APOSENTO ALTO

martes, 23 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 23 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    15:33-41

Mar 15:33 Al mediodía, la tierra se llenó de oscuridad hasta las tres de la tarde.
Mar 15:34 Luego, a las tres de la tarde, Jesús clamó con voz fuerte: «Eloi, Eloi, ¿lema sabactani?», que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»*.
Mar 15:35 Algunos que pasaban por allí entendieron mal y pensaron que estaba llamando al profeta Elías.
Mar 15:36 Uno de ellos corrió y empapó una esponja en vino agrio, la puso sobre una caña de junco y la levantó para que él pudiera beber. «¡Esperen! —dijo —. ¡A ver si Elías viene a bajarlo!».
Mar 15:37 Entonces Jesús soltó otro fuerte grito y dio su último suspiro.
Mar 15:38 Y la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
Mar 15:39 El oficial romano* que estaba frente a él,* al ver cómo había muerto, exclamó: «¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios!».
Mar 15:40 Algunas mujeres miraban de lejos, entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor y de José*), y Salomé.
Mar 15:41 Eran seguidoras de Jesús y lo habían cuidado mientras estaba en Galilea. También estaban allí muchas otras mujeres que habían venido con él a Jerusalén.



GÁLATAS 5:1-12

Gál 5:1 Por lo tanto, Cristo en verdad nos ha liberado. Ahora asegúrense de permanecer libres y no se esclavicen de nuevo a la ley.
Gál 5:2 ¡Presten atención! Yo, Pablo, les digo lo siguiente: si dependen de la circuncisión para hacerse justos ante Dios, entonces Cristo no les servirá de nada.
Gál 5:3 Lo repito: si pretenden lograr el favor de Dios mediante la circuncisión, entonces están obligados a obedecer cada una de las ordenanzas de la ley de Moisés.
Gál 5:4 Pues, si ustedes pretenden hacerse justos ante Dios por cumplir la ley, ¡han quedado separados de Cristo! Han caído de la gracia de Dios.
Gál 5:5 Pero los que vivimos por el Espíritu esperamos con anhelo recibir por la fe la justicia que Dios nos ha prometido.
Gál 5:6 Pues, una vez que depositamos nuestra fe en Cristo Jesús, de nada sirve estar o no circuncidado. Lo importante es la fe que se expresa por medio del amor.
Gál 5:7 Ustedes corrían muy bien la carrera. ¿Quién les impidió seguir la verdad?
Gál 5:8 Seguro que no fue Dios, porque él es quien los llamó a ser libres.
Gál 5:9 ¡Esa falsa enseñanza es como un poquito de levadura que impregna toda la masa!
Gál 5:10 Confío en que el Señor los guardará de creer falsas enseñanzas. Dios juzgará a la persona que los está confundiendo, sea quien fuere.
Gál 5:11 Amados hermanos, si yo todavía predicara que ustedes deben circuncidarse —como algunos dicen que hago—, ¿por qué, entonces, aún se me persigue? Si ya no predicara que la salvación es por medio de la cruz de Cristo, nadie se ofendería.
Gál 5:12 Cómo me gustaría que esos perturbadores que quieren mutilarlos a ustedes mediante la circuncisión se mutilaran ellos mismos.*


