APOSENTO ALTO

sábado, 13 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 13 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    13:14-31

Mar 13:14 »Llegará el día cuando verán el objeto sacrílego que causa profanación* de pie en un lugar donde él* no debe estar. (Lector, ¡presta atención!). Entonces los que estén en Judea huyan a las colinas.
Mar 13:15 La persona que esté en la azotea no baje a la casa para empacar.
Mar 13:16 El que esté en el campo no regrese ni para buscar un abrigo.
Mar 13:17 ¡Qué terribles serán esos días para las mujeres embarazadas y para las madres que amamantan!
Mar 13:18 Y oren para que la huída no sea en invierno.
Mar 13:19 Pues habrá más angustia en esos días que en cualquier otro momento desde que Dios creó al mundo. Y jamás habrá una angustia tan grande.
Mar 13:20 De hecho, a menos que el Señor acorte ese tiempo de calamidad, ni una sola persona sobrevivirá; pero por el bien de los elegidos, él ha acortado esos días.
Mar 13:21 »Entonces, si alguien les dice: “Miren, aquí está el Mesías” o “Allí está”, no lo crean.
Mar 13:22 Pues se levantarán falsos mesías y falsos profetas y realizarán señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos de Dios.
Mar 13:23 ¡Tengan cuidado! ¡Les he advertido esto de antemano!
Mar 13:24 »En ese tiempo, después de la angustia de esos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará luz,
Mar 13:25 las estrellas caerán del cielo, y los poderes de los cielos serán sacudidos.*
Mar 13:26 »Entonces todos verán al Hijo del Hombre* venir en las nubes con gran poder y gloria.*
Mar 13:27 Y él enviará a sus ángeles para que reúnan a los elegidos de todas partes del mundo,* desde los extremos más lejanos de la tierra y del cielo.
Mar 13:28 »Ahora, aprendan una lección de la higuera. Cuando las ramas echan brotes y comienzan a salir las hojas, ustedes saben que el verano se acerca.
Mar 13:29 De la misma manera, cuando vean que suceden todas estas cosas, sabrán que su regreso está muy cerca, a las puertas.
Mar 13:30 Les digo la verdad, no pasará esta generación* hasta que todas estas cosas sucedan.
Mar 13:31 El cielo y la tierra desaparecerán, pero mis palabras no desaparecerán jamás.


2 CORINTIOS 11:16-33

2Co 11:16 Otra vez lo digo, no piensen que soy un necio por hablar así. Pero, aun si lo piensan, escúchenme, tal como lo harían con una persona necia, mientras que yo también me jacto un poco.
2Co 11:17 Dicha jactancia no proviene del Señor, pero actúo como un necio.
2Co 11:18 Y, ya que otros se jactan de sus logros humanos, yo también lo haré.
2Co 11:19 Después de todo, ustedes se creen muy sabios, ¡pero con gusto soportan a los necios!
2Co 11:20 Aguantan cuando alguien los esclaviza, les quita todo lo que tienen, se aprovecha de ustedes, toma control de todo y les da una bofetada.
2Co 11:21 ¡Me da vergüenza decir que nosotros fuimos demasiado «débiles» para hacer lo mismo! Pero sea lo que sea de lo que ellos se atrevan a jactarse —otra vez hablo como un necio —yo también me atrevo a jactarme de lo mismo.
2Co 11:22 ¿Son ellos hebreos? Yo también lo soy. ¿Son israelitas? También lo soy yo. ¿Son descendientes de Abraham? También yo.
2Co 11:23 ¿Son siervos de Cristo? Sé que sueno como un loco, ¡pero yo lo he servido mucho más! He trabajado con más esfuerzo, me han encarcelado más seguido, fui azotado innumerables veces y enfrenté la muerte en repetidas ocasiones.
2Co 11:24 En cinco ocasiones distintas, los líderes judíos me dieron treinta y nueve latigazos.
2Co 11:25 Tres veces me azotaron con varas. Una vez fui apedreado. Tres veces sufrí naufragios. Una vez pasé toda una noche y el día siguiente a la deriva en el mar.
2Co 11:26 He estado en muchos viajes muy largos. Enfrenté peligros de ríos y de ladrones. Enfrenté peligros de parte de mi propio pueblo, los judíos, y también de los gentiles.* Enfrenté peligros en ciudades, en desiertos y en mares. Y enfrenté peligros de hombres que afirman ser creyentes, pero no lo son.*
2Co 11:27 He trabajado con esfuerzo y por largas horas y soporté muchas noches sin dormir. He tenido hambre y sed, y a menudo me he quedado sin nada que comer. He temblado de frío, sin tener ropa suficiente para mantenerme abrigado.
2Co 11:28 Y, además de todo eso, a diario llevo la carga de mi preocupación por todas las iglesias.
2Co 11:29 ¿Quién está débil sin que yo no sienta esa misma debilidad? ¿Quién se ha dejado llevar por mal camino y sin que yo no arda de enojo?
2Co 11:30 Si debo jactarme, preferiría jactarme de las cosas que muestran lo débil que soy.
2Co 11:31 Dios, el Padre de nuestro Señor Jesús, quien es digno de eterna alabanza, sabe que no miento.
2Co 11:32 Cuando estuve en Damasco, el gobernador bajo el mando del rey Aretas puso guardias en las puertas de la ciudad para atraparme.
2Co 11:33 Tuvieron que descolgarme en una canasta por una ventana en el muro de la ciudad para que escapara de él.


