APOSENTO ALTO

martes, 24 de octubre de 2017

LECTURA BÍBLICA 24 DE OCTUBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

JUAN     7:14-24

Jua 7:14 Entonces, en la mitad del festival, Jesús subió al templo y comenzó a enseñar.
Jua 7:15 Los presentes* quedaron maravillados al oírlo. Se preguntaban: «¿Cómo es que sabe tanto sin haber estudiado?».
Jua 7:16 Así que Jesús les dijo: —Mi mensaje no es mío sino que proviene de Dios, quien me envió.
Jua 7:17 Todo el que quiera hacer la voluntad de Dios sabrá si lo que enseño proviene de Dios o sólo hablo por mi propia cuenta.
Jua 7:18 Los que hablan por su propia cuenta buscan su propia gloria, pero el que busca honrar a quien lo envió, habla con la verdad, no con mentiras.
Jua 7:19 Moisés les dio la ley, ¡pero ninguno de ustedes la cumple! De hecho, tratan de matarme.
Jua 7:20 —¡Estás endemoniado! —respondió la multitud —. ¿Quién trata de matarte?
Jua 7:21 Jesús contestó: —Yo hice un milagro en el día de descanso, y ustedes se asombraron.
Jua 7:22 Pero ustedes también trabajan en el día de descanso al obedecer la ley de la circuncisión dada por Moisés. (En realidad, la costumbre de la circuncisión comenzó con los patriarcas, mucho antes de la ley de Moisés).
Jua 7:23 Pues, si el tiempo indicado para circuncidar a un hijo coincide con el día de descanso, ustedes igual realizan el acto, para no violar la ley de Moisés. Entonces, ¿por qué se enojan conmigo por sanar a un hombre en el día de descanso?
Jua 7:24 Miren más allá de la superficie, para poder juzgar correctamente.




 1 PEDRO  5:1-7

1Pe 5:1 Y ahora, una palabra para ustedes los ancianos en las iglesias. También soy un anciano y testigo de los sufrimientos de Cristo. Y yo también voy a participar de su gloria cuando él sea revelado a todo el mundo. Como anciano igual que ustedes, les ruego:
1Pe 5:2 cuiden del rebaño que Dios les ha encomendado. Háganlo con gusto, no de mala gana ni por el beneficio personal que puedan obtener de ello, sino porque están deseosos de servir a Dios.
1Pe 5:3 No abusen de la autoridad que tienen sobre los que están a su cargo, sino guíenlos con su buen ejemplo.
1Pe 5:4 Así, cuando venga el Gran Pastor, recibirán una corona de gloria y honor eternos.
1Pe 5:5 Del mismo modo, ustedes hombres más jóvenes tienen que aceptar la autoridad de los ancianos. Y todos sírvanse unos a otros con humildad, porque «Dios se opone a los orgullosos pero muestra su favor a los humildes»*.
1Pe 5:6 Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor.
1Pe 5:7 Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes.


CANTARES 8:1-7

Cnt 8:1 ¡Cómo quisiera que fueras mi hermano! El que mamó de los pechos de mi madre. Así podría besarte sin pensar en quién nos mira, y nadie me criticaría.
Cnt 8:2 Te llevaría al hogar de mi infancia, y allí tú me enseñarías.* Te daría a beber vino con especias, mi dulce vino de granada.
Cnt 8:3 Tu brazo izquierdo estaría bajo mi cabeza y tu brazo derecho me abrazaría.
Cnt 8:4 Prométanme, oh mujeres de Jerusalén, que no despertarán el amor hasta que llegue el momento apropiado.*
Cnt 8:5 
Las jóvenes de Jerusalén

¿Quién es esa que viene majestuosamente desde el desierto recostada sobre su amante?

La joven

 Desperté tus deseos bajo el manzano, donde tu madre te dio a luz, donde con tanto dolor te trajo al mundo.
Cnt 8:6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como un sello sobre tu brazo. Pues el amor es tan fuerte como la muerte, y sus celos, tan duraderos* como la tumba.* El amor destella como el fuego con la llama más intensa.
Cnt 8:7 Las muchas aguas no pueden apagar el amor, ni los ríos pueden ahogarlo. Si un hombre tratara de comprar amor con toda su fortuna, su oferta sería totalmente rechazada.


LECTURA PARA LA NOCHE

LAMENTACIONES 3

Lam 3:1 Yo soy el que ha visto las aflicciones que provienen de la vara del enojo del SEÑOR.
Lam 3:2 Me llevó a las tinieblas, y dejó fuera toda luz.
Lam 3:3 Volvió su mano contra mí una y otra vez, todo el día.
Lam 3:4 Hizo que mi piel y mi carne envejecieran; quebró mis huesos.
Lam 3:5 Me sitió y me rodeó de angustia y aflicción.
Lam 3:6 Me enterró en un lugar oscuro, como a los que habían muerto hace tiempo.
Lam 3:7 Me cercó con un muro, y no puedo escapar; me ató con pesadas cadenas.
Lam 3:8 Y a pesar de que lloro y grito, cerró sus oídos a mis oraciones.
Lam 3:9 Impidió mi paso con un muro de piedra; hizo mis caminos tortuosos.
Lam 3:10 Se escondió como un oso o un león, esperando atacarme.
Lam 3:11 Me arrastró fuera del camino, me descuartizó y me dejó indefenso y destruido.
Lam 3:12 Tensó su arco y me hizo el blanco de sus flechas.
Lam 3:13 Disparó sus flechas a lo profundo de mi corazón.
Lam 3:14 Mi propio pueblo se ríe de mí; todo el día repiten sus canciones burlonas.
Lam 3:15 Él me llenó de amargura y me dio a beber una copa amarga de dolor.
Lam 3:16 Me hizo masticar piedras; me revolcó en el polvo.
Lam 3:17 Me arrebató la paz y ya no recuerdo qué es la prosperidad.
Lam 3:18 Yo exclamo: «¡Mi esplendor ha desaparecido! ¡Se perdió todo lo que yo esperaba del SEÑOR!».
Lam 3:19 Recordar mi sufrimiento y no tener hogar es tan amargo que no encuentro palabras.*
Lam 3:20 Siempre tengo presente este terrible tiempo mientras me lamento por mi pérdida.
Lam 3:21 No obstante, aún me atrevo a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente:
Lam 3:22 ¡el fiel amor del SEÑOR nunca se acaba!* Sus misericordias jamás terminan.
Lam 3:23 Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana.
Lam 3:24 Me digo: «El SEÑOR es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en él!».
Lam 3:25 El SEÑOR es bueno con los que dependen de él, con aquellos que lo buscan.
Lam 3:26 Por eso es bueno esperar en silencio la salvación que proviene del SEÑOR.
Lam 3:27 Y es bueno que todos se sometan desde temprana edad al yugo de su disciplina:
Lam 3:28 que se queden solos en silencio bajo las exigencias del SEÑOR.
Lam 3:29 Que se postren rostro en tierra pues quizá por fin haya esperanza.
Lam 3:30 Que vuelvan la otra mejilla a aquellos que los golpean y que acepten los insultos de sus enemigos.
Lam 3:31 Pues el Señor no abandona a nadie para siempre.
Lam 3:32 Aunque trae dolor, también muestra compasión debido a la grandeza de su amor inagotable.
Lam 3:33 Pues él no se complace en herir a la gente o en causarles dolor.
Lam 3:34 Si la gente pisotea a todos los prisioneros de la tierra,
Lam 3:35 si privan a otros de sus derechos, desafiando al Altísimo,
Lam 3:36 si tuercen la justicia en los tribunales, ¿acaso no ve el Señor todas estas cosas?
Lam 3:37 ¿Quién puede ordenar que algo suceda sin permiso del SEÑOR?
Lam 3:38 ¿No envía el Altísimo tanto calamidad como bien?
Lam 3:39 Entonces, ¿por qué nosotros, simples humanos, habríamos de quejarnos cuando somos castigados por nuestros pecados?
Lam 3:40 En cambio, probemos y examinemos nuestros caminos y volvamos al SEÑOR.
Lam 3:41 Levantemos nuestro corazón y nuestras manos al Dios del cielo y digamos:
Lam 3:42 «Hemos pecado y nos hemos rebelado, y no nos has perdonado.
Lam 3:43 »Nos envolviste en tu enojo, nos perseguiste y nos masacraste sin misericordia.
Lam 3:44 Te escondiste en una nube para que nuestras oraciones no pudieran llegar a ti.
Lam 3:45 Nos desechaste como a basura y como a desperdicio entre las naciones.
Lam 3:46 »Todos nuestros enemigos se han pronunciado en contra de nosotros.
Lam 3:47 Estamos llenos de miedo, porque nos encontramos atrapados, destruidos y arruinados».
Lam 3:48 ¡Ríos de lágrimas brotan de mis ojos por la destrucción de mi pueblo!
Lam 3:49 Mis lágrimas corren sin cesar; no pararán
Lam 3:50 hasta que el SEÑOR mire desde el cielo y vea.
Lam 3:51 Se me destroza el corazón por el destino de todas las mujeres de Jerusalén.
Lam 3:52 Mis enemigos, a quienes nunca les hice daño, me persiguen como a un pájaro.
Lam 3:53 Me arrojaron a un hoyo y dejaron caer piedras sobre mí.
Lam 3:54 El agua subió hasta cubrir mi cabeza y yo exclamé: «¡Este es el fin!».
Lam 3:55 Pero desde lo profundo del hoyo invoqué tu nombre, SEÑOR.
Lam 3:56 Me oíste cuando clamé: «¡Escucha mi ruego! ¡Oye mi grito de socorro!».
Lam 3:57 Así fue, cuando llamé tú viniste; me dijiste: «No tengas miedo».
Lam 3:58 ¡Señor, tú eres mi abogado! ¡Defiende mi caso! Pues has redimido mi vida.
Lam 3:59 Viste el mal que me hicieron, SEÑOR; sé mi juez y demuestra que tengo razón.
Lam 3:60 Has visto los planes vengativos que mis enemigos han tramado contra mí.
Lam 3:61 SEÑOR, tú oíste los nombres repugnantes con los que me llaman y conoces los planes que hicieron.
Lam 3:62 Mis enemigos susurran y hablan entre dientes mientras conspiran contra mí todo el día.
Lam 3:63 ¡Míralos! Estén sentados o de pie, yo soy el objeto de sus canciones burlonas.
Lam 3:64 SEÑOR, dales su merecido por todo lo malo que han hecho.
Lam 3:65 ¡Dales corazones duros y tercos y después, que tu maldición caiga sobre ellos!
Lam 3:66 Persíguelos en tu enojo y destrúyelos bajo los cielos del SEÑOR.

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