APOSENTO ALTO

viernes, 9 de marzo de 2018

LECTURA BÍBLICA 9 DE MARZO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    24:1-14

Mat 24:1 Cuando Jesús salía del terreno del templo, sus discípulos le señalaron los diversos edificios del templo.
Mat 24:2 Pero él les respondió: «¿Ven todos esos edificios? Les digo la verdad, serán demolidos por completo. ¡No quedará ni una sola piedra sobre otra!».
Mat 24:3 Más tarde, Jesús se sentó en el monte de los Olivos. Sus discípulos se le acercaron en privado y le dijeron: —Dinos, ¿cuándo sucederá todo eso? ¿Qué señal marcará tu regreso y el fin del mundo?*
Mat 24:4 Jesús les dijo: —No dejen que nadie los engañe,
Mat 24:5 porque muchos vendrán en mi nombre y afirmarán: “Yo soy el Mesías”. Engañarán a muchos.
Mat 24:6 Y ustedes oirán de guerras y de amenazas de guerras, pero no se dejen llevar por el pánico. Es verdad, esas cosas deben suceder, pero el fin no vendrá inmediatamente después.
Mat 24:7 Una nación entrará en guerra con otra, y un reino con otro reino. Habrá hambres y terremotos en muchas partes del mundo.
Mat 24:8 Pero todo eso es sólo el comienzo de los dolores del parto, luego vendrán más.
Mat 24:9 »Entonces los arrestarán, los perseguirán y los matarán. En todo el mundo los odiarán por ser mis seguidores.*
Mat 24:10 Y muchos se apartarán de mí, se traicionarán unos a otros y se odiarán.
Mat 24:11 Y aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente.
Mat 24:12 Abundará el pecado por todas partes, y el amor de muchos se enfriará.
Mat 24:13 Pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo.
Mat 24:14 Y se predicará la Buena Noticia acerca del reino por todo el mundo, de manera que todas las naciones* la oirán; y entonces vendrá el fin.



ROMANOS 6:15-23

Rom 6:15 Ahora bien, ¿eso significa que podemos seguir pecando porque la gracia de Dios nos ha liberado de la ley? ¡Claro que no!
Rom 6:16 ¿No se dan cuenta de que uno se convierte en esclavo de todo lo que decide obedecer? Uno puede ser esclavo del pecado, lo cual lleva a la muerte, o puede decidir obedecer a Dios, lo cual lleva a una vida recta.
Rom 6:17 Antes ustedes eran esclavos del pecado pero, gracias a Dios, ahora obedecen de todo corazón la enseñanza que les hemos dado.
Rom 6:18 Ahora son libres de la esclavitud del pecado y se han hecho esclavos de la vida recta.
Rom 6:19 Uso la ilustración de la esclavitud para ayudarlos a entender todo esto, porque la naturaleza humana de ustedes es débil. En el pasado, se dejaron esclavizar por la impureza y el desenfreno, lo cual los hundió aún más en el pecado. Ahora deben entregarse como esclavos a la vida recta para llegar a ser santos.
Rom 6:20 Cuando eran esclavos del pecado, estaban libres de la obligación de hacer lo correcto.
Rom 6:21 ¿Y cuál fue la consecuencia? Que ahora están avergonzados de las cosas que solían hacer, cosas que terminan en la condenación eterna.
Rom 6:22 Pero ahora quedaron libres del poder del pecado y se han hecho esclavos de Dios. Ahora hacen las cosas que llevan a la santidad y que dan como resultado la vida eterna.
Rom 6:23 Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.


SALMO 56

Sal 56:1 Oh Dios, ten misericordia de mí, porque la gente me acosa. Mis enemigos me atacan todo el día.
Sal 56:2 Los que me calumnian no dejan de acosarme, y muchos me atacan descaradamente.
Sal 56:3 Pero cuando tenga miedo, en ti pondré mi confianza.
Sal 56:4 Alabo a Dios por lo que ha prometido. En Dios confío, ¿por qué habría de tener miedo? ¿Qué pueden hacerme unos simples mortales?
Sal 56:5 Siempre tergiversan lo que digo; se pasan el día tramando cómo hacerme daño.
Sal 56:6 Se juntan para espiarme, vigilan cada paso que doy, ansiosos de matarme.
Sal 56:7 No permitas que estos malvados se salgan con la suya; en tu enojo, oh Dios, derríbalos.
Sal 56:8 Tú llevas la cuenta de todas mis angustias* y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro.
Sal 56:9 Mis enemigos emprenderán la retirada cuando yo clame a ti por ayuda. Una cosa sé: ¡Dios está de mi lado!
Sal 56:10 Alabo a Dios por lo que ha prometido; sí, alabo al SEÑOR por lo que ha prometido.
Sal 56:11 En Dios confío, ¿por qué habría de tener miedo? ¿Qué pueden hacerme unos simples mortales?
Sal 56:12 Cumpliré los votos que te hice, oh Dios, y ofreceré un sacrificio de gratitud por tu ayuda.
Sal 56:13 Pues me rescataste de la muerte; no dejaste que mis pies resbalaran. Así que ahora puedo caminar en tu presencia, oh Dios, en tu luz que da vida.

