APOSENTO ALTO

miércoles, 19 de julio de 2017

LECTURA BÍBLICA 19 DE ENERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    11:29-36

Luc 11:29 Al apretujarse la multitud contra Jesús, él dijo: «Esta generación maligna sigue pidiéndome que le muestre una señal milagrosa, pero la única que le daré será la señal de Jonás.
Luc 11:30 Lo que le sucedió a él fue una señal para los habitantes de Nínive de que Dios lo había enviado. Lo que le suceda al Hijo del Hombre* será una señal para la gente de este tiempo de que él fue enviado por Dios.
Luc 11:31 »El día del juicio, la reina de Saba* se levantará contra esta generación y la condenará, porque vino de una tierra lejana para oír la sabiduría de Salomón. Ahora alguien superior a Salomón está aquí, pero ustedes se niegan a escuchar.
Luc 11:32 Los habitantes de Nínive también se levantarán contra esta generación el día del juicio y la condenarán, porque ellos se arrepintieron de sus pecados al escuchar la predicación de Jonás. Ahora alguien superior a Jonás está aquí, pero ustedes se niegan a arrepentirse.
Luc 11:33 »Nadie enciende una lámpara y luego la esconde o la pone debajo de una canasta.* En cambio, una lámpara se coloca en un lugar alto donde todos los que entren en la casa puedan ver su luz.
Luc 11:34 »Tu ojo es una lámpara que da luz a tu cuerpo. Cuando tu ojo es bueno, todo tu cuerpo está lleno de luz pero, cuando tu ojo es malo, tu cuerpo está lleno de oscuridad.
Luc 11:35 Asegúrate de que la luz que crees tener no sea en realidad oscuridad.
Luc 11:36 Si estás lleno de luz, sin rincones oscuros, entonces toda tu vida será radiante, como si un reflector te llenara con su luz».






2 TESALONICENSES 1:1-7

2Ts 1:1 Nosotros, Pablo, Silas* y Timoteo, escribimos esta carta a la iglesia en Tesalónica, a ustedes que pertenecen a Dios nuestro Padre y al Señor Jesucristo.
2Ts 1:2 Que Dios nuestro Padre* y el Señor Jesucristo les den gracia y paz.
2Ts 1:3 Amados hermanos, no podemos más que agradecerle a Dios por ustedes, porque su fe está floreciendo, y el amor de unos por otros, creciendo.
2Ts 1:4 Con orgullo les contamos a las demás iglesias de Dios acerca de la constancia y la fidelidad de ustedes en todas las persecuciones y privaciones que están sufriendo.
2Ts 1:5 Y Dios usará esa persecución para mostrar su justicia y para hacerlos dignos de su reino, por el cual sufren.
2Ts 1:6 En su justicia él les dará su merecido a quienes los persiguen.
2Ts 1:7 Y Dios les brindará descanso a ustedes que están siendo perseguidos y también a nosotros cuando el Señor Jesús aparezca desde el cielo. Él vendrá con sus ángeles poderosos,





SALMO 144

Sal 144:1
Salmo de David.
Alaben al SEÑOR, mi roca. Él entrena mis manos para la guerra y da destreza a mis dedos para la batalla.
Sal 144:2 Él es mi aliado amoroso y mi fortaleza, mi torre de seguridad y quien me rescata. Es mi escudo, y en él me refugio. Hace que las naciones* se sometan a mí.
Sal 144:3 Oh SEÑOR, ¿quiénes somos para que te fijes en nosotros, para que te preocupes por nosotros, simples mortales?
Sal 144:4 Pues somos como un suspiro; nuestros días son como una sombra pasajera.
Sal 144:5 Abre los cielos, SEÑOR, y desciende; toca las montañas para que echen humo.
Sal 144:6 ¡Lanza tus rayos y esparce a tus enemigos! ¡Dispara tus flechas y confúndelos!
Sal 144:7 Alcánzame desde el cielo y rescátame; sálvame de las aguas profundas, del poder de mis enemigos.
Sal 144:8 Su boca está llena de mentiras; juran decir la verdad pero, al contrario, mienten.
Sal 144:9 ¡Te entonaré una nueva canción, oh Dios! Cantaré tus alabanzas con un arpa de diez cuerdas.
Sal 144:10 ¡Pues tú concedes la victoria a los reyes! Rescataste a tu siervo David de la espada mortal.
Sal 144:11 ¡Sálvame! Rescátame del poder de mis enemigos. Su boca está llena de mentiras; juran decir la verdad pero, al contrario, mienten.
Sal 144:12 Que nuestros hijos florezcan en su juventud como plantas bien nutridas; que nuestras hijas sean como columnas elegantes, talladas para embellecer un palacio.
Sal 144:13 Que nuestros graneros estén llenos de toda clase de cosechas; que los rebaños en nuestros campos se multipliquen de a miles, y hasta de a diez miles,
Sal 144:14 y que nuestros bueyes estén muy cargados de alimentos. Que ningún enemigo penetre nuestras murallas, ni nos lleve cautivos, ni haya gritos de alarma en las plazas de nuestras ciudades.
Sal 144:15 ¡Felices los que viven así! Felices de verdad son los que tienen a Dios como el SEÑOR.

