APOSENTO ALTO

domingo, 18 de junio de 2017

LECTURA BÍBLICA 18 DE JUNIO

LECTURA PARA LA MAÑANA

LUCAS    5:27-32

Luc 5:27 Tiempo después, al salir de la ciudad, Jesús vio a un cobrador de impuestos llamado Leví sentado en su cabina de cobrador. «Sígueme y sé mi discípulo», le dijo Jesús.
Luc 5:28 Entonces Leví se levantó, dejó todo y lo siguió.
Luc 5:29 Más tarde, Leví dio un banquete en su casa, con Jesús como invitado de honor. Muchos de los cobradores de impuestos, compañeros de Leví, y otros invitados comieron con ellos.
Luc 5:30 Pero los fariseos y los maestros de la ley religiosa les reclamaron severamente a los discípulos de Jesús diciéndoles: «¿Por qué comen y beben con semejante escoria*?».
Luc 5:31 Jesús les contestó: «La gente sana no necesita médico, los enfermos sí.
Luc 5:32 No he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que son pecadores y necesitan arrepentirse».







FILIPENSES 2:12-18

Flp 2:12 Queridos amigos, siempre siguieron mis instrucciones cuando estaba con ustedes. Y, ahora que estoy lejos, es aún más importante que lo hagan. Esfuércense por demostrar los resultados de su salvación obedeciendo a Dios con profunda reverencia y temor.
Flp 2:13 Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada.
Flp 2:14 Hagan todo sin quejarse y sin discutir,
Flp 2:15 para que nadie pueda criticarlos. Lleven una vida limpia e inocente como corresponde a hijos de Dios y brillen como luces radiantes en un mundo lleno de gente perversa y corrupta.
Flp 2:16 Aférrense a la palabra de vida; entonces, el día que Cristo vuelva, me sentiré orgulloso de no haber corrido la carrera en vano y de que mi trabajo no fue inútil.
Flp 2:17 Sin embargo, me alegraré aun si tengo que perder la vida derramándola como ofrenda líquida a Dios,* así como el fiel servicio de ustedes también es una ofrenda a Dios. Y quiero que todos ustedes participen de esta alegría.
Flp 2:18 Claro que sí, deberían alegrarse, y yo me gozaré con ustedes.




SALMO 119:137-144

Sal 119:137
Tsade
Oh SEÑOR, tú eres recto, y tus ordenanzas son justas.
Sal 119:138 Tus leyes son perfectas y absolutamente confiables.
Sal 119:139 La indignación me agobia, porque mis enemigos despreciaron tus palabras.
Sal 119:140 Tus promesas fueron sometidas a una prueba rigurosa; por eso las amo tanto.
Sal 119:141 Soy insignificante y despreciado, pero no olvido tus mandamientos.
Sal 119:142 Tu justicia es eterna, y tus enseñanzas son totalmente ciertas.
Sal 119:143 Cuando la presión y el estrés se me vienen encima, yo encuentro alegría en tus mandatos.
Sal 119:144 Tus leyes siempre tienen razón; ayúdame a entenderlas para poder vivir.






