APOSENTO ALTO

jueves, 19 de abril de 2018

LECTURA BÍBLICA 19 DE ABRIL

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    7:24-37

Mar 7:24 Luego Jesús salió de Galilea y se dirigió al norte, a la región de Tiro.* No quería que nadie supiera en qué casa se hospedaba, pero no pudo ocultarlo.
Mar 7:25 Enseguida una mujer que había oído de él se acercó y cayó a sus pies. Su hijita estaba poseída por un espíritu maligno,*
Mar 7:26 y ella le suplicó que expulsara al demonio de su hija. Como la mujer no era judía, sino nacida en la región de Fenicia que está en Siria,
Mar 7:27 Jesús le dijo: —Primero debo alimentar a los hijos, a mi propia familia, los judíos.* No está bien tomar la comida de los hijos y arrojársela a los perros.
Mar 7:28 —Es verdad, Señor —respondió ella—, pero hasta a los perros que están debajo de la mesa se les permite comer las sobras del plato de los hijos.
Mar 7:29 —¡Buena respuesta! —le dijo Jesús —. Ahora vete a tu casa, porque el demonio ha salido de tu hija.
Mar 7:30 Y, cuando ella llegó a su casa, encontró a su hijita tranquila recostada en la cama, y el demonio se había ido.
Mar 7:31 Jesús salió de Tiro y subió hasta Sidón antes de regresar al mar de Galilea y a la región de las Diez Ciudades.*
Mar 7:32 Le trajeron a un hombre sordo con un defecto del habla, y la gente le suplicó a Jesús que pusiera sus manos sobre el hombre para sanarlo.
Mar 7:33 Jesús lo llevó aparte de la multitud para poder estar a solas con él. Metió sus dedos en los oídos del hombre. Después escupió sobre sus propios dedos y tocó la lengua del hombre.
Mar 7:34 Mirando al cielo, suspiró y dijo: «Efatá», que significa «¡Ábranse!».
Mar 7:35 Al instante el hombre pudo oír perfectamente bien y se le desató la lengua, de modo que hablaba con total claridad.
Mar 7:36 Jesús le dijo a la multitud que no lo contaran a nadie, pero cuanto más les pedía que no lo hicieran, tanto más hacían correr la voz.
Mar 7:37 Quedaron completamente asombrados y decían una y otra vez: «Todo lo que él hace es maravilloso. Hasta hace oír a los sordos y da la capacidad de hablar al que no puede hacerlo».



1 CORINTIOS 12:14-31

1Co 12:14 Así es, el cuerpo consta de muchas partes diferentes, no de una sola parte.
1Co 12:15 Si el pie dijera: «No formo parte del cuerpo porque no soy mano», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo.
1Co 12:16 Y, si la oreja dijera: «No formo parte del cuerpo porque no soy ojo», ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo?
1Co 12:17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿cómo podríamos oír? O, si todo el cuerpo fuera oreja, ¿cómo podríamos oler?
1Co 12:18 Pero nuestro cuerpo tiene muchas partes, y Dios ha puesto cada parte justo donde él quiere.
1Co 12:19 ¡Qué extraño sería el cuerpo si tuviera sólo una parte!
1Co 12:20 Efectivamente, hay muchas partes, pero un solo cuerpo.
1Co 12:21 El ojo nunca puede decirle a la mano: «No te necesito». La cabeza tampoco puede decirle al pie: «No te necesito».
1Co 12:22 De hecho, algunas partes del cuerpo que parecieran las más débiles y menos importantes, en realidad, son las más necesarias.
1Co 12:23 Y las partes que consideramos menos honorables son las que vestimos con más esmero. Así que protegemos con mucho cuidado esas partes que no deberían verse,
1Co 12:24 mientras que las partes más honorables no precisan esa atención especial. Por eso Dios ha formado el cuerpo de tal manera que se les dé más honor y cuidado a esas partes que tienen menos dignidad.
1Co 12:25 Esto hace que haya armonía entre los miembros a fin de que los miembros se preocupen los unos por los otros.
1Co 12:26 Si una parte sufre, las demás partes sufren con ella y, si a una parte se le da honra, todas las partes se alegran.
1Co 12:27 Todos ustedes en conjunto son el cuerpo de Cristo, y cada uno de ustedes es parte de ese cuerpo.
1Co 12:28 A continuación hay algunas de las partes que Dios ha designado para la iglesia: en primer lugar, los apóstoles, en segundo lugar, los profetas, en tercer lugar, los maestros, luego los que hacen milagros, los que tienen el don de sanidad, los que pueden ayudar a otros, los que tienen el don de liderazgo, los que hablan en idiomas desconocidos.
1Co 12:29 ¿Acaso somos todos apóstoles? ¿Somos todos profetas? ¿Somos todos maestros? ¿Tenemos todos el poder de hacer milagros?
1Co 12:30 ¿Tenemos todos el don de sanidad? ¿Tenemos todos la capacidad de hablar en idiomas desconocidos? ¿Tenemos todos la capacidad de interpretar idiomas desconocidos? ¡Por supuesto que no!
1Co 12:31 Por lo tanto, ustedes deberían desear encarecidamente los dones que son de más ayuda. Pero ahora déjenme mostrarles una manera de vida que supera a todas las demás.



