APOSENTO ALTO

martes, 17 de abril de 2018

LECTURA BÍBLICA 17 DE ABRIL

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    6:45-46

Mar 6:45 Inmediatamente después, Jesús insistió en que sus discípulos regresaran a la barca y comenzaran a cruzar el lago hacia Betsaida mientras él enviaba a la gente a casa.
Mar 6:46 Después de despedirse de la gente, subió a las colinas para orar a solas.
Mar 6:47 Muy tarde esa misma noche, los discípulos estaban en la barca en medio del lago y Jesús estaba en tierra, solo.
Mar 6:48 Jesús vio que ellos se encontraban en serios problemas, pues remaban con mucha fuerza y luchaban contra el viento y las olas. A eso de las tres de la madrugada,* Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua. Su intención era pasarlos de largo
Mar 6:49 pero, cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, gritaron de terror pues pensaron que era un fantasma.
Mar 6:50 Todos quedaron aterrados al verlo. Pero Jesús les habló de inmediato: «¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí!* ¡No tengan miedo!».
Mar 6:51 Entonces subió a la barca, y el viento se detuvo. Ellos estaban totalmente asombrados
Mar 6:52 porque todavía no entendían el significado del milagro de los panes. Tenían el corazón demasiado endurecido para comprenderlo.
Mar 6:53 Después de cruzar el lago, arribaron a Genesaret. Llevaron la barca hasta la orilla
Mar 6:54 y bajaron. Los habitantes reconocieron a Jesús enseguida
Mar 6:55 y corrieron por toda la región llevando a los enfermos en camillas hasta donde oían que él estaba.
Mar 6:56 Por donde iba —fueran aldeas, ciudades o granjas —le llevaban enfermos a las plazas. Le suplicaban que permitiera a los enfermos tocar al menos el fleco de su túnica, y todos los que tocaban a Jesús eran sanados.




1 CORINTIOS 11:17-34

1Co 11:17 Pero, en las siguientes instrucciones, no puedo elogiarlos. Pues parece que hacen más daño que bien cuando se juntan.
1Co 11:18 Primero, oigo que hay divisiones entre ustedes cuando se reúnen como iglesia y, hasta cierto punto, lo creo.
1Co 11:19 Pero, ¡por supuesto que tiene que haber divisiones entre ustedes, para que los que tienen la aprobación de Dios sean reconocidos!
1Co 11:20 Cuando ustedes se reúnen, la verdad es que no les interesa la Cena del Señor.
1Co 11:21 Pues algunos se apresuran a comer su propia comida y no la comparten con los demás. Como resultado, algunos se quedan con hambre mientras que otros se emborrachan.
1Co 11:22 ¿Qué? ¿Acaso no tienen sus propias casas para comer y beber? ¿O de veras quieren deshonrar a la iglesia de Dios y avergonzar a los pobres? ¿Qué se supone que debo decir? ¿Quieren que los elogie? Pues bien, ¡de ninguna manera los elogiaré por esto!
1Co 11:23 Pues yo les transmito lo que recibí del Señor mismo. La noche en que fue traicionado, el Señor Jesús tomó pan
1Co 11:24 y dio gracias a Dios por ese pan. Luego lo partió en trozos y dijo: «Esto es mi cuerpo, el cual es entregado por ustedes.* Hagan esto en memoria de mí».
1Co 11:25 De la misma manera, tomó en sus manos la copa de vino después de la cena, y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto entre Dios y su pueblo, un acuerdo confirmado con mi sangre. Hagan esto en memoria de mí todas las veces que la beban».
1Co 11:26 Pues, cada vez que coman este pan y beban de esta copa, anuncian la muerte del Señor hasta que él vuelva.
1Co 11:27 Por lo tanto, cualquiera que coma este pan o beba de esta copa del Señor en forma indigna es culpable de pecar contra* el cuerpo y la sangre del Señor.
1Co 11:28 Por esta razón, cada uno debería examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa.
1Co 11:29 Pues, si alguno come el pan y bebe de la copa sin honrar el cuerpo de Cristo,* come y bebe el juicio de Dios sobre sí mismo.
1Co 11:30 Esa es la razón por la que muchos de ustedes son débiles y están enfermos y algunos incluso han muerto.
1Co 11:31 Pero, si nos examináramos a nosotros mismos, Dios no nos juzgaría de esa manera.
1Co 11:32 Sin embargo, cuando el Señor nos juzga, nos está disciplinado para que no seamos condenados junto con el mundo.
1Co 11:33 Así que, mis amados hermanos, cuando se reúnan para la Cena del Señor, espérense unos a otros.
1Co 11:34 Si de veras tienen hambre, que cada uno coma en su casa, a fin de no traer juicio sobre ustedes mismos cuando se reúnan. Les daré instrucciones sobre los demás asuntos después de mi llegada.


