APOSENTO ALTO

miércoles, 1 de noviembre de 2017

LECTURA BÍBLICA 1 DE NOVIEMBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

JUAN     7:37-44

Jua 7:37 El último día del festival, el más importante, Jesús se puso de pie y gritó a la multitud: «¡Todo el que tenga sed puede venir a mí!
Jua 7:38 ¡Todo el que crea en mí puede venir y beber! Pues las Escrituras declaran: “De su corazón, brotarán ríos de agua viva”»*.
Jua 7:39 (Con la expresión «agua viva», se refería al Espíritu, el cual se le daría a todo el que creyera en él. Pero el Espíritu aún no había sido dado,* porque Jesús todavía no había entrado en su gloria).
Jua 7:40 Algunos de la multitud, al oír lo que Jesús decía, afirmaron: «Seguramente este hombre es el Profeta que estábamos esperando»*.
Jua 7:41 Otros decían: «Es el Mesías». Pero otros expresaban: «¡No puede ser! ¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea?
Jua 7:42 Pues las Escrituras dicen claramente que el Mesías nacerá del linaje real de David, en Belén, la aldea donde nació el rey David»*.
Jua 7:43 Así que hubo división entre la multitud a causa de él.
Jua 7:44 Algunos querían que lo arrestaran, pero nadie le puso las manos encima.



 2 PEDRO  1:1-11

2Pe 1:1 Yo, Simón* Pedro, esclavo y apóstol de Jesucristo, les escribo esta carta a ustedes, que gozan de la misma preciosa fe que tenemos. Esta fe les fue concedida debido a la justicia e imparcialidad* de Jesucristo, nuestro Dios y Salvador.
2Pe 1:2 Que Dios les dé cada vez más gracia y paz a medida que crecen en el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor.
2Pe 1:3 Mediante su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para llevar una vida de rectitud. Todo esto lo recibimos al llegar a conocer a aquel que nos llamó por medio de su maravillosa gloria y excelencia.
2Pe 1:4 Y, debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos.
2Pe 1:5 En vista de todo esto, esfuércense al máximo por responder a las promesas de Dios complementando su fe con una abundante provisión de excelencia moral; la excelencia moral, con conocimiento;
2Pe 1:6 el conocimiento, con control propio; el control propio, con perseverancia; la perseverancia, con sumisión a Dios;
2Pe 1:7 la sumisión a Dios, con afecto fraternal, y el afecto fraternal, con amor por todos.
2Pe 1:8 Cuanto más crezcan de esta manera, más productivos y útiles serán en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
2Pe 1:9 Pero los que no llegan a desarrollarse de esta forma son cortos de vista o ciegos y olvidan que fueron limpiados de sus pecados pasados.
2Pe 1:10 Así que, amados hermanos, esfuércense por comprobar si realmente forman parte de los que Dios ha llamado y elegido. Hagan estas cosas y nunca caerán.
2Pe 1:11 Entonces Dios les dará un gran recibimiento en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.