SALMO 89:1-18

Sal 89:1 
Salmo* de Etán el ezraíta.
¡Siempre cantaré acerca del amor inagotable del SEÑOR! Jóvenes y ancianos oirán de tu fidelidad.
Sal 89:2 Tu amor inagotable durará para siempre; tu fidelidad es tan perdurable como los cielos.
Sal 89:3 Dijo el SEÑOR: «Hice un pacto con David, mi siervo escogido. Le hice este juramento:
Sal 89:4 “Estableceré a tus descendientes como reyes para siempre; se sentarán en tu trono desde ahora y hasta la eternidad”». Interludio
Sal 89:5 Todo el cielo alabará tus grandes maravillas, SEÑOR; multitud de ángeles te alabarán por tu fidelidad.
Sal 89:6 Pues, ¿quién se compara con el SEÑOR en todo el cielo? ¿Qué ángel poderosísimo se asemeja en algo al SEÑOR?
Sal 89:7 Los poderes angélicos más altos quedan en reverencia ante Dios con temor; él es mucho más imponente que todos los que rodean su trono.
Sal 89:8 ¡Oh SEÑOR Dios de los Ejércitos Celestiales! ¿Dónde hay alguien tan poderoso como tú, SEÑOR? Eres totalmente fiel.
Sal 89:9 Gobiernas los océanos; dominas las olas embravecidas por la tormenta.
Sal 89:10 Aplastas al gran monstruo marino;* dispersas a tus enemigos con tu brazo poderoso.
Sal 89:11 Los cielos te pertenecen y la tierra también; todo lo que hay en el mundo es tuyo; tú lo creaste todo.
Sal 89:12 Creaste el Norte y el Sur; el monte Tabor y el monte Hermón alaban tu nombre.
Sal 89:13 ¡Poderoso es tu brazo! ¡Fuerte es tu mano! Tu mano derecha se levanta en alto con gloriosa fuerza.
Sal 89:14 La rectitud y la justicia son el cimiento de tu trono; el amor inagotable y la verdad van como séquito delante de ti.
Sal 89:15 Felices son los que oyen el alegre llamado a la adoración, porque caminarán a la luz de tu presencia, SEÑOR.
Sal 89:16 Todo el día se alegran de tu maravillosa fama; se regocijan por tu justicia.
Sal 89:17 Tú eres la fuerza gloriosa de ellos. A ti te agrada hacernos fuertes.
Sal 89:18 Así es, nuestra protección viene del SEÑOR, y él, el Santo de Israel, nos ha dado nuestro rey.


