APOSENTO ALTO

jueves, 15 de marzo de 2018

LECTURA BÍBLICA 15 DE MARZO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    26:1-16

Mat 26:1 Cuando Jesús terminó de hablar todas esas cosas, dijo a sus discípulos:
Mat 26:2 «Como ya saben, la Pascua comienza en dos días, y el Hijo del Hombre* será entregado para que lo crucifiquen».
Mat 26:3 En ese mismo momento, los principales sacerdotes y los ancianos estaban reunidos en la residencia de Caifás, el sumo sacerdote,
Mat 26:4 tramando cómo capturar a Jesús en secreto y matarlo.
Mat 26:5 «Pero no durante la celebración de la Pascua —acordaron—, no sea que la gente cause disturbios».
Mat 26:6 Mientras tanto, Jesús se encontraba en Betania, en la casa de Simón, un hombre que había tenido lepra.
Mat 26:7 Mientras comía,* entró una mujer con un hermoso frasco de alabastro que contenía un perfume costoso, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús.
Mat 26:8 Los discípulos se indignaron al ver esto. «¡Qué desperdicio! —dijeron —.
Mat 26:9 Podría haberse vendido a un alto precio y el dinero dado a los pobres».
Mat 26:10 Pero Jesús, consciente de esto, respondió: «¿Por qué critican a esta mujer por hacer algo tan bueno conmigo?
Mat 26:11 Siempre habrá pobres entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.
Mat 26:12 Ella ha derramado este perfume sobre mí a fin de preparar mi cuerpo para el entierro.
Mat 26:13 Les digo la verdad, en cualquier lugar del mundo donde se predique la Buena Noticia, se recordará y se hablará de lo que hizo esta mujer».
Mat 26:14 Entonces Judas Iscariote, uno de los doce discípulos, fue a ver a los principales sacerdotes
Mat 26:15 y preguntó: «¿Cuánto me pagarán por traicionar a Jesús?». Y ellos le dieron treinta piezas de plata.
Mat 26:16 A partir de ese momento, Judas comenzó a buscar una oportunidad para traicionar a Jesús.



ROMANOS 9:19-33

Rom 9:19 Ahora bien, ustedes podrían decir: «¿Por qué Dios culpa a las personas por no responder? ¿Acaso no hicieron sencillamente lo que él les exige que hagan?».
Rom 9:20 No, no digan eso. ¿Quién eres tú, simple ser humano, para discutir con Dios? ¿Acaso el objeto creado puede preguntarle a su creador: «por qué me has hecho así»?
Rom 9:21 Cuando un alfarero hace vasijas de barro, ¿no tiene derecho a usar del mismo trozo de barro para hacer una vasija de adorno y otra para arrojar basura?
Rom 9:22 De la misma manera, aunque Dios tiene el derecho de mostrar su enojo y su poder, él es muy paciente con aquellos que son objeto de su enojo, los que están destinados para destrucción.
Rom 9:23 Lo hace para que las riquezas de su gloria brillen con mucha más intensidad sobre aquellos a quienes les tiene misericordia, los que preparó de antemano para gloria.
Rom 9:24 Y nosotros estamos entre los que él eligió, ya sea del grupo de los judíos o de los gentiles.
Rom 9:25 Con respecto a los gentiles, Dios dice en la profecía de Oseas: «A los que no eran mi pueblo, ahora los llamaré mi pueblo. Y amaré a los que antes no amaba»*.
Rom 9:26 Y también dice: «En el lugar donde se les dijo: “Ustedes no son mi pueblo”, allí serán llamados “hijos del Dios viviente”»*.
Rom 9:27 Con respecto a Israel, el profeta Isaías clamó: «Aunque los hijos de Israel son tan numerosos como la arena de la playa, sólo un remanente se salvará.
Rom 9:28 Pues el SEÑOR ejecutará su sentencia sobre la tierra sin demora y de manera terminante»*.
Rom 9:29 Y lo mismo dijo Isaías en otro lugar: «Si el SEÑOR de los ejércitos celestiales no hubiera perdonado la vida a unos cuantos de nuestros hijos, habríamos sido exterminados como Sodoma y destruidos como Gomorra»*.
