11:5 Los compradores matan a las ovejas sin remordimiento. Los vendedores dicen: “¡Gloria al SEÑOR! ¡Ahora soy rico!”. Ni siquiera los pastores tienen compasión de las ovejas.
Zac 11:6 De la misma manera, ya no tendré compasión de la gente de la tierra —dice el SEÑOR—. Permitiré que uno caiga en manos del otro y en manos de su rey. Convertirán la tierra en un desierto y yo no los rescataré».
Zac 11:7 Así que cuidé el rebaño destinado al matadero, el rebaño que fue oprimido. Entonces tomé dos varas de pastor y a una nombré Favor y a la otra Unión.
Zac 11:8 En un solo mes me deshice de los tres pastores malvados. Sin embargo, perdí la paciencia con estas ovejas y ellas también me odiaron.
Zac 11:9 Así que les dije: «Ya no seré su pastor. Si se mueren, que se mueran. Si las matan, que las maten. ¡Y que las sobrevivientes se devoren unas a otras!».
Zac 11:10 Entonces tomé mi vara llamada Favor y la partí en dos para mostrar que había revocado el pacto que había hecho con todas las naciones.
Zac 11:11 Así terminó mi pacto con ellas. El sufrido rebaño me miraba y sabían que el SEÑOR hablaba por medio de mis acciones.
Zac 11:12 Así que les dije: «Si les parece bien, páguenme lo que consideren que merezco; pero sólo si quieren». Entonces ellos valuaron mi pago en treinta piezas de plata.
Zac 11:13 Luego el SEÑOR me dijo: «Arrójalas al alfarero* », ¡esta magnífica cantidad con que me valuaron! Así que tomé las treinta monedas y las lancé al alfarero en el templo del SEÑOR.
Zac 11:14 Después tomé mi otra vara, Unión, y la partí en dos para mostrar que el lazo de unidad entre Judá e Israel estaba roto.
Zac 11:15 Entonces el SEÑOR me dijo: «Ve nuevamente e interpreta el papel de pastor irresponsable.
Zac 11:16 Así ilustrarás que le daré a esta nación un pastor que no cuidará de las que están muriendo, ni protegerá a las pequeñas,* ni sanará a las heridas, ni alimentará a las sanas. Al contrario, este pastor se comerá la carne de las ovejas más gordas y les arrancará las pezuñas.
Zac 11:17 »¡Qué aflicción le espera a este pastor despreciable que abandona el rebaño! La espada cortará su brazo y perforará su ojo derecho. Su brazo quedará inútil y su ojo derecho completamente ciego».
Zac 12:1 Este* mensaje vino del SEÑOR con respecto al destino de Israel: «El siguiente mensaje es del SEÑOR, quien extendió los cielos, puso los cimientos de la tierra y formó el espíritu humano.
Zac 12:2 Haré que Jerusalén sea como una bebida embriagante que causa que las naciones vecinas se tambaleen cuando envíen a sus ejércitos para sitiar a Jerusalén y a Judá.
Zac 12:3 En aquel día yo convertiré a Jerusalén en una roca inamovible. Todas las naciones se reunirán en contra de ella para tratar de moverla, pero sólo se herirán a sí mismas.
Zac 12:4 »En aquel día —dice el SEÑOR— haré que todos los caballos se espanten y que todos los jinetes pierdan el valor. Vigilaré a la gente de Judá, pero cegaré los caballos de sus enemigos.
Zac 12:5 Los clanes de Judá se dirán a sí mismos: “El pueblo de Jerusalén ha encontrado fuerzas en su Dios, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales”.
Zac 12:6 »En aquel día yo haré que los clanes de Judá sean como una llama que le prende fuego a un montón de leña o como una antorcha encendida entre los manojos de grano. Destruirán con fuego a las naciones vecinas a la derecha y a la izquierda, mientras la gente que vive en Jerusalén permanecerá segura.
Zac 12:7 »El SEÑOR dará primero la victoria al resto de Judá, antes que a Jerusalén, para que el pueblo de Jerusalén y el linaje real de David no tengan mayor honor que el resto de Judá.
Zac 12:8 En aquel día el SEÑOR defenderá al pueblo de Jerusalén. ¡El más débil entre ellos será tan poderoso como el rey David! ¡Y los descendientes reales serán como Dios mismo, como el ángel del SEÑOR que va delante de ellos!
Zac 12:9 Pues en aquel día comenzaré a destruir a todas las naciones que ataquen a Jerusalén.
Zac 12:10 »Entonces derramaré un espíritu* de gracia y oración sobre la familia de David y sobre los habitantes de Jerusalén. Me mirarán a mí, a quien traspasaron, y harán duelo por él como por un hijo único. Se lamentarán amargamente como quien llora la muerte de un primer hijo varón.
Zac 12:11 El dolor y el luto en Jerusalén serán tan grandes como el duelo por Hadad-rimón en el valle de Meguido.
Zac 12:12 »Todo Israel hará duelo, cada clan por su lado, los esposos separados de sus esposas. El clan de David llorará solo, como lo hará el clan de Natán,
Zac 12:13 el clan de Leví y el clan de Simei.
Zac 12:14 Cada clan sobreviviente de Judá se lamentará por separado, y los esposos separados de sus esposas.
Zac 13:1 »En aquel día brotará un manantial para la dinastía de David y para el pueblo de Jerusalén; una fuente que los limpiará de todos sus pecados e impurezas.
Zac 13:2 »En aquel día —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— borraré el culto a ídolos en toda la tierra, para que se olviden hasta de los nombres de esos ídolos. Quitaré de la tierra tanto a los falsos profetas como al espíritu de impureza que los acompañaba.
Zac 13:3 Si alguno continúa profetizando, su propio padre y madre le dirán: “Debes morir, porque has profetizado mentiras en el nombre del SEÑOR”. Entonces, mientras esté profetizando, su propio padre y madre lo apuñalarán.
Zac 13:4 »En aquel día la gente se avergonzará de decir que tiene el don profético. Nadie se hará pasar por profeta vistiéndose con ropa de profeta.
Zac 13:5 Dirá: “Yo no soy profeta; soy agricultor. Comencé a trabajar para un agricultor en mi niñez”.
Zac 13:6 Y si alguien pregunta: “¿Entonces qué de esas heridas en tu pecho?”.* Él responderá: “¡Me hirieron en casa de mis amigos!”.
Zac 13:7 »Despierta, oh espada, contra mi pastor, el hombre quien es mi compañero —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—. Mata al pastor, y las ovejas se dispersarán y me volveré contra los corderos.
Zac 13:8 Dos tercios de los habitantes del país serán cortados y morirán —dice el SEÑOR—. Pero quedará un tercio en el país.
Zac 13:9 A este último grupo lo pasaré por el fuego y los haré puros. Los refinaré como se refina la plata y los purificaré como se purifica el oro. Invocarán mi nombre y yo les responderé. Les diré: “Este es mi pueblo”, y ellos dirán: “El SEÑOR es nuestro Dios”».
Zac 14:1 ¡Atención, viene el día del SEÑOR, cuando tus posesiones serán saqueadas frente a ti!
Zac 14:2 Reuniré a todas las naciones para que peleen contra Jerusalén. La ciudad será tomada, las casas saqueadas y las mujeres violadas. La mitad de la población será llevada al cautiverio y al resto la dejarán entre las ruinas de la ciudad.
Zac 14:3 Luego el SEÑOR saldrá a pelear contra esas naciones, como lo hizo en tiempos pasados.
Zac 14:4 En aquel día sus pies estarán sobre el monte de los Olivos, al oriente de Jerusalén. Entonces el monte de los Olivos se partirá, formando un extenso valle del este al oeste. La mitad del monte se desplazará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur.
Zac 14:5 Ustedes huirán por ese valle, porque llegará hasta Azal.* Así es, huirán como lo hicieron durante el terremoto en los días de Uzías, rey de Judá. Entonces vendrá el SEÑOR mi Dios y todos sus santos con él.*
Zac 14:6 En aquel día las fuentes de luz no brillarán más.*
Zac 14:7 Sin embargo, ¡la luz del día será perpetua! Sólo el SEÑOR sabe cómo esto podría suceder. No habrá días y noches como de costumbre, porque en las horas nocturnas todavía habrá luz.
Zac 14:8 En aquel día fluirán desde Jerusalén aguas que dan vida, la mitad hacia el mar Muerto y la otra mitad hacia el Mediterráneo;* brotarán continuamente, tanto en el verano como en el invierno.
Zac 14:9 El SEÑOR será rey sobre toda la tierra. En aquel día habrá un solo SEÑOR y únicamente su nombre será adorado.
Zac 14:10 Toda la tierra desde Geba, al norte de Judá, hasta Rimón, al sur de Jerusalén, se convertirá en una inmensa llanura. Pero Jerusalén será levantada en su lugar original y estará poblada desde la Puerta de Benjamín hasta el sitio de la puerta vieja, luego hasta la Puerta de la Esquina, y desde la Torre de Hananeel hasta las prensas de vino del rey.
Zac 14:11 Entonces Jerusalén, por fin a salvo, se llenará de gente y nunca más será maldecida ni destruida.
Zac 14:12 Luego el SEÑOR enviará una plaga sobre todas las naciones que pelearon contra Jerusalén. Sus habitantes llegarán a ser como cadáveres ambulantes, la carne se les pudrirá. Se les pudrirán los ojos en sus cuencas y la lengua en la boca.
Zac 14:13 En aquel día sentirán terror, agobiados por el SEÑOR con un terrible pánico. Pelearán contra sus vecinos mano a mano.
Zac 14:14 También Judá peleará en Jerusalén. Tomarán las riquezas de todas las naciones vecinas: grandes cantidades de oro, plata y ropa costosa.
Zac 14:15 Esta misma plaga atacará a caballos, mulas, camellos, asnos y demás animales de los campos enemigos.
Zac 14:16 A fin de cuentas, los enemigos de Jerusalén que sobrevivan a la plaga, subirán a Jerusalén cada año para adorar al Rey, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, y para celebrar el Festival de las Enramadas.
Zac 14:17 Toda nación que se niegue a ir a Jerusalén para adorar al Rey, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, no recibirá lluvia.
Zac 14:18 Si el pueblo de Egipto se niega a asistir al festival, el SEÑOR lo castigará con la misma plaga que envió sobre las otras naciones que se negaron a ir.
Zac 14:19 Egipto y las demás naciones serán castigadas si no van para celebrar el Festival de las Enramadas.
Zac 14:20 En aquel día hasta en los cascabeles del arnés de los caballos se inscribirán estas palabras: CONSAGRADO AL SEÑOR. Las ollas de cocina en el templo del SEÑOR serán tan sagradas como los tazones que se usan al lado del altar.
Zac 14:21 De hecho, toda olla de cocina en Jerusalén y Judá será consagrada al SEÑOR de los Ejércitos Celestiales. Todo el que venga a adorar tendrá plena libertad de usar cualquiera de estas ollas para cocinar sus sacrificios. En aquel día no habrá más comerciantes* en el templo del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.

