APOSENTO ALTO

sábado, 22 de julio de 2017

LECTURA BÍBLICA 22 DE JULIO

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    12:13-21

Luc 12:13 Entonces alguien de la multitud exclamó: —Maestro, por favor, dile a mi hermano que divida la herencia de nuestro padre conmigo.
Luc 12:14 Jesús le respondió: —Amigo, ¿quién me puso por juez sobre ustedes para decidir cosas como ésa?
Luc 12:15 Y luego dijo: «¡Tengan cuidado con toda clase de avaricia! La vida no se mide por cuánto tienen».
Luc 12:16 Luego les contó una historia: «Un hombre rico tenía un campo fértil que producía buenas cosechas.
Luc 12:17 Se dijo a sí mismo: “¿Qué debo hacer? No tengo lugar para almacenar todas mis cosechas”.
Luc 12:18 Entonces pensó: “Ya sé. Tiraré abajo mis graneros y construiré unos más grandes. Así tendré lugar suficiente para almacenar todo mi trigo y mis otros bienes.
Luc 12:19 Luego me pondré cómodo y me diré a mí mismo: ‘Amigo mío, tienes almacenado para muchos años. ¡Relájate! ¡Come y bebe y diviértete!’ ”.
Luc 12:20 »Pero Dios le dijo: “¡Necio! Vas a morir esta misma noche. ¿Y quién se quedará con todo aquello por lo que has trabajado?”.
Luc 12:21 »Así es, el que almacena riquezas terrenales pero no es rico en su relación con Dios, es un necio».





2 TESALONICENSES 2:13-17

2Ts 2:13 En cuanto a nosotros, no podemos más que agradecerle a Dios por ustedes, queridos hermanos, amados por el Señor. Siempre estamos agradecidos de que Dios los eligió para que estén entre los primeros* en experimentar la salvación, una salvación que vino mediante el Espíritu —quien los hace santos —y por creer en la verdad.
2Ts 2:14 Él los llamó a la salvación cuando les anunciamos la Buena Noticia; ahora pueden participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
2Ts 2:15 Con todo esto en mente, amados hermanos, permanezcan firmes y sigan bien aferrados a las enseñanzas que les transmitimos tanto en persona como por carta.
2Ts 2:16 Que nuestro Señor Jesucristo mismo y Dios nuestro Padre, quien nos amó y por su gracia nos dio consuelo eterno y una esperanza maravillosa,
2Ts 2:17 los conforten y fortalezcan en todo lo bueno que ustedes hagan y digan.



SALMO 147

Sal 147:1 ¡Alabado sea el SEÑOR! ¡Qué bueno es cantar alabanzas a nuestro Dios! ¡Qué agradable y apropiado!
Sal 147:2 El SEÑOR reconstruye a Jerusalén y trae a los desterrados de vuelta a Israel.
Sal 147:3 Él sana a los de corazón quebrantado y les venda las heridas.
Sal 147:4 Cuenta las estrellas y llama a cada una por su nombre.
Sal 147:5 ¡Qué grande es nuestro Señor! ¡Su poder es absoluto! ¡Su comprensión supera todo entendimiento!
Sal 147:6 El SEÑOR sostiene a los humildes, pero derriba a los perversos y los hace morder el polvo.
Sal 147:7 Canten su gratitud al SEÑOR; entonen al son del arpa alabanzas a nuestro Dios.
Sal 147:8 Él cubre los cielos con nubes, provee lluvia a la tierra, y hace crecer la hierba en los pastizales de los montes.
Sal 147:9 Da alimento a los animales salvajes y alimenta a las crías del cuervo cuando chillan.
Sal 147:10 No se complace en la fuerza del caballo ni en el poder del ser humano.
Sal 147:11 No, el SEÑOR se deleita en los que le temen, en los que ponen su esperanza en su amor inagotable.
Sal 147:12 ¡Glorifica al SEÑOR, oh Jerusalén! ¡Alaba a tu Dios, oh Sión!
Sal 147:13 Pues él ha reforzado las rejas de tus puertas y ha bendecido a tus hijos que habitan dentro de tus murallas.
Sal 147:14 Envía paz por toda tu nación y te sacia el hambre con el mejor trigo.
Sal 147:15 Envía sus órdenes al mundo; ¡qué veloz corre su palabra!
Sal 147:16 Envía la nieve como lana blanca y esparce la escarcha sobre la tierra como ceniza.
Sal 147:17 Lanza el granizo como piedras.* ¿Quién puede resistir su frío congelante?
Sal 147:18 Luego, a su orden todo se derrite; envía sus vientos y el hielo se derrite.
Sal 147:19 Dios reveló su palabra a Jacob, sus decretos y ordenanzas a Israel.
Sal 147:20 No ha hecho esto con ninguna otra nación; las demás naciones no conocen sus ordenanzas. ¡Alabado sea el SEÑOR!