Rom 9:30 ¿Qué significa todo esto? Aunque los gentiles no trataban de seguir las normas de Dios, fueron declarados justos a los ojos de Dios. Y eso sucedió por medio de la fe.
Rom 9:31 Pero los hijos de Israel, que se esforzaron tanto en cumplir la ley para llegar a ser justos ante Dios, nunca lo lograron.
Rom 9:32 ¿Por qué no? Porque trataban de hacerse justos ante Dios por cumplir la ley* en lugar de confiar en él. Tropezaron con la gran piedra en su camino.
Rom 9:33 Dios se lo advirtió en las Escrituras cuando dijo: «Pongo en Jerusalén* una piedra que hace tropezar a muchos, una roca que los hace caer. Pero todo el que confíe en él jamás será avergonzado»*.


SALMO 62

Sal 62:1 Espero en silencio delante de Dios, porque de él proviene mi victoria.
Sal 62:2 Sólo él es mi roca y mi salvación, mi fortaleza donde jamás seré sacudido.
Sal 62:3 ¡Cuántos enemigos contra un solo hombre! Todos tratan de matarme. Para ellos no soy más que una pared derribada o una valla inestable.
Sal 62:4 Piensan derrocarme de mi alta posición. Se deleitan en decir mentiras sobre mí. Cuando están frente a mí, me elogian, pero en su corazón me maldicen. Interludio
Sal 62:5 Que todo mi ser espere en silencio delante de Dios, porque en él está mi esperanza.
Sal 62:6 Sólo él es mi roca y mi salvación, mi fortaleza donde no seré sacudido.
Sal 62:7 Mi victoria y mi honor provienen solamente de Dios; él es mi refugio, una roca donde ningún enemigo puede alcanzarme.
Sal 62:8 Oh pueblo mío, confía en Dios en todo momento; dile lo que hay en tu corazón, porque él es nuestro refugio. Interludio
Sal 62:9 La gente común no vale más que una bocanada de viento, y los poderosos no son lo que parecen ser; si se les pesa juntos en una balanza, ambos son más livianos que un soplo de aire.
Sal 62:10 No te ganes la vida mediante la extorsión ni pongas tu esperanza en el robo. Y si tus riquezas aumentan, no las hagas el centro de tu vida.
Sal 62:11 Dios ha hablado con claridad, y yo lo he oído muchas veces: el poder, oh Dios, te pertenece a ti;
Sal 62:12 el amor inagotable, oh Señor, es tuyo; ciertamente tú pagas a todos de acuerdo a lo que hayan hecho.

LECTURA PARA LA NOCHE

DEUTERONOMIO 1-3

Deu 1:1 Estas son las palabras que Moisés dirigió a todo el pueblo de Israel cuando se encontraba en el desierto, al oriente del río Jordán. Ellos acampaban en el valle del Jordán,* cerca de Suf, entre Parán de un lado y entre Tofel, Labán, Hazerot y Dizahab del otro.
Deu 1:2 Por lo general, sólo lleva once días viajar desde el monte Sinaí* hasta Cades-barnea, siguiendo la ruta del monte Seir.
Deu 1:3 Sin embargo, cuarenta años después de que los israelitas salieron de Egipto, el primer día del mes once,* Moisés le habló al pueblo de Israel acerca de todo lo que el SEÑOR le había ordenado que dijera.
Deu 1:4 Ese hecho ocurrió luego de derrotar a Sehón, rey de los amorreos, quien gobernaba en Hesbón, y a Og, rey de Basán, quien gobernaba en Astarot y en Edrei.
Deu 1:5 Mientras los israelitas estaban en la tierra de Moab, al oriente del río Jordán, Moisés les explicó con mucho cuidado las siguientes instrucciones que el SEÑOR había dado:
Deu 1:6 «Cuando estábamos en el monte Sinaí, el SEÑOR nuestro Dios nos dijo: “Ya pasaron bastante tiempo en este monte.
