APOSENTO ALTO

miércoles, 4 de abril de 2018

LECTURA BÍBLICA 4 DE ABRIL

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    1:35-45

Mar 1:35 A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar.
Mar 1:36 Más tarde, Simón y los otros salieron a buscarlo.
Mar 1:37 Cuando lo encontraron, le dijeron: —Todos te están buscando.
Mar 1:38 Pero Jesús respondió: —Debemos seguir adelante e ir a otras ciudades, y en ellas también predicaré porque para eso he venido.
Mar 1:39 Así que recorrió toda la región de Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.
Mar 1:40 Un hombre con lepra se acercó, se arrodilló ante Jesús y le suplicó que lo sanara. —Si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio —dijo.
Mar 1:41 Movido a compasión,* Jesús extendió la mano y lo tocó. —Sí quiero —dijo —. ¡Queda sano!
Mar 1:42 Al instante, la lepra desapareció y el hombre quedó sano.
Mar 1:43 Entonces Jesús lo despidió con una firme advertencia:
Mar 1:44 —No se lo cuentes a nadie. En cambio, preséntate ante el sacerdote y deja que te examine. Lleva contigo la ofrenda que exige la ley de Moisés a los que son sanados de lepra.* Esto será un testimonio público de que has quedado limpio.
Mar 1:45 Pero el hombre hizo correr la voz proclamando a todos lo que había sucedido. Como resultado, grandes multitudes pronto rodearon a Jesús, de modo que ya no pudo entrar abiertamente en ninguna ciudad. Tenía que quedarse en lugares apartados, pero aún así gente de todas partes seguía acudiendo a él.




1 CORINTIOS 3

1Co 3:1 Amados hermanos, cuando estuve con ustedes, no pude hablarles como lo haría con personas espirituales.* Tuve que hablarles como si pertenecieran a este mundo o como si fueran niños en la vida cristiana.*
1Co 3:2 Tuve que alimentarlos con leche, no con alimento sólido, porque no estaban preparados para algo más sustancioso. Y aún no están preparados,
1Co 3:3 porque todavía están bajo el control de su naturaleza pecaminosa. Tienen celos unos de otros y se pelean entre sí. ¿Acaso eso no demuestra que los controla su naturaleza pecaminosa? ¿No viven como la gente del mundo?
1Co 3:4 Cuando uno de ustedes dice: «Yo soy seguidor de Pablo» y otro dice: «Yo sigo a Apolos», ¿no actúan igual que la gente del mundo?
1Co 3:5 Después de todo, ¿quién es Apolos?, ¿quién es Pablo? Nosotros sólo somos siervos de Dios mediante los cuales ustedes creyeron la Buena Noticia. Cada uno de nosotros hizo el trabajo que el Señor nos encargó.
1Co 3:6 Yo planté la semilla en sus corazones, y Apolos la regó, pero fue Dios quien la hizo crecer.
1Co 3:7 No importa quién planta o quién riega, lo importante es que Dios hace crecer la semilla.
1Co 3:8 El que planta y el que riega trabajan en conjunto con el mismo propósito. Y cada uno será recompensado por su propio arduo trabajo.
1Co 3:9 Pues ambos somos trabajadores de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.
1Co 3:10 Por la gracia que Dios me dio, yo eché los cimientos como un experto en construcción. Ahora otros edifican encima. Pero cualquiera que edifique sobre este fundamento tiene que tener mucho cuidado.
1Co 3:11 Pues nadie puede poner un fundamento distinto del que ya tenemos, que es Jesucristo.
1Co 3:12 El que edifique sobre este fundamento podrá usar una variedad de materiales: oro, plata, joyas, madera, heno u hojarasca.
1Co 3:13 Pero el día del juicio, el fuego revelará la clase de obra que cada constructor ha hecho. El fuego mostrará si la obra de alguien tiene algún valor.
1Co 3:14 Si la obra permanece, ese constructor recibirá una recompensa.
1Co 3:15 Pero, si la obra se consume, el constructor sufrirá una gran pérdida. El constructor se salvará, pero como quien apenas se escapa atravesando un muro de llamas.
1Co 3:16 ¿No se dan cuenta de que todos ustedes juntos son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios vive en* ustedes?
1Co 3:17 Dios destruirá a cualquiera que destruya este templo. Pues el templo de Dios es santo, y ustedes son este templo.
1Co 3:18 Dejen de engañarse a sí mismos. Si piensan que son sabios de acuerdo con los criterios de este mundo, necesitan volverse necios para ser verdaderamente sabios.
1Co 3:19 Pues la sabiduría de este mundo es necedad para Dios. Como dicen las Escrituras: «Él atrapa a los sabios en la trampa de su propia astucia»*.
1Co 3:20 Y también: «El SEÑOR conoce los pensamientos de los sabios, sabe que no valen nada»*.
1Co 3:21 Así que no se jacten de seguir a un líder humano en particular. Pues a ustedes les pertenece todo:
1Co 3:22 ya sea Pablo o Apolos o Pedro,* o el mundo, o la vida y la muerte, o el presente y el futuro. Todo les pertenece a ustedes,
1Co 3:23 y ustedes pertenecen a Cristo, y Cristo pertenece a Dios.