LECTURA PARA LA NOCHE

2 CRÓNICAS    25-27

2Cr 25:1 Amasías tenía veinticinco años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre se llamaba Joadín* y era de Jerusalén.
2Cr 25:2 Amasías hizo lo que era agradable a los ojos del SEÑOR, pero no de todo corazón.
2Cr 25:3 Cuando Amasías se afianzó en el trono, ejecutó a los oficiales que habían asesinado a su padre.
2Cr 25:4 Sin embargo, no mató a los hijos de los asesinos porque obedeció el mandato del SEÑOR que Moisés había escrito en el libro de la ley: «Los padres no tienen que morir por los pecados de sus hijos, ni los hijos deben morir por los pecados de sus padres. Los que merezcan la muerte serán ejecutados por sus propios delitos»* .
2Cr 25:5 Después Amasías organizó al ejército, y designó generales y capitanes* para todo Judá y Benjamín. Hizo un censo y descubrió que tenía un ejército de trescientos mil soldados selectos, hombres de veinte años o más, todos entrenados en el uso de la lanza y el escudo.
2Cr 25:6 También pagó alrededor de tres mil cuatrocientos kilos* de plata para contratar de Israel cien mil hombres de guerra con experiencia.
2Cr 25:7 Entonces un hombre de Dios se presentó ante él y le dijo: —Su Majestad, no contrate tropas de Israel porque el SEÑOR no está con Israel. ¡Él no ayudará a esa gente de Efraín!
2Cr 25:8 Si usted permite que ellos vayan a la batalla junto con sus tropas, ustedes serán derrotados por el enemigo sin importar qué tan bien peleen. Dios los derribará, porque él tiene el poder para ayudarlos o para hacerlos tropezar.
2Cr 25:9 Amasías le preguntó al hombre de Dios: —¿Pero qué de toda esa plata que pagué para contratar al ejército de Israel? El hombre de Dios contestó: —¡El SEÑOR puede darle a usted mucho más que eso!
2Cr 25:10 Así que Amasías dio de baja a las tropas que había contratado y las envió de regreso a Efraín. En consecuencia se enojaron con Judá y regresaron enfurecidos a sus casas.
2Cr 25:11 Luego Amasías se armó de valor y dirigió a su ejército al valle de la Sal, donde mataron a diez mil soldados edomitas de Seir.
2Cr 25:12 Capturaron a otros diez mil, los llevaron hasta el borde de un precipicio y desde allí los despeñaron. Al caer sobre las rocas abajo, se hicieron pedazos.
2Cr 25:13 Mientras tanto, las tropas contratadas que Amasías había enviado de regreso hicieron incursiones en varias ciudades de Judá entre Samaria y Bet-horón. Mataron a tres mil personas y se llevaron un gran botín.
2Cr 25:14 Cuando el rey Amasías regresó de masacrar a los edomitas, trajo consigo los ídolos que le había quitado a la gente de Seir. ¡Los puso como sus propios dioses, se inclinó ante ellos y les ofreció sacrificios!
2Cr 25:15 Esto hizo enojar mucho al SEÑOR, quien le envió un profeta para que le preguntara: —¿Por qué acudes a dioses que ni siquiera pudieron salvar a su propio pueblo de tu mano?
2Cr 25:16 Pero el rey lo interrumpió y le dijo: —¿Desde cuándo te nombré consejero del rey? ¡Cállate antes de que te mande matar! El profeta no insistió más pero hizo esta advertencia: —Yo sé que Dios ha decidido destruirte porque has hecho esto y te negaste a aceptar mi consejo.
2Cr 25:17 Después de consultar con sus consejeros, el rey Amasías de Judá envió a Yoás,* rey de Israel, hijo de Joacaz y nieto de Jehú, el siguiente desafío: «¡Ven y enfréntate conmigo en batalla!»* .
2Cr 25:18 Entonces el rey Yoás de Israel respondió a Amasías, rey de Judá, con el siguiente relato: «En las montañas del Líbano, un cardo le envió un mensaje a un poderoso cedro: “Entrega a tu hija en matrimonio a mi hijo”; pero en ese momento, un animal salvaje del Líbano pasó por allí, ¡pisó el cardo y lo aplastó!