Deu 1:7 Es hora de levantar el campamento y seguir adelante. Vayan al territorio montañoso de los amorreos y a todas las regiones vecinas: el valle del Jordán, la zona montañosa, las colinas occidentales,* el Neguev y la llanura costera. Vayan a la tierra de los cananeos y al Líbano, y avancen hasta el gran río Éufrates.
Deu 1:8 ¡Miren, les doy toda esta tierra! Entren y tomen posesión de ella, porque es la tierra que el SEÑOR juró dar a sus antepasados —Abraham, Isaac y Jacob— y a todos los descendientes de ellos”».
Deu 1:9 Moisés siguió diciendo: «En aquel tiempo, les dije: “Ustedes son una carga demasiado pesada para sobrellevarla yo solo.
Deu 1:10 El SEÑOR su Dios los ha aumentado en cantidad, ¡son tan numerosos como las estrellas!
Deu 1:11 ¡Que el SEÑOR, Dios de sus antepasados, los multiplique mil veces más y los bendiga tal como lo prometió!
Deu 1:12 ¡Pero ustedes son demasiado peso para llevar! ¿Cómo puedo lidiar con tantos problemas y discusiones entre ustedes?
Deu 1:13 Elijan a hombres bien respetados de cada tribu, conocidos por su sabiduría y entendimiento, y yo los nombraré líderes de ustedes”.
Deu 1:14 »Y ustedes respondieron: “Es una buena idea”.
Deu 1:15 Así que tomé a esos hombres sabios y respetados que ustedes habían elegido de sus respectivas tribus y los designé para que fueran jueces y funcionarios sobre ustedes. Algunos estuvieron a cargo de mil personas; otros, de cien; otros, de cincuenta; y otros, de diez.
Deu 1:16 »En aquel tiempo, les di a los jueces las siguientes instrucciones: “Ocúpense de oír todos los casos de sus hermanos israelitas y también los de los extranjeros que viven entre ustedes. Sean totalmente justos en las decisiones que tomen
Deu 1:17 e imparciales en sus juicios. Atiendan los casos tanto de los pobres como de los ricos. No se acobarden ante el enojo de nadie, porque la decisión que ustedes tomen será la decisión de Dios. Tráiganme a mí los casos que les resulten demasiado difíciles, y yo me ocuparé de ellos”.
Deu 1:18 »En aquel tiempo, les di instrucciones a ustedes acerca de todo lo que tenían que hacer.
Deu 1:19 »Entonces, tal como el SEÑOR nuestro Dios nos ordenó, partimos del monte Sinaí y cruzamos el inmenso y terrible desierto, como seguramente ustedes recuerdan, y nos dirigimos hacia el territorio montañoso de los amorreos. Al llegar a Cades-barnea,
Deu 1:20 les dije: “Han llegado al territorio montañoso de los amorreos, el cual el SEÑOR nuestro Dios nos da.
Deu 1:21 ¡Miren! El SEÑOR ha puesto esta tierra delante de ustedes. Vayan y tomen posesión de ella como les dijo el SEÑOR en su promesa, el Dios de sus antepasados. ¡No tengan miedo ni se desanimen!”.
Deu 1:22 »Sin embargo, todos ustedes se acercaron y me dijeron: “Primero enviemos espías a que exploren la tierra por nosotros. Ellos nos aconsejarán cuál es la mejor ruta para tomar y en qué aldeas entrar”.
Deu 1:23 »Me pareció una buena idea, así que elegí a doce espías, uno de cada tribu.
Deu 1:24 Se dirigieron hacia la zona montañosa, llegaron hasta el valle de Escol y lo exploraron.
Deu 1:25 Cortaron algunos frutos y los trajeron; luego nos informaron lo siguiente: “La tierra que el SEÑOR nuestro Dios nos ha dado es en verdad una muy buena tierra”.
Deu 1:26 »Sin embargo, ustedes se rebelaron contra la orden del SEÑOR su Dios y se negaron a entrar.
Deu 1:27 Se quejaron dentro de sus carpas de campaña y dijeron: “Seguro que el SEÑOR nos odia. Por eso nos trajo desde Egipto, para entregarnos en manos de los amorreos para que nos maten.
