APOSENTO ALTO

jueves, 12 de abril de 2018

LECTURA BÍBLICA 12 DE ABRIL

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    5:1-20

Mar 5:1 Entonces llegaron al otro lado del lago, a la región de los gerasenos.*
Mar 5:2 Cuando Jesús bajó de la barca, un hombre poseído por un espíritu maligno* salió del cementerio a su encuentro.
Mar 5:3 Este hombre vivía entre las cuevas de entierro y ya nadie podía sujetarlo ni siquiera con cadenas.
Mar 5:4 Siempre que lo ataban con cadenas y grilletes —lo cual le hacían a menudo—, él rompía las cadenas de sus muñecas y destrozaba los grilletes. No había nadie con suficiente fuerza para someterlo.
Mar 5:5 Día y noche vagaba entre las cuevas donde enterraban a los muertos y por las colinas, aullando y cortándose con piedras afiladas.
Mar 5:6 Cuando Jesús todavía estaba a cierta distancia, el hombre lo vio, corrió a su encuentro y se inclinó delante de él.
Mar 5:7 Dando un alarido, gritó: «¿Por qué te entrometes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡En el nombre de Dios, te suplico que no me tortures!».
Mar 5:8 Pues Jesús ya le había dicho al espíritu: «Sal de este hombre, espíritu maligno».
Mar 5:9 Entonces Jesús le preguntó: —¿Cómo te llamas? Y él contestó: —Me llamo Legión, porque somos muchos los que estamos dentro de este hombre.
Mar 5:10 Entonces los espíritus malignos le suplicaron una y otra vez que no los enviara a un lugar lejano.
Mar 5:11 Sucedió que había una gran manada de cerdos alimentándose en una ladera cercana.
Mar 5:12 «Envíanos a esos cerdos —suplicaron los espíritus —. Déjanos entrar en ellos».
Mar 5:13 Entonces Jesús les dio permiso. Los espíritus malignos salieron del hombre y entraron en los cerdos, y toda la manada de unos dos mil cerdos se lanzó al lago por el precipicio y se ahogó en el agua.
Mar 5:14 Los hombres que cuidaban los cerdos huyeron a la ciudad cercana y sus alrededores, difundiendo la noticia mientras corrían. La gente salió corriendo para ver lo que había pasado.
Mar 5:15 Pronto una multitud se juntó alrededor de Jesús, y todos vieron al hombre que había estado poseído por la legión de demonios. Se encontraba sentado allí, completamente vestido y en su sano juicio, y todos tuvieron miedo.
Mar 5:16 Entonces los que habían visto lo sucedido, les contaron a los otros lo que había ocurrido con el hombre poseído por los demonios y con los cerdos.
Mar 5:17 Y la multitud comenzó a rogarle a Jesús que se fuera y los dejara en paz.
Mar 5:18 Mientras Jesús entraba en la barca, el hombre que había estado poseído por los demonios le suplicaba que le permitiera acompañarlo.
Mar 5:19 Pero Jesús le dijo: «No. Ve a tu casa y a tu familia y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y lo misericordioso que ha sido contigo».
Mar 5:20 Así que el hombre salió a visitar las Diez Ciudades* de esa región y comenzó a proclamar las grandes cosas que Jesús había hecho por él; y todos quedaban asombrados de lo que les decía.




