APOSENTO ALTO

sábado, 6 de enero de 2018

LECTURA BÍBLICA 6 DE ENERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    3:13-17

Mat 3:13 Luego Jesús fue de Galilea al río Jordán para que Juan lo bautizara,
Mat 3:14 pero Juan intentó convencerlo de que no lo hiciera. —Yo soy el que necesita que tú me bautices —dijo Juan—, entonces, ¿por qué vienes tú a mí?
Mat 3:15 Pero Jesús dijo: —Así debe hacerse, porque tenemos que cumplir con todo lo que Dios exige.* Entonces Juan aceptó bautizarlo.
Mat 3:16 Después del bautismo, mientras Jesús salía del agua, los cielos se abrieron* y vio al Espíritu de Dios que descendía sobre él como una paloma.
Mat 3:17 Y una voz dijo desde el cielo: «Éste es mi Hijo amado, quien me da un gran gozo».


HECHOS 4:1-22

Hch 4:1 Mientras Pedro y Juan le hablaban a la gente, se vieron enfrentados por los sacerdotes, el capitán de la guardia del templo y algunos de los saduceos.
Hch 4:2 Estos líderes estaban sumamente molestos porque Pedro y Juan enseñaban a la gente que hay resurrección de los muertos por medio de Jesús.
Hch 4:3 Los arrestaron y, como ya era de noche, los metieron en la cárcel hasta la mañana siguiente.
Hch 4:4 Pero muchos de los que habían oído el mensaje lo creyeron, así que el número de creyentes ascendió a un total aproximado de cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.*
Hch 4:5 Al día siguiente, el Concilio —integrado por todos los gobernantes, ancianos y maestros de la ley religiosa —se reunió en Jerusalén.
Hch 4:6 El sumo sacerdote, Anás, estaba presente junto con Caifás, Juan, Alejandro y otros parientes del sumo sacerdote.
Hch 4:7 Hicieron entrar a los dos discípulos y les preguntaron: —¿Con qué poder o en nombre de quién han hecho esto?
Hch 4:8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: —Gobernantes y ancianos de nuestro pueblo,
Hch 4:9 ¿nos interrogan hoy por haber hecho una buena obra a un inválido? ¿Quieren saber cómo fue sanado?
Hch 4:10 Déjenme decirles claramente tanto a ustedes como a todo el pueblo de Israel que fue sanado por el poderoso nombre de Jesucristo de Nazaret,* el hombre a quien ustedes crucificaron pero a quien Dios levantó de los muertos.
Hch 4:11 Pues es Jesús a quien se refieren las Escrituras cuando dicen: “La piedra que ustedes, los constructores, rechazaron ahora se ha convertido en la piedra principal”*.
Hch 4:12 »¡En ningún otro hay salvación! Dios no ha dado ningún otro nombre bajo el cielo, mediante el cual podamos ser salvos».
Hch 4:13 Los miembros del Concilio quedaron asombrados cuando vieron el valor de Pedro y Juan, porque veían que eran hombres comunes sin ninguna preparación especial en las Escrituras. También los identificaron como hombres que habían estado con Jesús.
Hch 4:14 Pero, dado que podían ver allí de pie entre ellos al hombre que había sido sanado, no hubo nada que el Concilio pudiera decir.
Hch 4:15 Así que les ordenaron a Pedro y a Juan que salieran de la sala del Concilio,* y consultaron entre ellos.
Hch 4:16 «¿Qué debemos hacer con estos hombres? —se preguntaban unos a otros —. No podemos negar que han hecho una señal milagrosa, y todos en Jerusalén ya lo saben.
Hch 4:17 Pero, para evitar que sigan divulgando su propaganda aún más, tenemos que advertirles que no vuelvan a hablar con nadie en el nombre de Jesús».
Hch 4:18 Así que llamaron nuevamente a los apóstoles y les ordenaron que nunca más hablaran ni enseñaran en el nombre de Jesús.
Hch 4:19 Pero Pedro y Juan respondieron: «¿Acaso piensan que Dios quiere que los obedezcamos a ustedes en lugar de a él?
Hch 4:20 Nosotros no podemos dejar de hablar acerca de todo lo que hemos visto y oído».
Hch 4:21 Entonces el Concilio los amenazó aún más, pero finalmente los dejaron ir porque no sabían cómo castigarlos sin desatar un disturbio. Pues todos alababan a Dios
Hch 4:22 por esa señal milagrosa, la sanidad de un hombre que había estado lisiado por más de cuarenta años.