SALMO 106:28-48

Sal 106:28 Después nuestros antepasados se unieron para rendir culto a Baal en Peor; ¡hasta comieron sacrificios ofrecidos a los muertos!
Sal 106:29 Con todo eso provocaron el enojo del SEÑOR, entonces se desató una plaga en medio de ellos.
Sal 106:30 Pero Finees tuvo el valor de intervenir y la plaga se detuvo.
Sal 106:31 Por eso, desde entonces, se le considera un hombre justo.
Sal 106:32 También en Meriba, provocaron el enojo del SEÑOR, y le causaron serios problemas a Moisés.
Sal 106:33 Hicieron que Moisés se enojara* y hablara como un necio.
Sal 106:34 Israel no destruyó a las naciones que había en la tierra, como el SEÑOR le había ordenado.
Sal 106:35 En cambio, los israelitas se mezclaron con los paganos y adoptaron sus malas costumbres.
Sal 106:36 Rindieron culto a sus ídolos, y eso resultó en su ruina.
Sal 106:37 Hasta sacrificaron a sus propios hijos e hijas a los demonios.
Sal 106:38 Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos e hijas. Al sacrificarlos a los ídolos de Canaán, contaminaron la tierra con asesinatos.
Sal 106:39 Se contaminaron a sí mismos con sus malas acciones, y su amor a los ídolos fue adulterio a los ojos del SEÑOR.
Sal 106:40 Por eso, el enojo del SEÑOR se encendió contra su pueblo, y él aborreció a su posesión más preciada.
Sal 106:41 Los entregó a las naciones paganas y quedaron bajo el gobierno de quienes los odiaban.
Sal 106:42 Sus enemigos los aplastaron y los sometieron a su cruel poder.
Sal 106:43 Él los rescató una y otra vez, pero ellos decidieron rebelarse en su contra, y finalmente su pecado los destruyó.
Sal 106:44 Aun así, él sintió compasión por la angustia de ellos y escuchó sus clamores.
Sal 106:45 Recordó el pacto que les había hecho y se apiadó a causa de su amor inagotable.
Sal 106:46 Hasta hizo que sus captores los trataran con amabilidad.
Sal 106:47 ¡Oh SEÑOR nuestro Dios, sálvanos! Vuelve a reunirnos de entre las naciones, para que podamos agradecer a tu santo nombre, alegrarnos y alabarte.
Sal 106:48 Alaben al SEÑOR, Dios de Israel, quien vive desde siempre y para siempre. Que todo el pueblo diga: «¡Amén!». ¡Alabado sea el SEÑOR!