JOB  1

Job 1:1 Había un hombre llamado Job que vivía en la tierra de Uz. Era un hombre intachable, de absoluta integridad, que tenía temor de Dios y se mantenía apartado del mal.
Job 1:2 Tenía siete hijos y tres hijas.
Job 1:3 Poseía siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas burras; también tenía muchos sirvientes. En realidad, era la persona más rica de toda aquella región.
Job 1:4 Los hijos de Job se turnaban en preparar banquetes en sus casas e invitaban a sus tres hermanas para que celebraran con ellos.
Job 1:5 Cuando las fiestas terminaban —a veces después de varios días— Job purificaba a sus hijos. Se levantaba temprano por la mañana y ofrecía una ofrenda quemada por cada uno de ellos, porque pensaba: «Quizá mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en el corazón». Esta era una práctica habitual de Job.
Job 1:6 Un día los miembros de la corte celestial* llegaron para presentarse delante del SEÑOR, y el Acusador, Satanás,* vino con ellos.
Job 1:7 El SEÑOR le preguntó a Satanás: —¿De dónde vienes? Satanás contestó al SEÑOR: —He estado recorriendo la tierra, observando todo lo que ocurre.
Job 1:8 Entonces el SEÑOR preguntó a Satanás: —¿Te has fijado en mi siervo Job? Es el mejor hombre en toda la tierra; es un hombre intachable y de absoluta integridad. Tiene temor de Dios y se mantiene apartado del mal.
Job 1:9 Satanás le respondió al SEÑOR: —Sí, pero Job tiene una buena razón para temer a Dios:
Job 1:10 siempre has puesto un muro de protección alrededor de él, de su casa y de sus propiedades. Has hecho prosperar todo lo que hace. ¡Mira lo rico que es!
Job 1:11 Así que extiende tu mano y quítale todo lo que tiene, ¡ten por seguro que te maldecirá en tu propia cara!
Job 1:12 —Muy bien, puedes probarlo —dijo el SEÑOR a Satanás—. Haz lo que quieras con todo lo que posee, pero no le hagas ningún daño físico. Entonces Satanás salió de la presencia de SEÑOR.
Job 1:13 Un día cuando los hijos y las hijas de Job celebraban en casa del hermano mayor,
Job 1:14 llegó un mensajero a casa de Job con las siguientes noticias: «Sus bueyes estaban arando y los burros comiendo a su lado,
Job 1:15 cuando los sabeanos nos asaltaron. Robaron todos los animales y mataron a los trabajadores, y yo soy el único que escapó para contárselo».
Job 1:16 Mientras este mensajero todavía hablaba, llegó otro con esta noticia: «Cayó del cielo el fuego de Dios y calcinó a las ovejas y a todos los pastores; yo soy el único que escapó para contárselo».
Job 1:17 Mientras este mensajero todavía hablaba, llegó un tercero con esta noticia: «Tres bandas de saqueadores caldeos robaron sus camellos y mataron a los sirvientes; yo soy el único que escapó para contárselo».
Job 1:18 No había terminado de hablar el tercer mensajero cuando llegó otro con esta noticia: «Sus hijos e hijas estaban festejando en casa del hermano mayor y,
Job 1:19 de pronto, un fuerte viento del desierto llegó y azotó la casa por los cuatro costados. La casa se vino abajo y todos ellos murieron; yo soy el único que escapó para contárselo».
Job 1:20 Job se levantó y rasgó su vestido en señal de dolor; después se rasuró la cabeza y se postró en el suelo para adorar
Job 1:21 y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo estaré cuando me vaya. El SEÑOR me dio lo que tenía y el SEÑOR me lo ha quitado. ¡Alabado sea el nombre del SEÑOR!».
Job 1:22 A pesar de todo, Job no pecó porque no culpó a Dios.

LECTURA PARA LA NOCHE

EZEQUIEL 1-3

Eze 1:1 El 31 de julio* de mis treinta años de vida,* me encontraba con los judíos en el destierro, junto al río Quebar, en Babilonia, cuando se abrieron los cielos y tuve visiones de Dios.
Eze 1:2 Eso ocurrió durante el quinto año de cautividad del rey Joaquín.
Eze 1:3 (El SEÑOR le dio este mensaje al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, junto al río Quebar, en la tierra de los babilonios;* y él sintió que la mano del SEÑOR se apoderó de él).
Eze 1:4 Mientras miraba, vi una gran tormenta que venía del norte empujando una nube enorme que resplandecía con relámpagos y brillaba con una luz radiante. Dentro de la nube había fuego, y en medio del fuego resplandecía algo que parecía como de ámbar reluciente.*
Eze 1:5 Del centro de la nube salieron cuatro seres vivientes que parecían humanos,
Eze 1:6 sólo que cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.
Eze 1:7 Las piernas eran rectas, y los pies tenían pezuñas como las de un becerro y brillaban como bronce bruñido.
Eze 1:8 Pude ver que, debajo de cada una de las cuatro alas, tenían manos humanas. Así que cada uno de los cuatro seres tenía cuatro caras y cuatro alas.
Eze 1:9 Las alas de cada ser viviente se tocaban con las de los seres que estaban al lado. Cada uno se movía de frente hacia adelante, en la dirección que fuera, sin darse vuelta.
Eze 1:10 Cada uno tenía cara humana por delante, cara de león a la derecha, cara de buey a la izquierda, y cara de águila por detrás.
Eze 1:11 Cada uno tenía dos pares de alas extendidas: un par se tocaba con las alas de los seres vivientes a cada lado, y el otro par le cubría el cuerpo.
Eze 1:12 Los seres iban en la dirección que indicara el espíritu y se movían de frente hacia delante, en la dirección que fuera, sin darse vuelta.
Eze 1:13 Los seres vivientes parecían carbones encendidos o antorchas brillantes, y daba la impresión de que entre ellos destellaban relámpagos.
Eze 1:14 Y los seres vivientes se desplazaban velozmente de un lado a otro como centellas.
Eze 1:15 Mientras miraba a esos seres vivientes, vi junto a ellos cuatro ruedas que tocaban el suelo; a cada uno le correspondía una rueda.
Eze 1:16 Las ruedas brillaban como si fueran de berilo. Las cuatro ruedas se parecían y estaban hechas de la misma manera; dentro de cada rueda había otra rueda, que giraba en forma transversal.
Eze 1:17 Los seres podían avanzar de frente en cualquiera de las cuatro direcciones, sin girar mientras se movían.
Eze 1:18 Los aros de las cuatro ruedas eran altos y aterradores, y estaban cubiertos de ojos alrededor.
Eze 1:19 Cuando los seres vivientes se movían, las ruedas se movían con ellos. Cuando volaban hacia arriba, las ruedas también subían.
Eze 1:20 El espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Así que a donde fuera el espíritu, iban también las ruedas y los seres vivientes.
Eze 1:21 Cuando los seres se movían, las ruedas se movían. Cuando los seres se detenían, las ruedas se detenían. Cuando los seres volaban hacia arriba, las ruedas se elevaban, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
Eze 1:22 Por encima de ellos se extendía una superficie semejante al cielo, reluciente como el cristal.
Eze 1:23 Por debajo de esa superficie, dos alas de cada ser viviente se extendían para tocar las alas de los otros, y cada uno tenía otras dos alas que le cubrían el cuerpo.
Eze 1:24 Cuando volaban, el ruido de las alas me sonaba como olas que rompen contra la costa o la voz del Todopoderoso* o los gritos de un potente ejército. Cuando se detuvieron, bajaron las alas.
Eze 1:25 Mientras permanecían de pie con las alas bajas, se oyó una voz más allá de la superficie de cristal que estaba encima de ellos.
Eze 1:26 Sobre esta superficie había algo semejante a un trono hecho de lapislázuli. En ese trono, en lo más alto, había una figura con apariencia de hombre.
Eze 1:27 De lo que parecía ser su cintura para arriba, tenía aspecto de ámbar reluciente, titilante como el fuego; y de la cintura para abajo, parecía una llama encendida resplandeciente.
Eze 1:28 Lo rodeaba un halo luminoso, como el arco iris que brilla entre las nubes en un día de lluvia. Así se me presentó la gloria del SEÑOR. Cuando la vi, caí con rostro en tierra, y oí la voz de alguien que me hablaba.
Eze 2:1 «Levántate, hijo de hombre —dijo la voz—, quiero hablarte».
Eze 2:2 El Espíritu entró en mí mientras me hablaba y me puso de pie. Entonces escuché atentamente sus palabras.
Eze 2:3 «Hijo de hombre —me dijo—, te envío a la nación de Israel, un pueblo desobediente que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus antepasados se han puesto en mi contra hasta el día de hoy.
Eze 2:4 Son un pueblo terco y duro de corazón. Ahora te envío a decirles: “¡Esto dice el SEÑOR Soberano!”.
Eze 2:5 Ya sea que te escuchen o se nieguen a escuchar —pues recuerda que son rebeldes—, al menos sabrán que han tenido un profeta entre ellos.
Eze 2:6 »Hijo de hombre, no tengas miedo ni de ellos ni de sus palabras. No temas aunque sus amenazas te rodeen como ortigas, zarzas y escorpiones venenosos. No te desanimes por sus ceños fruncidos, por muy rebeldes que ellos sean.
Eze 2:7 Debes darles mis mensajes, te escuchen o no. Sin embargo, no te escucharán, ¡porque son totalmente rebeldes!
Eze 2:8 Hijo de hombre, presta atención a lo que te digo. No seas rebelde como ellos. Abre la boca y come lo que te doy».
Eze 2:9 Luego miré y vi que se me acercaba una mano que sostenía un rollo,
Eze 2:10 el cual él abrió. Entonces vi que estaba escrito en ambos lados con cantos fúnebres, lamentos y declaraciones de condena.
Eze 3:1 La voz me dijo: «Hijo de hombre, come lo que te doy, ¡cómete este rollo! Luego ve y transmite el mensaje a los israelitas».
Eze 3:2 Así que abrí la boca y él me dio a comer el rollo.
Eze 3:3 «Llénate el estómago con esto», me dijo. Al comerlo, sentí un sabor tan dulce como la miel.
Eze 3:4 Luego me dijo: «Hijo de hombre, ve a los israelitas y dales mis mensajes.
Eze 3:5 No te envío a un pueblo de extranjeros que habla un idioma que no comprendes.
Eze 3:6 No, no te envío a gente que habla un idioma extraño y difícil de entender. Si te enviara a esas personas, ¡ellas te escucharían!
Eze 3:7 ¡Pero los israelitas no te escucharán a ti como tampoco me escuchan a mí! Pues todos y cada uno de ellos son tercos y duros de corazón.
Eze 3:8 Sin embargo, mira, te he hecho tan obstinado y duro de corazón como ellos.
Eze 3:9 ¡Endurecí tu frente tanto como la roca más dura! Por lo tanto, no les tengas miedo ni te asustes con sus miradas furiosas, por muy rebeldes que sean».
Eze 3:10 Luego agregó: «Hijo de hombre, que todas mis palabras penetren primero en lo profundo de tu corazón. Escúchalas atentamente para tu propio bien.
Eze 3:11 Después ve a tus compatriotas desterrados y diles: “¡Esto dice el SEÑOR Soberano!”. Hazlo, te escuchen o no».
Eze 3:12 Luego el Espíritu me levantó y oí detrás de mí un fuerte ruido que retumbaba. (¡Alabada sea la gloria del SEÑOR en su lugar!).*
Eze 3:13 Era el sonido de las alas de los seres vivientes al rozarse unas con otras y el retumbar de las ruedas debajo de ellos.
Eze 3:14 El Espíritu me levantó y me sacó de allí. Salí amargado y confundido, pero era fuerte el poder del SEÑOR sobre mí.
Eze 3:15 Luego llegué a la colonia de judíos desterrados en Tel-abib, junto al río Quebar. Estaba atónito y me quedé sentado entre ellos durante siete días.
Eze 3:16 Después de siete días, el SEÑOR me dio el siguiente mensaje:
Eze 3:17 «Hijo de hombre, te he puesto como centinela para Israel. Cada vez que recibas un mensaje mío, adviértele a la gente de inmediato.
Eze 3:18 Si les aviso a los perversos: “Ustedes están bajo pena de muerte”, pero tú no les das la advertencia, ellos morirán en sus pecados; y yo te haré responsable de su muerte.
Eze 3:19 Si tú les adviertes, pero ellos se niegan a arrepentirse y siguen pecando, morirán en sus pecados; pero tú te habrás salvado porque me obedeciste.
Eze 3:20 »Si los justos se desvían de su conducta recta y no hacen caso a los obstáculos que pongo en su camino, morirán; y si tú no les adviertes, ellos morirán en sus pecados. No se recordará ninguno de sus actos de justicia y te haré responsable de la muerte de esas personas;
Eze 3:21 pero si les adviertes a los justos que no pequen y te hacen caso y no pecan, entonces vivirán, y tú también te habrás salvado».
Eze 3:22 Luego el SEÑOR puso su mano sobre mí y me dijo: «Levántate y sal al valle, y allí te hablaré».
Eze 3:23 Entonces me levanté y fui. Allí vi la gloria del SEÑOR, tal como la había visto en mi primera visión junto al río Quebar, y caí con el rostro en tierra.
Eze 3:24 Después el Espíritu entró en mí y me puso de pie. Me habló y me dijo: «Vete a tu casa y enciérrate.
Eze 3:25 Allí, hijo de hombre, te atarán con cuerdas, para que no puedas salir a estar con el pueblo.
Eze 3:26 Haré que la lengua se te pegue al paladar para que quedes mudo y no puedas reprenderlos, porque son rebeldes.
Eze 3:27 Sin embargo, cuando te dé un mensaje, te soltaré la lengua y te dejaré hablar. Entonces les dirás: “¡Esto dice el SEÑOR Soberano!”. Los que quieran escuchar, escucharán, pero los que se nieguen, se negarán, porque son rebeldes.

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