APOSENTO ALTO

lunes, 12 de junio de 2017

LECTURA BÍBLICA 12 DE JUNIO

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    4:13-30

Luc 4:13 Cuando el diablo terminó de tentar a Jesús, lo dejó hasta la siguiente oportunidad.
Luc 4:14 Entonces Jesús regresó a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo. Las noticias acerca de él corrieron rápidamente por toda la región.
Luc 4:15 Enseñaba con frecuencia en las sinagogas y todos lo elogiaban.
Luc 4:16 Cuando llegó a Nazaret, la aldea donde creció, fue como de costumbre a la sinagoga el día de descanso y se puso de pie para leer las Escrituras.
Luc 4:17 Le dieron el rollo del profeta Isaías. Jesús lo desenrolló y encontró el lugar donde está escrito lo siguiente:
Luc 4:18 «El Espíritu del SEÑOR está sobre mí, porque me ha ungido para llevar la Buena Noticia a los pobres. Me ha enviado a proclamar que los cautivos serán liberados, que los ciegos verán, que los oprimidos serán puestos en libertad,
Luc 4:19 y que ha llegado el tiempo del favor del SEÑOR»*.
Luc 4:20 Lo enrolló de nuevo, se lo entregó al ayudante y se sentó. Todas las miradas en la sinagoga se fijaron en él.
Luc 4:21 Después Jesús comenzó a hablarles: «La Escritura que acaban de oír, ¡se ha cumplido este mismo día!».
Luc 4:22 Todos hablaban bien de él y estaban asombrados de la gracia con la que salían las palabras de su boca. «¿Cómo puede ser? —preguntaban —. ¿No es éste el hijo de José?».
Luc 4:23 Entonces Jesús les dijo: «Seguramente ustedes me citarán el proverbio que dice: “Médico, cúrate a ti mismo” para decirme: “Haz milagros aquí en tu propio pueblo como los que hiciste en Capernaúm.”
Luc 4:24 Pero les digo la verdad, ningún profeta es aceptado en su propio pueblo.
Luc 4:25 »Sin duda había muchas viudas necesitadas en Israel en el tiempo de Elías, cuando los cielos se cerraron por tres años y medio y un hambre terrible devastó la tierra.
Luc 4:26 Sin embargo, Elías no fue enviado a ninguna de ellas. En cambio, lo enviaron a una extranjera, a una viuda de Sarepta en la tierra de Sidón.
Luc 4:27 También había muchos leprosos en Israel en el tiempo del profeta Eliseo, pero el único sanado fue Naamán, un sirio».
Luc 4:28 Al oír eso la gente de la sinagoga se puso furiosa.
Luc 4:29 Se levantaron de un salto, lo atacaron y lo llevaron a la fuerza hasta el borde del cerro sobre el cual estaba construida la ciudad. Querían arrojarlo por el precipicio,
Luc 4:30 pero él pasó por en medio de la multitud y siguió su camino.





EFESIOS 6:1-9

Efe 6:1 Hijos, obedezcan a sus padres porque ustedes pertenecen al Señor,* pues esto es lo correcto.
Efe 6:2 «Honra a tu padre y a tu madre». Ése es el primer mandamiento que contiene una promesa:
Efe 6:3 si honras a tu padre y a tu madre, «te irá bien y tendrás una larga vida en la tierra»*.
Efe 6:4 Padres,* no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan. Más bien, críenlos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor.
Efe 6:5 Esclavos, obedezcan a sus amos terrenales con profundo respeto y temor. Sírvanlos con sinceridad, tal como servirían a Cristo.
Efe 6:6 Traten de agradarlos todo el tiempo, no sólo cuando ellos los observan. Como esclavos de Cristo, hagan la voluntad de Dios con todo el corazón.
Efe 6:7 Trabajen con entusiasmo, como si lo hicieran para el Señor y no para la gente.
Efe 6:8 Recuerden que el Señor recompensará a cada uno de nosotros por el bien que hagamos, seamos esclavos o libres.
Efe 6:9 Y ustedes, amos, traten a sus esclavos de la misma manera. No los amenacen; recuerden que ambos tienen el mismo Amo en el cielo, y él no tiene favoritos.





SALMO 119:89-96

Sal 119:89
Lámed
Tu eterna palabra, oh SEÑOR, se mantiene firme en el cielo.
Sal 119:90 Tu fidelidad se extiende a cada generación, y perdura igual que la tierra que creaste.
Sal 119:91 Tus ordenanzas siguen siendo verdad hasta el día de hoy, porque todo está al servicio de tus planes.
Sal 119:92 Si tus enseñanzas no me hubieran sostenido con alegría, ya habría muerto en mi sufrimiento.
Sal 119:93 Jamás olvidaré tus mandamientos, pues por medio de ellos me diste vida.
Sal 119:94 Soy tuyo, ¡rescátame!, porque me he esforzado mucho en obedecer tus mandamientos.
Sal 119:95 Aunque los malvados se escondan por el camino para matarme, con calma, mantendré mi mente puesta en tus leyes.
Sal 119:96 Aun la perfección tiene sus límites, pero tus mandatos no tienen límite.




