APOSENTO ALTO

domingo, 24 de septiembre de 2017

LECTURA BÍBLICA 24 DE SEPTIEMBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    24:36-44

Luc 24:36 Y, justo mientras contaban la historia, de pronto Jesús mismo apareció de pie en medio de ellos. «La paz sea con ustedes» les dijo.
Luc 24:37 Pero todos quedaron asustados y temerosos; ¡pensaban que veían un fantasma!
Luc 24:38 «¿Por qué están asustados? —les preguntó —. ¿Por qué tienen el corazón lleno de dudas?
Luc 24:39 Miren mis manos. Miren mis pies. Pueden ver que de veras soy yo. Tóquenme y asegúrense de que no soy un fantasma, pues los fantasmas no tienen cuerpo, como ven que yo tengo».
Luc 24:40 Mientras hablaba, él les mostró sus manos y sus pies.
Luc 24:41 Aun así, ellos seguían sin creer, llenos de alegría y asombro. Entonces les preguntó: «¿Tienen aquí algo para comer?».
Luc 24:42 Le dieron un pedazo de pescado asado,
Luc 24:43 y él lo comió mientras ellos miraban.
Luc 24:44 Entonces dijo: «Cuando estaba con ustedes antes, les dije que tenía que cumplirse todo lo escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos».



 HEBREOS  13:1-8

Heb 13:1 Sigan amándose unos a otros como hermanos.*
Heb 13:2 No se olviden de brindar hospitalidad a los desconocidos, porque algunos que lo han hecho, ¡han hospedado ángeles sin darse cuenta!
Heb 13:3 Acuérdense de aquellos que están en prisión, como si ustedes mismos estuvieran allí. Acuérdense también de los que son maltratados, como si ustedes mismos sintieran en carne propia el dolor de ellos.
Heb 13:4 Honren el matrimonio, y los casados manténganse fieles el uno al otro. Con toda seguridad, Dios juzgará a los que cometen inmoralidades sexuales y a los que cometen adulterio.
Heb 13:5 No amen el dinero; estén contentos con lo que tienen, pues Dios ha dicho: «Nunca te fallaré. Jamás te abandonaré»*.
Heb 13:6 Así que podemos decir con toda confianza: «El SEÑOR es quien me ayuda, por eso no tendré miedo. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?»*.
Heb 13:7 Acuérdense de los líderes que les enseñaron la palabra de Dios. Piensen en todo lo bueno que haya resultado de su vida y sigan el ejemplo de su fe.
Heb 13:8 Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.



PROVERBIOS 30

Pro 30:1 Los dichos de Agur, hijo de Jaqué, contienen el siguiente mensaje.* Cansado estoy, oh Dios; cansado, oh Dios, y agotado.*
Pro 30:2 Soy demasiado torpe para ser humano y me falta el sentido común.
Pro 30:3 No he dominado la sabiduría humana, ni conozco al Santo.
Pro 30:4 ¿Quién sino Dios sube a los cielos y desciende de ellos? ¿Quién retiene al viento en sus puños? ¿Quién envuelve a los océanos en su manto? ¿Quién ha creado al mundo entero? ¿Cuál es su nombre? ¿Y el nombre de su hijo? ¡Dime, si los sabes!
Pro 30:5 Toda palabra de Dios demuestra ser verdadera. Él es un escudo para todos los que buscan su protección.
Pro 30:6 No agregues nada a sus palabras, o podría reprenderte y ponerte al descubierto como un mentiroso.
Pro 30:7 Oh Dios, te ruego dos favores; concédemelos antes de que muera.
Pro 30:8 Primero, ayúdame a no mentir jamás. Segundo, ¡no me des pobreza ni riqueza! Dame sólo lo suficiente para satisfacer mis necesidades.
Pro 30:9 Pues si me hago rico, podría negarte y decir: «¿Quién es el SEÑOR?». Y si soy demasiado pobre, podría robar y así ofender el santo nombre de Dios.
Pro 30:10 Nunca difames al empleado ante su patrón, porque te maldecirá, y sufrirás las consecuencias.
Pro 30:11 Algunas personas maldicen a su padre y no son agradecidos con su madre.
Pro 30:12 Se consideran puros en su propia opinión, pero están sucios y no se han lavado.
Pro 30:13 Contemplan a su alrededor con soberbia y miran a otros con desdén.
Pro 30:14 Tienen los dientes como espadas y los colmillos como cuchillos. Devoran al pobre de la tierra y a los necesitados de entre la humanidad.
Pro 30:15 La sanguijuela tiene dos bocas que chupan, y gritan: «¡Más, más!».* Hay tres cosas que nunca se sacian; no, son cuatro las que nunca dicen «¡basta!»:
Pro 30:16 la tumba,* la matriz estéril, el desierto árido, y el fuego abrasador.
Pro 30:17 El ojo que se burla de su padre y desprecia las instrucciones de su madre será arrancado por los cuervos del valle y devorado por los buitres.
Pro 30:18 Hay tres cosas que me asombran; no, son cuatro las que no comprendo:
Pro 30:19 cómo planea el águila por el cielo, cómo se desliza la serpiente sobre la roca, cómo navega el barco en el océano, y cómo ama el hombre a la mujer.
Pro 30:20 La mujer adúltera devora al hombre, luego se limpia la boca y dice: «¿Qué hice de malo?».
Pro 30:21 Hay tres cosas que hacen temblar la tierra; no, son cuatro las que no puede soportar:
Pro 30:22 al esclavo que llega a ser rey, al necio autoritario que prospera,
Pro 30:23 a la mujer amargada que finalmente encuentra marido, y a la criada que toma el lugar de su señora.
Pro 30:24 Hay cuatro cosas sobre la tierra que son pequeñas pero extraordinariamente sabias:
Pro 30:25 las hormigas no son fuertes pero almacenan su alimento todo el verano.
Pro 30:26 Los damanes* no son poderosos pero construyen su hogar entre las rocas.
Pro 30:27 Las langostas no tienen rey pero marchan en fila.
Pro 30:28 Las lagartijas son fáciles de atrapar pero se encuentran hasta en los palacios reales.
Pro 30:29 Hay tres cosas que caminan con paso firme y majestuoso; no, son cuatro las que se dan aires al andar:
Pro 30:30 el león, rey de los animales, que no retrocede ante nada,
Pro 30:31 el gallo que se pavonea, el macho cabrío, y el rey al frente de su ejército.
Pro 30:32 Si como un necio has sido orgulloso o has tramado el mal, tapa tu boca de vergüenza.
Pro 30:33 Así como al batir la crema se obtiene mantequilla y al golpearse la nariz sale sangre, al provocar el enojo surgen peleas.


