APOSENTO ALTO

viernes, 20 de abril de 2018

LECTURA BÍBLICA 20 DE ABRIL

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    8:1-13

Mar 8:1 En esos días, se reunió otra gran multitud, y de nuevo la gente quedó sin alimentos. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
Mar 8:2 —Siento compasión por ellos. Han estado aquí conmigo durante tres días y no les queda nada para comer.
Mar 8:3 Si los envío a sus casas con hambre, se desmayarán en el camino porque algunos han venido desde muy lejos.
Mar 8:4 Sus discípulos respondieron: —¿Cómo vamos a conseguir comida suficiente para darles de comer aquí en el desierto?
Mar 8:5 —¿Cuánto pan tienen? —preguntó Jesús. —Siete panes —contestaron ellos.
Mar 8:6 Entonces Jesús le dijo a la gente que se sentara en el suelo. Luego tomó los siete panes, dio gracias a Dios por ellos, los partió en trozos y se los dio a sus discípulos, quienes repartieron el pan entre la multitud.
Mar 8:7 También encontraron unos pescaditos, así que Jesús los bendijo y pidió a sus discípulos que los repartieran.
Mar 8:8 Ellos comieron cuanto quisieron. Después los discípulos recogieron siete canastas grandes con la comida que sobró.
Mar 8:9 Ese día había unas cuatro mil personas en la multitud, y Jesús las envió a sus casas luego de que comieron.
Mar 8:10 Inmediatamente después, subió a una barca con sus discípulos y cruzó a la región de Dalmanuta.
Mar 8:11 Cuando los fariseos oyeron que Jesús había llegado, se acercaron y comenzaron a discutir con él. Para ponerlo a prueba, exigieron que les mostrara una señal milagrosa del cielo que demostrara su autoridad.
Mar 8:12 Cuando Jesús oyó esto, suspiró profundamente en su espíritu y dijo: «¿Por qué esta gente sigue exigiendo una señal milagrosa? Les digo la verdad, no daré ninguna señal a esta generación».
Mar 8:13 Luego regresó a la barca y los dejó y cruzó al otro lado del lago.




1 CORINTIOS 13

1Co 13:1 Si yo pudiera hablar todos los idiomas del mundo y de los ángeles pero no amara a los demás, yo sólo sería un metal ruidoso o un címbalo que resuena.
1Co 13:2 Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada.
1Co 13:3 Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi cuerpo,* podría jactarme de eso; pero, si no amara a los demás, no habría logrado nada.
1Co 13:4 El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso
1Co 13:5 ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas.
1Co 13:6 No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa.
1Co 13:7 El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.
1Co 13:8 La profecía, el hablar en idiomas desconocidos*, y el conocimiento especial se volverán inútiles. ¡Pero el amor durará para siempre!
1Co 13:9 Ahora nuestro conocimiento es parcial e incompleto, ¡y aun el don de profecía revela sólo una parte de todo el panorama!
1Co 13:10 Pero, cuando llegue el tiempo de la perfección, esas cosas parciales se volverán inútiles.
1Co 13:11 Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño. Pero, cuando crecí, dejé atrás las cosas de niño.
1Co 13:12 Ahora vemos todo de manera imperfecta, como reflejos desconcertantes, pero luego veremos todo con perfecta claridad.* Todo lo que ahora conozco es parcial e incompleto, pero luego conoceré todo por completo, tal como Dios ya me conoce a mí completamente.
1Co 13:13 Tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor.