LECTURA PARA LA NOCHE

2 CRÓNICAS    17-19

2Cr 17:1 Luego Josafat, hijo de Asa, lo sucedió en el trono, y fortaleció a Judá para hacerle frente a cualquier ataque de Israel.
2Cr 17:2 Estableció tropas en todas las ciudades fortificadas de Judá y asignó guarniciones adicionales en la tierra de Judá y en las ciudades de Efraín que su padre Asa había conquistado.
2Cr 17:3 El SEÑOR estaba con Josafat porque siguió el ejemplo de los primeros años de su padre,* y no rindió culto a las imágenes de Baal.
2Cr 17:4 Buscó al Dios de su padre y obedeció sus mandatos en lugar de seguir las prácticas malvadas del reino de Israel.
2Cr 17:5 Por eso el SEÑOR estableció el dominio de Josafat sobre el reino de Judá. Todo el pueblo de Judá le llevaba regalos a Josafat, de modo que llegó a ser muy rico y gozó de gran estima.
2Cr 17:6 Estaba profundamente comprometido con* los caminos del SEÑOR. Quitó en todo Judá los santuarios paganos y los postes dedicados a la diosa Asera.
2Cr 17:7 En el tercer año de su reinado, Josafat envió a sus funcionarios a enseñar en todas las ciudades de Judá. Entre los funcionarios estaban Ben-hail, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías.
2Cr 17:8 Junto con ellos envió levitas, incluidos Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías. También envió a los sacerdotes Elisama y Yoram.
2Cr 17:9 Llevaron copias del libro de la ley del SEÑOR y recorrieron todas las ciudades de Judá, enseñando a la gente.
2Cr 17:10 Entonces el temor del SEÑOR vino sobre todos los reinos vecinos para que ninguno de ellos quisiera declarar la guerra contra Josafat.
2Cr 17:11 Algunos de los filisteos le llevaron regalos y plata como tributo, y los árabes le llevaron siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos chivos.
2Cr 17:12 Entonces Josafat llegó a ser cada vez más poderoso y construyó fortalezas y ciudades de almacenamiento en todo el territorio de Judá.
2Cr 17:13 Almacenó numerosas provisiones en las ciudades de Judá y estableció un ejército de soldados experimentados en Jerusalén.
2Cr 17:14 Su ejército fue inscrito según los clanes patriarcales. De Judá había una tropa de trescientos mil hombres, organizada en grupos de mil soldados, bajo el mando de Adnas.
2Cr 17:15 El siguiente en mando era Johanán, quien comandaba doscientos ochenta mil soldados.
2Cr 17:16 Le seguía Amasías, hijo de Zicri, que se había ofrecido para el servicio del SEÑOR, con doscientos mil soldados bajo su mando.
2Cr 17:17 De Benjamín había una tropa de doscientos mil soldados equipados con arcos y escudos. Estaba al mando de Eliada, un soldado veterano.
2Cr 17:18 El siguiente en mando era Jozabad, quien comandaba ciento ochenta mil hombres armados.
2Cr 17:19 Estas eran las tropas establecidas en Jerusalén al servicio del rey, además de las que Josafat puso en las ciudades fortificadas en todo Judá.
2Cr 18:1 Josafat disfrutó de muchas riquezas y de gran estima e hizo una alianza con Acab, rey de Israel, al dar a su hijo en matrimonio a la hija de Acab.
2Cr 18:2 Unos años más tarde fue a Samaria para visitar a Acab, quien preparó un gran banquete para él y sus funcionarios. Mataron grandes cantidades de ovejas, cabras y ganado para la fiesta. Después Acab persuadió a Josafat para que se uniera a él para recuperar Ramot de Galaad.
2Cr 18:3 —¿Irás conmigo contra Ramot de Galaad? —preguntó el rey Acab de Israel al rey Josafat de Judá. —¡Por supuesto! —contestó Josafat—. Tú y yo somos como uno solo, y mis tropas son tus tropas. Ciertamente nos uniremos a ti en batalla.
2Cr 18:4 Entonces agregó: —Pero primero averigüemos qué dice el SEÑOR.
2Cr 18:5 Así que el rey de Israel convocó a los profetas, cuatrocientos en total, y les preguntó: —¿Debemos ir a pelear contra Ramot de Galaad, o debo desistir? —¡Sí, adelante! —contestaron todos ellos—. Dios dará la victoria al rey.