SALMO 6

Sal 6:1 Oh SEÑOR, no me reprendas en tu enojo ni me disciplines en tu ira.
Sal 6:2 Ten compasión de mí, SEÑOR, porque soy débil; sáname, SEÑOR, porque mis huesos agonizan.
Sal 6:3 Mi corazón está angustiado; ¿cuánto falta, oh SEÑOR, para que me restaures?
Sal 6:4 Vuelve, oh SEÑOR, y rescátame; por tu amor inagotable, sálvame.
Sal 6:5 Pues los muertos no se acuerdan de ti; ¿quién puede alabarte desde la tumba?*
Sal 6:6 Estoy agotado de tanto llorar; toda la noche inundo mi cama con llanto, la empapo con mis lágrimas.
Sal 6:7 El dolor me nubla la vista; tengo los ojos gastados a causa de todos mis enemigos.
Sal 6:8 Váyanse todos los que hacen el mal, porque el SEÑOR ha oído mi llanto.
Sal 6:9 El SEÑOR ha escuchado mi ruego; el SEÑOR responderá a mi oración.
Sal 6:10 Que todos mis enemigos sean deshonrados y aterrorizados; que retrocedan de golpe, avergonzados.

LECTURA PARA LA NOCHE

GÉNESIS 15-17

Gén 15:1 Tiempo después, el SEÑOR le habló a Abram en una visión y le dijo: —No temas, Abram, porque yo te protegeré, y tu recompensa será grande.
Gén 15:2 Abram le respondió: —Oh Soberano SEÑOR, ¿de qué sirven todas tus bendiciones si ni siquiera tengo un hijo? Ya que tú no me has dado hijos, Eliezer de Damasco, un siervo de los de mi casa, heredará toda mi riqueza.
Gén 15:3 Tú no me has dado descendientes propios, así que uno de mis siervos será mi heredero.
Gén 15:4 Después el SEÑOR le dijo: —No, tu siervo no será tu heredero, porque tendrás un hijo propio, quien será tu heredero.
Gén 15:5 Entonces el SEÑOR llevó a Abram afuera y le dijo: —Mira al cielo y, si puedes, cuenta las estrellas. ¡Ese es el número de descendientes que tendrás!
Gén 15:6 Y Abram creyó al SEÑOR, y el SEÑOR lo consideró justo debido a su fe.
Gén 15:7 Entonces el SEÑOR le dijo: —Yo soy el SEÑOR que te sacó de Ur de los caldeos para darte esta tierra como posesión.
Gén 15:8 Pero Abram respondió: —Oh Soberano SEÑOR, ¿cómo puedo estar seguro de que realmente voy a poseerla?
Gén 15:9 Y el SEÑOR le dijo: —Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón de paloma.
Gén 15:10 Entonces Abram le presentó todos esos animales y los mató. Luego partió a cada animal por la mitad y puso las mitades una al lado de la otra; sin embargo, no partió a las aves por la mitad.
Gén 15:11 Algunos buitres se lanzaron en picada para comerse a los animales muertos, pero Abram los espantó.
Gén 15:12 Al ponerse el sol, Abram se durmió profundamente, y descendió sobre él una oscuridad aterradora.
Gén 15:13 Después el SEÑOR dijo a Abram: «Ten por seguro que tus descendientes serán extranjeros en una tierra ajena, donde los oprimirán como esclavos durante cuatrocientos años;
Gén 15:14 pero yo castigaré a la nación que los esclavice, y al final saldrán con muchas riquezas.
Gén 15:15 En cuanto a ti, morirás en paz y serás enterrado en buena vejez.
Gén 15:16 Cuando hayan pasado cuatro generaciones, tus descendientes regresarán aquí, a esta tierra, porque los pecados de los amorreos no ameritan aún su destrucción».
Gén 15:17 Después de que el sol se puso y cayó la oscuridad, Abram vio un horno humeante y una antorcha ardiente que pasaban entre las mitades de los animales muertos.
