APOSENTO ALTO

martes, 12 de septiembre de 2017

LECTURA BÍBLICA 12 DE SEPTIEMBRE

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    22:54-62

Luc 22:54 Entonces lo arrestaron y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote. Y Pedro los siguió de lejos.
Luc 22:55 Los guardias encendieron una fogata en medio del patio y se sentaron alrededor, y Pedro se sumó al grupo.
Luc 22:56 Una sirvienta lo vio a la luz de la fogata y comenzó a mirarlo fijamente. Por fin dijo: «Este hombre era uno de los seguidores de Jesús».
Luc 22:57 Pero Pedro lo negó: «¡Mujer, ni siquiera lo conozco!».
Luc 22:58 Después de un rato, alguien más lo vio y dijo: —Seguramente tú eres uno de ellos. —¡No, hombre, no lo soy! —contestó.
Luc 22:59 Alrededor de una hora más tarde, otra persona insistió: «Seguro éste es uno de ellos porque también es galileo».
Luc 22:60 Pero Pedro dijo: «¡Hombre, no sé de qué hablas!». Inmediatamente, mientras aún hablaba, el gallo cantó.
Luc 22:61 En ese momento, el Señor se volvió y miró a Pedro. De repente, las palabras del Señor pasaron rápidamente por la mente de Pedro: «Mañana por la mañana, antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces».
Luc 22:62 Y Pedro salió del patio, llorando amargamente.




 HEBREOS  7:11-28

Heb 7:11 Entonces, si el sacerdocio de Leví —sobre el cual se basó la ley —hubiera podido lograr la perfección que Dios propuso, ¿por qué fue necesario que Dios estableciera un sacerdocio diferente, con un sacerdote según el orden de Melquisedec en lugar del orden de Leví y Aarón?*
Heb 7:12 Y si se cambia el sacerdocio, también es necesario cambiar la ley para permitirlo.
Heb 7:13 Pues el sacerdote a quien nos referimos pertenece a una tribu diferente, cuyos miembros jamás han servido en el altar como sacerdotes.
Heb 7:14 Lo que quiero decir es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, y Moisés nunca habló de que los sacerdotes provinieran de esa tribu.
Heb 7:15 Ese cambio resulta aún más evidente, ya que ha surgido un sacerdote diferente, quien es como Melquisedec.
Heb 7:16 Jesús llegó a ser sacerdote, no por cumplir con la ley del requisito físico de pertenecer a la tribu de Leví, sino por el poder de una vida que no puede ser destruida.
Heb 7:17 Y el salmista lo señaló cuando profetizó: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec»*.
Heb 7:18 Así que, el antiguo requisito del sacerdocio quedó anulado por ser débil e inútil.
Heb 7:19 Pues la ley nunca perfeccionó nada. Pero ahora confiamos en una mejor esperanza por la cual nos acercamos a Dios.
Heb 7:20 Este nuevo sistema se estableció mediante un juramento solemne. Los descendientes de Aarón llegaron a ser sacerdotes sin un juramento,
Heb 7:21 pero había un juramento con relación a Jesús. Pues Dios le dijo: «El SEÑOR ha jurado y no romperá su juramento: “Tú eres sacerdote para siempre”»*.
Heb 7:22 Debido a ese juramento, Jesús es quien garantiza este mejor pacto con Dios.
Heb 7:23 Hubo muchos sacerdotes bajo el sistema antiguo, porque la muerte les impedía continuar con sus funciones.
Heb 7:24 Pero dado que Jesús vive para siempre, su sacerdocio dura para siempre.
Heb 7:25 Por eso puede salvar —una vez y para siempre —* a los que vienen a Dios por medio de él, quien vive para siempre, a fin de interceder con Dios a favor de ellos.
Heb 7:26 Él es la clase de Sumo Sacerdote que necesitamos, porque es santo y no tiene culpa ni mancha de pecado. Él ha sido apartado de los pecadores y se le ha dado el lugar de más alto honor en el cielo.*
Heb 7:27 A diferencia de los demás sumos sacerdotes, no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada día. Ellos los ofrecían primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo. Sin embargo, Jesús lo hizo una vez y para siempre cuando se ofreció a sí mismo como sacrificio por los pecados del pueblo.
Heb 7:28 La ley nombra a sumos sacerdotes que están limitados por debilidades humanas. Pero después de que la ley fue entregada, Dios nombró a su Hijo mediante un juramento y su Hijo ha sido hecho el perfecto Sumo Sacerdote para siempre.


