APOSENTO ALTO

lunes, 5 de marzo de 2018

LECTURA BÍBLICA 5 DE MARZO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    22:34-46

Mat 22:34 En cuanto los fariseos oyeron que había silenciado a los saduceos con esa respuesta, se juntaron para interrogarlo nuevamente.
Mat 22:35 Uno de ellos, experto en la ley religiosa, intentó tenderle una trampa con la siguiente pregunta:
Mat 22:36 —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante en la ley de Moisés?
Mat 22:37 Jesús contestó: —“Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”*.
Mat 22:38 Éste es el primer mandamiento y el más importante.
Mat 22:39 Hay un segundo mandamiento que es igualmente importante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”*.
Mat 22:40 Toda la ley y las exigencias de los profetas se basan en estos dos mandamientos.
Mat 22:41 Entonces, rodeado por los fariseos, Jesús les hizo una pregunta:
Mat 22:42 —¿Qué piensan del Mesías? ¿De quién es hijo? Ellos contestaron: —Es hijo de David.
Mat 22:43 Jesús les respondió: —Entonces, ¿por qué David, mientras hablaba bajo la inspiración del Espíritu, llama al Mesías “mi Señor”? Pues David dijo:
Mat 22:44 “El SEÑOR le dijo a mi Señor: ‘Siéntate en el lugar de honor a mi derecha, hasta que humille a tus enemigos y los ponga por debajo de tus pies’ ”*.
Mat 22:45 »Si David llamó al Mesías “mi Señor”, ¿cómo es posible que el Mesías sea su hijo?
Mat 22:46 Nadie pudo responderle. Y, a partir de entonces, ninguno se atrevió a hacerle más preguntas.

ROMANOS 4

Rom 4:1 Humanamente hablando, Abraham fue el fundador de nuestra nación judía. ¿Qué descubrió él acerca de llegar a ser justos ante Dios?
Rom 4:2 Que, si sus buenas acciones le hubieran servido para que Dios lo aceptara, habría tenido de qué jactarse. Pero ésa no era la forma de actuar de Dios.
Rom 4:3 Pues las Escrituras nos dicen: «Abraham le creyó a Dios, y Dios consideró a Abraham justo debido a su fe»*.
Rom 4:4 Cuando la gente trabaja, el salario que recibe no es un regalo sino algo que se ha ganado.
Rom 4:5 Pero la gente no es considerada justa por sus acciones sino por su fe en Dios, quien perdona a los pecadores.
Rom 4:6 David también habló de lo mismo cuando describió la felicidad de los que son declarados justos sin hacer esfuerzos para lograrlo:
Rom 4:7 «Oh, qué alegría para aquellos a quienes se les perdona la desobediencia, a quienes se les cubren los pecados.
Rom 4:8 Sí, qué alegría para aquellos a quienes el Señor les borró el pecado de su cuenta»*.
Rom 4:9 Ahora bien, ¿es esta bendición solamente para los judíos o es también para los gentiles* incircuncisos?* Como venimos diciendo, Dios consideró a Abraham justo debido a su fe.
Rom 4:10 ¿Pero cómo sucedió esto? ¿Se le consideró justo sólo después de ser circuncidado o fue antes? Es evidente que Dios aceptó a Abraham, ¡antes de que fuera circuncidado!
Rom 4:11 La circuncisión era una señal de que Abraham ya tenía fe y de que Dios ya lo había aceptado y declarado justo aun antes de que fuera circuncidado. Por lo tanto, Abraham es el padre espiritual de los que tienen fe pero no han sido circuncidados. A ellos se les considera justos debido a su fe.
Rom 4:12 Y Abraham también es el padre espiritual de los que han sido circuncidados, pero sólo si tienen la misma clase de fe que tenía Abraham antes de ser circuncidado.
Rom 4:13 Obviamente, la promesa que Dios hizo de dar toda la tierra a Abraham y a sus descendientes no se basaba en la obediencia de Abraham a la ley sino en una relación correcta con Dios, la cual viene por la fe.
Rom 4:14 Si la promesa de Dios es sólo para los que obedecen la ley, entonces la fe no hace falta y la promesa no tiene sentido.
Rom 4:15 Pues la ley siempre trae castigo para los que tratan de obedecerla. (¡La única forma de no violar la ley es no tener ninguna ley para violar!).
Rom 4:16 Así que la promesa se recibe por medio de la fe. Es un regalo inmerecido. Y, vivamos o no de acuerdo con la ley de Moisés, todos estamos seguros de recibir esta promesa si tenemos una fe como la de Abraham, quien es el padre de todos los que creen.
Rom 4:17 A eso se refieren las Escrituras cuando citan lo que Dios le dijo: «Te hice padre de muchas naciones»*. Eso sucedió porque Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos y crea cosas nuevas de la nada.
Rom 4:18 Aun cuando no había motivos para tener esperanza, Abraham siguió teniendo esperanza porque había creído en que llegaría a ser el padre de muchas naciones. Pues Dios le había dicho: «Ésa será la cantidad de descendientes que tendrás»*.
Rom 4:19 Y la fe de Abraham no se debilitó a pesar de que él reconocía que, por tener unos cien años de edad, su cuerpo ya estaba muy anciano para tener hijos, igual que el vientre de Sara.
Rom 4:20 Abraham siempre creyó la promesa de Dios sin vacilar. De hecho, su fe se fortaleció aún más y así le dio gloria a Dios.
Rom 4:21 Abraham estaba plenamente convencido de que Dios es poderoso para cumplir todo lo que promete.
Rom 4:22 Y, debido a su fe, Dios lo consideró justo.
Rom 4:23 Y el hecho de que Dios lo considerara justo no fue sólo para beneficio de Abraham, sino que quedó escrito
Rom 4:24 también para nuestro beneficio, porque nos asegura que Dios nos considerará justos a nosotros también si creemos en él, quien levantó de los muertos a Jesús nuestro Señor.
Rom 4:25 Él fue entregado a la muerte por causa de nuestros pecados, y resucitado para hacernos justos a los ojos de Dios.