LECTURA PARA LA NOCHE

ISAÍAS 62-64

Isa 62:1 Debido a que amo a Sión, no me quedaré quieto. Debido a que mi corazón suspira por Jerusalén, no puedo quedarme callado. No dejaré de orar por ella hasta que su justicia resplandezca como el amanecer y su salvación arda como una antorcha encendida.
Isa 62:2 Las naciones verán tu justicia y los líderes del mundo quedarán cegados por tu gloria. Tú recibirás un nombre nuevo de la boca del SEÑOR mismo.
Isa 62:3 El SEÑOR te sostendrá en su mano para que todos te vean, como una corona espléndida en la mano de Dios.
Isa 62:4 Nunca más te llamarán «La ciudad abandonada»* ni «La tierra desolada»* . Tu nuevo nombre será «La ciudad del deleite de Dios»* y «La esposa de Dios»* , porque el SEÑOR se deleita en ti y te reclamará como su esposa.
Isa 62:5 Tus hijos se dedicarán a ti, oh Jerusalén, como un joven se dedica a su esposa. Entonces Dios se regocijará por ti como el esposo se regocija por su esposa.
Isa 62:6 Oh Jerusalén, yo he puesto centinelas en tus murallas; ellos orarán continuamente, de día y de noche. No descansen, ustedes que dirigen sus oraciones al SEÑOR.
Isa 62:7 No le den descanso al SEÑOR hasta que termine su obra, hasta que haga de Jerusalén el orgullo de toda la tierra.
Isa 62:8 El SEÑOR le ha jurado a Jerusalén por su propia fuerza: «Nunca más te entregaré a tus enemigos; nunca más vendrán guerreros extranjeros para llevarse tu grano y tu vino nuevo.
Isa 62:9 Ustedes cultivaron el grano, y ustedes lo comerán, alabando al SEÑOR. Dentro de los atrios del templo, ustedes mismos beberán el vino que prensaron».
Isa 62:10 ¡Salgan por las puertas! ¡Preparen la carretera para el regreso de mi pueblo! Emparejen el camino, saquen las rocas y levanten una bandera para que la vean todas las naciones.
Isa 62:11 El SEÑOR ha enviado el siguiente mensaje a cada país: «Díganle al pueblo de Israel:* “Miren, ya viene su Salvador. Vean, él trae consigo su recompensa”».
Isa 62:12 Serán llamados «El pueblo santo» y «El pueblo redimido por el SEÑOR». Y Jerusalén será conocida como «El lugar deseable» y «La ciudad ya no abandonada».
Isa 63:1 ¿Quién es éste que viene desde Edom, desde la ciudad de Bosra con sus ropas teñidas de rojo? ¿Quién es éste que lleva vestiduras reales y marcha en su gran fuerza? «¡Soy yo, el SEÑOR, proclamando su salvación! ¡Soy yo, el SEÑOR, quien tiene el poder para salvar!».
Isa 63:2 ¿Por qué están tan rojas tus ropas, como si hubieras estado pisando uvas?
Isa 63:3 «Estuve pisando el lagar yo solo; no había nadie allí para ayudarme. En mi enojo, he pisado a mis enemigos como si fueran uvas. En mi furia he pisado a mis adversarios; su sangre me ha manchado la ropa.
Isa 63:4 Ha llegado la hora de cobrar venganza por mi pueblo; de rescatar a mi pueblo de sus opresores.
Isa 63:5 Estaba asombrado al ver que nadie intervenía para ayudar a los oprimidos. Así que yo mismo me interpuse para salvarlos con mi brazo fuerte, y mi ira me sostuvo.
Isa 63:6 Aplasté a las naciones en mi enojo, las hice tambalear y caer al suelo, y derramé su sangre sobre la tierra».
Isa 63:7 Hablaré del amor inagotable del SEÑOR; alabaré al SEÑOR por todo lo que ha hecho. Me alegraré por su gran bondad con Israel, que le concedió según su misericordia y su amor.
Isa 63:8 Él dijo: «Ellos son mi pueblo. Ciertamente no volverán a traicionarme». Y se convirtió en su Salvador.
Isa 63:9 Cuando ellos sufrían, él también sufrió, y él personalmente* los rescató. En su amor y su misericordia los redimió; los levantó y los tomó en brazos a lo largo de los años.