PROVERBIOS 24:1-22

Pro 24:1 No envidies a la gente malvada, ni desees su compañía.
Pro 24:2 Pues en su corazón traman violencia y sus palabras siempre traen problemas.
Pro 24:3 Una casa se edifica con sabiduría y se fortalece por medio del buen juicio.
Pro 24:4 Mediante el conocimiento se llenan sus cuartos de toda clase de riquezas y objetos valiosos.
Pro 24:5 Los sabios son más poderosos que los fuertes,* y los que tienen conocimiento se hacen cada vez más fuertes.
Pro 24:6 Así que, no vayas a la guerra sin consejo sabio; la victoria depende de que tengas muchos consejeros.
Pro 24:7 La sabiduría es demasiado elevada para los necios. Entre los líderes en la puerta de la ciudad, los necios no tienen nada que decir.
Pro 24:8 Una persona que maquina el mal se gana la fama de alborotador.
Pro 24:9 Las intrigas del necio son pecaminosas; todos detestan al burlón.
Pro 24:10 Si fallas bajo presión, tu fuerza es limitada.
Pro 24:11 Rescata a los que están injustamente condenados a morir, sálvalos mientras van tambaleándose hacia su muerte.
Pro 24:12 No te excuses diciendo: «Ay, no lo sabíamos». Pues Dios conoce cada corazón y él te ve. El que cuida tu alma sabe bien que tú sabías. Él pagará a cada uno según merecen sus acciones.
Pro 24:13 Come miel, hijo mío, porque es buena, y el panal es dulce al paladar.
Pro 24:14 Así también, la sabiduría es dulce a tu alma. Si la encuentras, tendrás un futuro brillante, y tus esperanzas no se truncarán.
Pro 24:15 No estés al acecho frente a la casa del justo, ni ataques el lugar donde vive.
Pro 24:16 Los justos podrán tropezar siete veces, pero volverán a levantarse. En cambio, basta una sola calamidad para derribar al perverso.
Pro 24:17 No te alegres cuando tus enemigos caigan; no te pongas contento cuando tropiecen.
Pro 24:18 Pues el SEÑOR se molestará contigo y quitará su enojo de ellos.
Pro 24:19 No te inquietes por causa de los que hacen el mal, ni envidies a los perversos.
Pro 24:20 Pues la gente mala no tiene futuro; la luz de los perversos se apagará.
Pro 24:21 Hijo mío, teme al SEÑOR y al rey. No te juntes con los rebeldes,
Pro 24:22 porque repentinamente les vendrá la calamidad. ¿Quién sabe qué castigo les caerá de parte del SEÑOR y del rey?