SALMO 87

Sal 87:1 
Cántico. Salmo de los descendientes de Coré.
En el monte santo está la ciudad fundada por el SEÑOR.
Sal 87:2 Él ama la ciudad de Jerusalén más que cualquier otra de Israel.*
Sal 87:3 Oh ciudad de Dios, ¡qué cosas gloriosas se dicen de ti!. Interludio
Sal 87:4 Incluiré a Egipto* y a Babilonia entre los que me conocen, también a Filistea y a Tiro, e incluso a la distante Etiopía.* ¡Ahora todas son ciudadanas de Jerusalén!
Sal 87:5 Con respecto a Jerusalén* se dirá: «Allí todos disfrutan de los derechos de ciudadanía». Y el Altísimo en persona bendecirá a esa ciudad.
Sal 87:6 Cuando el SEÑOR escriba en el registro a las naciones, dirá: «Ahora todas son ciudadanas de Jerusalén». Interludio
Sal 87:7 La gente tocará flautas* y cantará: «¡La fuente de mi vida brota de Jerusalén!».

LECTURA PARA LA NOCHE

JUECES 10-12

Jue 10:1 Después de la muerte de Abimelec, la siguiente persona que rescató a Israel fue Tola, hijo de Puá, hijo de Dodo. Era de la tribu de Isacar pero vivía en la ciudad de Samir, en la zona montañosa de Efraín.
Jue 10:2 Fue juez de Israel durante veintitrés años. Cuando murió, lo enterraron en Samir.
Jue 10:3 Después de la muerte de Tola, Jair, de Galaad, fue juez de Israel durante veintidós años.
Jue 10:4 Sus treinta hijos cabalgaban sobre treinta burros y eran dueños de treinta ciudades en la tierra de Galaad, que aún se llaman las Ciudades de Jair.*
Jue 10:5 Cuando murió Jair, lo enterraron en Camón.
Jue 10:6 Una vez más, los israelitas hicieron lo malo a los ojos del SEÑOR. Sirvieron a las imágenes de Baal y de Astarot, y a los dioses de Aram, de Sidón, de Moab, de Amón y de Filistea. Abandonaron al SEÑOR y dejaron de servirle por completo.
Jue 10:7 Entonces el SEÑOR ardió de enojo contra los israelitas y los entregó en manos de los filisteos y los amonitas,
Jue 10:8 quienes comenzaron a oprimirlos ese mismo año. Durante dieciocho años oprimieron a los israelitas que vivían al oriente del río Jordán, en la tierra de los amorreos (es decir, Galaad).
Jue 10:9 Los amonitas también cruzaron al lado occidente del Jordán y atacaron a Judá, a Benjamín y a Efraín. Los israelitas estaban muy angustiados.
Jue 10:10 Finalmente clamaron al SEÑOR por ayuda y dijeron: —Hemos pecado contra ti, porque te hemos abandonado como nuestro Dios para servir a las imágenes de Baal.
Jue 10:11 El SEÑOR respondió: —¿Acaso no los rescaté yo de los egipcios, los amorreos, los amonitas, los filisteos,
Jue 10:12 los sidonios, los amalecitas y los maonitas? Cuando ellos los oprimían, ustedes clamaban a mí por ayuda, y yo los rescataba.
Jue 10:13 Sin embargo, ustedes me abandonaron y sirvieron a otros dioses. Así que ya no los rescataré más.
Jue 10:14 ¡Vayan a clamar a los dioses que han escogido! ¡Que los rescaten ellos de este momento de angustia!
Jue 10:15 Pero los israelitas rogaron al SEÑOR diciendo: —Hemos pecado. Castíganos como bien te parezca, pero rescátanos hoy de nuestros enemigos.
Jue 10:16 Entonces los israelitas dejaron los dioses ajenos para servir al SEÑOR, y él se entristeció a causa del sufrimiento que experimentaban.
