APOSENTO ALTO

lunes, 17 de julio de 2017

LECTURA BÍBLICA 17 DE JULIO

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    11:1-13

Luc 11:1 Una vez, Jesús estaba orando en cierto lugar. Cuando terminó, uno de sus discípulos se le acercó y le dijo: —Señor, enséñanos a orar, así como Juan les enseñó a sus discípulos.
Luc 11:2 Jesús dijo: —Deberían orar de la siguiente manera:* Padre, que siempre sea santificado tu nombre. Que tu reino venga pronto.
Luc 11:3 Danos cada día el alimento que necesitamos*
Luc 11:4 y perdónanos nuestros pecados, así como nosotros perdonamos a los que pecan contra nosotros. Y no permitas que cedamos ante la tentación.*
Luc 11:5 Luego utilizó la siguiente historia para enseñarles más acerca de la oración: «Supongan que uno de ustedes va a la casa de un amigo a medianoche para pedirle que le preste tres panes. Le dices:
Luc 11:6 “Acaba de llegar de visita un amigo mío y no tengo nada para darle de comer”.
Luc 11:7 Supongan que ese amigo grita desde el dormitorio: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mi familia y yo estamos acostados. No puedo ayudarte”.
Luc 11:8 Pero yo les digo: Aunque no lo haga por amistad, si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido a tu audaz insistencia.*
Luc 11:9 »Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden; sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la puerta se les abrirá.
Luc 11:10 Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta.
Luc 11:11 »Ustedes, los que son padres, si sus hijos les piden* un pescado, ¿les dan una serpiente en su lugar?
Luc 11:12 O si les piden un huevo, ¿les dan un escorpión? ¡Claro que no!
Luc 11:13 Así que, si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes lo pidan».
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1 TESALONICENSES 5:1-11

1Ts 5:1 Ahora bien, amados hermanos, con respecto a cómo y cuándo sucederá todo esto, en realidad no es necesario que les escribamos.
1Ts 5:2 Pues ustedes saben muy bien que el día del regreso del Señor llegará inesperadamente, como un ladrón en la noche.
1Ts 5:3 Cuando la gente esté diciendo: «Todo está tranquilo y seguro», entonces le caerá encima la catástrofe tan repentinamente como le vienen los dolores de parto a una mujer embarazada. Y no habrá escapatoria posible.
1Ts 5:4 Pero ustedes, amados hermanos, no están a oscuras acerca de estos temas, y no serán sorprendidos cuando el día del Señor venga como un ladrón.*
1Ts 5:5 Pues todos ustedes son hijos de la luz y del día; no pertenecemos a la oscuridad y a la noche.
1Ts 5:6 Así que manténganse en guardia, no dormidos como los demás. Estén alerta y lúcidos.
1Ts 5:7 Es en la noche cuando la gente duerme y los bebedores se emborrachan.
1Ts 5:8 Pero los que vivimos en la luz estemos lúcidos, protegidos por la armadura de la fe y el amor, y usemos, por casco, la confianza de nuestra salvación.
1Ts 5:9 Pues Dios escogió salvarnos por medio de nuestro Señor Jesucristo y no derramar su enojo sobre nosotros.
1Ts 5:10 Cristo murió por nosotros para que —estemos vivos o muertos cuando regrese —podamos vivir con él para siempre.
1Ts 5:11 Así que aliéntense y edifíquense unos a otros, tal como ya lo hacen.




SALMO 142

Sal 142:1
Salmo* de David, acerca de su experiencia en la cueva. Oración.
Clamo al SEÑOR; ruego la misericordia del SEÑOR.
Sal 142:2 Expongo mis quejas delante de él y le cuento todos mis problemas.
Sal 142:3 Cuando me siento agobiado, sólo tú sabes qué camino debo tomar. Vaya donde vaya, mis enemigos me han tendido trampas.
Sal 142:4 Busco a alguien que venga a ayudarme, ¡pero a nadie se le ocurre hacerlo! Nadie me ayudará; a nadie le importa un bledo lo que me pasa.
Sal 142:5 Entonces oro a ti, oh SEÑOR y digo: «Tú eres mi lugar de refugio. En verdad, eres todo lo que quiero en la vida.
Sal 142:6 Oye mi clamor, porque estoy muy decaído. Rescátame de mis perseguidores, porque son demasiado fuertes para mí.
Sal 142:7 Sácame de la prisión para que pueda agradecerte. Los justos se amontonarán a mi alrededor, porque tú eres bueno conmigo».


LECTURA PARA LA NOCHE

2 CRÓNICAS    10-12

2Cr 10:1 Roboam fue a Siquem, donde todo Israel se había reunido para proclamarlo rey.
2Cr 10:2 Cuando Jeroboam, hijo de Nabat, se enteró de esto, regresó de Egipto, donde había huido para escapar del rey Salomón.
2Cr 10:3 Entonces los líderes de Israel mandaron a llamar a Jeroboam, y él junto con todo Israel fueron a hablar con Roboam.
2Cr 10:4 —Su padre fue un amo muy duro —le dijeron—. Alivie los trabajos tan pesados y los impuestos tan altos que su padre impuso sobre nosotros. Entonces seremos sus leales súbditos.
2Cr 10:5 Roboam les respondió: —Regresen en tres días y les daré una respuesta. Entonces el pueblo se retiró.
2Cr 10:6 Después el rey Roboam consultó el asunto con los ancianos que habían sido consejeros de su padre Salomón. —¿Qué me aconsejan ustedes? —les preguntó—. ¿Cómo debo responder a este pueblo?
2Cr 10:7 Los consejeros ancianos contestaron: —Si se muestra bondadoso con este pueblo y hace todo lo posible por complacerlos y darles una respuesta favorable, ellos siempre serán sus leales súbditos.
2Cr 10:8 Sin embargo, Roboam rechazó el consejo de los ancianos y pidió, en cambio, la opinión de los jóvenes que se habían criado con él y que ahora eran sus consejeros.
2Cr 10:9 —¿Qué me aconsejan ustedes? —les preguntó—. ¿Cómo debo responder a esta gente que me pide que alivie las cargas que impuso mi padre?
2Cr 10:10 Los jóvenes contestaron: —Así debería responder a esos que se quejan de todo y que quieren una carga más liviana: “¡Mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi padre!
2Cr 10:11 Es cierto que mi padre les impuso cargas pesadas, ¡pero yo las haré aún más pesadas! ¡Mi padre los golpeaba con látigos, pero yo los azotaré con escorpiones!”.
2Cr 10:12 Tres días después, Jeroboam y toda la gente regresaron para conocer la decisión de Roboam, tal como el rey había ordenado.
2Cr 10:13 Entonces Roboam les habló con dureza, porque rechazó el consejo de los ancianos
2Cr 10:14 y siguió el consejo de los más jóvenes. Así que le dijo al pueblo: «Mi padre les impuso* cargas pesadas, ¡pero yo las haré aún más pesadas! Mi padre los golpeaba con látigos, ¡pero yo los azotaré con escorpiones!».
2Cr 10:15 Por lo tanto, el rey no prestó atención al pueblo. Este giro en la historia ocurrió por voluntad de Dios, porque cumplía el mensaje que el SEÑOR le había dado a Jeroboam, hijo de Nabat, por medio del profeta Ahías de Silo.
2Cr 10:16 Cuando todos los israelitas se dieron cuenta* de que el rey no iba a hacerles caso, respondieron: «¡Abajo la dinastía de David! No nos interesa para nada el hijo de Isaí. ¡Regresa a tu casa, Israel! Y tú, David, ¡cuida de tu propia casa!». Entonces el pueblo de Israel regresó a casa;
2Cr 10:17 pero Roboam siguió gobernando a los israelitas que vivían en las ciudades de Judá.
2Cr 10:18 Luego el rey Roboam envió a Adoniram,* quien estaba a cargo de los trabajadores, a restaurar el orden, pero el pueblo de Israel lo apedreó a muerte. Cuando el rey Roboam se enteró, enseguida subió a su carro de guerra y huyó a Jerusalén.
2Cr 10:19 Hasta el día de hoy, las tribus del norte de Israel se han negado a ser gobernadas por un descendiente de David.
2Cr 11:1 Cuando Roboam llegó a Jerusalén, movilizó a los hombres de Judá y de Benjamín —ciento ochenta mil guerreros selectos— para pelear contra Israel y recuperar el reino.
2Cr 11:2 Ahora bien, el SEÑOR le dijo a Semaías, hombre de Dios:
2Cr 11:3 «Dile a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y a todos los israelitas de Judá y de Benjamín:
2Cr 11:4 “Esto dice el SEÑOR: ‘No peleen contra sus parientes. ¡Regrese cada uno a su casa, porque lo que ha sucedido es obra mía!’ ”». Entonces ellos obedecieron el mensaje del SEÑOR y no pelearon contra Jeroboam.
2Cr 11:5 Roboam permaneció en Jerusalén y fortificó varias ciudades para la defensa de Judá.
2Cr 11:6 Fortificó Belén, Etam, Tecoa,
2Cr 11:7 Bet-sur, Soco, Adulam,
2Cr 11:8 Gat, Maresa, Zif,
2Cr 11:9 Adoraim, Laquis, Azeca,
2Cr 11:10 Zora, Ajalón y Hebrón. Estas fueron las ciudades fortificadas de Judá y de Benjamín.
2Cr 11:11 Roboam reforzó sus defensas y estableció comandantes en ellas, y almacenó provisiones de alimento, aceite de oliva y vino.
2Cr 11:12 También, como medida de seguridad adicional, puso escudos y lanzas en esas ciudades. Así que sólo Judá y Benjamín quedaron bajo su control.
2Cr 11:13 Todos los sacerdotes y levitas que vivían en las tribus del norte de Israel se aliaron con Roboam.
2Cr 11:14 Los levitas incluso abandonaron sus pastizales y sus propiedades y se trasladaron a Judá y a Jerusalén, porque Jeroboam y sus hijos no les permitían servir al SEÑOR como sacerdotes.
2Cr 11:15 Jeroboam nombró a sus propios sacerdotes para servir en los santuarios paganos, donde rindieron culto a ídolos con forma de cabra y de becerro que él había hecho.
2Cr 11:16 De todas las tribus de Israel, los que querían adorar de corazón al SEÑOR, Dios de Israel, siguieron a los levitas a Jerusalén, donde podían ofrecer sacrificios al SEÑOR, Dios de sus antepasados.
2Cr 11:17 Esto fortaleció el reino de Judá, y durante tres años apoyaron a Roboam, hijo de Salomón, pues durante esos años ellos siguieron fielmente los pasos de David y de Salomón.
2Cr 11:18 Roboam se casó con su prima Mahalat, hija de Jerimot, quien era hijo de David y Abihail, hija de Eliab, hijo de Isaí.
2Cr 11:19 Mahalat tuvo tres hijos: Jeús, Semarías y Zaham.
2Cr 11:20 Tiempo después, Roboam se casó con otra prima, Maaca, hija de Absalón. Maaca dio a luz a Abías, Atai, Ziza y Selomit.
2Cr 11:21 Roboam amó a Maaca más que a cualquiera de sus otras esposas y concubinas. En total, tuvo dieciocho esposas y sesenta concubinas que le dieron veintiocho hijos y sesenta hijas.
2Cr 11:22 Roboam nombró líder entre los príncipes a Abías, hijo de Maaca, y así puso en claro que él sería el próximo rey.
2Cr 11:23 Roboam actuó sabiamente dándoles a sus demás hijos responsabilidades y estableciendo a algunos en las ciudades fortificadas por todo Judá y Benjamín. Les dio abundantes provisiones y encontró muchas esposas para ellos.
2Cr 12:1 Cuando Roboam estaba fuerte y firmemente establecido, abandonó la ley del SEÑOR y todo Israel lo siguió en este pecado.
2Cr 12:2 Debido a que fueron infieles al SEÑOR, el rey Sisac de Egipto subió y atacó Jerusalén en el quinto año del reinado de Roboam.
2Cr 12:3 Llegó con mil doscientos carros, sesenta mil caballos* y un ejército incontable de soldados de infantería, integrado por libios, suquienos y etíopes.*
2Cr 12:4 Sisac conquistó las ciudades fortificadas de Judá y luego avanzó para atacar a Jerusalén.
2Cr 12:5 Entonces el profeta Semaías se reunió con Roboam y con los líderes de Judá, quienes habían huido a Jerusalén por causa de Sisac. Semaías les dijo: —Esto dice el SEÑOR: “Ustedes me abandonaron, y por eso yo los abandono en manos de Sisac”.
2Cr 12:6 Entonces los líderes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: —¡El SEÑOR es justo al hacer esto con nosotros!
2Cr 12:7 Cuando el SEÑOR vio el cambio de actitud en ellos, le dio este mensaje a Semaías: «Puesto que el pueblo se ha humillado, no lo destruiré completamente y pronto le daré cierto alivio. No usaré a Sisac para derramar mi enojo sobre Jerusalén;
2Cr 12:8 pero serán súbditos de Sisac, para que conozcan la diferencia entre servirme a mí y servir a los gobernantes terrenales».
2Cr 12:9 Entonces el rey Sisac de Egipto subió y atacó Jerusalén. Saqueó los tesoros del templo del SEÑOR y del palacio real; robó todo, incluso los escudos de oro que Salomón había hecho.
2Cr 12:10 Tiempo después, el rey Roboam los reemplazó con escudos de bronce y los confió al cuidado de los comandantes de la guardia, quienes protegían la entrada del palacio real.
2Cr 12:11 Cada vez que el rey iba al templo del SEÑOR, los guardias llevaban los escudos y luego los devolvían al cuarto de guardia.
2Cr 12:12 Como Roboam se humilló, se apartó el enojo del SEÑOR y no lo destruyó por completo. Aún quedaban algunas cosas buenas en la tierra de Judá.
2Cr 12:13 El rey Roboam se estableció firmemente en Jerusalén y siguió gobernando. Tenía cuarenta y un años cuando subió al trono y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el SEÑOR había elegido entre todas las tribus de Israel como el lugar para honrar su nombre. La madre de Roboam era una mujer de Amón que se llamaba Naama.
2Cr 12:14 Fue un rey malvado, porque no buscó al SEÑOR con todo el corazón.
2Cr 12:15 Los demás acontecimientos del reinado de Roboam, desde el principio hasta el fin, están anotados en El registro de Semaías el profeta y en El registro de Iddo el vidente , que forman parte del registro genealógico. Roboam y Jeroboam estaban constantemente en guerra el uno contra el otro.
2Cr 12:16 Cuando Roboam murió, lo enterraron en la Ciudad de David. Luego su hijo Abías lo sucedió en el trono.

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