APOSENTO ALTO

jueves, 25 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 25 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    16

Mar 16:1 El sábado al atardecer, cuando terminó el día de descanso, María Magdalena, Salomé y María, la madre de Santiago, fueron a comprar especias para el entierro, a fin de ungir el cuerpo de Jesús.
Mar 16:2 El domingo por la mañana* muy temprano, justo al amanecer, fueron a la tumba.
Mar 16:3 En el camino, se preguntaban unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada de la tumba?».
Mar 16:4 Pero, cuando llegaron, se fijaron y vieron que la piedra, que era muy grande, ya estaba corrida.
Mar 16:5 Cuando entraron en la tumba, vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado al lado derecho. Las mujeres estaban asustadas,
Mar 16:6 pero el ángel les dijo: «No se alarmen. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret,* el que fue crucificado. ¡No está aquí! ¡Ha resucitado! Miren, aquí es donde pusieron su cuerpo.
Mar 16:7 Ahora vayan y cuéntenles a sus discípulos, incluido Pedro, que Jesús va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal como les dijo antes de morir».
Mar 16:8 Las mujeres, desconcertadas, huyeron temblando de la tumba y no dijeron nada a nadie porque estaban muy asustadas.*
Mar 16:9 *Después de que Jesús resucitó el domingo por la mañana temprano, la primera persona que lo vio fue María Magdalena, la mujer de quien él había expulsado siete demonios.
Mar 16:10 Ella fue a ver a los discípulos, quienes estaban lamentándose y llorando, y les dijo lo que había sucedido.
Mar 16:11 Pero, cuando les dijo que Jesús estaba vivo y que lo había visto, ellos no le creyeron.
Mar 16:12 Tiempo después, Jesús se apareció en otra forma a dos de sus seguidores que iban caminando desde Jerusalén hacia el campo.
Mar 16:13 Ellos regresaron corriendo para contárselo a los demás, pero ninguno les creyó.
Mar 16:14 Incluso más tarde, se apareció a los once discípulos mientras comían juntos. Los reprendió por su obstinada incredulidad, porque se habían negado a creer a los que lo habían visto después de que resucitó.*
Mar 16:15 Y entonces les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia a todos.
Mar 16:16 El que crea y sea bautizado será salvo. Pero el que se niegue a creer, será condenado.
Mar 16:17 Estas señales milagrosas acompañarán a los que creen: expulsarán demonios en mi nombre y hablarán nuevos idiomas.*
Mar 16:18 Podrán tomar serpientes en las manos sin que nada les pase y, si beben algo venenoso, no les hará daño. Pondrán sus manos sobre los enfermos, y ellos sanarán».
Mar 16:19 Cuando el Señor Jesús terminó de hablar con ellos, fue levantado al cielo y se sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios.
Mar 16:20 Y los discípulos fueron por todas partes y predicaron, y el Señor actuaba por medio de ellos confirmando con muchas señales milagrosas lo que decían.