SALMO 52

Sal 52:1 ¿Por qué te jactas de tus delitos, gran guerrero? ¿No te das cuenta de que la justicia de Dios permanece para siempre?
Sal 52:2 Todo el día conspiras destrucción. Tu lengua es cortante como una navaja afilada; eres experto en decir mentiras.
Sal 52:3 Amas el mal más que el bien y las mentiras más que la verdad. Interludio
Sal 52:4 Te encanta destruir a la gente con tus palabras, ¡mentiroso!
Sal 52:5 Pero Dios te herirá de muerte de una vez por todas; te sacará de tu casa y te desarraigará de la tierra de los vivientes. Interludio
Sal 52:6 Los justos lo verán y se asombrarán; se reirán y dirán:
Sal 52:7 «Miren lo que les pasa a los guerreros poderosos que no ponen su confianza en Dios, sino que confían en sus riquezas y se vuelven más y más atrevidos en su maldad».
Sal 52:8 Pero yo soy como un olivo que florece en la casa de Dios y siempre confiaré en el amor inagotable de Dios.
Sal 52:9 Te alabaré para siempre, oh Dios, por lo que has hecho. Confiaré en tu buen nombre en presencia de tu pueblo fiel.

LECTURA PARA LA NOCHE

NÚMEROS 9-11

Núm 9:1 Un año después que Israel saliera de Egipto, el SEÑOR le habló a Moisés en el desierto de Sinaí. El primer mes* de ese año le dijo:
Núm 9:2 «Di a los israelitas que celebren la Pascua en el tiempo establecido:
Núm 9:3 al atardecer del día catorce del primer mes.* Asegúrate de seguir todos mis decretos y todas mis ordenanzas acerca de esta celebración».
Núm 9:4 Entonces Moisés le dijo al pueblo que celebrara la Pascua
Núm 9:5 en el desierto de Sinaí, al atardecer del día catorce del primer mes. Allí celebraron el festival, así como el SEÑOR le había ordenado a Moisés.
Núm 9:6 Sin embargo, algunos hombres estaban ceremonialmente impuros por haber tocado un cadáver, y por eso no podían celebrar la Pascua aquel día. Así que ese mismo día se acercaron a Moisés y a Aarón
Núm 9:7 y les dijeron: —Hemos quedado ceremonialmente impuros por tocar un cadáver. Pero ¿por qué se nos debe impedir presentar la ofrenda del SEÑOR en la debida fecha con el resto de los israelitas?
Núm 9:8 Moisés les contestó: —Esperen aquí hasta que yo reciba del SEÑOR las instrucciones para ustedes.
Núm 9:9 Esta fue la respuesta del SEÑOR a Moisés:
Núm 9:10 «Da las siguientes instrucciones al pueblo de Israel: si alguien del pueblo, ya sea ahora o en las generaciones futuras, está ceremonialmente impuro en la fecha establecida para la Pascua por tocar un cadáver, o si está de viaje y no puede estar presente en la ceremonia, aun así podrá celebrar la Pascua del SEÑOR.
Núm 9:11 Esta persona ofrecerá el sacrificio de la Pascua un mes después, al atardecer del día catorce del segundo mes.* Comerá el cordero de la Pascua con pan sin levadura y hierbas amargas.
Núm 9:12 No dejará nada del cordero para el día siguiente, ni quebrará ninguno de sus huesos, y debe seguir todas las ordenanzas de rigor acerca de la Pascua.
Núm 9:13 »Aquellos que no estén ceremonialmente impuros ni anden de viaje pero aun así dejen de celebrar la Pascua en la fecha establecida, serán excluidos de la comunidad de Israel. Si no presentan la ofrenda del SEÑOR en la fecha debida, sufrirán las consecuencias de su culpa.