Deu 1:28 ¿Adónde podemos ir? Nuestros hermanos nos desmoralizaron cuando nos dijeron: ‘Los habitantes de esa tierra son más altos que nosotros y son más fuertes, y las ciudades son grandes, ¡con murallas que llegan hasta el cielo! ¡Hasta vimos gigantes, los descendientes de Anac!’ ”.
Deu 1:29 »Pero yo les dije: “¡No se asusten ni les tengan miedo!
Deu 1:30 El SEÑOR su Dios va delante de ustedes. Él peleará por ustedes tal como vieron que hizo en Egipto.
Deu 1:31 También vieron cómo el SEÑOR su Dios los cuidó todo el tiempo que anduvieron por el desierto, igual que un padre cuida de sus hijos; y ahora los trajo hasta este lugar”.
Deu 1:32 »Pero aun después de todo lo que él hizo, ustedes se negaron a confiar en el SEÑOR su Dios,
Deu 1:33 quien va delante de ustedes buscando los mejores lugares para que acampen, y guiándolos, de noche con una columna de fuego y de día con una columna de nube.
Deu 1:34 »Cuando el SEÑOR oyó que se quejaban, se enojó mucho y entonces juró solemnemente:
Deu 1:35 “Ninguno de esta generación perversa vivirá para ver la buena tierra que juré dar a sus antepasados,
Deu 1:36 excepto Caleb, el hijo de Jefone. Él verá la tierra porque siguió al SEÑOR en todo. Les daré a él y a sus descendientes parte de esa misma tierra que exploró durante su misión”.
Deu 1:37 »Además, el SEÑOR se enojó conmigo por culpa de ustedes. Me dijo: “Moisés, ¡tú tampoco entrarás en la Tierra Prometida!
Deu 1:38 En cambio, será tu ayudante Josué, hijo de Nun, quien guiará al pueblo hasta llegar a la tierra. Anímalo, porque él irá al frente cuando los israelitas tomen posesión de ella.
Deu 1:39 Daré la tierra a los pequeños del pueblo, a los niños inocentes. Ustedes tenían miedo de que los pequeños fueran capturados, pero serán ellos los que entrarán a poseerla.
Deu 1:40 En cuanto a ustedes, den la vuelta y regresen por el desierto hacia el mar Rojo”.*
Deu 1:41 »Luego ustedes confesaron: “¡Hemos pecado contra el SEÑOR! Ahora iremos y pelearemos por la tierra como el SEÑOR nuestro Dios nos lo ordenó”. Entonces los hombres tomaron sus armas porque pensaron que sería fácil atacar la zona montañosa.
Deu 1:42 »Pero el SEÑOR me encargó que les dijera: “No ataquen, porque yo no estoy con ustedes. Si insisten en ir solos, serán aplastados por sus enemigos”.
Deu 1:43 »Eso fue lo que les dije, pero ustedes no quisieron escuchar. En cambio, se rebelaron otra vez contra la orden del SEÑOR y marcharon con arrogancia a la zona montañosa para pelear.
Deu 1:44 Entonces los amorreos que vivían allí salieron a atacarlos como un enjambre de abejas. Los persiguieron y los vencieron por todo el camino desde Seir hasta Horma.
Deu 1:45 Luego ustedes regresaron y lloraron ante el SEÑOR, pero él se negó a escucharlos.
Deu 1:46 Por eso se quedaron en Cades por mucho tiempo.
Deu 2:1 »Luego dimos la vuelta y regresamos por el desierto hacia el mar Rojo,* tal como el SEÑOR me había indicado y, durante mucho tiempo, anduvimos de un lugar a otro en la región del monte Seir.
Deu 2:2 »Finalmente el SEÑOR me dijo:
Deu 2:3 “Ya han estado vagando lo suficiente por esta zona montañosa; ahora diríjanse al norte.
Deu 2:4 También da las siguientes órdenes al pueblo: atravesarán el territorio de sus parientes, los edomitas, los descendientes de Esaú, que viven en Seir. Los edomitas se sentirán amenazados, así que vayan con cuidado.
