APOSENTO ALTO

lunes, 16 de abril de 2018

LECTURA BÍBLICA 16 DE ABRIL

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    6:30-44

Mar 6:30 Los apóstoles regresaron de su viaje y le contaron a Jesús todo lo que habían hecho y enseñado.
Mar 6:31 Entonces Jesús les dijo: «Vayamos solos a un lugar tranquilo para descansar un rato». Lo dijo porque había tanta gente que iba y venía que Jesús y sus apóstoles no tenían tiempo ni para comer.
Mar 6:32 Así que salieron en la barca a un lugar tranquilo, donde pudieran estar a solas.
Mar 6:33 Pero muchos los reconocieron y los vieron salir, y gente de muchos pueblos corrió a lo largo de la orilla y llegó antes que ellos.
Mar 6:34 Cuando Jesús salió de la barca, vio a la gran multitud y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Entonces comenzó a enseñarles muchas cosas.
Mar 6:35 Al atardecer, los discípulos se le acercaron y le dijeron: —Este es un lugar alejado y ya se está haciendo tarde.
Mar 6:36 Despide a las multitudes para que puedan ir a las granjas y aldeas cercanas a comprar algo de comer.
Mar 6:37 Pero Jesús dijo: —Denles ustedes de comer. —¿Con qué? —preguntaron —. ¡Tendríamos que trabajar durante meses para ganar suficiente* a fin de comprar comida para toda esta gente!
Mar 6:38 —¿Cuánto pan tienen? —preguntó —. Vayan y averigüen. Ellos regresaron e informaron: —Tenemos cinco panes y dos pescados.
Mar 6:39 Entonces Jesús les dijo a los discípulos que sentaran a la gente en grupos sobre la hierba verde.
Mar 6:40 Así que se sentaron en grupos de cincuenta y de cien.
Mar 6:41 Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el cielo y los bendijo. Luego, a medida que partía los panes en trozos, se los daba a sus discípulos para que los distribuyeran entre la gente. También dividió los pescados para que cada persona tuviera su porción.
Mar 6:42 Todos comieron cuanto quisieron,
Mar 6:43 y después los discípulos juntaron doce canastas con lo que sobró de pan y pescado.
Mar 6:44 ¡Un total de cinco mil hombres y sus familias se alimentaron de esos panes!




1 CORINTIOS 11:1-16

1Co 11:1 Y ustedes deberían imitarme a mí, así como yo imito a Cristo.
1Co 11:2 Cuánto me alegro de que ustedes siempre me tienen en sus pensamientos y de que siguen las enseñanzas que les transmití.
1Co 11:3 Pero hay algo que quiero que sepan: la cabeza de todo hombre es Cristo, la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios.*
1Co 11:4 El hombre deshonra a su cabeza si se cubre la cabeza* mientras ora o profetiza.
1Co 11:5 En cambio, la mujer deshonra a su cabeza* si ora o profetiza sin cubrirse la cabeza, porque es como si se la rapara.
1Co 11:6 Efectivamente, si ella se niega a ponerse algo para cubrirse la cabeza, ¡debería cortarse todo el cabello! Pero, ya que es vergonzoso que la mujer se corte el cabello o se rape la cabeza, debería cubrírsela con algo.*
1Co 11:7 El hombre no debería ponerse nada sobre la cabeza cuando adora a Dios, porque el hombre fue hecho a la imagen de Dios y refleja la gloria de Dios. Y la mujer refleja la gloria del hombre.
1Co 11:8 Pues el primer hombre no provino de ninguna mujer, sino que la primera mujer provino de un hombre.
1Co 11:9 Y el hombre no fue hecho para la mujer, sino que la mujer fue hecha para el hombre.
1Co 11:10 Por esta razón y debido a que los ángeles observan, la mujer debería cubrirse la cabeza para mostrar que está bajo autoridad.*
1Co 11:11 Sin embargo, entre el pueblo del Señor, las mujeres no son independientes de los hombres, y los hombres no son independientes de las mujeres.
1Co 11:12 Pues, aunque la primera mujer provino de un hombre, todos los demás hombres nacieron de una mujer, y todo proviene de Dios.
1Co 11:13 Juzguen por sí mismos: ¿Es correcto que una mujer ore a Dios en público sin cubrirse la cabeza?
1Co 11:14 ¿No es obvio que es vergonzoso que un hombre tenga el cabello largo?
1Co 11:15 ¿Acaso el cabello largo no es el orgullo y la alegría de la mujer? Pues se le dio para que se cubra.
1Co 11:16 Pero, si alguien quiere discutir este tema, simplemente digo que no tenemos otra costumbre más que ésa, y tampoco la tienen las demás iglesias de Dios.


