APOSENTO ALTO

domingo, 11 de junio de 2017

LECTURA BÍBLICA 11 DE JUNIO

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    4:1-12

Luc 4:1 Entonces Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del río Jordán. Y el Espíritu lo llevó al desierto,*
Luc 4:2 donde fue tentado por el diablo durante cuarenta días. Jesús no comió nada en todo ese tiempo y comenzó a tener mucha hambre.
Luc 4:3 Entonces el diablo le dijo: —Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se transforme en pan.
Luc 4:4 Pero Jesús le dijo: —¡No! Las Escrituras dicen: “La gente no vive sólo de pan”*.
Luc 4:5 Entonces el diablo lo llevó a una parte alta y desplegó ante él todos los reinos del mundo en un solo instante.
Luc 4:6 —Te daré la gloria de estos reinos y autoridad sobre ellos —le dijo el diablo—, porque son míos para dárselos a quien yo quiera.
Luc 4:7 Te daré todo esto si me adoras.
Luc 4:8 Jesús le respondió: —Las Escrituras dicen: “Adora al SEÑOR tu Dios y sírvele sólo a él”*.
Luc 4:9 Entonces el diablo lo llevó a Jerusalén, al punto más alto del templo, y dijo: —Si eres el Hijo de Dios, ¡tírate!
Luc 4:10 Pues las Escrituras dicen: “Él ordenará a sus ángeles que te protejan y te guarden.
Luc 4:11 Y te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra”*.
Luc 4:12 Jesús le respondió: —Las Escrituras también dicen: “No pondrás a prueba al SEÑOR tu Dios”*.






EFESIOS 5:22-33

Efe 5:22 Para las esposas, eso significa: sométase cada una a su marido como al Señor,
Efe 5:23 porque el marido es la cabeza de su esposa como Cristo es cabeza de la iglesia. Él es el Salvador de su cuerpo, que es la iglesia.
Efe 5:24 Así como la iglesia se somete a Cristo, de igual manera la esposa debe someterse en todo a su marido.
Efe 5:25 Para los maridos, eso significa: ame cada uno a su esposa tal como Cristo amó a la iglesia. Él entregó su vida por ella
Efe 5:26 a fin de hacerla santa y limpia al lavarla mediante la purificación de la palabra de Dios.*
Efe 5:27 Lo llevó a cabo para presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni ningún otro defecto. Será, en cambio, santa e intachable.
Efe 5:28 De la misma manera, el marido debe amar a su esposa como ama a su propio cuerpo. Pues un hombre que ama a su esposa en realidad demuestra que se ama a sí mismo.
Efe 5:29 Nadie odia su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida tal como Cristo lo hace por la iglesia.
Efe 5:30 Y nosotros somos miembros de su cuerpo.
Efe 5:31 Como dicen las Escrituras: «El hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo»*.
Efe 5:32 Eso es un gran misterio, pero ilustra la manera en que Cristo y la iglesia son uno.
Efe 5:33 Por eso les repito: cada hombre debe amar a su esposa como se ama a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.




SALMO 119:81-88

Sal 119:81
Caf
Estoy agotado de tanto esperar a que me rescates pero he puesto mi esperanza en tu palabra.
Sal 119:82 Mis ojos se esfuerzan por ver cumplidas tus promesas, ¿cuándo me consolarás?
Sal 119:83 Estoy arrugado como un odre ahumado, pero no me olvidé de obedecer tus decretos.
Sal 119:84 ¿Hasta cuándo tendré que esperar? ¿Cuándo castigarás a los que me persiguen?
Sal 119:85 Estos arrogantes que odian tus enseñanzas cavaron hoyos profundos para atraparme.
Sal 119:86 Todos tus mandatos son confiables. Protégeme de aquellos que me persiguen sin causa.
Sal 119:87 Casi acaban conmigo, pero me negué a abandonar tus mandamientos.
Sal 119:88 En tu amor inagotable, perdona mi vida; entonces podré continuar obedeciendo tus leyes.





