APOSENTO ALTO

miércoles, 11 de abril de 2018

LECTURA BÍBLICA 11 DE ABRIL

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    4:21-41

Mar 4:21 Entonces Jesús les preguntó: «¿Acaso alguien encendería una lámpara y luego la pondría debajo de una canasta o de una cama? ¡Claro que no! Una lámpara se coloca en un lugar alto, donde su luz alumbre.
Mar 4:22 Pues todo lo que está escondido tarde o temprano se descubrirá y todo secreto saldrá a la luz.
Mar 4:23 El que tenga oídos para oír debería escuchar y entender».
Mar 4:24 Luego agregó: «Presten mucha atención a lo que oyen. Cuanto más atentamente escuchen, tanto más entendimiento les será dado,* y se les dará aún más.
Mar 4:25 A los que escuchan mis enseñanzas se les dará más entendimiento. Pero a los que no escuchan, se les quitará aun lo poco que entiendan».
Mar 4:26 Jesús también dijo: «El reino de Dios es como un agricultor que esparce semilla en la tierra.
Mar 4:27 Día y noche, sea que él esté dormido o despierto, la semilla brota y crece, pero él no entiende cómo sucede.
Mar 4:28 La tierra produce las cosechas por sí sola. Primero aparece una hoja, luego se forma la espiga y finalmente el grano madura.
Mar 4:29 Tan pronto como el grano está listo, el agricultor lo corta con la hoz porque ha llegado el tiempo de la cosecha».
Mar 4:30 Jesús dijo: «¿Cómo puedo describir el reino de Dios? ¿Qué relato emplearé para ilustrarlo?
Mar 4:31 Es como una semilla de mostaza sembrada en la tierra. Es la más pequeña de todas las semillas,
Mar 4:32 pero se convierte en la planta más grande del huerto; sus ramas llegan a ser tan grandes que los pájaros hacen nidos bajo su sombra».
Mar 4:33 Jesús empleó muchas historias e ilustraciones similares para enseñar a la gente, tanto como pudieran entender.
Mar 4:34 De hecho, durante su ministerio público nunca enseñó sin usar parábolas; pero después, cuando estaba a solas con sus discípulos, les explicaba todo a ellos.
Mar 4:35 Al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos al otro lado del lago».
Mar 4:36 Así que, dejaron a las multitudes y salieron con Jesús en la barca (aunque otras barcas los siguieron).
Mar 4:37 Pero pronto se desató una tormenta feroz. Olas violentas entraban en la barca, la cual empezó a llenarse de agua.
Mar 4:38 Jesús estaba dormido en la parte posterior de la barca, con la cabeza recostada en una almohada. Los discípulos lo despertaron: «¡Maestro, no te importa que nos ahoguemos!» —gritaron.
Mar 4:39 Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: «¡Silencio! ¡Cálmense!». De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma.
Mar 4:40 Luego él les preguntó: «¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?».
Mar 4:41 Los discípulos estaban completamente aterrados. «¿Quién es este hombre? —se preguntaban unos a otros —. ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!».



1 CORINTIOS 8

1Co 8:1 Ahora, con respecto a la pregunta acerca de la comida que ha sido ofrecida a ídolos, es cierto, sabemos que «todos tenemos conocimiento» sobre este tema. Sin embargo, mientras que el conocimiento nos hace sentir importantes, es el amor lo que fortalece a la iglesia.
1Co 8:2 El que afirma que lo sabe todo, en realidad, no es que sepa mucho.
1Co 8:3 Pero la persona que ama a Dios es a quien Dios reconoce.*
1Co 8:4 Entonces, ¿qué acerca de comer carne ofrecida a ídolos? Pues sabemos que un ídolo no es en verdad un dios y que hay sólo un Dios.
1Co 8:5 Puede que existan esos llamados «dioses» tanto en el cielo como en la tierra, y algunas personas de hecho rinden culto a muchos dioses y a muchos señores.
1Co 8:6 Pero nosotros sabemos que hay sólo un Dios, el Padre, quien creó todo, y vivimos para él. Y hay sólo un Señor, Jesucristo, mediante el cual Dios hizo todas las cosas y mediante el cual nos ha dado vida.
1Co 8:7 Sin embargo, no todos los creyentes saben esto. Algunos están acostumbrados a pensar que los ídolos son reales, entonces, cuando comen un alimento que fue ofrecido a ídolos, lo consideran adoración a dioses verdaderos, y violan su débil conciencia.
1Co 8:8 Es cierto que no podemos obtener la aprobación de Dios por lo que comemos. No perdemos nada si no lo comemos, y no ganamos nada si lo comemos.
1Co 8:9 Pero ustedes deben tener cuidado de que su libertad no haga tropezar a los que tienen una conciencia más débil.
1Co 8:10 Pues, si otros te ven —con tu «conocimiento superior» —comiendo en el templo de un ídolo, ¿acaso no se sentirán alentados a violar su conciencia al comer un alimento que se ofreció a un ídolo?
1Co 8:11 Así que, a causa de tu conocimiento superior, se destruirá un creyente débil* por quien Cristo murió.
1Co 8:12 Y, cuando ustedes pecan contra otros creyentes* al alentarlos a hacer algo que para ellos está mal, pecan contra Cristo.
1Co 8:13 Por lo tanto, si lo que como hace que otro creyente peque, nunca más comeré carne mientras viva, porque no quiero hacer que otro creyente tropiece.