LECTURA PARA LA NOCHE

ISAÍAS 31-33

Isa 31:1 ¡Qué aflicción les espera a los que buscan ayuda en Egipto! Al confiar en sus caballos, en sus carros de guerra y en sus conductores; y al depender de la fuerza de ejércitos humanos en lugar de buscar ayuda en el SEÑOR, el Santo de Israel.
Isa 31:2 En su sabiduría, el SEÑOR enviará una gran calamidad; no cambiará de parecer. Se levantará contra los malvados y contra quienes los ayudan.
Isa 31:3 ¡Pues estos egipcios son simples seres humanos, no son Dios! Sus caballos son sólo carne, no espíritus poderosos. Cuando el SEÑOR levante el puño contra ellos, quienes los ayudan tropezarán, y aquellos que reciben ayuda caerán; todos caerán y morirán juntos.
Isa 31:4 Pero el SEÑOR me ha dicho: «Cuando un león joven y fuerte ruge sobre la oveja que ha matado, no lo asustan los gritos ni los ruidos de toda una multitud de pastores. De la misma manera, el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales descenderá para pelear en el monte Sión.
Isa 31:5 El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales se moverá en el aire sobre Jerusalén y la protegerá como un ave protege su nido. Defenderá y salvará la ciudad; pasará sobre ella y la rescatará».
Isa 31:6 Pueblo mío, aunque eres rebelde y perverso, ven y regresa al SEÑOR.
Isa 31:7 Yo sé que llegará el día glorioso cuando cada uno de ustedes desechará los ídolos de oro y las imágenes de plata que han hecho sus manos pecadoras.
Isa 31:8 «Los asirios serán destruidos, pero no por las espadas de los hombres. La espada de Dios los golpeará, se dejarán llevar por el pánico y huirán. Los fuertes jóvenes asirios serán llevados cautivos.
Isa 31:9 Hasta los más fuertes temblarán de terror, y los príncipes huirán al ver sus banderas de guerra», dice el SEÑOR, cuyo fuego está en Sión y sus llamas arden desde Jerusalén.
Isa 32:1 ¡Miren! ¡Se acerca un rey justo!, y príncipes honrados gobernarán bajo su mando.
Isa 32:2 Cada uno será como refugio del viento y resguardo de la tormenta; como corrientes de agua en el desierto y sombra de una gran roca en tierra reseca.
Isa 32:3 Entonces todo el que tenga ojos podrá ver la verdad, y todo el que tenga oídos podrá oírla.
Isa 32:4 Hasta los impulsivos estarán llenos de sentido común y de entendimiento; y los que tartamudean hablarán con claridad.
Isa 32:5 En aquel día, los necios que viven sin Dios no serán héroes; los canallas no serán respetados.
Isa 32:6 Pues los necios hablan necedades y hacen planes malvados; practican la impiedad y difunden enseñanzas falsas acerca del SEÑOR; privan de alimento a los hambrientos y no dan agua a los sedientos.
Isa 32:7 Las sutiles artimañas de los canallas son maliciosas; traman planes torcidos. Mienten para condenar a los pobres, aun cuando la causa de los pobres es justa.
Isa 32:8 Pero los generosos proponen hacer lo que es generoso y se mantienen firmes en su generosidad.
Isa 32:9 Escuchen, mujeres, ustedes que están acostumbradas a la buena vida. Escúchenme, ustedes que son tan engreídas.
Isa 32:10 Dentro de poco tiempo, algo más de un año, ustedes que son tan despreocupadas, de repente comenzarán a preocuparse. Pues se perderán sus cultivos de frutas, y no habrá cosecha.
Isa 32:11 Tiemblen, mujeres de la buena vida; abandonen su autosuficiencia. Quítense sus ropas bonitas y pónganse tela áspera en señal de su dolor.
Isa 32:12 Golpéense el pecho con profunda pena por sus abundantes granjas y por sus vides llenas de fruto.
Isa 32:13 Pues su tierra se cubrirá de espinos y zarzas; sus hogares alegres y ciudades felices desaparecerán.
Isa 32:14 El palacio y la ciudad quedarán abandonados, y pueblos de mucha actividad estarán vacíos. Los burros retozarán y las manadas pastarán en los fuertes abandonados* y en las torres de vigilancia,
Isa 32:15 hasta que al fin se derrame el Espíritu sobre nosotros desde el cielo. Entonces el desierto se convertirá en campo fértil, y el campo fértil dará cosechas abundantes.
Isa 32:16 La justicia gobernará en el desierto y la rectitud en el campo fértil.
Isa 32:17 Y esta rectitud traerá la paz, es cierto, traerá tranquilidad y confianza para siempre.
