APOSENTO ALTO

miércoles, 25 de octubre de 2017

LECTURA BÍBLICA 25 DE OCTUBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

JUAN     7:25-36

Jua 7:25 Algunos de los que vivían en Jerusalén comenzaron a preguntarse unos a otros: «¿No es ése el hombre a quien procuran matar?
Jua 7:26 Sin embargo, está aquí hablando en público, y nadie le dice nada. ¿Será que nuestros líderes ahora creen que es el Mesías?
Jua 7:27 ¿Pero cómo podría serlo? Nosotros sabemos de dónde proviene este hombre. Cuando venga el Mesías, sencillamente aparecerá; y nadie sabrá de dónde proviene».
Jua 7:28 Mientras Jesús enseñaba en el templo, exclamó: «Es cierto, ustedes me conocen y saben de dónde provengo, pero no estoy aquí por mi propia cuenta. El que me envió es veraz, y ustedes no lo conocen.
Jua 7:29 Pero yo sí lo conozco porque provengo de él, y él me envió a ustedes».
Jua 7:30 Entonces los líderes trataron de arrestarlo, pero nadie le puso las manos encima, porque aún no había llegado su momento.*
Jua 7:31 De las multitudes presentes en el templo, muchos creyeron en él. «Después de todo —decían—, ¿acaso esperan que el Mesías haga más señales milagrosas que las que hizo este hombre?».
Jua 7:32 Cuando los fariseos se enteraron de lo que las multitudes andaban murmurando, ellos y los principales sacerdotes enviaron guardias del templo para arrestar a Jesús.
Jua 7:33 Pero Jesús les dijo: «Voy a estar con ustedes sólo un poco más de tiempo, luego volveré al que me envió.
Jua 7:34 Ustedes me buscarán pero no me encontrarán; y no pueden ir adonde yo voy».
Jua 7:35 Desconcertados por esas palabras, los líderes judíos se preguntaban: «¿Adónde pensará ir? ¿Estará pensando salir del país e ir a los judíos dispersos en otras tierras?* ¡Tal vez hasta les enseñe a los griegos!
Jua 7:36 ¿A qué se refiere cuando dice: “Me buscarán pero no me encontrarán” y “no pueden ir adonde yo voy”?».


 1 PEDRO  5:8-14

1Pe 5:8 ¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar.
1Pe 5:9 Manténganse firmes contra él y sean fuertes en su fe. Recuerden que sus hermanos en Cristo*, en todo el mundo, también están pasando por el mismo sufrimiento.
1Pe 5:10 En su bondad, Dios los llamó a ustedes a que participen de su gloria eterna por medio de Cristo Jesús. Entonces, después de que hayan sufrido un poco de tiempo, él los restaurará, los sostendrá, los fortalecerá y los afirmará sobre un fundamento sólido.
1Pe 5:11 ¡A él sea todo el poder para siempre! Amén.
1Pe 5:12 Les escribí y envié esta breve carta con la ayuda de Silas,* a quien les encomiendo como un hermano fiel. Mi propósito al escribirles es alentarlos y asegurarles que por lo que están atravesando es en verdad parte de la gracia de Dios para ustedes. Manténganse firmes en esta gracia.
1Pe 5:13 Su iglesia hermana aquí en Babilonia* les manda saludos, al igual que mi hijo Marcos.
1Pe 5:14 Salúdense unos a otros con amor cristiano.*

CANTARES 8:8-14

Cnt 8:8 
Los hermanos de la joven

Tenemos una hermanita demasiado joven para tener pechos. ¿Qué haremos con nuestra hermana si alguien pide casarse con ella?
Cnt 8:9 Si es virgen como un muro, la protegeremos con una torre de plata; pero si es promiscua como una puerta que gira, le trabaremos la puerta con una barra de cedro.
Cnt 8:10 
La joven

Yo era virgen como un muro, ahora mis pechos son como torres. Cuando mi amante me mira se deleita con lo que ve.
Cnt 8:11 Salomón tiene un viñedo en Baal-hamón y lo renta a arrendatarios. Cada uno de ellos paga mil monedas de plata* por cosechar la fruta.
Cnt 8:12 Sin embargo, yo soy la dueña de mi viñedo y yo decido a quién dárselo, y Salomón no tiene que pagar mil monedas de plata; pero yo daré doscientas monedas a quienes cuiden de sus vides.
Cnt 8:13 Amada mía, tú que te entretienes en los jardines, tus compañeros tienen la dicha de oír tu voz. ¡Déjame oírla también!
Cnt 8:14 
La joven

¡Ven conmigo, mi amor! Sé como una gacela, o como un venado joven sobre los montes de especias.