2Cr 25:19 »Tú dices: “He derrotado a Edom”, y estás muy orgulloso de eso; pero mi consejo es que te quedes en casa. ¿Para qué causar problemas que sólo te traerán calamidad a ti y al pueblo de Judá?».
2Cr 25:20 Sin embargo, Amasías no le hizo caso, porque Dios estaba decidido a destruirlo por haber recurrido a los dioses de Edom.
2Cr 25:21 Entonces Yoás, rey de Israel, movilizó a su ejército contra Amasías, rey de Judá. Los dos ejércitos se pusieron en pie de guerra en Bet-semes, en Judá.
2Cr 25:22 El ejército de Israel venció de manera aplastante a Judá, y sus soldados se dispersaron y huyeron a sus casas.
2Cr 25:23 En Bet-semes, el rey Yoás de Israel capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás y nieto de Ocozías. Después lo llevó a Jerusalén, donde demolió ciento ochenta metros* de la muralla de la ciudad, desde la Puerta de Efraín hasta la Puerta de la Esquina.
2Cr 25:24 Se llevó todo el oro y la plata, y todos los objetos del templo de Dios que habían estado al cuidado de Obed-edom. También se apoderó de los tesoros del palacio real y tomó rehenes; luego regresó a Samaria.
2Cr 25:25 Amasías, rey de Judá, vivió quince años más después de la muerte del rey Yoás de Israel.
2Cr 25:26 Los demás acontecimientos del reinado de Amasías, desde el principio hasta el fin, están registrados en El libro de los reyes de Judá y de Israel .
2Cr 25:27 Después que Amasías se alejó del SEÑOR hubo una conspiración en Jerusalén contra su vida, y el rey huyó a Laquis; pero sus enemigos mandaron a unos asesinos tras él, y allí lo mataron.
2Cr 25:28 Llevaron su cuerpo sobre un caballo y lo enterraron con sus antepasados en la Ciudad de David.*
2Cr 26:1 Todo el pueblo de Judá había coronado a Uzías, hijo de Amasías, quien tenía dieciséis años de edad, para que reinara en lugar de su padre.
2Cr 26:2 Después de la muerte de su padre, Uzías reconstruyó la ciudad de Elat* y la restituyó a Judá.
2Cr 26:3 Uzías tenía dieciséis años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén cincuenta y dos años. Su madre se llamaba Jecolías y era de Jerusalén.
2Cr 26:4 El rey hizo lo que era agradable a los ojos del SEÑOR, así como su padre Amasías.
2Cr 26:5 Uzías buscó a Dios en el tiempo de Zacarías, quien le enseñó a temer a Dios;* y mientras el rey buscó la dirección del SEÑOR, Dios le dio éxito.
2Cr 26:6 Uzías declaró la guerra a los filisteos y derribó las murallas de Gat, Jabnia y Asdod. Luego construyó nuevas ciudades en la región de Asdod y en otras partes de Filistea.
2Cr 26:7 Dios lo ayudó en las guerras contra los filisteos, en sus batallas contra los árabes de Gur* y en sus guerras contra los meunitas.
2Cr 26:8 Los meunitas* le pagaban un tributo anual, y la fama del rey se extendió incluso hasta Egipto, porque había llegado a ser muy poderoso.
2Cr 26:9 Uzías construyó torres fortificadas en Jerusalén en la Puerta de la Esquina, en la Puerta del Valle y en el ángulo de la muralla.
2Cr 26:10 También construyó fuertes en el desierto y cavó muchas cisternas de agua, porque tenía grandes manadas de animales en las colinas de Judá* y en las llanuras. También era un hombre que amaba la tierra. Tenía muchos trabajadores que cuidaban de sus granjas y de sus viñedos, tanto en las laderas como en los valles fértiles.
2Cr 26:11 Uzías tenía un ejército de guerreros bien entrenados, listos para marchar a la batalla, unidad por unidad. Este ejército había sido reunido y organizado por Jeiel, el secretario del ejército, y por su ayudante Maaseías. Estaban bajo el mando de Hananías, uno de los funcionarios del rey.
2Cr 26:12 Estos regimientos de poderosos guerreros eran comandados por dos mil seiscientos jefes de clanes.
