APOSENTO ALTO

viernes, 12 de enero de 2018

LECTURA BÍBLICA 12 DE ENERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    5:21-32

Mat 5:21 »Han oído que a nuestros antepasados se les dijo: “No asesines. Si cometes asesinato quedarás sujeto a juicio”*.
Mat 5:22 Pero yo digo: aun si te enojas con alguien,* ¡quedarás sujeto a juicio! Si llamas a alguien idiota,* corres peligro de que te lleven ante el tribunal. Y, si maldices a alguien,* corres peligro de caer en los fuegos del infierno.*
Mat 5:23 »Por lo tanto, si presentas una ofrenda en el altar del templo y de pronto recuerdas que alguien tiene algo contra ti,
Mat 5:24 deja la ofrenda allí en el altar. Anda y reconcíliate con esa persona. Luego ven y presenta tu ofrenda a Dios.
Mat 5:25 »Cuando vayas camino al juicio con tu adversario, resuelvan rápidamente las diferencias. De no ser así, el que te acusa podría entregarte al juez, quien te entregará a un oficial y te meterán en la cárcel.
Mat 5:26 Y, si eso sucede, te aseguro que no te pondrán en libertad hasta que hayas pagado el último centavo.*
Mat 5:27 »Han oído el mandamiento que dice: “No cometas adulterio”*.
Mat 5:28 Pero yo digo que el que mira con pasión sexual a una mujer, ya ha cometido adulterio con ella en el corazón.
Mat 5:29 Por lo tanto, si tu ojo —incluso tu ojo bueno* —te hace caer en pasiones sexuales, sácatelo y tíralo. Es preferible que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
Mat 5:30 Y, si tu mano —incluso tu mano más fuerte* —te hace pecar, córtala y tírala. Es preferible que pierdas una parte del cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
Mat 5:31 »Han oído la ley que dice: “Un hombre puede divorciarse de su esposa con sólo darle por escrito un aviso de divorcio”*.
Mat 5:32 Pero yo digo que un hombre que se divorcia de su esposa, a menos que ella le haya sido infiel, hace que ella cometa adulterio. Y el que se casa con una divorciada también comete adulterio.


HECHOS 7:39-60

Hch 7:39 »Pero nuestros antepasados se negaron a escuchar a Moisés. Lo rechazaron y quisieron volver a Egipto.
Hch 7:40 Le dijeron a Aarón: “Haznos unos dioses que puedan guiarnos, porque no sabemos qué le ha pasado a este Moisés, quien nos sacó de Egipto”.
Hch 7:41 De manera que, hicieron un ídolo en forma de becerro, le ofrecieron sacrificios y festejaron ese objeto que habían hecho.
Hch 7:42 Entonces Dios se apartó de ellos y los abandonó, ¡para que sirvieran a las estrellas del cielo como sus dioses! En el libro de los profetas está escrito: “Israel, ¿acaso era a mí a quien traías sacrificios y ofrendas durante esos cuarenta años en el desierto?
Hch 7:43 No, tú llevaste a tus propios dioses paganos, el santuario de Moloc, la estrella de tu dios Refán y las imágenes que hiciste a fin de rendirles culto. Por eso te mandaré al destierro, tan lejos como Babilonia”*.
Hch 7:44 »Nuestros antepasados llevaron el tabernáculo* con ellos a través del desierto. Lo construyeron según el plan que Dios le había mostrado a Moisés.
Hch 7:45 Años después, cuando Josué dirigió a nuestros antepasados en las batallas contra las naciones que Dios expulsó de esta tierra, el tabernáculo fue llevado con ellos al nuevo territorio. Y permaneció allí hasta los tiempos del rey David.
Hch 7:46 »David obtuvo el favor de Dios y pidió tener el privilegio de construir un templo permanente para el Dios de Jacob.*
Hch 7:47 Pero, en realidad, fue Salomón quien lo construyó.
Hch 7:48 Sin embargo, el Altísimo no vive en templos hechos por manos humanas. Como dice el profeta:
Hch 7:49 “El cielo es mi trono y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Podrían acaso construirme un templo tan bueno como ése? —pregunta el SEÑOR —. ¿Podrían construirme un lugar de descanso así?
Hch 7:50 ¿Acaso no fueron mis manos las que hicieron el cielo y la tierra?”*.
Hch 7:51 »¡Pueblo terco! Ustedes son paganos* de corazón y sordos a la verdad. ¿Se resistirán para siempre al Espíritu Santo? Eso es lo que hicieron sus antepasados, ¡y ustedes también!
Hch 7:52 ¡Mencionen a un profeta a quien sus antepasados no hayan perseguido! Hasta mataron a los que predijeron la venida del Justo, el Mesías a quien ustedes traicionaron y asesinaron.
Hch 7:53 Deliberadamente desobedecieron la ley de Dios, a pesar de que la recibieron de manos de ángeles.
Hch 7:54 Los líderes judíos se enfurecieron por la acusación de Esteban y con rabia le mostraban los puños.*
Hch 7:55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, y vio la gloria de Dios y vio a Jesús de pie en el lugar de honor, a la derecha de Dios.
Hch 7:56 Y les dijo: «¡Miren, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie en el lugar de honor, a la derecha de Dios!».
Hch 7:57 Entonces ellos se taparon los oídos con las manos y empezaron a gritar. Se lanzaron sobre él,
Hch 7:58 lo arrastraron fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. Sus acusadores se quitaron las túnicas y las pusieron a los pies de un joven que se llamaba Saulo.*
Hch 7:59 Mientras lo apedreaban, Esteban oró: «Señor Jesús, recibe mi espíritu».
Hch 7:60 Cayó de rodillas gritando: «¡Señor, no los culpes por este pecado!». Dicho eso, murió.