SALMO 75

Sal 75:1 
Para el director del coro: salmo de Asaf. Cántese con la melodía de «¡No destruyas!».
¡Te damos gracias, oh Dios!, te damos gracias porque estás cerca; por todas partes, la gente habla de tus hechos maravillosos.
Sal 75:2 Dios dice: «En el momento que tengo pensado, haré justicia contra los perversos.
Sal 75:3 Cuando la tierra tiembla y sus habitantes viven en caos, yo soy quien mantiene firme sus cimientos. Interludio
Sal 75:4 »Al orgulloso le advertí: “¡Deja de jactarte!”. Al perverso le dije: “¡No levantes tus puños!
Sal 75:5 No levantes tus puños desafiantes contra los cielos ni hables con semejante arrogancia”».
Sal 75:6 Pues nadie en la tierra —del oriente ni del occidente, ni siquiera del desierto —debería alzar* un puño desafiante.
Sal 75:7 Dios es el único que juzga; él decide quién se levantará y quién caerá.
Sal 75:8 Pues el SEÑOR sostiene una copa en la mano, llena de vino espumoso mezclado con especias. Él derrama el vino en señal de juicio, y todos los malvados lo beberán hasta la última gota.
Sal 75:9 En cuanto a mí, siempre proclamaré lo que Dios ha hecho; cantaré alabanzas al Dios de Jacob.
Sal 75:10 Pues Dios dice: «Quebraré la fuerza de los malvados, pero aumentaré el poder de los justos».