Gén 15:18 Entonces el SEÑOR hizo un pacto con Abram aquel día y dijo: «Yo he entregado esta tierra a tus descendientes, desde la frontera de Egipto* hasta el gran río Éufrates,
Gén 15:19 la tierra que ahora ocupan los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos,
Gén 15:20 los hititas, los ferezeos, los refaítas,
Gén 15:21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos».
Gén 16:1 Ahora bien, Sarai, la esposa de Abram, no había podido darle hijos; pero tenía una sierva egipcia llamada Agar.
Gén 16:2 Entonces Sarai le dijo a Abram: «El SEÑOR no me ha permitido tener hijos. Ve y acuéstate con mi sierva; quizá yo pueda tener hijos por medio de ella». Y Abram aceptó la propuesta de Sarai.
Gén 16:3 Entonces Sarai, la esposa de Abram, tomó a Agar, la sierva egipcia, y la entregó a Abram como mujer. (Esto ocurrió diez años después de que Abram se estableció en la tierra de Canaán).
Gén 16:4 Así que Abram tuvo relaciones sexuales con Agar, y ella quedó embarazada; pero cuando Agar supo que estaba embarazada, comenzó a tratar con desprecio a su señora, Sarai.
Gén 16:5 Entonces Sarai le dijo a Abram: —¡Todo esto es culpa tuya! Puse a mi sierva en tus brazos pero, ahora que está embarazada, me trata con desprecio. El SEÑOR mostrará quién está equivocado, ¡tú o yo!
Gén 16:6 Abram respondió: —Mira, ella es tu sierva, así que haz con ella como mejor te parezca. Entonces Sarai comenzó a tratar a Agar con tanta dureza que al final ella huyó.
Gén 16:7 El ángel del SEÑOR encontró a Agar en el desierto junto a un manantial de agua, en el camino que lleva a Sur.
Gén 16:8 El ángel le dijo: —Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes y hacia dónde vas? —Estoy huyendo de mi señora, Sarai —contestó ella.
Gén 16:9 El ángel del SEÑOR le dijo: —Regresa a tu señora y sométete a su autoridad
Gén 16:10 —después añadió—: yo te daré más descendientes de los que puedas contar.
Gén 16:11 El ángel también dijo: —Ahora estás embarazada y darás a luz un hijo. Lo llamarás Ismael (que significa «Dios oye»), porque el SEÑOR ha oído tu clamor de angustia.
Gén 16:12 Este hijo tuyo será un hombre indomable, ¡tan indomable como un burro salvaje! Levantará su puño contra todos, y todos estarán en su contra. Así es, vivirá en franca oposición con todos sus familiares.
Gén 16:13 A partir de entonces, Agar utilizó otro nombre para referirse al SEÑOR, quien le había hablado. Ella dijo: «Tú eres el Dios que me ve»* . También dijo: «¿De verdad he visto a Aquel que me ve?».
Gén 16:14 Así que ese pozo fue llamado Beer-lajai-roi (que significa «pozo del Viviente que me ve»). Aún se encuentra entre Cades y Bered.
Gén 16:15 Entonces Agar le dio un hijo a Abram, y Abram lo llamó Ismael.
Gén 16:16 Abram tenía ochenta y seis años cuando nació Ismael.
Gén 17:1 Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el SEÑOR se le apareció y le dijo: «Yo soy El-Shaddai, “Dios Todopoderoso”. Sírveme con fidelidad y lleva una vida intachable.
Gén 17:2 Yo haré un pacto contigo, por medio del cual garantizo darte una descendencia incontable».
Gén 17:3 Al oír eso, Abram cayó rostro en tierra. Después Dios le dijo:
Gén 17:4 «Este es mi pacto contigo: ¡te haré el padre de una multitud de naciones!