Deu 2:5 No los molesten, porque yo les he dado como propiedad toda la zona montañosa que rodea el monte Seir, y a ustedes no les daré ni un metro cuadrado de esa tierra.
Deu 2:6 Páguenles por todo el alimento que necesiten para comer y también por el agua para beber.
Deu 2:7 Pues el SEÑOR Dios de ustedes los ha bendecido en todo lo que han hecho. Él les ha cuidado cada paso que han dado por este inmenso desierto. En estos cuarenta años, el SEÑOR su Dios los ha acompañado, y no les ha hecho falta nada”.
Deu 2:8 »Entonces pasamos de largo el territorio de nuestros parientes, los descendientes de Esaú, que viven en Seir. Evitamos el camino que pasa por el valle del Arabá, que sube desde Elat y Ezión-geber. »Luego, cuando nos dirigimos hacia el Norte por la ruta del desierto que atraviesa a Moab,
Deu 2:9 el SEÑOR nos advirtió: “No molesten a los moabitas, descendientes de Lot, ni comiencen una guerra contra ellos. A los moabitas les he dado la ciudad de Ar como propiedad y a ustedes no les daré nada de su tierra”».
Deu 2:10 (Una raza de gigantes conocida como los emitas vivió en una época en la región de Ar. Eran tan fuertes, altos y numerosos como los anaceos, otra raza de gigantes.
Deu 2:11 A los emitas y a los anaceos también se les conoce como refaítas, aunque los moabitas los llaman emitas.
Deu 2:12 Antiguamente los horeos vivían en Seir, pero fueron expulsados y desplazados de esa tierra por los descendientes de Esaú, de la misma manera que Israel expulsó a los habitantes de Canaán cuando el SEÑOR le dio la tierra de ellos).
Deu 2:13 Moisés siguió diciendo: «Entonces el SEÑOR nos dijo: “Pónganse en marcha. Crucen el arroyo Zered”. Así que cruzamos el arroyo.
Deu 2:14 »¡Treinta y ocho años pasaron desde que partimos por primera vez de Cades-barnea hasta que cruzamos finalmente el arroyo Zered! Para entonces, todos los hombres con edad suficiente para ir a la guerra habían muerto en el desierto, tal como el SEÑOR juró que sucedería.
Deu 2:15 El SEÑOR los hirió hasta que todos quedaron eliminados de la comunidad.
Deu 2:16 »Cuando todos los hombres con edad para ir a la guerra murieron,
Deu 2:17 el SEÑOR me dijo:
Deu 2:18 “Hoy cruzarán la frontera con Moab por la ciudad de Ar
Deu 2:19 y entrarán en la tierra de los amonitas, que son descendientes de Lot; pero no los molesten ni comiencen una guerra contra ellos. A los amonitas les he dado el territorio de Amón como propiedad y a ustedes no les daré ninguna parte de la tierra de ellos”».
Deu 2:20 (Antiguamente, a esa región se le consideraba la tierra de los refaítas, porque ellos habían vivido allí, aunque los amonitas los llamaban zomzomeos.
Deu 2:21 También eran fuertes, altos y numerosos como los anaceos. Pero el SEÑOR destruyó a los refaítas para que los amonitas se apoderaran de la tierra de ellos.
Deu 2:22 Lo mismo hizo por los descendientes de Esaú, que vivían en Seir, pues destruyó a los horeos para que los de Esaú pudieran establecerse allí. Los descendientes de Esaú viven en esa tierra hasta el día de hoy.
Deu 2:23 Algo parecido sucedió cuando los caftoreos de Creta* invadieron y destruyeron a los aveos, que habían vivido en aldeas en la región de Gaza).
Deu 2:24 Moisés siguió diciendo: «Entonces el SEÑOR dijo: “¡Pónganse en marcha! Crucen el valle del Arnón. Miren, les voy a entregar al amorreo Sehón, rey de Hesbón, y también a su tierra. Atáquenlo y comiencen a apoderarse de su territorio.
Deu 2:25 A partir de hoy, haré que los pueblos de toda la tierra sientan terror a causa de ustedes. Cuando oigan hablar de ustedes, temblarán de espanto y de miedo”».
