APOSENTO ALTO

viernes, 22 de diciembre de 2017

LECTURA BÍBLICA 22 DE DICIEMBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

JUAN     20:19-23

Jua 20:19 Ese domingo, al atardecer,* los discípulos estaban reunidos con las puertas bien cerradas porque tenían miedo de los líderes judíos. De pronto, ¡Jesús estaba de pie en medio de ellos! «La paz sea con ustedes» —dijo.
Jua 20:20 Mientras hablaba, les mostró las heridas de sus manos y su costado. ¡Ellos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor!
Jua 20:21 Una vez más les dijo: «La paz sea con ustedes. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes».
Jua 20:22 Entonces sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban al Espíritu Santo.
Jua 20:23 Si ustedes perdonan los pecados de alguien, esos pecados son perdonados; si ustedes no los perdonan, esos pecados no son perdonados».



 APOCALIPSIS  19

Apo 19:1 Después de esto, oí algo en el cielo que parecía las voces de una inmensa multitud que gritaba: «¡Alabado sea el SEÑOR!* La salvación, la gloria y el poder le pertenecen a nuestro Dios.
Apo 19:2 Sus juicios son verdaderos y justos. Él ha castigado a la gran prostituta que corrompió a la tierra con su inmoralidad. Él ha vengado la muerte de sus siervos».
Apo 19:3 Y otra vez, sus voces resonaron: «¡Alabado sea el SEÑOR! ¡El humo de esa ciudad subirá por siempre jamás!».
Apo 19:4 Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono. Exclamaron: «¡Amén! ¡Alabado sea el SEÑOR!».
Apo 19:5 Y del trono salió una voz que dijo: «Alaben a nuestro Dios todos sus siervos y todos los que le temen, desde el más insignificante hasta el más importante».
Apo 19:6 Entonces volví a oír algo que parecía el grito de una inmensa multitud o el rugido de enormes olas del mar o el estruendo de un potente trueno, que decían: «¡Alabado sea el SEÑOR! Pues el Señor nuestro Dios,* el Todopoderoso, reina.
Apo 19:7 Alegrémonos y llenémonos de gozo y démosle honor a él, porque el tiempo ha llegado para la boda del Cordero, y su novia se ha preparado.
Apo 19:8 A ella se le ha concedido vestirse del lino blanco y puro de la más alta calidad». Pues el lino de la más alta calidad representa las buenas acciones del pueblo santo de Dios.
Apo 19:9 Y el ángel me dijo: «Escribe esto: benditos son los que están invitados a la cena de la boda del Cordero —y añadió —. Estas son palabras verdaderas que provienen de Dios».
Apo 19:10 Entonces me postré a sus pies para adorarlo, pero me dijo: «No, no me adores a mí. Yo soy un siervo de Dios, como tú y tus hermanos que dan testimonio de su fe en Jesús. Adora sólo a Dios, porque la esencia de la profecía es dar un claro testimonio de Jesús*».
Apo 19:11 Entonces vi el cielo abierto, y había allí un caballo blanco. Su jinete se llamaba Fiel y Verdadero, porque juzga con rectitud y hace una guerra justa.
Apo 19:12 Sus ojos eran como llamas de fuego, y llevaba muchas coronas en la cabeza. Tenía escrito un nombre que nadie entendía excepto él mismo.
Apo 19:13 Llevaba puesta una túnica bañada de sangre, y su título era «la Palabra de Dios».
Apo 19:14 Los ejércitos del cielo vestidos del lino blanco y puro de la más alta calidad lo seguían en caballos blancos.
Apo 19:15 De su boca salía una espada afilada para derribar a las naciones. Él las gobernará con vara de hierro y desatará el furor de la ira de Dios, el Todopoderoso, como el jugo que corre del lagar.
Apo 19:16 En la túnica, a la altura del muslo,* estaba escrito el título: «Rey de reyes y Señor de señores».
Apo 19:17 Después vi a un ángel parado en el sol que les gritaba a los buitres que volaban en lo alto de los cielos: «¡Vengan! Reúnanse para el gran banquete que Dios ha preparado.
Apo 19:18 Vengan y coman la carne de los reyes, los generales y los fuertes guerreros; la de los caballos y sus jinetes y la de toda la humanidad, tanto esclavos como libres, tanto pequeños como grandes».
Apo 19:19 Después vi a la bestia y a los reyes del mundo y sus ejércitos, todos reunidos para luchar contra el que está sentado en el caballo y contra su ejército.
Apo 19:20 Y la bestia fue capturada, y junto con ella, el falso profeta que hacía grandes milagros en nombre de la bestia; milagros que engañaban a todos los que habían aceptado la marca de la bestia y adorado a su estatua. Tanto la bestia como el falso profeta fueron lanzados vivos al lago de fuego que arde con azufre.
Apo 19:21 Todo su ejército fue aniquilado por la espada afilada que salía de la boca del que montaba el caballo blanco. Y todos los buitres devoraron los cuerpos muertos hasta hartarse.