SALMO 81

Sal 81:1 
Para el director del coro: salmo de Asaf; acompáñese con instrumento de cuerda.*
Entonen alabanzas a Dios, nuestra fuerza; canten al Dios de Jacob.
Sal 81:2 ¡Canten! Toquen la pandereta. Hagan sonar la dulce lira y el arpa.
Sal 81:3 ¡Toquen el cuerno de carnero en la luna nueva y otra vez en la luna llena, para convocar a un festival!
Sal 81:4 Pues los decretos de Israel así lo exigen; es una ordenanza del Dios de Jacob.
Sal 81:5 Él lo hizo ley para Israel* cuando atacó a Egipto para ponernos en libertad. Oí una voz desconocida que decía:
Sal 81:6 «Ahora quitaré la carga de tus hombros; liberaré tus manos de las tareas pesadas.
Sal 81:7 Clamaste a mí cuando estabas en apuros, y yo te salvé; respondí desde el nubarrón y puse a prueba tu fe cuando no había agua en Meriba. Interludio
Sal 81:8 »Escúchame, pueblo mío, en tanto te doy severas advertencias. ¡Oh Israel, si tan sólo me escucharas!
Sal 81:9 Jamás debes tener un dios extranjero; nunca debes inclinarte frente a un dios falso.
Sal 81:10 Pues fui yo, el SEÑOR tu Dios, quien te rescató de la tierra de Egipto. Abre bien tu boca, y la llenaré de cosas buenas.
Sal 81:11 »Pero no, mi pueblo no quiso escuchar; Israel no quiso que estuviera cerca.
Sal 81:12 Así que dejé que siguiera sus tercos deseos, y que viviera según sus propias ideas.
Sal 81:13 ¡Oh, si mi pueblo me escuchara! ¡Oh, si Israel me siguiera y caminara por mis senderos!
Sal 81:14 ¡Qué rápido sometería a sus adversarios! ¡Qué pronto pondría mis manos sobre sus enemigos!
Sal 81:15 Los que odian al SEÑOR se arrastrarían delante de él; quedarían condenados para siempre.
Sal 81:16 Pero a ustedes los alimentaría con el mejor trigo; los saciaría con miel silvestre de la roca».