LECTURA PARA LA NOCHE

NÚMEROS 21-22

Núm 21:1 El rey cananeo de Arad que vivía en el Neguev oyó que los israelitas se acercaban por el camino que atraviesa Atarim. Así que atacó a los israelitas y tomó a algunos como prisioneros.
Núm 21:2 Entonces Israel hizo un voto al SEÑOR: «Si entregas a este pueblo en nuestras manos, destruiremos* por completo todas sus ciudades».
Núm 21:3 El SEÑOR oyó la petición de los israelitas y les dio la victoria sobre los cananeos. Así que los israelitas los destruyeron por completo junto con sus ciudades y desde entonces ese lugar se conoce como Horma.*
Núm 21:4 Luego el pueblo de Israel salió del monte Hor y tomó el camino hacia el mar Rojo* para bordear la tierra de Edom; pero el pueblo se impacientó con tan larga jornada
Núm 21:5 y comenzó a hablar contra Dios y Moisés: «¿Por qué nos sacaron de Egipto para morir aquí en el desierto? —se quejaron—. Aquí no hay nada para comer ni agua para beber. ¡Además, detestamos este horrible maná!».
Núm 21:6 Entonces el SEÑOR envió serpientes venenosas entre el pueblo y muchos fueron mordidos y murieron.
Núm 21:7 Así que el pueblo acudió a Moisés y clamó: «Hemos pecado al hablar contra el SEÑOR y contra ti. Pide al SEÑOR que quite las serpientes». Así pues, Moisés oró por el pueblo.
Núm 21:8 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: «Haz la figura de una serpiente venenosa y átala a un poste. Todos los que sean mordidos vivirán tan sólo con mirar la serpiente».
Núm 21:9 Así que Moisés hizo una serpiente de bronce y la ató a un poste. ¡Entonces los que eran mordidos por una serpiente miraban la serpiente de bronce y sanaban!
Núm 21:10 Después, los israelitas viajaron a Obot y acamparon allí.
Núm 21:11 Luego siguieron a Ije-abarim, en el desierto situado en la frontera oriental de Moab.
Núm 21:12 De allí viajaron al valle del arroyo Zered y armaron el campamento.
Núm 21:13 Después partieron y acamparon en el otro lado del río Arnón, en el desierto junto al territorio amorreo. El río Arnón forma la frontera que divide a los moabitas de los amorreos.
Núm 21:14 Por esta razón El libro de las guerras del SEÑOR habla de la ciudad de Vaheb en la región de Sufa, de los barrancos del río Arnón,
Núm 21:15 y de los barrancos que se extienden hasta los asentamientos de Ar en la frontera de Moab.
Núm 21:16 De allí los israelitas viajaron a Beer,* el pozo donde el SEÑOR le dijo a Moisés: «Reúne al pueblo y yo les daré agua».
Núm 21:17 Allí los israelitas entonaron el siguiente canto: «¡Brota, oh pozo! ¡Sí, canten sus alabanzas!
Núm 21:18 Canten de este pozo, que príncipes excavaron, que grandes líderes abrieron con sus cetros y varas». Luego los israelitas salieron del desierto y pasaron por Mataná,
Núm 21:19 Nahaliel y Bamot.
Núm 21:20 Después fueron al valle en Moab donde está la cima del monte Pisga, con vista a la tierra baldía.*
Núm 21:21 Después los israelitas enviaron embajadores a Sehón, rey de los amorreos, con el siguiente mensaje:
Núm 21:22 «Permítenos atravesar tu territorio. Tendremos cuidado de no pasar por tus campos y viñedos, ni siquiera beberemos agua de tus pozos. Seguiremos derecho por el camino real hasta que hayamos atravesado tu territorio».
Núm 21:23 Sin embargo, el rey Sehón rehusó permitirles atravesar su territorio. En cambio, movilizó a todo su ejército y atacó a Israel en el desierto y peleó con ellos en Jahaza.
Núm 21:24 Así que los israelitas los masacraron a filo de espada y ocuparon su tierra, desde el río Arnón hasta el río Jaboc. Avanzaron sólo hasta los límites de los amonitas porque su frontera estaba fortificada.*
Núm 21:25 De manera que Israel tomó todas las ciudades amorreas y se estableció en ellas, incluida la ciudad de Hesbón y sus aldeas vecinas.
Núm 21:26 Hesbón había sido la capital de Sehón, rey de los amorreos. Él había derrotado al rey moabita anterior y se había apoderado de toda su tierra hasta el río Arnón.
Núm 21:27 Por eso los poetas antiguos escribieron lo siguiente sobre él: «¡Vengan a Hesbón y que sea reconstruida! Que la ciudad de Sehón sea restaurada.
Núm 21:28 Un fuego ardiente salió de Hesbón, un incendio de la ciudad de Sehón. Quemó la ciudad de Ar en Moab; destruyó a los gobernantes de las alturas de Arnón.
Núm 21:29 ¡Qué aflicción te espera, oh pueblo de Moab! ¡Están acabados, oh adoradores de Quemos! Quemos dejó a sus hijos como refugiados, a sus hijas como cautivas de Sehón, el rey amorreo.
Núm 21:30 Los hemos destruido por completo, desde Hesbón hasta Dibón. Los hemos exterminado por completo, hasta lugares tan lejanos como Nofa y Medeba».*
Núm 21:31 Así pues, el pueblo de Israel ocupó el territorio de los amorreos.
Núm 21:32 Después que Moisés envió a hombres a explorar la región de Jazer, tomaron todas las ciudades de la región y expulsaron a los amorreos que vivían allí.
Núm 21:33 Luego volvieron y se marcharon por el camino que se dirige a Basán, pero Og, rey de Basán, los atacó con todo su pueblo en Edrei.
Núm 21:34 El SEÑOR le dijo a Moisés: «No le tengas miedo, porque yo te lo he entregado junto con toda su gente y su tierra. Haz con él lo mismo que hiciste con Sehón, rey de los amorreos, que gobernó en Hesbón».
Núm 21:35 Así que Israel mató al rey Og, a sus hijos y a todos sus súbditos; no quedó nadie con vida. Entonces Israel ocupó su territorio.
Núm 22:1 Luego el pueblo de Israel viajó a las llanuras de Moab y acampó al oriente del río Jordán, frente a Jericó.
Núm 22:2 Balac, hijo de Zipor, el rey moabita, había visto todo lo que los israelitas hicieron a los amorreos.
Núm 22:3 Entonces cuando el pueblo de Moab vio que los israelitas eran muchos, se aterró.
Núm 22:4 El rey de Moab dijo a los ancianos de Madián: «¡Esta muchedumbre devorará todo lo que esté a la vista, como un buey devora el pasto en el campo!». Entonces Balac, rey de Moab,
Núm 22:5 envió mensajeros para llamar a Balaam, hijo de Beor, que vivía en Petor,* su tierra natal, cerca del río Éufrates.* Su mensaje decía: «Mira, una inmensa multitud que cubre la faz de la tierra ha llegado de Egipto y me amenaza.
Núm 22:6 Ven, por favor, maldíceme a este pueblo, porque es demasiado poderoso para mí. De esa manera quizás yo pueda conquistarlos y expulsarlos de la tierra. Yo sé que sobre el pueblo que tú bendices, caen bendiciones y al pueblo que tú maldices, caen maldiciones».
Núm 22:7 Entonces los mensajeros de Balac y los ancianos de Moab y de Madián, partieron con el dinero para pagarle a Balaam a fin de que maldijera a Israel.* Llegaron donde estaba Balaam y le transmitieron el mensaje de Balac.
Núm 22:8 «Quédense aquí esta noche —dijo Balaam—, y en la mañana les diré lo que me indique el SEÑOR». Así que los funcionarios de Moab se quedaron con Balaam.
Núm 22:9 Esa noche Dios vino a Balaam y le preguntó: —¿Quiénes son estos hombres que te visitan?
Núm 22:10 Balaam le dijo a Dios: —Balac, hijo de Zipor, rey de Moab, me envió este mensaje:
Núm 22:11 “Mira, una inmensa multitud que cubre la faz de la tierra ha llegado de Egipto. Ven y maldíceme a este pueblo. De esa manera quizás podré hacerles frente y expulsarlos de esta tierra”.
Núm 22:12 Pero Dios le dijo a Balaam: —No vayas con ellos ni maldigas a este pueblo, ¡porque es bendito!
Núm 22:13 A la mañana siguiente, Balaam se levantó y les dijo a los funcionarios de Balac: «¡Regresen a casa! El SEÑOR no me dejará ir con ustedes».
Núm 22:14 Entonces los oficiales moabitas regresaron al rey Balac y le informaron: «Balaam se negó a venir con nosotros».
Núm 22:15 Así que Balac intentó de nuevo. Esta vez envió a un mayor número de funcionarios, aún más distinguidos que los que envió la primera vez.
Núm 22:16 Llegaron donde estaba Balaam y le transmitieron el siguiente mensaje: «Esto dice Balac, hijo de Zipor: “Por favor, no permitas que nada te impida venir a ayudarme.
Núm 22:17 Te pagaré muy bien y haré todo lo que me pidas. ¡Solamente ven y maldíceme a este pueblo!”».
Núm 22:18 Entonces Balaam les respondió a los mensajeros de Balac: «Aunque Balac me diera su palacio repleto de plata y oro, no podría hacer absolutamente nada en contra de la voluntad del SEÑOR mi Dios.
Núm 22:19 Pero quédense aquí una noche más y veré si el SEÑOR tiene algo más que decirme».
Núm 22:20 Esa noche Dios vino a Balaam y le dijo: «Ya que estos hombres vinieron por ti, levántate y ve con ellos, pero sólo haz lo que yo te indique».
Núm 22:21 A la mañana siguiente Balaam se levantó, ensilló su burra y salió con los funcionarios moabitas;
Núm 22:22 pero Dios se enojó porque Balaam iba con ellos. Así que envió al ángel del SEÑOR a pararse en medio del camino para impedirle el paso. Mientras Balaam y dos de sus sirvientes iban montando,
Núm 22:23 la burra de Balaam vio al ángel del SEÑOR de pie en el camino, con una espada desenvainada en su mano. La burra se apartó del camino y se desbocó hacia un campo, pero Balaam la golpeó y la obligó a regresar al camino.
Núm 22:24 Entonces el ángel del SEÑOR se detuvo en un lugar donde el camino se hacía estrecho entre las paredes de dos viñedos.
Núm 22:25 Cuando la burra vio al ángel del SEÑOR, trató de pasar pero aplastó el pie de Balaam contra la pared. Así que Balaam la golpeó de nuevo.
Núm 22:26 Entonces el ángel del SEÑOR se adelantó y se plantó en un lugar tan estrecho que la burra no podía pasar del todo.
Núm 22:27 Esta vez cuando la burra vio al ángel, se echó al suelo con Balaam encima. Entonces Balaam, furioso, volvió a golpear al animal con su vara.
Núm 22:28 Así que el SEÑOR le dio a la burra la capacidad de hablar. —¿Qué te he hecho para merecer que me pegues tres veces? —le preguntó a Balaam.
Núm 22:29 —¡Me has dejado en ridículo! —gritó Balaam—. ¡Si tuviera una espada, te mataría!
Núm 22:30 —Pero yo soy la misma burra que has montado toda tu vida —le contestó la burra—. ¿Alguna vez te he hecho algo así? —No —admitió Balaam.
Núm 22:31 Entonces el SEÑOR abrió los ojos de Balaam y vio al ángel del SEÑOR de pie en el camino con una espada desenvainada en su mano. Balaam se inclinó y cayó rostro en tierra ante él.
Núm 22:32 —¿Por qué le pegaste a tu burra tres veces? —le preguntó el ángel del SEÑOR—. Mira, he venido a impedirte el paso porque con terquedad te me opones.
Núm 22:33 Tres veces la burra me vio y se apartó del camino; si no, te aseguro que te habría matado a ti y habría dejado a la burra con vida.
Núm 22:34 Entonces Balaam le confesó al ángel del SEÑOR: —He pecado. No comprendí que tú estabas parado en el camino para impedirme el paso. Volveré a casa si te opones a mi viaje.
Núm 22:35 Pero el ángel del SEÑOR le dijo a Balaam: —Ve con estos hombres, pero habla sólo lo que yo te diga. Así que Balaam siguió con los funcionarios de Balac.
Núm 22:36 Cuando el rey Balac supo que Balaam estaba en camino, salió a su encuentro a una ciudad moabita, situada en el río Arnón, en la frontera más distante de su tierra.
Núm 22:37 —¿No era urgente la invitación que te envié? ¿Por qué no viniste enseguida? —le preguntó Balac a Balaam—. ¿No me creíste cuando te dije que te honraré con una generosa recompensa?
Núm 22:38 —Mira —contestó Balaam—, ya he venido pero no está en mis manos decir lo que yo quiera. Hablaré únicamente el mensaje que Dios ponga en mi boca.
Núm 22:39 Luego Balaam acompañó a Balac a Quiriathuzot.
Núm 22:40 Allí el rey sacrificó ganado y ovejas, y envió porciones de la carne a Balaam y a los oficiales que estaban con él.
Núm 22:41 A la mañana siguiente Balac subió con Balaam a un lugar llamado Bamot-baal y desde allí se podía ver parte del pueblo de Israel.

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