LECTURA PARA LA NOCHE

2 REYES    10-11

2Re 10:1 Acab tenía setenta hijos que vivían en la ciudad de Samaria. Así que Jehú escribió cartas y las envió a Samaria, a los ancianos y funcionarios de la ciudad* y a los tutores de los hijos de Acab. Les escribió:
2Re 10:2 «Los hijos del rey están con ustedes y ustedes tienen a su disposición carros de guerra, caballos, armas y una ciudad fortificada. En cuanto reciban esta carta,
2Re 10:3 escojan al más competente de los hijos de su amo para que sea su rey y prepárense para pelear por la dinastía de Acab».
2Re 10:4 Entonces se paralizaron de miedo y dijeron: «¡Hemos visto que dos reyes no pudieron contra este hombre! ¿Qué podemos hacer nosotros?».
2Re 10:5 Así que los administradores del palacio y de la ciudad, junto con los ancianos y con los tutores de los hijos del rey, enviaron el siguiente mensaje a Jehú: «Somos sus sirvientes y haremos todo lo que nos diga. No proclamaremos rey a nadie; haga lo que mejor le parezca».
2Re 10:6 Jehú respondió con una segunda carta: «Si ustedes están de mi lado y van a obedecerme, tráiganme a Jezreel la cabeza de cada uno de los hijos de su amo mañana, a esta hora». Los setenta hijos del rey estaban al cuidado de los líderes de Samaria, en donde se les había criado desde la niñez.
2Re 10:7 Cuando llegó la carta, los líderes mataron a los setenta hijos del rey; pusieron las cabezas en canastos y se las entregaron a Jehú, quien estaba en Jezreel.
2Re 10:8 Un mensajero fue a ver a Jehú y le dijo: —Han traído las cabezas de los hijos del rey. Entonces Jehú ordenó: —Apílenlas en dos montones a la entrada de la puerta de la ciudad y déjenlas allí hasta la mañana.
2Re 10:9 Al día siguiente, Jehú salió y habló a la multitud que se había juntado: «Ustedes no tienen la culpa —les dijo—. Yo soy el que conspiró contra mi amo y lo mató; pero ¿quién mató a todos estos?
2Re 10:10 No tengan duda de que se cumplirá el mensaje que el SEÑOR dio acerca de la familia de Acab. El SEÑOR declaró por medio de su siervo Elías que esto sucedería».
2Re 10:11 Después Jehú mató a los demás parientes de Acab que vivían en Jezreel, a todos sus funcionarios importantes, a sus amigos personales y a sus sacerdotes. Así fue cómo a Acab no le quedó ningún descendiente.
2Re 10:12 Entonces Jehú partió hacia Samaria. En el camino, mientras estaba en Bet-eked de los Pastores,
2Re 10:13 se cruzó con unos parientes del rey Ocozías, de Judá. —¿Quiénes son ustedes? —les preguntó. Y ellos contestaron: —Somos parientes del rey Ocozías. Vamos a visitar a los hijos del rey Acab y a los hijos de la reina madre.
2Re 10:14 «¡Tráiganlos vivos!», gritó Jehú a sus hombres. Así que los capturaron, cuarenta y dos en total, y los mataron junto al pozo de Bet-eked. No escapó ninguno.
2Re 10:15 Cuando Jehú salió de allí, encontró a Jonadab, hijo de Recab, quien venía a su encuentro. Después de saludarse, Jehú le dijo: —¿Me eres tan leal como yo lo soy contigo? —Sí, lo soy —contestó Jonadab. —Si lo eres —dijo Jehú—, entonces estréchame la mano. Jonadab le dio la mano y Jehú lo ayudó a subirse al carro.
2Re 10:16 Luego Jehú le dijo: —Ven conmigo y verás lo dedicado que soy al SEÑOR. Y Jonadab lo acompañó en su carro.
2Re 10:17 Cuando Jehú llegó a Samaria, mató a todos los que quedaban de la familia de Acab, tal como el SEÑOR había prometido por medio de Elías.
2Re 10:18 Luego Jehú convocó a una reunión a toda la gente de la ciudad y les dijo: «¡La forma en que Acab le rindió culto a Baal no fue nada en comparación con la forma en que yo voy a rendirle culto!
