APOSENTO ALTO

lunes, 12 de febrero de 2018

LECTURA BÍBLICA 12 DE FEBRERO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MATEO    15:1-20

Mat 15:1 En ese momento, algunos fariseos y maestros de la ley religiosa llegaron desde Jerusalén para ver a Jesús.
Mat 15:2 —¿Por qué tus discípulos desobedecen nuestra antigua tradición? —le preguntaron —. No respetan la ceremonia de lavarse las manos antes de comer.
Mat 15:3 Jesús les respondió: —¿Y por qué ustedes, por sus tradiciones, violan los mandamientos directos de Dios?
Mat 15:4 Por ejemplo, Dios dice: “Honra a tu padre y a tu madre”* y “Cualquiera que hable irrespetuosamente de su padre o de su madre tendrá que morir”*.
Mat 15:5 Pero ustedes dicen que está bien que uno les diga a sus padres: “Lo siento, no puedo ayudarlos porque he jurado darle a Dios lo que les hubiera dado a ustedes”.
Mat 15:6 De esta manera, ustedes afirman que no hay necesidad de honrar a los padres.* Y entonces anulan la palabra de Dios por el bien de su propia tradición.
Mat 15:7 ¡Hipócritas! Isaías tenía razón cuando profetizó acerca de ustedes, porque escribió:
Mat 15:8 “Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí.
Mat 15:9 Su adoración es una farsa porque enseñan ideas humanas como si fueran mandatos de Dios”*.
Mat 15:10 Luego Jesús llamó a la multitud para que se acercara y oyera. «Escuchen —les dijo—, y traten de entender.
Mat 15:11 Lo que entra por la boca no es lo que los contamina; ustedes se contaminan por las palabras que salen de la boca».
Mat 15:12 Entonces los discípulos se le acercaron y le preguntaron: —¿Te das cuenta que has ofendido a los fariseos con lo que acabas de decir?
Mat 15:13 Jesús contestó: —Toda planta que no fue plantada por mi Padre celestial será arrancada de raíz,
Mat 15:14 así que, no les hagan caso. Son guías ciegos que conducen a los ciegos y, si un ciego guía a otro, los dos caerán en una zanja.
Mat 15:15 Entonces Pedro le dijo a Jesús: —Explícanos la parábola que dice que la gente no se contamina por lo que come.
Mat 15:16 —¿Todavía no lo entienden? —preguntó Jesús —.
Mat 15:17 Todo lo que comen pasa a través del estómago y luego termina en la cloaca.
Mat 15:18 Pero las palabras que ustedes dicen provienen del corazón; eso es lo que los contamina.
Mat 15:19 Pues del corazón salen los malos pensamientos, el asesinato, el adulterio, toda inmoralidad sexual, el robo, la mentira y la calumnia.
Mat 15:20 Esas cosas son las que los contaminan. Comer sin lavarse las manos nunca los contaminará.