JOB  40

Job 40:1 Entonces el SEÑOR dijo a Job:
Job 40:2 «¿Todavía quieres discutir con el Todopoderoso? Tú criticas a Dios, pero ¿tienes las respuestas?».
Job 40:3 Entonces Job respondió al SEÑOR:
Job 40:4 «No soy nada, ¿cómo podría yo encontrar las respuestas? Me taparé la boca con la mano.
Job 40:5 Ya hablé demasiado; no tengo nada más que decir».
Job 40:6 Luego el SEÑOR respondió a Job desde el torbellino:
Job 40:7 «Prepárate, muestra tu hombría porque tengo algunas preguntas para ti y tendrás que contestarlas.
Job 40:8 »¿Pondrás en duda mi justicia y me condenarás sólo para probar que tienes razón?
Job 40:9 ¿Acaso eres tan fuerte como Dios? ¿Puede tronar tu voz como la suya?
Job 40:10 Bien, vístete de tu gloria y esplendor, de tu honor y majestad.
Job 40:11 Da rienda suelta a tu enojo; deja que se derrame contra los orgullosos.
Job 40:12 Humíllalos con una mirada; pisa a los malvados allí donde están.
Job 40:13 Entiérralos en el polvo; enciérralos en el mundo de los muertos.
Job 40:14 Entonces hasta yo te elogiaría, porque tu propia fuerza te podría salvar.
Job 40:15 »Echa un vistazo al Behemot,* a quien hice, al igual que a ti. Come hierba como un buey.
Job 40:16 Mira qué fuertes son sus lomos y los músculos de su vientre.
Job 40:17 Su rabo es tan fuerte como un cedro; los tendones de sus muslos se entrelazan.
Job 40:18 Sus huesos son tubos de bronce; sus extremidades son barras de hierro.
Job 40:19 Es un excelente ejemplo de la obra de Dios, y sólo su Creador puede amenazarlo.
Job 40:20 Las montañas le ofrecen su mejor alimento, donde juegan los animales salvajes.
Job 40:21 Se tiende bajo los lotos* donde los juncos del pantano lo esconden.
Job 40:22 Las plantas de loto le dan sombra entre los sauces junto al arroyo.
Job 40:23 El río tempestuoso no le molesta, ni le preocupa cuando el creciente Jordán se arremolina a su alrededor.
Job 40:24 Nadie puede sorprenderlo con la guardia baja ni ponerle un aro en la nariz para llevárselo.