LECTURA PARA LA NOCHE

1 SAMUEL    29-31

1Sa 29:1 Todo el ejército filisteo se movilizó en Afec, y los Israelitas acamparon junto al manantial de Jezreel.
1Sa 29:2 Mientras los gobernantes filisteos dirigían a sus tropas en grupos de cien y de mil, David y sus hombres marcharon por la retaguardia con el rey Aquis.
1Sa 29:3 Pero los comandantes filisteos reclamaron: —¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquis les dijo: —Éste es David, el siervo de Saúl, rey de Israel. Él ha estado conmigo por años, y no he encontrado en él ninguna falta, desde que llegó hasta el día de hoy.
1Sa 29:4 Pero los comandantes filisteos se enojaron. —¡Envíalo de vuelta a la ciudad que le diste! —le exigieron—. No puede ir con nosotros a la batalla. ¿Y si se vuelve contra nosotros durante la batalla y se convierte en nuestro adversario? ¿Qué mejor manera de reconciliarse con su amo que entregándole nuestras cabezas?
1Sa 29:5 ¿No es éste el mismo David por quien las mujeres de Israel cantan en sus danzas: “Saúl mató a sus miles, y David, a sus diez miles”?
1Sa 29:6 Así que Aquis finalmente mandó traer a David y le dijo: —Juro por el SEÑOR que has sido un aliado confiable. Pienso que debes ir conmigo a la batalla, porque no he encontrado una sola falla en ti desde que llegaste hasta el día de hoy. Pero los demás gobernantes filisteos no quieren ni oír hablar del tema.
1Sa 29:7 Por favor, no los inquietes y regresa sin llamar la atención.
1Sa 29:8 —¿Qué he hecho para merecer esto? —preguntó David—. ¿Qué ha encontrado en su siervo para que no pueda ir y pelear contra los enemigos de mi señor el rey?
1Sa 29:9 Pero Aquis insistió: —En lo que a mí respecta, eres tan perfecto como un ángel de Dios. Pero los comandantes filisteos tienen miedo e insisten en que no los acompañen en la batalla.
1Sa 29:10 Ahora, levántate temprano en la mañana y vete con tus hombres en cuanto amanezca.
1Sa 29:11 Entonces David y sus hombres regresaron a la tierra de los filisteos, mientras que el ejército filisteo avanzó hasta Jezreel.
1Sa 30:1 Tres días después, cuando David y sus hombres llegaron a su casa en la ciudad de Siclag, encontraron que los amalecitas habían asaltado el Neguev y Siclag; habían destruido Siclag y la quemaron hasta reducirla a cenizas.
1Sa 30:2 Se habían llevado a las mujeres y a los niños y a todos los demás, pero sin matar a nadie.
1Sa 30:3 Cuando David y sus hombres vieron las ruinas y se dieron cuenta de lo que les había sucedido a sus familias,
1Sa 30:4 lloraron a más no poder.
1Sa 30:5 Las dos esposas de David, Ahinoam de Jezreel y Abigail, la viuda de Nabal de Carmelo, estaban entre los que fueron capturados.
1Sa 30:6 David ahora se encontraba en gran peligro, porque todos sus hombres estaban muy resentidos por haber perdido a sus hijos e hijas, y comenzaron a hablar acerca de apedrearlo. Pero David encontró fuerzas en el SEÑOR su Dios.
1Sa 30:7 Entonces le dijo a Abiatar, el sacerdote: —¡Tráeme el efod!
1Sa 30:8 Así que Abiatar lo trajo y David le preguntó al SEÑOR: —¿Debo perseguir a esta banda de saqueadores? ¿Los atraparé? Y el SEÑOR le dijo: —Sí, persíguelos. Recuperarás todo lo que te han quitado.
1Sa 30:9 De modo que David y sus seiscientos hombres salieron y llegaron al arroyo de Besor.
1Sa 30:10 Pero doscientos de ellos estaban demasiado cansados para cruzar el arroyo, por lo que David continuó la persecución con cuatrocientos hombres.
1Sa 30:11 En el camino encontraron a un egipcio en un campo y lo llevaron a David. Le dieron pan para comer y agua para beber.
1Sa 30:12 También le dieron parte de un pastel de higos y dos racimos de pasas, porque no había comido ni bebido nada durante tres días y tres noches. Al poco tiempo recobró sus fuerzas.
1Sa 30:13 —¿A quién le perteneces y de dónde vienes? —le preguntó David. —Soy egipcio, esclavo de un amalecita —respondió—. Mi amo me abandonó hace tres días porque yo estaba enfermo.
1Sa 30:14 Regresábamos de asaltar a los cereteos en el Neguev, el territorio de Judá y la tierra de Caleb, y acabábamos de incendiar Siclag.
1Sa 30:15 —¿Me guiarás a esa banda de saqueadores? —preguntó David. El joven contestó: —Si haces un juramento en el nombre de Dios que no me matarás ni me devolverás a mi amo, entonces te guiaré a ellos.
1Sa 30:16 Así que guió a David hasta los amalecitas, y los encontraron dispersos por los campos comiendo, bebiendo y bailando con alegría por el enorme botín que habían tomado de los filisteos y de la tierra de Judá.
1Sa 30:17 Entonces David y sus hombres se lanzaron contra ellos y los mataron durante toda la noche y durante todo el día siguiente hasta la tarde. Ninguno de los amalecitas escapó, excepto cuatrocientos jóvenes que huyeron en camellos.
1Sa 30:18 Así que David recuperó todo lo que los amalecitas habían tomado y rescató a sus dos esposas.
1Sa 30:19 No faltaba nada: fuera grande o pequeño, hijo o hija, ni ninguna otra cosa que se habían llevado. David regresó con todo.
1Sa 30:20 También recuperó los rebaños y las manadas, y sus hombres los arrearon delante de los demás animales. «¡Este botín le pertenece a David!», dijeron.
1Sa 30:21 Luego David regresó al arroyo de Besor y se encontró con los doscientos hombres que se habían quedado rezagados porque estaban demasiado cansados para seguir con él. Entonces salieron para encontrarse con David y con sus hombres, y David los saludó con alegría.
1Sa 30:22 Pero unos alborotadores entre los hombres de David dijeron: —Ellos no fueron con nosotros, así que no pueden tener nada del botín que recuperamos. Denles sus esposas e hijos y díganles que se vayan.
1Sa 30:23 Pero David dijo: —¡No, mis hermanos! No sean egoístas con lo que el SEÑOR nos dio. Él nos protegió y nos ayudó a derrotar a la banda de saqueadores que nos atacó.
1Sa 30:24 ¿Quién les hará caso cuando hablan así? Compartiremos por partes iguales tanto con los que vayan a la batalla como con los que cuiden las pertenencias.
1Sa 30:25 A partir de entonces, David estableció este dicho como decreto y ordenanza en Israel y hasta el día de hoy todavía se cumple.
1Sa 30:26 Cuando llegó a Siclag, David envió parte del botín a los ancianos de Judá, quienes eran sus amigos. «Esto es un regalo para ustedes —les dijo David—, tomado de los enemigos del SEÑOR».
1Sa 30:27 Los regalos fueron enviados a la gente de las siguientes ciudades que David había visitado: Betel, Ramot-neguev, Jatir,
1Sa 30:28 Aroer, Sifmot, Estemoa,
1Sa 30:29 Racal,* las ciudades de Jerameel, las ciudades de los ceneos,
1Sa 30:30 Horma, Corasán, Atac,
1Sa 30:31 Hebrón, y a todos los demás lugares que David había visitado con sus hombres.
1Sa 31:1 Ahora bien, los filisteos atacaron a Israel, y los hombres de Israel huyeron ante ellos. Mataron a muchos en las laderas del monte Gilboa.
1Sa 31:2 Los filisteos cercaron a Saúl y a sus hijos, y mataron a tres de ellos: Jonatán, Abinadab y Malquisúa.
1Sa 31:3 La batalla se intensificó cerca de Saúl, y los arqueros filisteos lo alcanzaron y lo hirieron gravemente.
1Sa 31:4 Con gemidos, Saúl le dijo a su escudero: «Toma tu espada y mátame antes de que estos filisteos paganos lleguen para atravesarme, burlarse de mí y torturarme». Pero su escudero tenía miedo y no quiso hacerlo. Entonces Saúl tomó su propia espada y se echó sobre ella.
1Sa 31:5 Cuando su escudero vio que Saúl estaba muerto, se echó sobre su propia espada y murió junto al rey.
1Sa 31:6 Así que Saúl, sus tres hijos, su escudero y sus tropas murieron juntos en ese mismo día.
1Sa 31:7 Cuando los israelitas que se encontraban al otro lado del valle de Jezreel y más allá del Jordán vieron que el ejército israelita había huido y que Saúl y sus hijos estaban muertos, abandonaron sus ciudades y huyeron. Entonces los filisteos entraron y ocuparon sus ciudades.
1Sa 31:8 Al día siguiente, cuando los filisteos salieron a despojar a los muertos, encontraron los cuerpos de Saúl y de sus tres hijos en el monte Gilboa.
1Sa 31:9 Entonces le cortaron la cabeza a Saúl y le quitaron su armadura. Luego proclamaron las buenas noticias de la muerte de Saúl en su templo pagano y a la gente en toda la tierra de Filistea.
1Sa 31:10 Pusieron su armadura en el templo de Astarot, y colgaron su cuerpo en la muralla de la ciudad de Bet-sán.
1Sa 31:11 Pero cuando el pueblo de Jabes de Galaad se enteró de lo que los filisteos le habían hecho a Saúl,
1Sa 31:12 todos los valientes guerreros viajaron toda la noche hasta Bet-sán y bajaron los cuerpos de Saúl y de sus hijos de la muralla. Llevaron los cuerpos a Jabes, donde los incineraron.
1Sa 31:13 Luego tomaron los huesos y los enterraron debajo del árbol de tamarisco en Jabes y ayunaron por siete días.

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