Deu 2:26 Moisés siguió diciendo: «Desde el desierto de Cademot mandé embajadores a Sehón, rey de Hesbón, con la siguiente propuesta de paz:
Deu 2:27 “Permítanos atravesar su territorio. Nos quedaremos en el camino principal y no nos desviaremos por los campos ni a un lado ni al otro.
Deu 2:28 Véndanos alimentos para comer y agua para beber, y le pagaremos. Sólo queremos permiso para pasar por su territorio.
Deu 2:29 Los descendientes de Esaú, que viven en Seir, nos permitieron pasar por su tierra, y lo mismo hicieron los moabitas, que viven en Ar. Déjenos pasar hasta que crucemos el Jordán y lleguemos a la tierra que el SEÑOR nuestro Dios nos da”.
Deu 2:30 »Pero Sehón, rey de Hesbón, no nos permitió cruzar, porque el SEÑOR Dios de ustedes hizo que Sehón se pusiera terco y desafiante, a fin de ayudarlos a derrotarlo, tal como lo hizo.
Deu 2:31 »Así que el SEÑOR me dijo: “Mira, he comenzado a entregarte al rey Sehón y a su tierra. Empieza ya a conquistar y a poseer su territorio”.
Deu 2:32 »Entonces el rey Sehón nos declaró la guerra y movilizó sus fuerzas en Jahaza.
Deu 2:33 Sin embargo, el SEÑOR nuestro Dios lo entregó en nuestras manos, y lo aplastamos a él, a sus hijos y a todo su pueblo.
Deu 2:34 Conquistamos todas sus ciudades y los destruimos a todos por completo:* hombres, mujeres y niños. No dejamos a nadie con vida.
Deu 2:35 Nos llevamos todo su ganado como botín, junto con todas las cosas de valor que había en las ciudades que saqueamos.
Deu 2:36 »El SEÑOR nuestro Dios también nos ayudó a conquistar Aroer, que está al límite del valle del Arnón, al igual que la aldea situada en el valle junto con todo el territorio que se extiende hasta Galaad. Ninguna ciudad tenía murallas lo suficientemente fuertes para detenernos.
Deu 2:37 Sin embargo, evitamos pasar por la tierra de los amonitas, a lo largo del río Jaboc, y también por las ciudades de la zona montañosa, o sea todos los lugares que el SEÑOR nuestro Dios nos ordenó no tocar.
Deu 3:1 »Luego dimos la vuelta y nos dirigimos a la tierra de Basán, donde el rey Og nos atacó en Edrei con todo su ejército.
Deu 3:2 Pero el SEÑOR me dijo: “No le tengas miedo, porque yo te he dado la victoria sobre Og y sobre todo su ejército, y te daré todo su territorio. Trátalo de la misma manera que trataste a Sehón, rey de los amorreos, quien gobernaba en Hesbón”.
Deu 3:3 »Así que el SEÑOR nuestro Dios nos entregó al rey Og y a toda su gente, y los matamos a todos. No quedó nadie con vida.
Deu 3:4 Conquistamos cada una de las sesenta ciudades del reino, es decir, a toda la región de Argot, dentro de Basán. No dejamos ni una sola ciudad sin conquistar.
Deu 3:5 Esas ciudades estaban fortificadas con murallas altas y portones con rejas. Al mismo tiempo, también conquistamos muchas ciudades que no estaban amuralladas.
Deu 3:6 Destruimos por completo* el reino de Basán, de la misma manera que habíamos destruido a Sehón, rey de Hesbón. En cada ciudad conquistada, aniquilamos a toda la gente, tanto hombres como mujeres y niños.
Deu 3:7 Pero nos quedamos con todos los animales y nos llevamos el botín de todas las ciudades.
Deu 3:8 »Por lo tanto, nos apoderamos de la tierra que pertenecía a los dos reyes amorreos del oriente del río Jordán, desde el valle del Arnón hasta el monte Hermón.
Deu 3:9 (Los sidonios llaman Sirión al monte Hermón, mientras que los amorreos lo llaman Senir).