SALMO 12

Sal 12:1 ¡Auxilio, oh SEÑOR, porque los justos desaparecen con rapidez! ¡Los fieles se han esfumado de la tierra!
Sal 12:2 Los vecinos se mienten unos a otros: se halagan con la lengua y se engañan con el corazón.
Sal 12:3 Que el SEÑOR les corte esos labios aduladores y silencie sus lenguas jactanciosas.
Sal 12:4 «Mintamos todo lo que queramos —dicen —. Son nuestros los labios; ¿quién puede detenernos?».
Sal 12:5 El SEÑOR responde: «He visto violencia contra los indefensos y he oído el gemir de los pobres. Ahora me levantaré para rescatarlos como ellos anhelaron que hiciera».
Sal 12:6 Las promesas del SEÑOR son puras como la plata refinada en el horno, purificada siete veces.
Sal 12:7 Por lo tanto, SEÑOR, sabemos que protegerás a los oprimidos; los guardarás para siempre de esta generación mentirosa,
Sal 12:8 aunque los malvados anden pavoneándose y se alabe el mal por toda la tierra.

LECTURA PARA LA NOCHE

GÉNESIS 29-30

Gén 29:1 Entonces Jacob se apresuró y por fin llegó a la tierra del oriente.
Gén 29:2 A la distancia vio un pozo. Junto al pozo, en campo abierto, había tres rebaños de ovejas y de cabras esperando a que les dieran de beber; pero una pesada piedra tapaba la boca del pozo.
Gén 29:3 Era costumbre del lugar esperar a que llegaran todos los rebaños antes de quitar la piedra y dar de beber a los animales. Después se volvía a tapar la boca del pozo con la piedra.
Gén 29:4 Jacob se acercó a los pastores y preguntó: —¿De dónde son ustedes, amigos? —Somos de Harán —contestaron ellos.
Gén 29:5 —¿Conocen allí a un hombre llamado Labán, el nieto de Nacor? —les preguntó. —Sí, lo conocemos —contestaron.
Gén 29:6 —¿Y él está bien? —preguntó Jacob. —Sí, está bien —contestaron—. Mire, ahí viene su hija Raquel con los rebaños.
Gén 29:7 —Todavía estamos a plena luz del día —dijo Jacob—, por lo que es demasiado temprano para reunir a los animales. ¿Por qué no dan ustedes de beber a las ovejas y a las cabras para que así puedan volver a pastar?
Gén 29:8 —No podemos dar de beber a los animales hasta que hayan llegado todos los rebaños —contestaron—. Entonces los pastores quitan la piedra de la boca del pozo y damos de beber a todas las ovejas y las cabras.
Gén 29:9 Todavía estaba Jacob hablando con ellos cuando llegó Raquel con los rebaños de su padre, porque ella era pastora.
Gén 29:10 Ya que Raquel era su prima —la hija de Labán, el hermano de su madre—, y como las ovejas y las cabras eran de su tío Labán, Jacob fue al pozo, quitó la piedra que tapaba la boca y dio de beber al rebaño de su tío.
Gén 29:11 Luego Jacob besó a Raquel y lloró en voz alta.
Gén 29:12 Le explicó a Raquel que él era su primo por parte de su padre, el hijo de su tía Rebeca. Enseguida Raquel salió corriendo y se lo contó a su padre Labán.
Gén 29:13 En cuanto Labán oyó que su sobrino Jacob había llegado, corrió a encontrarse con él. Lo abrazó y lo besó, y lo llevó a su casa. Cuando Jacob le contó su historia,
Gén 29:14 Labán exclamó: «¡Verdaderamente eres de mi misma sangre!». Jacob se quedó con Labán alrededor de un mes, y después
Gén 29:15 Labán le dijo: —No deberías trabajar para mí sin recibir pago, sólo porque somos parientes. Dime cuánto debería ser tu salario.
Gén 29:16 Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea, y la menor se llamaba Raquel.
Gén 29:17 No había brillo en los ojos de Lea,* pero Raquel tenía una hermosa figura y una cara bonita.
Gén 29:18 Ya que Jacob estaba enamorado de Raquel, le dijo a su padre: —Trabajaré para ti siete años si me entregas como esposa a Raquel, tu hija menor.
Gén 29:19 —¡De acuerdo! —respondió Labán—. Prefiero entregártela a ti que a cualquier otro. Quédate y trabaja para mí.
Gén 29:20 Así que Jacob trabajó siete años para obtener a Raquel; pero su amor por ella era tan fuerte que le parecieron unos pocos días.
Gén 29:21 Finalmente llegó el momento de casarse con ella. «He cumplido mi parte del acuerdo —le dijo Jacob a Labán—. Ahora entrégame a mi esposa para acostarme con ella».
Gén 29:22 Entonces Labán invitó a toda la gente de los alrededores y preparó una fiesta de bodas;
Gén 29:23 pero aquella noche, cuando estaba oscuro, Labán tomó a Lea y se la entregó a Jacob, y él durmió con ella.
Gén 29:24 (Labán le había dado a Lea una sierva, Zilpa, para que la atendiera).
Gén 29:25 A la mañana siguiente, cuando Jacob se despertó, ¡vio que era Lea! —¿Qué me has hecho? —le dijo a Labán con furia—. ¡He trabajado siete años por Raquel! ¿Por qué me has engañado?
Gén 29:26 —Aquí no es nuestra costumbre casar a la hija menor antes que a la mayor —contestó Labán—,
Gén 29:27 pero espera hasta que termine la semana nupcial y entonces te daré también a Raquel, siempre y cuando prometas trabajar para mí otros siete años.
Gén 29:28 Así que Jacob aceptó trabajar siete años más. Una semana después de casarse con Lea, Labán también le entregó a Raquel.
Gén 29:29 (Labán le dio a Raquel una sierva, Bilha, para que la atendiera).
Gén 29:30 Entonces Jacob durmió también con Raquel, y la amó mucho más que a Lea. Y se quedó allí y trabajó para Labán los siete años adicionales.
Gén 29:31 Cuando el SEÑOR vio que Lea no era amada, le concedió que tuviera hijos, pero Raquel no podía concebir.
Gén 29:32 Así que Lea quedó embarazada y dio a luz un hijo, a quien llamó Rubén,* porque dijo: «El SEÑOR se ha dado cuenta de mi sufrimiento, y ahora mi esposo me amará».
Gén 29:33 Al poco tiempo, volvió a quedar embarazada y dio a luz otro hijo, a quien llamó Simeón,* porque dijo: «El SEÑOR oyó que yo no era amada y me ha dado otro hijo».
Gén 29:34 Después quedó embarazada por tercera vez y dio a luz otro hijo, a quien llamó Leví,* porque dijo: «Ciertamente esta vez mi esposo sentirá cariño por mí, ya que le he dado tres hijos».
Gén 29:35 Una vez más Lea quedó embarazada y dio a luz otro hijo, a quien llamó Judá,* porque dijo: «¡Ahora alabaré al SEÑOR!». Y entonces dejó de tener hijos.
Gén 30:1 Cuando Raquel vio que no podía darle hijos a Jacob, tuvo celos de su hermana. Le rogaba a Jacob: —¡Dame hijos o moriré!
