APOSENTO ALTO

martes, 3 de abril de 2018

LECTURA BÍBLICA 3 DE ABRIL

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    1:21-34

Mar 1:21 Jesús y sus compañeros fueron al pueblo de Capernaúm. Cuando llegó el día de descanso, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar.
Mar 1:22 La gente quedó asombraba de su enseñanza, porque lo hacía con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacían los maestros de la ley religiosa.
Mar 1:23 De pronto, un hombre en la sinagoga, que estaba poseído por un espíritu maligno,* comenzó a gritar:
Mar 1:24 «¿Por qué te entrometes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? ¡Yo sé quién eres: el Santo de Dios!».
Mar 1:25 «¡Cállate! —lo interrumpió Jesús y le ordenó —: ¡Sal de este hombre!».
Mar 1:26 En ese mismo momento, el espíritu soltó un alarido, dio convulsiones al hombre y luego salió de él.
Mar 1:27 El asombro se apoderó de la gente, y todos comenzaron a hablar de lo que había ocurrido. «¿Qué clase de enseñanza nueva es ésta? —se preguntaban con emoción —. ¡Tiene tanta autoridad! ¡Hasta los espíritus malignos obedecen sus órdenes!».
Mar 1:28 Las noticias acerca de Jesús corrieron velozmente por toda la región de Galilea.
Mar 1:29 Después Jesús salió de la sinagoga con Santiago y Juan, y fueron a la casa de Simón y Andrés.
Mar 1:30 Resulta que la suegra de Simón estaba enferma en cama con mucha fiebre. Se lo contaron a Jesús de inmediato.
Mar 1:31 Él se acercó a la cama, la tomó de la mano y la ayudó a sentarse. Entonces la fiebre se fue, y ella les preparó una comida.
Mar 1:32 Esa tarde, después de la puesta del sol, le llevaron a Jesús muchos enfermos y endemoniados.
Mar 1:33 El pueblo entero se juntó en la puerta para mirar.
Mar 1:34 Entonces Jesús sanó a mucha gente que padecía de diversas enfermedades y expulsó a muchos demonios. Pero, como los demonios sabían quién era él, no los dejó hablar.




1 CORINTIOS 2

1Co 2:1 Amados hermanos, la primera vez que los visité, no me valí de palabras elevadas ni de una sabiduría impresionante para contarles acerca del plan secreto de Dios.*
1Co 2:2 Pues decidí que, mientras estuviera con ustedes, olvidaría todo excepto a Jesucristo, el que fue crucificado.
1Co 2:3 Me acerqué a ustedes en debilidad: con timidez y temblor.
1Co 2:4 Y mi mensaje y mi predicación fueron muy sencillos. En lugar de usar discursos ingeniosos y persuasivos, confié solamente en el poder del Espíritu Santo.
1Co 2:5 Lo hice así para que ustedes no confiaran en la sabiduría humana sino en el poder de Dios.
1Co 2:6 Sin embargo, cuando estoy con creyentes maduros, sí hablo con palabras de sabiduría, pero no la clase de sabiduría que pertenece a este mundo o a los gobernantes de este mundo, quienes pronto son olvidados.
1Co 2:7 No, la sabiduría de la que hablamos es el misterio de Dios,* su plan que antes estaba escondido, aunque él lo hizo para nuestra gloria final aún antes que comenzara el mundo.
1Co 2:8 Pero los gobernantes de este mundo no lo entendieron; si lo hubieran hecho, no habrían crucificado a nuestro glorioso Señor.
1Co 2:9 A eso se refieren las Escrituras cuando dicen: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha imaginado, lo que Dios tiene preparado para quienes lo aman»*.
1Co 2:10 Pero* fue a nosotros a quienes Dios reveló esas cosas por medio de su Espíritu. Pues su Espíritu investiga todo a fondo y nos muestra los secretos profundos de Dios.
1Co 2:11 Nadie puede conocer los pensamientos de una persona excepto el propio espíritu de esa persona y nadie puede conocer los pensamientos de Dios excepto el propio Espíritu de Dios.
1Co 2:12 Y nosotros hemos recibido el Espíritu de Dios (no el espíritu del mundo), de manera que podemos conocer las cosas maravillosas que Dios nos ha regalado.
1Co 2:13 Les decimos estas cosas sin emplear palabras que provienen de la sabiduría humana. En cambio, hablamos con palabras que el Espíritu nos da, usamos las palabras del Espíritu para explicar las verdades espirituales.*
1Co 2:14 Pero los que no son espirituales* no pueden recibir esas verdades de parte del Espíritu de Dios. Todo les suena ridículo y no pueden entenderlo, porque sólo los que son espirituales pueden entender lo que el Espíritu quiere decir.
1Co 2:15 Los que son espirituales pueden evaluar todas las cosas, pero ellos mismos no pueden ser evaluados por otros.
1Co 2:16 Pues, «¿Quién puede conocer los pensamientos del SEÑOR? ¿Quién sabe lo suficiente para enseñarle a él?”*. Pero nosotros entendemos estas cosas porque tenemos la mente de Cristo.