LECTURA PARA LA NOCHE

1 REYES    17-18

1Re 17:1 Ahora bien, Elías, quien era de Tisbé en Galaad, le dijo al rey Acab: «Tan cierto como que el SEÑOR vive, el Dios de Israel —a quien sirvo—, no habrá rocío ni lluvia durante los próximos años, ¡hasta que yo dé la orden!».
1Re 17:2 Después el SEÑOR le dijo a Elías:
1Re 17:3 «Vete al oriente y escóndete junto al arroyo de Querit, cerca de su desembocadura en el río Jordán.
1Re 17:4 Bebe del arroyo y come lo que te den los cuervos, porque yo les he ordenado que te lleven comida».
1Re 17:5 Entonces Elías hizo lo que el SEÑOR le dijo y acampó junto al arroyo de Querit, al oriente del Jordán.
1Re 17:6 Los cuervos le llevaban pan y carne por la mañana y por la noche, y él bebía del arroyo.
1Re 17:7 Sin embargo, poco después, el arroyo se secó porque no había llovido en ninguna parte del reino.
1Re 17:8 Luego el SEÑOR dijo a Elías:
1Re 17:9 «Vete a vivir a la aldea de Sarepta, que está cerca de la ciudad de Sidón. Yo le he ordenado a una viuda de allí que te alimente».
1Re 17:10 Elías se dirigió a Sarepta y, cuando llegó a las puertas del pueblo, vio a una viuda juntando leña y le dijo: —Por favor, ¿podrías traerme un poco de agua en una taza?
1Re 17:11 Mientras ella iba a buscarle el agua, la llamó y dijo: —También tráeme un bocado de pan.
1Re 17:12 Pero ella respondió: —Le juro por el SEÑOR su Dios que no tengo ni un pedazo de pan en la casa. Sólo me queda un puñado de harina en el frasco y un poquito de aceite en el fondo del jarro. Estaba juntando algo de leña para preparar una última comida, después mi hijo y yo moriremos.
1Re 17:13 Entonces Elías le dijo: —¡No tengas miedo! Sigue adelante y haz exactamente lo que acabas de decir, pero primero cocina un poco de pan para mí. Luego, con lo que te sobre, prepara la comida para ti y tu hijo.
1Re 17:14 Pues el SEÑOR, Dios de Israel dice: “Siempre habrá harina y aceite de oliva en tus recipientes, ¡hasta que el SEÑOR mande lluvia y vuelvan a crecer los cultivos!”.
1Re 17:15 Así que ella hizo lo que Elías le dijo, y ella, su familia y Elías comieron durante muchos días.
1Re 17:16 Siempre había suficiente harina y aceite de oliva en los recipientes, tal como el SEÑOR lo había prometido por medio de Elías.
1Re 17:17 Tiempo después, el hijo de la mujer se enfermó. Cada día empeoraba y finalmente murió.
1Re 17:18 Entonces ella le dijo a Elías: —¡Ay, hombre de Dios! ¿Qué me ha hecho usted? ¿Ha venido aquí para señalarme mis pecados y matar a mi hijo?
1Re 17:19 Pero Elías contestó: —Dame a tu hijo. Entonces tomó el cuerpo del niño de los brazos de la madre, lo cargó por las escaleras hasta la habitación donde él estaba alojado y lo puso sobre la cama.
1Re 17:20 Después Elías clamó al SEÑOR: «Oh SEÑOR mi Dios, ¿por qué le has traído desgracia a esta viuda que me abrió su casa, al provocar la muerte de su hijo?».
1Re 17:21 Entonces Elías se tendió sobre el niño tres veces y clamó al SEÑOR: «¡Oh SEÑOR mi Dios, te ruego que le devuelvas la vida a este niño!».
1Re 17:22 El SEÑOR oyó la oración de Elías, ¡y la vida volvió al niño, y revivió!
1Re 17:23 Entonces Elías bajó al niño de la habitación en el piso de arriba y se lo entregó a su madre. —¡Mira —le dijo—, tu hijo vive!
1Re 17:24 Entonces la mujer le dijo a Elías: —Ahora estoy convencida de que usted es un hombre de Dios y que de verdad el SEÑOR habla por medio de usted.
1Re 18:1 Más tarde, durante el tercer año de la sequía, el SEÑOR dijo a Elías: «Preséntate ante el rey Acab y dile que ¡pronto enviaré lluvia!».
1Re 18:2 Entonces Elías fue a ver al rey Acab. Mientras tanto, el hambre se hizo muy intensa en Samaria.
1Re 18:3 Por eso Acab mandó llamar a Abdías, quien estaba a cargo del palacio. (Abdías era un fiel seguidor del SEÑOR.