GÁLATAS 6

Gál 6:1 Amados hermanos, si otro creyente* está dominado por algún pecado, ustedes, que son espirituales, deberían ayudarlo a volver al camino recto con ternura y humildad. Y tengan mucho cuidado de no caer ustedes en la misma tentación.
Gál 6:2 Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obedezcan de esa manera la ley de Cristo.
Gál 6:3 Si te crees demasiado importante para ayudar a alguien, sólo te engañas a ti mismo. No eres tan importante.
Gál 6:4 Presta mucha atención a tu propio trabajo, porque entonces obtendrás la satisfacción de haber hecho bien tu labor y no tendrás que compararte con nadie.
Gál 6:5 Pues cada uno es responsable de su propia conducta.
Gál 6:6 Los que reciben enseñanza de la palabra de Dios deberían proveer a las necesidades de sus maestros, compartiendo todas las cosas buenas con ellos.
Gál 6:7 No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra.
Gál 6:8 Los que viven sólo para satisfacer los deseos de su propia naturaleza pecaminosa cosecharán, de esa naturaleza, destrucción y muerte. Pero los que viven para agradar al Espíritu, del Espíritu, cosecharán vida eterna.
Gál 6:9 Así que no nos cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharemos numerosas bendiciones si no nos damos por vencidos.
Gál 6:10 Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos el bien a todos, en especial a los de la familia de la fe.
Gál 6:11 FÍJENSE QUE USO LETRAS GRANDES PARA ESCRIBIRLES DE MI PROPIO PUÑO Y LETRA ESTAS ÚLTIMAS PALABRAS.
Gál 6:12 Los que tratan de obligarlos a circuncidarse lo hacen para quedar bien con otros. No quieren ser perseguidos por enseñar que sólo la cruz de Cristo salva.
Gál 6:13 Ni siquiera los que luchan a favor de la circuncisión cumplen toda la ley. Sólo quieren que ustedes se circunciden para poder jactarse de ello y decir a todos que ustedes son sus discípulos.
Gál 6:14 En cuanto a mí, que nunca me jacte de otra cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Debido a esa cruz*, mi interés por este mundo fue crucificado y el interés del mundo por mí también ha muerto.
Gál 6:15 No importa si fuimos o no circuncidados. Lo que importa es que hayamos sido transformados en una creación nueva.
Gál 6:16 Que la paz y la misericordia de Dios sean con todos los que viven según ese principio; ellos son el nuevo pueblo de Dios.*
Gál 6:17 De ahora en adelante, que nadie me cause problemas con esas cosas. Pues yo llevo, en mi cuerpo, cicatrices que muestran que pertenezco a Jesús.
Gál 6:18 Amados hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con el espíritu de cada uno de ustedes. Amén.


SALMO 118

Sal 118:1 ¡Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre.
Sal 118:2 Que todo Israel repita: «Su fiel amor perdura para siempre».
Sal 118:3 Que los descendientes de Aarón, los sacerdotes, repitan: «Su fiel amor perdura para siempre».
Sal 118:4 Que todos los que temen al SEÑOR repitan: «Su fiel amor perdura para siempre».
Sal 118:5 En mi angustia oré al SEÑOR, y el SEÑOR me respondió y me liberó.
Sal 118:6 El SEÑOR está de mi parte, por tanto, no temeré; ¿qué me puede hacer un simple mortal?
Sal 118:7 Así es, el SEÑOR está de mi parte; él me ayudará; miraré triunfante a los que me odian.
Sal 118:8 Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en la gente.
Sal 118:9 Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en príncipes.
Sal 118:10 Aunque me rodearon naciones hostiles, las destruí a todas con la autoridad del SEÑOR.
Sal 118:11 Así fue, me rodearon y me atacaron, pero las destruí a todas con la autoridad del SEÑOR.
Sal 118:12 Me rodearon como un enjambre de abejas; se enardecieron contra mí como un fuego crepitante; pero las destruí a todas con la autoridad del SEÑOR.
Sal 118:13 Mis enemigos hicieron todo lo posible para matarme, pero el SEÑOR me rescató.
Sal 118:14 El SEÑOR es mi fuerza y mi canción; me ha dado la victoria.
Sal 118:15 Se entonan canciones de alegría y de victoria en el campamento de los justos. ¡El fuerte brazo derecho del SEÑOR ha hecho proezas gloriosas!
Sal 118:16 El fuerte brazo derecho del SEÑOR se levanta triunfante. ¡El fuerte brazo derecho del SEÑOR ha hecho proezas gloriosas!
Sal 118:17 No moriré; sino que viviré para contar lo que hizo el SEÑOR.
Sal 118:18 El SEÑOR me castigó severamente, pero no me dejó morir.
Sal 118:19 Ábranme las puertas por donde entran los justos, y entraré y daré gracias al SEÑOR.
Sal 118:20 Estas puertas conducen a la presencia del SEÑOR y los justos entran allí.
Sal 118:21 Te doy gracias por contestar mi oración, ¡y por darme la victoria!
Sal 118:22 La piedra que los constructores rechazaron ahora se ha convertido en la piedra principal.
Sal 118:23 Esto es obra del SEÑOR y es maravilloso verlo.
Sal 118:24 Este es el día que hizo el SEÑOR; nos gozaremos y alegraremos en él.
Sal 118:25 Te rogamos, SEÑOR, por favor, sálvanos. Te rogamos por favor, SEÑOR, haznos triunfar.
Sal 118:26 Bendigan al que viene en el nombre del SEÑOR. Desde la casa del SEÑOR, los bendecimos.
Sal 118:27 El SEÑOR es Dios y brilla sobre nosotros. Lleven el sacrificio y átenlo con cuerdas sobre el altar.
Sal 118:28 ¡Tú eres mi Dios y te alabaré! ¡Eres mi Dios y te exaltaré!
Sal 118:29 ¡Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre.