HECHOS 21:1-26

Hch 21:1 Después de despedirnos de los ancianos de Éfeso, navegamos directamente a la isla de Cos. Al día siguiente, llegamos a Rodas y luego fuimos a Pátara.
Hch 21:2 Allí abordamos un barco que iba a Fenicia.
Hch 21:3 Divisamos la isla de Chipre, la pasamos por nuestra izquierda y llegamos al puerto de Tiro, en Siria, donde el barco tenía que descargar.
Hch 21:4 Desembarcamos, encontramos a los creyentes* del lugar y nos quedamos con ellos una semana. Estos creyentes profetizaron por medio del Espíritu Santo, que Pablo no debía seguir a Jerusalén.
Hch 21:5 Cuando regresamos al barco al final de esa semana, toda la congregación, incluidos las mujeres* y los niños, salieron de la ciudad y nos acompañaron a la orilla del mar. Allí nos arrodillamos, oramos
Hch 21:6 y nos despedimos. Luego abordamos el barco y ellos volvieron a casa.
Hch 21:7 Después de dejar Tiro, la siguiente parada fue Tolemaida, donde saludamos a los hermanos y nos quedamos un día.
Hch 21:8 Al día siguiente, continuamos hasta Cesarea y nos quedamos en la casa de Felipe el evangelista, uno de los siete hombres que habían sido elegidos para distribuir los alimentos.
Hch 21:9 Tenía cuatro hijas solteras, que habían recibido el don de profecía.
Hch 21:10 Varios días después, llegó de Judea un hombre llamado Ágabo, quien también tenía el don de profecía.
Hch 21:11 Se acercó, tomó el cinturón de Pablo y se ató los pies y las manos. Luego dijo: «El Espíritu Santo declara: “De esta forma será atado el dueño de este cinturón por los líderes judíos en Jerusalén y entregado a los gentiles*”».
Hch 21:12 Cuando lo oímos, tanto nosotros como los creyentes del lugar le suplicamos a Pablo que no fuera a Jerusalén.
Hch 21:13 Pero él dijo: «¿Por qué todo este llanto? ¡Me parten el corazón! Yo estoy dispuesto no sólo a ser encarcelado en Jerusalén, sino incluso a morir por el Señor Jesús».
Hch 21:14 Al ver que era imposible convencerlo, nos dimos por vencidos y dijimos: «Que se haga la voluntad del Señor».
Hch 21:15 Después de esto, empacamos nuestras cosas y salimos hacia Jerusalén.
Hch 21:16 Algunos creyentes de Cesarea nos acompañaron y nos llevaron a la casa de Mnasón, un hombre originario de Chipre y uno de los primeros creyentes.
Hch 21:17 Cuando llegamos, los hermanos de Jerusalén nos dieron una calurosa bienvenida.
Hch 21:18 Al día siguiente, Pablo fue con nosotros para encontrarnos con Santiago, y todos los ancianos de la iglesia de Jerusalén estaban presentes.
Hch 21:19 Después de saludarlos, Pablo dio un informe detallado de las cosas que Dios había realizado entre los gentiles mediante su ministerio.
Hch 21:20 Después de oírlo, alabaron a Dios. Y luego dijeron: «Tú sabes, querido hermano, cuántos miles de judíos también han creído, y todos ellos siguen muy en serio la ley de Moisés.
Hch 21:21 Pero se les ha dicho a los creyentes judíos de aquí, de Jerusalén, que tú enseñas a todos los judíos que viven entre los gentiles que abandonen la ley de Moisés. Ellos han oído que les enseñas que no circunciden a sus hijos ni que practiquen otras costumbres judías.
Hch 21:22 ¿Qué debemos hacer? Seguramente se van a enterar de tu llegada.
Hch 21:23 »Queremos que hagas lo siguiente: Hay entre nosotros cuatro hombres que han cumplido su voto;
Hch 21:24 acompáñalos al templo y participa con ellos en la ceremonia de purificación, y paga tú los gastos para que se rapen la cabeza según el ritual judío. Entonces todos sabrán que los rumores son falsos y que tú mismo cumples las leyes judías.
Hch 21:25 »En cuanto a los creyentes gentiles, ellos deben hacer lo que ya les dijimos en una carta: abstenerse de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de consumir sangre o la carne de animales estrangulados, y de la inmoralidad sexual».
Hch 21:26 Así que, al día siguiente, Pablo fue al templo con los otros hombres. Ya comenzado el ritual de purificación, anunció públicamente la fecha en que se cumpliría el tiempo de los votos y se ofrecerían sacrificios por cada uno de los hombres.


