APOSENTO ALTO

miércoles, 17 de mayo de 2017

LECTURA BÍBLICA 17 DE MAYO

LECTURA PARA LA MAÑANA

MARCOS    14:32-42

Mar 14:32 Fueron al huerto de olivos llamado Getsemaní, y Jesús dijo: «Siéntense aquí mientras yo voy a orar».
Mar 14:33 Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan y comenzó a afligirse y angustiarse profundamente.
Mar 14:34 Les dijo: «Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte. Quédense aquí y velen conmigo».
Mar 14:35 Se adelantó un poco más y cayó en tierra. Pidió en oración que, si fuera posible, pasara de él la horrible hora que le esperaba.
Mar 14:36 «Abba, Padre* —clamó—, todo es posible para ti. Te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía».
Mar 14:37 Luego volvió y encontró a los discípulos dormidos. Le dijo a Pedro: «Simón, ¿estás dormido? ¿No pudiste velar conmigo ni siquiera una hora?
Mar 14:38 Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».
Mar 14:39 Entonces Jesús los dejó otra vez e hizo la misma oración que antes.
Mar 14:40 Cuando regresó de nuevo adonde estaban ellos, los encontró dormidos porque no podían mantener los ojos abiertos. Y no sabían qué decir.
Mar 14:41 Cuando volvió a ellos por tercera vez, les dijo: «Adelante, duerman, descansen. Pero no, la hora ha llegado. El Hijo del Hombre es traicionado y entregado en manos de pecadores.
Mar 14:42 Levántense, vamos. ¡Miren, el que me traiciona ya está aquí!».




GÁLATAS 1

Gál 1:1 Les escribo, yo, el apóstol Pablo. No fui nombrado apóstol por ningún grupo de personas ni por ninguna autoridad humana, sino por Jesucristo mismo y por Dios Padre, quien levantó a Jesús de los muertos.
Gál 1:2 Todos los hermanos de este lugar se unen a mí para enviar esta carta que escribo, a las iglesias de Galacia.
Gál 1:3 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo* les concedan gracia y paz.
Gál 1:4 Tal como Dios nuestro Padre lo planeó, Jesús entregó su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo de maldad en el que vivimos.
Gál 1:5 ¡A Dios sea toda la gloria por siempre y para siempre! Amén.
Gál 1:6 Estoy horrorizado de que ustedes estén apartándose tan pronto de Dios, quien los llamó a sí mismo por medio de la amorosa misericordia de Cristo.* Están siguiendo un evangelio diferente, que aparenta ser la Buena Noticia,
Gál 1:7 pero no lo es en absoluto. Están siendo engañados por los que a propósito distorsionan la verdad acerca de Cristo.
Gál 1:8 Si alguien —ya sea nosotros o incluso un ángel del cielo —les predica otra Buena Noticia diferente de la que nosotros les hemos predicado, que le caiga la maldición de Dios.
Gál 1:9 Repito lo que ya hemos dicho: si alguien predica otra Buena Noticia distinta de la que ustedes han recibido, que esa persona sea maldita.
Gál 1:10 Queda claro que no es mi intención ganarme el favor de la gente, sino el de Dios. Si mi objetivo fuera agradar a la gente, no sería un siervo de Cristo.
Gál 1:11 Amados hermanos, quiero que entiendan que el mensaje del evangelio que predico no se basa en un simple razonamiento humano.
Gál 1:12 No recibí mi mensaje de ninguna fuente humana ni nadie me lo enseñó. En cambio, lo recibí por revelación directa de Jesucristo.*
Gál 1:13 Ustedes saben cómo me comportaba cuando pertenecía a la religión judía y cómo perseguí con violencia a la iglesia de Dios. Hice todo lo posible por destruirla.
Gál 1:14 Yo superaba ampliamente a mis compatriotas judíos en mi celo por las tradiciones de mis antepasados.
Gál 1:15 Pero aun antes de que yo naciera, Dios me eligió y me llamó por su gracia maravillosa. Luego le agradó
Gál 1:16 revelarme* a su Hijo para que yo proclamara a los gentiles* la Buena Noticia acerca de Jesús. Cuando esto sucedió, no me apresuré a consultar con ningún ser humano.*
Gál 1:17 Tampoco subí a Jerusalén para pedir consejo de los que eran apóstoles antes que yo. En cambio, me fui a la región de Arabia y después regresé a la ciudad de Damasco.
Gál 1:18 Luego, tres años más tarde, fui a Jerusalén para conocer a Pedro* y me quedé quince días con él.
Gál 1:19 El único otro apóstol que conocí en esos días fue Santiago, el hermano del Señor.
Gál 1:20 Declaro delante de Dios que no es mentira lo que les escribo.
Gál 1:21 Después de esa visita, me dirigí al norte, a las provincias de Siria y Cilicia.
Gál 1:22 Y aun así, las congregaciones cristianas de Judea todavía no me conocían personalmente.
Gál 1:23 Todo lo que sabían de mí era lo que la gente decía: «¡El que antes nos perseguía ahora predica la misma fe que trataba de destruir!».
Gál 1:24 Y alababan a Dios por causa de mí.