SALMO 86

Sal 86:1 
Oración de David.
Inclínate, oh SEÑOR, y escucha mi oración; contéstame, porque necesito tu ayuda.
Sal 86:2 Protégeme, pues estoy dedicado a ti. Sálvame, porque te sirvo y confío en ti; tú eres mi Dios.
Sal 86:3 Ten misericordia de mí, oh Señor, porque a ti clamo constantemente.
Sal 86:4 Dame felicidad, oh Señor, pues a ti me entrego.
Sal 86:5 ¡Oh Señor, eres tan bueno, estás tan dispuesto a perdonar, tan lleno de amor inagotable para los que piden tu ayuda!
Sal 86:6 Escucha atentamente mi oración, oh SEÑOR; oye mi urgente clamor.
Sal 86:7 A ti clamaré cada vez que esté en apuros, y tú me responderás.
Sal 86:8 Ningún dios pagano es como tú, oh Señor; ¡nadie puede hacer lo que tú haces!
Sal 86:9 Todas las naciones que hiciste vendrán y se inclinarán ante ti, Señor; alabarán tu santo nombre.
Sal 86:10 Pues tú eres grande y haces obras maravillosas; sólo tú eres Dios.
Sal 86:11 Enséñame tus caminos, oh SEÑOR, para que viva de acuerdo con tu verdad. Concédeme pureza de corazón, para que te honre.
Sal 86:12 Con todo el corazón te alabaré, oh Señor mi Dios; daré gloria a tu nombre para siempre,
Sal 86:13 porque muy grande es tu amor por mí; me has rescatado de las profundidades de la muerte.*
Sal 86:14 ¡Oh Dios, gente insolente se levanta en mi contra; una pandilla violenta trata de matarme. No significas nada para ellos.
Sal 86:15 Pero tú, oh Señor, eres Dios de compasión y misericordia, lento para enojarse y lleno de amor inagotable y fidelidad.
Sal 86:16 Mírame y ten misericordia de mí. Dale tu fuerza a tu siervo; salva a este hijo de tu sierva.
Sal 86:17 Envíame una señal de tu favor. Entonces, los que me odian pasarán vergüenza, porque tú, oh SEÑOR, me ayudas y me consuelas.