SALMO 116

Sal 116:1 Amo al SEÑOR porque escucha mi voz y mi oración que pide misericordia.
Sal 116:2 Debido a que él se inclina para escuchar, ¡oraré mientras tenga aliento!
Sal 116:3 La muerte me envolvió en sus cuerdas; los terrores de la tumba* se apoderaron de mí. Lo único que veía era dificultad y dolor.
Sal 116:4 Entonces invoqué el nombre del SEÑOR: «¡SEÑOR, por favor, sálvame!».
Sal 116:5 ¡Qué bondadoso es el SEÑOR! ¡Qué bueno es él! ¡Tan misericordioso, este Dios nuestro!
Sal 116:6 El SEÑOR protege a los que tienen fe como de un niño; estuve frente a la muerte, y él me salvó.
Sal 116:7 Que mi alma descanse nuevamente, porque el SEÑOR ha sido bueno conmigo.
Sal 116:8 Me rescató de la muerte, quitó las lágrimas de mis ojos, y libró a mis pies de tropezar.
Sal 116:9 ¡Así que camino en la presencia del SEÑOR mientras vivo aquí en la tierra!
Sal 116:10 Creí en ti, por tanto dije: «SEÑOR, estoy muy afligido».
Sal 116:11 En mi ansiedad clamé a ti: «¡Estas personas son todas mentirosas!».
Sal 116:12 ¿Qué puedo ofrecerle al SEÑOR por todo lo que ha hecho a mi favor?
Sal 116:13 Levantaré la copa de la salvación y alabaré el nombre del SEÑOR por salvarme.
Sal 116:14 Cumpliré las promesas que le hice al SEÑOR en presencia de todo su pueblo.
Sal 116:15 Al SEÑOR le conmueve profundamente la muerte de sus amados.
Sal 116:16 Oh SEÑOR, soy tu siervo; sí, soy tu siervo, nací en tu casa; me has liberado de mis cadenas.
Sal 116:17 Te ofreceré un sacrificio de agradecimiento e invocaré el nombre del SEÑOR.
Sal 116:18 Cumpliré mis votos al SEÑOR en presencia de todo su pueblo,
Sal 116:19 en la casa del SEÑOR, en el corazón de Jerusalén. ¡Alabado sea el SEÑOR!