Jue 10:17 En esa ocasión, los ejércitos de Amón se habían juntado para la guerra y acampaban en Galaad, y el pueblo de Israel se congregó y acampó en Mizpa.
Jue 10:18 Los líderes de Galaad se dijeron unos a otros: «El primero que ataque a los amonitas será proclamado gobernante de todo el pueblo de Galaad».
Jue 11:1 Jefté era un gran guerrero de la región de Galaad. Era hijo de Galaad, pero su madre era una prostituta.
Jue 11:2 La esposa de Galaad tuvo varios hijos, y cuando esos medio hermanos de Jefté crecieron, lo echaron del territorio. «Tú no recibirás ninguna parte de la herencia de nuestro padre —le dijeron—, porque eres hijo de una prostituta».
Jue 11:3 Así que Jefté huyó de sus hermanos y vivió en la tierra de Tob. En poco tiempo, tuvo una banda de rebeldes despreciables que lo seguían.
Jue 11:4 Por ese entonces, los amonitas comenzaron a hacer guerra contra Israel.
Jue 11:5 Así que cuando los amonitas atacaron, los ancianos de Galaad mandaron a buscar a Jefté a la tierra de Tob y le dijeron:
Jue 11:6 —¡Ven y sé nuestro comandante! ¡Ayúdanos a pelear contra los amonitas!
Jue 11:7 Pero Jefté les respondió: —¿Acaso no son ustedes los mismos que me odiaban y me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué vienen a buscarme ahora que están en apuros?
Jue 11:8 —Porque te necesitamos —contestaron los ancianos—. Si marchas al frente de nosotros a la batalla contra los amonitas, te proclamaremos gobernante de todo el pueblo de Galaad.
Jue 11:9 Jefté les dijo a los ancianos: —A ver si entiendo bien: si voy con ustedes y el SEÑOR me da la victoria sobre los amonitas, ¿de veras me harán gobernante de todo el pueblo?
Jue 11:10 —El SEÑOR es nuestro testigo —contestaron los ancianos—. Prometemos hacer todo lo que tú digas.
Jue 11:11 Entonces Jefté fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo proclamó gobernante y comandante del ejército. En Mizpa, en presencia del SEÑOR, Jefté repitió lo que les había dicho a los ancianos.
Jue 11:12 Luego Jefté envió mensajeros al rey de Amón, para preguntarle: —¿Por qué has salido a pelear contra mi tierra?
Jue 11:13 El rey de Amón contestó a los mensajeros de Jefté: —Cuando los israelitas salieron de Egipto, me robaron la tierra desde el río Arnón hasta el río Jaboc, y desde allí hasta el Jordán. Así que ahora, devuélvanme mi tierra pacíficamente.
Jue 11:14 En respuesta, Jefté le envió al rey amonita el siguiente mensaje:
Jue 11:15 «Esto es lo que dice Jefté: Israel no robó ninguna tierra ni a Moab ni a Amón.
Jue 11:16 Cuando los israelitas llegaron a Cades, en su viaje desde Egipto, después de cruzar el mar Rojo,*
Jue 11:17 enviaron mensajeros al rey de Edom para pedirle que les permitiera pasar por su tierra. Pero su petición fue denegada. Entonces le pidieron lo mismo al rey de Moab, pero él tampoco los dejó pasar por su tierra. Por eso el pueblo de Israel se quedó en Cades.
Jue 11:18 »Finalmente, se fueron rodeando por el desierto los territorios de Edom y Moab. Viajaron a lo largo de la frontera oriental de Moab y acamparon al otro lado del río Arnón. Pero ni una sola vez cruzaron el río Arnón para entrar en Moab, porque el Arnón era la frontera de Moab.
Jue 11:19 »Después Israel envió mensajeros al rey Sehón, de los amorreos, quien reinaba desde Hesbón, a fin de pedirle permiso para atravesar su territorio y llegar a su destino.
Jue 11:20 Pero el rey Sehón no confiaba lo suficiente en Israel para dejarlo pasar por su tierra. En cambio, movilizó a su ejército en Jahaza y atacó a los israelitas.
Jue 11:21 Pero el SEÑOR, Dios de Israel, le dio a su pueblo la victoria sobre el rey Sehón. Entonces Israel se apoderó de la tierra de los amorreos, quienes vivían en aquella región,
Jue 11:22 desde el río Arnón hasta el río Jaboc, y desde el desierto oriental hasta el Jordán.
Jue 11:23 »Así que, como ves, fue el SEÑOR, Dios de Israel, quien les quitó la tierra a los amorreos y se la dio a Israel. Entonces, ¿por qué tendríamos que devolvértela a ti?
Jue 11:24 Tú quédate con todo lo que te dé tu dios Quemos, y nosotros nos quedaremos con todo lo que nos dé el SEÑOR nuestro Dios.
Jue 11:25 ¿Acaso eres tú mejor que Balac, hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Intentó él presentar argumentos contra Israel por territorios en conflicto? ¿Entró en guerra con los israelitas?
Jue 11:26 »Hace trescientos años que Israel vive aquí, tanto en Hesbón como en los asentamientos de alrededor, hasta Aroer y sus asentamientos, y en todas las ciudades a lo largo del río Arnón. ¿Por qué no has hecho ningún esfuerzo hasta ahora para recuperar la tierra?
Jue 11:27 Por lo tanto, yo no pequé contra ti. Más bien, tú me hiciste daño al atacarme. Que el SEÑOR, quien es juez, decida hoy quién de nosotros tiene la razón: si Amón o Israel».
Jue 11:28 Pero el rey de Amón no hizo caso al mensaje de Jefté.
Jue 11:29 En esa ocasión, el Espíritu del SEÑOR vino sobre Jefté, y él recorrió toda la tierra de Galaad y de Manasés, incluida Mizpa en Galaad y, desde allí, lideró al ejército contra los amonitas.
Jue 11:30 Y Jefté hizo un voto al SEÑOR: «Si me das la victoria sobre los amonitas,
Jue 11:31 yo entregaré al SEÑOR al primero que salga de mi casa para recibirme cuando regrese triunfante. Lo sacrificaré como ofrenda quemada».
Jue 11:32 Así que Jefté dirigió al ejército contra los amonitas, y el SEÑOR le dio la victoria.
Jue 11:33 Aplastó a los amonitas, devastó unas veinte ciudades desde Aroer hasta una zona cerca de Minit, y desde allí hasta Abel-keramim. De esa forma, Israel derrotó a los amonitas.
Jue 11:34 Cuando Jefté volvió a su casa en Mizpa, su hija salió a recibirlo tocando una pandereta y danzando de alegría. Ella era su hija única, ya que él no tenía más hijos ni hijas.
Jue 11:35 Cuando la vio, se rasgó la ropa en señal de angustia. —¡Hija mía! —clamó—. ¡Me has destruido por completo! ¡Me has traído una gran calamidad! Pues hice un voto al SEÑOR y no puedo dejar de cumplirlo.
Jue 11:36 Y ella le dijo: —Padre, si hiciste un voto al SEÑOR, debes hacer conmigo lo que prometiste, porque el SEÑOR te ha dado una gran victoria sobre tus enemigos, los amonitas.