LECTURA PARA LA NOCHE

JUECES 9

Jue 9:1 Un día Abimelec, hijo de Gedeón,* fue a Siquem para visitar a sus tíos, los hermanos de su madre. Les dijo a ellos y al resto de su familia materna:
Jue 9:2 «Pregúntenles a los ciudadanos prominentes de Siquem si prefieren ser gobernados por los setenta hijos de Gedeón o por un solo hombre. ¡Y recuerden que soy de la misma sangre que ustedes!».
Jue 9:3 Entonces los tíos de Abimelec transmitieron ese mensaje a los ciudadanos de Siquem. Y después de escuchar la propuesta, el pueblo de Siquem decidió por Abimelec, porque era pariente de ellos.
Jue 9:4 Le dieron setenta monedas de plata del templo de Baal-berit, las cuales él usó para contratar a unos hombres alborotadores e imprudentes que aceptaron seguirlo.
Jue 9:5 Fue a la casa de su padre en Ofra y allí, sobre una misma piedra, mató a sus setenta medio hermanos, los hijos de Gedeón.* Pero Jotam, el hermano más pequeño, escapó y se escondió.
Jue 9:6 Entonces todos los ciudadanos prominentes de Siquem y de Bet-milo convocaron una reunión bajo el roble que está junto a la columna* de Siquem y proclamaron rey a Abimelec.
Jue 9:7 Cuando Jotam se enteró, subió a la cima del monte Gerizim y gritó: «¡Escúchenme, ciudadanos de Siquem! ¡Escúchenme a mí si quieren que Dios los escuche a ustedes!
Jue 9:8 Cierta vez los árboles decidieron elegir un rey. Primero le dijeron al olivo: “¡Reina sobre nosotros!”.
Jue 9:9 Pero el olivo se negó diciendo: “¿Dejaría yo de producir el aceite de oliva que bendice a Dios y a la gente, sólo para mecerme por encima de los árboles?”.
Jue 9:10 »Entonces le dijeron a la higuera: “¡Reina sobre nosotros!”.
Jue 9:11 Pero la higuera también se negó diciendo: “¿Dejaría yo de producir mi dulce fruto, sólo para mecerme por encima de los árboles?”.
Jue 9:12 »Entonces le dijeron a la vid: “¡Reina sobre nosotros!”.
Jue 9:13 Pero la vid también se negó diciendo: “¿Dejaría yo de producir el vino que alegra a Dios y a la gente, sólo para mecerme por encima de los árboles?”.
Jue 9:14 »Finalmente todos los árboles le dijeron al espino: “¡Reina sobre nosotros!”.
Jue 9:15 Y el espino les respondió a los árboles: “Si realmente quieren que yo sea su rey, vengan a refugiarse bajo mi sombra. Si no, que salga fuego de mí y consuma los cedros del Líbano”».
Jue 9:16 Jotam continuó: «Ahora asegúrense de haber actuado honorablemente y de buena fe al elegir como rey a Abimelec, y de haberse portado bien con Gedeón y todos sus descendientes. ¿Lo trataron con la honra que se merece por todo lo que realizó?
Jue 9:17 Pues él luchó por ustedes y arriesgó su vida cuando los rescató de los madianitas.
Jue 9:18 Pero hoy ustedes se rebelaron contra mi padre y sus descendientes al matar a sus setenta hijos sobre una misma piedra. Y escogieron a Abimelec, hijo de su esclava, para que sea rey de ustedes, sólo porque es su pariente.
Jue 9:19 »Si hoy han actuado honorablemente y de buena fe hacia Gedeón y sus descendientes, entonces que tengan alegría con Abimelec y que él tenga alegría con ustedes.
Jue 9:20 Pero si no han actuado de buena fe, ¡que salga fuego de Abimelec y consuma a los ciudadanos prominentes de Siquem y de Bet-milo, y que salga fuego de los ciudadanos de Siquem y de Bet-milo y consuma a Abimelec!».
Jue 9:21 Entonces Jotam huyó y se fue a vivir a Beer, porque le tenía miedo a su hermano Abimelec.
Jue 9:22 Tres años después de que Abimelec comenzó a gobernar a Israel,
Jue 9:23 Dios envió un espíritu que generó conflictos entre Abimelec y los ciudadanos prominentes de Siquem, quienes finalmente se rebelaron.
Jue 9:24 Dios estaba castigando a Abimelec por haber asesinado a los setenta hijos de Gedeón, y a los ciudadanos de Siquem por apoyarlo en esa traición de asesinar a sus hermanos.
Jue 9:25 Los ciudadanos de Siquem le tendieron una emboscada a Abimelec en las cumbres de las colinas y robaban a todo el que pasara por allí. Pero alguien alertó a Abimelec acerca de la conspiración.
Jue 9:26 Un día Gaal, hijo de Ebed, se mudó a Siquem con sus hermanos y se ganó la confianza de los ciudadanos prominentes de Siquem.
Jue 9:27 Durante el festival anual de la cosecha en Siquem, celebrado en el templo del dios local, hubo vino en abundancia, y todos comenzaron a maldecir a Abimelec.
Jue 9:28 «¿Quién es ese Abimelec? —gritó Gaal—. No es un hijo legítimo de Siquem.* Entonces, ¿por qué debemos ser sus siervos? Él no es más que un hijo de Gedeón, y ese Zebul sólo es su ayudante. Sirvan a los verdaderos hijos de Hamor, el fundador de Siquem. ¿Por qué tenemos que servir a Abimelec?