Núm 9:14 Y si el extranjero que vive entre ustedes quiere celebrar la Pascua del SEÑOR, debe seguir estos mismos decretos y ordenanzas. Las mismas leyes se aplican tanto a los israelitas de nacimiento como a los extranjeros que viven entre ustedes».
Núm 9:15 El día que se armó el tabernáculo, la nube lo cubrió.* Pero desde la tarde hasta el amanecer la nube que cubría el tabernáculo tomaba la apariencia de una columna de fuego.
Núm 9:16 De esta manera ocurría siempre: por la noche la nube que cubría el tabernáculo tomaba la apariencia de fuego.
Núm 9:17 Cada vez que la nube se elevaba de la carpa sagrada, el pueblo de Israel levantaba el campamento y la seguía; donde la nube se detenía, el pueblo de Israel armaba el campamento.
Núm 9:18 De esta manera los israelitas viajaban y acampaban por orden del SEÑOR, donde él les indicaba que fueran. Permanecían en el campamento todo el tiempo que la nube se quedaba encima del tabernáculo.
Núm 9:19 Si la nube se quedaba por largo tiempo sobre el tabernáculo, los israelitas permanecían allí y llevaban a cabo sus deberes ante el SEÑOR.
Núm 9:20 Algunas veces la nube se detenía por pocos días sobre el tabernáculo; entonces el pueblo se quedaba por pocos días, como el SEÑOR ordenaba. Luego, por orden del SEÑOR, levantaban el campamento y se ponían en marcha.
Núm 9:21 Algunas veces la nube se detenía sólo por la noche y se elevaba a la mañana siguiente; pero fuera de día o de noche, cuando la nube se elevaba, el pueblo levantaba el campamento y se ponía en marcha.
Núm 9:22 Si la nube permanecía sobre el tabernáculo por dos días, un mes o un año, el pueblo de Israel acampaba y no se ponía en marcha; pero en cuanto se elevaba, ellos levantaban el campamento y se ponían en marcha.
Núm 9:23 Así que acampaban o viajaban bajo las órdenes del SEÑOR y obedecían todo lo que el SEÑOR les decía por medio de Moisés.
Núm 10:1 El SEÑOR le dijo a Moisés:
Núm 10:2 «Haz dos trompetas de plata labrada a martillo para convocar a la comunidad a reunirse y dar la señal de levantar el campamento.
Núm 10:3 Al toque de ambas trompetas, todos deben reunirse ante ti a la entrada del tabernáculo;*
Núm 10:4 pero si se toca sólo una trompeta, entonces sólo los líderes —los jefes de los clanes de Israel— tendrán que presentarse ante ti.
Núm 10:5 »Cuando hagas sonar la señal para continuar el viaje, las tribus acampadas en el lado oriental del tabernáculo levantarán el campamento y avanzarán.
Núm 10:6 Cuando hagas sonar la señal por segunda vez, las tribus acampadas en el lado sur, las seguirán. Haz sonar toques cortos como señal de ponerse en marcha,
Núm 10:7 pero cuando convoques al pueblo a asamblea, toca las trompetas de manera diferente.
Núm 10:8 Únicamente los sacerdotes, los descendientes de Aarón, podrán tocar las trompetas. Esta es una ley perpetua para ustedes y tendrá que cumplirse de generación en generación.
Núm 10:9 »Cuando lleguen a su propia tierra y vayan a la guerra contra sus enemigos que los atacan, darán la alarma con las trompetas. Entonces el SEÑOR su Dios los recordará y los rescatará de sus enemigos.