Isa 63:10 Pero ellos se rebelaron contra él y entristecieron a su Santo Espíritu. Así que él se convirtió en enemigo de ellos y peleó contra ellos.
Isa 63:11 Entonces recordaron los días de antaño cuando Moisés sacó a su pueblo de Egipto. Clamaron: «¿Dónde está el que llevó a Israel a través del mar con Moisés como pastor? ¿Dónde está el que envió a su Santo Espíritu para que estuviera en medio de su pueblo?
Isa 63:12 ¿Dónde está aquél que manifestó su poder cuando Moisés levantó su mano, el que dividió el mar delante de ellos y se hizo famoso para siempre?
Isa 63:13 ¿Dónde está el que los hizo pasar por el fondo del mar? Eran como magníficos sementales que corrían por el desierto sin tropezar.
Isa 63:14 Al igual que el ganado que desciende a un valle pacífico, el Espíritu del SEÑOR les daba descanso. Tú guiaste a tu pueblo, SEÑOR, y te ganaste una magnífica reputación».
Isa 63:15 SEÑOR, mira desde el cielo; míranos desde tu santo y glorioso hogar. ¿Dónde están la pasión y el poder que solías manifestar a nuestro favor? ¿Dónde están tu misericordia y tu compasión?
Isa 63:16 ¡Ciertamente tú sigues siendo nuestro Padre! Aunque Abraham y Jacob* nos desheredaran, tú, SEÑOR, seguirías siendo nuestro Padre. Tú eres nuestro Redentor desde hace siglos.
Isa 63:17 SEÑOR, ¿por qué permitiste que nos apartáramos de tu camino? ¿Por qué nos diste un corazón terco para que dejáramos de temerte? Regresa y ayúdanos, porque somos tus siervos, las tribus que son tu posesión más preciada.
Isa 63:18 Por poco tiempo tu pueblo santo poseyó tu lugar santo, y ahora nuestros enemigos lo han destruido.
Isa 63:19 Algunas veces parece como si nunca te hubiéramos pertenecido; es como si nunca hubiéramos sido conocidos como tu pueblo.
Isa 64:1 * ¡Oh, si irrumpieras desde el cielo y descendieras! ¡Cómo temblarían los montes en tu presencia!
Isa 64:2 * Así como el fuego hace que arda la leña y que hierva el agua, tu venida haría que las naciones temblaran. ¡Entonces tus enemigos se enterarían de la razón de tu fama!
Isa 64:3 Cuando descendiste hace mucho tiempo, hiciste obras temibles, por encima de nuestras mayores expectativas. ¡Y cómo temblaron los montes!
Isa 64:4 Desde el principio del mundo, ningún oído ha escuchado, ni ojo ha visto a un Dios como tú, quien actúa a favor de los que esperan en él.
Isa 64:5 Tú recibes a quienes hacen el bien con gusto; a quienes siguen caminos de justicia. Pero has estado muy enojado con nosotros, porque no somos justos. Pecamos constantemente; ¿cómo es posible que personas como nosotros se salven?
Isa 64:6 Estamos todos infectados por el pecado y somos impuros. Cuando mostramos nuestros actos de justicia, no son más que trapos sucios. Como las hojas del otoño, nos marchitamos y caemos, y nuestros pecados nos arrasan como el viento.
Isa 64:7 Sin embargo, nadie invoca tu nombre ni te ruega misericordia. Por eso tú te apartaste de nosotros y nos entregaste* a nuestros pecados.
Isa 64:8 Y a pesar de todo, oh SEÑOR, eres nuestro Padre; nosotros somos el barro y tú, el alfarero. Todos somos formados por tu mano.
Isa 64:9 No te enojes tanto con nosotros, SEÑOR; por favor, no te acuerdes de nuestros pecados para siempre. Te pedimos que nos mires y veas que somos tu pueblo.
Isa 64:10 Tus ciudades santas están destruidas. Sión es un desierto; sí, Jerusalén no es más que una ruina desolada.
Isa 64:11 El templo santo y hermoso donde nuestros antepasados te alababan fue incendiado y todas las cosas hermosas quedaron destruidas.
Isa 64:12 Después de todo esto, SEÑOR, ¿aún rehusarás ayudarnos? ¿Permanecerás callado y nos castigarás?

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