APOSENTO ALTO

jueves, 21 de diciembre de 2017

LECTURA BÍBLICA 21 DE DICIEMBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

JUAN     20:10-18

Jua 20:10 Después cada uno se fue a su casa.
Jua 20:11 María se encontraba llorando fuera de la tumba y, mientras lloraba, se agachó y miró adentro.
Jua 20:12 Vio a dos ángeles vestidos con vestiduras blancas, uno sentado a la cabecera y el otro a los pies, en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús.
Jua 20:13 —Apreciada mujer, ¿por qué lloras? —le preguntaron los ángeles. —Porque se han llevado a mi Señor —contestó ella—, y no sé dónde lo han puesto.
Jua 20:14 Dio la vuelta para irse y vio a alguien que estaba de pie allí. Era Jesús, pero ella no lo reconoció.
Jua 20:15 —Apreciada mujer, ¿por qué lloras? —le preguntó Jesús —. ¿A quién buscas? Ella pensó que era el jardinero y le dijo: —Señor, si usted se lo ha llevado, dígame dónde lo puso, y yo iré a buscarlo.
Jua 20:16 —¡María! —dijo Jesús. Ella giró hacia él y exclamó: —¡Raboní! (que en hebreo significa “Maestro”).
Jua 20:17 —No te aferres a mí —le dijo Jesús—, porque todavía no he subido al Padre. Pero ve a buscar a mis hermanos y diles: “Voy a subir a mi Padre y al Padre de ustedes, a mi Dios y al Dios de ustedes”.
Jua 20:18 María Magdalena encontró a los discípulos y les dijo: «¡He visto al Señor!». Y les dio el mensaje de Jesús.



 APOCALIPSIS  18

Apo 18:1 Después de todo esto vi que otro ángel bajaba del cielo con gran autoridad, y la tierra se iluminó con su resplandor.
Apo 18:2 Dio un fuerte grito: «¡Ha caído Babilonia, cayó esa gran ciudad! Se ha convertido en una casa para los demonios. Es una guarida para todo espíritu inmundo*, un nido para todo buitre repugnante y una cueva para todo animal* sucio y espantoso.
Apo 18:3 Pues todas las naciones han caído* debido al vino de su apasionada inmoralidad. Los reyes del mundo cometieron adulterio con ella. Debido a su deseo por lujos excesivos, los comerciantes del mundo se han enriquecido».
Apo 18:4 Después oí otra voz que clamaba desde el cielo: «Pueblo mío, salgan de ella. No participen en sus pecados o serán castigados junto con ella.
Apo 18:5 Pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo, y Dios se acuerda de sus maldades.
Apo 18:6 Háganle a ella lo que ella les ha hecho a otros. Denle doble castigo por* todas sus maldades. Ella preparó una copa de terror para otros, así que, preparen el doble* para ella.
Apo 18:7 Ella se glorificó a sí misma y vivió rodeada de lujos, ahora denle la misma proporción de tormento y tristeza. Ella se jactó en su corazón, diciendo: “Soy reina en mi trono. No soy ninguna viuda indefensa ni tengo motivos para lamentarme”.
Apo 18:8 Por lo tanto, estas plagas le llegarán en un solo día: la muerte, el lamento y el hambre. Ella será totalmente consumida por el fuego, porque el Señor Dios, quien la juzga, es poderoso».
Apo 18:9 Y los reyes del mundo que cometieron adulterio con ella y disfrutaron de todos sus lujos, se lamentarán por ella cuando vean el humo que sube de sus restos carbonizados.
Apo 18:10 Aterrorizados por su gran tormento, los reyes del mundo se mantendrán a distancia y clamarán: «¡Qué terrible, qué terrible para ti, oh Babilonia, tú, gran ciudad! En un solo instante el juicio de Dios cayó sobre ti».
Apo 18:11 Los comerciantes del mundo llorarán y se lamentarán por ella, porque ya no queda nadie que les compre sus mercaderías.
Apo 18:12 Ella compró grandes cantidades de oro, plata, joyas y perlas; lino de la más alta calidad, púrpura, seda y tela de color escarlata; objetos hechos con la fragante madera de alerce, artículos de marfil y objetos hechos con madera costosa; y bronce, hierro y mármol.
Apo 18:13 También compró canela, especias, especias aromáticas, mirra, incienso, vino, aceite de oliva, harina refinada, trigo, ganado, ovejas, caballos, carruajes, y cuerpos, es decir esclavos humanos.
Apo 18:14 «De las delicias que tanto amabas ya no queda nada —claman los comerciantes —. Todos tus lujos y el esplendor se han ido para siempre y ya nunca volverán a ser tuyos».
Apo 18:15 Los comerciantes que se enriquecieron vendiéndole esas cosas, se mantendrán a distancia, aterrados por el gran tormento de ella. Llorarán y clamarán:
Apo 18:16 «¡Qué terrible, qué terrible para esa gran ciudad! ¡Ella se vestía de púrpura de la más alta calidad y linos escarlata, adornada con oro, piedras preciosas y perlas!
Apo 18:17 ¡En un solo instante, toda la riqueza de la ciudad se esfumó!». Y todos los capitanes de los barcos mercantes y los pasajeros, los marineros y las tripulaciones se mantendrán a distancia.
Apo 18:18 Todos clamarán cuando vean subir el humo y dirán: «¿Dónde habrá una ciudad de tanta grandeza como ésta?».
Apo 18:19 Y llorarán y echarán tierra sobre su cabeza para mostrar su dolor y clamarán: «¡Qué terrible, qué terrible para esa gran ciudad! Los dueños de barcos se hicieron ricos transportando por los mares la gran riqueza de ella. En un solo instante, se esfumó todo».
Apo 18:20 ¡Oh cielo, alégrate del destino de ella, y también ustedes pueblo de Dios, apóstoles y profetas! Pues al fin Dios la ha juzgado por amor a ustedes.
Apo 18:21 Luego un ángel poderoso levantó una roca inmensa del tamaño de una gran piedra de molino, la lanzó al mar y gritó: «Así es como la gran ciudad de Babilonia será derribada con violencia y nunca más se encontrará.
Apo 18:22 Nunca más se oirá en ti el sonido de las arpas, los cantantes, las flautas y las trompetas. No se encontrará en ti ni artesanos ni comercio, ni se volverá a oír el sonido del molino.
Apo 18:23 Nunca más brillará en ti la luz de una lámpara ni se oirán las felices voces de los novios y las novias. Pues tus comerciantes eran los grandes del mundo, y tú engañaste a las naciones con tus hechicerías.
Apo 18:24 La sangre de los profetas y del pueblo santo de Dios corrió en tus calles,* junto con la sangre de gente masacrada por todo el mundo».

JOB  39

Job 39:1 »¿Sabes cuándo dan a luz las cabras salvajes? ¿Has visto nacer a los ciervos en su ambiente natural?
Job 39:2 ¿Sabes cuántos meses llevan a las crías en su vientre? ¿Eres consciente del momento de parto?
Job 39:3 Se agachan para dar a luz y tener sus crías.
Job 39:4 Estas crecen en campo abierto y luego se van del hogar para no regresar.
Job 39:5 »¿Quién le da libertad al burro salvaje? ¿Quién desató sus cuerdas?
Job 39:6 Yo lo puse en el desierto; su hogar es la tierra baldía.
Job 39:7 Detesta el ruido de la ciudad y no tiene arriero que le grite.
Job 39:8 Las montañas son su pastizal donde busca cada brizna de hierba.
Job 39:9 »¿Acaso aceptará el buey salvaje ser domado? ¿Pasará la noche en tu establo?
Job 39:10 ¿Puedes enganchar un buey salvaje a un arado? ¿Acaso arará un campo para ti?
Job 39:11 Teniendo en cuenta su fuerza, ¿podrás confiar en él? ¿Puedes irte y confiar en que el buey haga tu trabajo?
Job 39:12 ¿Podrás contar con él para que traiga el grano a tu casa y lo ponga en tu campo de trillar?
Job 39:13 »El avestruz agita sus alas con ostentación pero estas no pueden competir con el plumaje de la cigüeña.
Job 39:14 El avestruz pone sus huevos en la tierra, y deja que se calienten en el polvo.
Job 39:15 No le preocupa que alguien los aplaste o que un animal salvaje los destruya.
Job 39:16 Trata con dureza a sus polluelos, como si no fueran suyos. No le importa si mueren,
Job 39:17 porque Dios no le dio sabiduría ni le dio entendimiento.
Job 39:18 Pero siempre que se levanta para correr le gana al jinete con el caballo más veloz.
Job 39:19 »¿Diste la fuerza al caballo o adornaste su cuello con largas crines?
Job 39:20 ¿Le diste la capacidad de saltar como una langosta? ¡Su majestuoso resoplido es aterrador!
Job 39:21 Patea la tierra y se alegra de su fuerza cuando se lanza a la batalla.
Job 39:22 Se ríe del miedo y no tiene temor. No huye de la espada.
Job 39:23 Se oye el sonido de las flechas golpeándolo y brillan las lanzas y las jabalinas.
Job 39:24 Patea el suelo con furia y se lanza a la batalla cuando suena el cuerno de carnero.
Job 39:25 Resopla al sonido del cuerno. Percibe la batalla a lo lejos. Se estremece bajo las órdenes del capitán y el ruido de la batalla.
Job 39:26 »¿Es tu sabiduría la que hace que el halcón alce vuelo y extienda sus alas hacia el sur?
Job 39:27 ¿Es por tu mandato que el águila se eleva y hace su nido en las cumbres?
Job 39:28 Vive en los acantilados, y tiene su hogar en las rocas lejanas y escarpadas.
Job 39:29 Desde allí acecha a su presa vigilándola con ojos penetrantes.
Job 39:30 Sus crías engullen sangre. Donde hay un cadáver, allí los encontrarás».


LECTURA PARA LA NOCHE

HAGEO  1-2

Hag 1:1 El 29 de agosto* del segundo año del reinado del rey Darío, el SEÑOR dio un mensaje por medio del profeta Hageo a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Jesúa,* hijo de Josadac, el sumo sacerdote:
Hag 1:2 «Esto es lo que dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: el pueblo alega: “Todavía no ha llegado el momento para reconstruir la casa del SEÑOR”».
Hag 1:3 Entonces el SEÑOR envió el siguiente mensaje por medio del profeta Hageo:
Hag 1:4 «¿Por qué viven ustedes en casas lujosas mientras mi casa permanece en ruinas?».
Hag 1:5 Esto es lo que dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: «¡Miren lo que les está pasando!
Hag 1:6 Han sembrado mucho pero cosechado poco; comen pero no quedan satisfechos; beben pero aún tienen sed; se abrigan pero todavía tienen frío. Sus salarios desaparecen, ¡como si los echaran en bolsillos llenos de agujeros!».
Hag 1:7 Esto es lo que dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: «¡Miren lo que les está pasando!
Hag 1:8 Vayan ahora a los montes, traigan madera y reconstruyan mi casa. Entonces me complaceré en ella y me sentiré honrado, dice el SEÑOR.
Hag 1:9 Esperaban cosechas abundantes, pero fueron pobres; y cuando trajeron la cosecha a su casa, yo la hice desaparecer con un soplo. ¿Por qué? Porque mi casa está en ruinas —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— mientras ustedes se ocupan de construir sus elegantes casas.
Hag 1:10 »Es por causa de ustedes que los cielos retienen el rocío y la tierra no produce cosechas.
Hag 1:11 Yo mandé la sequía sobre sus campos y colinas; una sequía que destruirá el grano, el vino nuevo, el aceite de oliva y las demás cosechas; una sequía que hará que ustedes y sus animales pasen hambre y arruinará todo aquello por lo que tanto han trabajado».
Hag 1:12 Entonces Zorobabel, hijo de Salatiel, y Jesúa, hijo de Josadac, el sumo sacerdote, y todo el remanente del pueblo de Dios comenzaron a obedecer el mensaje del SEÑOR su Dios. Cuando oyeron las palabras del profeta Hageo, a quien el SEÑOR su Dios había enviado, el pueblo temió al SEÑOR.
Hag 1:13 Luego Hageo, el mensajero del SEÑOR, dio al pueblo el siguiente mensaje del SEÑOR: «¡Yo estoy con ustedes, dice el SEÑOR!».
Hag 1:14 Entonces el SEÑOR despertó el entusiasmo de Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y de Jesúa, hijo de Josadac, el sumo sacerdote, y de todo el remanente del pueblo de Dios. Comenzaron a trabajar en la casa de su Dios, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales,
Hag 1:15 el 21 de septiembre* del segundo año del reinado del rey Darío.
Hag 2:1 Entonces el 17 de octubre de ese mismo año,* el SEÑOR envió otro mensaje por medio del profeta Hageo:
Hag 2:2 «Di lo siguiente a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Jesúa,* hijo de Josadac, el sumo sacerdote, y al remanente del pueblo de Dios allí en la tierra:
Hag 2:3 “¿Alguno de ustedes recuerda esta casa —este templo— con su antiguo esplendor? ¿Cómo se compara este con el otro? ¡No se parecen en nada!
Hag 2:4 Sin embargo, ahora el SEÑOR dice: Zorobabel, sé fuerte. Jesúa, hijo de Josadac, sumo sacerdote, sé fuerte. Ustedes que aún quedan en la tierra, sean fuertes. Así que ahora, ¡manos a la obra!, porque yo estoy con ustedes, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Hag 2:5 Mi Espíritu permanece entre ustedes, así como lo prometí cuando salieron de Egipto. Por lo tanto, no teman”.
Hag 2:6 »El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: “Dentro de poco, haré temblar los cielos y la tierra, los océanos y la tierra firme una vez más.
Hag 2:7 Haré temblar a todas las naciones y traerán los tesoros de todos las naciones a este templo. Llenaré este lugar de gloria —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—.
Hag 2:8 La plata es mía y el oro es mío —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—.
Hag 2:9 La futura gloria de este templo será mayor que su pasada gloria —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— y en este lugar, traeré paz. ¡Yo, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, he hablado!”».
Hag 2:10 El 18 de diciembre* del segundo año del reinado del rey Darío, el SEÑOR envió el siguiente mensaje al profeta Hageo:
Hag 2:11 «El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: pregunta a los sacerdotes acerca de la ley:
Hag 2:12 “Si alguno de ustedes trae entre sus vestiduras sacerdotales carne de un sacrificio consagrado y sucede que las vestiduras rozan con algún pan o guiso, vino o aceite de oliva o alguna otra clase de alimento, ¿quedará el alimento también consagrado?”». Entonces los sacerdotes contestaron: —No.
Hag 2:13 Luego Hageo preguntó: —Si alguien se vuelve ceremonialmente impuro por tocar a un muerto y después toca cualquiera de esos alimentos, ¿se contaminará la comida? —Sí —contestaron los sacerdotes.
Hag 2:14 Entonces Hageo respondió: —Así mismo sucede con este pueblo y con esta nación —dice el SEÑOR—. Todo lo que hacen y todo lo que ofrecen, está contaminado por su pecado.
Hag 2:15 Miren lo que les pasaba antes de que comenzaran a edificar los cimientos del templo del SEÑOR.
Hag 2:16 Cuando esperaban veinte medidas de grano, cosechaban sólo diez. Cuando esperaban sacar cincuenta litros del lagar, encontraban sólo veinte.
Hag 2:17 Yo envié plaga, moho y granizo para destruir todo aquello por lo que hicieron tanto esfuerzo para producir. Aun así, rehusaban regresar a mí, dice el SEÑOR.
Hag 2:18 »Consideren este día, el 18 de diciembre,* cuando los cimientos del templo del SEÑOR fueron establecidos. Considérenlo bien.
Hag 2:19 Ahora les doy una promesa cuando la semilla aún está en el granero.* Todavía no han cosechado su grano, ni las vides ni las higueras ni los granados ni los olivos han dado sus frutos. Sin embargo, de hoy en adelante, yo los bendeciré.
Hag 2:20 En ese mismo día, el 18 de diciembre,* el SEÑOR envió este segundo mensaje a Hageo:
Hag 2:21 «Dile a Zorobabel, gobernador de Judá, que yo estoy a punto de hacer temblar los cielos y la tierra.
Hag 2:22 Derrocaré los tronos reales y destruiré el poder de los reinos de las naciones. Volcaré sus carros de guerra, los caballos caerán y los jinetes se matarán unos a otros.
Hag 2:23 »Pero cuando esto suceda —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales—, te honraré, Zorobabel, hijo de Salatiel, mi siervo. Te haré como el anillo con mi sello oficial, dice el SEÑOR, porque te he escogido. ¡Yo, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, he hablado!».

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