APOSENTO ALTO

domingo, 9 de julio de 2017

LECTURA BÍBLICA 9 DE JULIO

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    9:15-27

Luc 9:15 Entonces todos se sentaron.
Luc 9:16 Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el cielo y los bendijo. Luego, a medida que partía los panes en trozos, se los daba a sus discípulos junto con los pescados para que los distribuyeran entre la gente.
Luc 9:17 Todos comieron cuanto quisieron, y después los discípulos juntaron doce canastas con lo que sobró.
Luc 9:18 Cierto día, Jesús se alejó de las multitudes para orar a solas. Sólo estaban con él sus discípulos, y les preguntó: —¿Quién dice la gente que soy?
Luc 9:19 —Bueno —contestaron—, algunos dicen Juan el Bautista, otros dicen Elías, y otros dicen que eres uno de los otros antiguos profetas, que volvió de la muerte.
Luc 9:20 Entonces les preguntó: —Y ustedes, ¿quién dicen que soy? Pedro contestó: —¡Tú eres el Mesías* enviado por Dios!
Luc 9:21 Jesús les advirtió a sus discípulos que no dijeran a nadie quién era él.
Luc 9:22 —El Hijo del Hombre* tendrá que sufrir muchas cosas terribles —les dijo —. Será rechazado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los maestros de la ley religiosa. Lo matarán pero al tercer día resucitará.
Luc 9:23 Entonces dijo a la multitud: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz cada día y seguirme.
Luc 9:24 Si tratas de aferrarte a la vida, la perderás, pero, si entregas tu vida por mi causa, la salvarás.
Luc 9:25 ¿Y qué beneficio obtienes si ganas el mundo entero, pero te pierdes o destruyes a ti mismo?
Luc 9:26 Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje, el Hijo del Hombre se avergonzará de esa persona cuando regrese en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles.
Luc 9:27 Les digo la verdad, algunos de los que están aquí ahora no morirán sin antes ver el reino de Dios».




COLOSENSES 4:10-18

Col 4:10 Aristarco, quien está en la cárcel conmigo, les manda saludos; y también los saluda Marcos, el primo de Bernabé. Tal como ya se les indicó, si Marcos pasa por allí, hagan que se sienta bienvenido.
Col 4:11 Jesús (al que llamamos Justo) también envía saludos. Ellos son los únicos creyentes judíos entre mis colaboradores; trabajan aquí conmigo para el reino de Dios. ¡Y qué consuelo han sido para mí!
Col 4:12 Les manda saludos Epafras, un miembro de la misma comunidad de fe que ustedes y siervo de Cristo Jesús. Siempre ora con fervor por ustedes y le pide a Dios que los fortalezca y perfeccione, y les dé la plena confianza de que están cumpliendo toda la voluntad de Dios.
Col 4:13 Puedo asegurarles que él ora intensamente por ustedes y también por los creyentes en Laodicea y Hierápolis.
Col 4:14 Les manda saludos Lucas, el médico amado, y también Demas.
Col 4:15 Les ruego que saluden de mi parte a nuestros hermanos en Laodicea, y también a Ninfas y a la iglesia que se reúne en su casa.
Col 4:16 Una vez que hayan leído esta carta, pásenla a la iglesia en Laodicea para que ellos también puedan leerla. Y ustedes deberían leer la carta que les escribí a ellos.
Col 4:17 Además, díganle a Arquipo: «Asegúrate de llevar a cabo el ministerio que el Señor te dio».
Col 4:18 FIRMO MI PROPIO SALUDO DE PUÑO Y LETRA: PABLO. Recuerden que estoy en cadenas. Que la gracia de Dios sea con ustedes.



SALMO 133-134

Sal 133:1
Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén. Salmo de David.
¡Qué maravilloso y agradable es cuando los hermanos conviven en armonía!
Sal 133:2 Pues la armonía es tan preciosa como el aceite de la unción que se derramó sobre la cabeza de Aarón, que corrió por su barba hasta llegar al borde de su túnica.
Sal 133:3 La armonía es tan refrescante como el rocío del monte Hermón que cae sobre las montañas de Sión. Y allí el SEÑOR ha pronunciado su bendición, incluso la vida eterna.