LECTURA PARA LA NOCHE

2 SAMUEL    20-21

2Sa 20:1 Sucedió que había un alborotador allí de nombre Seba, hijo de Bicri, un hombre de la tribu de Benjamín. Seba tocó un cuerno de carnero y comenzó a repetir: «¡Abajo la dinastía de David! No nos interesa para nada el hijo de Isaí. Vamos, hombres de Israel, todos a sus casas».
2Sa 20:2 Así que todos los hombres de Israel abandonaron a David y siguieron a Seba, hijo de Bicri. Pero los hombres de Judá se quedaron con su rey y lo escoltaron desde el río Jordán hasta Jerusalén.
2Sa 20:3 Cuando David llegó a su palacio en Jerusalén, tomó a las diez concubinas que había dejado para que cuidaran el palacio y las puso en reclusión. Les proveyó para sus necesidades, pero no volvió a acostarse con ninguna. De modo que cada una de ellas vivió como una viuda hasta que murió.
2Sa 20:4 Luego David le dijo a Amasa: «Moviliza al ejército de Judá dentro de tres días y enseguida preséntate aquí».
2Sa 20:5 Así que Amasa salió a notificar a la tribu de Judá, pero le llevó más tiempo del que le fue dado.
2Sa 20:6 Por eso David le dijo a Abisai: «Seba, hijo de Bicri, nos va a causar más daño que Absalón. Rápido, toma a mis tropas y persíguelo antes de que llegue a alguna ciudad fortificada donde no podamos alcanzarlo».
2Sa 20:7 Entonces Abisai y Joab,* junto con la escolta del rey* y todos sus poderosos guerreros salieron de Jerusalén para perseguir a Seba.
2Sa 20:8 Al llegar a la gran roca de Gabaón, Amasa les salió al encuentro. Joab llevaba puesta su túnica militar con una daga sujeta a su cinturón. Cuando dio un paso al frente para saludar a Amasa, sacó la daga de su vaina.*
2Sa 20:9 «¿Cómo estás, primo mío?», dijo Joab, y con la mano derecha lo tomó por la barba como si fuera a besarlo.
2Sa 20:10 Amasa no se dio cuenta de la daga que tenía en la mano izquierda, y Joab se la clavó en el estómago, de manera que sus entrañas se derramaron por el suelo. Joab no necesitó volver a apuñalarlo, y Amasa pronto murió. Joab y su hermano Abisai lo dejaron tirado allí y siguieron en busca de Seba.
2Sa 20:11 Uno de los jóvenes de Joab les gritó a las tropas de Amasa: «Si están a favor de Joab y David, vengan y sigan a Joab».
2Sa 20:12 Pero como Amasa yacía bañado en su propia sangre en medio del camino, y el hombre de Joab vio que todos se detenían para verlo, lo arrastró fuera del camino hasta el campo y le echó un manto encima.
2Sa 20:13 Con el cuerpo de Amasa quitado de en medio, todos continuaron con Joab a capturar a Seba, hijo de Bicri.
2Sa 20:14 Mientras tanto, Seba recorría todas las tribus de Israel y finalmente llegó a la ciudad de Abel-bet-maaca. Todos los miembros de su propio clan, los bicritas,* se reunieron para la batalla y lo siguieron a la ciudad.
2Sa 20:15 Cuando llegaron las fuerzas de Joab, atacaron Abel-bet-maaca. Construyeron una rampa de asalto contra las fortificaciones de la ciudad y comenzaron a derribar la muralla.
2Sa 20:16 Pero una mujer sabia de la ciudad llamó a Joab y le dijo: —Escúcheme, Joab. Venga aquí para que pueda hablar con usted.
2Sa 20:17 Cuando Joab se acercó, la mujer le preguntó: —¿Es usted Joab? —Sí, soy yo —le respondió. Entonces ella dijo: —Escuche atentamente a su sierva. —Estoy atento —le dijo.
2Sa 20:18 Así que ella continuó: —Había un dicho que decía: “Si quieres resolver una disputa, pide consejo en la ciudad de Abel”.
2Sa 20:19 Soy alguien que ama la paz y que es fiel en Israel, pero usted está por destruir una ciudad importante de Israel.* ¿Por qué quiere devorar lo que le pertenece al SEÑOR?
2Sa 20:20 Joab contestó: —¡Créame, no quiero devorar ni destruir su ciudad!
2Sa 20:21 Ese no es mi propósito. Lo único que quiero es capturar a un hombre llamado Seba, hijo de Bicri, de la zona montañosa de Efraín, quien se rebeló contra el rey David. Si ustedes me entregan a ese hombre, dejaré a la ciudad en paz. —Muy bien —respondió la mujer—, arrojaremos su cabeza sobre la muralla.
2Sa 20:22 Enseguida la mujer se dirigió a todo el pueblo con su sabio consejo, y le cortaron la cabeza a Seba y se la arrojaron a Joab. Así que Joab tocó el cuerno de carnero, llamó a sus tropas y se retiraron del ataque. Todos volvieron a sus casas y Joab regresó a Jerusalén para encontrarse con el rey.
2Sa 20:23 Ahora bien, Joab era el comandante del ejército de Israel; Benaía, hijo de Joiada, era el capitán de la escolta del rey.