LECTURA PARA LA NOCHE

JUECES 16

Jue 16:1 Cierto día Sansón fue a la ciudad filistea de Gaza y pasó la noche con una prostituta.
Jue 16:2 Pronto corrió la voz* de que Sansón estaba allí, así que los hombres de Gaza se reunieron y esperaron toda la noche en las puertas de la ciudad. Se mantuvieron en silencio durante la noche mientras se decían: «Con la luz de la mañana, lo mataremos».
Jue 16:3 Pero Sansón estuvo acostado solamente hasta la medianoche. Luego se levantó, agarró las puertas de la ciudad con los dos postes y las levantó con tranca y todo. Se las puso sobre los hombros y las llevó a cuestas hasta la cima de la colina situada frente a Hebrón.
Jue 16:4 Tiempo después, Sansón se enamoró de una mujer llamada Dalila, que vivía en el valle de Sorec.
Jue 16:5 Los gobernantes de los filisteos fueron a verla y le dijeron: «Seduce a Sansón para que te diga qué lo hace tan fuerte, y cómo es posible dominarlo y atarlo sin que se suelte. Luego, cada uno de nosotros te dará mil cien piezas* de plata».
Jue 16:6 Así que Dalila le dijo a Sansón: —Dime, por favor, qué te hace tan fuerte, y con qué podrían amarrarte sin que te liberes.
Jue 16:7 Sansón respondió: —Si me ataran con siete cuerdas de arco que sean nuevas y que aún no se hayan secado, me volvería tan débil como cualquier otro hombre.
Jue 16:8 Entonces los gobernantes filisteos le llevaron a Dalila siete cuerdas nuevas, y con ellas ató a Sansón.
Jue 16:9 Dalila había escondido a algunos hombres en una de las habitaciones internas de su casa, y gritó: «¡Sansón! ¡Los filisteos han venido a capturarte!»; pero Sansón rompió las cuerdas de arco como se rompe una cuerda cuando la quema el fuego. Así que no descubrieron el secreto de su fuerza.
Jue 16:10 Después Dalila le dijo: —¡Hasta ahora te has burlado de mí y me has dicho mentiras! Así que, por favor, dime cómo es posible amarrarte sin que te liberes.
Jue 16:11 Sansón respondió: —Si me ataran con sogas totalmente nuevas, que nunca se hayan usado, me volvería tan débil como cualquier otro hombre.
Jue 16:12 Así que Dalila tomó sogas nuevas y ató a Sansón con ellas. Los hombres estaban escondidos en otra habitación como antes, y de nuevo Dalila gritó: «¡Sansón! ¡Los filisteos han venido a capturarte!»; pero otra vez Sansón rompió las sogas que le ataban los brazos como si fueran hilos.
Jue 16:13 Entonces Dalila dijo: —¡Hasta ahora te has burlado de mí y me has dicho mentiras! Dime ya cómo es posible amarrarte sin que te liberes. Sansón respondió: —Si entretejieras las siete trenzas de mi cabello con la tela del telar y lo aseguraras con la lanzadera del telar, me volvería tan débil como cualquier otro hombre. Así que, mientras él dormía, Dalila le entretejió las siete trenzas del cabello con la tela.
Jue 16:14 Después la aseguró con la lanzadera del telar.* Una vez más gritó: «¡Sansón! ¡Los filisteos han venido a capturarte!»; pero Sansón se despertó, arrancó la lanzadera del telar y sacó de un tirón su cabello del telar y de la tela.
Jue 16:15 Entonces Dalila, haciendo pucheros, le dijo: «¿Cómo puedes decirme “te amo” si no me confías tus secretos? ¡Ya te has burlado de mí tres veces y aún no me has dicho lo que te hace tan fuerte!».
Jue 16:16 Día tras día lo estuvo fastidiando hasta que se hartó de tanta insistencia.
Jue 16:17 Entonces finalmente Sansón le reveló su secreto: «Nunca se me ha cortado el cabello —le confesó—, porque fui consagrado a Dios como nazareo desde mi nacimiento. Si me raparan la cabeza, perdería la fuerza, y me volvería tan débil como cualquier otro hombre».
Jue 16:18 Así que Dalila se dio cuenta de que por fin Sansón le había dicho la verdad, y mandó llamar a los gobernantes filisteos. «Vuelvan una vez más —les dijo—, porque al fin me reveló su secreto». Entonces los gobernantes filisteos volvieron con el dinero en las manos.
Jue 16:19 Dalila arrulló a Sansón hasta dormirlo con la cabeza sobre su regazo, y luego hizo entrar a un hombre para que le afeitara las siete trenzas del cabello. De esa forma, comenzó a debilitarlo,* y la fuerza lo abandonó.
Jue 16:20 Entonces ella gritó: «¡Sansón! ¡Los filisteos han venido a capturarte!». Cuando se despertó, pensó: «Haré como antes y enseguida me liberaré»; pero no se daba cuenta de que el SEÑOR lo había abandonado.
Jue 16:21 Así que los filisteos lo capturaron y le sacaron los ojos. Se lo llevaron a Gaza, donde lo ataron con cadenas de bronce y lo obligaron a moler grano en la prisión.
Jue 16:22 Pero en poco tiempo, el cabello comenzó a crecerle otra vez.
Jue 16:23 Entonces los gobernantes filisteos se juntaron para celebrar un gran festival, en el que ofrecían sacrificios y alababan a su dios Dagón diciendo: «¡Nuestro dios nos ha dado la victoria sobre Sansón, nuestro enemigo!».
Jue 16:24 Cuando el pueblo vio a Sansón, también alabó a su dios diciendo: «¡Nuestro dios nos ha entregado a nuestro enemigo! ¡El que mató a tantos de nosotros ahora está en nuestro poder!».
Jue 16:25 Los presentes, ya medio borrachos, exigieron: «¡Traigan a Sansón para que nos divierta!». Así que lo sacaron de la prisión para que los entretuviera, y lo pusieron de pie entre las columnas que sostenían la azotea.
Jue 16:26 Sansón le dijo al joven sirviente que lo llevaba de la mano: «Pon mis manos sobre las columnas que sostienen el templo. Quiero recostarme en ellas».
Jue 16:27 Ahora bien, el templo estaba totalmente lleno de gente. Todos los gobernantes filisteos estaban presentes, y en la azotea había cerca de tres mil hombres y mujeres, mirando el entretenimiento de Sansón.
Jue 16:28 Entonces Sansón oró al SEÑOR: «Soberano SEÑOR, acuérdate de mí otra vez. Oh Dios, te ruego que me fortalezcas sólo una vez más. Con un solo golpe, déjame vengarme de los filisteos por la pérdida de mis dos ojos».
Jue 16:29 Entonces Sansón apoyó las manos sobre las dos columnas centrales que sostenían el templo; las empujó con ambas manos
Jue 16:30 y pidió en oración: «Déjame morir con los filisteos». Y el templo se derrumbó sobre los gobernantes filisteos y todos los demás presentes. De esa manera, Sansón mató más personas al morir, que las que había matado durante toda su vida.
Jue 16:31 Más tarde, sus hermanos y otros parientes descendieron a la ciudad para recoger su cuerpo. Lo llevaron de regreso a su tierra y lo enterraron entre Zora y Estaol, donde estaba enterrado Manoa, su padre. Sansón fue juez de Israel durante veinte años.

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