LECTURA PARA LA NOCHE

JOSUÉ 8-9

Jos 8:1 Entonces el SEÑOR le dijo a Josué: «No tengas miedo ni te desanimes. Toma a todos tus hombres de guerra y ataca la ciudad de Hai, porque te he entregado al rey de Hai, a su pueblo, su ciudad y su tierra.
Jos 8:2 Los destruirás tal como destruiste a Jericó y a su rey. Pero esta vez podrán quedarse con el botín y los animales. Preparen una emboscada detrás de la ciudad».
Jos 8:3 Entonces Josué y todos los hombres de guerra salieron a atacar a Hai. Josué eligió a treinta mil de sus mejores guerreros y los envió de noche
Jos 8:4 con la siguiente orden: «Escóndanse en emboscada no muy lejos detrás de la ciudad y prepárense para entrar en acción.
Jos 8:5 Cuando nuestro ejército principal ataque, los hombres de Hai saldrán a pelear como lo hicieron antes, y nosotros huiremos de ellos.
Jos 8:6 Dejaremos que nos persigan hasta alejarlos de la ciudad. Pues dirán: “Los israelitas huyen de nosotros como lo hicieron antes”. Entonces, mientras nosotros huimos de ellos,
Jos 8:7 ustedes saldrán de golpe de su escondite y tomarán posesión de la ciudad. Pues el SEÑOR su Dios la entregará en sus manos.
Jos 8:8 Prendan fuego a la ciudad, tal como el SEÑOR lo ordenó. Esas son las instrucciones».
Jos 8:9 Entonces salieron y fueron al lugar de la emboscada, entre Betel y el lado occidental de Hai; pero esa noche, Josué se quedó con el pueblo en el campamento.
Jos 8:10 Temprano a la mañana siguiente, Josué despertó a sus hombres y emprendió la marcha hacia Hai, acompañado por los ancianos de Israel.
Jos 8:11 Todos los hombres de guerra que estaban con Josué marcharon por delante de la ciudad y acamparon al norte de Hai, donde un valle los separaba de la ciudad.
Jos 8:12 Esa noche, Josué envió a cinco mil hombres para que esperaran escondidos entre Betel y Hai, al occidente de la ciudad.
Jos 8:13 De esa manera, el ejército principal se estableció en el norte, y la emboscada al occidente de la ciudad. Josué, por su parte, pasó la noche en el valle.
Jos 8:14 Cuando el rey de Hai vio a los israelitas del otro lado del valle, se apresuró a salir temprano por la mañana con todo su ejército y los atacó desde un lugar con vista al valle del Jordán;* pero no se dio cuenta de que había una emboscada detrás de la ciudad.
Jos 8:15 Entonces Josué y el ejército israelita huyeron en retirada hacia el desierto como si los hubieran vencido por completo.
Jos 8:16 Así que llamaron a todos los hombres de la ciudad, para que salieran a perseguirlos. De esa manera, los alejaron de la ciudad.
Jos 8:17 No quedó ni un solo hombre en Hai o en Betel* que no persiguiera a los israelitas, y la ciudad quedó completamente desprotegida.
Jos 8:18 Entonces el SEÑOR le dijo a Josué: «Apunta hacia Hai con la lanza que tienes en la mano, porque te entregaré la ciudad». Así que Josué hizo lo que se le ordenó.
Jos 8:19 En cuanto Josué dio la señal, todos los hombres que esperaban en la emboscada salieron de golpe de sus puestos e invadieron la ciudad en masa. Enseguida la sitiaron y le prendieron fuego.
Jos 8:20 Cuando los hombres de Hai miraron hacia atrás, vieron que salía tanto humo de la ciudad que cubría el cielo, y ya no tenían adónde ir. Pues los israelitas que habían huido hacia el desierto se dieron vuelta y atacaron a los que los perseguían.
Jos 8:21 Cuando Josué y todos los demás israelitas vieron que la emboscada había dado resultado y que de la ciudad salía humo, se dieron vuelta y atacaron a los hombres de Hai.
Jos 8:22 Mientras tanto, los israelitas que habían entrado en la ciudad salieron y atacaron al enemigo por la retaguardia. De esa manera los hombres de Hai quedaron atrapados en medio, ya que los guerreros israelitas los encerraron por ambos lados. Israel los atacó, y no sobrevivió ni escapó una sola persona.
Jos 8:23 Sólo al rey de Hai lo capturaron vivo y lo llevaron ante Josué.
Jos 8:24 Cuando el ejército israelita terminó de perseguir y de matar a todos los hombres de Hai en campo abierto, regresó y acabó con la gente que había quedado en la ciudad.
Jos 8:25 Ese día fue exterminada toda la población de Hai, incluidos hombres y mujeres, doce mil personas en total.
Jos 8:26 Pues Josué mantuvo la lanza extendida hasta que todos los habitantes de Hai fueron totalmente destruidos.*
Jos 8:27 Sólo los animales y los tesoros de la ciudad no fueron destruidos, porque los israelitas los tomaron como botín, tal como el SEÑOR le había ordenado a Josué.
Jos 8:28 Luego Josué incendió la ciudad de Hai,* la cual se convirtió en un montón de ruinas y aún sigue desolada hasta el día de hoy.
Jos 8:29 Entonces Josué atravesó al rey de Hai con un poste afilado y lo dejó allí colgado hasta la tarde. A la puesta del sol, los israelitas bajaron el cuerpo como Josué ordenó y lo arrojaron frente a la puerta de la ciudad. Apilaron un montón de piedras sobre él, las cuales todavía pueden verse hasta el día de hoy.
Jos 8:30 Luego Josué construyó un altar al SEÑOR, Dios de Israel, en el monte Ebal.
Jos 8:31 Siguió los mandatos que Moisés, siervo del SEÑOR, había escrito en el libro de instrucción: «Háganme un altar con piedras sin labrar y que no hayan sido trabajadas con herramientas de hierro»* . Entonces presentaron sobre el altar ofrendas quemadas y ofrendas de paz al SEÑOR.
Jos 8:32 Y mientras los israelitas observaban, Josué copió en las piedras del altar* las instrucciones que Moisés les había dado.
Jos 8:33 Después, todo Israel —tanto los extranjeros como los israelitas de nacimiento— junto con sus ancianos, jefes y jueces fue dividido en dos grupos. Un grupo se paró frente al monte Gerizim, y el otro, delante del monte Ebal. Ambos grupos quedaron frente a frente y, entre ellos, estaban los sacerdotes levitas que llevaban el arca del pacto del SEÑOR. Todo se hizo de acuerdo a las órdenes que Moisés, siervo del SEÑOR, había dado previamente para bendecir al pueblo de Israel.
Jos 8:34 Entonces Josué le leyó al pueblo todas las bendiciones y maldiciones que Moisés había escrito en el libro de instrucción.
Jos 8:35 Cada palabra de cada mandato que Moisés había dado se leyó a todos los israelitas reunidos en asamblea, incluso a las mujeres, a los niños y a los extranjeros que vivían entre ellos.
Jos 9:1 Ahora bien, todos los reyes que estaban al occidente del río Jordán se enteraron de lo que había sucedido. Eran los reyes de los hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, quienes vivían en la zona montañosa, en las colinas occidentales* y a lo largo de la costa del mar Mediterráneo* hasta las montañas del Líbano, al norte.
Jos 9:2 Esos reyes unieron sus tropas para pelear como un solo ejército contra Josué y los israelitas.
Jos 9:3 Sin embargo, cuando los habitantes de Gabaón oyeron lo que Josué había hecho a Jericó y a la ciudad de Hai,
Jos 9:4 recurrieron al engaño para salvarse la vida. Enviaron a unos representantes ante Josué y, sobre sus asnos, cargaron alforjas desgastadas y odres viejos y remendados.
Jos 9:5 Se pusieron ropa harapienta y se calzaron sandalias gastadas y remendadas. Además, llevaban pan seco y mohoso.
Jos 9:6 Cuando llegaron al campamento de Israel, en Gilgal, les dijeron a Josué y a los hombres de Israel: —Venimos de una tierra lejana para pedirles que hagan un tratado de paz con nosotros.
Jos 9:7 Entonces los israelitas les respondieron a esos heveos: —¿Cómo podemos saber que ustedes no viven cerca? Pues si viven cerca, no podemos hacer ningún tratado de paz con ustedes.
Jos 9:8 Ellos respondieron: —Nosotros somos sus siervos. —Pero ¿quiénes son ustedes? —preguntó Josué—. ¿De dónde vienen?
Jos 9:9 Ellos contestaron: —Nosotros sus siervos venimos de un país muy lejano. Hemos oído del poder del SEÑOR su Dios y de todo lo que hizo en Egipto.
Jos 9:10 También hemos oído de lo que les hizo a los dos reyes amorreos que vivían al oriente del río Jordán: a Sehón, rey de Hesbón, y a Og, rey de Basán (quien vivía en Astarot).
Jos 9:11 Entonces nuestros ancianos y todo nuestro pueblo nos dieron las siguientes instrucciones: “Lleven provisiones para un largo viaje. Vayan al encuentro del pueblo de Israel y díganle: ‘Somos sus siervos; les suplicamos que hagan un tratado con nosotros’ ”.
Jos 9:12 »Este pan estaba caliente, recién salido del horno, cuando partimos de nuestros hogares. Pero ahora, como pueden ver, está seco y mohoso.
Jos 9:13 Estos odres estaban nuevos cuando los llenamos, pero ahora están viejos y rotos. Y nuestra ropa y las sandalias que traemos puestas están desgastadas de tan largo viaje.
Jos 9:14 Entonces los israelitas revisaron el alimento de los gabaonitas pero no consultaron al SEÑOR.
Jos 9:15 Así que Josué hizo un tratado de paz con ellos y les garantizó seguridad, y los líderes de la comunidad ratificaron el acuerdo mediante un juramento que los obligaba a cumplirlo.
Jos 9:16 Tres días después de hacer el tratado, ¡los israelitas se enteraron de que esa gente en realidad vivía cerca!
Jos 9:17 Enseguida salieron a investigar y, en tres días, llegaron a sus ciudades, las cuales se llamaban Gabaón, Cafira, Beerot y Quiriat—jearim.
Jos 9:18 Sin embargo, como los líderes israelitas habían hecho un voto en el nombre del SEÑOR, Dios de Israel, no atacaron a ninguna de las ciudades gabaonitas. Entonces el pueblo de Israel se quejó contra sus líderes por causa del tratado.
Jos 9:19 Pero los líderes respondieron: «Dado que hicimos un juramento en presencia del SEÑOR, Dios de Israel, no podemos tocarlos.
Jos 9:20 Lo que tenemos que hacer es dejarlos con vida, porque el enojo divino caería sobre nosotros si no cumpliéramos nuestro juramento.
Jos 9:21 Déjenlos vivir». Así que los hicieron cortar leña y llevar agua para toda la comunidad, tal como lo indicaron los líderes israelitas.
Jos 9:22 Entonces Josué reunió a los gabaonitas y les dijo: —¿Por qué nos mintieron? ¿Por qué dijeron que vivían en una tierra lejana, si en realidad viven aquí mismo, entre nosotros?
Jos 9:23 ¡Malditos sean! De ahora en adelante, siempre serán siervos encargados de cortar madera y de llevar agua para la casa de mi Dios.
Jos 9:24 Ellos le respondieron: —Lo hicimos porque a nosotros, sus siervos, se nos dijo con claridad que el SEÑOR su Dios le ordenó a Moisés, siervo del SEÑOR, que les entregara toda esta tierra y que destruyera a todos sus habitantes. Así que temimos profundamente por nuestra vida a causa de ustedes. Por eso hicimos lo que hicimos.
Jos 9:25 Ahora estamos a merced de ustedes; hagan con nosotros lo que mejor les parezca.
Jos 9:26 Así que Josué no permitió que el pueblo de Israel matara a los gabaonitas;
Jos 9:27 pero desde ese día, los hizo cortar la leña y llevar el agua para la comunidad de Israel y el altar del SEÑOR, donde fuere que el SEÑOR eligiera construirlo. Y a eso se dedican hasta el día de hoy.

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