LECTURA PARA LA NOCHE

1 REYES    19-20

1Re 19:1 Cuando Acab llegó a su casa, le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho, incluso la manera en que había matado a todos los profetas de Baal.
1Re 19:2 Entonces Jezabel le mandó este mensaje a Elías: «Que los dioses me hieran e incluso me maten si mañana a esta hora yo no te he matado, así como tú los mataste a ellos».
1Re 19:3 Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Se fue a Beerseba, una ciudad de Judá, y dejó allí a su sirviente.
1Re 19:4 Luego siguió solo todo el día hasta llegar al desierto. Se sentó bajo un solitario árbol de retama y pidió morirse: «Basta ya, SEÑOR; quítame la vida, porque no soy mejor que mis antepasados que ya murieron».
1Re 19:5 Entonces se acostó y durmió debajo del árbol. Mientras dormía, un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate y come!».
1Re 19:6 Elías miró a su alrededor, y cerca de su cabeza había un poco de pan horneado sobre piedras calientes y un jarro de agua. Así que comió y bebió, y volvió a acostarse.
1Re 19:7 Entonces el ángel del SEÑOR regresó, lo tocó y le dijo: «Levántate y come un poco más, de lo contrario, el viaje que tienes por delante será demasiado para ti».
1Re 19:8 Entonces se levantó, comió y bebió, y la comida le dio fuerza suficiente para viajar durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al monte Sinaí,* la montaña de Dios.
1Re 19:9 Allí llegó a una cueva, donde pasó la noche. Entonces el SEÑOR le dijo a Elías: —¿Qué haces aquí, Elías?
1Re 19:10 —He servido con gran celo al SEÑOR Dios Todopoderoso —respondió Elías—; pero el pueblo de Israel ha roto su pacto contigo, derribó tus altares y mató a cada uno de tus profetas. Yo soy el único que queda con vida, y ahora me buscan para matarme a mí también.
1Re 19:11 El SEÑOR le dijo: —Sal y ponte de pie delante de mí, en la montaña. Mientras Elías estaba de pie allí, el SEÑOR pasó, y un viento fuerte e impetuoso azotó la montaña. La ráfaga fue tan tremenda que las rocas se aflojaron, pero el SEÑOR no estaba en el viento. Después del viento hubo un terremoto, pero el SEÑOR no estaba en el terremoto.
1Re 19:12 Pasado el terremoto hubo un incendio, pero el SEÑOR no estaba en el incendio. Y después del incendio hubo un suave susurro.
1Re 19:13 Cuando Elías lo oyó, se cubrió la cara con su capa, salió y se paró a la entrada de la cueva. Entonces una voz le dijo: —¿Qué haces aquí, Elías?
1Re 19:14 Él volvió a responder: —He servido con gran celo al SEÑOR Dios Todopoderoso; pero el pueblo de Israel ha roto su pacto contigo, derribó tus altares y mató a cada uno de tus profetas. Yo soy el único que queda con vida, y ahora me buscan para matarme a mí también.
1Re 19:15 Entonces el SEÑOR le dijo: —Regresa por el mismo camino que viniste y sigue hasta el desierto de Damasco. Cuando llegues allí, unge a Hazael para que sea rey de Aram.
1Re 19:16 Después unge a Jehú, nieto de Nimsi,* para que sea rey de Israel; y unge a Eliseo, hijo de Safat, de la tierra de Abel-mehola, para que tome tu lugar como mi profeta.
1Re 19:17 ¡A cualquiera que escape de Hazael, Jehú lo matará; y a los que escapen de Jehú, Eliseo los matará!
1Re 19:18 Sin embargo, preservaré a otros siete mil en Israel, ¡quienes nunca se han inclinado ante Baal ni lo han besado!
1Re 19:19 Entonces Elías fue y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando un campo. Había doce pares de bueyes en el campo, y Eliseo araba con el último par. Elías se acercó a él, le echó su capa sobre los hombros y siguió caminando.
1Re 19:20 Eliseo dejó los bueyes donde estaban, salió corriendo detrás de Elías y le dijo: —Deje que primero me despida de mis padres con un beso y luego iré con usted. Elías respondió: —Regresa, pero piensa en lo que te hice.
1Re 19:21 Entonces Eliseo regresó a donde estaban sus bueyes y los mató. Con la madera del arado hizo una fogata para asar la carne. Repartió la carne asada entre la gente del pueblo, y todos comieron. Después se fue con Elías como su ayudante.