SALMO 89:19-52

Sal 89:19 Hace mucho tiempo hablaste a tu pueblo fiel en una visión. Dijiste: «He levantado a un guerrero; lo seleccioné de la gente común para que fuera rey.
Sal 89:20 Encontré a mi siervo David; lo ungí con mi aceite santo.
Sal 89:21 Con mi mano lo mantendré firme, con mi brazo poderoso, lo haré fuerte.
Sal 89:22 Sus enemigos no lo vencerán ni lo dominarán los malvados.
Sal 89:23 Aplastaré a sus adversarios frente a él y destruiré a los que lo odian.
Sal 89:24 Mi fidelidad y mi amor inagotable lo acompañarán, y con mi autoridad crecerá en poder.
Sal 89:25 Extenderé su gobierno sobre el mar, su dominio sobre los ríos.
Sal 89:26 Y él clamará a mí: “Tú eres mi Padre, mi Dios y la Roca de mi salvación”.
Sal 89:27 Lo convertiré en mi primer hijo varón, el rey más poderoso de la tierra.
Sal 89:28 Lo amaré y le daré mi bondad para siempre; mi pacto con él nunca tendrá fin.
Sal 89:29 Me aseguraré de que tenga heredero; su trono será interminable, como los días del cielo.
Sal 89:30 Pero, si sus descendientes abandonan mis enseñanzas y dejan de obedecer mis ordenanzas,
Sal 89:31 si desobedecen mis decretos y dejan de cumplir mis mandatos,
Sal 89:32 entonces castigaré su pecado con vara y su desobediencia con azotes.
Sal 89:33 Pero jamás dejaré de amarlo ni de cumplir la promesa que le hice.
Sal 89:34 Por nada romperé mi pacto; no retiraré ni una sola palabra que he dicho.
Sal 89:35 Le hice un juramento a David y por mi santidad no puedo mentir:
Sal 89:36 su dinastía seguirá por siempre; su reino perdurará como el sol.
Sal 89:37 Será tan eterno como la luna, ¡la cual es mi fiel testigo en el cielo!». Interludio
Sal 89:38 Pero ahora lo has rechazado y desechado y estás enojado con tu rey ungido.
Sal 89:39 Has renunciado al pacto que hiciste con él; arrojaste su corona al polvo.
Sal 89:40 Derribaste las murallas que lo protegían y destruiste todo fuerte que lo defendía.
Sal 89:41 Todos los que pasan por allí le han robado, y se ha convertido en la burla de sus vecinos.
Sal 89:42 Has fortalecido a sus enemigos e hiciste que se alegraran.
Sal 89:43 Has hecho inservible su espada y te negaste a ayudarlo en la batalla.
Sal 89:44 Pusiste fin a su esplendor y derrocaste su trono.
Sal 89:45 Lo has hecho envejecer antes de tiempo y lo deshonraste en público. Interludio
Sal 89:46 Oh SEÑOR, ¿hasta cuándo seguirá esto? ¿Te esconderás para siempre? ¿Hasta cuándo arderá tu ira como el fuego?
Sal 89:47 Recuerda lo breve que es mi vida, ¡qué vacía e inútil es la existencia humana!
Sal 89:48 Nadie puede vivir para siempre; todos morirán; nadie puede escapar del poder de la tumba.* Interludio
Sal 89:49 Señor, ¿dónde está tu amor inagotable? Le diste tu palabra a David mediante una promesa fiel.
Sal 89:50 ¡Considera, Señor, cómo pasan vergüenza tus siervos! Llevo en mi corazón los insultos de mucha gente.
Sal 89:51 Tus enemigos se han burlado de mí, oh SEÑOR; se mofan de tu rey ungido por dondequiera que va.
Sal 89:52 ¡Alaben al SEÑOR para siempre! ¡Amén y amén!