SALMO 110

Sal 110:1
Salmo de David.
El SEÑOR le dijo a mi Señor: «Siéntate en el lugar de honor a mi derecha, hasta que humille a tus enemigos y los ponga por debajo de tus pies».
Sal 110:2 El SEÑOR extenderá tu poderoso reino desde Jerusalén,* y gobernarás a tus enemigos.
Sal 110:3 Cuando vayas a la guerra, tu pueblo te servirá por voluntad propia. Estás envuelto en vestiduras santas, y tu fuerza se renovará cada día como el rocío de la mañana.
Sal 110:4 El SEÑOR ha hecho un juramento y no romperá su promesa: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec».
Sal 110:5 El Señor está a tu derecha para protegerte; derribará a muchos reyes cuando estalle su enojo.
Sal 110:6 Castigará a las naciones y llenará de cadáveres sus territorios; destrozará cabezas por toda la tierra.
Sal 110:7 Pero él se refrescará en los arroyos junto al camino. Saldrá vencedor.


LECTURA PARA LA NOCHE

2 SAMUEL    8-10

2Sa 8:1 Después David derrotó y sometió a los filisteos al conquistar Gat, su ciudad más grande.*
2Sa 8:2 David también conquistó la tierra de Moab. Hizo que la gente se acostara en el suelo en una fila y con una soga los midió y los separó por grupos. Ejecutó dos grupos por cada grupo que dejó con vida. Los moabitas a quienes se les perdonó la vida, se convirtieron en súbditos de David y tuvieron que pagarle tributo.
2Sa 8:3 David también destruyó las fuerzas de Hadad-ezer, hijo de Rehob, rey de Soba, cuando Hadad-ezer marchó para fortalecer su control a lo largo del río Éufrates.
2Sa 8:4 David capturó mil carros de guerra, siete mil conductores de carros de guerra* y veinte mil soldados de infantería. Les lisió los caballos de tiro, excepto los necesarios para cien carros de guerra.
2Sa 8:5 Cuando los arameos de Damasco llegaron para ayudar al rey Hadad-ezer, David mató a veintidós mil de ellos.
2Sa 8:6 Luego puso varias guarniciones militares en Damasco, la capital aramea, y los arameos se convirtieron en súbditos de David y le pagaban tributo. Así que el SEÑOR le daba la victoria a David dondequiera que iba.
2Sa 8:7 David llevó a Jerusalén los escudos de oro de los oficiales de Hadad-ezer,
2Sa 8:8 junto con una gran cantidad de bronce de las ciudades de Tebah* y Berotai que pertenecían a Hadad-ezer.
2Sa 8:9 Cuando Toi, rey de Hamat, se enteró de que David había destruido a todo el ejército de Hadad-ezer,
2Sa 8:10 envió a su hijo Joram para felicitar al rey David por su exitosa campaña. Hadad-ezer y Toi habían sido enemigos y con frecuencia estaban en guerra. Joram le obsequió a David muchos regalos de plata, de oro y de bronce.
2Sa 8:11 El rey David dedicó todos estos regalos al SEÑOR, así como lo hizo con la plata y el oro de las demás naciones que había derrotado
2Sa 8:12 —de Edom,* de Moab, de Amón, de Filistea y de Amalec— y de Hadad-ezer hijo de Rehob, rey de Soba.
2Sa 8:13 A raíz de esto, David se volvió muy famoso. Después de su regreso, aniquiló a dieciocho mil edomitas* en el valle de la Sal.
2Sa 8:14 Puso guarniciones militares por todo Edom, y los edomitas se convirtieron en súbditos de David. Es más, el SEÑOR le daba la victoria a David dondequiera que iba.