1Re 20:1 Por ese tiempo, Ben-adad, rey de Aram, movilizó a su ejército con el apoyo de treinta y dos reyes aliados, sus carros de guerra y sus caballos. Sitiaron a Samaria, la capital de Israel, y lanzaron ataques contra la ciudad.
1Re 20:2 Ben-adad envió mensajeros a la ciudad para que transmitieran el siguiente mensaje al rey Acab de Israel: «Ben-adad dice:
1Re 20:3 “¡Tu plata y tu oro son míos, igual que tus esposas y tus mejores hijos!”».
1Re 20:4 «Está bien, mi señor el rey —respondió el rey de Israel—. ¡Todo lo que tengo es tuyo!».
1Re 20:5 Pronto los mensajeros de Ben-adad regresaron y dijeron: «Ben-adad dice: “Ya te he exigido que me des tu plata, tu oro, tus esposas y tus hijos;
1Re 20:6 pero mañana a esta hora, enviaré a mis funcionarios a registrar tu palacio y las casas de tus funcionarios. ¡Se llevarán todo lo que más valoras!”».
1Re 20:7 Entonces Acab mandó llamar a todos los ancianos del reino y les dijo: —¡Miren cómo este hombre está causando problemas! Ya accedí a su exigencia de darle mis esposas, mis hijos, mi plata y mi oro.
1Re 20:8 —No cedas ante ninguna otra de sus exigencias —le aconsejaron todos los ancianos y todo el pueblo.
1Re 20:9 Así que Acab dijo a los mensajeros de Ben-adad: «Díganle esto a mi señor el rey: “Te daré todo lo que pediste la primera vez, pero no puedo aceptar tu última exigencia”». Entonces los mensajeros le llevaron la respuesta a Ben-adad.
1Re 20:10 Con eso Ben-adad le envió otro mensaje a Acab, que decía: «Que los dioses me hieran e incluso me maten si de Samaria queda polvo suficiente para darle un puñado a cada uno de mis soldados».
1Re 20:11 El rey de Israel le envió esta respuesta: «Un guerrero que está preparandose con su espada para salir a pelear no debería presumir como un guerrero que ya ganó».
1Re 20:12 Ben-adad y los otros reyes recibieron la respuesta de Acab mientras bebían en sus carpas.* «¡Prepárense para atacar!», ordenó Ben-adad a sus oficiales. Entonces se prepararon para atacar la ciudad.
1Re 20:13 Entonces un profeta fue a ver a Acab, rey de Israel, y le dijo: —Esto dice el SEÑOR: “¿Ves todas esas fuerzas enemigas? Hoy las entregaré en tus manos. Así sabrás que yo soy el SEÑOR”.
1Re 20:14 —¿Cómo lo hará? —preguntó Acab. El profeta contestó: —Esto dice el SEÑOR: “Lo harán las tropas de los comandantes provinciales”. —¿Debemos atacar nosotros primero? —preguntó Acab. —Sí —contestó el profeta.
1Re 20:15 Entonces Acab reunió a las tropas de los doscientos treinta y dos comandantes de las provincias. Luego llamó al resto del ejército de Israel, unos siete mil hombres.
1Re 20:16 Cerca del mediodía, mientras Ben-adad y los treinta y dos reyes aliados aún estaban en sus carpas bebiendo hasta emborracharse,
1Re 20:17 el primer contingente, formado por las tropas de los comandantes provinciales, avanzó desde la ciudad. Mientras se acercaban, la patrulla de avanzada que había mandado Ben-adad le informó: —Unas tropas avanzan desde Samaria.
1Re 20:18 —Tráiganlos vivos —ordenó Ben-adad—, ya sea que vengan en son de paz o de guerra.
1Re 20:19 Ahora bien, los comandantes de las provincias de Acab junto con todo el ejército habían salido a pelear.
1Re 20:20 Cada soldado israelita mató a su oponente arameo, y de pronto todo el ejército arameo sintió pánico y huyó. Los israelitas persiguieron a los arameos, pero el rey Ben-adad y algunos de sus conductores de carros escaparon a caballo.
1Re 20:21 Sin embargo, el rey de Israel destruyó al resto de los caballos y carros de guerra y masacró a los arameos.
1Re 20:22 Después el profeta le dijo al rey Acab: «Prepárate para otro ataque; empieza a planificar desde ahora, porque el rey de Aram regresará la próxima primavera».*
1Re 20:23 Después de la derrota, los oficiales de Ben-adad le dijeron: «Los dioses de los israelitas son dioses de las montañas, por eso ganaron; pero podemos vencerlos fácilmente en las llanuras.