1 CORINTIOS 9:1-12

1Co 9:1 ¿Acaso no soy tan libre como cualquier otro? ¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús nuestro Señor con mis propios ojos? ¿No es gracias a mi trabajo que ustedes pertenecen al Señor?
1Co 9:2 Aunque otros piensen que no soy apóstol, ciertamente para ustedes lo soy. Ustedes mismos son la prueba de que soy apóstol del Señor.
1Co 9:3 Ésta es mi respuesta a los que cuestionan mi autoridad.*
1Co 9:4 ¿Acaso no tenemos derecho de hospedarnos con ustedes y compartir sus comidas?
1Co 9:5 ¿No tenemos derecho a llevar con nosotros a una esposa cristiana como lo hacen los demás apóstoles y los hermanos del Señor y como lo hace Pedro?*
1Co 9:6 ¿O Bernabé y yo somos los únicos que tenemos que trabajar para sostenernos?
1Co 9:7 ¿Qué soldado tiene que pagar sus propios gastos? ¿Qué agricultor planta un viñedo y no tiene derecho a comer de su fruto? ¿A qué pastor que cuida de su rebaño de ovejas no se le permite beber un poco de la leche?
1Co 9:8 ¿Expreso meramente una opinión humana o dice la ley lo mismo?
1Co 9:9 Porque la ley de Moisés dice: «No le pongas bozal al buey para impedirle que coma mientras trilla el grano»*. ¿Acaso pensaba Dios únicamente en bueyes cuando dijo eso?
1Co 9:10 ¿No nos hablaba a nosotros en realidad? Claro que sí, se escribió para nosotros, a fin de que tanto el que ara como el que trilla el grano puedan esperar una porción de la cosecha.
1Co 9:11 Ya que hemos plantado la semilla espiritual entre ustedes, ¿no tenemos derecho a cosechar el alimento y la bebida material?
1Co 9:12 Si ustedes sostienen a otros que les predican, ¿no deberíamos tener nosotros aún mayor derecho a que nos sostengan? Pero nunca nos hemos valido de ese derecho. Preferiríamos soportar cualquier cosa antes que ser un obstáculo a la Buena Noticia acerca de Cristo.


SALMO 82

Sal 82:1 
Salmo de Asaf.
Dios preside la corte de los cielos; pronuncia juicio en medio de los seres celestiales:
Sal 82:2 «¿Hasta cuándo dictarán decisiones injustas que favorecen a los malvados? Interludio
Sal 82:3 »Hagan justicia al pobre y al huérfano; defiendan los derechos de los oprimidos y de los desposeídos.
Sal 82:4 Rescaten al pobre y al indefenso; líbrenlos de las garras de los malvados.
Sal 82:5 Pero esos opresores no saben nada; ¡son tan ignorantes! Andan errantes en la oscuridad mientras el mundo entero se estremece hasta los cimientos.
Sal 82:6 Yo digo: “Ustedes son dioses; son todos hijos del Altísimo.
Sal 82:7 Pero morirán como simples mortales y caerán como cualquier otro gobernante”».
Sal 82:8 Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra, porque todas las naciones te pertenecen.