Sal 134:1
Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.
Alaben al SEÑOR, todos ustedes, siervos del SEÑOR, que sirven de noche en la casa del SEÑOR.
Sal 134:2 Levanten manos santas en oración, y alaben al SEÑOR.
Sal 134:3 Que el SEÑOR, quien hizo el cielo y la tierra te bendiga desde Jerusalén.*



LECTURA PARA LA NOCHE

1 CRÓNICAS    20-22

1Cr 20:1 En la primavera,* cuando los reyes suelen salir a la guerra, Joab dirigió al ejército en una serie de ataques exitosos contra la tierra de los amonitas. Durante esas operaciones sitió la ciudad de Rabá, la atacó y la destruyó. Sin embargo, David se quedó en Jerusalén.
1Cr 20:2 Cuando David llegó a Rabá quitó la corona de la cabeza del rey* y la colocaron sobre la de él. La corona estaba hecha de oro con gemas incrustadas y David descubrió que pesaba treinta y cuatro kilos.* Además, David se llevó un enorme botín de la ciudad.
1Cr 20:3 También hizo esclavos a los habitantes de Rabá y los forzó a trabajar con sierras, picos y hachas de hierro.* Así trató David a la gente de todas las ciudades amonitas. Luego David regresó a Jerusalén con todo el ejército.
1Cr 20:4 Después de esto se desató la guerra contra los filisteos de Gezer. Mientras peleaban, Sibecai de Husa mató a Saf,* un descendiente de los gigantes,* y así fueron sometidos los filisteos.
1Cr 20:5 Durante otra batalla contra los filisteos, Elhanán, hijo de Jair, mató a Lahmi, el hermano de Goliat de Gat. ¡El asta de la lanza de Lahmi era tan gruesa como un rodillo de telar!
1Cr 20:6 En otra batalla contra los filisteos en Gat, se enfrentaron con un hombre enorme que tenía seis dedos en cada mano y seis en cada pie, veinticuatro dedos en total, que era también descendiente de los gigantes.
1Cr 20:7 Pero cuando desafió a los israelitas y se mofó de ellos, lo mató Jonatán, hijo de Simea, hermano de David.
1Cr 20:8 Estos filisteos eran descendientes de los gigantes de Gat, pero David y sus guerreros los mataron.
1Cr 21:1 Satanás se levantó contra Israel y provocó que David hiciera un censo del pueblo de Israel.
1Cr 21:2 De modo que David les dijo a Joab y a los comandantes del ejército: —Hagan un censo de todo el pueblo de Israel, desde Beerseba en el sur hasta Dan en el norte, y tráiganme un informe para que yo sepa cuántos son.
1Cr 21:3 Pero Joab respondió: —¡Que el SEÑOR multiplique el número de su pueblo cien veces! Pero ¿por qué, mi señor el rey, quiere usted hacer tal cosa? ¿Acaso no son todos servidores suyos? ¿Por qué hará que Israel caiga en pecado?
1Cr 21:4 Sin embargo, el rey insistió en que levantaran el censo, así que Joab viajó por todo Israel para contar al pueblo. Luego regresó a Jerusalén
1Cr 21:5 y le informó a David el número de personas. Había en todo Israel un millón cien mil guerreros que podían manejar una espada, y cuatrocientos setenta mil en Judá;
1Cr 21:6 pero Joab no incluyó a las tribus de Leví y Benjamín en el censo, porque estaba muy afligido por lo que el rey le había ordenado hacer.
1Cr 21:7 Dios se disgustó mucho por el censo y castigó a Israel por haberlo levantado.
1Cr 21:8 Entonces David le dijo a Dios: «He pecado grandemente al haber hecho el censo. Te ruego que perdones mi culpa por haber cometido esta tontería».
1Cr 21:9 Entonces el SEÑOR le habló a Gad, el vidente de David, y le dio este mensaje:
1Cr 21:10 «Ve y dile a David: “Esto dice el SEÑOR: ‘Te doy tres opciones; escoge uno de estos castigos, y yo te lo impondré’ ”».