2Cr 26:13 El ejército estaba formado por trescientos siete mil quinientos hombres, todos soldados selectos. Estaban preparados para ayudar al rey contra cualquier enemigo.
2Cr 26:14 Uzías proveyó a todo el ejército de escudos, lanzas, cascos, cotas de malla, arcos y piedras para hondas.
2Cr 26:15 También edificó estructuras sobre las murallas de Jerusalén, diseñadas por expertos para proteger a los que disparaban flechas y lanzaban grandes piedras* desde las torres y las esquinas de la muralla. Su fama se extendió por todas partes porque el SEÑOR le dio maravillosa ayuda, y llegó a ser muy poderoso.
2Cr 26:16 Pero cuando llegó a ser poderoso, Uzías también se volvió orgulloso, lo cual resultó en su ruina. Pecó contra el SEÑOR su Dios cuando entró al santuario del templo del SEÑOR y personalmente quemó incienso sobre el altar del incienso.
2Cr 26:17 Azarías, el sumo sacerdote, fue tras él junto con ochenta sacerdotes del SEÑOR, todos ellos hombres valientes.
2Cr 26:18 Enfrentaron al rey Uzías y le dijeron: «No es a usted, Uzías, a quien corresponde quemar incienso al SEÑOR. Eso es función exclusiva de los sacerdotes, los descendientes de Aarón, los cuales son apartados para este servicio. Salga del santuario, porque ha pecado. ¡El SEÑOR Dios no le honrará por esto!».
2Cr 26:19 Uzías, que tenía en sus manos un recipiente para quemar incienso, se puso furioso; y mientras expresaba su rabia contra los sacerdotes, ante el altar del incienso en el templo del SEÑOR, de pronto le brotó lepra* en la frente.
2Cr 26:20 Cuando Azarías, el sumo sacerdote, y los demás sacerdotes vieron la lepra, lo sacaron del templo a toda prisa. El propio rey estaba ansioso por salir porque el SEÑOR lo había herido.
2Cr 26:21 De modo que el rey Uzías tuvo lepra hasta el día de su muerte. Vivió aislado en una casa aparte, porque fue excluido del templo del SEÑOR. Su hijo Jotam quedó encargado del palacio real y él gobernaba a los habitantes del reino.
2Cr 26:22 Los demás acontecimientos del reinado de Uzías, desde el principio hasta el fin, están registrados por el profeta Isaías, hijo de Amoz.
2Cr 26:23 Cuando Uzías murió, lo enterraron con sus antepasados; su tumba estaba en un cementerio cercano que pertenecía a los reyes, porque el pueblo decía: «Tenía lepra». Su hijo Jotam lo sucedió en el trono.
2Cr 27:1 Jotam tenía veinticinco años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén dieciséis años. Su madre se llamaba Jerusa y era hija de Sadoc.
2Cr 27:2 Jotam hizo lo que era agradable a los ojos del SEÑOR. Hizo todo lo que había hecho su padre Uzías, sólo que Jotam no pecó porque no entró en el templo del SEÑOR; pero el pueblo continuó con sus prácticas corruptas.
2Cr 27:3 Jotam reconstruyó la puerta superior del templo del SEÑOR. También hizo extensas reparaciones en la muralla en el monte de Ofel.
2Cr 27:4 Edificó ciudades en la zona montañosa de Judá y construyó fortalezas y torres en las zonas boscosas.
2Cr 27:5 Jotam entró en guerra contra los amonitas y los venció. Durante los tres años siguientes recibió de ellos un tributo anual de tres mil cuatrocientos kilos* de plata, dos millones doscientos mil kilos de trigo, y dos millones doscientos mil kilos de cebada.*
2Cr 27:6 El rey Jotam llegó a ser muy poderoso porque procuró vivir en obediencia al SEÑOR su Dios.
2Cr 27:7 Los demás acontecimientos del reinado de Jotam, incluidas todas sus guerras y demás actividades, están registrados en El libro de los reyes de Israel y de Judá .
2Cr 27:8 Tenía veinticinco años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén dieciséis años.
2Cr 27:9 Cuando Jotam murió, lo enterraron en la Ciudad de David, y su hijo Acaz lo sucedió en el trono.

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