LECTURA PARA LA NOCHE

JUECES 1-3

Jue 1:1 Después de la muerte de Josué, los israelitas le preguntaron al SEÑOR: —¿Cuál de las tribus debe ser la primera en atacar a los cananeos?
Jue 1:2 El SEÑOR contestó: —Judá, porque yo le he dado la victoria sobre la tierra.
Jue 1:3 Entonces los hombres de Judá les dijeron a sus parientes de la tribu de Simeón: «Vengan con nosotros a luchar contra los cananeos que viven en el territorio que se nos asignó. Después nosotros los ayudaremos a ustedes a conquistar su territorio». Así que los hombres de Simeón fueron con los de Judá.
Jue 1:4 Cuando los hombres de Judá atacaron, el SEÑOR les dio la victoria sobre los cananeos y los ferezeos, y mataron a diez mil guerreros enemigos en la ciudad de Bezec.
Jue 1:5 Mientras estaban en Bezec, se toparon con el rey Adoni-bezec y lucharon contra él, y derrotaron a los cananeos y a los ferezeos.
Jue 1:6 Adoni-bezec escapó, pero los israelitas pronto lo capturaron y le cortaron los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies.
Jue 1:7 Adoni-bezec dijo: «Una vez yo tuve setenta reyes sin los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies, comiendo migajas debajo de mi mesa. Ahora Dios me devolvió lo que les hice». Y se lo llevaron a Jerusalén, donde murió.
Jue 1:8 Los hombres de Judá atacaron a Jerusalén y la tomaron; mataron a todos sus habitantes y prendieron fuego a la ciudad.
Jue 1:9 Luego descendieron para combatir contra los cananeos que vivían en la zona montañosa, en el Neguev y en las colinas occidentales.*
Jue 1:10 Judá marchó contra los cananeos en Hebrón (antiguamente llamada Quiriat-arba) y derrotó a las fuerzas de Sesai, Ahimán y Talmai.
Jue 1:11 De allí salieron a luchar contra los habitantes de la ciudad de Debir (antiguamente llamada Quiriat-sefer).
Jue 1:12 Caleb dijo: «Daré a mi hija Acsa en matrimonio al que ataque y tome Quiriat-sefer».
Jue 1:13 Otoniel, hijo de Cenaz, un hermano menor de Caleb, fue quien conquistó la ciudad; así que Acsa pasó a ser esposa de Otoniel.
Jue 1:14 Cuando Acsa se casó con Otoniel, ella insistió* en que le pidiera un campo a Caleb, su padre. Mientras ella se bajaba de su burro, Caleb le preguntó: —¿Qué te pasa?
Jue 1:15 Ella contestó: —Concédeme otro obsequio. Ya me regalaste tierras en el Neguev; ahora te ruego que también me des manantiales. Entonces Caleb le entregó tanto los manantiales de la parte alta como los de la parte baja.
Jue 1:16 Cuando los miembros de la tribu de Judá salieron de Jericó —la ciudad de las palmeras—, los ceneos (que eran descendientes del suegro de Moisés) los acompañaron al desierto de Judá y se establecieron entre la gente del lugar, cerca de la ciudad de Arad, en el Neguev.
Jue 1:17 Luego Judá se unió con Simeón para luchar contra los cananeos que vivían en Sefat, y destruyeron la ciudad por completo.* Por eso la ciudad fue llamada Horma.*
Jue 1:18 Además Judá tomó las ciudades de Gaza, Ascalón y Ecrón, junto con los territorios vecinos.
Jue 1:19 El SEÑOR estaba con los de Judá, y ellos tomaron posesión de la zona montañosa; pero no lograron expulsar a los habitantes de las llanuras, quienes tenían carros de combate hechos de hierro.
Jue 1:20 Caleb recibió la ciudad de Hebrón, tal como Moisés le había prometido, y expulsó a todos sus habitantes, que eran descendientes de los tres hijos de Anac.
Jue 1:21 Sin embargo la tribu de Benjamín no logró expulsar a los jebuseos, quienes vivían en Jerusalén. Por eso, hasta el día de hoy, los jebuseos viven en Jerusalén junto con el pueblo de Benjamín.
Jue 1:22 Los descendientes de José atacaron la ciudad de Betel, y el SEÑOR estuvo con ellos.
Jue 1:23 Enviaron espías a Betel (antes conocida como Luz),
