APOSENTO ALTO

miércoles, 14 de junio de 2017

LECTURA BÍBLICA 14 DE JUNIO

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    4:38-44

Luc 4:38 Después de salir de la sinagoga ese día, Jesús fue a la casa de Simón, donde encontró a la suegra de Simón muy enferma, con mucha fiebre. «Por favor, sánala», le suplicaron todos.
Luc 4:39 De pie junto a su cama, Jesús reprendió a la fiebre y la fiebre se fue de la mujer. Ella se levantó de inmediato y les preparó una comida.
Luc 4:40 Esa tarde, al ponerse el sol, la gente de toda la aldea llevó ante Jesús a sus parientes enfermos. Cualquiera que fuera la enfermedad, el toque de su mano los sanaba a todos.
Luc 4:41 Muchos estaban poseídos por demonios, los cuales salieron a su orden gritando: «¡Eres el Hijo de Dios!». Pero, como ellos sabían que él era el Mesías, los reprendió y no los dejó hablar.
Luc 4:42 Muy temprano a la mañana siguiente, Jesús salió a un lugar aislado. Las multitudes lo buscaron por todas partes y, cuando por fin lo encontraron, le suplicaron que no se fuera.
Luc 4:43 Pero él respondió: «Debo predicar la Buena Noticia del reino de Dios también en otras ciudades, porque para eso fui enviado».
Luc 4:44 Así que siguió recorriendo la región, predicando en las sinagogas de toda Judea.*



FILIPENSES 1:1-11

Flp 1:1 Saludos de Pablo y de Timoteo, esclavos de Cristo Jesús. Yo, Pablo, escribo esta carta a todo el pueblo santo de Dios en Filipos que pertenece a Cristo Jesús, incluidos los ancianos gobernantes* y los diáconos.
Flp 1:2 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les den gracia y paz.
Flp 1:3 Cada vez que pienso en ustedes, le doy gracias a mi Dios.
Flp 1:4 Siempre que oro, pido por todos ustedes con alegría,
Flp 1:5 porque han colaborado conmigo en dar a conocer la Buena Noticia acerca de Cristo desde el momento que la escucharon por primera vez hasta ahora.
Flp 1:6 Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva.
Flp 1:7 Está bien que sienta estas cosas por todos ustedes, porque ocupan un lugar especial en mi corazón. Participan conmigo del favor especial de Dios, tanto en mi prisión como al defender y confirmar la verdad de la Buena Noticia.
Flp 1:8 Dios sabe cuánto los amo y los extraño con la tierna compasión de Cristo Jesús.
Flp 1:9 Le pido a Dios que el amor de ustedes desborde cada vez más y que sigan creciendo en conocimiento y entendimiento.
Flp 1:10 Quiero que entiendan lo que realmente importa, a fin de que lleven una vida pura e intachable hasta el día que Cristo vuelva.
Flp 1:11 Que estén siempre llenos del fruto de la salvación —es decir el carácter justo que Jesucristo produce en su vida* —porque esto traerá mucha gloria y alabanza a Dios.




SALMO 119:105-112

Sal 119:105
Nun
Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino.
Sal 119:106 Lo prometí una vez y volveré a prometerlo: obedeceré tus justas ordenanzas.
Sal 119:107 He sufrido mucho, oh SEÑOR; restaura mi vida otra vez, como lo prometiste.
Sal 119:108 SEÑOR, acepta mi ofrenda de alabanza y enséñame tus ordenanzas.
Sal 119:109 Mi vida pende de un hilo constantemente, pero no dejaré de obedecer tus enseñanzas.
Sal 119:110 Los malvados me han tendido sus trampas, pero no me apartaré de tus mandamientos.
Sal 119:111 Tus leyes son mi tesoro; son el deleite de mi corazón.
Sal 119:112 Estoy decidido a obedecer tus decretos hasta el final.