sábado, 23 de diciembre de 2017

LECTURA BÍBLICA 23 DE DICIEMBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

JUAN     20:24-31

Jua 20:24 Tomás, uno de los doce discípulos (al que apodaban el Gemelo),* no estaba con los otros cuando llegó Jesús.
Jua 20:25 Ellos le contaron: —¡Hemos visto al Señor! Pero él respondió: —No lo creeré a menos que vea las heridas de los clavos en sus manos, meta mis dedos en ellas y ponga mi mano dentro de la herida de su costado.
Jua 20:26 Ocho días después, los discípulos estaban juntos de nuevo, y esa vez Tomás se encontraba con ellos. Las puertas estaban bien cerradas; pero de pronto, igual que antes, Jesús estaba de pie en medio de ellos y dijo: «La paz sea con ustedes».
Jua 20:27 Entonces le dijo a Tomás: —Pon tu dedo aquí y mira mis manos; mete tu mano en la herida de mi costado. Ya no seas incrédulo. ¡Cree!
Jua 20:28 —¡Mi Señor y mi Dios! —exclamó Tomás.
Jua 20:29 Entonces Jesús le dijo: —Tú crees porque me has visto, benditos los que creen sin verme.
Jua 20:30 Los discípulos vieron a Jesús hacer muchas otras señales milagrosas además de las registradas en este libro.
Jua 20:31 Pero éstas se escribieron para que ustedes sigan creyendo* que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, al creer en él, tengan vida por el poder de su nombre.



 APOCALIPSIS  20

Apo 20:1 Luego vi a un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo sin fondo* y una pesada cadena en la mano.
Apo 20:2 Sujetó con fuerza al dragón —la serpiente antigua, quien es el diablo, Satanás —y lo encadenó por mil años.
Apo 20:3 El ángel lo lanzó al abismo sin fondo y lo encerró con llave para que Satanás no pudiera engañar más a las naciones hasta que se cumplieran los mil años. Pasado ese tiempo, debe ser soltado por un poco de tiempo.
Apo 20:4 Después vi tronos, y los que estaban sentados en ellos habían recibido autoridad para juzgar. Vi las almas de aquéllos que habían sido decapitados por dar testimonio acerca de Jesús y proclamar la palabra de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su estatua, ni habían aceptado su marca en la frente o en las manos. Volvieron a la vida, y reinaron con Cristo durante mil años.
Apo 20:5 Ésta es la primera resurrección. (El resto de los muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años).
Apo 20:6 Benditos y santos son aquéllos que forman parte de la primera resurrección, porque la segunda muerte no tiene ningún poder sobre ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él durante mil años.
Apo 20:7 Cuando se cumplan los mil años, Satanás será liberado de su prisión.
Apo 20:8 Saldrá para engañar a las naciones —llamadas Gog y Magog —por todos los extremos de la tierra. Las reunirá a todas para la batalla: un poderoso ejército tan incalculable como la arena de la orilla del mar.
Apo 20:9 Y los vi cuando subían por toda la anchura de la tierra y rodeaban al pueblo de Dios y la ciudad amada. Pero cayó fuego del cielo sobre el ejército que atacaba y lo consumió.
Apo 20:10 Después el diablo, que los había engañado, fue lanzado al lago de fuego que arde con azufre, donde ya estaban la bestia y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por siempre jamás.
Apo 20:11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él. La tierra y el cielo huyeron de su presencia, pero no encontraron ningún lugar donde esconderse.
Apo 20:12 Vi a los muertos, tanto grandes como pequeños, de pie delante del trono de Dios. Los libros fueron abiertos, entre ellos el Libro de la Vida. A los muertos se les juzgó de acuerdo a las cosas que habían hecho, según lo que estaba escrito en los libros.
Apo 20:13 El mar entregó sus muertos, y la muerte y la tumba* también entregaron sus muertos; y todos fueron juzgados según lo que habían hecho.
Apo 20:14 Entonces la muerte y la tumba fueron lanzadas al lago de fuego. Este lago de fuego es la segunda muerte.
Apo 20:15 Y todo el que no tenía su nombre registrado en el Libro de la Vida fue lanzado al lago de fuego.

JOB  41:1-11

Job 40:1 Entonces el SEÑOR dijo a Job:
Job 40:2 «¿Todavía quieres discutir con el Todopoderoso? Tú criticas a Dios, pero ¿tienes las respuestas?».
Job 40:3 Entonces Job respondió al SEÑOR:
Job 40:4 «No soy nada, ¿cómo podría yo encontrar las respuestas? Me taparé la boca con la mano.
Job 40:5 Ya hablé demasiado; no tengo nada más que decir».
Job 40:6 Luego el SEÑOR respondió a Job desde el torbellino:
Job 40:7 «Prepárate, muestra tu hombría porque tengo algunas preguntas para ti y tendrás que contestarlas.
Job 40:8 »¿Pondrás en duda mi justicia y me condenarás sólo para probar que tienes razón?
Job 40:9 ¿Acaso eres tan fuerte como Dios? ¿Puede tronar tu voz como la suya?
Job 40:10 Bien, vístete de tu gloria y esplendor, de tu honor y majestad.
Job 40:11 Da rienda suelta a tu enojo; deja que se derrame contra los orgullosos.
Job 40:12 Humíllalos con una mirada; pisa a los malvados allí donde están.
Job 40:13 Entiérralos en el polvo; enciérralos en el mundo de los muertos.
Job 40:14 Entonces hasta yo te elogiaría, porque tu propia fuerza te podría salvar.
Job 40:15 »Echa un vistazo al Behemot,* a quien hice, al igual que a ti. Come hierba como un buey.
Job 40:16 Mira qué fuertes son sus lomos y los músculos de su vientre.
Job 40:17 Su rabo es tan fuerte como un cedro; los tendones de sus muslos se entrelazan.
Job 40:18 Sus huesos son tubos de bronce; sus extremidades son barras de hierro.
Job 40:19 Es un excelente ejemplo de la obra de Dios, y sólo su Creador puede amenazarlo.
Job 40:20 Las montañas le ofrecen su mejor alimento, donde juegan los animales salvajes.
Job 40:21 Se tiende bajo los lotos* donde los juncos del pantano lo esconden.
Job 40:22 Las plantas de loto le dan sombra entre los sauces junto al arroyo.
Job 40:23 El río tempestuoso no le molesta, ni le preocupa cuando el creciente Jordán se arremolina a su alrededor.
Job 40:24 Nadie puede sorprenderlo con la guardia baja ni ponerle un aro en la nariz para llevárselo.


LECTURA PARA LA NOCHE

ZACARIAS  6-9

Zac 6:1 Entonces levanté la mirada otra vez y vi cuatro carros de guerra que salían de entre dos montañas de bronce.
Zac 6:2 El primer carro era tirado por caballos rojos, el segundo por caballos negros,
Zac 6:3 el tercero por caballos blancos y el cuarto por poderosos caballos tordos.
Zac 6:4 —¿Y qué son éstos, mi señor? —le pregunté al ángel que hablaba conmigo.
Zac 6:5 —Son los cuatro espíritus* del cielo que están delante del Señor de toda la tierra —el ángel contestó—. Ellos salen a hacer su trabajo.
Zac 6:6 El carro con caballos negros va al norte, el carro con caballos blancos va al occidente* y el carro con caballos tordos va al sur.
Zac 6:7 Los poderosos caballos estaban ansiosos por salir a vigilar la tierra. Así que el SEÑOR dijo: «¡Vayan y vigilen la tierra!». Entonces salieron de inmediato a hacer el recorrido.
Zac 6:8 Luego el SEÑOR me llamó y me dijo: «Mira, los que fueron al norte han desahogado el enojo de mi Espíritu* allí en la tierra del norte».
Zac 6:9 Entonces recibí otro mensaje del SEÑOR:
Zac 6:10 «Heldai, Tobías, y Jedaías traerán obsequios de plata y oro de los judíos desterrados en Babilonia. En cuanto lleguen, encuéntrate con ellos en la casa de Josías, hijo de Sofonías.
Zac 6:11 »Acepta sus obsequios y, con la plata y el oro, haz una corona.* Entonces coloca la corona en la cabeza de Jesúa* hijo de Josadac, el sumo sacerdote.
Zac 6:12 Dile: “El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales declara: ‘Este es el hombre llamado la Rama. Él echará ramas desde donde está y construirá el templo del SEÑOR’ ”.
Zac 6:13 Así es, él construirá el templo del SEÑOR. Entonces recibirá el honor real y desde su trono gobernará como rey; también desde su trono servirá como sacerdote* y habrá armonía perfecta entre sus dos oficios.
Zac 6:14 »La corona servirá de recordatorio en el templo del SEÑOR en reconocimiento a quienes la obsequiaron: Heldai,* Tobías, Jedaías y Josías,* hijo de Sofonías».
Zac 6:15 Vendrá gente desde tierras lejanas a reedificar el templo del SEÑOR. Cuando esto ocurra, ustedes sabrán que mis mensajes vinieron del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales. Todo esto sucederá si ustedes se aseguran de obedecer lo que dice el SEÑOR su Dios.
Zac 7:1 El 7 de diciembre* del cuarto año del reinado del rey Darío, el SEÑOR le dio otro mensaje a Zacarías.
Zac 7:2 El pueblo de Betel había enviado a Sarezer y a Regem-melec,* junto con sus asistentes, para buscar el favor del SEÑOR.
Zac 7:3 Les encargaron hacer la siguiente pregunta a los profetas y a los sacerdotes del templo del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: «¿Debemos continuar de luto y ayuno cada verano en el aniversario de la destrucción del templo,* como lo hemos estado haciendo durante muchos años?».
Zac 7:4 En respuesta, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales me envió este mensaje:
Zac 7:5 «Diles a tu pueblo y a tus sacerdotes: “Durante estos setenta años de destierro, cuando ayunaban y se vestían de luto en el verano y a comienzos del otoño,* ¿hacían los ayunos realmente para mí?
Zac 7:6 Incluso ahora, cuando comen y beben en sus festivales santos, ¿no lo hacen para complacerse a sí mismos?
Zac 7:7 ¿No es éste el mismo mensaje del SEÑOR que los profetas proclamaron en años anteriores cuando Jerusalén y los pueblos de Judá estaban llenos de gente y el Neguev y las colinas de Judá* estaban bien poblados?”».
Zac 7:8 Luego Zacarías recibió este mensaje del SEÑOR:
Zac 7:9 «El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: juzguen con imparcialidad y muestren compasión y bondad el uno por el otro.
Zac 7:10 No opriman a las viudas ni a los huérfanos ni a los extranjeros ni a los pobres. Tampoco tramen el mal unos contra otros.
Zac 7:11 »Sus antepasados se negaron a escuchar este mensaje. Volvieron la espalda tercamente y se taparon los oídos para no oír.
Zac 7:12 Endurecieron su corazón como la piedra para no oír las instrucciones ni los mensajes que el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales les había enviado por su Espíritu por medio de los antiguos profetas. Por eso el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales se enojó tanto con ellos.
Zac 7:13 »Así como ellos se negaron a escuchar cuando los llamé, tampoco yo los escuché cuando clamaron a mí —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—.
Zac 7:14 Como con un torbellino, los dispersé entre las naciones lejanas, donde vivieron como extranjeros. La tierra quedó tan desolada que nadie pasaba por allí. ¡Convirtieron su hermosa tierra en un desierto!».
Zac 8:1 Entonces el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales me dio otro mensaje:
Zac 8:2 «El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: mi amor por el monte Sión es intenso y ferviente, ¡me consume la pasión por Jerusalén!
Zac 8:3 »Ahora dice el SEÑOR: regresaré al monte Sión y viviré en Jerusalén. Entonces Jerusalén se llamará la Ciudad Fiel; el monte del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales se llamará Monte Santo.
Zac 8:4 »El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: nuevamente los ancianos y las ancianas caminarán por las calles de Jerusalén apoyados en sus bastones y se sentarán juntos en las plazas de la ciudad,
Zac 8:5 y las calles de la ciudad se llenarán de niños y niñas que juegan.
Zac 8:6 »El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: ahora todo esto puede parecerles imposible, a ustedes que son el pequeño remanente del pueblo de Dios. ¿Pero será imposible para mí?, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Zac 8:7 »El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: pueden estar seguros de que rescataré a mi pueblo del oriente y del occidente.
Zac 8:8 Yo los haré regresar a casa para que vivan seguros en Jerusalén. Ellos serán mi pueblo, y como su Dios los trataré con fidelidad y justicia.
Zac 8:9 »El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: ¡Sean fuertes y terminen la tarea! Desde que echaron los cimientos del templo del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, ustedes han oído lo que los profetas han estado diciendo acerca de terminar el edificio.
Zac 8:10 Antes de que la obra en el templo comenzara, no había trabajo ni dinero para contratar obreros o animales. Ningún viajero estaba a salvo porque había enemigos por todos lados. Yo hice que todos estuvieran unos contra otros.
Zac 8:11 »Pero ahora no trataré al remanente de mi pueblo como lo hice antes, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Zac 8:12 Pues estoy plantando semillas de paz y prosperidad entre ustedes. Las vides estarán cargadas de fruta, la tierra producirá sus cosechas y los cielos soltarán el rocío. Una vez más yo haré que el remanente de Judá y de Israel herede estas bendiciones.
Zac 8:13 Entre las demás naciones, Judá e Israel se convirtieron en símbolo de una nación maldita. ¡Pues ya no lo serán más! Ahora los rescataré y los haré símbolo y fuente de bendición. Así que no tengan miedo. ¡Sean fuertes y sigan con la reconstrucción del templo!
Zac 8:14 »Pues el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: estaba decidido a castigarlos cuando sus antepasados me hicieron enojar y no cambié de parecer, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Zac 8:15 Sin embargo, ahora estoy decidido a bendecir a Jerusalén y al pueblo de Judá, así que no tengan miedo.
Zac 8:16 Pero ustedes deben hacer lo siguiente: digan la verdad unos a otros. En sus tribunales, pronuncien veredictos que sean justos y que conduzcan a la paz.
Zac 8:17 No tramen el mal unos contra otros. Dejen de amar el decir mentiras y jurar que son verdad. Yo odio todas esas cosas, dice el SEÑOR».
Zac 8:18 Este es otro mensaje que me dio el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales:
Zac 8:19 «El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: los ayunos tradicionales y los tiempos de luto que han mantenido al principio del verano, en pleno verano, en el otoño y en el invierno* ahora han terminado. Se convertirán en festivales de alegría y celebración para el pueblo de Judá. Así que amen la verdad y la paz.
Zac 8:20 »El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice:Gente de naciones y ciudades en todo el mundo viajará a Jerusalén.
Zac 8:21 La gente de una ciudad dirá a la gente de otra: “Vengan con nosotros a Jerusalén para pedir que el SEÑOR nos bendiga. Adoremos al SEÑOR de los Ejércitos Celestiales. Yo estoy decidido a ir”.
Zac 8:22 Muchos pueblos y naciones poderosas irán a Jerusalén a buscar al SEÑOR de los Ejércitos Celestiales y a pedir su bendición.
Zac 8:23 »El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: en aquellos días, diez hombres de naciones e idiomas diferentes agarrarán por la manga a un judío y le dirán: “Por favor, permítenos acompañarte, porque hemos oído que Dios está contigo”».
Zac 9:1 Este es el mensaje* del SEÑOR contra la tierra de Aram* y contra la ciudad de Damasco, pues los ojos de la humanidad, incluidas todas las tribus de Israel, están puestos en el SEÑOR.
Zac 9:2 La destrucción de Hamat está asegurada, ciudad ubicada cerca de Damasco, también para las ciudades de Tiro y de Sidón, aunque sean tan astutas.
Zac 9:3 ¡Tiro ha construido una poderosa fortaleza y ha logrado que la plata y el oro sean tan abundantes como el polvo en las calles!
Zac 9:4 Pero ahora el Señor despojará a Tiro de sus posesiones y lanzará sus fortificaciones al mar, y será reducida a cenizas.
Zac 9:5 La ciudad de Ascalón verá la caída de Tiro y se llenará de miedo. Gaza temblará de terror y lo mismo hará Ecrón, porque sus esperanzas se desvanecerán. El rey de Gaza será asesinado y Ascalón será abandonada.
Zac 9:6 La ciudad de Asdod será ocupada por extranjeros. Destruiré el orgullo de los filisteos.
Zac 9:7 Les quitaré de la boca la carne ensangrentada y sacaré de entre sus dientes los sacrificios detestables. Entonces los filisteos que sobrevivan adorarán a nuestro Dios y serán como un clan en Judá.* Los filisteos de Ecrón se unirán a mi pueblo, como una vez lo hicieron los antiguos jebuseos.
Zac 9:8 Guardaré mi templo y lo protegeré de ejércitos invasores. Estoy vigilando de cerca para asegurar que nunca más los opresores extranjeros invadan la tierra de mi pueblo.
Zac 9:9 ¡Alégrate, oh pueblo de Sión!* ¡Grita de triunfo, oh pueblo de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti. Él es justo y victorioso,* pero es humilde, montado en un burro: montado en la cría de una burra.
Zac 9:10 Quitaré los carros de guerra de Israel* y los caballos de guerra de Jerusalén. Destruiré todas las armas usadas en la batalla, y tu rey traerá paz a las naciones. Su reino se extenderá de mar a mar y desde el río Éufrates* hasta los confines de la tierra.*
Zac 9:11 Debido al pacto que hice contigo, sellado con sangre, yo liberaré a tus prisioneros de morir en un calabozo sin agua.
Zac 9:12 ¡Regresen al refugio, ustedes, prisioneros, que todavía tienen esperanza! Hoy mismo prometo que les daré dos bendiciones por cada dificultad.
Zac 9:13 Judá es mi arco, e Israel, mi flecha. Jerusalén* es mi espada y, como un guerrero, la blandiré contra los griegos.*
Zac 9:14 ¡El SEÑOR aparecerá sobre su pueblo y sus flechas volarán como rayos! El SEÑOR Soberano hará sonar el cuerno de carnero y atacará como un torbellino desde el desierto del sur.
Zac 9:15 El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales protegerá a su pueblo, quien derrotará a sus enemigos lanzándoles grandes piedras. Gritarán en la batalla como si estuvieran borrachos con vino. Se llenarán de sangre como si fueran un tazón, empapados con sangre como las esquinas del altar.
Zac 9:16 En aquel día el SEÑOR su Dios rescatará a su pueblo, así como un pastor rescata a sus ovejas. Brillarán en la tierra del SEÑOR como joyas en una corona.
Zac 9:17 ¡Qué espléndidos y hermosos serán! Los jóvenes florecerán con la abundancia de grano y las jóvenes con el vino nuevo”.

viernes, 22 de diciembre de 2017

LECTURA BÍBLICA 22 DE DICIEMBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

JUAN     20:19-23

Jua 20:19 Ese domingo, al atardecer,* los discípulos estaban reunidos con las puertas bien cerradas porque tenían miedo de los líderes judíos. De pronto, ¡Jesús estaba de pie en medio de ellos! «La paz sea con ustedes» —dijo.
Jua 20:20 Mientras hablaba, les mostró las heridas de sus manos y su costado. ¡Ellos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor!
Jua 20:21 Una vez más les dijo: «La paz sea con ustedes. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes».
Jua 20:22 Entonces sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban al Espíritu Santo.
Jua 20:23 Si ustedes perdonan los pecados de alguien, esos pecados son perdonados; si ustedes no los perdonan, esos pecados no son perdonados».



 APOCALIPSIS  19

Apo 19:1 Después de esto, oí algo en el cielo que parecía las voces de una inmensa multitud que gritaba: «¡Alabado sea el SEÑOR!* La salvación, la gloria y el poder le pertenecen a nuestro Dios.
Apo 19:2 Sus juicios son verdaderos y justos. Él ha castigado a la gran prostituta que corrompió a la tierra con su inmoralidad. Él ha vengado la muerte de sus siervos».
Apo 19:3 Y otra vez, sus voces resonaron: «¡Alabado sea el SEÑOR! ¡El humo de esa ciudad subirá por siempre jamás!».
Apo 19:4 Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono. Exclamaron: «¡Amén! ¡Alabado sea el SEÑOR!».
Apo 19:5 Y del trono salió una voz que dijo: «Alaben a nuestro Dios todos sus siervos y todos los que le temen, desde el más insignificante hasta el más importante».
Apo 19:6 Entonces volví a oír algo que parecía el grito de una inmensa multitud o el rugido de enormes olas del mar o el estruendo de un potente trueno, que decían: «¡Alabado sea el SEÑOR! Pues el Señor nuestro Dios,* el Todopoderoso, reina.
Apo 19:7 Alegrémonos y llenémonos de gozo y démosle honor a él, porque el tiempo ha llegado para la boda del Cordero, y su novia se ha preparado.
Apo 19:8 A ella se le ha concedido vestirse del lino blanco y puro de la más alta calidad». Pues el lino de la más alta calidad representa las buenas acciones del pueblo santo de Dios.
Apo 19:9 Y el ángel me dijo: «Escribe esto: benditos son los que están invitados a la cena de la boda del Cordero —y añadió —. Estas son palabras verdaderas que provienen de Dios».
Apo 19:10 Entonces me postré a sus pies para adorarlo, pero me dijo: «No, no me adores a mí. Yo soy un siervo de Dios, como tú y tus hermanos que dan testimonio de su fe en Jesús. Adora sólo a Dios, porque la esencia de la profecía es dar un claro testimonio de Jesús*».
Apo 19:11 Entonces vi el cielo abierto, y había allí un caballo blanco. Su jinete se llamaba Fiel y Verdadero, porque juzga con rectitud y hace una guerra justa.
Apo 19:12 Sus ojos eran como llamas de fuego, y llevaba muchas coronas en la cabeza. Tenía escrito un nombre que nadie entendía excepto él mismo.
Apo 19:13 Llevaba puesta una túnica bañada de sangre, y su título era «la Palabra de Dios».
Apo 19:14 Los ejércitos del cielo vestidos del lino blanco y puro de la más alta calidad lo seguían en caballos blancos.
Apo 19:15 De su boca salía una espada afilada para derribar a las naciones. Él las gobernará con vara de hierro y desatará el furor de la ira de Dios, el Todopoderoso, como el jugo que corre del lagar.
Apo 19:16 En la túnica, a la altura del muslo,* estaba escrito el título: «Rey de reyes y Señor de señores».
Apo 19:17 Después vi a un ángel parado en el sol que les gritaba a los buitres que volaban en lo alto de los cielos: «¡Vengan! Reúnanse para el gran banquete que Dios ha preparado.
Apo 19:18 Vengan y coman la carne de los reyes, los generales y los fuertes guerreros; la de los caballos y sus jinetes y la de toda la humanidad, tanto esclavos como libres, tanto pequeños como grandes».
Apo 19:19 Después vi a la bestia y a los reyes del mundo y sus ejércitos, todos reunidos para luchar contra el que está sentado en el caballo y contra su ejército.
Apo 19:20 Y la bestia fue capturada, y junto con ella, el falso profeta que hacía grandes milagros en nombre de la bestia; milagros que engañaban a todos los que habían aceptado la marca de la bestia y adorado a su estatua. Tanto la bestia como el falso profeta fueron lanzados vivos al lago de fuego que arde con azufre.
Apo 19:21 Todo su ejército fue aniquilado por la espada afilada que salía de la boca del que montaba el caballo blanco. Y todos los buitres devoraron los cuerpos muertos hasta hartarse.

JOB  40

Job 40:1 Entonces el SEÑOR dijo a Job:
Job 40:2 «¿Todavía quieres discutir con el Todopoderoso? Tú criticas a Dios, pero ¿tienes las respuestas?».
Job 40:3 Entonces Job respondió al SEÑOR:
Job 40:4 «No soy nada, ¿cómo podría yo encontrar las respuestas? Me taparé la boca con la mano.
Job 40:5 Ya hablé demasiado; no tengo nada más que decir».
Job 40:6 Luego el SEÑOR respondió a Job desde el torbellino:
Job 40:7 «Prepárate, muestra tu hombría porque tengo algunas preguntas para ti y tendrás que contestarlas.
Job 40:8 »¿Pondrás en duda mi justicia y me condenarás sólo para probar que tienes razón?
Job 40:9 ¿Acaso eres tan fuerte como Dios? ¿Puede tronar tu voz como la suya?
Job 40:10 Bien, vístete de tu gloria y esplendor, de tu honor y majestad.
Job 40:11 Da rienda suelta a tu enojo; deja que se derrame contra los orgullosos.
Job 40:12 Humíllalos con una mirada; pisa a los malvados allí donde están.
Job 40:13 Entiérralos en el polvo; enciérralos en el mundo de los muertos.
Job 40:14 Entonces hasta yo te elogiaría, porque tu propia fuerza te podría salvar.
Job 40:15 »Echa un vistazo al Behemot,* a quien hice, al igual que a ti. Come hierba como un buey.
Job 40:16 Mira qué fuertes son sus lomos y los músculos de su vientre.
Job 40:17 Su rabo es tan fuerte como un cedro; los tendones de sus muslos se entrelazan.
Job 40:18 Sus huesos son tubos de bronce; sus extremidades son barras de hierro.
Job 40:19 Es un excelente ejemplo de la obra de Dios, y sólo su Creador puede amenazarlo.
Job 40:20 Las montañas le ofrecen su mejor alimento, donde juegan los animales salvajes.
Job 40:21 Se tiende bajo los lotos* donde los juncos del pantano lo esconden.
Job 40:22 Las plantas de loto le dan sombra entre los sauces junto al arroyo.
Job 40:23 El río tempestuoso no le molesta, ni le preocupa cuando el creciente Jordán se arremolina a su alrededor.
Job 40:24 Nadie puede sorprenderlo con la guardia baja ni ponerle un aro en la nariz para llevárselo.