LECTURA PARA LA NOCHE

JUECES 17-18

Jue 17:1 Había un hombre llamado Micaía que vivía en la zona montañosa de Efraín.
Jue 17:2 Un día le dijo a su madre: —Te oí maldecir a la persona que te robó mil cien piezas* de plata. Bueno, yo tengo el dinero; fui yo quien lo tomó. —El SEÑOR te bendiga por haberlo admitido —respondió la madre.
Jue 17:3 Entonces él le devolvió el dinero, y ella dijo: —Ahora consagro estas monedas de plata al SEÑOR. En honor a mi hijo, haré tallar una imagen y fundir un ídolo.
Jue 17:4 Así que, cuando Micaía le devolvió el dinero a su madre, ella tomó doscientas monedas de plata y se las dio a un platero, quien las convirtió en una imagen y un ídolo. Y los pusieron en la casa de Micaía.
Jue 17:5 Micaía construyó un santuario para el ídolo e hizo un efod sagrado y algunos ídolos de familia y nombró como su sacerdote personal a uno de sus hijos.
Jue 17:6 En esos días, Israel no tenía rey; cada uno hacía lo que le parecía correcto según su propio criterio.
Jue 17:7 Cierto día llegó a la región un joven levita que vivía en Belén de Judá.
Jue 17:8 Había salido de Belén en busca de otro lugar donde vivir y, viajando, llegó a la zona montañosa de Efraín. Mientras estaba de paso, se detuvo por casualidad en la casa de Micaía.
Jue 17:9 —¿De dónde vienes? —le preguntó Micaía. Él contestó: —Soy un levita de Belén de Judá, y busco un lugar para vivir.
Jue 17:10 —Quédate aquí, conmigo —le dijo Micaía—, y podrás ser un padre y sacerdote para mí. Te daré diez piezas* de plata al año, además de una muda de ropa y comida.
Jue 17:11 El joven levita aceptó y pasó a ser como uno de los hijos de Micaía.
Jue 17:12 Luego Micaía lo nombró su sacerdote personal, y el levita vivió en la casa de Micaía.
Jue 17:13 «Sé que el SEÑOR ahora me bendecirá —dijo Micaía—, porque tengo un levita como sacerdote personal».
Jue 18:1 En esos días, Israel no tenía rey. Y la tribu de Dan buscaba un lugar donde establecerse, porque aún no había entrado en el territorio que se le había asignado cuando se hizo la división de la tierra entre las tribus de Israel.
Jue 18:2 Así que los hombres de Dan escogieron de entre sus clanes a cinco guerreros competentes de las ciudades de Zora y Estaol para que exploraran algún territorio donde la tribu pudiera establecerse. Cuando los guerreros llegaron a la zona montañosa de Efraín, entraron en la casa de Micaía y allí pasaron la noche.
Jue 18:3 Estando en la casa de Micaía, reconocieron el acento del joven levita, así que se le acercaron y le preguntaron: —¿Quién te trajo aquí? ¿Qué haces en este lugar? ¿Por qué estás aquí?
Jue 18:4 Él les contó de su acuerdo con Micaía, quien lo había contratado como su sacerdote personal.
Jue 18:5 Entonces ellos dijeron: —Pregúntale a Dios si nuestro viaje tendrá éxito.
Jue 18:6 —Vayan en paz —respondió el sacerdote— porque el SEÑOR estará vigilando el camino por donde van.
Jue 18:7 Así que los cinco hombres siguieron hasta la ciudad de Lais, donde vieron que los habitantes llevaban una vida despreocupada, igual que los sidonios; eran pacíficos y vivían seguros.* También eran ricos, porque su tierra era muy fértil. Además vivían a gran distancia de Sidón y no tenían ningún aliado cerca.
Jue 18:8 Cuando los hombres regresaron a Zora y a Estaol, sus parientes les preguntaron: —¿Qué encontraron?
Jue 18:9 Los hombres les contestaron: —¡Vamos, ataquémoslos! Hemos visto la tierra, y es muy buena. ¿Qué esperan? No duden en ir y tomar posesión de ella.
Jue 18:10 Cuando lleguen, verán que los habitantes llevan una vida despreocupada. Dios nos ha dado un territorio espacioso y fértil, ¡que no carece de nada!
