APOSENTO ALTO

domingo, 1 de octubre de 2017

LECTURA BÍBLICA 1 DE OCTUBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

JUAN    1:1-18


Jua 1:1 En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
Jua 1:2 El que es la Palabra existía en el principio con Dios.
Jua 1:3 Dios creó todas las cosas por medio de él, y nada fue creado sin él.
Jua 1:4 La Palabra le dio vida a todo lo creado,* y su vida trajo luz a todos.
Jua 1:5 La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad jamás podrá apagarla.*
Jua 1:6 Dios envió a un hombre llamado Juan el Bautista,*
Jua 1:7 para que contara acerca de la luz, a fin de que todos creyeran por su testimonio.
Jua 1:8 Juan no era la luz; era sólo un testigo para hablar de la luz.
Jua 1:9 Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo.
Jua 1:10 Vino al mismo mundo que él había creado, pero el mundo no lo reconoció.
Jua 1:11 Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron.
Jua 1:12 Pero, a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.
Jua 1:13 Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios.
Jua 1:14 Entonces la Palabra se hizo hombre* y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de fidelidad y amor inagotable.* Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre.
Jua 1:15 Juan dio testimonio de él cuando clamó a las multitudes: «A él me refería yo cuando decía: "Alguien viene después de mí que es muy superior a mí porque existe desde mucho antes que yo"».
Jua 1:16 De su abundancia, todos hemos recibido una bendición inmerecida tras otra.*
Jua 1:17 Pues la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor inagotable de Dios y su fidelidad vinieron por medio de Jesucristo.
Jua 1:18 Nadie ha visto jamás a Dios. Pero el Hijo, el único, él mismo es Dios y* está íntimamente ligado al Padre. Él nos ha revelado a Dios.




 SANTIAGO  1:1-11


Stg 1:1 Yo, Santiago, esclavo de Dios y del Señor Jesucristo, escribo esta carta a las «doce tribus»: los creyentes judíos que están dispersos por el mundo. ¡Reciban mis saludos!
Stg 1:2 Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho
Stg 1:3 porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse.
Stg 1:4 Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada.
Stg 1:5 Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla.
Stg 1:6 Pero, cuando se la pidan, asegúrense de que su fe sea solamente en Dios. Y no duden, porque una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento arrastra y empuja de un lado a otro.
Stg 1:7 Esas personas no deberían esperar nada del Señor;
Stg 1:8 su lealtad está dividida entre Dios y el mundo, y son inestables en todo lo que hacen.
Stg 1:9 Los creyentes que son pobres* pueden estar orgullosos, porque Dios los ha honrado.
Stg 1:10 Y los que son ricos* deberían estar orgullosos de que Dios los ha humillado. Se marchitarán como una pequeña flor de campo.
Stg 1:11 Cuando el sol calienta mucho y se seca el pasto, la flor pierde su fuerza, cae y desaparece su belleza. De la misma manera, se marchitarán los ricos junto con todos sus logros.



ECLESIASTÉS 1


Ecl 1:1 Estas son las palabras del Maestro,* hijo del rey David y gobernante de Jerusalén.
Ecl 1:2 «Nada tiene sentido —dice el Maestro—, ¡ningún sentido en absoluto!».
Ecl 1:3 ¿Qué obtiene la gente con trabajar tanto bajo el sol?
Ecl 1:4 Las generaciones van y vienen, pero la tierra nunca cambia.
Ecl 1:5 El sol sale y se pone, y se apresura a dar toda la vuelta para volver a salir.
Ecl 1:6 El viento sopla hacia el sur y luego gira hacia el norte. Da vueltas y vueltas soplando en círculos.
Ecl 1:7 Los ríos desembocan en el mar, pero el mar nunca se llena. Luego el agua vuelve a los ríos y sale nuevamente al mar.
Ecl 1:8 Todo es tan tedioso, imposible de describir. No importa cuánto veamos, nunca quedamos satisfechos. No importa cuánto oigamos, nada nos tiene contentos.
Ecl 1:9 La historia no hace más que repetirse; ya todo se hizo antes. No hay nada realmente nuevo bajo el sol.
Ecl 1:10 A veces la gente dice: «¡Esto es algo nuevo!»; pero la verdad es que no lo es, nada es completamente nuevo.
Ecl 1:11 Ninguno de nosotros recuerda lo que sucedió en el pasado, y las generaciones futuras tampoco recordarán lo que hacemos ahora.
Ecl 1:12 Yo, el Maestro, fui rey de Israel y viví en Jerusalén.
Ecl 1:13 Me dediqué a buscar el entendimiento y a investigar con sabiduría todo lo que se hacía debajo del cielo. Pronto descubrí que Dios le había dado una existencia trágica al género humano.
Ecl 1:14 Observé todo lo que ocurría bajo el sol, y a decir verdad, nada tiene sentido, es como perseguir el viento.
Ecl 1:15 Lo que está mal no puede corregirse; lo que se ha perdido no puede recuperarse.
Ecl 1:16 Me dije: «A ver, soy más sabio que todos los reyes que gobernaron Jerusalén antes que yo. Tengo más sabiduría y conocimiento que cualquiera de ellos».
Ecl 1:17 Así que me dispuse a aprender de todo: desde la sabiduría hasta la locura y la insensatez; pero descubrí por experiencia que procurar esas cosas es como perseguir el viento.
Ecl 1:18 Cuanta más sabiduría tengo, mayor es mi desconsuelo; aumentar el conocimiento sólo trae más dolor.

LECTURA PARA LA NOCHE

JEREMÍAS 1-2


Jer 1:1 Estas son las palabras de Jeremías, hijo de Hilcías, uno de los sacerdotes de Anatot, ciudad de la tierra de Benjamín.
Jer 1:2 El SEÑOR le dio mensajes a Jeremías por primera vez durante el año trece del reinado de Josías, hijo de Amón, rey de Judá.*
Jer 1:3 Los mensajes del SEÑOR continuaron durante el reinado de Joacim, hijo de Josías, hasta el año once del reinado de Sedequías, otro de los hijos de Josías. En agosto* de ese año once, la gente de Jerusalén fue llevada cautiva.
Jer 1:4 El SEÑOR me dio el siguiente mensaje:
Jer 1:5 —Te conocía aun antes de haberte formado en el vientre de tu madre; antes de que nacieras, te aparté y te nombré mi profeta a las naciones.
Jer 1:6 —Oh Soberano SEÑOR —í—. ¡No puedo hablar por ti! ¡Soy demasiado joven!
Jer 1:7 —No digas: "Soy demasiado joven" —me contestó el SEÑOR—, porque debes ir dondequiera que te mande y decir todo lo que te diga.
Jer 1:8 No le tengas miedo a la gente, porque estaré contigo y te protegeré. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado!
Jer 1:9 Luego el SEÑOR extendió su mano, tocó mi boca y dijo: «¡Mira, he puesto mis palabras en tu boca!
Jer 1:10 Hoy te doy autoridad para que hagas frente a naciones y reinos. A algunos deberás desarraigar, derribar, destruir y derrocar; a otros deberás edificar y plantar».
Jer 1:11 Después el SEÑOR me dijo: —¡Observa, Jeremías! ¿Qué es lo que ves? —Veo una rama de almendro —contesté yo.
Jer 1:12 —Así es —dijo el SEÑOR—, y eso significa que yo estoy vigilando* y ciertamente llevaré a cabo todos mis planes.
Jer 1:13 Después el SEÑOR me habló nuevamente. —¿Qué es lo que ves ahora? —me preguntó. —Veo una olla de agua hirviendo que se derrama desde el norte —contesté.
Jer 1:14 —Sí —dijo el SEÑOR—, porque el terror del norte hervirá y se derramará sobre la gente de esta tierra.
Jer 1:15 ¡Escucha! Estoy llamando a los ejércitos de los reinos del norte para que vengan a Jerusalén. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado! »Establecerán sus tronos a las puertas de la ciudad; atacarán los muros de Jerusalén y a todas las demás ciudades de Judá.
Jer 1:16 Pronunciaré juicio contra mi pueblo a causa de toda su maldad, por haberme abandonado y por quemar incienso a otros dioses. ¡Sí, ellos rinden culto a ídolos que hicieron con sus propias manos!
Jer 1:17 »Levántate y prepárate para entrar en acción. Ve y diles todo lo que te ordene decir. No les tengas miedo, sino haré que parezcas un necio delante de ellos.
Jer 1:18 Mira, hoy te he hecho fuerte, como ciudad fortificada que no se puede conquistar, como columna de hierro o pared de bronce. Te enfrentarás contra toda esta tierra: contra los reyes, los funcionarios, los sacerdotes y el pueblo de Judá.
Jer 1:19 Ellos pelearán contra ti, pero fracasarán, porque yo estoy contigo y te protegeré. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado!
Jer 2:1 El SEÑOR me dio otro mensaje y me dijo:
Jer 2:2 «Ve y anuncia a gritos este mensaje a Jerusalén. Esto dice el SEÑOR: »"Recuerdo qué ansiosa estabas por complacerme cuando eras una joven recién casada, cómo me amabas y me seguías aun a través de lugares desolados.
Jer 2:3 En esos días Israel estaba consagrado al SEÑOR, el primero de sus hijos.* Todos los que lastimaron a su pueblo fueron declarados culpables, y sobre ellos cayó la calamidad. ¡Yo, el SEÑOR, he hablado!"».
Jer 2:4 ¡Escuchen la palabra del SEÑOR, pueblo de Jacob, todas las familias de Israel!
Jer 2:5 Esto dice el SEÑOR: «¿Qué mal encontraron en mí sus antepasados que los llevó a alejarse tanto de mi lado? Rindieron culto a ídolos inútiles y ellos mismos se volvieron inútiles.
Jer 2:6 No preguntaron: "¿Dónde está el SEÑOR que nos sacó a salvo de Egipto y nos guió a través del árido desierto, por una tierra desolada y llena de hoyos, una tierra de sequía y muerte, donde no vive ni viaja nadie?".
Jer 2:7 »Cuando los traje a una tierra fértil para que disfrutaran de sus bienes y de su abundancia, contaminaron mi tierra y corrompieron la posesión que les había prometido.
Jer 2:8 Los sacerdotes no preguntaron: "¿Dónde está el SEÑOR?". Aquellos que enseñaron mi palabra me ignoraron, los gobernantes se volvieron en mi contra, y los profetas hablaron en nombre de Baal, perdiendo su tiempo con ídolos inútiles.
Jer 2:9 Por lo tanto, presentaré mi acusación en su contra, —dice el SEÑOR—. Aun presentaré cargos contra los hijos de sus hijos en los años venideros.
Jer 2:10 »Vayan al occidente y miren en la tierra de Chipre;* vayan al oriente y busquen en la tierra de Cedar. ¿Acaso alguien ha oído algo tan extraño como esto?
Jer 2:11 ¿Alguna vez una nación ha cambiado sus dioses por otros, aun cuando no son dioses en absoluto? ¡Sin embargo, mi pueblo ha cambiado a su glorioso Dios* por ídolos inútiles!
Jer 2:12 Los cielos están espantados ante semejante cosa y retroceden horrorizados y consternados —dice el SEÑOR—.
Jer 2:13 Pues mi pueblo ha cometido dos maldades: me ha abandonado a mí —la fuente de agua viva— y ha cavado para sí cisternas rotas ¡que jamás pueden retener el agua!
Jer 2:14 »¿Por qué Israel se ha convertido en esclavo? ¿Por qué se lo han llevado como botín?
Jer 2:15 Leones fuertes rugieron contra él, y la tierra ha sido destruida. Ahora las ciudades están en ruinas, ya nadie vive en ellas.
Jer 2:16 Los egipcios, en pie de guerra, llegaron desde sus ciudades de Menfis* y Tafnes, han destruido la gloria y el poder de Israel.
Jer 2:17 Tú mismo te has buscado esta desgracia al rebelarte contra el SEÑOR tu Dios, ¡aun cuando él te guiaba por el camino!
Jer 2:18 »¿Qué provecho has sacado de tus alianzas con Egipto y de tus pactos con Asiria? ¿En qué te benefician las corrientes del Nilo* o las aguas del río Éufrates?*
Jer 2:19 Tu perversidad traerá su propio castigo. El haberte alejado de mí te avergonzará. Verás qué malo y amargo es abandonar al SEÑOR tu Dios y no temerle. ¡Yo, el Señor, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, he hablado!
Jer 2:20 »Hace tiempo rompí el yugo que te oprimía y arranqué las cadenas de tu esclavitud, pero aun así dijiste: "No te serviré". Sobre cada colina y debajo de todo árbol frondoso te has prostituido inclinándote ante ídolos.
Jer 2:21 Pero fui yo el que te planté, al escoger una vid del más puro origen, lo mejor de lo mejor. ¿Cómo te transformaste en esta vid corrupta y silvestre?
Jer 2:22 Por más jabón o lejía que te pongas no puedes limpiarte. Aún puedo ver la mancha de tu culpa. ¡Yo, el SEÑOR Soberano, he hablado!
Jer 2:23 »Tú dices: "¡Esto no es cierto! ¡No he rendido culto a las imágenes de Baal!". ¿Pero cómo puedes decir semejante cosa? ¡Ve y mira lo que hay en cualquier valle de la tierra! Reconoce los espantosos pecados que has cometido. Eres como una camella inquieta, buscando un macho con desesperación.
Jer 2:24 Eres como una burra salvaje, olfateando el viento en época de apareamiento. ¿Quién puede contenerla de su celo? ¡Los que la desean no necesitan buscar demasiado, porque es ella quien corre hacia ellos!
Jer 2:25 ¿Cuándo dejarás de correr? ¿Cuándo desistirás de jadear tras otros dioses? Pero tú dices: "Ahórrate tus palabras. ¡Estoy enamorada de estos dioses ajenos, y no puedo dejar de amarlos!".
Jer 2:26 »Israel es como un ladrón que se avergüenza sólo cuando lo descubren, al igual que sus reyes, funcionarios, sacerdotes y profetas.
Jer 2:27 A una imagen tallada en un trozo de madera le dicen: "Tú eres mi padre". A un ídolo esculpido en un bloque de piedra le dicen: "Tú eres mi madre". Me dan la espalda, pero durante tiempos difíciles me suplican: "¡Ven y sálvanos!".
Jer 2:28 Pero ¿por qué no invocas a esos dioses que has fabricado? Cuando lleguen los problemas, ¡que ellos te salven si pueden! Pues tú tienes tantos dioses como ciudades hay en Judá.
Jer 2:29 ¿Por qué me acusas de hacer el mal? Ustedes son los que se han rebelado —dice el SEÑOR—.
Jer 2:30 He castigado a tus hijos, pero no respondieron a mi disciplina. Tú mismo mataste a tus profetas como un león mata a su presa.
Jer 2:31 »¡Oh pueblo mío, presta atención a las palabras del SEÑOR! ¿Acaso he sido como un desierto para Israel? ¿Acaso le he sido una tierra de tinieblas? Entonces díganme por qué mi pueblo declara: "¡Por fin nos hemos librado de Dios! ¡No lo necesitamos más!".
Jer 2:32 ¿Se olvida una joven de sus joyas? ¿Esconde una recién casada su vestido de bodas? Aun así, año tras año mi pueblo se ha olvidado de mí.
Jer 2:33 »¡Cómo maquinas y tramas para ganarte a tus amantes! ¡Incluso una prostituta veterana podría aprender de ti!
Jer 2:34 Tus vestidos están manchados con la sangre de los inocentes y de los pobres, ¡aunque no los sorprendiste robando tu casa!
Jer 2:35 Aun así dices: "No he hecho nada malo. ¡Seguro que Dios no está enojado conmigo!"; pero ahora te castigaré severamente porque afirmas no haber pecado.
Jer 2:36 Primero acá, después allá, saltas de un aliado a otro pidiendo ayuda. Pero tus nuevos amigos de Egipto te fallarán, tal como Asiria lo hizo antes.
Jer 2:37 Desesperado, serás llevado al destierro con las manos en la cabeza, porque el SEÑOR ha rechazado a las naciones en las cuales confías. Ellas no te ayudarán en absoluto.

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