1Re 20:24 ¡Sólo que esta vez reemplaza a los reyes con generales!
1Re 20:25 Recluta otro ejército como el que perdiste. Consíguenos la misma cantidad de caballos, carros de guerra y hombres, y nosotros pelearemos contra los israelitas en las llanuras. Sin duda los venceremos». Así que el rey Ben-adad hizo lo que ellos le sugirieron.
1Re 20:26 La primavera siguiente, llamó al ejército arameo y avanzó contra Israel, pero esta vez en Afec.
1Re 20:27 Entonces Israel reunió a su ejército, montó líneas de abastecimiento y salió a pelear. Pero el ejército de Israel parecía dos pequeños rebaños de cabras en comparación con el inmenso ejército arameo, ¡que llenaba la campiña!
1Re 20:28 Entonces el hombre de Dios fue a ver al rey de Israel y le dijo: «Esto dice el SEÑOR: “Los arameos han dicho: ‘El SEÑOR es un dios de las montañas y no de las llanuras’. Así que derrotaré a este gran ejército por ti. Entonces sabrás que yo soy el SEÑOR”».
1Re 20:29 Los dos ejércitos acamparon, uno frente al otro, durante siete días. El séptimo día comenzó la batalla. En un solo día los israelitas mataron a cien mil soldados arameos de infantería.
1Re 20:30 El resto huyó a la ciudad de Afec, pero la muralla les cayó encima y mató a otros veintisiete mil de ellos. Ben-adad huyó a la ciudad y se escondió en un cuarto secreto.
1Re 20:31 Los oficiales de Ben-adad le dijeron: «Hemos oído, señor, que los reyes de Israel son compasivos. Entonces pongámonos tela áspera alrededor de la cintura y sogas en la cabeza en señal de humillación, y rindámonos ante el rey de Israel. Tal vez así le perdone la vida».
1Re 20:32 Entonces se pusieron tela áspera y sogas, y fueron a ver al rey de Israel, a quien le suplicaron: —Su siervo Ben-adad dice: “Le ruego que me perdone la vida”. El rey de Israel respondió: —¿Todavía vive? ¡Él es mi hermano!
1Re 20:33 Los hombres tomaron la respuesta como una buena señal y, aprovechando esas palabras, enseguida le respondieron: —¡Sí, su hermano Ben-adad! —¡Vayan a traerlo! —les dijo el rey de Israel. Cuando Ben-adad llegó, Acab lo invitó a subir a su carro de guerra.
1Re 20:34 Ben-adad le dijo: —Te devolveré las ciudades que mi padre le quitó a tu padre, y puedes establecer lugares de comercio en Damasco, como hizo mi padre en Samaria. Entonces Acab le dijo: —Te dejaré en libertad con estas condiciones. Así que hicieron un nuevo tratado y Ben-adad quedó en libertad.
1Re 20:35 Mientras tanto, el SEÑOR le ordenó a un miembro del grupo de profetas que le dijera a otro: «¡Golpéame!»; pero el hombre se negó a golpearlo.
1Re 20:36 Entonces el profeta le dijo: «Como no obedeciste la voz del SEÑOR, un león te matará apenas te separes de mí». Cuando el hombre se fue, sucedió que un león lo atacó y lo mató.
1Re 20:37 Luego el profeta se dirigió a otro hombre y le dijo: «¡Golpéame!». Así que el hombre lo golpeó y lo hirió.
1Re 20:38 El profeta se puso una venda en los ojos para que no lo reconocieran y se quedó junto al camino, esperando al rey.
1Re 20:39 Cuando el rey pasó, el profeta lo llamó: —Señor, yo estaba en lo más reñido de la batalla, cuando de pronto un hombre me trajo un prisionero y me dijo: “Vigila a este hombre; si por alguna razón se te escapa, ¡pagarás con tu vida o con una multa de treinta y cuatro kilos* de plata!”;
1Re 20:40 pero mientras yo estaba ocupado en otras cosas, ¡el prisionero desapareció! —Bueno, fue tu culpa —respondió el rey—. Tú mismo has firmado tu propia sentencia.
1Re 20:41 Enseguida el profeta se quitó la venda de los ojos, y el rey lo reconoció como uno de los profetas.
1Re 20:42 El profeta le dijo: —Esto dice el SEÑOR: “Por haberle perdonado la vida al hombre que yo dije que había que destruir* ahora tú morirás en su lugar, y tu pueblo morirá en lugar de su pueblo”.
1Re 20:43 Entonces el rey de Israel volvió a su casa en Samaria, enojado y de mal humor.

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