2Re 10:19 Por lo tanto, manden llamar a todos los profetas y a los que veneran a Baal y reúnan a todos sus sacerdotes. Asegúrense de que vengan todos, porque voy a ofrecer un gran sacrificio a Baal. Cualquiera que no venga será ejecutado»; pero el astuto plan de Jehú consistía en destruir a todos los que rendían culto a Baal.
2Re 10:20 Después Jehú ordenó: «¡Preparen una asamblea solemne para rendir culto a Baal!». Así que lo hicieron.
2Re 10:21 Mandó mensajeros por todo Israel para convocar a los que veneraban a Baal. Asistieron todos —no faltó ninguno— y llenaron el templo de Baal de un extremo al otro.
2Re 10:22 Entonces Jehú le indicó al encargado del guardarropa: «Asegúrate de que todos los que rinden culto a Baal tengan puesto uno de estos mantos». Así que a cada uno de ellos se le dio un manto.
2Re 10:23 Después Jehú entró al templo de Baal con Jonadab, hijo de Recab, y les dijo a los que veneraban a Baal: «Asegúrense de que aquí no haya nadie que adora al SEÑOR, sólo los que rinden culto a Baal».
2Re 10:24 Así que estaban todos adentro del templo para ofrecer sacrificios y ofrendas quemadas. Ahora bien, Jehú había puesto a ochenta de sus hombres fuera del edificio y les había advertido: «Si dejan que alguno se escape, pagarán con su propia vida».
2Re 10:25 Apenas Jehú terminó de sacrificar la ofrenda quemada, les ordenó a sus guardias y oficiales: «¡Entren y mátenlos a todos! ¡Que no escape nadie!». Así que los guardias y oficiales los mataron a filo de espada y arrastraron los cuerpos fuera.* Luego los hombres de Jehú entraron en la fortaleza más recóndita* del templo de Baal
2Re 10:26 y sacaron a rastras la columna sagrada* que se usaba para rendir culto a Baal y la quemaron.
2Re 10:27 Destrozaron la columna sagrada, demolieron el templo de Baal y lo convirtieron en un baño público; y así quedó hasta el día de hoy.
2Re 10:28 De esa forma, Jehú destruyó todo rastro del culto a Baal en Israel.
2Re 10:29 Sin embargo, no destruyó los becerros de oro que estaban en Betel y en Dan, con los cuales Jeroboam, hijo de Nabat, había hecho pecar a Israel.
2Re 10:30 No obstante, el SEÑOR le dijo a Jehú: «Hiciste bien al seguir mis instrucciones de destruir a la familia de Acab. Por lo tanto, tus descendientes serán reyes de Israel hasta la cuarta generación»;
2Re 10:31 pero Jehú no obedeció con todo el corazón la ley del SEÑOR, Dios de Israel. Se negó a abandonar los pecados que Jeroboam hizo cometer a Israel.
2Re 10:32 Por ese tiempo, el SEÑOR comenzó a reducir el tamaño del territorio de Israel. El rey Hazael conquistó varias regiones del país
2Re 10:33 al oriente del río Jordán, entre ellas, toda la tierra de Galaad, de Gad, de Rubén y de Manasés. El área que conquistó se extendía desde la ciudad de Aroer, cerca del valle del Arnón, hasta tan al norte como Galaad y Basán.
2Re 10:34 Los otros acontecimientos del reinado de Jehú —todo lo que hizo y todos sus logros— están registrados en El libro de la historia de los reyes de Israel .
2Re 10:35 Cuando Jehú murió, lo enterraron en Samaria; y su hijo Joacaz lo sucedió en el trono.
2Re 10:36 Jehú reinó en Israel desde Samaria durante veintiocho años en total.
2Re 11:1 Cuando Atalía, la madre del rey Ocozías de Judá, supo que su hijo había muerto, comenzó a aniquilar al resto de la familia real;
2Re 11:2 pero Josaba, hermana de Ocozías e hija del rey Yoram,* tomó a Joás, el hijo más pequeño de Ocozías, y lo rescató de entre los demás hijos del rey que estaban a punto de ser ejecutados. Para esconderlo de Atalía, Josaba puso a Joás con su nodriza en un dormitorio; por eso no asesinaron al niño.
2Re 11:3 Joás permaneció escondido en el templo del SEÑOR durante seis años, mientras Atalía gobernaba el país.