SALMO 35

Sal 35:1 Oh SEÑOR, ponte en contra de los que se me oponen; pelea contra los que luchan contra mí.
Sal 35:2 Ponte tu armadura y toma tu escudo; prepárate para la batalla y ven en mi ayuda.
Sal 35:3 Levanta tu lanza y tu jabalina contra los que me persiguen. Quiero oírte decir: «¡Yo te daré la victoria!».
Sal 35:4 Trae vergüenza y deshonra a los que tratan de matarme; hazlos retroceder y humilla a los que quieren hacerme daño.
Sal 35:5 Sopla y espárcelos como paja en el viento, un viento mandado por el ángel del SEÑOR.
Sal 35:6 Haz que su camino sea oscuro y resbaladizo, y que el ángel del SEÑOR los persiga.
Sal 35:7 Yo no les hice ningún mal, pero ellos me tendieron una trampa; no les hice ningún mal, pero cavaron una fosa para atraparme.
Sal 35:8 Por eso, ¡qué la ruina les llegue de repente! ¡Qué queden atrapados en la trampa que me tendieron! Que se destruyan en la fosa que cavaron para mí.
Sal 35:9 Entonces me alegraré en el SEÑOR; estaré feliz porque él me rescata.
Sal 35:10 Con cada hueso de mi cuerpo lo alabaré: «SEÑOR, ¿quién se compara contigo? ¿Quién otro rescata a los indefensos de las manos de los fuertes? ¿Quién otro protege a los indefensos y a los pobres de quienes les roban?».
Sal 35:11 Testigos maliciosos testifican en mi contra y me acusan de crímenes que desconozco por completo.
Sal 35:12 Me pagan mal por bien y estoy enfermo de desesperación.
Sal 35:13 Sin embargo, cuando ellos se enfermaban, yo me entristecía; me afligía a mí mismo ayunando por ellos, pero mis oraciones no tenían respuesta.
Sal 35:14 Estaba triste como si fueran mis amigos o mi familia, como si me lamentara por mi propia madre.
Sal 35:15 Pero ahora, que yo estoy en dificultades, ellos se ponen contentos; con aires de triunfo se unen en mi contra. Me ataca gente que ni siquiera conozco; me calumnia sin cesar.
Sal 35:16 Se burla de mí y me insulta; me gruñe.
Sal 35:17 ¿Hasta cuándo, oh Señor, te quedarás observando sin actuar? Rescátame de sus ataques feroces. ¡Protege mi vida de estos leones!
Sal 35:18 Después te daré gracias frente a la gran asamblea; te alabaré delante de todo el pueblo.
Sal 35:19 No permitas que mis enemigos traicioneros se regodeen en mi derrota; no permitas que los que me odian sin motivo se deleiten en mi tristeza.
Sal 35:20 No hablan de paz; conspiran contra personas inocentes que no se meten con nadie.
Sal 35:21 Gritan: «¡Ajá! ¡Con nuestros ojos lo vimos hacerlo!».
Sal 35:22 Oh SEÑOR, tú sabes de todo esto; no te quedes callado. No me abandones ahora, oh Señor.
Sal 35:23 ¡Despierta! ¡Levántate en mi defensa! Toma mi caso, Dios mío y Señor mío.
Sal 35:24 Declárame inocente, oh SEÑOR mi Dios, porque tú haces justicia; no permitas que mis enemigos se rían de mí en mis dificultades.
Sal 35:25 No les permitas decir: «¡Miren, conseguimos lo que queríamos! ¡Ahora lo comeremos vivo!».
Sal 35:26 Que sean humillados y avergonzados los que se alegran de mis dificultades; que sean cubiertos de vergüenza y deshonra los que triunfan sobre mí.
Sal 35:27 Pero dales mucha alegría a los que vinieron a defenderme; que todo el tiempo digan: «¡Grande es el SEÑOR, quien se deleita en bendecir a su siervo con paz!».
Sal 35:28 Entonces proclamaré tu justicia y te alabaré todo el día.

LECTURA PARA LA NOCHE

ÉXODO 32-33

Éxo 32:1 Cuando los israelitas vieron que Moisés tardaba tanto en bajar del monte, se juntaron alrededor de Aarón y le dijeron: —Vamos, haznos dioses que puedan guiarnos. No sabemos qué le sucedió a ese tipo, Moisés, el que nos trajo aquí desde la tierra de Egipto.
Éxo 32:2 Aarón les respondió: —Quítenles a sus esposas, hijos e hijas los aretes de oro que llevan en las orejas y tráiganmelos.
Éxo 32:3 Todos se quitaron los aretes que llevaban en las orejas y se los llevaron a Aarón.
Éxo 32:4 Entonces Aarón tomó el oro, lo fundió y lo moldeó hasta darle la forma de un becerro. Cuando los israelitas vieron el becerro de oro, exclamaron: «¡Oh Israel, estos son los dioses que te sacaron de la tierra de Egipto!».
Éxo 32:5 Al ver Aarón el entusiasmo del pueblo, edificó un altar frente al becerro. Luego anunció: «¡Mañana celebraremos un festival al SEÑOR!».
Éxo 32:6 Temprano a la mañana siguiente, el pueblo se levantó para sacrificar ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Después, todos celebraron con abundante comida y bebida, y se entregaron a diversiones paganas.
Éxo 32:7 El SEÑOR le dijo a Moisés: —¡Baja ya de la montaña! Tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, se ha corrompido.
Éxo 32:8 ¡Qué pronto se apartaron de la forma en que les ordené que vivieran! Fundieron oro y se hicieron un becerro, y se inclinaron ante él y le ofrecieron sacrificios. Andan diciendo: “Oh Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”.
Éxo 32:9 Después el SEÑOR dijo: —He visto lo terco y rebelde que es este pueblo.
Éxo 32:10 Ahora quítate de en medio, para que mi ira feroz pueda encenderse contra ellos y destruirlos. Después, Moisés, haré de ti una gran nación.
Éxo 32:11 Pero Moisés trató de apaciguar al SEÑOR su Dios. —¡Oh SEÑOR! —le dijo—, ¿por qué estás tan enojado con tu propio pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto con tan gran poder y mano fuerte?
Éxo 32:12 ¿Por qué dejar que los egipcios digan: “Su Dios los rescató con la mala intención de matarlos en los montes y borrarlos de la faz de la tierra”? Abandona tu ira feroz; ¡cambia de parecer en cuanto a ese terrible desastre con el que amenazas a tu pueblo!
Éxo 32:13 Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob.* Tú mismo te comprometiste con ellos bajo juramento diciendo: “Haré que sus descendientes sean tan numerosos como las estrellas del cielo, y entregaré a sus descendientes toda esta tierra que prometí darles, y ellos la poseerán para siempre”.
Éxo 32:14 Entonces el SEÑOR cambió de parecer en cuanto al terrible desastre con que había amenazado destruir a su pueblo.
Éxo 32:15 Enseguida Moisés se dio la vuelta y descendió del monte. Llevaba en sus manos las dos tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto.* Estaban escritas a ambos lados, por delante y por detrás.
Éxo 32:16 Estas tablas eran obra de Dios; cada palabra estaba escrita por Dios mismo.
Éxo 32:17 Cuando Josué oyó el alboroto del pueblo, que gritaba desde abajo, exclamó a Moisés: —¡Parece que hay guerra en el campamento!
Éxo 32:18 Pero Moisés respondió: —No, no son gritos de victoria ni lamentos de derrota. Oigo sonidos de celebración.
Éxo 32:19 Cuando se acercaron al campamento, Moisés vio el becerro y las danzas, y ardió de enojo. Entonces tiró las tablas de piedra al suelo, las cuales se hicieron pedazos al pie del monte.
Éxo 32:20 Tomó el becerro que habían hecho y lo quemó. Luego lo molió hasta hacerlo polvo, lo arrojó al agua y obligó a los israelitas a que la bebieran.
Éxo 32:21 Por último, se dirigió a Aarón y le preguntó: —¿Qué te hizo este pueblo para que lo llevaras a caer en un pecado tan grande?
Éxo 32:22 —No te disgustes tanto, mi señor —contestó Aarón—. Tú sabes bien qué mala es esta gente.
Éxo 32:23 Ellos me dijeron: “Haznos dioses que puedan guiarnos. No sabemos qué le sucedió a ese tipo, Moisés, el que nos trajo aquí desde la tierra de Egipto”.
Éxo 32:24 Así que yo les dije: “Los que tengan joyas de oro, que se las quiten”. Cuando me las trajeron, no hice más que echarlas al fuego, ¡y salió este becerro!
Éxo 32:25 Moisés vio que Aarón había permitido que el pueblo se descontrolara por completo y fuera el hazmerreír de sus enemigos.*
Éxo 32:26 Así que se paró a la entrada del campamento y gritó: «Todos los que estén de parte del SEÑOR, vengan aquí y únanse a mí». Y todos los levitas se juntaron alrededor de él.
Éxo 32:27 Moisés les dijo: «Esto dice el SEÑOR, Dios de Israel: “Cada uno de ustedes tome su espada, recorra el campamento de un extremo al otro; maten a todos, incluso a sus hermanos, amigos y vecinos”».
Éxo 32:28 Entonces los levitas obedecieron la orden de Moisés, y ese día murieron unas tres mil personas.
Éxo 32:29 Entonces Moisés les dijo a los levitas: «Hoy se consagraron a sí mismos* para el servicio del SEÑOR, porque lo obedecieron aun cuando tuvieron que matar a sus propios hijos y hermanos. Hoy se ganaron una bendición».
Éxo 32:30 Al día siguiente, Moisés les dijo a los israelitas: «Ustedes cometieron un terrible pecado, pero yo subiré de nuevo al monte a encontrarme con el SEÑOR. Quizá pueda lograr que él les perdone* este pecado».
Éxo 32:31 Entonces Moisés volvió a donde estaba el SEÑOR y dijo: —Qué terrible pecado cometió este pueblo; se hicieron dioses de oro.
Éxo 32:32 Ahora, si sólo perdonaras su pecado; pero si no, ¡borra mi nombre del registro que has escrito!
Éxo 32:33 Pero el SEÑOR respondió a Moisés: —No, yo borraré el nombre de todo aquel que haya pecado contra mí.
Éxo 32:34 Ahora ve y lleva al pueblo al lugar del que te hablé. Mi ángel irá delante de ti. Cuando llegue el día de pedirles cuentas a los israelitas, ciertamente los haré responsables de sus pecados.
Éxo 32:35 Después, el SEÑOR envió una terrible plaga sobre ellos porque habían rendido culto al becerro que hizo Aarón.
Éxo 33:1 El SEÑOR le dijo a Moisés: «Váyanse, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto. Suban a la tierra que juré dar a Abraham, Isaac y Jacob. A ellos les dije: “Daré esta tierra a sus descendientes”.
Éxo 33:2 Enviaré un ángel delante de ti para expulsar a los cananeos, los amorreos, los hititas, los ferezeos, los heveos y los jebuseos.
Éxo 33:3 Suban a la tierra donde fluyen la leche y la miel. Sin embargo, yo no los acompañaré, porque son un pueblo terco y rebelde. Si lo hiciera, seguramente los destruiría en el camino».
Éxo 33:4 Cuando los israelitas oyeron estas palabras tan duras, hicieron duelo y dejaron de usar joyas y ropa fina.
Éxo 33:5 Pues el SEÑOR había dicho a Moisés que les dijera: «Ustedes son un pueblo terco y rebelde. Si yo los acompañara, aunque fuera un solo instante, los destruiría en el camino. Quítense las joyas y la ropa fina mientras decido qué hacer con ustedes».
Éxo 33:6 Así que, desde el momento que partieron del monte Sinaí,* los israelitas dejaron de usar joyas y de ponerse ropa fina.
Éxo 33:7 Moisés tenía la costumbre de armar la carpa de reunión* a cierta distancia del campamento y toda persona que quería hacer alguna petición al SEÑOR iba a la carpa de reunión que estaba fuera del campamento.
Éxo 33:8 Cada vez que Moisés se dirigía a la carpa de reunión, toda la gente se levantaba y permanecía de pie a la entrada de su propia carpa. Todos seguían a Moisés con la vista hasta que entraba en la carpa.
Éxo 33:9 Cuando Moisés entraba en la carpa, la columna de nube descendía y se quedaba en el aire a la entrada mientras el SEÑOR hablaba con Moisés.
Éxo 33:10 Cuando el pueblo notaba que la nube se detenía a la entrada de la carpa, cada persona se paraba a la entrada de su propia carpa y se inclinaba.
Éxo 33:11 Dentro de la carpa de reunión, el SEÑOR hablaba con Moisés cara a cara, como cuando alguien habla con un amigo. Después, Moisés regresaba al campamento, mientras que su asistente, el joven Josué, hijo de Nun, permanecía en la carpa de reunión.
Éxo 33:12 Un día Moisés dijo al SEÑOR: —Tú me has estado diciendo: “Lleva a este pueblo a la Tierra Prometida”. Pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. Me has dicho: “Yo te conozco por tu nombre y te miro con agrado”.
Éxo 33:13 Si es cierto que me miras con buenos ojos, permíteme conocer tus caminos, para que pueda comprenderte más a fondo y siga gozando de tu favor. Y recuerda que esta nación es tu propio pueblo.
Éxo 33:14 El SEÑOR le respondió: —Yo mismo iré contigo, Moisés, y te daré descanso; todo te saldrá bien.
Éxo 33:15 Entonces Moisés dijo: —Si tú mismo no vienes con nosotros, no nos hagas salir de este lugar.
Éxo 33:16 ¿Cómo se sabrá que me miras con agrado —a mí y a tu pueblo— si no vienes con nosotros? Pues tu presencia con nosotros es la que nos separa —a tu pueblo y a mí— de todos los demás pueblos de la tierra.
Éxo 33:17 El SEÑOR contestó a Moisés: —Ciertamente haré lo que me pides, porque te miro con agrado y te conozco por tu nombre.
Éxo 33:18 Moisés respondió: —Te suplico que me muestres tu gloriosa presencia.
Éxo 33:19 El SEÑOR respondió: —Haré pasar delante de ti toda mi bondad y delante de ti proclamaré mi nombre, Yahveh.* Pues tendré misericordia de quien yo quiera y mostraré compasión con quien yo quiera.
Éxo 33:20 Sin embargo, no podrás ver directamente mi rostro, porque nadie puede verme y seguir con vida.
Éxo 33:21 El SEÑOR siguió diciendo: —Párate cerca de mí, sobre esta roca.
Éxo 33:22 Cuando pase mi gloriosa presencia, te esconderé en la grieta de la roca y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado.
Éxo 33:23 Después retiraré la mano y dejaré que me veas por detrás; pero no se verá mi rostro.

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