APOSENTO ALTO

sábado, 8 de julio de 2017

LECTURA BÍBLICA 8 DE JULIO

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    9:1-14

Luc 9:1 Cierto día, Jesús reunió a sus doce discípulos* y les dio poder y autoridad para expulsar a todos los demonios y sanar todas las enfermedades.
Luc 9:2 Luego los envió para que anunciaran a todos acerca del reino de Dios y sanaran a los enfermos.
Luc 9:3 Les dio las siguientes instrucciones: «No lleven nada para el viaje, ni bastón, ni bolso de viaje, ni comida, ni dinero,* ni siquiera una muda de ropa.
Luc 9:4 Por todo lugar que vayan, quédense en la misma casa hasta salir de la ciudad.
Luc 9:5 Y, si en algún pueblo se niegan a recibirlos, sacúdanse el polvo de los pies al salir para mostrar que abandonan a esas personas a su suerte».
Luc 9:6 Entonces ellos comenzaron su recorrido por las aldeas para predicar la Buena Noticia y sanar a los enfermos.
Luc 9:7 Cuando Herodes Antipas, el gobernante de Galilea,* oyó hablar de todo lo que Jesús hacía, quedó perplejo. Algunos decían que Juan el Bautista había resucitado de los muertos.
Luc 9:8 Otros pensaban que Jesús era Elías o algún otro profeta, levantado de los muertos.
Luc 9:9 «Decapité a Juan —decía Herodes—, así que, ¿quién es este hombre de quien oigo tantas historias?». Y siguió tratando de ver a Jesús.
Luc 9:10 Cuando los apóstoles regresaron, le contaron a Jesús todo lo que habían hecho. Luego él se retiró con ellos sin llamar la atención hacia la ciudad de Betsaida.
Luc 9:11 Pero las multitudes descubrieron adónde iba y lo siguieron. Jesús los recibió y les enseñó acerca del reino de Dios y sanó a los que estaban enfermos.
Luc 9:12 Al atardecer, los doce discípulos se le acercaron y le dijeron: —Despide a las multitudes para que puedan conseguir comida y encontrar alojamiento para la noche en las aldeas y granjas cercanas. En este lugar alejado no hay nada para comer.
Luc 9:13 Jesús les dijo: —Denles ustedes de comer. —Pero lo único que tenemos son cinco panes y dos pescados —le respondieron —. ¿O esperas que vayamos y compremos suficiente comida para toda esta gente?
Luc 9:14 Pues había alrededor de cinco mil hombres allí. Jesús les respondió: —Díganles que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno.




COLOSENSES 4:1-9

Col 4:1 Amos, sean justos e imparciales con sus esclavos. Recuerden que ustedes también tienen un Amo en el cielo.
Col 4:2 Dedíquense a la oración con una mente alerta y un corazón agradecido.
Col 4:3 Oren también por nosotros, para que Dios nos dé muchas oportunidades para hablar de su misterioso plan acerca de Cristo. Por eso estoy aquí en cadenas.
Col 4:4 Oren para que pueda proclamar ese mensaje con la claridad que debo hacerlo.
Col 4:5 Vivan sabiamente entre los que no creen en Cristo y aprovechen al máximo cada oportunidad.
Col 4:6 Que sus conversaciones sean cordiales y agradables,* a fin de que ustedes tengan la respuesta adecuada para cada persona.
Col 4:7 Tíquico les contará con detalles cómo me va. Él es un amado hermano y un fiel colaborador que sirve conmigo en la obra del Señor.
Col 4:8 Precisamente lo envié para que les cuente cómo estamos y los anime.
Col 4:9 También les envío a Onésimo, un fiel y amado hermano, quien es uno de ustedes. Él y Tíquico les contarán todo lo que sucede aquí.