Núm 10:10 También hagan sonar las trompetas en tiempos de alegría, en sus festivales anuales y al principio de cada mes. Además, toquen las trompetas cuando entreguen las ofrendas quemadas y las ofrendas de paz. Las trompetas le recordarán al SEÑOR su Dios el pacto que hizo con ustedes. Yo soy el SEÑOR su Dios».
Núm 10:11 Durante el segundo año después que Israel saliera de Egipto, el día veinte del segundo mes,* la nube se elevó del tabernáculo del pacto.*
Núm 10:12 Entonces los israelitas salieron del desierto de Sinaí y viajaron de un lugar a otro hasta que la nube se detuvo en el desierto de Parán.
Núm 10:13 Cuando el pueblo salió por primera vez, siguiendo las instrucciones que el SEÑOR había dado por medio de Moisés,
Núm 10:14 las tropas de Judá iban delante. Estas marchaban detrás de su estandarte, y su líder era Naasón, hijo de Aminadab.
Núm 10:15 Las siguieron las tropas de la tribu de Isacar, dirigidas por Natanael, hijo de Zuar,
Núm 10:16 y también las tropas de la tribu de Zabulón, dirigidas por Eliab, hijo de Helón.
Núm 10:17 Después se desarmó el tabernáculo, y las siguientes en ponerse en marcha fueron las divisiones gersonitas y meraritas, de los levitas, llevando consigo el tabernáculo.
Núm 10:18 Las tropas de Rubén fueron las próximas en salir y marchaban tras su estandarte. Su líder era Elisur, hijo de Sedeur.
Núm 10:19 Las siguieron las tropas de la tribu de Simeón, dirigidas por Selumiel, hijo de Zurisadai,
Núm 10:20 y también las tropas de la tribu de Gad, dirigidas por Eliasaf, hijo de Deuel.
Núm 10:21 Luego salió la división coatita de los levitas, que llevaba consigo los objetos sagrados del tabernáculo. El tabernáculo debía estar ya instalado en su nueva ubicación antes de que ellos llegaran al próximo lugar de campamento.
Núm 10:22 Las tropas de Efraín marcharon a continuación, detrás de su estandarte. Su líder era Elisama, hijo de Amiud.
Núm 10:23 Las siguieron las tropas de la tribu de Manasés, dirigidas por Gamaliel, hijo de Pedasur,
Núm 10:24 y también las tropas de la tribu de Benjamín, dirigidas por Abidán, hijo de Gedeoni.
Núm 10:25 Las últimas en salir fueron las tropas de Dan que marchaban tras su estandarte, a la retaguardia de todos los campamentos tribales. Su líder era Ahiezer, hijo de Amisadai.
Núm 10:26 Se le unieron las tropas de la tribu de Aser, dirigidas por Pagiel, hijo de Ocrán,
Núm 10:27 y también las tropas de la tribu de Neftalí, dirigidas por Ahira, hijo de Enán.
Núm 10:28 En ese orden marchaban los israelitas, división por división.
Núm 10:29 Un día Moisés le dijo a su cuñado Hobab, hijo de Reuel, el madianita: —Vamos en camino al lugar que el SEÑOR nos prometió, porque él nos dijo: “Yo se lo daré a ustedes”. Ven con nosotros y te trataremos bien, porque el SEÑOR ha prometido maravillosas bendiciones para Israel.
Núm 10:30 —No, no iré —respondió Hobab—. Debo regresar a mi propia tierra y a mi familia.
Núm 10:31 —Por favor no nos dejes —rogó Moisés—. Tú conoces los lugares del desierto donde debemos acampar. Ven, sé nuestro guía.
Núm 10:32 Si vienes con nosotros, compartiremos contigo todas las bendiciones que el SEÑOR nos dará.