2Re 11:4 En el séptimo año del reinado de Atalía, el sacerdote Joiada mandó llamar al templo del SEÑOR a los comandantes, a los mercenarios cariteos y a los guardias del palacio. Hizo un pacto solemne con ellos y los obligó hacer un juramento de lealtad allí, en el templo del SEÑOR; luego les mostró al hijo del rey.
2Re 11:5 Joiada les dijo: «Tienen que hacer lo siguiente: una tercera parte de ustedes, los que están de turno el día de descanso, vigilarán el palacio real;
2Re 11:6 otra tercera parte de ustedes hará guardia en la Puerta Shur; y la otra tercera parte lo hará detrás de la guardia del palacio. Los tres grupos vigilarán el palacio.
2Re 11:7 Los dos grupos que no están de turno el día de descanso guardarán al rey en el templo del SEÑOR.
2Re 11:8 Formen una escolta alrededor del rey y tengan sus armas en la mano. Maten a cualquiera que intente penetrar las filas. Quédense junto al rey vaya donde vaya».
2Re 11:9 Así que los comandantes hicieron todo tal como el sacerdote Joiada les había ordenado. Los comandantes se encargaron de los hombres que se presentaban para su turno ese día de descanso, así como de los que terminaban el suyo. Los llevaron a todos ante el sacerdote Joiada,
2Re 11:10 quien les dio las lanzas y los escudos pequeños que habían pertenecido al rey David y estaban guardados en el templo del SEÑOR.
2Re 11:11 Los guardias del palacio se ubicaron alrededor del rey, con sus armas listas. Formaron una hilera desde el lado sur del templo hasta el lado norte y alrededor del altar.
2Re 11:12 Entonces Joiada sacó a Joás, el hijo del rey, puso la corona sobre su cabeza y le entregó una copia de las leyes de Dios.* Lo ungieron y lo proclamaron rey, y todos aplaudieron y gritaron: «¡Viva el rey!».
2Re 11:13 Cuando Atalía oyó el ruido que hacían los guardias del palacio y la gente, fue de prisa al templo del SEÑOR para ver qué pasaba.
2Re 11:14 Cuando llegó, vio al recién coronado rey de pie en el lugar de autoridad, junto a la columna, como era la costumbre durante las coronaciones. Los comandantes y los trompetistas lo rodeaban, y gente de todo el reino celebraba y tocaba las trompetas. Cuando Atalía vio todo esto, rasgó su ropa en señal de desesperación y gritó: «¡Traición! ¡Traición!».
2Re 11:15 Después el sacerdote Joiada ordenó a los comandantes que estaban a cargo de las tropas: «Llévensela a los soldados que están de guardia frente al templo,* y maten a cualquiera que intente rescatarla». Pues el sacerdote había dicho: «No deben matarla dentro del templo del SEÑOR».
2Re 11:16 Por eso la agarraron y la llevaron a la puerta por donde los caballos entraban al predio del palacio, y allí la mataron.
2Re 11:17 Luego Joiada hizo un pacto entre el SEÑOR y el rey y el pueblo, de que serían el pueblo del SEÑOR. También hizo un pacto entre el rey y el pueblo.
2Re 11:18 Así que toda la gente fue al templo de Baal y entre todos lo destruyeron; demolieron los altares, hicieron pedazos los ídolos y mataron a Matán, el sacerdote de Baal, frente a los altares. El sacerdote Joiada puso guardias en el templo del SEÑOR.
2Re 11:19 Después los comandantes, los mercenarios cariteos, los guardias del palacio y toda la gente del reino escoltaron al rey desde el templo del SEÑOR; pasaron por la puerta de la guardia y entraron al palacio, y el rey se sentó en el trono real.
2Re 11:20 Toda la gente del reino se alegró, y la ciudad estaba tranquila porque Atalía había sido ejecutada en el palacio del rey.
2Re 11:21 * Joás* tenía siete años cuando subió al trono.

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