2Cr 18:6 Pero Josafat preguntó: —¿Acaso no hay también un profeta* del SEÑOR aquí? Debemos hacerle la misma pregunta.
2Cr 18:7 El rey de Israel contestó a Josafat: —Hay un hombre más que podría consultar al SEÑOR por nosotros, pero lo detesto. ¡Nunca me profetiza nada bueno, sólo desgracias! Se llama Micaías, hijo de Imla. —¡Un rey no debería hablar de esa manera! —respondió Josafat—. Escuchemos lo que tenga que decir.
2Cr 18:8 De modo que el rey de Israel llamó a uno de sus funcionarios y le dijo: —¡Rápido! Trae a Micaías, hijo de Imla.
2Cr 18:9 El rey Acab de Israel y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales, estaban sentados en sus respectivos tronos en el campo de trillar que está cerca de la puerta de Samaria. Todos los profetas de Acab profetizaban allí, delante de ellos.
2Cr 18:10 Uno de los profetas llamado Sedequías, hijo de Quenaana, hizo unos cuernos de hierro y proclamó: —Esto dice el SEÑOR: ¡Con estos cuernos cornearás a los arameos hasta matarlos!
2Cr 18:11 Todos los demás profetas estaban de acuerdo. —Sí —decían—, sube a Ramot de Galaad y saldrás vencedor, porque ¡el SEÑOR dará la victoria al rey!
2Cr 18:12 Mientras tanto, el mensajero que había ido a buscar a Micaías le dijo: —Mira, todos los profetas le prometen victoria al rey. Ponte tú también de acuerdo con ellos y asegúrale que saldrá vencedor.
2Cr 18:13 Pero Micaías respondió: —Tan cierto como que el SEÑOR vive, sólo diré lo que mi Dios diga.
2Cr 18:14 Cuando Micaías se presentó ante el rey, Acab le preguntó: —Micaías, ¿debemos ir a pelear contra Ramot de Galaad, o debo desistir? Micaías le respondió con sarcasmo: —¡Sí, sube y saldrás vencedor, tendrás la victoria sobre ellos!
2Cr 18:15 Pero el rey le respondió con dureza: —¿Cuántas veces tengo que exigirte que sólo me digas la verdad cuando hables de parte del SEÑOR?
2Cr 18:16 Entonces Micaías le dijo: —En una visión, vi a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor, y el SEÑOR dijo: “Han matado a su amo.* Envíalos a sus casas en paz”.
2Cr 18:17 —¿No te dije? —exclamó el rey de Israel a Josafat—. Nunca me profetiza otra cosa que desgracias.
2Cr 18:18 Micaías continuó diciendo: —¡Escucha lo que dice el SEÑOR! Vi al SEÑOR sentado en su trono, rodeado por todos los ejércitos del cielo, a su derecha y a su izquierda.
2Cr 18:19 Entonces el SEÑOR dijo: “¿Quién puede seducir al rey Acab de Israel para que vaya a pelear contra Ramot de Galaad y lo maten?”. »Hubo muchas sugerencias,
2Cr 18:20 hasta que finalmente un espíritu se acercó al SEÑOR y dijo: “¡Yo puedo hacerlo!”. »“¿Cómo lo harás?”, preguntó el SEÑOR.
2Cr 18:21 »El espíritu contestó: “Saldré e inspiraré a todos los profetas de Acab para que hablen mentiras”. »“Tendrás éxito —dijo el SEÑOR—, adelante, hazlo”.
2Cr 18:22 »Así que, como ves, el SEÑOR ha puesto un espíritu de mentira en la boca de tus profetas, porque el SEÑOR ha dictado tu condena.
2Cr 18:23 Entonces Sedequías, hijo de Quenaana, se acercó a Micaías y le dio una bofetada. —¿Desde cuándo el Espíritu del SEÑOR salió de mí para hablarte a ti? —le reclamó.
2Cr 18:24 Y Micaías le contestó: —¡Ya lo sabrás, cuando estés tratando de esconderte en algún cuarto secreto!
2Cr 18:25 «¡Arréstenlo! —ordenó el rey de Israel—. Llévenlo de regreso a Amón, el gobernador de la ciudad, y a mi hijo Joás.
2Cr 18:26 Denles la siguiente orden de parte del rey: “¡Metan a este hombre en la cárcel y no le den más que pan y agua hasta que yo regrese sano y salvo de la batalla!”».
2Cr 18:27 Pero Micaías respondió: «¡Si tú regresas a salvo, eso significará que el SEÑOR no habló por medio de mí!». Entonces, dirigiéndose a los que estaban alrededor, agregó: «¡Todos ustedes, tomen nota de mis palabras!».