Gén 30:2 Entonces Jacob se puso furioso con Raquel. —¿Acaso yo soy Dios? —le dijo—. ¡Él es el que no te ha permitido tener hijos!
Gén 30:3 Entonces Raquel le dijo: —Toma a mi sierva, Bilha, y duerme con ella. Ella dará a luz hijos por mí,* y a través de ella yo también podré tener una familia.
Gén 30:4 Entonces Raquel entregó a su sierva Bilha como esposa para Jacob, y él durmió con ella.
Gén 30:5 Bilha quedó embarazada y le dio a Jacob un hijo.
Gén 30:6 Raquel le puso por nombre Dan,* porque dijo: «¡Dios me ha hecho justicia! Oyó mi petición y me dio un hijo».
Gén 30:7 Luego Bilha volvió a embarazarse y dio a Jacob un segundo hijo.
Gén 30:8 Raquel le puso por nombre Neftalí,* porque dijo: «He luchado mucho con mi hermana, ¡y estoy ganando!».
Gén 30:9 Mientras tanto, Lea se dio cuenta de que ya no quedaba embarazada, entonces tomó a su sierva, Zilpa, y la entregó a Jacob como esposa.
Gén 30:10 Pronto Zilpa le dio un hijo a Jacob.
Gén 30:11 Lea le puso por nombre Gad,* porque dijo: «¡Qué afortunada soy!».
Gén 30:12 Entonces Zilpa dio a Jacob un segundo hijo,
Gén 30:13 y Lea le puso por nombre Aser,* porque dijo: «¡Qué alegría que tengo! Ahora las demás mujeres celebrarán conmigo».
Gén 30:14 Cierto día, durante la cosecha de trigo, Rubén encontró algunas mandrágoras que crecían en el campo y se las llevó a su madre, Lea. Raquel le suplicó a Lea: —Por favor, dame algunas de las mandrágoras que te trajo tu hijo.
Gén 30:15 —¿No fue suficiente con que me robaras a mi marido? ¿Ahora también te robarás las mandrágoras de mi hijo? —le respondió Lea con enojo. Raquel contestó: —Dejaré que Jacob duerma contigo esta noche si me das algunas mandrágoras.
Gén 30:16 Así que, al atardecer, cuando Jacob regresaba de los campos, Lea salió a su encuentro. «¡Debes venir a dormir conmigo esta noche! —le dijo ella—. Pagué por ti con algunas mandrágoras que encontró mi hijo». Por lo tanto, esa noche él durmió con Lea;
Gén 30:17 y Dios contestó las oraciones de Lea, y ella volvió a quedar embarazada y dio a luz un quinto hijo a Jacob.
Gén 30:18 Ella le puso por nombre Isacar,* porque dijo: «Dios me ha recompensado por haber dado a mi sierva como esposa a mi marido».
Gén 30:19 Luego Lea quedó embarazada de nuevo y dio a luz un sexto hijo a Jacob.
Gén 30:20 Le puso por nombre Zabulón,* porque dijo: «Dios me ha dado una buena recompensa. Ahora mi marido me tratará con respeto, porque le he dado seis hijos».
Gén 30:21 Más adelante, ella dio a luz una hija y le puso por nombre Dina.
Gén 30:22 Después Dios se acordó de la dificultad de Raquel y contestó sus oraciones permitiéndole tener hijos.
Gén 30:23 Ella quedó embarazada y dio a luz un hijo. «Dios ha quitado mi deshonra», dijo ella.
Gén 30:24 Y le puso por nombre José,* porque dijo: «Que el SEÑOR añada aún otro hijo a mi familia».
Gén 30:25 Poco tiempo después de que Raquel dio a luz a José, Jacob le dijo a Labán: —Por favor, libérame para que regrese a mi hogar en mi propia tierra.