Jue 11:37 Pero antes, permíteme hacer una sola cosa: déjame subir a deambular por las colinas y a llorar con mis amigas durante dos meses, porque moriré virgen.
Jue 11:38 —Puedes ir —le dijo Jefté. Y la dejó salir por el término de dos meses. Ella y sus amigas subieron a las colinas y lloraron porque ella nunca tendría hijos.
Jue 11:39 Cuando volvió a su casa, su padre cumplió el voto que había hecho, y ella murió virgen. Así que se hizo costumbre en Israel
Jue 11:40 que las jóvenes israelitas se ausentaran cuatro días cada año para lamentar la desgracia de la hija de Jefté.
Jue 12:1 Luego los hombres de Efraín movilizaron a un ejército y cruzaron el río Jordán hasta Zafón. Entonces enviaron el siguiente mensaje a Jefté: —¿Por qué no nos llamaste para que te ayudáramos a luchar contra los amonitas? ¡Quemaremos tu casa contigo adentro!
Jue 12:2 Jefté respondió: —¡Yo los convoqué cuando comenzó el conflicto, pero ustedes se negaron a venir! No quisieron ayudarnos a luchar contra Amón.
Jue 12:3 De modo que, al ver que no vendrían, arriesgué mi vida y salí a combatir sin ustedes, y el SEÑOR me dio la victoria sobre los amonitas. Así que, ¿por qué vienen ahora a pelear conmigo?
Jue 12:4 La gente de Efraín contestó: —Ustedes, los de Galaad, no son más que fugitivos de Efraín y de Manasés. Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad, atacó a los hombres de Efraín y los derrotó.
Jue 12:5 Jefté tomó control de los vados del río Jordán y, cada vez que un fugitivo de Efraín trataba de cruzar para volver a su tierra, los hombres de Galaad lo desafiaban preguntándole: «¿Eres miembro de la tribu de Efraín?». Si decía el hombre: «No, no lo soy»,
Jue 12:6 ellos le pedían que pronunciara la palabra shibolet. Si era de Efraín, diría sibolet, porque a la gente de Efraín le cuesta pronunciar bien esa palabra. Entonces se lo llevaban y lo mataban en los vados del Jordán. En total mataron a cuarenta y dos mil de la tribu de Efraín en esos días.
Jue 12:7 Jefté fue juez de Israel durante seis años. Cuando murió, lo enterraron en una de las ciudades de Galaad.
Jue 12:8 Después de la muerte de Jefté, Ibzán, de Belén, fue juez de Israel.
Jue 12:9 Tuvo treinta hijos y treinta hijas. Envió a sus hijas a casarse con hombres que no pertenecían a su clan, y trajo treinta mujeres jóvenes que tampoco eran de su clan para que se casaran con sus hijos. Ibzán fue juez de Israel durante siete años.
Jue 12:10 Cuando murió, lo enterraron en Belén.
Jue 12:11 Después de la muerte de Ibzán, Elón, de la tribu de Zabulón, fue juez de Israel durante diez años.
Jue 12:12 Cuando murió, lo enterraron en Ajalón, en la tierra de Zabulón.
Jue 12:13 Después de la muerte de Elón, fue juez de Israel Abdón, hijo de Hilel, de Piratón.
Jue 12:14 Tuvo cuarenta hijos varones y treinta nietos varones, quienes cabalgaban sobre setenta burros. Fue juez en Israel por ocho años.
Jue 12:15 Cuando murió, lo enterraron en Piratón, en Efraín, en la zona montañosa de los amalecitas.

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