LECTURA PARA LA NOCHE

ZACARIAS  1-5

Zac 1:1 En noviembre* del segundo año del reinado de Darío, el SEÑOR le dio este mensaje al profeta Zacarías, hijo de Berequías, nieto de Iddo:
Zac 1:2 «Yo, el SEÑOR, estuve muy enojado con los antepasados de ustedes.
Zac 1:3 Por lo tanto, dile al pueblo: “El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Regresen a mí y yo me volveré a ustedes, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales’.
Zac 1:4 No sean como sus antepasados que no querían escuchar ni prestar atención cuando los antiguos profetas les dijeron: ‘El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: “Apártense de sus malos caminos y abandonen todas sus prácticas malvadas” ’.
Zac 1:5 »”¿Dónde están ahora sus antepasados? Ellos y los profetas murieron hace mucho tiempo.
Zac 1:6 Pero todo lo que dije por medio de mis siervos, los profetas, les ocurrió a sus antepasados, tal como lo dije. En consecuencia, ellos se arrepintieron y dijeron: ‘Hemos recibido lo que merecíamos del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales. Él ha hecho lo que dijo que haría’ ”».
Zac 1:7 Tres meses después, el 15 de febrero,* el SEÑOR envió otro mensaje al profeta Zacarías, hijo de Berequías, nieto de Iddo.
Zac 1:8 En una visión durante la noche, vi a un hombre montado en un caballo rojo que estaba entre unos arrayanes en un pequeño valle. Detrás de él había jinetes en caballos rojos, marrones y blancos.
Zac 1:9 Le pregunté al ángel que hablaba conmigo: —Mi señor, ¿qué significan estos caballos? —Te mostraré —me contestó el ángel.
Zac 1:10 Entonces el jinete que estaba entre los arrayanes me explicó: «Son los que el SEÑOR ha enviado a recorrer la tierra».
Zac 1:11 Entonces los otros jinetes le informaron al ángel del SEÑOR, que se encontraba entre los arrayanes: «Hemos estado recorriendo la tierra y el mundo entero está en paz».
Zac 1:12 Al escucharlo, el ángel del SEÑOR elevó la siguiente oración: «Oh SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, durante los últimos setenta años has estado enojado con Jerusalén y con las ciudades de Judá. ¿Cuánto tiempo más pasará para que vuelvas a mostrarles compasión?».
Zac 1:13 Entonces el SEÑOR le habló palabras buenas y consoladoras al ángel que conversaba conmigo.
Zac 1:14 Luego el ángel me dijo: «Proclama este mensaje a gritos para que todos lo oigan: “El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Mi amor por Jerusalén y el monte Sión es intenso y ferviente.
Zac 1:15 Sin embargo, estoy muy enojado con las otras naciones que ahora disfrutan de paz y seguridad. Sólo me enojé un poco con mi pueblo, pero las naciones le causaron mucho más daño del que me proponía.
Zac 1:16 »’Por lo tanto, esto es lo que dice el SEÑOR: he vuelto a mostrar misericordia a Jerusalén. Mi templo será reedificado —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— y se tomarán las medidas para la reconstrucción de Jerusalén* ’ ”.
Zac 1:17 »Proclama también: “El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: ‘Otra vez las ciudades de Israel rebosarán de prosperidad y otra vez el SEÑOR consolará a Sión y elegirá a Jerusalén para sí mismo’ ”».
Zac 1:18 * Entonces levanté la mirada y vi cuatro cuernos.
Zac 1:19 —¿Qué significan estos cuernos? —pregunté al ángel que hablaba conmigo. Él me contestó: —Estos cuernos representan a las naciones que dispersaron a Judá, a Israel y a Jerusalén.
Zac 1:20 Entonces el SEÑOR me mostró cuatro herreros.
Zac 1:21 —Y estos hombres, ¿qué vienen a hacer? —pregunté. El ángel me contestó: —Estos cuatro cuernos, es decir, estas naciones, dispersaron y humillaron a Judá. Ahora estos herreros han venido para aterrorizar, derribar y destruir a esas naciones.