Núm 10:33 Así que después de salir del monte del SEÑOR, marcharon por tres días; y el arca del pacto del SEÑOR iba delante de ellos para indicarles dónde detenerse y descansar.
Núm 10:34 Cada día, mientras continuaban su viaje, la nube del SEÑOR se mantenía en el aire sobre ellos.
Núm 10:35 Siempre que el arca salía, Moisés gritaba: «¡Levántate, oh SEÑOR y que se dispersen tus enemigos! ¡Que huyan ante ti!»;
Núm 10:36 y cuando el arca se ponía en tierra, Moisés decía: «¡Vuelve, oh SEÑOR, a los incontables millares de Israel!».
Núm 11:1 Poco después el pueblo comenzó a quejarse de las privaciones que enfrentaba, y el SEÑOR oyó todo lo que decían. Entonces el enojo del SEÑOR se encendió contra ellos y envió un fuego que ardió entre ellos y destruyó a algunos en las afueras del campamento.
Núm 11:2 Así que el pueblo pidió ayuda a gritos a Moisés, y cuando él oró al SEÑOR, el fuego se apagó.
Núm 11:3 Después, ese lugar fue conocido como Tabera (que significa «el lugar que arde»), porque el fuego del SEÑOR ardió allí entre ellos.
Núm 11:4 Entonces la gentuza extranjera que viajaba con los israelitas comenzó a tener fuertes antojos por las cosas buenas de Egipto. Y el pueblo de Israel también comenzó a quejarse: «¡Oh, si tuviéramos un poco de carne! —exclamaban—.
Núm 11:5 Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto y teníamos todos los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos que queríamos.
Núm 11:6 ¡Pero ahora lo único que vemos es este maná! Hasta hemos perdido el apetito».
Núm 11:7 El maná era parecido a pequeñas semillas de cilantro, y era de un color amarillo claro como goma de resina.
Núm 11:8 La gente salía a recogerlo del suelo. Con el maná se hacía harina en los molinos de mano o se machacaba en un mortero. Luego se hervía en una olla para hacer panes planos que sabían a pastelitos horneados con aceite de oliva.
Núm 11:9 Durante la noche, el maná caía sobre el campamento juntamente con el rocío.
Núm 11:10 Entonces Moisés escuchó los lloriqueos de las familias a la entrada de sus carpas y el SEÑOR se enfureció. Moisés también estaba muy molesto,
Núm 11:11 y le dijo al SEÑOR: —¿Por qué me tratas a mí, tu servidor, con tanta dureza? ¡Ten misericordia de mí! ¿Qué hice para merecer la carga de todo este pueblo?
Núm 11:12 ¿Acaso yo los engendré? ¿Los traje yo al mundo? ¿Por qué me dijiste que los llevara en mis brazos como una madre a un bebé de pecho? ¿Cómo puedo llevarlos a la tierra que juraste dar a sus antepasados?
Núm 11:13 ¿De dónde se supone que voy a conseguir carne para toda esta gente? No dejan de quejarse conmigo diciendo: “¡Danos carne para comer!”.
Núm 11:14 ¡Solo no puedo soportar a todo este pueblo! ¡La carga es demasiado pesada!
Núm 11:15 Si esta es la manera como piensas tratarme, sería mejor que me mataras. ¡Hazme ese favor y ahórrame esta miseria!
Núm 11:16 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: —Reúne delante de mí a setenta hombres que sean reconocidos como ancianos y jefes de Israel. Llévalos al tabernáculo* para que permanezcan junto a ti.
Núm 11:17 Yo descenderé y allí hablaré contigo. Tomaré del Espíritu que está sobre ti y lo pondré sobre ellos también. Llevarán la carga del pueblo junto contigo, y de esa manera no tendrás que soportarla tú solo.
Núm 11:18 »También dile al pueblo: “Purifíquense, porque mañana tendrán carne para comer. Ustedes gemían y el SEÑOR oyó sus quejidos: ‘¡Oh, un poco de carne! ¡Estábamos en mejores condiciones en Egipto!’. Ahora, el SEÑOR les dará carne y tendrán que comérsela.
Núm 11:19 Y no será sólo un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni aun veinte.
Núm 11:20 La comerán durante un mes entero, hasta que les produzca náuseas y estén hartos de tanta carne. Pues han rechazado al SEÑOR que está aquí entre ustedes y han lloriqueado diciendo: ‘¿Por qué dejamos Egipto?’ ”.
Núm 11:21 Entonces Moisés respondió al SEÑOR: —¡Hay seiscientos mil soldados de infantería aquí conmigo y aun así dices: “Yo les daré carne durante un mes entero”!
Núm 11:22 Aunque matáramos a todos nuestros rebaños y manadas, ¿podría eso satisfacerlos? O si pescáramos todos los peces del mar, ¿alcanzaría?
Núm 11:23 Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: —¿Acaso mi brazo ha perdido su poder? ¡Ahora verás si mi palabra se cumple o no!
Núm 11:24 Así que Moisés salió y comunicó al pueblo las palabras del SEÑOR. Juntó a los setenta ancianos y los colocó alrededor del tabernáculo.*
Núm 11:25 Después el SEÑOR descendió en la nube y le habló a Moisés. Entonces les dio a los setenta ancianos del mismo Espíritu que estaba sobre Moisés; y cuando el Espíritu se posó sobre ellos, los ancianos profetizaron; pero esto nunca volvió a suceder.
Núm 11:26 Sin embargo, dos hombres, Eldad y Medad, se habían quedado en el campamento. Ellos estaban incluidos en la lista de los ancianos, pero no se presentaron en el tabernáculo. Aun así, el Espíritu también se posó sobre ellos y profetizaron allí en el campamento.
Núm 11:27 Un joven corrió y le informó a Moisés: «¡Eldad y Medad están profetizando en el campamento!».
Núm 11:28 Entonces Josué, hijo de Nun, que era ayudante de Moisés desde su juventud, protestó: —Moisés, mi señor, ¡detenlos!
Núm 11:29 Pero Moisés respondió: —¿Estás celoso por mí? Ya quisiera que todos los del pueblo del SEÑOR fueran profetas y que el SEÑOR pusiera su Espíritu sobre todos.
Núm 11:30 Entonces Moisés regresó al campamento con los ancianos de Israel.
Núm 11:31 Ahora bien, el SEÑOR envió un viento que trajo codornices desde el mar y las dejó caer por todo el campamento. Las codornices volaban por kilómetros en todas las direcciones a la altura de un metro sobre la superficie de la tierra.*
Núm 11:32 Así que el pueblo salió y atrapó codornices todo ese día, a lo largo de la noche y también todo el día siguiente. ¡Nadie recogió menos de dos mil kilos!* Entonces las pusieron a secar por todo el campamento.
Núm 11:33 Pero mientras se saciaban de carne —cuando aún estaba en sus bocas— el enojo del SEÑOR se encendió contra el pueblo y los castigó con una plaga muy grave.
Núm 11:34 Así que ese lugar fue llamado Kibrot-hataava (que significa «tumbas de glotonería») porque allí enterraron a la gente que codiciaba la carne de Egipto.
Núm 11:35 Después, los israelitas viajaron de Kibrot-hataava a Hazerot, donde se quedaron por algún tiempo.

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