1Re 18:4 Cierta vez, cuando Jezabel intentaba matar a todos los profetas del SEÑOR, Abdías escondió a cien de ellos en dos cuevas; metió a cincuenta profetas en cada cueva y les dio comida y agua).
1Re 18:5 Acab le dijo a Abdías: «Tenemos que revisar todos los manantiales y los valles del reino, y ver si podemos encontrar pasto suficiente para salvar por lo menos algunos de mis caballos y de mis mulas».
1Re 18:6 Entonces se repartieron el territorio; Acab se fue solo por un lado, y Abdías se fue solo por otro camino.
1Re 18:7 Mientras Abdías iba caminando, de pronto vio que Elías se le acercaba. Abdías lo reconoció enseguida y se postró hasta el suelo ante él. —¿De verdad eres tú, mi señor Elías? —preguntó.
1Re 18:8 —Sí, soy yo —contestó Elías—. Ahora ve y dile a tu amo: “Elías está aquí”.
1Re 18:9 —¡Ay, señor! —protestó Abdías—, ¿qué daño te he hecho para que me mandes a morir a manos de Acab?
1Re 18:10 Te juro por el SEÑOR tu Dios que el rey te ha buscado en cada nación y reino de la tierra, desde un extremo hasta el otro ha procurado encontrarte. Cada vez que alguien le afirmaba: “Elías no está aquí”, el rey Acab obligaba al rey de esa nación a jurar que había dicho la verdad.
1Re 18:11 Y ahora tú me dices: “Ve y dile a tu amo: ‘Elías está aquí’ ”.
1Re 18:12 Apenas yo te deje, el Espíritu del SEÑOR te llevará a quién sabe dónde y cuando Acab llegue aquí y no te encuentre, me matará. Te recuerdo que toda mi vida he sido un fiel siervo del SEÑOR.
1Re 18:13 ¿No te han contado, señor mío, de cuando Jezabel intentaba matar a los profetas del SEÑOR? Yo escondí a cien de ellos en dos cuevas y les di comida y agua.
1Re 18:14 Y ahora tú me dices: “Ve y dile a tu amo: ‘Elías está aquí’ ”. Si yo hago esto, señor, sin duda Acab me matará.
1Re 18:15 Pero Elías dijo: —Te juro por el SEÑOR Todopoderoso, en cuya presencia estoy, que hoy mismo me presentaré ante Acab.
1Re 18:16 Entonces Abdías fue a decirle a Acab que había aparecido Elías, así que Acab fue a encontrarse con él.
1Re 18:17 Cuando Acab vio a Elías, exclamó: —¿Así que realmente eres tú, el alborotador de Israel?
1Re 18:18 —Yo no le he causado ningún problema a Israel —respondió Elías—. Tú y tu familia son los alborotadores, porque se negaron a obedecer los mandatos del SEÑOR y, en cambio, han rendido culto a las imágenes de Baal.
1Re 18:19 Ahora, convoca a todo Israel para que se reúna conmigo en el monte Carmelo, junto con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Asera, a quienes Jezabel mantiene.*
1Re 18:20 Entonces Acab convocó a todos los israelitas y a los profetas al monte Carmelo.
1Re 18:21 Elías se paró frente a ellos y dijo: «¿Hasta cuándo seguirán indecisos, titubeando entre dos opiniones? Si el SEÑOR es Dios, ¡síganlo! Pero si Baal es el verdadero Dios, ¡entonces síganlo a él!». Sin embargo, la gente se mantenía en absoluto silencio.
1Re 18:22 Entonces Elías les dijo: «Yo soy el único profeta del SEÑOR que queda, pero Baal tiene cuatrocientos cincuenta profetas.
1Re 18:23 Ahora traigan dos toros. Los profetas de Baal pueden escoger el toro que quieran; que luego lo corten en pedazos y lo pongan sobre la leña de su altar, pero sin prenderle fuego. Yo prepararé el otro toro y lo pondré sobre la leña del altar, y tampoco le prenderé fuego.
1Re 18:24 Después, invoquen ustedes el nombre de su dios, y yo invocaré el nombre del SEÑOR. El dios que responda enviando fuego sobre la madera, ¡ese es el Dios verdadero!»; y toda la gente estuvo de acuerdo.
1Re 18:25 Así que Elías dijo a los profetas de Baal: «Empiecen ustedes, porque son muchos. Escojan uno de los toros, prepárenlo e invoquen el nombre de su dios; pero no le prendan fuego a la leña».