Jue 9:29 Si yo fuera el encargado aquí, me desharía de Abimelec. Le diría:* “¡Búscate unos soldados y sal a pelear!”».
Jue 9:30 Pero cuando Zebul, el jefe de la ciudad, oyó lo que Gaal decía, se puso furioso.
Jue 9:31 Le envió mensajeros a Abimelec, quien estaba en Aruma,* para decirle: «Gaal, hijo de Ebed, y sus hermanos se han mudado a Siquem, y ahora están incitando a la ciudad a rebelarse contra ti.
Jue 9:32 Ven con un ejército esta noche y escóndete en los campos.
Jue 9:33 Por la mañana, a la salida del sol, ataca la ciudad. Cuando Gaal y los que lo acompañan salgan contra ti, podrás hacer con ellos lo que quieras».
Jue 9:34 Entonces Abimelec y todos sus hombres fueron de noche, se dividieron en cuatro grupos y se posicionaron alrededor de Siquem.
Jue 9:35 Gaal estaba parado junto a las puertas de la ciudad cuando Abimelec y su ejército salieron de su escondite.
Jue 9:36 Al verlos, Gaal le dijo a Zebul: —¡Mira, hay gente bajando de las cumbres! —Parecen hombres pero son nada más sombras reflejadas en las colinas —contestó Zebul.
Jue 9:37 Pero Gaal insistió: —¡No! Hay gente bajando de las colinas.* Y otro grupo viene por el camino que pasa por el Roble de los Adivinos.*
Jue 9:38 Entonces Zebul se volvió contra él y preguntó: —¿Y qué pasó con esa boca grande tuya que presume tanto? Acaso no fuiste tú el que dijo: “¿Quién es ese Abimelec y por qué debemos ser sus siervos?”. ¡Te burlaste de esos hombres, y ahora están en las afueras de la ciudad! ¡Sal a pelear contra ellos!
Jue 9:39 Entonces Gaal marchó al frente de los ciudadanos prominentes de Siquem a la batalla contra Abimelec.
Jue 9:40 Pero Abimelec lo persiguió, y muchos de los hombres de Siquem cayeron heridos por el camino cuando se retiraban hacia la entrada de la ciudad.
Jue 9:41 Entonces Abimelec regresó a Aruma, y Zebul expulsó de Siquem a Gaal y a sus hermanos.
Jue 9:42 Al día siguiente, la gente de Siquem salió a los campos para pelear. Cuando Abimelec se enteró,
Jue 9:43 dividió a sus hombres en tres grupos y tendió una emboscada en los campos. Cuando vio que algunos hombres salían de la ciudad, él y su grupo saltaron de su escondite y los atacaron.
Jue 9:44 Abimelec y sus hombres tomaron por asalto la puerta de la ciudad para impedir que los de Siquem volvieran a entrar, mientras los otros dos grupos de Abimelec mataban a la gente en los campos.
Jue 9:45 La batalla duró todo el día, hasta que finalmente Abimelec tomó la ciudad. Entonces mató a los habitantes, redujo la ciudad a escombros y esparció sal por todo el suelo.
Jue 9:46 Cuando los ciudadanos prominentes que vivían en la torre de Siquem se enteraron de lo sucedido, corrieron a esconderse en el templo de Baal-berit.*
Jue 9:47 Alguien le informó a Abimelec que los ciudadanos se habían juntado en el templo,
Jue 9:48 entonces él llevó a sus tropas al monte Salmón. Tomó un hacha, cortó ramas de un árbol y se las puso al hombro. «¡Rápido, hagan lo mismo que hice yo!», dijo a sus hombres.
Jue 9:49 Entonces, siguiendo el ejemplo de Abimelec, cada uno de ellos cortó ramas. Amontonaron las ramas contra las paredes del templo y les prendieron fuego. Así murieron todos los que vivían en la torre de Siquem, unas mil personas, tanto hombres como mujeres.
Jue 9:50 Luego Abimelec atacó la ciudad de Tebes y la tomó.
Jue 9:51 Pero había una torre fuerte dentro de la ciudad, y todos los habitantes, hombres y mujeres, corrieron a refugiarse allí. Se atrincheraron en su interior y subieron al techo de la torre.
Jue 9:52 Entonces Abimelec los siguió para atacar la torre; pero cuando se preparaba para prenderle fuego a la entrada,
Jue 9:53 desde el techo, una mujer tiró una piedra de molino, que cayó sobre la cabeza de Abimelec, y le partió el cráneo.
Jue 9:54 Enseguida él le dijo a su joven escudero: «¡Saca tu espada y mátame! ¡Que no se diga que una mujer mató a Abimelec!». Así que el joven lo atravesó con su espada, y él murió.
Jue 9:55 Cuando los hombres de Abimelec lo vieron muerto, se desbandaron y regresaron a sus casas.
Jue 9:56 De esa forma, Dios castigó a Abimelec por el mal que había hecho contra su padre al matar a sus setenta hermanos.
Jue 9:57 Dios también castigó a los hombres de Siquem por toda su maldad. Así se cumplió la maldición de Jotam, hijo de Gedeón.

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