LECTURA PARA LA NOCHE

LAMENTACIONES 4-5

Lam 4:1 ¡Cómo perdió su brillo el oro! Hasta el oro más preciado se volvió opaco. ¡Las piedras preciosas sagradas yacen esparcidas en las calles!
Lam 4:2 Miren cómo los preciosos hijos de Jerusalén,* que valen su peso en oro puro, ahora son tratados como vasijas de barro hechas por un alfarero común y corriente.
Lam 4:3 Hasta los chacales amamantan a sus cachorros, pero mi pueblo Israel no lo hace; ignoran los llantos de sus hijos, como los avestruces del desierto.
Lam 4:4 La lengua reseca de sus pequeños, se pega al paladar a causa de la sed. Los niños lloran por pan, pero nadie tiene para darles.
Lam 4:5 Los que antes comían los manjares más ricos ahora mendigan en las calles por cualquier cosa que puedan obtener. Los que antes vestían ropa de la más alta calidad ahora hurgan en los basureros buscando qué comer.
Lam 4:6 La culpa* de mi pueblo es mayor que la de Sodoma, cuando en un instante cayó el desastre total y nadie ofreció ayuda.
Lam 4:7 Nuestros príncipes antes rebosaban de salud, más brillantes que la nieve, más blancos que la leche. Sus rostros eran tan rosados como rubíes, su aspecto como joyas preciosas.*
Lam 4:8 Pero ahora sus caras son más negras que el carbón; nadie los reconoce en las calles. La piel se les pega a los huesos; está tan seca y dura como la madera.
Lam 4:9 Los que murieron a espada terminaron mejor que los que mueren de hambre. Hambrientos, se consumen por la falta de comida de los campos.
Lam 4:10 Mujeres de buen corazón han cocinado a sus propios hijos; los comieron para sobrevivir el sitio.
Lam 4:11 Pero ahora, quedó satisfecho el enojo del SEÑOR; su ira feroz ha sido derramada. Prendió un fuego en Jerusalén* que quemó la ciudad hasta sus cimientos.
Lam 4:12 Ningún rey sobre toda la tierra, nadie en todo el mundo, hubiera podido creer que un enemigo lograra entrar por las puertas de Jerusalén.
Lam 4:13 No obstante ocurrió a causa de los pecados de sus profetas y de los pecados de sus sacerdotes, que profanaron la ciudad al derramar sangre inocente.
Lam 4:14 Vagaban a ciegas por las calles, tan contaminados por la sangre que nadie se atrevía a tocarlos.
Lam 4:15 «¡Apártense! —les gritaba la gente—, ¡ustedes están contaminados! ¡No nos toquen!». Así que huyeron a tierras distantes y deambularon entre naciones extranjeras, pero nadie les permitió quedarse.
Lam 4:16 El SEÑOR mismo los dispersó, y ya no los ayuda. La gente no tiene respeto por los sacerdotes y ya no honra a los líderes.
Lam 4:17 En vano esperamos que nuestros aliados vinieran a salvarnos, pero buscábamos socorro en naciones que no podían ayudarnos.
Lam 4:18 Era imposible andar por las calles sin poner en peligro la vida. Se acercaba nuestro fin; nuestros días estaban contados. ¡Estábamos condenados!
Lam 4:19 Nuestros enemigos fueron más veloces que las águilas en vuelo. Si huíamos a las montañas, nos encontraban; si nos escondíamos en el desierto, allí estaban esperándonos.
Lam 4:20 Nuestro rey —el ungido del SEÑOR, la vida misma de nuestra nación— quedó atrapado en sus lazos. ¡Pensábamos que su sombra nos protegería contra cualquier nación de la tierra!
Lam 4:21 ¿Te estás alegrando en la tierra de Uz, oh pueblo de Edom? Tú también beberás de la copa del enojo del SEÑOR; tú también serás desnudada en tu borrachera.
Lam 4:22 Oh, bella Jerusalén,* tu castigo tendrá fin; pronto regresarás del destierro. Pero Edom, tu castigo apenas comienza; pronto serán puestos al descubierto tus muchos pecados.
Lam 5:1 SEÑOR, recuerda lo que nos ha sucedido. ¡Mira cómo hemos sido deshonrados!
Lam 5:2 Se entregó nuestra herencia a extraños; nuestras casas, a extranjeros.
Lam 5:3 Somos huérfanos, sin padre, y nuestras madres son viudas.
Lam 5:4 Tenemos que pagar por el agua que bebemos, y hasta la leña es costosa.
Lam 5:5 Los que nos persiguen nos pisan los talones; estamos agotados pero no encontramos descanso.
Lam 5:6 Nos sometimos a Egipto y a Asiria para conseguir alimentos y así sobrevivir.
Lam 5:7 Nuestros antepasados pecaron, pero murieron, ¡y nosotros sufrimos el castigo que ellos merecían!
Lam 5:8 Los esclavos son ahora nuestros amos; no ha quedado nadie para rescatarnos.
Lam 5:9 Buscamos comida a riesgo de nuestra vida porque la violencia domina el campo.
Lam 5:10 El hambre hizo ennegrecer nuestra piel como si hubiera sido quemada en el horno.
Lam 5:11 Nuestros enemigos violaron a las mujeres de Jerusalén* y a las muchachas de las ciudades de Judá.
Lam 5:12 Cuelgan a nuestros príncipes de las manos, y tratan a nuestros ancianos con desprecio.
Lam 5:13 Llevan a los jóvenes a trabajar en los molinos, y los niños tambalean bajo pesadas cargas de leña.
Lam 5:14 Los ancianos ya no se sientan en las puertas de la ciudad; los jóvenes ya no bailan ni cantan.
Lam 5:15 La alegría abandonó nuestro corazón; nuestras danzas se convirtieron en luto.
Lam 5:16 Cayeron las guirnaldas* de nuestra cabeza. Lloren por nosotros porque hemos pecado.
Lam 5:17 Tenemos el corazón angustiado y cansado, y nuestros ojos se nublan por las lágrimas,
Lam 5:18 porque Jerusalén* está vacía y desolada; es un lugar donde merodean los chacales.
Lam 5:19 ¡Pero SEÑOR, tú serás el mismo para siempre! Tu trono continúa de generación en generación.
Lam 5:20 ¿Por qué sigues olvidándonos? ¿Por qué nos has abandonado por tanto tiempo?
Lam 5:21 ¡Restáuranos, oh SEÑOR, y haz que regresemos a ti! ¡Devuélvenos la alegría que teníamos antes!
Lam 5:22 ¿O acaso nos has rechazado por completo? ¿Todavía estás enojado con nosotros?

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