LECTURA PARA LA NOCHE

2 SAMUEL    23-24

2Sa 23:1 Estas son las últimas palabras de David: «David, hijo de Isaí; David, el hombre que fue elevado tan alto; David, el hombre ungido por el Dios de Jacob; David, el dulce salmista de Israel,* declara:
2Sa 23:2 »El Espíritu del SEÑOR habla por medio de mí; sus palabras están en mi lengua.
2Sa 23:3 El Dios de Israel habló, la Roca de Israel me dijo: “El que gobierna con justicia y gobierna en el temor de Dios,
2Sa 23:4 es como la luz de la mañana al amanecer, como una mañana sin nubes, como el brillar del sol sobre la hierba nueva después de la lluvia”.
2Sa 23:5 »¿Acaso no es a mi familia que Dios ha elegido? Sí, ha hecho un pacto eterno conmigo. Su pacto está arreglado y asegurado hasta el último detalle; él garantizará mi seguridad y mi éxito.
2Sa 23:6 Pero los que no conocen a Dios son como espinos que se desechan, porque desgarran la mano que los toca.
2Sa 23:7 Se deben usar herramientas de hierro para cortarlos; serán completamente consumidos por fuego».
2Sa 23:8 Estos son los nombres de los guerreros más valientes de David. El primero era Jasobeam el hacmonita,* quien era el líder de los Tres,* los tres guerreros más valientes entre los hombres de David. Una vez utilizó su lanza para matar a ochocientos guerreros enemigos en una sola batalla.*
2Sa 23:9 El siguiente en rango entre los Tres era Eleazar, hijo de Dodai, un descendiente de Ahoa. Una vez Eleazar y David juntos les hicieron frente a los filisteos cuando todo el ejército israelita había huido.
2Sa 23:10 Siguió matando a filisteos hasta que se le cansó la mano para levantar su espada, y ese día el SEÑOR le dio una gran victoria. ¡El resto del ejército regresó recién a la hora de recoger el botín!
2Sa 23:11 El siguiente en rango era Sama, hijo de Age, de Arar. Cierta vez los filisteos se reunieron en Lehí y atacaron a los israelitas en un campo lleno de lentejas. El ejército israelita huyó,
2Sa 23:12 pero Sama* no cedió terreno en medio del campo e hizo retroceder a los filisteos. Así que el SEÑOR le dio una gran victoria.
2Sa 23:13 Cierta vez durante la cosecha, cuando David estaba en la cueva de Adulam, el ejército filisteo estaba acampado en el valle de Refaím. Los Tres (que formaban parte de los Treinta, un grupo selecto entre los hombres de guerra de David) descendieron a la cueva para encontrarse con él.
2Sa 23:14 En aquel tiempo, David se alojaba en la fortaleza, y un destacamento filisteo había ocupado la ciudad de Belén.
2Sa 23:15 David les comentó a sus hombres un vivo deseo: «¡Ah, cómo me gustaría tomar un poco de esa buena agua del pozo que está junto a la puerta de Belén!».
2Sa 23:16 Entonces los Tres atravesaron las líneas filisteas, sacaron agua del pozo junto a la puerta de Belén y se la llevaron a David. Pero David rehusó tomarla, en cambio la derramó como ofrenda al SEÑOR.
2Sa 23:17 «¡No permita el SEÑOR que la beba! —exclamó—. Esta agua es tan preciosa como la sangre de estos hombres* que arriesgaron la vida para traérmela». De manera que David no la tomó. Estos son ejemplos de las hazañas de los Tres.