LECTURA PARA LA NOCHE

ZACARIAS  1-5

Zac 1:1 En noviembre* del segundo año del reinado de Darío, el SEÑOR le dio este mensaje al profeta Zacarías, hijo de Berequías, nieto de Iddo:
Zac 1:2 «Yo, el SEÑOR, estuve muy enojado con los antepasados de ustedes.
Zac 1:3 Por lo tanto, dile al pueblo: “El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Regresen a mí y yo me volveré a ustedes, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales’.
Zac 1:4 No sean como sus antepasados que no querían escuchar ni prestar atención cuando los antiguos profetas les dijeron: ‘El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: “Apártense de sus malos caminos y abandonen todas sus prácticas malvadas” ’.
Zac 1:5 »”¿Dónde están ahora sus antepasados? Ellos y los profetas murieron hace mucho tiempo.
Zac 1:6 Pero todo lo que dije por medio de mis siervos, los profetas, les ocurrió a sus antepasados, tal como lo dije. En consecuencia, ellos se arrepintieron y dijeron: ‘Hemos recibido lo que merecíamos del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales. Él ha hecho lo que dijo que haría’ ”».
Zac 1:7 Tres meses después, el 15 de febrero,* el SEÑOR envió otro mensaje al profeta Zacarías, hijo de Berequías, nieto de Iddo.
Zac 1:8 En una visión durante la noche, vi a un hombre montado en un caballo rojo que estaba entre unos arrayanes en un pequeño valle. Detrás de él había jinetes en caballos rojos, marrones y blancos.
Zac 1:9 Le pregunté al ángel que hablaba conmigo: —Mi señor, ¿qué significan estos caballos? —Te mostraré —me contestó el ángel.
Zac 1:10 Entonces el jinete que estaba entre los arrayanes me explicó: «Son los que el SEÑOR ha enviado a recorrer la tierra».
Zac 1:11 Entonces los otros jinetes le informaron al ángel del SEÑOR, que se encontraba entre los arrayanes: «Hemos estado recorriendo la tierra y el mundo entero está en paz».
Zac 1:12 Al escucharlo, el ángel del SEÑOR elevó la siguiente oración: «Oh SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, durante los últimos setenta años has estado enojado con Jerusalén y con las ciudades de Judá. ¿Cuánto tiempo más pasará para que vuelvas a mostrarles compasión?».
Zac 1:13 Entonces el SEÑOR le habló palabras buenas y consoladoras al ángel que conversaba conmigo.
Zac 1:14 Luego el ángel me dijo: «Proclama este mensaje a gritos para que todos lo oigan: “El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Mi amor por Jerusalén y el monte Sión es intenso y ferviente.
Zac 1:15 Sin embargo, estoy muy enojado con las otras naciones que ahora disfrutan de paz y seguridad. Sólo me enojé un poco con mi pueblo, pero las naciones le causaron mucho más daño del que me proponía.
Zac 1:16 »’Por lo tanto, esto es lo que dice el SEÑOR: he vuelto a mostrar misericordia a Jerusalén. Mi templo será reedificado —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— y se tomarán las medidas para la reconstrucción de Jerusalén* ’ ”.
Zac 1:17 »Proclama también: “El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Otra vez las ciudades de Israel rebosarán de prosperidad y otra vez el SEÑOR consolará a Sión y elegirá a Jerusalén para sí mismo’ ”».
Zac 1:18 * Entonces levanté la mirada y vi cuatro cuernos.
Zac 1:19 —¿Qué significan estos cuernos? —pregunté al ángel que hablaba conmigo. Él me contestó: —Estos cuernos representan a las naciones que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén.
Zac 1:20 Entonces el SEÑOR me mostró cuatro herreros.
Zac 1:21 —Y estos hombres, ¿qué vienen a hacer? —pregunté. El ángel me contestó: —Estos cuatro cuernos, es decir, estas naciones, dispersaron y humillaron a Judá. Ahora estos herreros han venido para aterrorizar, derribar y destruir a esas naciones.
Zac 2:1 * Cuando miré de nuevo, vi a un hombre con una cinta de medir en la mano.
Zac 2:2 —¿Adónde vas? —le pregunté. —Voy a medir Jerusalén —me contestó— para ver cuánto mide de ancho y de largo.
Zac 2:3 Entonces el ángel que estaba conmigo fue a reunirse con un segundo ángel que se dirigía hacia él.
Zac 2:4 El otro ángel dijo: —Apresúrate y dile a ese joven: “¡Jerusalén algún día estará tan llena de gente y de animales que no habrá lugar suficiente para todos! Muchos vivirán fuera de las murallas de la ciudad.
Zac 2:5 Entonces yo mismo seré un muro de fuego protector alrededor de Jerusalén —dice el SEÑOR—. ¡Y seré la gloria dentro de la ciudad!”.
Zac 2:6 El SEÑOR dice: «¡Salgan! Huyan de Babilonia en la tierra del norte, porque yo los he dispersado a los cuatro vientos.
Zac 2:7 ¡Sal, pueblo de Sión, tú que estás desterrado en Babilonia!».
Zac 2:8 Después de un período de gloria, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales me envió* contra las naciones que los saquearon a ustedes. Pues él dijo: «Cualquiera que te dañe, daña a mi más preciada posesión.*
Zac 2:9 Levantaré mi puño para aplastarlos y sus propios esclavos los saquearán». Entonces ustedes sabrán que el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales me ha enviado.
Zac 2:10 El SEÑOR dice: «Grita y alégrate, oh Jerusalén hermosa,* porque yo vengo a vivir en medio de ti.
Zac 2:11 Muchas naciones se unirán al SEÑOR en ese día y ellos también serán mi pueblo. Viviré entre ustedes y sabrán que el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales me ha enviado a ustedes.
Zac 2:12 La tierra de Judá será la preciada posesión del SEÑOR en la tierra santa y él elegirá una vez más a Jerusalén para ser su propia ciudad.
Zac 2:13 Que toda la humanidad guarde silencio ante el SEÑOR, porque él entra en acción desde su santa morada».
Zac 3:1 Entonces el ángel me mostró a Jesúa,* el sumo sacerdote, que estaba de pie ante el ángel del SEÑOR. El Acusador, Satanás,* estaba allí a la derecha del ángel y presentaba acusaciones contra Jesúa.
Zac 3:2 Entonces el SEÑOR le dijo a Satanás: «Yo, el SEÑOR, rechazo tus acusaciones, Satanás. Así es, el SEÑOR que eligió a Jerusalén te reprende. Este hombre es como un tizón en llamas que ha sido arrebatado del fuego».
Zac 3:3 La ropa de Jesúa estaba sucia cuando estuvo de pie ante el ángel.
Zac 3:4 Entonces el ángel dijo a los otros que estaban allí: «Quítenle esa ropa sucia». Luego se volvió hacia Jesúa y le dijo: «¿Ya ves? He quitado tus pecados y ahora te voy a dar esta ropa nueva y fina».
Zac 3:5 Luego yo dije: «Deben también colocarle un turbante limpio en la cabeza». Así que ellos le pusieron en la cabeza un turbante sacerdotal limpio y lo vistieron de ropas nuevas, mientras el ángel del SEÑOR permanecía cerca.
Zac 3:6 Entonces el ángel del SEÑOR habló solemnemente a Jesúa y le dijo:
Zac 3:7 «El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: “Si tú sigues mis caminos y me sirves con cuidado, recibirás autoridad sobre mi templo y sus atrios. Permitiré que camines entre los otros que están aquí.
Zac 3:8 »”Escúchenme, oh Jesúa, sumo sacerdote, y ustedes los demás sacerdotes. Ustedes son símbolos de lo que está por venir. Pronto traeré a mi siervo llamado la Rama.
Zac 3:9 Miren ahora la joya que he puesto ante Jesúa, una sola piedra con siete facetas.* Grabaré una inscripción en ella —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— y en un solo día quitaré los pecados de esta tierra.
Zac 3:10 »”En ese día —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— cada uno invitará a su vecino a sentarse en paz bajo sus propias vides e higueras”».
Zac 4:1 Entonces el ángel que había estado hablando conmigo volvió y me despertó, como si hubiera estado dormido.
Zac 4:2 —¿Qué ves ahora? —me preguntó. —Veo un candelabro de oro macizo con un tazón de aceite encima —contesté—. Alrededor del tazón hay siete lámparas y cada una tiene siete conductos para las mechas.
Zac 4:3 También veo dos olivos, uno a cada lado del tazón.
Zac 4:4 Entonces le pregunté al ángel: —¿Qué es todo esto, mi señor? ¿Qué significa?
Zac 4:5 —¿No lo sabes? —preguntó el ángel. —No, mi señor —le contesté.
Zac 4:6 Entonces me dijo: —El SEÑOR dice a Zorobabel: “No es por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Zac 4:7 Nada impedirá el camino de Zorobabel, ni siquiera una montaña gigantesca, ¡pues se convertirá en llanura delante de él! Y cuando Zorobabel coloque la última piedra del templo en su lugar, la gente gritará: “¡Dios lo bendiga! ¡Dios lo bendiga!”* .
Zac 4:8 Después recibí otro mensaje del SEÑOR:
Zac 4:9 «Zorobabel es quien colocó los cimientos de este templo y él los terminará. Así ustedes sabrán que el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales me envió.
Zac 4:10 No menosprecien estos modestos comienzos, pues el SEÑOR se alegrará cuando vea que el trabajo se inicia y que la plomada está en las manos de Zorobabel». (Las siete lámparas* representan los ojos del SEÑOR que recorren toda la tierra).
Zac 4:11 Entonces le pregunté al ángel: —¿Qué son esos dos olivos a cada lado del candelabro
Zac 4:12 y las dos ramas de olivo que vierten aceite dorado por dos tubos de oro?
Zac 4:13 —¿No lo sabes? —preguntó. —No, mi señor —respondí.
Zac 4:14 Entonces él me dijo: —Representan a los dos seres celestiales que están de pie en la corte del Señor de toda la tierra.
Zac 5:1 Levanté otra vez la mirada y vi un rollo volando en el aire.
Zac 5:2 —¿Qué ves? —preguntó el ángel. —Veo un rollo que vuela —contesté—. Parece tener cerca de diez metros de largo y cinco metros de ancho.*
Zac 5:3 Entonces él me dijo: —Este rollo contiene la maldición que cubrirá toda la tierra. Un lado del rollo dice que los que roban serán desterrados; el otro lado dice que los que juran en falso serán desterrados.
Zac 5:4 El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: “Envío esta maldición a la casa de cada ladrón y a la casa de todos los que juran en falso usando mi nombre. Mi maldición se quedará en esa casa y la destruirá por completo, hasta las maderas y las piedras”.
Zac 5:5 Entonces el ángel que hablaba conmigo se adelantó y dijo: —Mira hacia arriba y fíjate en lo que viene.
Zac 5:6 —¿Qué es? —pregunté. —Es un canasto para medir grano* —respondió— y está lleno con los pecados* de los habitantes de todo el país.
Zac 5:7 Entonces fue levantada la pesada tapa de plomo del canasto y adentro había una mujer sentada.
Zac 5:8 El ángel dijo: «La mujer se llama Perversidad», y la empujó adentro del canasto otra vez y cerró la pesada tapa.
Zac 5:9 Entonces miré hacia arriba y vi a dos mujeres que volaban hacia nosotros, planeando con el viento. Tenían alas como de cigüeña, y recogieron el canasto y levantaron el vuelo.
Zac 5:10 —¿Adónde llevan el canasto? —le pregunté al ángel.
Zac 5:11 —A la tierra de Babilonia* —me respondió—, donde construirán un templo para el canasto. Luego, cuando el templo esté listo, colocarán el canasto allí sobre un pedestal.

jueves, 21 de diciembre de 2017

LECTURA BÍBLICA 21 DE DICIEMBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

JUAN     20:10-18

Jua 20:10 Después cada uno se fue a su casa.
Jua 20:11 María se encontraba llorando fuera de la tumba y, mientras lloraba, se agachó y miró adentro.
Jua 20:12 Vio a dos ángeles vestidos con vestiduras blancas, uno sentado a la cabecera y el otro a los pies, en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús.
Jua 20:13 —Apreciada mujer, ¿por qué lloras? —le preguntaron los ángeles. —Porque se han llevado a mi Señor —contestó ella—, y no sé dónde lo han puesto.
Jua 20:14 Dio la vuelta para irse y vio a alguien que estaba de pie allí. Era Jesús, pero ella no lo reconoció.
Jua 20:15 —Apreciada mujer, ¿por qué lloras? —le preguntó Jesús —. ¿A quién buscas? Ella pensó que era el jardinero y le dijo: —Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo puso, y yo iré a buscarlo.
Jua 20:16 —¡María! —dijo Jesús. Ella giró hacia él y exclamó: —¡Raboní! (que en hebreo significa “Maestro”).
Jua 20:17 —No te aferres a mí —le dijo Jesús—, porque todavía no he subido al Padre. Pero ve a buscar a mis hermanos y diles: “Voy a subir a mi Padre y al Padre de ustedes, a mi Dios y al Dios de ustedes”.
Jua 20:18 María Magdalena encontró a los discípulos y les dijo: «¡He visto al Señor!». Y les dio el mensaje de Jesús.



 APOCALIPSIS  18

Apo 18:1 Después de todo esto vi que otro ángel bajaba del cielo con gran autoridad, y la tierra se iluminó con su resplandor.
Apo 18:2 Dio un fuerte grito: «¡Ha caído Babilonia, cayó esa gran ciudad! Se ha convertido en una casa para los demonios. Es una guarida para todo espíritu inmundo*, un nido para todo buitre repugnante y una cueva para todo animal* sucio y espantoso.
Apo 18:3 Pues todas las naciones han caído* debido al vino de su apasionada inmoralidad. Los reyes del mundo cometieron adulterio con ella. Debido a su deseo por lujos excesivos, los comerciantes del mundo se han enriquecido».
Apo 18:4 Después oí otra voz que clamaba desde el cielo: «Pueblo mío, salgan de ella. No participen en sus pecados o serán castigados junto con ella.
Apo 18:5 Pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y Dios se acuerda de sus maldades.
Apo 18:6 Háganle a ella lo que ella les ha hecho a otros. Denle doble castigo por* todas sus maldades. Ella preparó una copa de terror para otros, así que, preparen el doble* para ella.
Apo 18:7 Ella se glorificó a sí misma y vivió rodeada de lujos, ahora denle la misma proporción de tormento y tristeza. Ella se jactó en su corazón, diciendo: “Soy reina en mi trono. No soy ninguna viuda indefensa ni tengo motivos para lamentarme”.
Apo 18:8 Por lo tanto, estas plagas le llegarán en un solo día: la muerte, el lamento y el hambre. Ella será totalmente consumida por el fuego, porque el Señor Dios, quien la juzga, es poderoso».
Apo 18:9 Y los reyes del mundo que cometieron adulterio con ella y disfrutaron de todos sus lujos, se lamentarán por ella cuando vean el humo que sube de sus restos carbonizados.
Apo 18:10 Aterrorizados por su gran tormento, los reyes del mundo se mantendrán a distancia y clamarán: «¡Qué terrible, qué terrible para ti, oh Babilonia, tú, gran ciudad! En un solo instante el juicio de Dios cayó sobre ti».
Apo 18:11 Los comerciantes del mundo llorarán y se lamentarán por ella, porque ya no queda nadie que les compre sus mercaderías.
Apo 18:12 Ella compró grandes cantidades de oro, plata, joyas y perlas; lino de la más alta calidad, púrpura, seda y tela de color escarlata; objetos hechos con la fragante madera de alerce, artículos de marfil y objetos hechos con madera costosa; y bronce, hierro y mármol.
Apo 18:13 También compró canela, especias, especias aromáticas, mirra, incienso, vino, aceite de oliva, harina refinada, trigo, ganado, ovejas, caballos, carruajes, y cuerpos, es decir esclavos humanos.
Apo 18:14 «De las delicias que tanto amabas ya no queda nada —claman los comerciantes —. Todos tus lujos y el esplendor se han ido para siempre y ya nunca volverán a ser tuyos».
Apo 18:15 Los comerciantes que se enriquecieron vendiéndole esas cosas, se mantendrán a distancia, aterrados por el gran tormento de ella. Llorarán y clamarán:
Apo 18:16 «¡Qué terrible, qué terrible para esa gran ciudad! ¡Ella se vestía de púrpura de la más alta calidad y linos escarlata, adornada con oro, piedras preciosas y perlas!
Apo 18:17 ¡En un solo instante, toda la riqueza de la ciudad se esfumó!». Y todos los capitanes de los barcos mercantes y los pasajeros, los marineros y las tripulaciones se mantendrán a distancia.
Apo 18:18 Todos clamarán cuando vean subir el humo y dirán: «¿Dónde habrá una ciudad de tanta grandeza como ésta?».
Apo 18:19 Y llorarán y echarán tierra sobre su cabeza para mostrar su dolor y clamarán: «¡Qué terrible, qué terrible para esa gran ciudad! Los dueños de barcos se hicieron ricos transportando por los mares la gran riqueza de ella. En un solo instante, se esfumó todo».
Apo 18:20 ¡Oh cielo, alégrate del destino de ella, y también ustedes pueblo de Dios, apóstoles y profetas! Pues al fin Dios la ha juzgado por amor a ustedes.
Apo 18:21 Luego un ángel poderoso levantó una roca inmensa del tamaño de una gran piedra de molino, la lanzó al mar y gritó: «Así es como la gran ciudad de Babilonia será derribada con violencia y nunca más se encontrará.
Apo 18:22 Nunca más se oirá en ti el sonido de las arpas, los cantantes, las flautas y las trompetas. No se encontrará en ti ni artesanos ni comercio, ni se volverá a oír el sonido del molino.
Apo 18:23 Nunca más brillará en ti la luz de una lámpara ni se oirán las felices voces de los novios y las novias. Pues tus comerciantes eran los grandes del mundo, y tú engañaste a las naciones con tus hechicerías.
Apo 18:24 La sangre de los profetas y del pueblo santo de Dios corrió en tus calles,* junto con la sangre de gente masacrada por todo el mundo».

JOB  39

Job 39:1 »¿Sabes cuándo dan a luz las cabras salvajes? ¿Has visto nacer a los ciervos en su ambiente natural?
Job 39:2 ¿Sabes cuántos meses llevan a las crías en su vientre? ¿Eres consciente del momento de parto?
Job 39:3 Se agachan para dar a luz y tener sus crías.
Job 39:4 Estas crecen en campo abierto y luego se van del hogar para no regresar.
Job 39:5 »¿Quién le da libertad al burro salvaje? ¿Quién desató sus cuerdas?
Job 39:6 Yo lo puse en el desierto; su hogar es la tierra baldía.
Job 39:7 Detesta el ruido de la ciudad y no tiene arriero que le grite.
Job 39:8 Las montañas son su pastizal donde busca cada brizna de hierba.
Job 39:9 »¿Acaso aceptará el buey salvaje ser domado? ¿Pasará la noche en tu establo?
Job 39:10 ¿Puedes enganchar un buey salvaje a un arado? ¿Acaso arará un campo para ti?
Job 39:11 Teniendo en cuenta su fuerza, ¿podrás confiar en él? ¿Puedes irte y confiar en que el buey haga tu trabajo?
Job 39:12 ¿Podrás contar con él para que traiga el grano a tu casa y lo ponga en tu campo de trillar?
Job 39:13 »El avestruz agita sus alas con ostentación pero estas no pueden competir con el plumaje de la cigüeña.
Job 39:14 El avestruz pone sus huevos en la tierra, y deja que se calienten en el polvo.
Job 39:15 No le preocupa que alguien los aplaste o que un animal salvaje los destruya.
Job 39:16 Trata con dureza a sus polluelos, como si no fueran suyos. No le importa si mueren,
Job 39:17 porque Dios no le dio sabiduría ni le dio entendimiento.
Job 39:18 Pero siempre que se levanta para correr le gana al jinete con el caballo más veloz.
Job 39:19 »¿Diste la fuerza al caballo o adornaste su cuello con largas crines?
Job 39:20 ¿Le diste la capacidad de saltar como una langosta? ¡Su majestuoso resoplido es aterrador!
Job 39:21 Patea la tierra y se alegra de su fuerza cuando se lanza a la batalla.
Job 39:22 Se ríe del miedo y no tiene temor. No huye de la espada.
Job 39:23 Se oye el sonido de las flechas golpeándolo y brillan las lanzas y las jabalinas.
Job 39:24 Patea el suelo con furia y se lanza a la batalla cuando suena el cuerno de carnero.
Job 39:25 Resopla al sonido del cuerno. Percibe la batalla a lo lejos. Se estremece bajo las órdenes del capitán y el ruido de la batalla.
Job 39:26 »¿Es tu sabiduría la que hace que el halcón alce vuelo y extienda sus alas hacia el sur?
Job 39:27 ¿Es por tu mandato que el águila se eleva y hace su nido en las cumbres?
Job 39:28 Vive en los acantilados, y tiene su hogar en las rocas lejanas y escarpadas.
Job 39:29 Desde allí acecha a su presa vigilándola con ojos penetrantes.
Job 39:30 Sus crías engullen sangre. Donde hay un cadáver, allí los encontrarás».


LECTURA PARA LA NOCHE

HAGEO  1-2

Hag 1:1 El 29 de agosto* del segundo año del reinado del rey Darío, el SEÑOR dio un mensaje por medio del profeta Hageo a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Jesúa,* hijo de Josadac, el sumo sacerdote:
Hag 1:2 «Esto es lo que dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: el pueblo alega: “Todavía no ha llegado el momento para reconstruir la casa del SEÑOR”».
Hag 1:3 Entonces el SEÑOR envió el siguiente mensaje por medio del profeta Hageo:
Hag 1:4 «¿Por qué viven ustedes en casas lujosas mientras mi casa permanece en ruinas?».
Hag 1:5 Esto es lo que dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: «¡Miren lo que les está pasando!
Hag 1:6 Han sembrado mucho pero cosechado poco; comen pero no quedan satisfechos; beben pero aún tienen sed; se abrigan pero todavía tienen frío. Sus salarios desaparecen, ¡como si los echaran en bolsillos llenos de agujeros!».
Hag 1:7 Esto es lo que dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: «¡Miren lo que les está pasando!
Hag 1:8 Vayan ahora a los montes, traigan madera y reconstruyan mi casa. Entonces me complaceré en ella y me sentiré honrado, dice el SEÑOR.
Hag 1:9 Esperaban cosechas abundantes, pero fueron pobres; y cuando trajeron la cosecha a su casa, yo la hice desaparecer con un soplo. ¿Por qué? Porque mi casa está en ruinas —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— mientras ustedes se ocupan de construir sus elegantes casas.
Hag 1:10 »Es por causa de ustedes que los cielos retienen el rocío y la tierra no produce cosechas.
Hag 1:11 Yo mandé la sequía sobre sus campos y colinas; una sequía que destruirá el grano, el vino nuevo, el aceite de oliva y las demás cosechas; una sequía que hará que ustedes y sus animales pasen hambre y arruinará todo aquello por lo que tanto han trabajado».
Hag 1:12 Entonces Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jesúa, hijo de Josadac, el sumo sacerdote, y todo el remanente del pueblo de Dios comenzaron a obedecer el mensaje del SEÑOR su Dios. Cuando oyeron las palabras del profeta Hageo, a quien el SEÑOR su Dios había enviado, el pueblo temió al SEÑOR.
Hag 1:13 Luego Hageo, el mensajero del SEÑOR, dio al pueblo el siguiente mensaje del SEÑOR: «¡Yo estoy con ustedes, dice el SEÑOR!».
Hag 1:14 Entonces el SEÑOR despertó el entusiasmo de Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y de Jesúa, hijo de Josadac, el sumo sacerdote, y de todo el remanente del pueblo de Dios. Comenzaron a trabajar en la casa de su Dios, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales,
Hag 1:15 el 21 de septiembre* del segundo año del reinado del rey Darío.
Hag 2:1 Entonces el 17 de octubre de ese mismo año,* el SEÑOR envió otro mensaje por medio del profeta Hageo:
Hag 2:2 «Di lo siguiente a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Jesúa,* hijo de Josadac, el sumo sacerdote, y al remanente del pueblo de Dios allí en la tierra:
Hag 2:3 “¿Alguno de ustedes recuerda esta casa —este templo— con su antiguo esplendor? ¿Cómo se compara este con el otro? ¡No se parecen en nada!
Hag 2:4 Sin embargo, ahora el SEÑOR dice: Zorobabel, sé fuerte. Jesúa, hijo de Josadac, sumo sacerdote, sé fuerte. Ustedes que aún quedan en la tierra, sean fuertes. Así que ahora, ¡manos a la obra!, porque yo estoy con ustedes, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Hag 2:5 Mi Espíritu permanece entre ustedes, así como lo prometí cuando salieron de Egipto. Por lo tanto, no teman”.
Hag 2:6 »El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: “Dentro de poco, haré temblar los cielos y la tierra, los océanos y la tierra firme una vez más.
Hag 2:7 Haré temblar a todas las naciones y traerán los tesoros de todos las naciones a este templo. Llenaré este lugar de gloria —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—.
Hag 2:8 La plata es mía y el oro es mío —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—.
Hag 2:9 La futura gloria de este templo será mayor que su pasada gloria —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— y en este lugar, traeré paz. ¡Yo, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, he hablado!”».
Hag 2:10 El 18 de diciembre* del segundo año del reinado del rey Darío, el SEÑOR envió el siguiente mensaje al profeta Hageo:
Hag 2:11 «El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: pregunta a los sacerdotes acerca de la ley:
Hag 2:12 “Si alguno de ustedes trae entre sus vestiduras sacerdotales carne de un sacrificio consagrado y sucede que las vestiduras rozan con algún pan o guiso, vino o aceite de oliva o alguna otra clase de alimento, ¿quedará el alimento también consagrado?”». Entonces los sacerdotes contestaron: —No.
Hag 2:13 Luego Hageo preguntó: —Si alguien se vuelve ceremonialmente impuro por tocar a un muerto y después toca cualquiera de esos alimentos, ¿se contaminará la comida? —Sí —contestaron los sacerdotes.
Hag 2:14 Entonces Hageo respondió: —Así mismo sucede con este pueblo y con esta nación —dice el SEÑOR—. Todo lo que hacen y todo lo que ofrecen, está contaminado por su pecado.
Hag 2:15 Miren lo que les pasaba antes de que comenzaran a edificar los cimientos del templo del SEÑOR.
Hag 2:16 Cuando esperaban veinte medidas de grano, cosechaban sólo diez. Cuando esperaban sacar cincuenta litros del lagar, encontraban sólo veinte.
Hag 2:17 Yo envié plaga, moho y granizo para destruir todo aquello por lo que hicieron tanto esfuerzo para producir. Aun así, rehusaban regresar a mí, dice el SEÑOR.
Hag 2:18 »Consideren este día, el 18 de diciembre,* cuando los cimientos del templo del SEÑOR fueron establecidos. Considérenlo bien.
Hag 2:19 Ahora les doy una promesa cuando la semilla aún está en el granero.* Todavía no han cosechado su grano, ni las vides ni las higueras ni los granados ni los olivos han dado sus frutos. Sin embargo, de hoy en adelante, yo los bendeciré.
Hag 2:20 En ese mismo día, el 18 de diciembre,* el SEÑOR envió este segundo mensaje a Hageo:
Hag 2:21 «Dile a Zorobabel, gobernador de Judá, que yo estoy a punto de hacer temblar los cielos y la tierra.
Hag 2:22 Derrocaré los tronos reales y destruiré el poder de los reinos de las naciones. Volcaré sus carros de guerra, los caballos caerán y los jinetes se matarán unos a otros.
Hag 2:23 »Pero cuando esto suceda —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—, te honraré, Zorobabel, hijo de Salatiel, mi siervo. Te haré como el anillo con mi sello oficial, dice el SEÑOR, porque te he escogido. ¡Yo, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, he hablado!».