Zac 2:1 * Cuando miré de nuevo, vi a un hombre con una cinta de medir en la mano.
Zac 2:2 —¿Adónde vas? —le pregunté. —Voy a medir Jerusalén —me contestó— para ver cuánto mide de ancho y de largo.
Zac 2:3 Entonces el ángel que estaba conmigo fue a reunirse con un segundo ángel que se dirigía hacia él.
Zac 2:4 El otro ángel dijo: —Apresúrate y dile a ese joven: “¡Jerusalén algún día estará tan llena de gente y de animales que no habrá lugar suficiente para todos! Muchos vivirán fuera de las murallas de la ciudad.
Zac 2:5 Entonces yo mismo seré un muro de fuego protector alrededor de Jerusalén —dice el SEÑOR—. ¡Y seré la gloria dentro de la ciudad!”.
Zac 2:6 El SEÑOR dice: «¡Salgan! Huyan de Babilonia en la tierra del norte, porque yo los he dispersado a los cuatro vientos.
Zac 2:7 ¡Sal, pueblo de Sión, tú que estás desterrado en Babilonia!».
Zac 2:8 Después de un período de gloria, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales me envió* contra las naciones que los saquearon a ustedes. Pues él dijo: «Cualquiera que te dañe, daña a mi más preciada posesión.*
Zac 2:9 Levantaré mi puño para aplastarlos y sus propios esclavos los saquearán». Entonces ustedes sabrán que el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales me ha enviado.
Zac 2:10 El SEÑOR dice: «Grita y alégrate, oh Jerusalén hermosa,* porque yo vengo a vivir en medio de ti.
Zac 2:11 Muchas naciones se unirán al SEÑOR en ese día y ellos también serán mi pueblo. Viviré entre ustedes y sabrán que el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales me ha enviado a ustedes.
Zac 2:12 La tierra de Judá será la preciada posesión del SEÑOR en la tierra santa y él elegirá una vez más a Jerusalén para ser su propia ciudad.
Zac 2:13 Que toda la humanidad guarde silencio ante el SEÑOR, porque él entra en acción desde su santa morada».
Zac 3:1 Entonces el ángel me mostró a Jesúa,* el sumo sacerdote, que estaba de pie ante el ángel del SEÑOR. El Acusador, Satanás,* estaba allí a la derecha del ángel y presentaba acusaciones contra Jesúa.
Zac 3:2 Entonces el SEÑOR le dijo a Satanás: «Yo, el SEÑOR, rechazo tus acusaciones, Satanás. Así es, el SEÑOR que eligió a Jerusalén te reprende. Este hombre es como un tizón en llamas que ha sido arrebatado del fuego».
Zac 3:3 La ropa de Jesúa estaba sucia cuando estuvo de pie ante el ángel.
Zac 3:4 Entonces el ángel dijo a los otros que estaban allí: «Quítenle esa ropa sucia». Luego se volvió hacia Jesúa y le dijo: «¿Ya ves? He quitado tus pecados y ahora te voy a dar esta ropa nueva y fina».
Zac 3:5 Luego yo dije: «Deben también colocarle un turbante limpio en la cabeza». Así que ellos le pusieron en la cabeza un turbante sacerdotal limpio y lo vistieron de ropas nuevas, mientras el ángel del SEÑOR permanecía cerca.
Zac 3:6 Entonces el ángel del SEÑOR habló solemnemente a Jesúa y le dijo:
Zac 3:7 «El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: “Si tú sigues mis caminos y me sirves con cuidado, recibirás autoridad sobre mi templo y sus atrios. Permitiré que camines entre los otros que están aquí.
Zac 3:8 »”Escúchenme, oh Jesúa, sumo sacerdote, y ustedes los demás sacerdotes. Ustedes son símbolos de lo que está por venir. Pronto traeré a mi siervo llamado la Rama.
Zac 3:9 Miren ahora la joya que he puesto ante Jesúa, una sola piedra con siete facetas.* Grabaré una inscripción en ella —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— y en un solo día quitaré los pecados de esta tierra.
Zac 3:10 »”En ese día —dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales— cada uno invitará a su vecino a sentarse en paz bajo sus propias vides e higueras”».
Zac 4:1 Entonces el ángel que había estado hablando conmigo volvió y me despertó, como si hubiera estado dormido.
Zac 4:2 —¿Qué ves ahora? —me preguntó. —Veo un candelabro de oro macizo con un tazón de aceite encima —contesté—. Alrededor del tazón hay siete lámparas y cada una tiene siete conductos para las mechas.
Zac 4:3 También veo dos olivos, uno a cada lado del tazón.
Zac 4:4 Entonces le pregunté al ángel: —¿Qué es todo esto, mi señor? ¿Qué significa?
Zac 4:5 —¿No lo sabes? —preguntó el ángel. —No, mi señor —le contesté.
Zac 4:6 Entonces me dijo: —El SEÑOR dice a Zorobabel: “No es por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu, dice el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales.
Zac 4:7 Nada impedirá el camino de Zorobabel, ni siquiera una montaña gigantesca, ¡pues se convertirá en llanura delante de él! Y cuando Zorobabel coloque la última piedra del templo en su lugar, la gente gritará: “¡Dios lo bendiga! ¡Dios lo bendiga!”* .
Zac 4:8 Después recibí otro mensaje del SEÑOR:
Zac 4:9 «Zorobabel es quien colocó los cimientos de este templo y él los terminará. Así ustedes sabrán que el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales me envió.
Zac 4:10 No menosprecien estos modestos comienzos, pues el SEÑOR se alegrará cuando vea que el trabajo se inicia y que la plomada está en las manos de Zorobabel». (Las siete lámparas* representan los ojos del SEÑOR que recorren toda la tierra).
Zac 4:11 Entonces le pregunté al ángel: —¿Qué son esos dos olivos a cada lado del candelabro
Zac 4:12 y las dos ramas de olivo que vierten aceite dorado por dos tubos de oro?
Zac 4:13 —¿No lo sabes? —preguntó. —No, mi señor —respondí.
Zac 4:14 Entonces él me dijo: —Representan a los dos seres celestiales que están de pie en la corte del Señor de toda la tierra.
Zac 5:1 Levanté otra vez la mirada y vi un rollo volando en el aire.
Zac 5:2 —¿Qué ves? —preguntó el ángel. —Veo un rollo que vuela —contesté—. Parece tener cerca de diez metros de largo y cinco metros de ancho.*
Zac 5:3 Entonces él me dijo: —Este rollo contiene la maldición que cubrirá toda la tierra. Un lado del rollo dice que los que roban serán desterrados; el otro lado dice que los que juran en falso serán desterrados.
Zac 5:4 El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales dice: “Envío esta maldición a la casa de cada ladrón y a la casa de todos los que juran en falso usando mi nombre. Mi maldición se quedará en esa casa y la destruirá por completo, hasta las maderas y las piedras”.
Zac 5:5 Entonces el ángel que hablaba conmigo se adelantó y dijo: —Mira hacia arriba y fíjate en lo que viene.
Zac 5:6 —¿Qué es? —pregunté. —Es un canasto para medir grano* —respondió— y está lleno con los pecados* de los habitantes de todo el país.
Zac 5:7 Entonces fue levantada la pesada tapa de plomo del canasto y adentro había una mujer sentada.
Zac 5:8 El ángel dijo: «La mujer se llama Perversidad», y la empujó adentro del canasto otra vez y cerró la pesada tapa.
Zac 5:9 Entonces miré hacia arriba y vi a dos mujeres que volaban hacia nosotros, planeando con el viento. Tenían alas como de cigüeña, y recogieron el canasto y levantaron el vuelo.
Zac 5:10 —¿Adónde llevan el canasto? —le pregunté al ángel.
Zac 5:11 —A la tierra de Babilonia* —me respondió—, donde construirán un templo para el canasto. Luego, cuando el templo esté listo, colocarán el canasto allí sobre un pedestal.

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