Isa 32:18 Mi pueblo vivirá seguro, tranquilo en su hogar y encontrará reposo.
Isa 32:19 Aunque se destruya el bosque y se derrumbe la ciudad,
Isa 32:20 el SEÑOR bendecirá grandemente a su pueblo. Dondequiera que siembre la semilla, brotarán cosechas abundantes y su ganado y sus burros pastarán con libertad.
Isa 33:1 ¡Qué aflicción les espera a ustedes, asirios, que han destruido a otros* pero nunca han sido destruidos! Traicionan a los demás, pero nunca han sido traicionados. Cuando terminen de destruir, serán destruidos. Cuando terminen de traicionar, serán traicionados.
Isa 33:2 Pero tú, SEÑOR, ten misericordia de nosotros, porque hemos esperado en ti. Sé nuestro brazo fuerte cada día y nuestra salvación en los tiempos difíciles.
Isa 33:3 El enemigo corre al sonido de tu voz; cuando te pones en pie, ¡las naciones huyen!
Isa 33:4 Así como la oruga y la langosta despojan los campos y las vides, de la misma forma será despojado el ejército caído de Asiria.
Isa 33:5 Aunque el SEÑOR es muy grande y vive en el cielo hará de Jerusalén* el hogar de su justicia y rectitud.
Isa 33:6 En aquel día, él será tu cimiento seguro, y te proveerá de una abundante reserva de salvación, sabiduría y conocimiento; el temor del SEÑOR será tu tesoro.
Isa 33:7 Pero ahora tus valientes guerreros lloran en público; tus embajadores de paz lloran con amarga desilusión.
Isa 33:8 Tus caminos están abandonados; ya nadie viaja por ellos. Los asirios rompieron su tratado de paz y no les importan las promesas que hicieron delante de testigos;* no le tienen respeto a nadie.
Isa 33:9 La tierra de Israel se marchita con el duelo; el Líbano se seca a causa de la vergüenza. La llanura de Sarón es ahora un desierto; Basán y el Carmelo han sido saqueados.
Isa 33:10 Pero el SEÑOR dice: «Ahora me levantaré; ahora mostraré mi poder y mi fuerza.
Isa 33:11 Ustedes, los asirios, no producen más que hierba seca y rastrojos; su propio aliento se convertirá en fuego y los consumirá.
Isa 33:12 Su pueblo será totalmente quemado, como los espinos que se cortan y se echan al fuego.
Isa 33:13 ¡Escuchen lo que yo hice, naciones lejanas! ¡Y ustedes que están cerca, reconozcan mi poder!».
Isa 33:14 Los pecadores de Jerusalén tiemblan de temor; el terror se apodera de los que no tienen a Dios. «¿Quién puede vivir con este fuego devorador? —claman—. ¿Quién puede sobrevivir a este fuego consumidor?».
Isa 33:15 Los que son honestos y justos, los que se niegan a obtener ganancias por medio de fraudes, los que se mantienen alejados de los sobornos, los que se niegan a escuchar a los que traman asesinatos, los que cierran los ojos para no ceder ante la tentación de hacer el mal;
Isa 33:16 éstos son los que habitarán en las alturas. Las rocas de los montes serán su fortaleza; se les proveerá alimentos, y tendrán agua en abundancia.
Isa 33:17 Sus ojos verán al rey en todo su esplendor, y verán una tierra que se pierde en la distancia.
Isa 33:18 Recordarán este tiempo de terror y preguntarán: «¿Dónde están los oficiales asirios que contaban nuestras torres? ¿Dónde están los contadores que anotaban el botín sacado de nuestra ciudad caída?».
Isa 33:19 Ustedes ya no verán a esa gente feroz y violenta, con su idioma extraño y desconocido.
Isa 33:20 En cambio, verán a Sión como lugar de festivales sagrados; verán a Jerusalén, una ciudad tranquila y segura. Será como una carpa con las sogas tensas y con las estacas firmemente clavadas.
Isa 33:21 Para nosotros el SEÑOR será el Poderoso. Será como un ancho río de protección que ningún enemigo puede cruzar; por el cual no puede navegar ningún barco enemigo.
Isa 33:22 Pues el SEÑOR es nuestro juez, nuestro legislador y nuestro rey; él cuidará de nosotros y nos salvará.
Isa 33:23 Las velas de los enemigos cuelgan flácidas de los mástiles rotos, junto con aparejos inútiles. El pueblo de Dios repartirá el tesoro; ¡hasta los cojos recibirán su porción!
Isa 33:24 El pueblo de Israel ya no dirá: «Estamos enfermos e indefensos», porque el SEÑOR perdonará sus pecados.

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