2Sa 23:18 Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab, era el líder de los Treinta.* En una ocasión usó su lanza para matar a trescientos guerreros enemigos en una sola batalla. Fue por hazañas como ésta que se hizo tan famoso como los Tres.
2Sa 23:19 Abisai era el comandante y el más famoso de los Treinta* aunque no era uno de los Tres.
2Sa 23:20 Estaba también Benaía, hijo de Joiada, un valiente guerrero* de Cabseel, quien hizo muchas proezas heroicas, entre ellas mató a dos campeones* de Moab. En otra ocasión, en un día de mucha nieve, Benaía persiguió a un león hasta un hoyo y lo mató.
2Sa 23:21 Otra vez, armado solamente con un palo, mató a un gran guerrero egipcio que estaba armado con una lanza. Benaía arrancó la lanza de la mano del egipcio y lo mató con ella.
2Sa 23:22 Hazañas como éstas hicieron a Benaía tan famoso como los Tres, los guerreros más valientes.
2Sa 23:23 Recibió más honores que los demás miembros de los Treinta, aunque no era uno de los Tres. Además David lo nombró capitán de su escolta.
2Sa 23:24 Los demás miembros de los Treinta incluían a: Asael, hermano de Joab; Elhanán, hijo de Dodo, de Belén;
2Sa 23:25 Sama de Harod; Elica, hijo de Harod;
2Sa 23:26 Heles de Pelón;* Ira, hijo de Iques, de Tecoa;
2Sa 23:27 Abiezer de Anatot; Sibecai* de Husa;
2Sa 23:28 Salmón de Ahoh; Maharai de Netofa;
2Sa 23:29 Heled,* hijo de Baana, de Netofa; Itai,* hijo de Ribai, de Guibeá (de la tierra de Benjamín);
2Sa 23:30 Benaía de Piratón; Hurai* de Nahale-gaas;*
2Sa 23:31 Abi-albón de Arabá; Azmavet de Bahurim;
2Sa 23:32 Eliaba de Saalbim; los hijos de Jasén; Jonatán,
2Sa 23:33 hijo de Sage,* de Arar; Ahíam, hijo de Sarar, de Arar;
2Sa 23:34 Elifelet, hijo de Ahasbai, de Maaca; Eliam, hijo de Ahitofel, de Gilo;
2Sa 23:35 Hezro de Carmelo; Paarai de Arba;
2Sa 23:36 Igal, hijo de Natán, de Soba; Bani de Gad;
2Sa 23:37 Selec de Amón; Naharai de Beerot, escudero de Joab;
2Sa 23:38 Ira de Jatir; Gareb de Jatir;
2Sa 23:39 Urías el hitita. En total eran treinta y siete.
2Sa 24:1 Una vez más el enojo del SEÑOR ardió contra Israel, y provocó que David les hiciera daño al levantar un censo. «Ve y cuenta a las personas de Israel y Judá», le dijo el SEÑOR.
2Sa 24:2 Entonces el rey les dijo a Joab y a los comandantes* del ejército: —Hagan un censo de todas las tribus de Israel, desde Dan en el norte hasta Beerseba en el sur, para que yo sepa cuánta gente hay.
2Sa 24:3 Pero Joab le respondió al rey: —¡Que el SEÑOR su Dios le dé vida para ver cien veces más personas de las que hay ahora! ¿Pero por qué, mi señor el rey, quiere usted hacer tal cosa?
2Sa 24:4 Sin embargo, el rey insistió en que levantaran el censo, así que Joab y los comandantes del ejército salieron y contaron al pueblo de Israel.
2Sa 24:5 Primero cruzaron el Jordán y acamparon en Aroer, al sur de la ciudad en el valle, en dirección a Gad. Luego fueron a Jazer,
2Sa 24:6 después a Galaad en la tierra de Tahtim-hodsi* y a Danjaán y hasta Sidón.
2Sa 24:7 Luego llegaron a la fortaleza de Tiro y a todas las ciudades de los heveos y los cananeos. Finalmente, fueron al sur de Judá* aun hasta Beerseba.
2Sa 24:8 Habiendo recorrido toda la tierra durante nueve meses y veinte días, regresaron a Jerusalén.