Deu 3:10 Para entonces ya habíamos conquistado todas las ciudades de la meseta y todo el territorio de Galaad y de Basán, aun hasta llegar a las ciudades de Salca y de Edrei, que formaban parte del reino de Og, en Basán.
Deu 3:11 (Og, rey de Basán, fue el último sobreviviente de los gigantes refaítas. Su cama era de hierro y tenía más de cuatro metros de largo y casi dos de ancho.* Aún hoy se puede ver en la ciudad amonita de Rabá).
Deu 3:12 »Cuando tomamos posesión de esa tierra, les di a la tribu de Rubén y a la de Gad el territorio que está pasando Aroer, a lo largo del valle del Arnón, y también la mitad de la zona montañosa de Galaad junto con sus ciudades.
Deu 3:13 Después le entregué a la media tribu de Manasés el resto de Galaad y todo Basán, que era el antiguo reino de Og. (A toda esa región de Argot, en Basán, se le conocía como la tierra de los refaítas.
Deu 3:14 Jair, uno de los líderes de la tribu de Manasés, conquistó toda esa región de Argot, en Basán, hasta llegar a la frontera con los gesureos y maacateos. Jair le puso su propio nombre a la región, es decir, la llamó Ciudades de Jair,* y así se la conoce hasta el día de hoy).
Deu 3:15 Le di Galaad al clan de Maquir;
Deu 3:16 pero también di parte de Galaad a la tribu de Rubén y a la de Gad. La región que les entregué se extiende desde el medio del valle del Arnón, al Sur, hasta el río Jaboc, en la frontera amonita.
Deu 3:17 También recibieron el valle del Jordán, es decir, todo el trayecto desde el mar de Galilea hasta el mar Muerto,* donde el río Jordán servía de límite occidental. Hacia el Oriente estaban las laderas del monte Pisga.
Deu 3:18 »En aquel tiempo, les di la siguiente orden a las tribus que iban a vivir al oriente del Jordán: “Por más que el SEÑOR su Dios les haya dado esta tierra como propiedad, todos sus hombres de guerra deberán cruzar el Jordán delante de sus hermanos israelitas, armados y listos para ayudarlos;
Deu 3:19 pero a sus esposas e hijos, y la gran cantidad de animales que tienen podrán dejarlos en las ciudades que les di.
Deu 3:20 Una vez que el SEÑOR les haya dado seguridad a los demás israelitas —como ya lo ha hecho con ustedes— y cuando ellos tomen posesión de la tierra que el SEÑOR su Dios les da del otro lado del río Jordán, entonces todos ustedes podrán volver aquí, a la tierra que les he dado”.
Deu 3:21 »En aquel tiempo, le di a Josué la siguiente orden: “Tú viste con tus propios ojos todo lo que el SEÑOR tu Dios les hizo a esos dos reyes. Él hará lo mismo con todos los reinos situados al occidente del Jordán.
Deu 3:22 No tengas miedo de esas naciones, porque el SEÑOR tu Dios peleará por ustedes”.
Deu 3:23 »En aquel tiempo, le rogué al SEÑOR:
Deu 3:24 “Oh Soberano SEÑOR, a mí, tu siervo, recién has comenzado a mostrar tu grandeza y la fuerza de tu mano. ¿Acaso hay otro dios en el cielo o en la tierra que pueda hacer cosas tan grandes y poderosas como las que haces tú?
Deu 3:25 Te pido por favor que me permitas cruzar el Jordán para ver esa tierra maravillosa que hay del otro lado, la bella zona montañosa y los montes del Líbano”.
Deu 3:26 »Pero el SEÑOR estaba enojado conmigo por culpa de ustedes y no quiso escucharme. “¡Ya basta! —exclamó—. Ni una sola palabra más sobre ese asunto.
Deu 3:27 Pero sube a la cima del monte Pisga y mira la tierra en todas las direcciones. Mírala bien, pero no cruzarás el río Jordán.
Deu 3:28 Por lo tanto, encarga a Josué y dale ánimo y fuerzas, porque él guiará al pueblo en el cruce del Jordán. Les dará como posesión toda la tierra que ahora ves frente a ti”.
Deu 3:29 Así que nos quedamos en el valle que está cerca de Bet-peor.

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