2Sa 8:15 De modo que David reinó sobre todo Israel e hizo lo que era justo y correcto para su pueblo.
2Sa 8:16 Joab, hijo de Servia, era el comandante del ejército; Josafat, hijo de Ahilud, era el historiador del reino.
2Sa 8:17 Sadoc, hijo de Ahitob, y Ahimelec, hijo de Abiatar, eran los sacerdotes; Seraías era el secretario de la corte.
2Sa 8:18 Benaía, hijo de Joiada, era el capitán de la guardia personal del rey,* y los hijos de David servían como líderes sacerdotales.*
2Sa 9:1 Cierto día, David preguntó: «¿Hay alguien de la familia de Saúl que aún siga con vida, alguien a quien pueda mostrarle bondad por amor a Jonatán?».
2Sa 9:2 Entonces mandó llamar a Siba, un hombre que había sido uno de los siervos de Saúl. —¿Eres tú Siba? —le preguntó el rey. —Sí, señor, lo soy —contestó Siba.
2Sa 9:3 Enseguida el rey le preguntó: —¿Hay alguien de la familia de Saúl que todavía viva? De ser así, quisiera mostrarle la bondad de Dios. Siba le contestó: —Sí, uno de los hijos de Jonatán sigue con vida. Está lisiado de ambos pies.
2Sa 9:4 —¿Dónde está? —preguntó el rey. —En Lodebar —le contestó Siba—, en la casa de Maquir, hijo de Amiel.
2Sa 9:5 Entonces David mandó a buscarlo y lo sacó de la casa de Maquir.
2Sa 9:6 Su nombre era Mefiboset;* era hijo de Jonatán y nieto de Saúl. Cuando se presentó ante David, se postró hasta el suelo con profundo respeto. David dijo: —¡Saludos, Mefiboset! Mefiboset respondió: —Yo soy su siervo.
2Sa 9:7 —¡No tengas miedo! —le dijo David—, mi intención es mostrarte mi bondad por lo que le prometí a tu padre Jonatán. Te daré todas las propiedades que pertenecían a tu abuelo Saúl, y comerás aquí conmigo, a la mesa del rey.
2Sa 9:8 Mefiboset se inclinó respetuosamente y exclamó: —¿Quién es su siervo para que le muestre tal bondad a un perro muerto como yo?
2Sa 9:9 Entonces el rey llamó a Siba, el siervo de Saúl, y dijo: —Le he dado al nieto de tu amo todo lo que pertenecía a Saúl y a su familia.
2Sa 9:10 Tú, tus hijos y tus siervos cultivarán la tierra para él, para que produzca alimento para la casa de tu amo.* Pero Mefiboset, el nieto de tu amo, comerá aquí, a mi mesa. (Siba tenía quince hijos y veinte siervos).
2Sa 9:11 Siba respondió: —Sí, mi señor el rey, yo soy su siervo y haré todo lo que me ha ordenado. A partir de ese momento, Mefiboset comió a la mesa de David,* como si fuera uno de los hijos del rey.
2Sa 9:12 Mefiboset tenía un hijo pequeño llamado Mica. A partir de entonces, todos los miembros de la casa de Siba fueron siervos de Mefiboset.
2Sa 9:13 Y Mefiboset, quien estaba lisiado de ambos pies, vivía en Jerusalén y comía a la mesa del rey.
2Sa 10:1 Después de un tiempo, murió Nahas,* rey de los amonitas, y su hijo Hanún, subió al trono.
2Sa 10:2 David dijo: «Le mostraré lealtad a Hanún, así como su padre Nahas, siempre me fue leal». Entonces David envió embajadores a Hanún para expresarle sus condolencias por la muerte de su padre. Pero cuando los embajadores de David llegaron a la tierra de Amón,