1Re 18:26 Entonces ellos prepararon uno de los toros y lo pusieron sobre el altar. Después invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, gritando: «¡Oh Baal, respóndenos!»; pero no hubo respuesta alguna. Entonces se pusieron a bailar, cojeando alrededor del altar que habían hecho.
1Re 18:27 Cerca del mediodía, Elías comenzó a burlarse de ellos. «Tendrán que gritar más fuerte —se mofaba—, ¡sin duda que es un dios! ¡Tal vez esté soñando despierto o quizá esté haciendo sus necesidades!* ¡Seguramente salió de viaje o se quedó dormido y necesita que alguien lo despierte!».
1Re 18:28 Así que ellos gritaron más fuerte y, como acostumbraban hacer, se cortaron con cuchillos y espadas hasta quedar bañados en sangre.
1Re 18:29 Gritaron disparates toda la tarde hasta la hora del sacrificio vespertino, pero aún no había respuesta, ni siquiera se oía un solo sonido.
1Re 18:30 Entonces Elías llamó a la gente: «¡Vengan acá!». Así que todos se juntaron a su alrededor, mientras él reparaba el altar del SEÑOR que estaba derrumbado.
1Re 18:31 Tomó doce piedras, una para representar a cada tribu de Israel*
1Re 18:32 y usó las piedras para reconstruir el altar en el nombre del SEÑOR. Luego cavó una zanja alrededor del altar con capacidad suficiente para doce litros de agua.*
1Re 18:33 Apiló la leña sobre el altar, cortó el toro en pedazos y puso los pedazos sobre la madera. Luego dijo: «Llenen cuatro jarras grandes con agua y echen el agua sobre la ofrenda y la leña».
1Re 18:34 Una vez que lo hicieron, les dijo: «¡Háganlo de nuevo!». Cuando terminaron, les dijo: «¡Háganlo por tercera vez!». Así que hicieron lo que les dijo,
1Re 18:35 y el agua corría alrededor del altar, tanto que hasta colmó la zanja.
1Re 18:36 A la hora que suele hacerse el sacrificio vespertino, el profeta Elías caminó hacia el altar y oró: «Oh SEÑOR, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,* demuestra hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo; demuestra que yo he hecho todo esto por orden tuya.
1Re 18:37 ¡Oh SEÑOR, respóndeme! Respóndeme para que este pueblo sepa que tú, oh SEÑOR, eres Dios y que tú los has hecho volver a ti».
1Re 18:38 Al instante, el fuego del SEÑOR cayó desde el cielo y consumió el toro, la leña, las piedras y el polvo. ¡Hasta lamió toda el agua de la zanja!
1Re 18:39 Cuando la gente vio esto, todos cayeron rostro en tierra y exclamaron: «¡El SEÑOR, él es Dios! ¡Sí, el SEÑOR es Dios!».
1Re 18:40 Entonces Elías ordenó: «Atrapen a todos los profetas de Baal. ¡No dejen que escape ninguno!». Entonces los agarraron a todos, y Elías los llevó al valle de Cisón y allí los mató.
1Re 18:41 Luego Elías dijo a Acab: «Vete a comer y a beber algo, porque oigo el rugido de una tormenta de lluvia que se acerca».
1Re 18:42 Entonces Acab fue a comer y a beber. Elías, en cambio, subió a la cumbre del monte Carmelo, se inclinó hasta el suelo y oró con la cara entre las rodillas.
1Re 18:43 Luego le dijo a su sirviente: —Ve y mira hacia el mar. Su sirviente fue a mirar, y regresó donde estaba Elías y le dijo: —No vi nada. Siete veces le dijo Elías que fuera a ver.
1Re 18:44 Finalmente, la séptima vez, su sirviente le dijo: —Vi una pequeña nube, como del tamaño de la mano de un hombre, que sale del mar. Entonces Elías le gritó: —Corre y dile a Acab: “Sube a tu carro y regresa a tu casa. ¡Si no te apuras, la lluvia te detendrá!”.
1Re 18:45 Poco después el cielo se oscureció de nubes. Se levantó un fuerte viento que desató un gran aguacero, y Acab partió enseguida hacia Jezreel.
1Re 18:46 Entonces el SEÑOR le dio una fuerza extraordinaria a Elías, quien se sujetó la capa con el cinturón* y corrió delante del carro de Acab todo el camino, hasta la entrada de Jezreel.

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