Gén 17:5 Además, cambiaré tu nombre. Ya no será Abram, sino que te llamarás Abraham,* porque serás el padre de muchas naciones.
Gén 17:6 Te haré sumamente fructífero. Tus descendientes llegarán a ser muchas naciones, ¡y de ellos surgirán reyes!
Gén 17:7 »Yo confirmaré mi pacto contigo y con tus descendientes* después de ti, de generación en generación. Este es el pacto eterno: yo siempre seré tu Dios y el Dios de todos tus descendientes,
Gén 17:8 y les daré a ti y a tus descendientes toda la tierra de Canaán, donde ahora vives como extranjero. Será posesión de ellos para siempre, y yo seré su Dios».
Gén 17:9 Entonces Dios dijo a Abraham: «Es tu responsabilidad obedecer las condiciones del pacto. Tanto tú como todos tus descendientes tendrán esta responsabilidad de por vida.
Gén 17:10 Este es el pacto que tú y tus descendientes deben cumplir: todo varón entre ustedes debe ser circuncidado.
Gén 17:11 Debes cortar la carne del prepucio como señal del pacto entre tú y yo.
Gén 17:12 De generación en generación, todo varón debe ser circuncidado al octavo día de su nacimiento. Esto incluye no solamente a los miembros de tu familia sino también a los siervos nacidos en tu casa y a los siervos extranjeros que hayas comprado.
Gén 17:13 Todos deben ser circuncidados. Llevarán en su cuerpo la marca de mi pacto eterno.
Gén 17:14 Todo varón que no sea circuncidado será excluido de la familia del pacto por romper el pacto».
Gén 17:15 Entonces Dios le dijo a Abraham: «Con respecto a Sarai, tu esposa, su nombre no será más Sarai. A partir de ahora, se llamará Sara.*
Gén 17:16 Y yo la bendeciré, ¡y te daré un hijo varón por medio de ella! Sí, la bendeciré en abundancia, y llegará a ser la madre de muchas naciones. Entre sus descendientes, habrá reyes de naciones».
Gén 17:17 Entonces Abraham se postró hasta el suelo, pero se rió por dentro, incrédulo. «¿Cómo podría yo ser padre a la edad de cien años? —pensó—. ¿Y cómo podrá Sara tener un bebé a los noventa años?».
Gén 17:18 Así que Abraham le dijo a Dios: —¡Que Ismael viva bajo tu bendición especial!
Gén 17:19 Pero Dios le respondió: —No. Sara, tu esposa, te dará a luz un hijo. Le pondrás por nombre Isaac,* y yo confirmaré mi pacto con él y con sus descendientes como pacto eterno.
Gén 17:20 Con respecto a Ismael, también a él lo bendeciré, tal como me has pedido. Haré que sea muy fructífero y multiplicaré su descendencia. Llegará a ser padre de doce príncipes, y haré de él una gran nación;
Gén 17:21 pero mi pacto se confirmará con Isaac, quien nacerá de ti y de Sara dentro de un año.
Gén 17:22 Cuando Dios terminó de hablar, dejó a Abraham.
Gén 17:23 Ese mismo día, Abraham tomó a su hijo Ismael, y a todos los varones de su casa, tanto los que habían nacido allí como los que había comprado; y los circuncidó cortándoles el prepucio, tal como Dios le había dicho.
Gén 17:24 Abraham tenía noventa y nueve años cuando fue circuncidado,
Gén 17:25 y su hijo Ismael tenía trece.
Gén 17:26 Tanto Abraham como su hijo Ismael fueron circuncidados ese mismo día,
Gén 17:27 y también los demás varones de la casa, los nacidos allí y los comprados como siervos. Todos fueron circuncidados junto con él.

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