2Sa 20:24 Adoniram* estaba a cargo de los trabajadores; Josafat, hijo de Ahilad, era el historiador real.
2Sa 20:25 Seva era el secretario de la corte; Sadoc y Abiatar eran los sacerdotes,
2Sa 20:26 e Ira, un descendiente de Jair, era el sacerdote personal de David.
2Sa 21:1 Durante el reinado de David hubo un hambre que duró tres años. Entonces David consultó al SEÑOR, y el SEÑOR dijo: «El hambre se debe a que Saúl y su familia son culpables de la muerte de los gabaonitas».
2Sa 21:2 Entonces el rey mandó llamar a los gabaonitas. No formaban parte de Israel, pero eran todo lo que quedaba de la nación de los amorreos. El pueblo de Israel había jurado no matarlos, pero Saúl, en su celo por Israel y Judá, trató de exterminarlos.
2Sa 21:3 David les preguntó: —¿Qué puedo hacer por ustedes? ¿Cómo puedo compensarlos para que ustedes vuelvan a bendecir al pueblo del SEÑOR?
2Sa 21:4 —Bueno, el dinero no puede resolver este asunto entre nosotros y la familia de Saúl —le contestaron los gabaonitas—. Tampoco podemos exigir la vida de cualquier persona de Israel. —¿Qué puedo hacer entonces? —preguntó David—. Sólo díganme, y lo haré por ustedes.
2Sa 21:5 Ellos respondieron: —Fue Saúl quien planeó destruirnos, para impedir que tengamos un lugar en el territorio de Israel.
2Sa 21:6 Así que entréguennos siete hijos de Saúl, y los ejecutaremos delante del SEÑOR en Guibeá en el monte del SEÑOR.* —Muy bien —dijo el rey— lo haré.
2Sa 21:7 Debido al juramento que David y Jonatán habían hecho delante del SEÑOR, el rey le perdonó la vida a Mefiboset,* el hijo de Jonatán, nieto de Saúl.
2Sa 21:8 Sin embargo, les entregó a los dos hijos de Saúl, Armoni y Mefiboset, cuya madre fue Rizpa la hija de Aja. También les entregó a los cinco hijos de la hija de Saúl, Merab,* la esposa de Adriel, hijo de Barzilai de Mehola.
2Sa 21:9 Los hombres de Gabaón los ejecutaron en el monte delante del SEÑOR. Los siete murieron juntos al comienzo de la cosecha de la cebada.
2Sa 21:10 Después Rizpa, la hija de Aja y madre de dos de los hombres, extendió una tela áspera sobra una roca y permaneció allí toda la temporada de la cosecha. Ella evitó que las aves carroñeras despedazaran los cuerpos durante el día e impidió que los animales salvajes se los comieran durante la noche.
2Sa 21:11 Cuando David supo lo que había hecho Rizpa, la concubina de Saúl,
2Sa 21:12 fue a ver a la gente de Jabes de Galaad para recuperar los huesos de Saúl y de su hijo Jonatán. (Cuando los filisteos mataron a Saúl y a Jonatán en el monte Gilboa, la gente de Jabes de Galaad robó sus cuerpos de la plaza pública de Bet-sán donde los filisteos los habían colgado).
2Sa 21:13 De esa manera David obtuvo los huesos de Saúl y Jonatán, al igual que los huesos de los hombres que los gabaonitas habían ejecutado.
2Sa 21:14 Luego el rey ordenó que enterraran los huesos en la tumba de Cis, padre de Saúl, en la ciudad de Zela, en la tierra de Benjamín. Después Dios hizo que terminara el hambre en la tierra.
2Sa 21:15 Una vez más los filisteos estaban en guerra con Israel. Y cuando David y sus hombres estaban en lo más reñido de la pelea, a David se le acabaron las fuerzas y quedó exhausto.
2Sa 21:16 Isbi-benob era un descendiente de los gigantes;* la punta de bronce de su lanza pesaba más de tres kilos,* y estaba armado con una espada nueva. Había acorralado a David y estaba a punto de matarlo.
2Sa 21:17 Pero Abisai, hijo de Sarvia, llegó al rescate de David y mató al filisteo. Entonces los hombres de David declararon: «¡No volverás a salir con nosotros a la batalla! ¿Por qué arriesgarnos a que se apague la luz de Israel?».
2Sa 21:18 Después hubo otra batalla contra los filisteos en Gob. Mientras peleaban, Sibecai de Husa, mató a Saf, otro descendiente de los gigantes.
2Sa 21:19 Durante otra batalla en Gob, Elhanán, hijo de Jaare,* de Belén, mató al hermano de Goliat de Gat.* ¡El asta de su lanza era tan gruesa como un rodillo de telar!
2Sa 21:20 En otra batalla contra los filisteos en Gat, se enfrentaron con un hombre enorme que tenía seis dedos en cada mano y seis en cada pie, veinticuatro dedos en total, que era también descendiente de los gigantes.
2Sa 21:21 Pero cuando desafió a los israelitas y se mofó de ellos, lo mató Jonatán, hijo de Simea,* hermano de David.
2Sa 21:22 Estos cuatro filisteos eran descendientes de los gigantes de Gat, pero David y sus guerreros los mataron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario