APOSENTO ALTO

sábado, 17 de junio de 2017

LECTURA BÍBLICA 17 DE JUNIO

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    5:17-26

Luc 5:17 Cierto día, mientras Jesús enseñaba, algunos fariseos y maestros de la ley religiosa estaban sentados cerca. (Al parecer, esos hombres habían llegado de todas las aldeas de Galilea y Judea, y también de Jerusalén). Y el poder sanador del Señor estaba presente con fuerza en Jesús.
Luc 5:18 Unos hombres llegaron cargando a un paralítico en una camilla. Trataron de llevarlo dentro a donde estaba Jesús,
Luc 5:19 pero no pudieron acercarse a él debido a la multitud. Entonces subieron al techo y quitaron algunas tejas. Luego bajaron al enfermo en su camilla hasta ponerlo en medio de la multitud, justo frente a Jesús.
Luc 5:20 Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al hombre: «Joven, tus pecados son perdonados».
Luc 5:21 Pero los fariseos y los maestros de la ley religiosa decían para sí: «¿Quién se cree que es? ¡Es una blasfemia! ¡Sólo Dios puede perdonar pecados!».
Luc 5:22 Jesús supo lo que pensaban, así que les preguntó: «¿Por qué cuestionan eso en su corazón?
Luc 5:23 ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados son perdonados” o “Ponte de pie y camina”?
Luc 5:24 Así que les demostraré que el Hijo del Hombre* tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados». Entonces Jesús miró al paralítico y dijo: «¡Ponte de pie, toma tu camilla y vete a tu casa!».
Luc 5:25 Al instante, delante de todos, el hombre se levantó de un salto, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios.
Luc 5:26 El asombro se apoderó de todos, y quedaron pasmados. Y alababan a Dios exclamando: «¡Hoy hemos visto cosas maravillosas!».






FILIPENSES 2:1-11

Flp 2:1 ¿Hay algún estímulo en pertenecer a Cristo? ¿Existe algún consuelo en su amor? ¿Tenemos en conjunto alguna comunión en el Espíritu? ¿Tienen ustedes un corazón tierno y compasivo?
Flp 2:2 Entonces, háganme verdaderamente feliz poniéndose de acuerdo de todo corazón entre ustedes, amándose unos a otros y trabajando juntos con un mismo pensamiento y un mismo propósito.
Flp 2:3 No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes.
Flp 2:4 No se ocupen sólo de sus propios intereses, sino también procuren interesarse en los demás.
Flp 2:5 Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús.
Flp 2:6 Aunque era Dios,* no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse.
Flp 2:7 En cambio, renunció a sus privilegios divinos;* adoptó la humilde posición de un esclavo* y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre,*
Flp 2:8 se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales.
Flp 2:9 Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres
Flp 2:10 para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra,
Flp 2:11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre.



SALMO 119:129-136

Sal 119:129
Pe
Tus leyes son maravillosas. ¡Con razón las obedezco!
Sal 119:130 La enseñanza de tu palabra da luz, de modo que hasta los simples pueden entender.
Sal 119:131 Abro la boca y jadeo anhelando tus mandatos.
Sal 119:132 Ven y muéstrame tu misericordia, como lo haces con todos los que aman tu nombre.
Sal 119:133 Guía mis pasos conforme a tu palabra, para que no me domine el mal.
Sal 119:134 Rescátame de la opresión de la gente malvada, entonces podré obedecer tus mandamientos.
Sal 119:135 Mírame con amor; enséñame tus decretos.
Sal 119:136 Torrentes de lágrimas brotan de mis ojos, porque la gente desobedece tus enseñanzas.





