APOSENTO ALTO

domingo, 14 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 14 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    13:32-37

Mar 13:32 »Sin embargo, nadie sabe el día ni la hora en que sucederán esas cosas, ni siquiera los ángeles en el cielo ni el propio Hijo. Sólo el Padre lo sabe.
Mar 13:33 Y, ya que ustedes tampoco saben cuándo llegará ese tiempo, ¡manténganse en guardia! ¡Estén alerta!*
Mar 13:34 »La venida del Hijo del Hombre puede ilustrarse mediante la historia de un hombre que tenía que emprender un largo viaje. Cuando salió de casa, dio instrucciones a cada uno de sus esclavos sobre el trabajo que debían hacer y le dijo al portero que esperara su regreso.
Mar 13:35 ¡Ustedes también deben estar alerta! Pues no saben cuándo regresará el amo de la casa: si en la tarde, a medianoche, durante la madrugada o al amanecer.
Mar 13:36 Que no los encuentre dormidos cuando llegue sin previo aviso.
Mar 13:37 Les digo a ustedes lo que digo a todos: ¡Manténganse despiertos esperándolo a él!


2 CORINTIOS 12:1-10

2Co 12:1 Mi jactancia no servirá de nada, sin embargo, debo seguir adelante. A mi pesar contaré acerca de visiones y revelaciones que provienen del Señor.
2Co 12:2 Hace catorce años fui* llevado hasta el tercer cielo. Si fue en mi cuerpo o fuera de mi cuerpo no lo sé; sólo Dios lo sabe.
2Co 12:3 Es cierto, sólo Dios sabe si estaba yo en mi cuerpo o fuera del cuerpo. Pero sí sé
2Co 12:4 que fui llevado al paraíso y oí* cosas tan increíbles que no pueden expresarse con palabras, cosas que a ningún humano se le permite contar.
2Co 12:5 De esa experiencia vale la pena jactarse, pero no voy a hacerlo. Sólo me jactaré de mis debilidades.
2Co 12:6 Si quisiera jactarme, no sería ningún necio al hacerlo porque estaría diciendo la verdad. Pero no lo haré, porque no quiero que nadie me atribuya méritos más allá de lo que pueda verse en mi vida u oírse en mi mensaje,
2Co 12:7 aun cuando he recibido de Dios revelaciones tan maravillosas. Así que, para impedir que me volviera orgulloso, se me dio una espina en mi carne, un mensajero de Satanás para atormentarme e impedir que me volviera orgulloso.
2Co 12:8 En tres ocasiones distintas, le supliqué al Señor que me la quitara.
2Co 12:9 Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí.
2Co 12:10 Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte.



SALMO 107

Sal 107:1 ¡Den gracias al SEÑOR, porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre.
Sal 107:2 ¿Los ha rescatado el SEÑOR? ¡Entonces, hablen con libertad! Cuenten a otros que él los ha rescatado de sus enemigos.
Sal 107:3 Pues ha reunido a los desterrados de muchos países, del oriente y del occidente, del norte y del sur.
Sal 107:4 Algunos vagaban por el desierto, perdidos y sin hogar.
Sal 107:5 Con hambre y con sed estaban a punto de morir.
Sal 107:6 «¡Socorro, SEÑOR!», clamaron en medio de su dificultad, y él los rescató de su aflicción.
Sal 107:7 Los llevó directo a un lugar seguro, a una ciudad donde pudieran vivir.
Sal 107:8 Que alaben al SEÑOR por su gran amor y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
Sal 107:9 Pues él satisface al sediento y al hambriento lo llena de cosas buenas.
Sal 107:10 Algunos estaban en oscuridad y en una profunda penumbra, presos del sufrimiento con cadenas de hierro.
Sal 107:11 Se rebelaron contra las palabras de Dios, se burlaron del consejo del Altísimo.
Sal 107:12 Por eso los doblegó con trabajo forzado; cayeron, y no hubo quien los ayudara.
Sal 107:13 «¡Socorro, SEÑOR!», clamaron en medio de su dificultad, y él los salvó de su aflicción.
Sal 107:14 Los sacó de la oscuridad y de la profunda penumbra; les rompió las cadenas.
Sal 107:15 Que alaben al SEÑOR por su gran amor y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
Sal 107:16 Pues rompió las puertas de bronce de su prisión; partió en dos los barrotes de hierro.
Sal 107:17 Algunos fueron necios; se rebelaron y sufrieron por sus pecados.
Sal 107:18 No podían ni pensar en comer, y estaban a las puertas de la muerte.
Sal 107:19 «¡Socorro, SEÑOR!», clamaron en medio de su dificultad y él los salvó de su aflicción.
Sal 107:20 Envió su palabra y los sanó; los arrebató de las puertas de la muerte.
Sal 107:21 Que alaben al SEÑOR por su gran amor y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
Sal 107:22 Que ofrezcan sacrificios de agradecimiento y canten con alegría por sus gloriosos actos.
Sal 107:23 Algunos se hicieron a la mar en barcos y surcaron las rutas comerciales del mundo.
Sal 107:24 También observaron el poder del SEÑOR en acción, sus impresionantes obras en los mares más profundos.
Sal 107:25 Él habló, y se desataron los vientos que agitaron las olas.
Sal 107:26 Los barcos fueron lanzados a los cielos y cayeron nuevamente a las profundidades; los marineros se acobardaron de terror.
Sal 107:27 Se tambaleaban y daban tumbos como borrachos, no sabían qué más hacer.
Sal 107:28 «SEÑOR, ¡socorro!», clamaron en medio de su dificultad, y él los salvó de su aflicción.
Sal 107:29 Calmó la tormenta hasta convertirla en un susurro y aquietó las olas.
Sal 107:30 ¡Qué bendición fue esa quietud cuando los llevaba al puerto sanos y salvos!
Sal 107:31 Que alaben al SEÑOR por su gran amor y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
Sal 107:32 Que lo exalten públicamente delante de la congregación y ante los líderes del pueblo.
Sal 107:33 Él transforma ríos en desiertos y manantiales de agua en tierra árida y sedienta.
Sal 107:34 Convierte la tierra fructífera en tierras saladas y baldías, a causa de la maldad de sus habitantes.
Sal 107:35 Pero también convierte desiertos en lagunas y la tierra seca en fuentes de agua.
Sal 107:36 Lleva a los hambrientos para que se establezcan allí y construyan sus ciudades.
Sal 107:37 Siembran los campos, plantan viñedos, y recogen cosechas abundantes.
Sal 107:38 ¡Cuánto los bendice! Allí crían familias numerosas y sus manadas de animales aumentan.
Sal 107:39 Cuando disminuye la cantidad de ellos y se empobrecen por la opresión, las dificultades y el dolor,
Sal 107:40 el SEÑOR derrama desprecio sobre sus príncipes y los hace vagar por tierras baldías y sin sendero.
Sal 107:41 Pero rescata de la dificultad a los pobres y hace crecer a sus familias como rebaños de ovejas.
Sal 107:42 Los justos verán estas cosas y se alegrarán, mientras que los perversos son bruscamente silenciados.
Sal 107:43 Los sabios tomarán todo muy en serio; verán en nuestra historia el fiel amor del SEÑOR.



LECTURA PARA LA NOCHE

2 SAMUEL    1-2

2Sa 1:1 Después de la muerte de Saúl, David regresó de su victoria sobre los amalecitas y pasó dos días en Siclag.
2Sa 1:2 Al tercer día llegó un hombre del campamento del ejército de Saúl con sus ropas rasgadas y polvo sobre la cabeza en señal de duelo. El hombre cayó al suelo y se postró delante de David con profundo respeto.
2Sa 1:3 —¿De dónde vienes? —le preguntó David. —Me escapé del campamento israelita —le respondió el hombre.
2Sa 1:4 —¿Qué sucedió? —preguntó David—. Cuéntame lo que pasó en la batalla. —Todo nuestro ejército huyó de la batalla —le contó—. Murieron muchos hombres. Saúl y su hijo Jonatán también están muertos.
2Sa 1:5 —¿Cómo sabes que Saúl y Jonatán están muertos? —le insistió David al joven.
2Sa 1:6 El hombre respondió: —Sucedió que yo estaba en el monte Gilboa, y allí estaba Saúl apoyado en su lanza mientras se acercaban los enemigos en sus carros de guerra.
2Sa 1:7 Cuando se dio vuelta y me vio, me gritó que me acercara a él. “¿Qué quiere que haga?”, le pregunté
2Sa 1:8 y él me contestó: “¿Quién eres?”. Le respondí: “Soy un amalecita”.
2Sa 1:9 Entonces me suplicó: “Ven aquí y sácame de mi sufrimiento, porque el dolor es terrible y quiero morir”.
2Sa 1:10 »De modo que lo maté —dijo el amalecita a David—, porque me di cuenta de que no iba a vivir. Luego tomé su corona y su brazalete y se los he traído a usted, mi señor.
2Sa 1:11 Al escuchar las noticias, David y sus hombres rasgaron sus ropas en señal de dolor.
2Sa 1:12 Hicieron duelo, lloraron y ayunaron todo el día por Saúl y su hijo Jonatán, también por el ejército del SEÑOR y por la nación de Israel, porque ese día habían muerto a espada.
2Sa 1:13 Luego David le dijo al joven que trajo la noticia: —¿De dónde eres? —Soy un extranjero —contestó—, un amalecita que vive en su tierra.
2Sa 1:14 —¿Y cómo no tuviste temor de matar al ungido del SEÑOR? —le preguntó David.
2Sa 1:15 Entonces le ordenó a uno de sus hombres: —¡Mátalo! Enseguida el hombre le clavó su espada al amalecita y lo mató, y David dijo:
2Sa 1:16 —Te condenaste a ti mismo al confesar que mataste al ungido del SEÑOR.
2Sa 1:17 David compuso una canción fúnebre por Saúl y Jonatán,
2Sa 1:18 y ordenó que se la enseñaran al pueblo de Judá. Es conocida como el Cántico del arco y está registrada en El libro de Jaser :*
2Sa 1:19 ¡Oh Israel, tu orgullo y tu alegría yacen muertos en las colinas! ¡Oh, cómo han caído los héroes poderosos!
2Sa 1:20 No lo anuncien en Gat, ni lo proclamen en las calles de Ascalón, o las hijas de los filisteos se alegrarán y los paganos se reirán con aires de triunfo.
2Sa 1:21 Oh, montes de Gilboa, que no caiga sobre ustedes lluvia ni rocío, ni haya campos fructíferos que produzcan ofrendas de grano.* Pues fue allí donde se contaminó el escudo de los héroes poderosos; el escudo de Saúl ya no será ungido con aceite.
2Sa 1:22 El arco de Jonatán era potente, y la espada de Saúl realizó su trabajo mortífero. Derramaron la sangre de sus enemigos y atravesaron a muchos héroes poderosos.
2Sa 1:23 ¡Cuán amados y agradables fueron Saúl y Jonatán! Estuvieron juntos en la vida y en la muerte. Eran más rápidos que águilas, más fuertes que leones.
2Sa 1:24 Oh, mujeres de Israel, lloren por Saúl, porque él las vistió con lujosas ropas escarlatas, con prendas adornadas de oro.
2Sa 1:25 ¡Oh, cómo han caído los héroes poderosos en batalla! Jonatán yace muerto en las colinas.
2Sa 1:26 ¡Cómo lloro por ti, Jonatán, hermano mío! ¡Oh, cuánto te amaba! Tu amor por mí fue profundo, ¡más profundo que el amor de las mujeres!
2Sa 1:27 ¡Oh, cómo han caído los héroes poderosos! Despojados de sus armas, yacen muertos.
2Sa 2:1 Después de esto, David le preguntó al SEÑOR: —¿Debo regresar a alguna de las ciudades de Judá? —Sí —respondió el SEÑOR. —¿A qué ciudad debo ir? —preguntó David. —A Hebrón —contestó el SEÑOR.
2Sa 2:2 Las dos esposas de David eran Ahinoam de Jezreel y Abigail, la viuda de Nabal de Carmelo. David, sus esposas
2Sa 2:3 y los hombres de David junto con sus familias se mudaron a Judá, y se establecieron en las aldeas cercanas a Hebrón.
2Sa 2:4 Después llegaron los hombres de Judá y ungieron a David rey del pueblo de Judá. Cuando David se enteró de que los hombres de Jabes de Galaad habían enterrado a Saúl,
2Sa 2:5 les envió el siguiente mensaje: «Que el SEÑOR los bendiga por haber sido tan leales a su señor Saúl y por haberle dado un entierro digno.
2Sa 2:6 ¡Que el SEÑOR, a cambio, sea leal a ustedes y los recompense con su amor inagotable! Yo también los recompensaré por lo que han hecho.
2Sa 2:7 Ahora que Saúl ha muerto, les pido que sean mis súbditos valientes y leales, igual que el pueblo de Judá, que me ha ungido como su nuevo rey».
2Sa 2:8 Sin embargo, Abner, hijo de Ner, comandante del ejército de Saúl, ya había ido a Mahanaim con Is-boset,* hijo de Saúl.
2Sa 2:9 Allí proclamó a Is-boset rey de Galaad, de Jezreel, de Efraín, de Benjamín, de la tierra de los gesuritas y del resto de Israel.
2Sa 2:10 Is-boset, hijo de Saúl, tenía cuarenta años cuando llegó a ser rey, y gobernó desde Mahanaim dos años. Mientras tanto, el pueblo de Judá permaneció leal a David.
2Sa 2:11 David hizo de Hebrón su ciudad capital y gobernó como rey de Judá siete años y medio.
2Sa 2:12 Cierto día, Abner dirigió a las tropas desde Mahanaim a Gabaón.
2Sa 2:13 Por el mismo tiempo, Joab, hijo de Sarvia, salió al frente de las tropas de David. Los dos ejércitos se encontraron en el estanque de Gabaón y se sentaron frente a frente en lados opuestos del estanque.
2Sa 2:14 Entonces Abner le sugirió a Joab: —Propongo que algunos de nuestros guerreros se enfrenten aquí cuerpo a cuerpo delante de nosotros. —Muy bien —asintió Joab.
2Sa 2:15 Así que se eligieron doce hombres de cada grupo para pelear, doce hombres de Benjamín que representaban a Is-boset, hijo de Saúl, y doce que representaban a David.
2Sa 2:16 Cada uno agarró a su oponente del cabello y clavó su espada en el costado del otro, de modo que todos murieron. A partir de entonces, ese lugar en Gabaón se conoce como el Campo de las Espadas.*
2Sa 2:17 Ese día se desencadenó una feroz batalla, y las fuerzas de David derrotaron a Abner y a los hombres de Israel.
2Sa 2:18 Joab, Abisai y Asael —los tres hijos de Sarvia— estaban entre las fuerzas de David ese día. Asael podía correr como una gacela
2Sa 2:19 y comenzó a correr tras Abner; lo persiguió sin tregua y no se detuvo para nada.
2Sa 2:20 Cuando Abner se dio vuelta y lo vio venir, le gritó: —¿Eres tú, Asael? —Sí, soy yo —le contestó.
2Sa 2:21 —¡Ve a pelear con otro! —le advirtió Abner—. Enfréntate a uno de los jóvenes y despójalo de sus armas. Pero Asael siguió persiguiéndolo.
2Sa 2:22 Abner le volvió a gritar: —¡Vete de aquí! No quiero matarte. ¿Cómo podría dar la cara a tu hermano Joab?
2Sa 2:23 Pero Asael se negó a regresar, entonces Abner le clavó la parte trasera de su lanza en el estómago. La lanza le salió por la espalda y Asael cayó muerto al suelo. Todos los que pasaban por allí se detenían, al ver a Asael tendido muerto.
2Sa 2:24 Cuando Joab y Abisai se enteraron de lo sucedido, salieron a perseguir a Abner. El sol ya se ponía cuando llegaron a la colina de Amma, cerca de Gía en el camino que lleva al desierto de Gabaón.
2Sa 2:25 Las tropas de Abner, de la tribu de Benjamín, se reagruparon allí en la cima de la colina para tomar posiciones.
2Sa 2:26 Abner le gritó a Joab: —¿Es inevitable que nos matemos unos a otros? ¿No te das cuenta de que lo único que produce es amargura? ¿Cuándo vas a ordenar que tus hombres dejen de perseguir a sus hermanos israelitas?
2Sa 2:27 Entonces dijo Joab: —Si no hubieras hablado, sólo Dios sabe lo que habría pasado, porque los habríamos perseguido toda la noche de ser necesario.
2Sa 2:28 De manera que Joab tocó el cuerno de carnero, y sus hombres dejaron de perseguir a las tropas de Israel.
2Sa 2:29 Durante toda esa noche Abner y sus hombres retrocedieron por el Jordán.* Cruzaron el río Jordán y viajaron toda la mañana* sin detenerse hasta llegar a Mahanaim.
2Sa 2:30 Mientras tanto, Joab y sus hombres también regresaron a casa. Cuando Joab contó sus bajas, descubrió que sólo faltaban diecinueve hombres, además de Asael.
2Sa 2:31 Pero murieron trescientos sesenta hombres de Abner, todos de la tribu de Benjamín.
2Sa 2:32 Joab y sus hombres llevaron el cuerpo de Asael a Belén y lo enterraron en la tumba de su padre. Luego viajaron toda la noche y llegaron a Hebrón al amanecer.

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