Gén 30:26 Permíteme llevar a mis esposas y a mis hijos, porque me los he ganado sirviéndote a ti, y déjame ir. Tú sabes con cuánto esfuerzo he trabajado para ti.
Gén 30:27 —Por favor, escúchame —respondió Labán—. Me he enriquecido, porque* el SEÑOR me ha bendecido por causa de ti.
Gén 30:28 Dime cuánto te debo. Sea lo que fuere, yo te lo pagaré.
Gén 30:29 —Tú sabes con cuánto esfuerzo he trabajado para ti —respondió Jacob—, y cómo tus rebaños y tus manadas han aumentado a mi cuidado.
Gén 30:30 En verdad tenías muy poco antes de que yo llegara, pero tu riqueza aumentó enormemente. El SEÑOR te ha bendecido mediante todo lo que he hecho. ¿Pero y yo, qué? ¿Cuándo podré comenzar a mantener a mi propia familia?
Gén 30:31 —¿Qué salario quieres que te pague? —volvió a preguntar Labán. —No me des nada. Haz una sola cosa, y yo seguiré ocupándome de tus rebaños y cuidando de ellos.
Gén 30:32 Déjame inspeccionar hoy tus rebaños y separar todas las ovejas y las cabras que estén manchadas o moteadas, junto con todas las ovejas negras. Dame ésas a modo de salario.
Gén 30:33 En el futuro, cuando revises los animales que me hayas dado como salario, verás que he sido honesto contigo: si encuentras en mi rebaño alguna cabra que no esté manchada o moteada, o alguna oveja que no sea negra, sabrás que te la he robado.
Gén 30:34 —De acuerdo —respondió Labán—, será tal como has dicho.
Gén 30:35 Ese mismo día, Labán salió y sacó los chivos rayados y moteados, todas las cabras manchadas y moteadas o que tuvieran manchas blancas, y todas las ovejas negras. Puso los animales al cuidado de sus propios hijos,
Gén 30:36 quienes se los llevaron a una distancia de tres días de camino del lugar donde estaba Jacob. Mientras tanto, Jacob se quedó y cuidó del resto del rebaño de Labán.
Gén 30:37 Luego Jacob tomó algunas ramas verdes de álamo, de almendro y de plátano oriental, y las peló quitándoles tiras de la corteza, de modo que quedaran con rayas blancas.
Gén 30:38 Después puso esas ramas peladas en los bebederos donde los rebaños iban a tomar agua, porque era allí donde se apareaban;
Gén 30:39 y cuando se apareaban frente a las ramas peladas con rayas blancas, tenían crías rayadas, manchadas y moteadas.
Gén 30:40 Jacob separaba esos corderos del rebaño de Labán. En la época de celo, los ponía frente a los animales de Labán que fueran rayados o negros. Así es como él aumentaba su propio rebaño en lugar de incrementar el de Labán.
Gén 30:41 Cada vez que las hembras más fuertes estaban listas para aparearse, Jacob ponía las ramas peladas en los bebederos frente a ellas. Entonces se apareaban frente a las ramas;
Gén 30:42 pero no lo hacía con las hembras más débiles, de modo que los animales más débiles pertenecían a Labán y los más fuertes, a Jacob.
Gén 30:43 Como resultado, Jacob se hizo muy rico, con grandes rebaños de ovejas y cabras, siervas y siervos, y muchos camellos y burros.

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