2Sa 24:9 Joab informó el número de personas al rey. Había en Israel ochocientos mil guerreros competentes que podían manejar una espada, y además quinientos mil en Judá.
2Sa 24:10 Pero después de haber levantado el censo, a David le comenzó a remorder la conciencia, y le dijo al SEÑOR: «He pecado grandemente al haber cometido el censo. SEÑOR, te ruego que perdones mi culpa por haber cometido esta tontería».
2Sa 24:11 A la mañana siguiente, la palabra del SEÑOR vino al profeta Gad, quien era el vidente de David, y le dio este mensaje:
2Sa 24:12 «Ve y dile a David: “Esto dice el SEÑOR: te doy tres opciones; escoge uno de estos castigos, y yo te lo impondré”».
2Sa 24:13 De modo que Gad fue a ver a David y le preguntó: —¿Vas a elegir tres* años de hambre en toda la tierra, o tres meses de huir de tus enemigos, o tres días de una terrible plaga por todo el país? Piénsalo bien y decide qué respuesta debo darle al SEÑOR, quien me envió.
2Sa 24:14 —¡Estoy en una situación desesperada! —le respondió David a Gad—. Mejor que caigamos nosotros en las manos del SEÑOR, porque su misericordia es grande, y que no caiga yo en manos humanas.
2Sa 24:15 Por lo tanto, el SEÑOR mandó una plaga sobre Israel esa mañana que duró tres días.* Un total de setenta mil personas murieron en toda la nación, desde Dan en el norte hasta Beerseba en el sur.
2Sa 24:16 Sin embargo, cuando el ángel se disponía a destruir Jerusalén, el SEÑOR desistió y le dijo al ángel de la muerte: «¡Detente! ¡Ya es suficiente!». En ese momento el ángel del SEÑOR estaba junto al campo de trillar de Arauna el jebuseo.
2Sa 24:17 Cuando David vio al ángel, le dijo al SEÑOR: «¡Soy yo el que pecó e hizo el mal! Pero estas personas son tan inocentes como ovejas, ¿qué han hecho? Que tu enojo caiga sobre mí y mi familia».
2Sa 24:18 Ese día, Gad fue a ver a David y le dijo: «Sube y edifica un altar al SEÑOR en el campo de trillar de Arauna el jebuseo».
2Sa 24:19 Así que David subió para hacer lo que el SEÑOR le había ordenado.
2Sa 24:20 Cuando Arauna vio al rey y a sus hombres acercándose, salió y se inclinó ante el rey rostro en tierra.
2Sa 24:21 —¿Por qué ha venido, mi señor el rey? —preguntó Arauna. David le contestó: —Vine a comprar tu campo de trillar y a edificar allí un altar al SEÑOR, para que él detenga la plaga.
2Sa 24:22 —Tómela, mi señor el rey, y úsela como usted quiera —le respondió Arauna a David—. Aquí hay bueyes para la ofrenda quemada, y puede usar los tablones de trillar y los yugos de los bueyes como leña para hacer un fuego sobre el altar.
2Sa 24:23 Le daré todo a usted, su majestad, y que el SEÑOR su Dios acepte su sacrificio.
2Sa 24:24 Pero el rey le respondió a Arauna: —No, sino que insisto en comprarla, no le presentaré ofrendas quemadas al SEÑOR mi Dios que no me hayan costado nada. De modo que David le pagó cincuenta piezas de plata* por el campo de trillar y por los bueyes.
2Sa 24:25 Allí David edificó un altar al SEÑOR y sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Y el SEÑOR contestó la oración que hizo por la tierra, y se detuvo la plaga que azotaba a Israel.

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