Jue 1:24 quienes abordaron a un hombre que salía del poblado y le dijeron: «Muéstranos cómo entrar en la ciudad, y tendremos compasión de ti».
Jue 1:25 Entonces él les mostró una vía de acceso, y ellos mataron a todos en la ciudad, menos a ese hombre y a su familia.
Jue 1:26 Más tarde, el hombre se trasladó a la tierra de los hititas, donde estableció una ciudad que llamó Luz. Este nombre lo conserva hasta el día de hoy.
Jue 1:27 La tribu de Manasés no logró expulsar a la gente que vivía en Bet-seán,* Taanac, Dor, Ibleam, Meguido y en todos los asentamientos vecinos, porque los cananeos estaban decididos a quedarse en esa región.
Jue 1:28 Con el tiempo, cuando los israelitas se fortalecieron, obligaron a los cananeos a trabajar como esclavos, pero nunca los expulsaron de la tierra por completo.
Jue 1:29 La tribu de Efraín no logró expulsar a los cananeos que vivían en Gezer, así que los cananeos siguieron viviendo allí, en medio de los de Efraín.
Jue 1:30 La tribu de Zabulón no logró expulsar a los habitantes de Quitrón y de Naalal, así que los cananeos siguieron viviendo en medio de los de Zabulón, pero los cananeos fueron obligados a trabajar como esclavos para ellos.
Jue 1:31 La tribu de Aser no logró expulsar a los habitantes de Aco, Sidón, Ahlab, Aczib, Helba, Afec ni Rehob.
Jue 1:32 Así que los de Aser se establecieron entre los cananeos, quienes controlaban la tierra, debido a que no lograron expulsarlos.
Jue 1:33 Asimismo, la tribu de Neftalí no logró expulsar a los habitantes de Bet-semes ni a los de Bet-anat. Así que Neftalí se estableció entre los cananeos, quienes controlaban la tierra. Sin embargo, los habitantes de Bet-semes y los de Bet-anat fueron obligados a trabajar como esclavos para la gente de Neftalí.
Jue 1:34 En cuanto a la tribu de Dan, los amorreos los obligaron a retirarse a la zona montañosa y no los dejaban descender a las llanuras.
Jue 1:35 Los amorreos estaban decididos a quedarse en el monte Heres, en Ajalón y en Saalbim; pero cuando los descendientes de José aumentaron en fuerza, obligaron a los amorreos a trabajar como esclavos.
Jue 1:36 La frontera de los amorreos iba desde el paso del Escorpión* hasta Sela y desde allí se extendía hacia arriba.
Jue 2:1 El ángel del SEÑOR subió de Gilgal a Boquim y dijo a los israelitas: «Yo los saqué de Egipto y los traje a esta tierra que juré dar a sus antepasados, y dije que nunca rompería mi pacto con ustedes.
Jue 2:2 Por su parte, ustedes no debían hacer ningún pacto con los habitantes de esta tierra, sino destruir sus altares. Pero desobedecieron mi mandato. ¿Por qué lo hicieron?
Jue 2:3 Ahora declaro que ya no expulsaré a los pueblos que viven en la tierra de ustedes. Ellos les serán espinas clavadas en el costado,* y sus dioses serán una tentación constante para ustedes».
Jue 2:4 Cuando el ángel del SEÑOR terminó de hablar a los israelitas, el pueblo lloró a gritos.
Jue 2:5 Por eso llamaron al lugar Boquim (que significa «llanto»), y allí le ofrecieron sacrificios al SEÑOR.
Jue 2:6 Después que Josué despidió al pueblo, cada una de las tribus salió para tomar posesión del territorio que se le había asignado.
Jue 2:7 Los israelitas sirvieron al SEÑOR todo el tiempo que vivieron Josué y los líderes que lo sobrevivieron, aquellos que habían visto todas las grandes cosas que el SEÑOR había hecho por Israel.
Jue 2:8 Entonces Josué, hijo de Nun y siervo del SEÑOR, murió a los ciento diez años de edad.
Jue 2:9 Lo enterraron en Timnat-sera,* tierra que se le había asignado, en la zona montañosa de Efraín, al norte del monte Gaas.