LECTURA PARA LA NOCHE

2 REYES    1-3

2Re 1:1 Después de la muerte del rey Acab, la nación de Moab se rebeló contra Israel.
2Re 1:2 Cierto día Ocozías, el nuevo rey de Israel, se cayó por la reja de la ventana de una habitación en el piso superior de su palacio en Samaria y quedó gravemente herido. Entonces envió mensajeros al templo de Baal-zebub, dios de Ecrón, para que consultaran si iba a recuperarse.
2Re 1:3 Entonces el ángel del SEÑOR le dijo a Elías, quien era de Tisbé: «Ve y enfrenta a los mensajeros del rey de Samaria, y pregúntales: “¿Acaso no hay Dios en Israel? ¿Por qué recurren a Baal-zebub, dios de Ecrón, a consultarle si el rey va a recuperarse?
2Re 1:4 Por lo tanto, esto dice el SEÑOR: nunca te levantarás de la cama donde estás; ten por seguro que morirás”». Entonces Elías fue a transmitirles el mensaje.
2Re 1:5 Cuando los mensajeros regresaron, el rey les preguntó: —¿Por qué volvieron tan pronto?
2Re 1:6 Ellos contestaron: —Se nos cruzó un hombre y nos dijo que regresáramos y le diéramos este mensaje al rey: “Esto dice el SEÑOR: ‘¿Acaso no hay Dios en Israel? ¿Por qué mandas hombres a preguntarle a Baal-zebub, dios de Ecrón, si vas a recuperarte? Por eso que hiciste, nunca te levantarás de la cama donde estás; ten por seguro que morirás’ ”.
2Re 1:7 —¿Qué hombre les dijo eso? —preguntó el rey—. ¿Cómo era?
2Re 1:8 Y ellos contestaron: —Era un hombre velludo* y tenía un cinto de cuero en la cintura. —¡Elías de Tisbé! —exclamó el rey.
2Re 1:9 Entonces envió a un capitán del ejército con cincuenta soldados para que lo arrestaran. Lo encontraron sentado en la cima de una colina, y el capitán le dijo: —Hombre de Dios, el rey te ordena que vengas con nosotros.
2Re 1:10 Elías respondió al capitán: —Si yo soy un hombre de Dios, ¡que caiga fuego del cielo y te destruya a ti y a tus cincuenta hombres! Enseguida cayó fuego del cielo y los mató a todos.
2Re 1:11 Entonces el rey envió a otro capitán con otros cincuenta hombres, y el capitán dijo a Elías: —Hombre de Dios, el rey te exige que bajes de inmediato.
2Re 1:12 Elías respondió: —Si yo soy un hombre de Dios, ¡que caiga fuego del cielo y te destruya a ti y a tus cincuenta hombres! Y de nuevo el fuego de Dios cayó del cielo y los mató a todos.
2Re 1:13 Por tercera vez, el rey envió a un capitán con cincuenta hombres; pero esta vez el capitán subió a la colina, se arrodilló ante Elías y le suplicó: —Hombre de Dios, por favor, perdone mi vida y también la vida de estos cincuenta siervos suyos.
2Re 1:14 Sabemos que cayó fuego del cielo y destruyó a los primeros dos grupos; pero ahora, ¡le ruego que me perdone la vida!
2Re 1:15 Entonces el ángel del SEÑOR dijo a Elías: «Desciende con él y no le tengas miedo». Así que Elías se levantó y fue con el capitán a ver al rey.
2Re 1:16 Así que Elías dijo al rey: «Esto dice el SEÑOR: “¿Por qué enviaste mensajeros a Baal-zebub, dios de Ecrón, a preguntarle si te recuperarías? ¿Acaso no hay Dios en Israel para contestar tu pregunta? Ahora, porque hiciste esto, nunca te levantarás de la cama donde estás; ten por seguro que morirás”».
2Re 1:17 Así que Ocozías murió como el SEÑOR lo había anunciado por medio de Elías. Dado que Ocozías no tenía ningún hijo que reinara en su lugar, su hermano Joram* lo sucedió en el trono. Esto ocurrió en el segundo año del reinado de Yoram, hijo de Josafat, rey de Judá.
2Re 1:18 Los demás acontecimientos del reinado de Ocozías están registrados en El libro de la historia de los reyes de Israel .
2Re 2:1 Cuando el SEÑOR estaba por llevarse a Elías al cielo en un torbellino, Elías y Eliseo estaban en camino desde Gilgal.
2Re 2:2 Y Elías le dijo a Eliseo: —Quédate aquí, porque el SEÑOR me dijo que fuera a Betel. Eliseo respondió: —Tan cierto como que el SEÑOR vive y que tú vives, ¡nunca te dejaré! Así que descendieron juntos a Betel.
2Re 2:3 El grupo de profetas de Betel se acercó a Eliseo para preguntarle: —¿Sabías que hoy el SEÑOR se llevará a tu amo? —Claro que lo sé —contestó Eliseo—, ¡pero no digan nada!
2Re 2:4 Entonces Elías le dijo a Eliseo: —Quédate aquí, porque el SEÑOR me dijo que fuera a Jericó. Pero Eliseo le respondió de nuevo: —Tan cierto como que el SEÑOR vive y que tú vives, ¡nunca te dejaré! Así que continuaron juntos a Jericó.
2Re 2:5 Después el grupo de profetas de Jericó se acercó a Eliseo para preguntarle: —¿Sabías que hoy el SEÑOR se llevará a tu amo? —Claro que lo sé —contestó Eliseo—, ¡pero no digan nada!
2Re 2:6 Entonces Elías le dijo a Eliseo: —Quédate aquí, porque el SEÑOR me dijo que fuera al río Jordán. Pero una vez más, Eliseo respondió: —Tan cierto como que el SEÑOR vive y que tú vives, ¡nunca te dejaré! Así que siguieron juntos.
2Re 2:7 Cincuenta hombres del grupo de profetas también fueron y observaron de lejos cuando Elías y Eliseo se detuvieron junto al río Jordán.
2Re 2:8 Luego Elías dobló su manto y con él golpeó el agua. ¡El río se dividió en dos y ambos cruzaron sobre tierra seca!
2Re 2:9 Cuando llegaron al otro lado, Elías le dijo a Eliseo: —Dime qué puedo hacer por ti antes de ser llevado. Y Eliseo respondió: —Te pido que me permitas heredar una doble porción de tu espíritu y que llegue a ser tu sucesor.
2Re 2:10 —Has pedido algo difícil —respondió Elías—. Si me ves en el momento en que sea llevado de tu lado, recibirás lo que pediste; pero si no me ves, no lo recibirás.
2Re 2:11 Mientras iban caminando y conversando, de pronto apareció un carro de fuego, tirado por caballos de fuego. Pasó entre los dos hombres y los separó, y Elías fue llevado al cielo por un torbellino.
2Re 2:12 Eliseo lo vio y exclamó: «¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Veo los carros de Israel con sus conductores!». Mientras desaparecían de su vista, rasgó su ropa en señal de angustia.
2Re 2:13 Entonces Eliseo tomó el manto de Elías, el cual se había caído cuando fue llevado, y regresó a la orilla del río Jordán.
2Re 2:14 Golpeó el agua con el manto de Elías y exclamó: «¿Dónde está el SEÑOR, Dios de Elías?». Entonces el río se dividió en dos y Eliseo lo cruzó.
2Re 2:15 Cuando el grupo de profetas de Jericó vio desde lejos lo que había sucedido, exclamaron: «¡El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo!». Enseguida salieron a su encuentro y se inclinaron hasta el suelo delante de él.
2Re 2:16 —Señor —le dijeron—, usted tan sólo dé la orden y cincuenta de nuestros hombres más fuertes buscarán a su amo por todo el desierto. Tal vez el Espíritu del SEÑOR lo haya dejado en alguna montaña o en algún valle. —No —respondió Eliseo—, no los manden.
2Re 2:17 Pero ellos insistieron tanto que él, avergonzado, finalmente aceptó: —Está bien —les dijo—, mándenlos. Así que cincuenta hombres buscaron a Elías durante tres días, pero no lo encontraron.
2Re 2:18 Eliseo aún estaba en Jericó cuando los hombres regresaron. «¿Acaso no les dije que no fueran?», preguntó.
2Re 2:19 Cierto día, los líderes de la ciudad de Jericó fueron a visitar a Eliseo. —Tenemos un problema, señor —le dijeron—. Como puedes ver, esta ciudad está situada en un entorno agradable, pero el agua es mala y la tierra no produce.
2Re 2:20 Eliseo dijo: —Tráiganme un recipiente nuevo y pónganle sal. Así que se lo llevaron
2Re 2:21 y Eliseo fue hasta el manantial que suministraba el agua a la ciudad, le echó la sal y dijo: «Esto dice el SEÑOR: “Yo he purificado el agua, ya no causará muerte ni esterilidad”».*
2Re 2:22 Desde entonces el agua quedó pura, tal como dijo Eliseo.
2Re 2:23 Después Eliseo salió de Jericó y subió a Betel. Mientras iba por el camino, unos muchachos de la ciudad comenzaron a burlarse y a reírse de él. «¡Vete de aquí, viejo calvo! —gritaban— ¡Vete de aquí, viejo calvo!».
2Re 2:24 Eliseo se dio la vuelta, los miró y los maldijo en el nombre del SEÑOR. Entonces dos osos salieron del bosque y atacaron a cuarenta y dos de ellos.
2Re 2:25 De allí, Eliseo fue al monte Carmelo y finalmente regresó a Samaria.
2Re 3:1 Joram,* hijo de Acab, comenzó a gobernar Israel durante el año dieciocho del reinado de Josafat en Judá y reinó en Samaria doce años.
2Re 3:2 Joram hizo lo malo a los ojos del SEÑOR, aunque no tanto como su padre y su madre. Por lo menos derribó la columna sagrada de Baal que su padre había levantado.
2Re 3:3 Sin embargo, continuó con los pecados que Jeroboam, hijo de Nabat, había cometido e hizo cometer al pueblo de Israel.
2Re 3:4 Mesa, rey de Moab, se dedicaba a la cría de ovejas. Acostumbraba pagar al rey de Israel un tributo anual de cien mil corderos y la lana de cien mil carneros;
2Re 3:5 pero después de la muerte de Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel.
2Re 3:6 Entonces el rey Joram sin demora reunió al ejército de Israel y marchó desde Samaria.
2Re 3:7 Ya en camino, envió este mensaje a Josafat, rey de Judá: «El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Saldrás conmigo a la batalla contra él?». Josafat le respondió: «¡Por supuesto! Tú y yo somos como uno; mis tropas son tus tropas y mis caballos son tus caballos.
2Re 3:8 ¿Qué camino tomaremos?». Joram contestó: «Atacaremos desde el desierto de Edom».
2Re 3:9 El rey de Edom y sus tropas también se unieron a ellos, y los tres ejércitos dieron un rodeo a través del desierto durante siete días; pero no había agua para los hombres ni para los animales.
2Re 3:10 —¿Qué haremos ahora? —clamó el rey de Israel—. El SEÑOR nos ha traído a los tres aquí para que el rey de Moab nos derrote.
2Re 3:11 Pero el rey Josafat de Judá preguntó: —¿Acaso no hay ningún profeta del SEÑOR con nosotros? Si es así, podemos preguntarle al SEÑOR por medio de él qué debemos hacer. Uno de los oficiales del rey Joram respondió: —Eliseo, hijo de Safat, está entre nosotros. Él era el ayudante personal de Elías.*
2Re 3:12 —Sí, el SEÑOR habla por medio de él —dijo Josafat. Así que los reyes de Israel, Judá y Edom fueron a consultar a Eliseo.
2Re 3:13 —¿Por qué has venido a verme a mí?* —preguntó Eliseo al rey de Israel—. ¡Busca a los profetas paganos de tu padre y de tu madre! Pero Joram, rey de Israel, dijo: —¡No! ¿Acaso no ha sido el SEÑOR quien nos trajo a los tres reyes aquí para que el rey de Moab nos derrote?
2Re 3:14 Eliseo respondió: —Tan cierto como que el SEÑOR Todopoderoso vive, a quien sirvo, si no fuera por el respeto que le tengo al rey Josafat de Judá, no perdería el tiempo hablando contigo.
2Re 3:15 Ahora, tráiganme a alguien que sepa tocar el arpa. Mientras tocaban el arpa, el poder* del SEÑOR vino sobre Eliseo,
2Re 3:16 quien dijo: —Esto dice el SEÑOR: “¡Este valle seco se llenará de lagunas!
2Re 3:17 Ustedes no verán viento ni lluvia, dice el SEÑOR, pero este valle se llenará de agua. Habrá suficiente para ustedes, para su ganado y para los demás animales;
2Re 3:18 pero eso es algo muy sencillo para el SEÑOR, ¡porque él les dará la victoria sobre el ejército de Moab!
2Re 3:19 Ustedes conquistarán las mejores ciudades de Moab, incluso las que están fortificadas. Cortarán todos los árboles buenos, taparán todos los manantiales y con piedras arruinarán toda la tierra productiva”.
2Re 3:20 Al día siguiente, como a la hora que se ofrecía el sacrificio matutino, ¡de repente apareció agua! Fluía desde Edom, y pronto hubo agua por todos lados.
2Re 3:21 Mientras tanto, cuando los moabitas se enteraron de que los tres ejércitos marchaban contra ellos, movilizaron a todos los hombres que tenían edad suficiente para ceñirse una espada, y tomaron posiciones a lo largo de la frontera.
2Re 3:22 Ahora bien, cuando se levantaron a la mañana siguiente, el sol se reflejaba en el agua de tal forma que a los moabitas les pareció ver rojo, como si fuera sangre.
2Re 3:23 «¡Es sangre! —exclamaban—. ¡Seguro los tres ejércitos se atacaron mutuamente y se mataron unos a otros! ¡Hombres de Moab, vamos a recoger el botín!».
2Re 3:24 Sin embargo, cuando los moabitas llegaron al campamento de los israelitas, el ejército de Israel se levantó y los atacó hasta que se dieron la vuelta y huyeron. Las tropas de Israel los persiguieron hasta dentro de la tierra de Moab, destruyendo todo lo que encontraban a su paso.*
2Re 3:25 Destruyeron las ciudades, cubrieron con piedras toda la tierra productiva, taparon todos los manantiales y cortaron todos los árboles buenos. Lo último que quedaba en pie era Kir-hareset con sus murallas de piedra, pero algunos hombres con hondas la rodearon y la atacaron.
2Re 3:26 Cuando el rey de Moab vio que estaba perdiendo la batalla, salió con setecientos de sus espadachines en un intento desesperado por penetrar en las filas enemigas que estaban cerca del rey de Edom, pero fracasaron.
2Re 3:27 Después el rey de Moab tomó a su hijo mayor, el heredero al trono, y lo sacrificó como una ofrenda quemada sobre la muralla. En consecuencia, hubo un gran enojo contra Israel* y los israelitas se retiraron y regresaron a su tierra.

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