SALMO 74

Sal 74:1 
Salmo* de Asaf.
Oh Dios, ¿por qué nos has rechazado tanto tiempo? ¿Por qué es tan intensa tu ira contra las ovejas de tu propia manada?
Sal 74:2 Recuerda que somos el pueblo que elegiste hace tanto tiempo, ¡la tribu a la cual redimiste como tu posesión más preciada! Y acuérdate de Jerusalén,* tu hogar aquí en la tierra.
Sal 74:3 Camina por las espantosas ruinas de la ciudad; mira cómo el enemigo ha destruido tu santuario.
Sal 74:4 Allí tus enemigos dieron gritos victoriosos de guerra; allí levantaron sus estandartes de batalla.
Sal 74:5 Blandieron sus hachas como leñadores en el bosque.
Sal 74:6 Con hachas y picos, destrozaron los paneles tallados.
Sal 74:7 Redujeron tu santuario a cenizas; profanaron el lugar que lleva tu nombre.
Sal 74:8 Luego pensaron: «¡Destruyamos todo!». Entonces quemaron por completo todos los lugares de adoración a Dios.
Sal 74:9 Ya no vemos tus señales milagrosas; ya no hay más profetas, y nadie puede decirnos cuándo acabará todo esto.
Sal 74:10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, dejarás que tus enemigos te insulten? ¿Permitirás que deshonren tu nombre para siempre?
Sal 74:11 ¿Por qué contienes tu fuerte brazo derecho? Descarga tu poderoso puño y destrúyelos.
Sal 74:12 Tú, oh Dios, eres mi rey desde hace siglos, traes salvación a la tierra.
Sal 74:13 Dividiste el mar con tu fuerza y les rompiste la cabeza a los monstruos marinos.
Sal 74:14 Aplastaste las cabezas de Leviatán* y dejaste que se lo comieran los animales del desierto.
Sal 74:15 Hiciste que brotaran los manantiales y los arroyos, y secaste ríos que jamás se secan.
Sal 74:16 Tanto el día como la noche te pertenecen; tú creaste el sol y la luz de las estrellas.*
Sal 74:17 Estableciste los límites de la tierra e hiciste el verano así como el invierno.
Sal 74:18 Mira cómo te insultan estos enemigos, SEÑOR; una nación insensata ha deshonrado tu nombre.
Sal 74:19 No permitas que estas bestias salvajes destruyan a tus tórtolas; no te olvides para siempre de tu pueblo dolido.
Sal 74:20 Recuerda las promesas de tu pacto, ¡porque la tierra está llena de oscuridad y violencia!
Sal 74:21 No permitas que humillen otra vez a los oprimidos, en cambio, deja que el pobre y el necesitado alaben tu nombre.
Sal 74:22 Levántate, oh Dios, y defiende tu causa; recuerda cómo te insultan estos necios todo el día.
Sal 74:23 No pases por alto lo que han dicho tus enemigos ni su creciente alboroto.

LECTURA PARA LA NOCHE

JOSUÉ 6-7

Jos 6:1 Ahora bien, las puertas de Jericó estaban bien cerradas, porque la gente tenía miedo de los israelitas. A nadie se le permitía entrar ni salir.
Jos 6:2 Pero el SEÑOR le dijo a Josué: «Te he entregado Jericó, a su rey y a todos sus guerreros fuertes.
Jos 6:3 Tú y tus hombres de guerra marcharán alrededor de la ciudad una vez al día durante seis días.
Jos 6:4 Siete sacerdotes caminarán delante del arca; cada uno llevará un cuerno de carnero. El séptimo día, marcharán alrededor de la ciudad siete veces mientras los sacerdotes tocan los cuernos.
Jos 6:5 Cuando oigas a los sacerdotes dar un toque prolongado con los cuernos de carnero, haz que todo el pueblo grite lo más fuerte que pueda. Entonces los muros de la ciudad se derrumbarán, y el pueblo irá directo a atacar la ciudad».
Jos 6:6 Entonces Josué reunió a los sacerdotes y les dijo: «Tomen el arca del pacto del SEÑOR y asignen a siete sacerdotes para que caminen delante de ella, cada uno con un cuerno de carnero».
Jos 6:7 Después, dio estas órdenes al pueblo: «Marchen alrededor de la ciudad, los hombres armados irán al frente, delante del arca del SEÑOR».
Jos 6:8 Después de que Josué le habló al pueblo, los siete sacerdotes con los cuernos de carnero comenzaron a marchar en la presencia del SEÑOR sonando los cuernos mientras marchaban, y el arca del pacto del SEÑOR los seguía.
Jos 6:9 Algunos de los hombres armados marchaban delante de los sacerdotes que llevaban los cuernos, y otros iban detrás del arca mientras los sacerdotes seguían sonando los cuernos.
Jos 6:10 «No griten, ni siquiera hablen —ordenó Josué—. Que no salga ni una sola palabra de ninguno de ustedes hasta que yo les diga que griten. ¡Entonces griten!».
Jos 6:11 Así que, ese día, llevaron el arca del SEÑOR alrededor de la ciudad sólo una vez, y luego todos regresaron para pasar la noche en el campamento.
Jos 6:12 Josué se levantó temprano a la mañana siguiente y, una vez más, los sacerdotes cargaron el arca del SEÑOR.
Jos 6:13 Los siete sacerdotes marcharon delante del arca del SEÑOR sonando los cuernos de carnero. Los hombres armados marcharon delante de los sacerdotes que llevaban los cuernos y detrás del arca del SEÑOR. Durante todo ese tiempo, los sacerdotes no dejaron de sonar los cuernos.
Jos 6:14 Ese segundo día, volvieron a marchar alrededor de la ciudad sólo una vez y regresaron al campamento. Hicieron lo mismo durante seis días seguidos.
Jos 6:15 El séptimo día, los israelitas se levantaron al amanecer y marcharon alrededor de la ciudad como lo habían hecho los días anteriores; pero esta vez, dieron siete vueltas alrededor de la ciudad.
Jos 6:16 En la séptima vuelta, mientras los sacerdotes daban el toque prolongado con los cuernos, Josué les ordenó a los israelitas: «¡Griten, porque el SEÑOR les ha entregado la ciudad!
Jos 6:17 Jericó y todo lo que hay en la ciudad deben ser destruidos* por completo como una ofrenda al SEÑOR. Sólo se les perdonará la vida a Rahab, la prostituta, y a los que se encuentren en su casa, porque ella protegió a nuestros espías.
Jos 6:18 »No se queden con ninguna cosa que esté destinada para ser destruida, pues, de lo contrario, ustedes mismos serán destruidos por completo y traerán desgracia al campamento de Israel.
Jos 6:19 Todo lo que esté hecho de plata, de oro, de bronce o de hierro pertenece al SEÑOR y por eso es sagrado, así que colóquenlo en el tesoro del SEÑOR».