2Cr 18:28 Entonces Acab, rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, dirigieron a sus ejércitos contra Ramot de Galaad.
2Cr 18:29 El rey de Israel dijo a Josafat: «Cuando entremos en la batalla, yo me disfrazaré para que nadie me reconozca, pero tú ponte tus vestiduras reales». Así que el rey de Israel se disfrazó, y ambos entraron en la batalla.
2Cr 18:30 A su vez, el rey de Aram había dado las siguientes órdenes a sus comandantes de carros de guerra: «Ataquen sólo al rey de Israel. ¡No pierdan tiempo con nadie más!».
2Cr 18:31 Entonces, cuando los comandantes arameos de los carros vieron a Josafat en sus vestiduras reales, comenzaron a perseguirlo. «¡Allí está el rey de Israel!», gritaban; pero Josafat clamó, y el SEÑOR lo rescató. Dios lo ayudó, apartando a sus atacantes de él.
2Cr 18:32 Tan pronto como los comandantes de los carros se dieron cuenta de que no era el rey de Israel, dejaron de perseguirlo.
2Cr 18:33 Sin embargo, un soldado arameo disparó una flecha al azar hacia las tropas israelitas e hirió al rey de Israel entre las uniones de su armadura. «¡Da la vuelta* y sácame de aquí! —dijo Acab entre quejas y gemidos al conductor del carro—. ¡Estoy gravemente herido!».
2Cr 18:34 La encarnizada batalla se prolongó todo ese día, y el rey de Israel se mantuvo erguido en su carro frente a los arameos. Por la tarde, justo cuando se ponía el sol, Acab murió.
2Cr 19:1 Cuando el rey Josafat de Judá regresó a salvo a Jerusalén,
2Cr 19:2 Jehú, hijo de Hananí el vidente, salió a recibirlo. «¿Por qué habrías de ayudar a los perversos y amar a los que odian al SEÑOR? —le preguntó al rey—. Debido a lo que has hecho, el SEÑOR está muy enojado contigo.
2Cr 19:3 Sin embargo, hay algo bueno en ti porque quitaste los postes dedicados a la diosa Asera por todo el territorio y has decidido buscar a Dios».
2Cr 19:4 Josafat vivía en Jerusalén pero solía salir a visitar a su gente, y recorría el territorio desde Beerseba hasta la zona montañosa de Efraín, para animar al pueblo a que volviera al SEÑOR, Dios de sus antepasados.
2Cr 19:5 Nombró jueces en las ciudades fortificadas por toda la nación
2Cr 19:6 y les dijo: «Piensen siempre con cuidado antes de pronunciar juicio. Recuerden que no juzgan para agradar a la gente sino para agradar al SEÑOR. Él estará con ustedes cuando entreguen el veredicto para cada caso.
2Cr 19:7 Teman al SEÑOR y juzguen con integridad, porque el SEÑOR nuestro Dios no tolera que se tuerza la justicia ni que se muestre parcialidad ni que se acepte el soborno».
2Cr 19:8 En Jerusalén Josafat nombró a algunos de los levitas y de los sacerdotes y de los jefes de clanes de Israel para que sirvieran como jueces en casos relacionados con las ordenanzas del SEÑOR y en los conflictos civiles.
2Cr 19:9 Estas fueron las instrucciones que les dio: «Ustedes deben actuar siempre con el temor del SEÑOR, con fidelidad y con un corazón íntegro.
2Cr 19:10 Cada vez que les llegue un caso de sus compatriotas que viven en ciudades distantes —ya sea de asesinato o de alguna otra violación de las leyes, los mandatos, los decretos y las ordenanzas de Dios— deben advertirles que no pequen contra el SEÑOR, para que no se enoje con ustedes ni con ellos. Procedan así y no serán culpables.
2Cr 19:11 »Amarías, el sumo sacerdote, tendrá la última palabra en todos los casos que tengan que ver con el SEÑOR. Zebadías, hijo de Ismael, jefe de la tribu de Judá, tendrá la última palabra en todos los casos civiles. Los levitas los ayudarán a asegurarse de que se haga justicia. Anímense y cumplan con sus deberes y que el SEÑOR esté con todos los que hacen lo correcto».

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