LECTURA PARA LA NOCHE

2 REYES    8-9

2Re 8:1 Eliseo le había dicho a la madre del niño que él había resucitado: «Toma a tu familia y múdate a algún otro lugar, porque el SEÑOR ha decretado que habrá hambre en Israel durante siete años».
2Re 8:2 Entonces la mujer hizo lo que el hombre de Dios le indicó. Tomó a su familia y se estableció en la tierra de los filisteos por siete años.
2Re 8:3 Una vez que pasó el hambre, la mujer regresó de la tierra de los filisteos y fue a ver al rey para recuperar su casa y sus tierras.
2Re 8:4 Cuando ella entró, el rey estaba conversando con Giezi, el sirviente del hombre de Dios, y acababa de decirle: «Cuéntame algunas de las grandes cosas que ha hecho Eliseo».
2Re 8:5 Cuando Giezi estaba relatándole al rey la ocasión en que Eliseo le había devuelto la vida a un niño, en ese preciso instante, la madre del niño entró para presentarle al rey la petición de su casa y de sus tierras. —¡Mire, mi señor el rey! —exclamó Giezi—. ¡Ella es la mujer y este es su hijo, el que Eliseo volvió a la vida!
2Re 8:6 —¿Es cierto? —le preguntó el rey. Y ella le contó la historia. Entonces el rey dio instrucciones a uno de sus funcionarios para que la mujer recuperara todo lo que había perdido, incluso el valor de todos los cultivos que se habían cosechado durante su ausencia.
2Re 8:7 Luego Eliseo fue a Damasco, la capital de Aram, donde el rey Ben-adad estaba enfermo. Cuando alguien le informó al rey que el hombre de Dios había llegado,
2Re 8:8 el rey le dijo a Hazael: «Llévale un regalo al hombre de Dios. Luego dile que le pregunte al SEÑOR: “¿Voy a recuperarme de esta enfermedad?”».
2Re 8:9 Entonces Hazael cargó cuarenta camellos con los mejores productos de Damasco para regalarle a Eliseo. Fue a verlo y le dijo: —Tu siervo Ben-adad, rey de Aram, me ha enviado a preguntarte: “¿Voy a recuperarme de esta enfermedad?”.
2Re 8:10 Eliseo contestó: —Ve y dile: “Ciertamente te recuperarás”. ¡Pero la verdad es que el SEÑOR me ha mostrado que morirá!
2Re 8:11 Eliseo se quedó mirando a Hazael* tan fijamente que Hazael se sintió incómodo.* Así que el hombre de Dios se puso a llorar.
2Re 8:12 —¿Qué pasa, mi señor? —le preguntó Hazael. —Yo sé las cosas terribles que tú le harás al pueblo de Israel —contestó Eliseo—. ¡Quemarás sus ciudades fortificadas, matarás a sus muchachos a filo de espada, estrellarás a sus niños contra el suelo y abrirás el vientre a sus mujeres embarazadas!
2Re 8:13 Entonces Hazael le dijo: —¿Cómo podría un don nadie como yo* hacer cosas tan grandes como esas? Eliseo le contestó: —El SEÑOR me ha mostrado que tú serás rey de Aram.
2Re 8:14 Cuando Hazael se despidió de Eliseo y regresó, el rey le preguntó: —¿Qué te dijo Eliseo? —Me dijo que es seguro que te recuperarás —contestó Hazael.
2Re 8:15 Ahora bien, al día siguiente, Hazael agarró una manta, la empapó en agua y se la puso al rey sobre la cara hasta que murió. Entonces Hazael pasó a ser el siguiente rey de Aram.
2Re 8:16 Yoram, hijo del rey Josafat de Judá, comenzó a gobernar Judá durante el quinto año del reinado de Joram, hijo de Acab, rey de Israel.
2Re 8:17 Yoram tenía treinta y dos años cuando subió al trono, y reinó en Jerusalén ocho años.
2Re 8:18 Sin embargo, siguió el ejemplo de los reyes de Israel y fue tan perverso como el rey Acab, porque se había casado con una de las hijas de Acab. Así que Yoram hizo lo malo a los ojos del SEÑOR.
2Re 8:19 El SEÑOR no quiso destruir a Judá porque había hecho un pacto con David y le había prometido que sus descendientes seguirían gobernando, como una lámpara que brilla para siempre.
2Re 8:20 Durante el reinado de Yoram, los edomitas se rebelaron contra Judá y coronaron a su propio rey.
2Re 8:21 Entonces Yoram* marchó con todos sus carros de guerra a atacar la ciudad de Zair.* Los edomitas rodearon a Yoram y a los comandantes de sus carros de guerra, pero él los atacó* de noche al abrigo de la oscuridad. Sin embargo, el ejército de Yoram lo abandonó y los soldados huyeron a sus casas.
2Re 8:22 Así que Edom ha sido independiente de Judá hasta el día de hoy. La ciudad de Libna también se rebeló por ese mismo tiempo.
2Re 8:23 Los demás acontecimientos del reinado de Yoram y todo lo que hizo están registrados en El libro de la historia de los reyes de Judá .
2Re 8:24 Cuando Yoram murió, lo enterraron con sus antepasados en la ciudad de David. Luego su hijo Ocozías lo sucedió en el trono.
2Re 8:25 Ocozías, hijo de Yoram, comenzó a gobernar Judá durante el año doce del reinado de Joram, hijo de Acab, rey de Israel.
2Re 8:26 Ocozías tenía veintidós años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén un año. Su madre se llamaba Atalía y era nieta del rey Omrí de Israel.
2Re 8:27 Ocozías siguió el mal ejemplo de la familia del rey Acab. Hizo lo malo a los ojos del SEÑOR, igual que la familia de Acab, pues eran parientes políticos.
2Re 8:28 Ocozías se unió a Joram, hijo de Acab, rey de Israel, en su guerra contra el rey Hazael de Aram, en Ramot de Galaad. Cuando los arameos hirieron al rey Joram en batalla,
2Re 8:29 él regresó a Jezreel para recuperarse de las heridas que había recibido en Ramot.* Como Joram estaba herido, el rey Ocozías de Judá fue a visitarlo a Jezreel.
2Re 9:1 Mientras tanto, el profeta Eliseo mandó llamar a un miembro del grupo de profetas. «Prepárate para viajar* —le dijo—, y llévate este frasco de aceite de oliva. Ve a Ramot de Galaad,
2Re 9:2 y busca a Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsi. Llévalo a un cuarto privado, lejos de sus amigos,
2Re 9:3 y derrama el aceite sobre su cabeza. Dile: “Esto dice el SEÑOR: ‘Yo te unjo para que seas rey de Israel’ ”. Luego abre la puerta ¡y corre por tu vida!».
2Re 9:4 Entonces el joven profeta hizo lo que se le indicó y fue a Ramot de Galaad.
2Re 9:5 Cuando llegó, encontró a Jehú sentado junto con otros oficiales del ejército. —Tengo un mensaje para usted, comandante —le dijo. —¿Para quién de nosotros? —preguntó Jehú. —Para usted, comandante —le contestó.
2Re 9:6 Entonces Jehú dejó a los otros y entró en la casa. Acto seguido, el joven profeta derramó el aceite sobre la cabeza de Jehú y dijo: «Esto es lo que el SEÑOR, Dios de Israel dice: “Yo te unjo rey del pueblo del SEÑOR, Israel.
2Re 9:7 Tú destruirás a la familia de Acab, tu amo. Así vengaré el asesinato de mis profetas y de todos los siervos del SEÑOR a quienes Jezabel mató.
2Re 9:8 Es preciso que toda la familia de Acab sea aniquilada. Destruiré a cada uno de sus descendientes varones, tanto esclavos como libres, en todo Israel.
2Re 9:9 Destruiré a la familia de Acab así como destruí a las familias de Jeroboam, hijo de Nabat, y de Baasa, hijo de Ahías.
2Re 9:10 Los perros se comerán a Jezabel, la esposa de Acab, en la parcela en Jezreel, y nadie la enterrará”». Enseguida el joven profeta abrió la puerta y salió corriendo.
2Re 9:11 Jehú regresó a donde estaban los otros oficiales y uno de ellos le preguntó: —¿Qué quería ese loco? ¿Está todo bien? —Ya sabes cómo parlotea un hombre de esos —contestó Jehú.
2Re 9:12 —Estás ocultando algo —le dijeron ellos—, cuéntanos. Entonces Jehú les contó: —Él me dijo: “Esto dice el SEÑOR: ‘Yo te he ungido para que seas rey de Israel’ ”.
2Re 9:13 Enseguida ellos tendieron sus capas sobre las gradas y tocaron el cuerno de carnero mientras gritaban: «¡Jehú es rey!».
2Re 9:14 Entonces Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsi, encabezó una conspiración contra el rey Joram. (Joram había estado con el ejército en Ramot de Galaad, defendiendo a Israel contra las fuerzas del rey Hazael de Aram;
2Re 9:15 pero el rey Joram* fue herido durante la batalla y regresó a Jezreel para recuperarse). Así que Jehú dijo a sus hombres: «Si ustedes quieren que yo sea rey, no dejen que nadie salga de la ciudad y vaya a Jezreel para informar lo que hemos hecho».
2Re 9:16 Entonces Jehú subió a un carro de guerra y fue a Jezreel a buscar al rey Joram, quien estaba allí, acostado y herido. El rey Ocozías de Judá también se encontraba allí porque había ido a visitarlo.
2Re 9:17 Cuando el centinela de la torre de Jezreel divisó a Jehú y a sus acompañantes acercándose, gritó a Joram: —¡Una compañía de soldados se aproxima! —Manda a un jinete a preguntarles si vienen en son de paz —ordenó el rey Joram.
2Re 9:18 Así que salió un jinete al encuentro de Jehú y le dijo: —El rey quiere saber si vienes en son de paz. —¿Y tú qué sabes de paz? —preguntó Jehú—. ¡Únete a nosotros! Entonces el centinela gritó al rey: «¡El mensajero llegó hasta ellos, pero no regresa!».
2Re 9:19 De modo que el rey envió a un segundo jinete, el cual cabalgó hasta donde ellos estaban y les dijo: —El rey quiere saber si vienen en son de paz. Y otra vez Jehú respondió: —¿Y tú que sabes de paz? ¡Únete a nosotros!
2Re 9:20 El centinela exclamó: «¡El mensajero llegó hasta ellos, pero tampoco regresa! Debe ser Jehú, el hijo de Nimsi, porque conduce como un loco».
2Re 9:21 «¡Rápido! ¡Preparen mi carro!», ordenó el rey Joram. Entonces el rey Joram de Israel y el rey Ocozías de Judá salieron en sus carros de guerra a encontrarse con Jehú. Dieron con él en la parcela que había pertenecido a Nabot de Jezreel.
2Re 9:22 El rey Joram preguntó: —¿Vienes en son de paz, Jehú? —¿Cómo puede haber paz cuando la idolatría y la brujería de tu madre, Jezabel, están por todas partes? —contestó Jehú.
2Re 9:23 Entonces el rey Joram, dando vuelta a sus caballos* para huir, le gritó a Ocozías: «¡Traición, Ocozías!».
2Re 9:24 Jehú tensó su arco y le disparó a Joram entre los hombros. La flecha le atravesó el corazón, y Joram cayó muerto dentro de su carro.
2Re 9:25 Luego Jehú le dijo a su oficial, Bidcar: «Arrójenlo en la parcela que perteneció a Nabot de Jezreel. ¿Recuerdas cuando tú y yo íbamos a caballo detrás de su padre, Acab? El SEÑOR declaró este mensaje en su contra cuando dijo:
2Re 9:26 “Juro solemnemente, dice el SEÑOR, que en esta misma parcela le daré su merecido por el asesinato que vi ayer de Nabot y de sus hijos”. Así que tírenlo en la propiedad de Nabot, tal como dijo el SEÑOR».
2Re 9:27 Al ver lo que pasaba, el rey Ocozías de Judá huyó por el camino que lleva a Bet-hagan. Entonces Jehú lo siguió gritando: «¡Dispárenle a él también!». Así que hirieron a Ocozías mientras escapaba en su carro de guerra en la cuesta de Gur, cerca de Ibleam. Pudo llegar hasta Meguido, pero allí murió.
2Re 9:28 Sus sirvientes lo llevaron en el carro de guerra hasta Jerusalén, donde lo enterraron junto a sus antepasados, en la Ciudad de David.
2Re 9:29 Ocozías había comenzado a reinar en Judá durante el año once del reinado de Joram, hijo de Acab.
2Re 9:30 Cuando Jezabel, la reina madre, supo que Jehú había llegado a Jezreel, se pintó los párpados, se arregló el cabello y se sentó frente a una ventana.
2Re 9:31 Cuando Jehú entró por la puerta del palacio, ella le gritó: «¿Has venido en son de paz, asesino? ¡Tú eres igual a Zimri, quien mató a su amo!».*
2Re 9:32 Jehú levantó la vista, la vio en la ventana y gritó: «¿Quién está de mi lado?». Entonces dos o tres eunucos se asomaron a verlo.
2Re 9:33 «¡Tírenla abajo!», gritó Jehú. Así que la arrojaron por la ventana, y su sangre salpicó la pared y los caballos; y Jehú pisoteó el cuerpo de Jezabel con las patas de sus caballos.
2Re 9:34 Luego Jehú entró al palacio, comió y bebió. Después de un rato dijo: «Que alguien se encargue de enterrar a esa maldita mujer, porque era hija de un rey»;
2Re 9:35 pero cuando fueron a enterrarla, sólo encontraron el cráneo, los pies y las manos.
2Re 9:36 Cuando regresaron y le contaron a Jehú, él declaró: «Eso cumple el mensaje que el SEÑOR dio por medio de su siervo Elías de Tisbé, quien dijo: “Los perros se comerán el cuerpo de Jezabel en la parcela de Jezreel.
2Re 9:37 Sus restos quedarán desparramados como estiércol en la parcela de Jezreel, para que nadie pueda reconocerla”».

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