Jos 6:20 Cuando el pueblo oyó el sonido de los cuernos de carnero, gritó con todas sus fuerzas. De repente, los muros de Jericó se derrumbaron, y los israelitas fueron directo al ataque de la ciudad y la tomaron.
Jos 6:21 Con sus espadas, destruyeron por completo todo lo que había en la ciudad, incluidos hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, ovejas, cabras, burros y todo el ganado.
Jos 6:22 Mientras tanto, Josué les dijo a los dos espías: «Cumplan su promesa con la prostituta. Vayan a su casa y sáquenla de allí junto con toda su familia».
Jos 6:23 Entonces los hombres que habían sido espías entraron en la casa y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y a todos los demás parientes que estaban con ella. Trasladaron a toda la familia a un lugar seguro, cerca del campamento de Israel.
Jos 6:24 Luego los israelitas quemaron la ciudad y todo lo que había en ella. Sólo conservaron las cosas hechas de plata, de oro, de bronce y de hierro para el tesoro de la casa del SEÑOR.
Jos 6:25 Así que Josué le perdonó la vida a la prostituta Rahab y a los parientes que estaban en su casa, porque ella escondió a los espías que él había enviado a Jericó. Y Rahab vive con los israelitas hasta el día de hoy.
Jos 6:26 En esa ocasión, Josué pronunció la siguiente maldición: «Que la maldición del SEÑOR caiga sobre cualquiera que intente reconstruir la ciudad de Jericó. A costa de su hijo mayor, pondrá sus cimientos. A costa de su hijo menor, pondrá sus puertas».
Jos 6:27 Así que el SEÑOR estaba con Josué, y la fama de Josué se extendió por todo el territorio.
Jos 7:1 Sin embargo, Israel desobedeció las instrucciones sobre lo que debía ser apartado para el SEÑOR.* Un hombre llamado Acán había robado algunas de esas cosas consagradas, así que el SEÑOR estaba muy enojado con los israelitas. Acán era hijo de Carmi, un descendiente de Zimri,* hijo de Zera, de la tribu de Judá.
Jos 7:2 Josué envió a algunos de sus hombres desde Jericó para que espiaran la ciudad de Hai, que está al oriente de Betel, cerca de Bet-avén.
Jos 7:3 Cuando regresaron, le dijeron a Josué: «No es necesario que todos vayamos a Hai; bastará con dos mil o tres mil hombres para atacar la ciudad. Dado que ellos son tan pocos, no hagas que todo nuestro pueblo se canse teniendo que subir hasta allí».
Jos 7:4 Así que enviaron a unos tres mil guerreros, pero fueron completamente derrotados. Los hombres de Hai
Jos 7:5 persiguieron a los israelitas desde la puerta de la ciudad hasta las canteras* y mataron como a treinta y seis que iban en retirada por la ladera. Los israelitas quedaron paralizados de miedo ante esto, y su valentía se desvaneció.
Jos 7:6 Entonces Josué y los ancianos de Israel rasgaron sus ropas en señal de aflicción, se echaron polvo sobre la cabeza y se inclinaron rostro en tierra ante el arca del SEÑOR hasta que cayó la tarde.
Jos 7:7 Entonces Josué clamó: —Oh, Soberano SEÑOR, ¿por qué nos hiciste cruzar el río Jordán si vas a dejar que los amorreos nos maten? ¡Si tan sólo nos hubiéramos conformado con quedarnos del otro lado!
Jos 7:8 Señor, ¿qué puedo decir ahora que Israel tuvo que huir de sus enemigos?
Jos 7:9 Pues cuando los cananeos y todos los demás pueblos de la región oigan lo que pasó, nos rodearán y borrarán nuestro nombre de la faz de la tierra. Y entonces, ¿qué pasará con la honra de tu gran nombre?
Jos 7:10 Pero el SEÑOR le dijo a Josué: —¡Levántate! ¿Por qué estás ahí con tu rostro en tierra?