2Sa 10:3 los comandantes amonitas le dijeron a Hanún, su amo: «¿Realmente cree que estos hombres vienen para honrar a su padre? ¡No, David los ha enviado a espiar la ciudad para luego venir y conquistarla!».
2Sa 10:4 Entonces Hanún tomó presos a los embajadores de David, les afeitó la mitad de la barba, les cortó los mantos a la altura de las nalgas y los envió avergonzados de regreso a David.
2Sa 10:5 Cuando llegó a oídos de David lo que había sucedido, envió mensajeros para decirles a los hombres: «Quédense en Jericó hasta que les crezca la barba y luego regresen». Pues se sentían muy avergonzados de su aspecto.
2Sa 10:6 Cuando el pueblo de Amón se dio cuenta de qué tan seriamente había provocado el enojo de David, los amonitas contrataron a veinte mil soldados arameos de infantería de las tierras de Bet-rehob y Soba, mil del rey de Maaca y doce mil de la tierra de Tob.
2Sa 10:7 Cuando David se enteró, envió a Joab con todos sus guerreros a pelear contra ellos.
2Sa 10:8 Las tropas amonitas se pusieron en pie de guerra a la entrada de la puerta de la ciudad, mientras los arameos de Soba y Rehob, junto con los hombres de Tob y Maaca, tomaron posiciones para pelear a campo abierto.
2Sa 10:9 Cuando Joab vio que tendría que luchar tanto por el frente como por la retaguardia, eligió a algunas de las tropas selectas israelitas y las puso bajo su propio mando para luchar contra los arameos a campo abierto.
2Sa 10:10 Dejó al resto del ejército bajo el mando de su hermano Abisai, quien atacaría a los amonitas.
2Sa 10:11 «Si los arameos son demasiado fuertes para mí, entonces ven en mi ayuda —le dijo Joab a su hermano—. Si los amonitas son demasiado fuertes para ti, yo iré en tu ayuda.
2Sa 10:12 ¡Sé valiente! Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios, y que se haga la voluntad del SEÑOR».
2Sa 10:13 Cuando Joab y sus tropas atacaron, los arameos comenzaron a huir.
2Sa 10:14 Al ver que los arameos corrían, los amonitas huyeron de Abisai y retrocedieron a la ciudad. Terminada la batalla, Joab regresó a Jerusalén.
2Sa 10:15 Al darse cuenta los arameos de que no podían contra Israel se reagruparon,
2Sa 10:16 y se les unieron tropas adicionales arameas que Hadad-ezer mandó llamar del otro lado del río Éufrates.* Estas tropas llegaron a Helam bajo el mando de Sobac, el comandante de las fuerzas de Hadad-ezer.
2Sa 10:17 Cuando David oyó lo que sucedía, movilizó a todo Israel, cruzó el río Jordán y guió al ejército a Helam. Los arameos se pusieron en formación de batalla y lucharon contra David;
2Sa 10:18 pero nuevamente los arameos huyeron de los israelitas. Esta vez las fuerzas de David mataron a setecientos conductores de carros de guerra y a cuarenta mil soldados de infantería,* entre éstos a Sobac, el comandante del ejército.
2Sa 10:19 Cuando todos los reyes que estaban aliados con Hadad-ezer vieron que Israel los había derrotado, se rindieron a Israel y se convirtieron en sus súbditos. Después de esto, los arameos tuvieron miedo de ayudar a los amonitas.

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