1Cr 21:11 De modo que Gad fue a ver a David y le dijo: —Estas son las opciones que el SEÑOR te da:
1Cr 21:12 puedes elegir entre tres años de hambre, tres meses de destrucción a espada de tus enemigos o tres días de una terrible plaga durante la cual el ángel del SEÑOR traerá devastación por toda la tierra de Israel. Decide y dime qué respuesta debo darle al SEÑOR, quien me envió.
1Cr 21:13 —¡Estoy en una situación desesperada! —le respondió David a Gad—. Mejor que caiga yo en las manos del SEÑOR, porque su misericordia es muy grande, y que no caiga yo en manos humanas.
1Cr 21:14 Por lo tanto, el SEÑOR mandó una plaga sobre Israel, y como consecuencia murieron setenta mil personas.
1Cr 21:15 Además Dios envió un ángel para destruir a Jerusalén. Sin embargo, en el momento que el ángel se disponía a destruirla, el SEÑOR desistió y le dijo al ángel de la muerte: «¡Detente! ¡Ya es suficiente!». En ese momento el ángel del SEÑOR estaba de pie junto al campo de trillar de Arauna* el jebuseo.
1Cr 21:16 David levantó la vista y vio que el ángel del SEÑOR estaba entre el cielo y la tierra con su espada desenvainada, extendida sobre Jerusalén. Entonces David y los líderes de Israel se pusieron tela áspera en señal de su profunda angustia y cayeron rostro en tierra.
1Cr 21:17 David le dijo a Dios: «¡Soy yo quien pidió el censo! ¡Soy yo el que pecó e hizo el mal! Pero estas personas son tan inocentes como ovejas, ¿qué han hecho? Oh, SEÑOR mi Dios, que tu enojo caiga sobre mí y mi familia, pero no destruyas a tu pueblo».
1Cr 21:18 Entonces el ángel del SEÑOR le dijo a Gad que diera instrucciones a David para que subiera y edificara un altar al SEÑOR en el campo de trillar de Arauna, el jebuseo.
1Cr 21:19 Así que David subió para hacer lo que el SEÑOR le había ordenado por medio de Gad.
1Cr 21:20 Mientras Arauna trillaba el trigo, miró hacia atrás y vio al ángel. Los cuatro hijos de Arauna, que estaban con él, huyeron y se escondieron.
1Cr 21:21 Cuando Arauna vio que se acercaba David, salió del campo de trillar y se inclinó ante David rostro en tierra.
1Cr 21:22 David le dijo a Arauna: —Permíteme comprarte este campo de trillar por el precio total. Así podré edificar allí un altar al SEÑOR, para que detenga la plaga.
1Cr 21:23 —Tómela, mi Señor el rey, y úsela como usted quiera —le respondió Arauna a David—. Yo le daré los bueyes para las ofrendas quemadas y los tablones de trillar como leña para hacer un fuego sobre el altar, y también le daré el trigo para la ofrenda de cereales. Se lo daré todo.
1Cr 21:24 Pero el rey David le respondió a Arauna: —No, sino que insisto en comprarla por el precio total. No tomaré lo que es tuyo para dárselo al SEÑOR. ¡No presentaré ofrendas quemadas que no me hayan costado nada!
1Cr 21:25 Así que David le dio a Arauna seiscientas piezas de oro* en pago por el campo de trillar.
1Cr 21:26 Allí David edificó un altar al SEÑOR y sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Cuando David oró, el SEÑOR le contestó enviando fuego desde el cielo para quemar la ofrenda sobre el altar.
1Cr 21:27 Luego el SEÑOR le habló al ángel, quien envainó la espada.
1Cr 21:28 Cuando David vio que el SEÑOR había contestado su oración ofreció sacrificios allí, en el campo de trillar de Arauna.
1Cr 21:29 En ese tiempo el tabernáculo* del SEÑOR y el altar de las ofrendas quemadas que Moisés había hecho en el desierto estaban situados en el lugar de culto en Gabaón;
1Cr 21:30 pero David no pudo ir allí para consultar a Dios porque quedó aterrado a causa de la espada desenvainada del ángel del SEÑOR.
1Cr 22:1 Luego David dijo: «¡Este será el sitio del templo del SEÑOR Dios y el lugar del altar para las ofrendas quemadas de Israel!».
1Cr 22:2 De modo que David dio órdenes para reunir a los extranjeros que vivían en Israel, y les encargó la tarea de preparar piedras talladas para construir el templo de Dios.
1Cr 22:3 David proporcionó grandes cantidades de hierro para los clavos que se necesitaría para las puertas de las entradas y los herrajes, y dio tanto bronce que no se podía pesar.
1Cr 22:4 También proveyó innumerables troncos de cedro, porque los hombres de Tiro y de Sidón habían llevado grandes cantidades de cedro a David.
1Cr 22:5 David dijo: «Mi hijo Salomón es aún joven y sin experiencia. Ya que el templo que se edificará para el SEÑOR debe ser una estructura magnífica, gloriosa y reconocida en el mundo entero, comenzaré a hacer los preparativos desde ahora». Así que antes de morir, David reunió una enorme cantidad de materiales de construcción.
1Cr 22:6 Luego David mandó llamar a su hijo Salomón y le dio instrucciones para que edificara un templo para el SEÑOR, Dios de Israel.
1Cr 22:7 «Hijo mío, yo quería edificar un templo para honrar el nombre del SEÑOR mi Dios —le dijo David—,
1Cr 22:8 pero el SEÑOR me dijo: “Tú has matado a muchos hombres en las batallas que has peleado. Puesto que has derramado tanta sangre ante mis ojos, no serás tú el que edifique un templo para honrar mi nombre;
1Cr 22:9 pero tendrás un hijo que será un hombre de paz. Le daré paz con sus enemigos de todas las tierras vecinas. Su nombre será Salomón* y, durante su reinado, yo le daré a Israel paz y tranquilidad.
1Cr 22:10 Es él quien edificará el templo para honrar mi nombre. Él será mi hijo, y yo seré su padre. Además, afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre”.
1Cr 22:11 »Ahora, hijo mío, que el SEÑOR esté contigo y te dé éxito al seguir sus instrucciones en la edificación del templo del SEÑOR tu Dios.
1Cr 22:12 Que el SEÑOR te dé sabiduría y entendimiento, para que obedezcas la ley del SEÑOR tu Dios mientras gobiernes a Israel.
1Cr 22:13 Pues tendrás éxito si obedeces cuidadosamente los decretos y las ordenanzas que el SEÑOR le dio a Israel por medio de Moisés. ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes!
1Cr 22:14 »He trabajado mucho para proveer los materiales para construir el templo del SEÑOR. Hay tres millones cuatrocientos mil kilos de oro, treinta y cuatro millones de kilos de plata,* y tanto hierro y bronce que es imposible pesarlos. También he reunido madera y piedras para las paredes, aunque tal vez necesites agregar más.
1Cr 22:15 Cuentas con un buen número de hábiles carpinteros, canteros y artesanos de toda clase.
1Cr 22:16 Además, cuentas con expertos en orfebrería y platería, y trabajadores del bronce y del hierro. ¡Ahora, manos a la obra y que el SEÑOR esté contigo!».
1Cr 22:17 Después David ordenó a todos los líderes de Israel que ayudaran a Salomón en este proyecto.
1Cr 22:18 «El SEÑOR su Dios está con ustedes —les declaró—, y les ha dado paz con las naciones vecinas. Él me las entregó, y ahora están sometidas al SEÑOR y a su pueblo.
1Cr 22:19 Busquen al SEÑOR su Dios con todo el corazón y con toda el alma. Edifiquen el santuario del SEÑOR Dios, para que puedan traer el arca del pacto del SEÑOR y los utensilios sagrados de Dios al templo edificado para honrar el nombre del SEÑOR».

No hay comentarios:

Publicar un comentario