Jue 2:10 Después de que murieron todos los de esa generación, creció otra que no conocía al SEÑOR ni recordaba las cosas poderosas que él había hecho por Israel.
Jue 2:11 Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del SEÑOR y sirvieron a las imágenes de Baal.
Jue 2:12 Abandonaron al SEÑOR, Dios de sus antepasados, quien los había sacado de Egipto. Siguieron y rindieron culto a otros dioses —los dioses de los pueblos vecinos— y así provocaron el enojo del SEÑOR.
Jue 2:13 Abandonaron al SEÑOR para servir a Baal y a las imágenes de Astarot,
Jue 2:14 lo cual hizo que el SEÑOR ardiera de enojo contra Israel y que los entregara en manos de saqueadores, quienes les robaron sus posesiones. Los vendió a los enemigos que tenían a su alrededor, y ya no podían vencerlos.
Jue 2:15 Cada vez que los israelitas salían a la batalla, el SEÑOR peleaba en contra de ellos e hizo que sus enemigos los derrotaran, tal como él les había advertido. Y el pueblo estaba muy angustiado.
Jue 2:16 Entonces el SEÑOR levantó jueces para rescatar a los israelitas de la mano de sus agresores.
Jue 2:17 Sin embargo, Israel no hizo caso a los jueces, sino que se prostituyó rindiendo culto a otros dioses. ¡Qué pronto se apartaron del camino de sus antepasados, los cuales habían obedecido los mandatos del SEÑOR!
Jue 2:18 Cada vez que el SEÑOR levantaba un juez sobre Israel, él estaba con ese juez y rescataba al pueblo de sus enemigos durante toda la vida del juez. Pues el SEÑOR tenía compasión de su pueblo, que estaba sobrecargado de opresión y sufrimiento.
Jue 2:19 Pero al morir el juez, la gente no sólo volvía a sus prácticas corruptas, sino que se comportaba peor que sus antepasados. Seguía a otros dioses: los servía y les rendía culto. Además se negaba a abandonar sus prácticas malvadas y sus tercos caminos.
Jue 2:20 Por eso el SEÑOR ardió de enojo contra Israel y dijo: «Ya que este pueblo ha violado mi pacto que hice con sus antepasados y no ha hecho caso a mis mandatos,
Jue 2:21 ya no expulsaré a las naciones que Josué dejó sin conquistar cuando murió.
Jue 2:22 Lo hice para poner a prueba a Israel: para ver si seguiría o no los caminos del SEÑOR, como lo hicieron sus antepasados».
Jue 2:23 Por esa razón el SEÑOR dejó esas naciones donde estaban. No las expulsó de inmediato, ni permitió que Josué las conquistara a todas.
Jue 3:1 El SEÑOR dejó a ciertas naciones en la tierra para poner a prueba a los israelitas que no habían conocido las guerras de Canaán.
Jue 3:2 Lo hizo para enseñar a pelear en la guerra a las generaciones de israelitas que no tenían experiencia en el campo de batalla.
Jue 3:3 Estas son las naciones: los filisteos (que vivían bajo el dominio de los cinco gobernantes filisteos), todos los cananeos, los sidonios, y los heveos que vivían en las montañas del Líbano, desde el monte Baal-hermón hasta Lebo-hamat.
Jue 3:4 El SEÑOR dejó a estos pueblos con el fin de poner a prueba a los israelitas para ver si obedecían los mandatos que el SEÑOR había dado a sus antepasados por medio de Moisés.
Jue 3:5 Así que los israelitas vivieron entre los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos,
Jue 3:6 y se unieron en matrimonio con ellos: los hijos de los israelitas se casaron con las hijas de esos pueblos, y las hijas de los israelitas fueron dadas en matrimonio a sus hijos. Y los israelitas sirvieron a los dioses de esas naciones.
Jue 3:7 Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del SEÑOR. Se olvidaron del SEÑOR su Dios y sirvieron a las imágenes de Baal y a los postes dedicados a la diosa Asera.
Jue 3:8 Entonces el SEÑOR ardió de enojo contra Israel y lo entregó en manos de Cusán-risataim, rey de Aram-naharaim.* Y los israelitas sirvieron a Cusán-risataim durante ocho años.
Jue 3:9 Pero cuando el pueblo de Israel clamó al SEÑOR por ayuda, el SEÑOR levantó a un libertador para salvarlos. Se llamaba Otoniel, hijo de Cenaz, un hermano menor de Caleb.
Jue 3:10 El Espíritu del SEÑOR vino sobre él, y comenzó a ser juez de Israel. Entró en guerra contra Cusán-risataim, rey de Aram, y el SEÑOR le dio la victoria sobre él.
Jue 3:11 Y hubo paz en la tierra durante cuarenta años. Luego murió Otoniel, hijo de Cenaz.
Jue 3:12 De nuevo los israelitas hicieron lo malo a los ojos del SEÑOR y, por la maldad de ellos, el SEÑOR le dio dominio sobre Israel al rey Eglón, de Moab.
Jue 3:13 Eglón se alió con los amonitas y los amalecitas y salió a pelear, derrotó a Israel y tomó posesión de Jericó, la ciudad de las palmeras.
Jue 3:14 Entonces los israelitas sirvieron a Eglón, rey de Moab, durante dieciocho años.
Jue 3:15 Sin embargo, cuando el pueblo de Israel clamó al SEÑOR por ayuda, el SEÑOR nuevamente levantó a un libertador para salvarlos. Se llamaba Aod, hijo de Gera, quien era un hombre zurdo, de la tribu de Benjamín. Los israelitas enviaron a Aod a entregar el dinero del tributo al rey Eglón, de Moab.
Jue 3:16 Así que Aod hizo una daga de dos filos, de unos treinta centímetros* de largo, la ató a su muslo derecho y la escondió debajo de la ropa.
Jue 3:17 Luego le llevó el dinero del tributo a Eglón, quien era muy gordo.
Jue 3:18 Después de entregar el pago, Aod emprendió el regreso junto con los que le habían ayudado a llevar el tributo.
Jue 3:19 Pero cuando Aod llegó a donde estaban los ídolos de piedra, cerca de Gilgal, se regresó. Se presentó ante Eglón y le dijo: «Tengo un mensaje secreto para usted». Entonces el rey les ordenó a sus sirvientes que se callaran y que todos salieran de la habitación.
Jue 3:20 Así que Aod se acercó a Eglón, quien estaba sentado solo en una habitación fresca de la planta alta, y le dijo: «¡Tengo un mensaje de Dios para usted!». Cuando el rey Eglón se levantó de su asiento,
Jue 3:21 Aod sacó con la mano izquierda la daga que tenía atada al muslo derecho y se la clavó al rey en el vientre.
Jue 3:22 La daga entró tan profundo, que la empuñadura se hundió bajo la gordura del rey. Así que Aod no sacó la daga, y al rey se le vaciaron los intestinos.*
Jue 3:23 Entonces Aod cerró las puertas de la habitación, les puso llave y escapó por la letrina.*
Jue 3:24 Aod ya se había ido cuando los sirvientes del rey regresaron y encontraron cerradas las puertas de la habitación de la planta alta. Pensaron que tal vez el rey estaba usando la letrina dentro del cuarto,
Jue 3:25 así que esperaron. Pero al ver que el rey tardaba mucho en salir, se preocuparon y buscaron una llave. Cuando abrieron las puertas, encontraron a su amo muerto en el suelo.
Jue 3:26 Mientras los sirvientes esperaban, Aod escapó y pasó por los ídolos de piedra rumbo a Seirat.
Jue 3:27 Cuando llegó a la zona montañosa de Efraín, llamó a tomar las armas. Después encabezó un grupo de israelitas colina abajo.
Jue 3:28 «Síganme —les dijo—, porque el SEÑOR les ha dado la victoria sobre Moab, su enemigo». Así que los israelitas lo siguieron y tomaron control de los vados del río Jordán que cruzan hacia Moab, y no dejaron que nadie pasara.
Jue 3:29 Atacaron a los moabitas y mataron a unos diez mil de sus guerreros más fuertes y robustos; no escapó ni uno de ellos.
Jue 3:30 Así que Israel conquistó a Moab en aquel día, y hubo paz en la tierra durante ochenta años.
Jue 3:31 Después de Aod fue Samgar, hijo de Anat, quien rescató a Israel. En una ocasión mató a seiscientos filisteos con una aguijada para bueyes.

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