Jos 7:11 ¡Israel ha pecado y ha roto mi pacto! Robaron de lo que les ordené que apartaran para mí. Y no sólo robaron sino que además mintieron y escondieron los objetos robados entre sus pertenencias.
Jos 7:12 Por esa razón, los israelitas huyen derrotados de sus enemigos. Ahora Israel mismo será apartado para destrucción. No seguiré más con ustedes a menos que destruyan esas cosas que guardaron y que estaban destinadas para ser destruidas.
Jos 7:13 »¡Levántate! Ordénale al pueblo que se purifique, a fin de prepararse para mañana. Pues esto dice el SEÑOR, Dios de Israel: “En medio de ti, oh Israel, están escondidas las cosas apartadas para el SEÑOR. Nunca derrotarás a tus enemigos hasta que quites esas cosas que tienes en medio de ti”.
Jos 7:14 »Mañana por la mañana, deberán presentarse por tribus, y el SEÑOR señalará a la tribu del culpable. Esa tribu, con sus clanes, deberá dar un paso al frente, y el SEÑOR señalará al clan culpable. Entonces ese clan dará un paso al frente, y el SEÑOR señalará a la familia culpable. Por último, cada miembro de la familia culpable deberá dar un paso al frente, uno por uno.
Jos 7:15 El que haya robado de lo que estaba destinado para ser destruido será quemado con fuego, junto con todo lo que tiene, porque ha roto el pacto del SEÑOR y ha hecho algo horrible en Israel.
Jos 7:16 Temprano a la mañana siguiente, Josué presentó a las tribus de Israel delante del SEÑOR, y la tribu de Judá fue la señalada.
Jos 7:17 Entonces los clanes de Judá dieron un paso al frente, y el clan de Zera fue el señalado. Luego las familias de Zera dieron un paso al frente, y la familia de Zimri fue la señalada.
Jos 7:18 Por último, a cada miembro de la familia de Zimri se le hizo pasar al frente uno por uno, y Acán fue el señalado.
Jos 7:19 Entonces Josué le dijo a Acán: —Hijo mío, da gloria al SEÑOR, Dios de Israel, y di la verdad. Confiesa y dime lo que has hecho. No me lo escondas.
Jos 7:20 Acán respondió: —¡Es cierto! He pecado contra el SEÑOR, Dios de Israel.
Jos 7:21 Entre el botín, vi un hermoso manto de Babilonia,* doscientas monedas de plata* y una barra de oro que pesaba más de medio kilo.* Los deseaba tanto que los tomé. Está todo enterrado debajo de mi carpa; la plata la enterré aún más profundo que el resto de las cosas.
Jos 7:22 Así que Josué envió a algunos hombres para que investigaran. Ellos fueron corriendo a la carpa y encontraron allí escondidos los objetos robados, tal como Acán había dicho, con la plata enterrada debajo del resto.
Jos 7:23 Entonces tomaron las cosas de la carpa y se las llevaron a Josué y a los demás israelitas. Luego las pusieron sobre el suelo, en la presencia del SEÑOR.
Jos 7:24 Después, Josué y todos los israelitas tomaron a Acán junto con la plata, el manto y la barra de oro, también tomaron a sus hijos e hijas, su ganado, sus asnos, sus ovejas, sus cabras, su carpa y todo lo que él tenía y los llevaron al valle de Acor.
Jos 7:25 Luego Josué le dijo a Acán: «¿Por qué nos has traído esta desgracia? Ahora el SEÑOR te traerá desgracia a ti». Entonces todos los israelitas apedrearon a Acán y a su familia, y quemaron los cuerpos.
Jos 7:26 Apilaron un montón de piedras sobre Acán, las cuales siguen allí hasta el día de hoy. Por eso, desde entonces, al lugar se le llama valle de la Desgracia.* Así el SEÑOR dejó de estar enojado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario