APOSENTO ALTO

viernes, 9 de junio de 2017

LECTURA BÍBLICA 9 DE JUNIO

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    3:1-20

Luc 3:1 Era el año quince del reinado de Tiberio, el emperador de Roma. Poncio Pilato era gobernador de Judea; Herodes Antipas gobernaba* Galilea; su hermano Felipe gobernaba* Iturea y Traconite; y Lisanias gobernaba Abilinia.
Luc 3:2 Anás y Caifás eran los sumos sacerdotes. En ese tiempo, un mensaje de Dios llegó a Juan, hijo de Zacarías, que vivía en el desierto.
Luc 3:3 Entonces Juan fue de un lugar a otro, por ambos lados del río Jordán, predicando que la gente debía ser bautizada para demostrar que se había arrepentido de sus pecados y vuelto a Dios para ser perdonada.
Luc 3:4 Isaías había hablado de Juan cuando dijo: «Es una voz que clama en el desierto: “¡Preparen el camino para la venida del SEÑOR! ¡Ábranle camino!
Luc 3:5 Los valles serán rellenados, y las montañas y las colinas, allanadas. Las curvas serán enderezadas, y los lugares ásperos, suavizados.
Luc 3:6 Y entonces todas las personas verán la salvación enviada por Dios”»*.
Luc 3:7 Cuando las multitudes acudieron a Juan para que los bautizara, les dijo: —¡Camada de víboras! ¿Quién les advirtió que huyeran de la ira de Dios que se acerca?
Luc 3:8 Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios. No se digan simplemente el uno al otro: “Estamos a salvo porque somos descendientes de Abraham”. Eso no significa nada, porque les digo que Dios puede crear hijos de Abraham de estas mismas piedras.
Luc 3:9 Ahora mismo el hacha del juicio de Dios está lista para cortar las raíces de los árboles. Así es, todo árbol que no produzca buenos frutos será cortado y arrojado al fuego.
Luc 3:10 Las multitudes preguntaron: —¿Qué debemos hacer?
Luc 3:11 Juan contestó: —Si tienes dos camisas, da una a los pobres. Si tienes comida, comparte con los que tienen hambre.
Luc 3:12 Hasta los corruptos recaudadores de impuestos vinieron a bautizarse y preguntaron: —Maestro, ¿qué debemos hacer?
Luc 3:13 Él les contestó: —No recauden más impuestos de lo que el gobierno requiere.
Luc 3:14 —¿Qué debemos hacer nosotros? —preguntaron algunos soldados. Juan les contestó: —No extorsionen ni hagan falsas acusaciones, y estén satisfechos con su salario.
Luc 3:15 Todos esperaban que el Mesías viniera pronto, y tenían muchas ganas de saber si Juan era el Mesías.
Luc 3:16 Juan contestó a sus preguntas diciendo: «Yo los bautizo con* agua, pero pronto viene alguien que es superior a mí, tan superior que ni siquiera soy digno de ser su esclavo y desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.*
Luc 3:17 Él está listo para separar el trigo de la paja con su rastrillo. Luego limpiará la zona donde se trilla y juntará el trigo en su granero, pero quemará la paja en un fuego interminable».
Luc 3:18 Juan usó muchas advertencias similares al anunciar la Buena Noticia al pueblo.
Luc 3:19 También Juan criticó públicamente a Herodes Antipas, el gobernador de Galilea,* por haberse casado con Herodías, la esposa de su hermano, y por muchas otras injusticias que había cometido.
Luc 3:20 Así que Herodes metió a Juan en la cárcel, agregando a sus muchos pecados uno más.





EFESIOS 4:25-32

Efe 4:25 Así que dejen de decir mentiras. Digamos siempre la verdad a todos porque nosotros somos miembros de un mismo cuerpo.
Efe 4:26 Además, «no pequen al dejar que el enojo los controle»*. No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados,
Efe 4:27 porque el enojo da lugar al diablo.
Efe 4:28 Si eres ladrón, deja de robar. En cambio, usa tus manos en un buen trabajo digno y luego comparte generosamente con los que tienen necesidad.
Efe 4:29 No empleen un lenguaje grosero ni ofensivo. Que todo lo que digan sea bueno y útil, a fin de que sus palabras resulten de estímulo para quienes las oigan.
Efe 4:30 No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que él los identificó como suyos,* y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención.
Efe 4:31 Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta.
Efe 4:32 Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo.




SALMO 119:65-72

Sal 119:65
Tet
SEÑOR, has hecho muchas cosas buenas a mi favor tal como lo prometiste.
Sal 119:66 Creo en tus mandatos; ahora enséñame el buen juicio y dame conocimiento.
Sal 119:67 Yo solía desviarme, hasta que me disciplinaste; pero ahora sigo de cerca tu palabra.
Sal 119:68 Tú eres bueno y haces únicamente el bien; enséñame tus decretos.
Sal 119:69 Los arrogantes me difaman con mentiras, pero la verdad es que obedezco tus mandamientos con todo el corazón.
Sal 119:70 El corazón de ellos es torpe y necio, yo, en cambio, me deleito en tus enseñanzas.
Sal 119:71 El sufrimiento me hizo bien, porque me enseñó a prestar atención a tus decretos.
Sal 119:72 Tus enseñanzas son más valiosas para mí que millones en oro y plata.






LECTURA PARA LA NOCHE

1 REYES    13-14

1Re 13:1 Por mandato del SEÑOR, un hombre de Dios de la región de Judá fue a Betel y llegó en el momento que Jeroboam se acercaba al altar para quemar incienso.
1Re 13:2 Luego, por mandato del SEÑOR, el hombre de Dios gritó: «¡Oh altar, altar! Esto dice el SEÑOR: “En la dinastía de David nacerá un niño llamado Josías, quien sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los santuarios paganos que vienen aquí a quemar incienso, y sobre ti se quemarán huesos humanos”».
1Re 13:3 Ese mismo día, el hombre de Dios dio una señal para demostrar que su mensaje era verdadero y dijo: «El SEÑOR ha prometido dar una señal: este altar se partirá en dos, y sus cenizas se derramarán en el suelo».
1Re 13:4 Cuando Jeroboam oyó al hombre de Dios hablar contra el altar de Betel, el rey lo señaló con el dedo y gritó: «¡Detengan a ese hombre!»; pero al instante, la mano del rey se paralizó en esa posición, y no podía moverla.
1Re 13:5 En ese mismo momento, se produjo una enorme grieta en el altar y las cenizas se desparramaron, tal como el hombre de Dios había predicho en el mensaje que recibió del SEÑOR.
1Re 13:6 Entonces el rey clamó al hombre de Dios: «¡Te ruego que le pidas al SEÑOR tu Dios que me restaure la mano!». Así que el hombre de Dios oró al SEÑOR, y la mano quedó restaurada y el rey pudo moverla otra vez.
1Re 13:7 Después el rey dijo al hombre de Dios: —Ven al palacio conmigo, come algo y te daré un regalo.
1Re 13:8 Pero el hombre de Dios le dijo al rey: —Aunque me dieras la mitad de todo lo que posees, no iría contigo. No comería ni bebería nada en este lugar,
1Re 13:9 porque el SEÑOR me ordenó: “No comas ni bebas nada mientras estés allí y no regreses a Judá por el mismo camino”.
1Re 13:10 Así que salió de Betel y volvió a su casa por otro camino.
1Re 13:11 Sucedió que había un profeta anciano que vivía en Betel y sus hijos* fueron a contarle lo que el hombre de Dios había hecho en Betel ese día. También le contaron a su padre lo que el hombre le había dicho al rey.
1Re 13:12 El profeta anciano les preguntó: «¿Por dónde se fue?». Así que ellos le mostraron a su padre* el camino que el hombre de Dios había tomado.
1Re 13:13 «¡Rápido, ensillen el burro!», les dijo el anciano. Enseguida le ensillaron el burro y se montó.
1Re 13:14 Entonces salió cabalgando en busca del hombre de Dios y lo encontró sentado debajo de un árbol grande. El profeta anciano le preguntó: —¿Eres tú el hombre de Dios que vino de Judá? —Sí, soy yo —le contestó.
1Re 13:15 Entonces le dijo al hombre de Dios: —Acompáñame a mi casa y come algo.
1Re 13:16 —No, no puedo —respondió—. No se me permite comer ni beber nada en este lugar,
1Re 13:17 porque el SEÑOR me dio este mandato: “No comas ni bebas nada mientras estés allí y no regreses a Judá por el mismo camino”.
1Re 13:18 Sin embargo el profeta anciano le dijo: —Yo también soy profeta, como tú. Y un ángel me dio este mandato de parte del SEÑOR: “Llévalo a tu casa para que coma y beba algo”. Pero el anciano le estaba mintiendo.
1Re 13:19 Así que regresaron juntos, y el hombre de Dios comió y bebió en la casa del profeta.
1Re 13:20 Mientras estaban sentados a la mesa, vino un mandato del SEÑOR al profeta anciano,
1Re 13:21 quien le gritó al hombre de Dios de Judá: «Esto dice el SEÑOR: “Has desafiado la palabra del SEÑOR y desobedecido el mandato que el SEÑOR tu Dios te dio.
1Re 13:22 Regresaste a este lugar para comer y beber donde él te dijo que no comieras ni bebieras. Por eso, tu cuerpo no será enterrado en la tumba de tus antepasados”».
1Re 13:23 Cuando el hombre de Dios terminó de comer y beber, el profeta anciano ensilló su propio burro y se lo dio,
1Re 13:24 y el hombre de Dios siguió su camino. Mientras viajaba, le salió al paso un león y lo mató. Su cuerpo quedó tirado en el camino, y tanto el burro como el león estaban junto al cadáver.
1Re 13:25 Unas personas que pasaban por allí, al ver el cuerpo tirado en el camino y al león parado junto a él, fueron a dar la noticia a Betel, donde vivía el profeta anciano.
1Re 13:26 Cuando el profeta oyó la noticia, dijo: «Es el hombre de Dios que desobedeció el mandato del SEÑOR. El SEÑOR cumplió su palabra al hacer que el león lo atacara y lo matara».
1Re 13:27 Luego el profeta dijo a sus hijos: «Ensíllenme un burro». Así que ellos ensillaron un burro
1Re 13:28 y él salió y encontró el cuerpo tirado en el camino. El burro y el león todavía estaban parados junto al cadáver, pues el león no se había comido el cuerpo ni había atacado al burro.
1Re 13:29 Entonces el profeta cargó el cuerpo del hombre de Dios sobre el burro y lo llevó de regreso a la ciudad para hacer duelo por su muerte y enterrarlo.
1Re 13:30 Puso el cuerpo en su propia tumba y clamó con profundo dolor: «¡Ay, hermano mío!».
1Re 13:31 Después el profeta dijo a sus hijos: «Cuando yo muera, entiérrenme en la tumba donde está enterrado el hombre de Dios. Pongan mis huesos al lado de los suyos.
1Re 13:32 Pues el mensaje que el SEÑOR le dijo que proclamara contra el altar de Betel y contra los santuarios paganos en las ciudades de Samaria, ciertamente se cumplirá».
1Re 13:33 A pesar de esto, Jeroboam no abandonó sus caminos perversos. Continuó seleccionando sacerdotes de entre la gente común y nombraba a cualquiera que quisiera ser sacerdote de los santuarios paganos.
1Re 13:34 Esto fue un gran pecado y, como consecuencia, la dinastía de Jeroboam fue totalmente eliminada de la faz de la tierra.
1Re 14:1 En ese tiempo, Abías, hijo de Jeroboam, se enfermó gravemente.
1Re 14:2 Por eso Jeroboam le dijo a su esposa: «Disfrázate para que nadie se dé cuenta de que eres mi esposa y ve a ver al profeta Ahías en Silo, el hombre que me dijo que yo sería rey.
1Re 14:3 Llévale de regalo diez hogazas de pan, algunos pasteles y un frasco de miel, y pregúntale qué le sucederá al niño».
1Re 14:4 Entonces la esposa de Jeroboam fue a la casa de Ahías en Silo. El hombre ya era anciano y no podía ver;
1Re 14:5 pero el SEÑOR le había dicho: «La esposa de Jeroboam vendrá aquí haciéndose pasar por otra persona. Ella te preguntará acerca de su hijo, porque está muy enfermo. Dale la respuesta que yo te doy».
1Re 14:6 Así que, cuando Ahías oyó los pasos de la mujer en la puerta, le dijo: «¡Entra, esposa de Jeroboam! ¿Por qué te haces pasar por otra persona?». Luego dijo: «Tengo malas noticias para darte.
1Re 14:7 Llévale a Jeroboam, tu esposo, este mensaje del SEÑOR, Dios de Israel: “Yo te saqué de entre la gente común y te hice gobernador de mi pueblo Israel.
1Re 14:8 Le arranqué el reino a la familia de David y te lo entregué a ti; pero tú no has sido como mi siervo David, quien obedeció mis mandatos y me siguió con todo el corazón y siempre hizo lo que yo quería.
1Re 14:9 Tú has hecho cosas más malignas que todos los que vivieron antes de ti. Te has hecho otros dioses y me has enfurecido con tus becerros de oro. Como me has dado la espalda,
1Re 14:10 traeré desastre sobre tu dinastía y destruiré a cada uno de tus descendientes varones, tanto esclavos como libres, en todo Israel. Consumiré tu dinastía real como se quema la basura, hasta que toda haya desaparecido.
1Re 14:11 A los miembros de la familia de Jeroboam que mueran en la ciudad, se los comerán los perros y a los que mueran en el campo se los comerán los buitres. Yo, el SEÑOR, he hablado”».
1Re 14:12 Después Ahías le dijo a la esposa de Jeroboam: «Regresa a tu casa y cuando entres en la ciudad, el niño morirá.
1Re 14:13 Todo Israel llorará su muerte y lo enterrará. Él será el único miembro de tu familia que tendrá un entierro apropiado, porque este niño es lo único bueno que ve el SEÑOR, Dios de Israel, en toda la familia de Jeroboam.
1Re 14:14 »Además, el SEÑOR levantará un rey sobre Israel que destruirá a la familia de Jeroboam. Esto sucederá hoy, ¡ahora mismo!
1Re 14:15 Luego el SEÑOR sacudirá a Israel como la corriente agita los juncos. Él desarraigará a los israelitas de esta buena tierra que les dio a sus antepasados y los esparcirá más allá del río Éufrates,* porque ellos han enfurecido al SEÑOR con los postes que levantaron para rendir culto a la diosa Asera.
1Re 14:16 Él abandonará a Israel, debido a que Jeroboam pecó e hizo que Israel pecara con él».
1Re 14:17 Entonces la esposa de Jeroboam regresó a Tirsa, y el niño murió en el momento que ella atravesaba la puerta de su casa.
1Re 14:18 Todo Israel lo enterró y lloró su muerte, tal como el SEÑOR había prometido por medio del profeta Ahías.
1Re 14:19 Los demás acontecimientos del reinado de Jeroboam, con todas sus guerras y la forma en que él gobernó, están registrados en El libro de la historia de los reyes de Israel .
1Re 14:20 Jeroboam reinó veintidós años en Israel. Cuando Jeroboam murió, su hijo Nadab lo sucedió en el trono.
1Re 14:21 Mientras tanto, Roboam, hijo de Salomón, reinaba en Judá. Tenía cuarenta y un años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén diecisiete años, la ciudad que el SEÑOR había elegido entre todas las tribus de Israel como el lugar para honrar su nombre. La madre de Roboam era una mujer amonita que se llamaba Naama.
1Re 14:22 Durante el reinado de Roboam, los habitantes de Judá hicieron lo malo a los ojos del SEÑOR, y provocaron su enojo con los pecados que cometieron, pues eran aun peores que los pecados de sus antepasados.
1Re 14:23 También se construyeron santuarios paganos y levantaron columnas sagradas y postes dedicados a la diosa Asera en cada colina alta y debajo de todo árbol frondoso.
1Re 14:24 Hasta había prostitutos y prostitutas de los santuarios paganos por todo el territorio. La gente imitó las prácticas detestables de las naciones paganas que el SEÑOR había expulsado de la tierra del paso de los israelitas.
1Re 14:25 En el quinto año del reinado de Roboam, el rey Sisac de Egipto subió y atacó Jerusalén.
1Re 14:26 Saqueó los tesoros del templo del SEÑOR y del palacio real; robó todo, incluso todos los escudos de oro que Salomón había hecho.
1Re 14:27 Tiempo después, el rey Roboam los reemplazó con escudos de bronce y los confió al cuidado de los comandantes de la guardia, quienes protegían la entrada del palacio real.
1Re 14:28 Cada vez que el rey iba al templo del SEÑOR, los guardias llevaban los escudos y luego los devolvían al cuarto de guardia.
1Re 14:29 Los demás acontecimientos del reinado de Roboam y todo lo que él hizo están registrados en El libro de la historia de los reyes de Judá .
1Re 14:30 Hubo guerra constante entre Roboam y Jeroboam.
1Re 14:31 Cuando Roboam murió, lo enterraron junto a sus antepasados en la Ciudad de David. Su madre fue una mujer amonita llamada Naama. Luego su hijo Abiam* lo sucedió en el trono.

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