SALMO 132

Sal 132:1
Cántico de los peregrinos que suben a Jerusalén.
SEÑOR, acuérdate de David y de todo lo que sufrió.
Sal 132:2 Le hizo una promesa solemne al SEÑOR; le juró al Poderoso de Israel:*
Sal 132:3 «No iré a mi hogar ni me permitiré descansar;
Sal 132:4 no dejaré que mis ojos duerman ni cerraré los párpados adormecidos
Sal 132:5 hasta que encuentre un lugar donde construir una casa para el SEÑOR, un santuario para el Poderoso de Israel».
Sal 132:6 Oímos que el arca estaba en Efrata; luego la encontramos en los campos distantes de Jaar.
Sal 132:7 Vayamos al santuario del SEÑOR; adoremos al pie de su trono.
Sal 132:8 Levántate, oh SEÑOR, y entra en tu lugar de descanso, junto con el arca, símbolo de tu poder.
Sal 132:9 Que tus sacerdotes se vistan de santidad; que tus leales servidores canten de alegría.
Sal 132:10 Por amor a tu siervo David, no rechaces al rey que has ungido.
Sal 132:11 El SEÑOR le hizo un juramento a David con una promesa que nunca retirará: «Pondré a uno de tus descendientes en tu trono.
Sal 132:12 Si tus descendientes obedecen las condiciones de mi pacto y las leyes que les enseño, entonces tu linaje real continuará por siempre y para siempre».
Sal 132:13 Pues el SEÑOR ha escogido a Jerusalén;* ha querido que sea su hogar.
Sal 132:14 «Este es mi lugar de descanso para siempre —dijo —; viviré aquí porque este es el hogar que he deseado.
Sal 132:15 Bendeciré a esta ciudad y la haré próspera; saciaré a sus pobres con alimento.
Sal 132:16 Vestiré a sus sacerdotes con santidad; sus fieles servidores cantarán de alegría.
Sal 132:17 Aquí aumentaré el poder de David; mi ungido será una luz para mi pueblo.
Sal 132:18 Vestiré de vergüenza a sus enemigos, pero él será un rey glorioso».



LECTURA PARA LA NOCHE

1 CRÓNICAS    17-19

1Cr 17:1 Una vez instalado en su palacio, David mandó llamar al profeta Natán. —Mira —le dijo David—, yo vivo en un hermoso palacio de cedro,* ¡mientras que el arca del pacto del SEÑOR está allá afuera debajo de una carpa!
1Cr 17:2 Natán le respondió a David: —Haz todo lo que tienes pensado porque Dios está contigo.
1Cr 17:3 Pero esa misma noche Dios le dijo a Natán:
1Cr 17:4 «Ve y dile a mi siervo David: “Esto ha declarado el SEÑOR: no serás tú el que construya una casa en la que yo viva.
1Cr 17:5 Nunca he vivido en una casa, desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta el día de hoy, sino que mi hogar ha sido una carpa, trasladada de un lugar a otro en un tabernáculo.
1Cr 17:6 Sin embargo, no importa dónde haya ido con los israelitas, ni una sola vez me quejé ante los líderes* de Israel, los pastores de mi pueblo. Nunca les pregunté: ‘¿Por qué no me han construido una hermosa casa de cedro?’ ”.
1Cr 17:7 »Ahora ve y dile a mi siervo David: “Esto ha declarado el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales: te saqué de cuidar ovejas en los pastos y te elegí para que fueras el líder de mi pueblo Israel.
1Cr 17:8 He estado contigo dondequiera que has ido y destruí a todos tus enemigos frente a tus propios ojos. ¡Ahora haré que tu nombre sea tan famoso como el de los grandes que han vivido en la tierra!
1Cr 17:9 Le daré una patria a mi pueblo Israel y lo estableceré en un lugar seguro donde nunca será molestado. Las naciones malvadas no lo oprimirán como lo hicieron en el pasado,
1Cr 17:10 cuando designé jueces para que gobernaran a mi pueblo Israel; y derrotaré a todos tus enemigos. »”Además, yo declaro que el SEÑOR construirá una casa para ti, ¡una dinastía de reyes!
1Cr 17:11 Pues cuando mueras y te reúnas con tus antepasados, levantaré a uno de tus descendientes, a uno de tus hijos, y fortaleceré su reino.
1Cr 17:12 Él es quien edificará una casa —un templo— para mí, y afirmaré su trono para siempre.
1Cr 17:13 Yo seré su padre, y él será mi hijo. Nunca le retiraré mi favor, como lo retiré de quien reinó antes de ti.
1Cr 17:14 Lo confirmaré como rey sobre mi casa y sobre mi reino para siempre, y su trono estará seguro para siempre”».
1Cr 17:15 Entonces Natán regresó a donde estaba David y repitió todo lo que el SEÑOR le había dicho en la visión.
1Cr 17:16 Entonces el rey David entró y se sentó delante del SEÑOR y oró: «¿Quién soy yo, oh SEÑOR Dios, y qué es mi familia para que me hayas traído hasta aquí?
1Cr 17:17 Y ahora, oh Dios, sumado a todo lo demás, ¡hablas de darle a tu siervo una dinastía duradera! Hablas como si yo fuera una persona muy importante,* oh SEÑOR Dios.
1Cr 17:18 »¿Qué más puedo decirte acerca de la forma en que me has honrado? Tú sabes cómo es realmente tu siervo.
1Cr 17:19 SEÑOR, por amor a tu siervo y según tu voluntad, hiciste todas estas grandes cosas y las diste a conocer.
1Cr 17:20 »Oh SEÑOR, no hay nadie como tú. ¡Ni siquiera hemos oído de otro Dios como tú!
1Cr 17:21 ¿Qué otra nación sobre la tierra es como tu pueblo Israel? ¿Qué otra nación, oh Dios, has redimido de la esclavitud para que sea tu pueblo? Te hiciste un gran nombre cuando redimiste a tu pueblo de Egipto. Realizaste imponentes milagros y expulsaste a las naciones que le impidieron el paso.
1Cr 17:22 Elegiste a Israel para ser tu pueblo para siempre y tú, oh SEÑOR, llegaste a ser su Dios.
1Cr 17:23 »Y ahora, oh SEÑOR, yo soy tu siervo; haz lo que prometiste respecto a mí y a mi familia. Que sea una promesa que dure para siempre.
1Cr 17:24 Que tu nombre sea afirmado y honrado para siempre, de modo que todos digan: “¡El SEÑOR de los Ejércitos Celestiales es Dios de Israel!”. Que la casa de tu siervo David permanezca delante de ti para siempre.
1Cr 17:25 »Oh Dios mío, me he atrevido a elevarte mi oración porque has revelado a tu siervo que construirás una casa para él, ¡una dinastía de reyes!
1Cr 17:26 Pues tú eres Dios, oh SEÑOR, y le has prometido estas cosas buenas a tu siervo.
1Cr 17:27 Ahora te ha complacido bendecir la casa de tu siervo para que permanezca para siempre delante de ti. ¡Pues cuando tú concedes una bendición, oh SEÑOR, es una bendición eterna!».
1Cr 18:1 Después David derrotó y sometió a los filisteos al conquistar Gat y las ciudades vecinas.
1Cr 18:2 David también conquistó la tierra de Moab, y los moabitas, a quienes se les perdonó la vida, se convirtieron en súbditos de David y tuvieron que pagarle tributo.
1Cr 18:3 David también destruyó las fuerzas de Hadad-ezer, rey de Soba, hasta Hamat,* cuando Hadad-ezer marchó para fortalecer su control a lo largo del río Éufrates.
1Cr 18:4 David capturó mil carros de guerra, siete mil conductores de carros y veinte mil soldados de infantería. Les lisió los caballos de tiro, excepto los necesarios para cien carros de guerra.
1Cr 18:5 Cuando los arameos de Damasco llegaron para ayudar al rey Hadad-ezer, David mató a veintidós mil de ellos.
1Cr 18:6 Luego puso varias guarniciones militares* en Damasco, la capital aramea, y los arameos se convirtieron en súbditos de David y le pagaban tributo. Así que el SEÑOR le daba la victoria a David dondequiera que iba.
1Cr 18:7 David llevó a Jerusalén los escudos de oro de los oficiales de Hadad-ezer,
1Cr 18:8 junto con una gran cantidad de bronce de las ciudades de Tebah* y de Cun, que pertenecían a Hadad-ezer. Tiempo después Salomón fundió el bronce y moldeó un enorme tazón de bronce llamado el Mar, además de las columnas y los diversos objetos de bronce usados en el templo.
1Cr 18:9 Cuando Toi,* rey de Hamat, se enteró de que David había destruido a todo el ejército de Hadad-ezer, rey de Soba,
1Cr 18:10 envió a su hijo Joram* para felicitar al rey David por su exitosa campaña. Hadad-ezer y Toi habían sido enemigos y con frecuencia estaban en guerra. Joram le obsequió a David muchos regalos de oro, de plata y de bronce.
1Cr 18:11 El rey David dedicó todos estos regalos al SEÑOR, junto con el oro y la plata que había traído de las otras naciones: de Edom, de Moab, de Amón, de Filistea y de Amalec.
1Cr 18:12 Abisai, hijo de Sarvia, aniquiló a dieciocho mil edomitas en el valle de la Sal.
1Cr 18:13 Puso guarniciones militares en Edom, y los edomitas se convirtieron en súbditos de David. Es más, el SEÑOR le daba la victoria a David dondequiera que iba.
1Cr 18:14 De modo que David reinó sobre todo Israel e hizo lo que era justo y correcto para su pueblo.
1Cr 18:15 Joab, hijo de Sarvia, era el comandante del ejército; Josafat, hijo de Ahilud, era el historiador del reino.
1Cr 18:16 Sadoc, hijo de Ahitob, y Ahimelec,* hijo de Abiatar, eran los sacerdotes; Seraías* era el secretario de la corte.
1Cr 18:17 Benaía, hijo de Joiada, era el capitán de la guardia personal* del rey, y los hijos de David servían como ayudantes principales del rey.
1Cr 19:1 Después de un tiempo, murió Nahas, rey de los amonitas, y su hijo Hanún,* subió al trono.
1Cr 19:2 David dijo: «Le mostraré lealtad a Hanún porque su padre Nahas siempre me fue leal». Entonces David envió mensajeros a Hanún para expresarle sus condolencias por la muerte de su padre. Pero cuando los embajadores de David llegaron a la tierra de Amón,
1Cr 19:3 los comandantes amonitas le dijeron a Hanún: «¿Realmente cree que estos hombres vienen para honrar a su padre? ¡No, David los ha enviado a espiar la tierra para luego venir y conquistarla!».
1Cr 19:4 Entonces Hanún tomó presos a los embajadores de David, les afeitó la barba, les cortó los mantos a la altura de las nalgas y los envió avergonzados de regreso a David.
1Cr 19:5 Cuando llegó a oídos de David lo que les había sucedido a sus hombres, envió mensajeros para decirles: «Quédense en Jericó hasta que les crezca la barba y luego regresen». Pues se sentían muy avergonzados de su aspecto.
1Cr 19:6 Cuando el pueblo de Amón se dio cuenta de qué tan seriamente había provocado el enojo de David, Hanún y los amonitas enviaron treinta y cuatro mil kilos* de plata para contratar carros de guerra y sus conductores de Aram-naharaim, de Aram-maaca y de Soba.
1Cr 19:7 También contrataron treinta y dos mil carros de guerra y lograron el apoyo del rey de Maaca y su ejército. Estas fuerzas acamparon en Medeba, donde se les unieron las tropas amonitas que Hanún había reclutado en sus propias ciudades.
1Cr 19:8 Cuando David se enteró, envió a Joab con todos sus guerreros a pelear contra ellos.
1Cr 19:9 Las tropas amonitas se pusieron en pie de guerra a la entrada de la ciudad, mientras los otros reyes tomaron posiciones para pelear a campo abierto.
1Cr 19:10 Cuando Joab vio que tendría que luchar tanto por el frente como por la retaguardia, eligió a algunas de las tropas selectas israelitas y las puso bajo su propio mando para luchar contra los arameos a campo abierto.
1Cr 19:11 Dejó al resto del ejército bajo el mando de su hermano Abisai, quien atacaría a los amonitas.
1Cr 19:12 «Si los arameos son demasiado fuertes para mí, entonces ven en mi ayuda —le dijo Joab a su hermano—. Si los amonitas son demasiado fuertes para ti, te ayudaré.
1Cr 19:13 ¡Sé valiente! Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios, y que se haga la voluntad del SEÑOR».
1Cr 19:14 Cuando Joab y sus tropas atacaron, los arameos comenzaron a huir.
1Cr 19:15 Al ver que los arameos corrían, los amonitas también huyeron de Abisai y retrocedieron a la ciudad. Así que Joab regresó a Jerusalén.
1Cr 19:16 Al darse cuenta los arameos de que no podían contra Israel, enviaron mensajeros para pedir tropas adicionales arameas del otro lado del río Éufrates.* Estas tropas estaban bajo el mando de Sobac,* el comandante de las fuerzas de Hadad-ezer.
1Cr 19:17 Cuando David oyó lo que sucedía, movilizó a todo Israel, cruzó el río Jordán y puso a sus hombres en formación de batalla. Luego entró en combate con los arameos y ellos lucharon contra él;
1Cr 19:18 pero nuevamente los arameos huyeron de los israelitas. Esta vez las fuerzas de David mataron a siete mil conductores de carros de guerra y a cuarenta mil soldados de infantería, entre estos a Sobac, el comandante del ejército.
1Cr 19:19 Cuando los aliados de Hadad-ezer vieron que Israel los había derrotado, se rindieron a David y se convirtieron en sus súbditos. Después de esto, los arameos nunca más quisieron ayudar a los amonitas.

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