LECTURA PARA LA NOCHE

JOSUÉ 24

Jos 24:1 Entonces Josué convocó a todas las tribus de Israel en Siquem, junto con los ancianos, los líderes, los jueces y los oficiales. Así que todos se reunieron y se presentaron ante Dios.
Jos 24:2 Josué le dijo al pueblo: —Esto dice el SEÑOR, Dios de Israel: Hace mucho, tus antepasados, entre ellos Taré, el padre de Abraham y Nacor, vivían del otro lado del río Éufrates* y rindieron culto a otros dioses.
Jos 24:3 Pero yo tomé a tu antepasado Abraham de la tierra que está al otro lado del Éufrates y lo guié a la tierra de Canaán. Le di muchos descendientes por medio de su hijo Isaac.
Jos 24:4 A Isaac, le di a Jacob y a Esaú. A Esaú le di las montañas de Seir, mientras que Jacob y sus hijos descendieron a Egipto.
Jos 24:5 »Luego envié a Moisés y a Aarón, y mandé plagas espantosas sobre Egipto; y después te saqué de allí como un pueblo libre.
Jos 24:6 Pero cuando tus antepasados llegaron al mar Rojo,* los egipcios te persiguieron con sus carros de guerra y sus jinetes.
Jos 24:7 Cuando tus antepasados clamaron al SEÑOR, puse oscuridad entre ti y los egipcios. Hice que el mar cayera sobre los egipcios y los ahogara. Con tus propios ojos viste lo que hice. Luego viviste muchos años en el desierto.
Jos 24:8 »Finalmente, te llevé a la tierra de los amorreos, al oriente del Jordán. Ellos pelearon contra ti, pero yo los destruí delante de tus ojos. Te di la victoria sobre ellos, y tomaste posesión de su tierra.
Jos 24:9 Después Balac, hijo de Zipor, rey de Moab, empezó una guerra contra Israel. Llamó a Balaam, hijo de Beor, para que te maldijera,
Jos 24:10 pero yo no lo quise escuchar. En cambio, hice que Balaam te bendijera y entonces te rescaté de Balac.
Jos 24:11 »Cuando cruzaste el río Jordán y llegaste a Jericó, los hombres de Jericó pelearon contra ti, como lo hicieron los amorreos, los ferezeos, los cananeos, los hititas, los gergeseos, los heveos y los jebuseos. Pero yo te di la victoria sobre ellos.
Jos 24:12 Y envié terror* antes de que llegaras, para expulsar a los dos reyes amorreos. No fueron tus espadas ni tus arcos los que te dieron la victoria.
Jos 24:13 Yo te di tierra que no habías trabajado y ciudades que no construiste, en las cuales vives ahora. Te di viñedos y huertos de olivos como alimento, aunque tú no los plantaste.
Jos 24:14 »Por lo tanto, teme al SEÑOR y sírvelo con todo el corazón. Echa fuera para siempre los ídolos que tus antepasados adoraron cuando vivían del otro lado del río Éufrates y en Egipto. Sirve sólo al SEÑOR.
Jos 24:15 Pero si te niegas a servir al SEÑOR, elige hoy mismo a quién servirás. ¿Acaso optarás por los dioses que tus antepasados sirvieron del otro lado del Éufrates? ¿O preferirás a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives? Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al SEÑOR.
Jos 24:16 El pueblo respondió: —Nosotros jamás abandonaríamos al SEÑOR ni serviríamos a otros dioses.
Jos 24:17 Pues el SEÑOR nuestro Dios es el que nos rescató a nosotros y a nuestros antepasados de la esclavitud en la tierra de Egipto. Él hizo milagros poderosos ante nuestros propios ojos. Cuando andábamos por el desierto, rodeados de enemigos, él nos protegió.
Jos 24:18 Fue el SEÑOR quien expulsó a los amorreos y a las otras naciones que vivían aquí, en esta tierra. Por lo tanto, nosotros también serviremos al SEÑOR, porque sólo él es nuestro Dios.
Jos 24:19 Entonces Josué advirtió a los israelitas: —Ustedes no son capaces de servir al SEÑOR, porque él es Dios santo y celoso. No les perdonará su rebelión ni sus pecados.
Jos 24:20 Si abandonan al SEÑOR y sirven a otros dioses, él se pondrá en contra de ustedes y los destruirá, aunque les haya hecho tanto bien en el pasado.
Jos 24:21 Pero los israelitas respondieron a Josué: —¡Eso no! Nosotros serviremos al SEÑOR.
Jos 24:22 —Ustedes son testigos de su propia decisión —les dijo Josué—. Hoy han elegido servir al SEÑOR. —Claro que sí —respondieron—, somos testigos de lo que dijimos.
Jos 24:23 —Muy bien —dijo Josué—, entonces destruyan los ídolos que tienen entre ustedes y entréguenle el corazón al SEÑOR, Dios de Israel.
Jos 24:24 Entonces los israelitas le dijeron a Josué: —Serviremos al SEÑOR nuestro Dios. Lo obedeceremos sólo a él.
Jos 24:25 Entonces, ese día en Siquem, Josué hizo un pacto con ellos, el cual los comprometía a seguir los decretos y las ordenanzas del SEÑOR.
Jos 24:26 Josué escribió todas esas cosas en el libro de instrucción de Dios. Como recordatorio del acuerdo, tomó una piedra enorme y la llevó rodando hasta debajo del árbol de terebinto que estaba junto al tabernáculo del SEÑOR.
Jos 24:27 Josué le dijo a todo el pueblo: —Esta piedra escuchó todo lo que el SEÑOR nos dijo. Será un testigo en contra de ustedes si no cumplen lo que le prometieron a Dios.
Jos 24:28 Después Josué mandó que todo israelita regresara a su tierra, cada uno a su hogar.
Jos 24:29 Después de eso, Josué, hijo de Nun y siervo del SEÑOR, murió a los ciento diez años de edad.
Jos 24:30 Lo enterraron en Timnat-sera, tierra que se le había asignado en la zona montañosa de Efraín, al norte del monte Gaas.
Jos 24:31 El pueblo de Israel sirvió al SEÑOR durante toda la vida de Josué y de los ancianos que murieron después de él, los cuales habían vivido en persona todo lo que el SEÑOR había hecho por Israel.
Jos 24:32 Los huesos de José —los cuales los israelitas llevaron consigo cuando salieron de Egipto— fueron enterrados en Siquem, en la porción de tierra que Jacob le había comprado a los hijos de Hamor por cien piezas de plata.* Esa tierra estaba situada en el territorio asignado a los descendientes de José.
Jos 24:33 Murió también Eleazar, hijo de Aarón. Fue enterrado en la zona montañosa de Efraín, en la ciudad de Guibeá, la cual se le había entregado a su hijo Finees.

No hay comentarios:

Publicar un comentario