Jue 18:11 Entonces seiscientos hombres de la tribu de Dan salieron de Zora y de Estaol armados para la guerra.
Jue 18:12 Acamparon en un lugar situado al occidente de Quiriat-jearim, en Judá, por eso hasta el día de hoy se llama Mahne-dan.*
Jue 18:13 Desde allí siguieron hasta la zona montañosa de Efraín y llegaron a la casa de Micaía.
Jue 18:14 Los cinco hombres que habían explorado la tierra alrededor de Lais les explicaron a los demás: «En una de estas casas hay un efod sagrado, algunos ídolos de familia, una imagen tallada y un ídolo fundido. ¿Qué les parece que deberían hacer?».
Jue 18:15 Entonces los cinco hombres se desviaron del camino y fueron hasta la casa de Micaía, donde vivía el joven levita, y lo saludaron amablemente.
Jue 18:16 Mientras los seiscientos guerreros armados de la tribu de Dan vigilaban la entrada de la puerta,
Jue 18:17 los cinco espías entraron al santuario y tomaron la imagen tallada, el efod sagrado, los ídolos de familia y el ídolo fundido. Ahora bien, el sacerdote tambien estaba en la puerta con los seiscientos guerreros armados.
Jue 18:18 Cuando el sacerdote vio que los hombres se llevaban todos los objetos sagrados del santuario de Micaía, les dijo: —¿Qué hacen?
Jue 18:19 —Cállate y ven con nosotros —le dijeron—. Sé un padre y sacerdote para todos nosotros. ¿Acaso no es mejor ser el sacerdote de toda una tribu y un clan de Israel, que de la casa de un solo hombre?
Jue 18:20 Entonces el joven sacerdote estuvo más que dispuesto a ir con ellos, y se llevó consigo el efod sagrado, los ídolos de familia y la imagen tallada.
Jue 18:21 El grupo dio la vuelta y siguió su viaje con sus hijos, el ganado y las posesiones al frente.
Jue 18:22 Cuando los de la tribu de Dan estaban ya bastante lejos de la casa de Micaía, los vecinos de Micaía salieron a perseguirlos.
Jue 18:23 Estaban gritando cuando los alcanzaron. Entonces los hombres de Dan se dieron vuelta y le dijeron a Micaía: —¿Qué te pasa? ¿Por qué has reunido a estos hombres y nos persiguen de esta forma?
Jue 18:24 —¿Cómo me preguntan: “¿Qué te pasa?” —contestó Micaía—. ¡Ustedes se han llevado todos los dioses que yo hice y a mi sacerdote, y no me queda nada!
Jue 18:25 Los hombres de Dan le dijeron: —¡Ten cuidado con lo que dices! Por aquí hay unos hombres de mal genio que podrían enojarse y matarte a ti y a tu familia.
Jue 18:26 Así que los hombres de Dan siguieron su camino. Cuando Micaía vio que eran demasiados para atacarlos, dio la vuelta y regresó a su casa.
Jue 18:27 Luego los hombres de Dan, con los ídolos de Micaía y su sacerdote, llegaron a la ciudad de Lais, donde los habitantes eran pacíficos y vivían seguros. Entonces los atacaron con espadas y quemaron la ciudad hasta reducirla a cenizas.
Jue 18:28 No hubo quien rescatara a los habitantes porque vivían a gran distancia de Sidón y no tenían aliados cerca. Esto sucedió en el valle cerca de Bet-rehob. Después la gente de la tribu de Dan reconstruyó la ciudad para vivir allí
Jue 18:29 y le cambiaron el nombre. La llamaron Dan en honor a su antepasado, el hijo de Israel, aunque originalmente la ciudad se llamaba Lais.
Jue 18:30 Luego colocaron la imagen tallada y nombraron como sacerdote a Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés.* Los miembros de esta familia continuaron siendo sacerdotes para la tribu de Dan hasta el tiempo del Destierro.
Jue 18:31 Así que la tribu de Dan rindió culto a la imagen tallada de Micaía todo el tiempo que el tabernáculo de Dios permaneció en Silo.

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